Fabiana empezó a correr el 12 de marzo de 2017, en su cumpleaños número 47, un día que la cambió para siempre. Fueron 4 kilómetros y 750 metros, una distancia que le demostró que una mejor vida era posible. El ACV isquémico de 2011 le había dejado un aprendizaje que recién pudo comprender en aquel aniversario: “La vida es una construcción de cada día y de mí depende ser feliz”.Cierta vez llegó a correr 165 km, y más adelante comenzó a explorar, con su bicicleta o a pie, paisajes desafiantes; si era capaz de subir montañas – se dijo- también podía transformar su existencia: “Me había tocado afrontar pruebas muy duras, la primera la muerte de mi hijo”, expresa con serenidad. “Pero también atravesaba una relación turbulenta, y el ACV llegó para marcar un nuevo rumbo”.Fabiana sintió que si era capaz de subir montañas, también podía transformar su vida. (Fabiana Torres/)Hasta entonces, Fabiana se sentía una persona disociada en pedacitos. Pero con cada kilómetro, comenzó a sentir que su vida y su cuerpo volvían a una unidad, muy de a poco, y no sin obstáculos: “Con cada uno de ellos, de las cenizas se renace”, dice. “Un día llegué al Lago Soberanía y vi una estrella fugaz reflejada en el agua: lago y cielo eran uno en esa noche perfecta y allí decidí que necesitaba un viaje y que mi destino principal sería el desierto de Sahara”, revela.Vivir en Boipeba: a los 62 cambió el ruido argentino por un paraíso en BrasilPor aquellos días, Fabiana ya estaba divorciada y había cumplido los 50; como jamás en su vida, comprendió que era tiempo de soltar las culpas, perdonar y perdonarse, y abrazar una nueva vida: “Nosotros hacemos de las culpas una cárcel para condenar nuestros errores”.No sin temores, aunque muy decidida, la mujer se tomó licencia del trabajo sin goce de sueldo, dejó atrás un entorno que la despidió con ternura e incertidumbre, puso a punto su bicicleta que bautizó “La Laura”, empacó una mochila y partió sola hacia una travesía donde la soledad nunca fue un interrogante: “Si hay un corazón dispuesto, jamás el ser humano estará solo”.Fabiana puso a punto su bicicleta que bautizó “La Laura”, empacó una mochila y partió sola hacia una travesía donde la soledad nunca fue un interrogante. (@Fabiana Torres/)Por primera vez, en 50 años, Fabiana se permitió una nueva vida y hacia allá fue, tras su gran sueño.Una mujer de 50, una bicicleta y un largo camino al SaharaAllí estaba La Laura, su bici, bonita y pintadita en Barajas, junto a Fabiana, que de inmediato se enfrentó con el primer escollo, ingresar al ascensor con su mochila montañesa, dos alforjas, y su rodado, ¡un gran desafío!, hasta que finalmente decidió buscar una soga que siempre lleva consigo: “tan importante como el maquillaje y el protector solar”. La ató al extremo de la caja de la bicicleta, y llevó todo a la rastra hasta la puerta del bus, que la conduciría hasta la terminal 4. “¡Vale, sube!”, exclamó el conductor, y entonces, medio pasaje descendió del micro para ayudarla. “¿Que va en la caja?”, le preguntaban, a lo que Fabiana respondía con orgullo: “Una bicicleta para recorrer desde Murcia la costa del Mediterráneo, para luego ir a Marruecos a conocer el Sahara”. “Las caras eran geniales”, recuerda la argentina. “Aparte no daba pinta de ciclista; iba con labios rojos y pantalón blanco”.Fabiana viajó con una mochila montañesa, dos alforjas, y su bicicleta. (@Fabiana Torres/)En aquella terminal arribó el primer gran impacto. Fabiana se halló ante un mundo de diferentes etnias y su asombro crecía a cada paso: “Nunca había viajado tan lejos”, cuenta. “Ubiqué dónde sacar el pasaje que me llevaría a Lorca, Murcia, y fueron cuatro horas de espera geniales, conocí a una cubana y una mexicana y nos contamos nuestras vidas”.Vivir en Angola. Es argentina: “Acá no tienen grabado ese maldito qué dirán”En Lorca la esperaba Guillermo, un compañero de secundaria que no veía hacía 30 años. Y fue el 17 de febrero, a pocas semanas del comienzo de la pandemia COVID, que él la acompañó unos kilómetros a modo de despedida. La Laura y Fabiana, acababan de comenzar oficialmente su gran aventura: “Mi emoción me empañaba la vista y sentí que no quería cambiar nada de mi vida pasada, una que me había llevado hacia ese presente”.El 17 de febrero, a pocas semanas del comienzo de la pandemia Covid, La Laura y Fabiana, comenzaron oficialmente su gran aventura. (Fabiana Torres/)Descubrir el