Mientras el mundo sufre la caída del mercado internacional de lácteos a causa de la pandemia de coronavirus, en la Argentina, la baja de la demanda interna aumenta la tensión entre los eslabones de la cadena de la leche.
En el corto plazo, esta situación hace prever una reducción en el precio que reciben los tamberos por litro de leche y, por lo tanto, en los márgenes económicos de la actividad. Infocampo ya había anticipado decisiones clave para el productor lechero el segundo semestre ante el contexto de crisis. 
Al respecto, José Luis Rossi, profesor de la cátedra de Producción Lechera de la Facultad de Agronomía (UBA), habló con el sitio de divulgación científica Sobre La Tierra y brindó algunas precisiones.
“La facturación de un tambo moderno depende, sobre todo, de la producción de leche, más allá de que se puedan obtener ingresos adicionales por hacer agricultura y vender animales para carne. Por eso, si el precio cae, el margen se achica”, dijo.
En este sentido, “la realidad es la misma para tambos chicos y grandes, cada uno con distintas capacidades de respuesta ante la crisis”. 
Entonces, ¿qué hace a la diferencia? La eficiencia.
“Parecería que esta crisis perjudica más al tambo chico, pero lo que realmente ocurra dependerá de cuántos litros produce cada sistema y a qué costo, con qué eficiencia productiva trabaja, a quién vende la leche, qué precios recibe y con qué plazo cobra”, explica el docente.
Según analiza Rossi, el margen por litro producido puede ser muy bajo, según la combinación de factores, y cuando esto ocurre, una respuesta casi natural para pasar el momento es aumentar la producción.
“Esa respuesta es nociva para el conjunto de productores porque el aumento de producción deprime el precio, lo que profundiza el problema”, advirtió.
De esta forma, la eficiencia en el uso de los recursos disponibles lo que permite es anticipar decisiones, como reducir el rodeo, vender animales para carne o reorientar la agricultura para vender granos, sin sobrecargar la oferta de leche en el mercado interno. 
Pero no solo el impacto recesivo recae en ajustes que debería hacer el productor. También deben hacerse a nivel comercial e industrial.
Al respecto,  el docente  admite: “Lo clásico para el productor es que siga entregando día a día la leche que produce y que cobrará más adelante a un precio que desconoce. Este precio se plantea por litro de leche, cuando en realidad el valor industrial está en sus componentes”.
Considerando esto, se refiere a una serie de falencias del sector. “Es necesario poder contar con un precio futuro basado en atributos composicionales, transparentar la transacción y encuadrarla dentro del marco legal vigente daría previsibilidad a toda la cadena. Sin resolver estas cuestiones es difícil pensar en una lechería en crecimiento”.

Fuente: InfoCampo

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