El presente en las zapatillas y el barbijo; los tiempos ancestrales en el acampanado traje tradicional. Hace unos días en Corea del Sur se realizó el Chuseok, festival que celebra la llegada del equinoccio de otoño y que para muchos es también ocasión de visitar el Palacio Gyeongbokgung de Seúl. En eso está la chica de la foto, envuelta en el vestido que seguramente alquiló a la entrada del “Palacio bendecido grandemente por el cielo”, dejando que algo quizás más hondo que la historia resuene en sus pasos. El espacio que recorre habla de recuerdos y preservación pero también de restauración. Construido en el siglo XIV y dañado severamente en las Guerras del Imji en el siglo XVI y luego en la Guerra de Corea del siglo XX, el palacio fue reconstruido una y otra vez. Como los ciclos que se renuevan en cada otoño o primavera, los hilos de la memoria también sostienen su propio ritual.
Fuente: La Nación