Enmarcado en los festejos por el centenario del Teatro Colón, esta noche el Ballet Estable presentará el primer programa de una temporada 2008 que empieza rezagada pero que buscará no detener su movimiento. Serán tres las obras que se interpretarán (un acto de cada clásico, con Guido De Benedetti como debutante director de la compañía), y tres serán, también, los artistas invitados a lo largo de siete funciones: hoy y mañana, Iñaki Urlezaga será Sigfrido en el tercer acto de El lago de los cisnes , en la visión de Mario Galizzi y según originales de Petipa/Ivanov/Carter. Maximiliano Guerra (el 4 y 5 de junio) se pondrá en la piel del guerrero Solor para “Las sombras” de La bayadera , según las actualizaciones que Liliana Belfiore realizó sobre la partitura de movimiento original, también de Petipa. En el medio (pasado mañana y el domingo), reaparecerá en la escena porteña Ludmila Pagliero como Swanilda, protagonista de Coppelia .La joven argentina, que desde 2003 integra las filas del Ballet de la Opera de París, recibió la convocatoria para el centenario de “su” Colón en el momento justo. La compañía francesa justo salía de gira por Japón con una obra chica y su directora, Brigitte Lefévre, le dio a Pagliero el sí que concretó la vuelta. “Ella sintió que artística y personalmente era importante para mí volver a la Argentina y darle la oportunidad a mi familia de verme. Es sentirme un poco en casa”, dice Ludmila, a los 24 años, con un extraño acento, producto del francés, por supuesto, pero también de una anterior tonada chilena que incorporó a su castellano de origen. Porque en realidad la bailarina que se formó en el Colón dejó Buenos Aires cuando tenía 16 para cruzar la Cordillera de la mano de Ricardo Bustamante, entonces director del Ballet de Santiago de Chile. El colombiano fue, además, quien le allanó el camino hacia los Estados Unidos, donde obtuvo la medalla de plata de la Competencia Internacional de Ballet de Nueva York, lo que le valió un contrato de un año con el American Ballet Theatre, que rechazó por otro de tres meses en la Opera de París.-Cinco años después, ¿seguís convencida de esa decisión?–La duda va a estar siempre, pero antes de conocer los Estados Unidos ya tenía una atracción hacia lo europeo. No sé si fue la mentalidad o el corazón, pero estoy feliz de haber elegido la Opera de París, donde quizá todo te lleva más tiempo, pero se asemeja más a mi forma de ser, a mi vida. El hecho de estar en Europa siempre me hace pensar que si algo no funciona hay un país a dos horas en tren.-Se dice que es muy lenta la promoción por categorías en el Ballet de la Opera de París…-Tenés la oportunidad una vez por año de presentarte a un concurso y demostrar que creciste. Creo que es mejor así que esperar que el director te promueva. Es una prueba fuerte, psicológicamente difícil, pero mantiene al bailarín estimulado todos los años. Es verdad que a veces tu carrera podría ser más rápida, pero que sea lento hace que haya tiempo de digerir, de observar, de aprender, de mantener un nivel prolijo.En la compañía francesa, Pagliero venía interpretando roles clásicos; sin embargo, nunca hizo el papel de Coppelia para el que la convocó De Benedetti (en un guiño que significa: “Vos sos parte de la casa”). Una casa que hoy está cerrada, y por eso Ludmila se apena, pero no se asusta: “Conozco mi país, las cosas que pasan, y conozco a los bailarines. Entonces, esto no me paraliza. Igual hay un sentimiento de tristeza al ver que los artistas han perdido ese teatro tan hermoso, que vaya a saber cuándo se abra. Mismo para la Opera de París, el Teatro Colón es una maravilla a su lado”.Desde enero, cuando la pusieron a hacer una obra de Pina Bausch, Pagliero comenzó a transitar un año contemporáneo, de descubrimientos. “Es una experiencia genial, otra forma de trabajar que disfruto un montón.”-¿Te hizo volver a pensar en aquello de cuando eras chica, que “el clásico es aburrido”?-Con el ballet hay que tratar de no olvidarse de que son parte de él. Tiene sus riesgos esa técnica tan difícil. Y el contemporáneo es más sobre las sensaciones. Cuando tenés los dos, complementás la estética del clásico con la emoción del contemporáneo y como bailarín estás más liberado.-En una compañía de 153 bailarines, de los cuales sólo diez son extranjeros, ¿lograste hacerte tu espacio y sentirte cómoda?-Me adapté bastante bien. Me llevó un tiempo asumirme, decirme: “Formo parte de esta compañía y quiero quedarme acá”, porque me cuidaba un poco diciendo: “Soy extranjera y quizá me vuelva”. Así no terminaba nunca de llegar. Hasta que un día mi mamá me dijo: “Ludmila, ¿vos querés quedarte o te querés ir? Porque si te querés quedar no digas más que quizá no funcione”. Fue un clic para mí, la aceptación propia que me faltaba.Ahora, prueba superada, ella puede decir que tiene su lugar en la ciudad de las luces, donde vive con su novio francés, y que volver a Buenos Aires es una idea que maneja. “Mi carrera como bailarina la terminaré en París o en algún lado a donde me lleve la vida, pero después me imagino de vuelta acá. Por ahora tengo la posibilidad de recorrer, recolectar información, experiencia. ¿Por qué no volver luego y traer un poco de todo eso que vi por allá?”Por Constanza BertoliniPara agendarBallet Estable del Teatro Colón. Programa Centenario , Dirección: Guido De Benedetti. Con la Orquesta Filarmónica.Teatro Opera. Corrientes 860. Hoy, mañana y pasado mañana, a las 20.30. Entradas entre 16 y 50 pesos.Una coproducción para Carmina BuranaAdemás de las funciones que hoy y mañana Iñaki Urlezaga hará con el Ballet Estable, el bailarín platense ya tiene firmado el contrato de coproducción con el Teatro Colón para estrenar una nueva versión de la ópera de Carl Orff Carmina Burana . Urlezaga y su compañía, Ballet Concierto, interpretarán esta obra, que tendrá coreografía de un argentino, con la Orquesta y el Coro Estable del Colón. Las funciones se realizarán a partir del 22 de octubre, en el teatro Opera.

Fuente: La Nación

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