mundo por primera vez: “Tu viaje es inviable”En su recorrido por el Mediterráneo, cada llegada significaba un logro. Paró en carpa en Málaga y, en Tarifa, en una casa rodante viejita pero bella, de una familia que la acogió con mucho amor. Fabiana fue trazando su ruta de viaje y, en su camino, cada paisaje surgió como un regalo de la vida: “Ahí estaba, sola, segura de mí misma y colmada de una fe que me permitió seguir adelante. Aprendí infinidad de nombres de pueblos y aldeas. Fue maravillosa la sensación de descubrir el mundo, algo tan esperado desde mi infancia”.En su recorrido por el Mediterráneo, para Fabiana, cada llegada significaba un logro. (Fabiana Torres/)Un día, finalmente tocó África. Rumbo al Sahara, cargó seis litros de agua, naranjas y algo de pan con dátiles. El viento era suave, pero no paraba de soplar, la carretera estaba inmaculada, por lo que, por momentos, Fabiana creía que se hallaba estática y que pronto la azotaría una tormenta de arena, pero tan solo se trataba de una fantasía.Tras cinco horas de ruta, La Laura estaba muy pesada, el calor era tremendo, Fabi llevaba calzas y remera largas, y la cara blanca de protector solar; la porción de su cuerpo descubierta quedaba expuesta a las quemaduras del sol abrasante: “Fueron muchas horas para no tantos kilómetros, paré muchas veces a hidratarme en una carretera desolada”.Fabiana recorrió por varias horas no tantos kilómetros en un calor abrasante. (Fabiana Torres/)En algún momento, Fabiana arribó a una estación de servicio, donde se topó con un equipo de motos español que habían ido a entrenar a las dunas. Se sacó el casco y, al reconocer en ella a una mujer, se acercaron, hablaron fluido y con respeto; ella les contó de su viaje y ellos de sus entrenamientos. “Mira guapa, porque eres guapa”, lanzó uno de ellos. “¿Qué coños haces aquí? Es inviable tu viaje”. Fabi se puso el casco, sonrió y se despidió: “No había respuesta posible”.Quería ser marinera y en Suecia logró lo que creía imposible: “Argentina no es tan sexista, pero nos falta”Su contacto en Marruecos la esperaba unos metros más adelante para indicarle el camino. Fabiana le entregó 20 euros (unos 200 dirham) para guiarla a las dunas Erg Chebbi: “En el camino me ofrecieron un baño de arena, que se supone que tiene propiedades curativas. ¡Te lo ofrecen de manera insistente! Te entierran en la arena, dejando solo la cabeza afuera… Yo necesitaba un baño de agua, ya que solo venía aseándome con un tazón”.En el camino, a Fabiana le dijeron que siendo mujer y estando sola, su viaje era inviable. (Fabiana Torres/)Finalmente, ante ella, majestuosas, surgieron las dunas más grandes de Marruecos.Sahara, donde el cielo y la tierra se unen, y no existe el tiempoLa Laura quedó en el albergue de los bereberes, en Merzouga, era imposible llevarla a la arena. En el nuevo tramo de su travesía, Fabiana conoció a Abd Ellah y a su camello, Abdul. Todavía no lo sabía, pero Abd, una persona encantadora, estaría por enseñarle la maravilla de vivir el momento, en lo simple de la vida.Juntos avanzaron y el desierto, de pronto, ya los envolvía. Para Fabiana, fue un encuentro con Dios y el universo que recordará por el resto de sus días: “Al caer el sol no pude más que agradecer, cerré mis ojos y hablé con mi Dios, tu Dios, el Dios universal, el sin religión, Abd estaba allí, sin entender qué pasaba, pero con respeto contemplaba mi quietud y mi silencio”, cuenta la argentina. “De pronto, le pregunté algo muy tonto, si no utilizaba reloj. `¡Para qué lo quiero!´, exclamó. Claro, pensé, el desierto es atemporal”.Erg Chebbi es uno de los erg del Sahara en Marruecos. (Fabiana Torres/)“Entonces me dispuse nuevamente a contemplar el paisaje y comprendí que el cielo y la tierra son lo mismo, solo depende de cómo lo miramos: las estrellas se veían sobre la arena dorada bañada por el brillo de la luna”, continúa pensativa. “Ahí también entendí que tantas veces bloqueamos ese puente hacia la vida, nos quedamos en un solo plano, creyendo que no hay posibilidades de reiniciar, recalcular, a fin de volver a empezar”.