En condiciones medio ambientales normales las aves ponedoras mantienen su equilibrio con el medio ambiente, sin embargo, durante brotes de calor, no pueden soportar las temperaturas extremas por mucho tiempo, ya que no poseen glándulas para sudar sumado que se encuentran cubiertas con plumas, lo que les dificulta aún más disipar el calor.
Las ponedoras pueden sufrir más que otras aves, ya que la mayoría de las instalaciones en las granjas de hoy, son automáticas o generalmente son alojadas en jaulas, que dependen totalmente del funcionamiento correcto de los equipos de ventilación para disipar el calor de su cuerpo.
El estrés por calor inicia cuando la temperatura ambiente sube de 26.7°C y se potencia por encima de 29.4°C. Cuando las aves empiezan a jadear ya se inició los cambios fisiológicos en el cuerpo para disipar el exceso de calor; antes de que las aves lleguen a este punto, cualquier cosa que pueda hacerse para ayudar a las aves a mantenerse cómodas ayudará a mantener el crecimiento, la incubabilidad, el tamaño del huevo, la calidad de la cáscara y la producción en un estado optimo.
El rango ideal de temperatura ambiental para las aves oscila entre 18 y 24°C y el neutral entre 13 y 24°C; temperaturas arriba o abajo de este implican para las aves encender su mecanismo de termorregulación para compensar dichas variaciones.
Con los cambios genéticos, tipos de instalaciones y jaulas, las gallinas perdieron resistencia al calor extremo: a medida que la temperatura corporal del ave aumenta, el consumo del alimento, crecimiento, eficacia alimenticia, viabilidad, calidad de la cáscara del huevo disminuyen; esto es particularmente severo cuando la temperatura ambiental sube en extremo, ya que la posibilidad de perder calor por medios no evaporativos (pérdida de calor a través de la piel) se reduce notablemente.
Con una temperatura interna de las aves adultas es alrededor de 40°C – 41,66°C, las que superen este rango y lleguen a temperaturas de 43,3°C – 45,6°C, estarán en peligro de muerte. En contraposición las aves adultas resisten mucho mejor al frío que al calor, ya que su temperatura interna puede bajar a 23,9°C y seguir vivas.
La combinación del calor con la humedad puede ser mortal; esta sumatoria no debe sobrepasar de 106,7 °C (Por ejemplo, cuando la temperatura es de 26,7°C, y la HR de 80% o sea 26,7+ 80= 106,7 a partir de allí comienza el estrés de calor)
En áreas tropicales con mucha humedad, se recomienda:

A media noche, no utilizar las paredes húmedas, ni los foggers humidificantes o aspersores y se debe dar más ventilación.
Al mediodía, cuando hay menos humedad y más calor, se debe utilizar al máximo la ventilación y utilizar los aspersores, foggers y paredes húmedas.

