WASHINGTON.– La gira europea del presidente Alberto Fernández dejó muestras de buena voluntad hacia la Argentina para terminar de despejar el camino de la deuda con el Club de París y el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero ningún anuncio concreto. Las dudas predominantes cuando Fernández partió de Buenos Aires aún persistían antes de su regreso desde Roma, luego del vertiginoso paso por Lisboa, Madrid y París.Ajuste: cuánto cobrarían los jubilados con la fórmula que derogó el GobiernoA pesar de la falta de anuncios, el Presidente dijo antes de regresar a la Argentina que se iba de Europa “muy contento” porque había cumplido con todos sus objetivos.Detrás de ese balance, las incógnitas que dejó una semana muy nutrida en declaraciones son las mismas de antes: cuándo y qué acordará el Gobierno con el Fondo, y hasta qué punto las internas del Frente de Todos sobre el rumbo económico empantanan los avances y las discusiones con las naciones del G-7, que en definitiva son los principales acreedores del Club de París, y los principales accionistas del FMI.El camino de la deuda lleva ineludiblemente a la negociación con el Fondo, que en última instancia es una discusión sobre el plan económico del Gobierno, aún indefinido.La primera parada es el vencimiento con el Club de París este mes, por 2400 millones de dólares. El ministro de Economía, Martín Guzmán, pidió formalmente una prórroga hasta después de alcanzar un nuevo acuerdo con el FMI, o a lo sumo de un año, y en el Gobierno confían en conseguirla. Pero el Club pide un programa con el Fondo para renegociar sus deudas, y la gira presidencial dejó inalterada la expectativa de que ese programa llegará recién luego de las elecciones.A falta de un programa con el Fondo, la pregunta es qué le ofrecerá a cambio el Gobierno al Club. Una alternativa es que simplemente haya un compromiso de llegar a un acuerdo con el FMI en los tiempos de la carta de Guzmán. Otra es que el Fondo envié una carta al Club con una evaluación de la economía, y una descripción de las discusiones con el Gobierno. Una tercera opción, muy improbable, es una auditoría del artículo IV: nadie espera que el Gobierno la acepte en medio de la campaña.A tono con los mensajes oficiales de la negociación con el FMI, Alberto Fernández y Kristalina Georgieva dijeron que su encuentro cara a cara en Roma fue “productivo” y “constructivo”. Es la desgastada fórmula semántica que utilizan el Gobierno y el organismo luego de cada reunión. El comunicado que difundió el Fondo brindó más indicios, pero quedó corto en novedades. Allí Georgieva se compromete a trabajar en busca de un nuevo programa, y enumera tres objetivos: fortalecer la estabilidad de la economía –el primero, y una referencia que abarca a la inflación–, proteger a los más vulnerables, y sentar las bases para un crecimiento “más sostenible e inclusivo”.Fernández mostró en Europa su ambición por “renovar la arquitectura financiera internacional”. Georgieva dejó para el final de su comunicado una escueta referencia sobre uno de los principales reclamos dentro de esa cruzada del Gobierno: el pedido, nacido del cristinismo, de eliminar los sobrecargos en la tasa de interés que cobra el Fondo cuando un país pide un préstamo que supera ampliamente su cuota en el organismo, tal como ocurrió con el crédito de 57.000 millones de dólares obtenido por el gobierno de Mauricio Macri.“También tomé nota de la solicitud del presidente Fernández de reformar la política de sobrecargos del FMI y consultaré con nuestros miembros sobre este tema”, indicó Georgieva, quien ha defendido esa política del organismo.Georgieva omitió mención alguna al pedido del oficialismo de darle 20 años a la Argentina para devolver su préstamo. Georgieva tampoco dijo nada en su comunicado oficial sobre las internas del Frente de Todos o las presiones del cristinismo sobre los planes de Guzmán. Pero esas son algunas de las inquietudes centrales que existen en Washington al mirar a la Argentina, y en las otras capitales que visitó esta semana Alberto Fernández.
Fuente: La Nación