Si bien los virus no se desarrollan en los alimentos, estos sí pueden permanecer allí por horas, de acuerdo a diversas variables, como las características dónde se encuentra ese alimento, cómo está almacenado, su humedad, la temperatura, si está a la sombra o en exposición al sol, etc. Esto significa que si una persona enferma con COVID-19 manipula un alimento (sin tomar previamente los recaudos necesarios) y luego una persona sana se toca nariz o boca efectivamente podría contagiarse.
A las recomendaciones generales realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre cómo gestionar el contacto con los alimentos de forma segura, debe señalarse que en el caso de que el coronavirus se transmitiese por alimentos, este se previene con las mismas medidas utilizadas para enfermedades aún más graves, como la salmonelosis, la listeriosis y el síndrome urémico hemolítico. Entre otras medidas, recomienda comer los alimentos de origen animal bien cocidos.
Desde MITA (Máster Internacional en Tecnología de los Alimentos, desarrollado en forma conjunta por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) y la Università degli Studi di Parma, Italia) explican que en relación a las políticas de inocuidad de las compañías, algunas de ellas decidieron reforzar sus líneas de acción permanentes y estandarizadas ante eventos como el Coronavirus, que incluyen el lavado de manos por parte de todo el personal, la sanitización de superficies y objetos, y la separación del personal en posiciones de manipulación de alimentos que pueda presentar indicios de enfermedad hasta tanto se diagnostique cada caso en particular. De ser necesario, nuevos protocolos se activarán para reforzar las acciones de base.  
¿Cómo actúan las empresas relacionadas con la producción y el consumo de alimentos diariamente y cómo cuando se enfrentan a una pandemia, como la provocada por coronavirus? El vínculo entre la alimentación y la salud es sumamente estrecho. La importancia de que lo que comemos sea seguro es fundamental. Por eso, la inocuidad alimentaria es el pilar sobre el que debe basarse la industria de los alimentos. La producción de alimentos evoluciona en forma constante y está sujeta a nuevas exigencias. Por este motivo, hay que estar actualizado y tener los conocimientos adecuados para evitar incurrir en problemas relativos a la inocuidad, que puedan afectar la salud de los consumidores.
Ante desafíos de la talla del coronavirus (COVID-19), es fundamental que las empresas de alimentos refuercen sus cuidados o establezcan protocolos puntuales para mantener la seguridad en los alimentos y en las locaciones relacionadas con su producción y consumo.
Para implementar adecuadamente sistemas de gestión de la inocuidad, el Parque Científico y Tecnológico de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, ligado a las actividades del Máster Internacional en Tecnología de los Alimentos (MITA), creó la “Diplomatura en Inocuidad de los Alimentos”, que brinda desde herramientas para realizar una auditoría interna adecuada, control de plagas y análisis de peligros hasta conceptos básicos de diseño higiénico y gestión de alérgenos y cuerpos extraños. 
Ahora bien, más allá de la situación puntual del coronavirus, las empresas alimentarias deben siempre contar con sistemas estandarizados para asegurar la inocuidad de los alimentos. Las medidas para garantizar el food safety y, con ello, la salud de los consumidores deben estar presentes tanto en el entrenamiento del personal, como en la cultura de la gente que se desempeña en la alta dirección para que entiendan que todos los aspectos relacionados con esto repercuten en el negocio, en la marca y en el consumidor. En el mundo, existe una iniciativa global de seguridad alimentaria entre compañías denominada Global Food Safety Iniciative (GFSI), que busca garantizar la confianza en la entrega de alimentos inocuos a los consumidores de todo el planeta y proporciona una plataforma colaborativa entre distintos eslabones de la cadena alimentaria.
Sin lugar a dudas, es una buena oportunidad para que las empresas productoras de alimentos revisen la aplicación de las buenas prácticas que utilizan en su manipulación y elaboración. Desde luego, estas son herramientas fundamentales para la prevención de cualquier enfermedad transmitida por alimentos. Por su lado, la población en general también debe cuidar la sanitización hogareña de alimentos y la higiene tanto de los elementos empleados en la cocina como la personal como norma para hacer frente a todo tipo de contagios y enfermedades.

Fuente: InfoCampo

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