La líder del Movimiento Nacional Justicialista, Cristina Kirchner ordenó que el país utilice los derechos especiales de giro (DEG) que el FMI asignará a la Argentina como parte del grupo de países en vías de desarrollo para reforzar reservas y pagar los vencimientos de la deuda con el FMI en lugar de financiar los gastos Covid como había impulsado pocas semanas antes como titular del Senado.Casi al mismo tiempo y quizá a pedido de la líder, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof presentó una oferta que avizora un acuerdo de canje de deuda similar al que había logrado por Guzmán, bajando los pagos de intereses futuros, pero con una reducción del valor presente de la deuda original similar a lo solicitado por los acreedores privados.Un país que vive “combatiendo al capital”Sin embargo, hasta el presente, se han sucedido una serie de acciones y declaraciones contradictorias con esta renovada voluntad de pago. En efecto, la secuencia de hechos y declaraciones directas e indirectas contra el deseo de cumplir con las obligaciones externas es la siguiente: intento de expropiación de Vicentin, proyecto Vallejos de ceder participación al Estado de las pymes y grandes empresas que recibieron ATP durante la cuarentena , discursos del presidente avalando la expropiación de tierras por parte de Grabois, así como la reciente declaración presidencial de impulsar la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas para mejorar la distribución del ingreso, la intención de estatizar las prepagas por parte de la líder del movimiento nacional, la declaración liderada por el bloque oficialista del Senado de utilizar los DEG del FMI para asistencia social.La literatura económica resalta que para recibir crédito externo necesario para, por ejemplo, las inversiones en infraestructura que un país necesita para desarrollarse, o para renovar regularmente las amortizaciones de su deuda, se debe demostrar capacidad de solvencia. En efecto, la condición de solvencia exige que la deuda externa sea equivalente a los superávits comerciales futuros (en valor presente) y cuando es deuda pública, en términos de superávits fiscales. La capacidad de un país para generar exportaciones y un estado solvente resulta clave.Sin embargo, los economistas Gian María Milessi-Ferretti del FMI y Assaf Razin de la Universidad de Tel Aviv han resaltado que la condición de solvencia es una condición necesaria pero no suficiente. El deudor debe también demostrar el “deseo de pagar sus deudas” (“willingness to pay”), de lo contrario, su historia y comportamiento pesaran en las condiciones de obtención del crédito en términos de una mayor carga de intereses y calendario de vencimientos “insostenible” que obligue a futuros gobiernos a políticas económicas de ajuste con consecuencias sociales negativas mucho más profundas que de haber expresado implícita o explícitamente el deseo de honrar sus compromisos. “No solo hay que serlo sino parecerlo”.El FMI aprobó la distribución de US$650.000 millones para reactivar la economía globalLos autores citados también han enfatizado que las condiciones de repago de las deudas dependen de la voluntad de los acreedores de seguir prestando y renovando las deudas en las condiciones actuales. Una de las condiciones determinantes del deseo de prestar son las condiciones financieras internacionales. Como consecuencia de la adopción de una política monetaria laxa de los bancos centrales de los países desarrollados para amortiguar los efectos de la crisis del coronavirus sobre la economía, el mundo pasa por un período de elevada liquidez, baja tasa de interés y por lo tanto elevados precios de materias primas.No obstante, Argentina, al contrario del resto de América Latina normal, no accedió al financiamiento barato en los mercados voluntarios de crédito para financiar los gastos necesarios para asistir a empresas y hogares como consecuencia de la cuarentena, por lo cual tuvo que financiar su escaso gasto Covid con emisión de pesos que el argentino repudia.De esta manera, a pesar de los acuerdos de la deuda pública externa relativamente favorables para los acreedores privados no residentes tanto a nivel nacional como de la provincia de Buenos Aires, el riesgo país sigue en niveles equivalentes al megacanje de 2001 y la Argentina pierde la oportunidad de financiar inversiones que tanto necesita para impulsar el crecimiento a bajas tasas de interés.La narrativa antiempresaria y antibuitre expresa el “deseo de no pagar” agrandando los desequilibrios y las magnitudes de la inflación y devaluación futura, aumentando los costos sociales de la estabilización necesaria futura pero también anulando los posibles beneficios del ajuste inflacionario presente implementado por un gobierno con narrativa maoísta que termina pagando las deudas a ultimo momento.“No deseo pagarte, pero al final te pago” es la nueva innovación autóctona del análisis económico de insostenibilidad de la deuda.El futuro gobierno que asuma en 2023 deberá dar pruebas muy profundas de que Argentina ha dejado de ser por un defaulteador serial. La historia de la transición 1989 se estaría repitiendo, más como farsa (Marx) por ahora que como tragedia (Hegel).Mientras tanto, la concentración del poder del líder del movimiento nacional por sobre las instituciones de la Constitución Nacional aumenta al infinito la probabilidad de cometer grandes errores de política pública generando más pobreza y desocupación.

Fuente: La Nación

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