“El frío del desierto se hacía sentir, dibujé siluetas de alegría en el horizonte, esa alegría que da calma, que se siente liviana: allí no había gravedad, nada pesaba. Me dibujé de niña, época donde ya amaba salir a la aventura en mi bicicleta verde, antes de la muerte, la enfermedad, la turbulencia y el sufrimiento; me dibujé como esa adolescente que estudió italiano y que soñaba conocer Roma; me vi finalmente allí, arriba de mi bicicleta, aventurera de nuevos horizontes en solitario: me dibujé con alas que me cosía sola”.En el Sahara, donde el cielo y la tierra se unen, y no existe el tiempo, Fabiana logró soltar las culpas. (Fabiana Torres/)La gratitud invadió el corazón de Fabiana y nubló su mirada: en el Sahara terminaba de dejar su carga y, ante aquella nueva oportunidad que se había ofrendado, cruzó el puente y se permitió soltar.Un encuentro humano y un curso acelerado de “menos preguntas y más vida”En el desierto, despertaron a las 5,30. Abd quería que Fabiana vea el amanecer. Fueron en silencio, sintiendo la vida en cada paso. Como en una escena teatral, el telón se corría mágicamente para mostrar el paisaje: “El telonero era el sol; el camello iba a la par, quería recorrer el Sahara con mis pies”.Llegaron al albergue, desayunaron y Fabiana cargó todo en La Laura. Cinco horas la separaban de su nuevo destino. Abd se acercó a ella, le dio un fuerte apretón de manos y le dijo: “Amiga, si regresas iremos a una jaima, eres buena chica”, luego se retiró su turbante – 12 metros de tela- para mostrarle cómo se utiliza: “Me saqué el casco y dejé que realizara su arte para colocarlo; más tarde busqué su significado: representa belleza, protección, sabiduría, respeto, orgullo”.Junto a Abd, de quien recibió grandes aprendizajes. (Fabiana Torres/)“Los encuentros humanos son aprendizajes, si sabemos ver en el otro más allá de las palabras. Mi amigo berebere, Abd, me dio un curso acelerado de `menos preguntas, más vida´ y de saber apreciar en el silencio el lenguaje del universo, de la nada y el todo”.Vivir en una aldea en Marruecos, donde los sueños desaparecen antes de que lleguenA Fabiana, la pandemia COVID no le permitió partir, aunque tampoco quiso hacerlo las primeras veces que pudo. Vivió varios meses en un barrio de Tanger, en lo de Mohamed y Aida, y con sus hijas del corazón, Youssra, Nada Bouali y Bab Divan. Aquel pasó a ser su barrio, un suburbio con calles angostas, peleas a cuchillos nocturnas, poca agua, y frío en los huesos.Durante la pandemia, Fabiana vivió varios meses en un barrio de Tanger. (Fabiana Tor/)Más tarde se trasladó a Hadaka, un lugar donde dormía con las mujeres en el patio central de una casa de adobe, bajo las estrellas.“En esa aldea comprendí que allí los sueños desaparecerán antes de que lleguen. Comprendí que hay un diccionario acotado a la realidad de las personas: aquí sueños, esperanzas, oportunidades, no existen, como sucede con las tejedoras de los montes Atlas, un reino donde los castillos no están habitados ni por príncipes ni princesas, el adobe juega con las formas del ocre, donde el límite son montes Atlas, después de allí el desierto más grande del mundo: el Sahara”, relata. “Donde el té es un arte, es la mezcla de las pocas hierbas que da esa tierra, donde los niños no tienen juguetes, solo su imaginación como recurso genuino…”En Marruecos, Fabiana también vio la pobreza extrema. (Fabiana Torres/)“Me dejé atrapar por Marruecos, su gente, su cultura, su paisaje maravilloso y la alquimia en sus sabores. No entendía nada, me volví experta en señas. No hablo más que español, pero potencié el idioma gestual”, asegura. “En Marruecos aprendí que lo que se tiene se comparte, sea mucho o poco. Aprendí que sus mujeres son increíbles, trabajan de sol a sol la tierra, tejen, crían hijos, pero también creo que, a través de mi persona, vieron que otra vida diferente es posible”, reflexiona. “En Fez, al ver a los hombres trabajar en los piletones de las curtidurías, también comprendí lo acotado de las oportunidades de vida; en aquel oficio el olor es tan profundo que, al entrar, te dan una ramita de menta para que haga las veces de filtro al respirar”.“Vi la pobreza en su expresión extrema. Marruecos es cultura viva ancestral y están orgullosos de ello, pero muchos jóvenes se lanzan al mar buscando la oportunidad en España. Se tiran desde las pateras, lo vi desde las costas de Tanger, en Asilah y Larache; también junté la ropa y bidones con orina que devolvía el mar con las esperanzas desvanecidas por no poder lograr ese sueño. Pero no es la realidad de todos, Marruecos tiene grandes polos industriales que están en crecimiento”, continúa con una sonrisa.Fabiana conoció mujeres increíbles en Marruecos.Aprendizajes: animarse a enfrentar lo desconocido y volver a empezarCierta vez, en Bad Berred, Marruecos, Fabiana tuvo uno de sus mayores aprendizajes de vida. Un día perdió sus “chanclas” y no tenía qué ponerse en los pies. En las casas se vivía descalzo y tan solo se dejaba un par en la puerta de la letrina. Al poco tiempo, le contaron que Omaima tenía “Fabi chanclas” y le ofrecieron otras.