Cuando las aves se exponen al altas temperaturas, el calor corporal se incrementa por la combinación de las altas temperaturas externas y de la energía asociada con la activación del proceso metabólico requerido para la disipación del calor corporal; esta disipación del calor se ve incrementada por la posición que debe adoptar el ave para aumentar el área de la superficie vascular por vasodilatación causando un incremento en el consumo de agua y una aceleración en el ritmo respiratorio; esta aceleración respiratoria en las aves es particularmente importante ya que la evaporación de agua se vuelve un medio de disipación de calor; desafortunadamente, este enfriamiento evaporativo sólo logra reducir el calor corporal en una pequeña proporción.
La zona de comodidad de las aves disminuye a medida que avanzan en edad y crecen: Las razas más pesadas tienden a tener más problemas con el estrés calórico ya que tienen menos área superficial para disipar calor por unidad de peso; otra variable que ejerce influencia sobre la susceptibilidad al estrés calórico es la exposición previa de las aves a este estrés.
En los meses cálidos las temperaturas pueden subir a 35°C y 38°C se hace crítico que las aves disipen el calor corporal al medio ambiente; como mencionamos anteriormente, las aves no sudan, entonces deben disipar el calor de otras maneras para mantener la temperatura corporal alrededor de 40°C a 41°C., el calor corporal es disipado al ambiente a través de radiación, conducción, convección y evaporación.
Las tres primeras vías son conocidas como pérdida de calor sensible, estos métodos son efectivos cuando la temperatura ambiente está por debajo o dentro de la zona térmica neutral de las aves (13°C a 24°C). La proporción de calor perdido a través de radiación, conducción y convección depende de la diferencia de temperaturas entre el ave y el ambiente.
Las aves pierden temperatura en superficies como patas y zonas desemplumadas bajo las alas: el propósito de la ventilación en los galpones avícolas es el de mantener una velocidad del aire lo suficientemente alta o una temperatura en el galpón lo suficientemente baja de manera que las aves puedan mantener la temperatura corporal por métodos de perdida de calor sensibles.
Una vez que la temperatura ambiente sube a 25°C, el método de pérdida de calor empieza a cambiar de sensible (radiación, conducción o convección) a evaporación o latente.
La disipación del calor corporal por un proceso de evaporación requiere un gasto de energía por el jadeo (hiperventilación), el cual empieza a ocurrir a una temperatura aproximada de 26.5°C. El jadeo (respirar con la boca abierta para refrescarse a través de la evaporación) remueve calor por evaporación de agua de la humedad en el tacto respiratorio, sin embargo, el jadeo genera calor corporal y causa eliminación de agua del cuerpo de las aves.
Las ponedoras afectadas por el estrés por calor ponen huevos de cáscaras muy delgadas debido al desbalance acido-base de la sangre lo que se traduce en que empiecen a jadear (hiperventilarse). Debido a esto la ponedora pierde una gran cantidad de iones bicarbonato (HCO3 )-1 que deberían ir a formar parte de la cáscara, esta es una de las razones por las que se recomienda en esta época, reemplazar por lo menos un 30% de la sal adicionada por bicarbonato de sodio o por lo menos suministrar en el agua suplementos que contengan iones bicarbonato y/o que mejoren el balance electrolítico de las aves.
Normalmente las aves más pesadas y grandes y con mejor conformación son las que mueren, ya que tienen un ritmo excelente de producción, más peso que causa más estrés y aumenta el calor del cuerpo. La mayoría de las aves que sufren por los brotes de calor mueren en las noches; es decir que las aves sufren en el día, no pueden disipar el calor y como una esponja absorben todo el calor y mueren en la noche.
Los efectos del golpe de calor o estrés calórico pueden ser disminuidos aplicando un plan integral que involucre todos lo aspectos en podrían influir en mejorar las condiciones de las aves para afrontar dicho suceso.

Un plan completo de bioseguridad.
Un plan de manejo de ventilación y manejo del agua en términos de calidad y temperatura.
Un plan de alimentación y de nutrición adecuados.

Es importante la disponibilidad, calidad y temperatura del agua, la única manera que las gallinas pueden mantener su ritmo de producción alto en tiempos calurosos es a través de facilitar la disipación del calor del cuerpo al mismo tiempo que siguen recibiendo su requerimiento nutricional diario durante las horas más frescas del día, cuando es más fácil perder las calorías extras por la digestión, esto puede hacerse, aplicando ayuno temporal ya que comer en las horas más calientes del día puede ser mortal; digerir el alimento a estas horas genera calor en las aves, agravando más la situación; esto significa que los comederos deben estar vacíos 1-2 horas antes del calor y 1 hora después; se puede complementar con un plan de alimentación de media noche lo que le puede ayudar a mantener la producción a cualquier edad de las gallinas y no interfiere con su madurez sexual; también mejora la calidad del huevo y el color de la cáscara.
Se utiliza también la suplementación con multivitamínicos, electrolitos e individualmente soluciones de titter y vitamina C en el agua: los mejores resultados se han presentado con el uso de una mezcla de solución de titter y vitamina C. Además existen otras prácticas que vienen dando resultados desde hace años, como:

Mejorar la densidad de las aves durante la etapa crítica
Utilización de dietas frías o de verano, las que incluyen niveles de grasa adicionada hasta del 4,5%
Concentración de las dietas en el uso de aminoácidos sintéticos e inclusión de mayores niveles de Calcio y Fósforo para prevenir la fatiga de jaula

 
Fuente: aviNews América Latina
 

Fuente: InfoCampo

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