Bolsas de basura recicladas en el conurbano bonaerense, convertidas en una escultura flotante gracias al trabajo en equipo que involucró a un grupo de estudiantes presos, y exhibidas en la Bienal de Arquitectura de Venecia como piezas vitales de un “Museo Aero Solar”. Eso lograron el artista tucumano Tomás Saraceno y parte de la creciente comunidad global que acompaña su proyecto Aeroceno, en la búsqueda de crear una nueva era libre de fronteras y de combustibles fósiles.“¿Cómo viviremos juntos?”, fue la pregunta propuesta por el arquitecto libanés Hashim Sarkis como tema de esta 17a edición de la bienal que inaugura mañana, prevista para 2020 y postergada por la pandemia. Saraceno ya tenía su respuesta. Invitado también a participar de la Bienal de Arte de 2019, este arquitecto egresado de la UBA y radicado en Berlín ofreció un ejemplo de lo que es posible con escasos recursos, trabajo colaborativo y visión de futuro.El Museo Aero Solar Reconquista, realizado con bolsas recicladas por personas expuestas a situaciones de vulnerabilidad social en la contaminada “zona del Río Reconquista”, en la localidad bonaerense de José León Suárez. (Gentileza Joaquín Ezcurra/Studio Saraceno/)La idea de crear el Museo Aero Solar Reconquista, a partir de las consignas compartidas por Saraceno y su equipo en el sitio aerocene.org, nació de un grupo de titiriteros y artistas visuales que integraban la materia “Laboratorio inflable” del Instituto de Artes de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Para construirlo convocaron a personas expuestas a situaciones de vulnerabilidad social en la contaminada “zona del Río Reconquista”, en la localidad bonaerense de José León Suárez.Muchos de ellos eran presos que estudian en el Centro Universitario San Martín, dentro del Complejo Penitenciario Norte. Junto con sociólogos, antropólogos, artistas de circo, bailarines, documentalistas, filósofos y arquitectos, entre otros, trabajaron con bolsas rescatadas de los residuos que llegan desde Buenos Aires a la cercana Cooperativa de reciclaje urbano Bella Flor.En su interior se dictaron clases de antropología y filosofía (Gentileza Joaquín Ezcurra/Studio Saraceno/)“Elegimos expresarnos a partir de lo que habitualmente se considera residuos, desde lo que es despreciado, desde lo que no manifiesta a primera vista la posibilidad de convertirse en un objeto artístico”, explica Carlos Almeida, docente de la materia y coordinador general del proyecto.Por grupos se fueron armando pliegos de tela plástica de 50 metros cuadrados. “Cada jornada de trabajo duraba aproximadamente tres horas –recuerda Almeida- y concluía con el juego de elevar el pliego recién construido entre todos, embolsar aire y al bajar construir una ‘burbuja’ donde todos quedábamos adentro. Ahí se cantó, se dijeron poesías, se rio y se jugó libremente. Tanto el Museo terminado como estas instancias previas de juego son espacios de habitabilidad efímera, atmósferas de encuentro, esferas de aire”.”No tengan miedo a lo desconocido, lo que vale es intentar”, una de las frases escritas sobre las bolsas (Gentileza Joaquín Ezcurra/Studio Saraceno/)Lograron así crear una tela de 300 metros cuadrados, sobre la cual dejaron sus testimonios. La primera vez que la inflaron, hace dos años bajo una carpa de circo en el campus de la Unsam, se dictó en su interior una clase de Antropología cultural. Luego llegó el primer montaje público y al aire libre en un playón del campus, en el marco del I Congreso Internacional de Arte y Ciencia “Los cielos” organizado por la universidad. Los siguientes fueron en una cancha de rugby ubicada en el interior del complejo penitenciario, y en un galpón donde el museo se convirtió en aula para el dictado de una clase de filosofía. Ahora, se exhibe en Venecia hasta el 21 de noviembre.“Se llama museo porque durante su construcción la gente es invitada a escribir, a dejar sus dibujos y sus pensamientos sobre las bolsas. Es una plataforma de expresión que luego se habita al ensamblarse en un gigantesco globo”, señaló a LA NACION Joaquín Ezcurra, coordinador de Aerocene Argentina.Según Carlos Almeida, coordinador general del proyecto, esto demuestra que “lo pequeño, lo oprimido, lo deprimido individual y socialmente puede transformarse y generar una sensación de expansión cuando logra tomar aire de manera comunitaria” (Gentileza Joaquín Ezcurra/Studio Saraceno/)Según Almeida, este proyecto demuestra que “lo pequeño, lo oprimido, lo deprimido individual y socialmente puede transformarse y generar una sensación de expansión cuando logra tomar aire de manera comunitaria. Nos gusta la metáfora del museo aplastado cuando se acomoda sobre el piso previo al montaje, en relación al museo lleno de aire, expandido, vital y en movimiento”.

Fuente: La Nación

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