“Seguí descalza, pero sin olvidarme lo que había pasado y, de pronto, solas volvieron”, cuenta. “Con el correr de los días, comprendí que el ser posesivo, algo que tanto encarcela, acá es relativo. Las chanclas van y vienen, se comparten y, al final, vuelven a sus dueños. Como en la vida, es bueno caminar con zapatos ajenos, empatizar, y es importante que cada uno aprenda a bailar con los propios para animarse a cruzar puentes”, reflexiona.En Marruecos, un año increíble, Fabiana aprendió a vivir en manada, a comer con la mano y encontrar su esencia. (Fabiana Torres/)“Si tengo que pensar en los no, este viaje no lo realizaba: no sé idiomas, no sé orientarme bien, pero hay un lenguaje universal -de gestos y miradas-, inigualable y que fue determinante en muchos momentos de mi travesía. Logré salir sola al mundo y, cuando los miedos me asaltaban, recorría con mis dedos los mapas, y miraba fotos del Sahara, mi sueño, mi motor”, se emociona. “Fui cruzando puentes en mi vida que hoy se traducen en liviandad, ¡tantas veces debí perdonarme por no haber actuado a tiempo! Hoy me digo: felicitaciones, Fabi, disfrutá el momento”.“Somos hábiles para nuestro propio castigo, y torpes para darnos el reconocimiento”, continúa. “Pero fue clave despertar, y decidir no sentarme a esperar. Supe enfrentar el peligro a lo desconocido con templanza, valorar la empatía de los demás en una cultura absolutamente diferente, administrar la falta de comida y agua en muchas oportunidades. Supe pedirle a Dios que me abrace en mi soledad”.”La voluntad humana no tiene límites”, asegura Fabiana. (Fabiana Torres/)“De tanto aprender, hoy quiero simplemente ser. Ser la del enterito de jeans y zapatillas media caña y los rulos al viento, o la de los tacos por un rato también. La que juega a piedra libre en la bici o en la montaña, la que se cosió alas para atravesar el tiempo, la que si se cae se levanta y sonríe al viento”, recita con palabras propias.“Hoy soy feliz con todo y sin nada, me animo a mirar y a volver a empezar, la vida es ahora y no me la quiero perder. Estuve sufrida y dormida, pero, contra todo pronóstico, ¡Fabiana Existe!”, concluye la mujer de 52 años, quien finalmente, tras un año en Marruecos, regresó a la Argentina y a su empleo, y decidió comprar un pedacito de tierra cerca de su pueblo, para correr libre, andar en bicicleta, soñar los próximos viajes, y vivir allí, sola en el campo.Fabiana hoy está de regreso en la Argentina, donde tiene su tierra y donde participa en varias carreras y realiza largos recorridos en bicicleta. (Fabiana Torres/)*Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, NO LOS PROTAGONISTAS. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

Fuente: La Nación

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Fabiana empezó a correr el 12 de marzo de 2017, en su cumpleaños número 47, un día que la cambió para siempre. Fueron 4 kilómetros y 750 metros, una distancia que le demostró que una mejor vida era posible. El ACV isquémico de 2011 le había dejado un aprendizaje que recién pudo comprender en aquel aniversario: “La vida es una construcción de cada día y de mí depende ser feliz”.Cierta vez llegó a correr 165 km, y más adelante comenzó a explorar, con su bicicleta o a pie, paisajes desafiantes; si era capaz de subir montañas – se dijo- también podía transformar su existencia: “Me había tocado afrontar pruebas muy duras, la primera la muerte de mi hijo”, expresa con serenidad. “Pero también atravesaba una relación turbulenta, y el ACV llegó para marcar un nuevo rumbo”.Fabiana sintió que si era capaz de subir montañas, también podía transformar su vida. (Fabiana Torres/)Hasta entonces, Fabiana se sentía una persona disociada en pedacitos. Pero con cada kilómetro, comenzó a sentir que su vida y su cuerpo volvían a una unidad, muy de a poco, y no sin obstáculos: “Con cada uno de ellos, de las cenizas se renace”, dice. “Un día llegué al Lago Soberanía y vi una estrella fugaz reflejada en el agua: lago y cielo eran uno en esa noche perfecta y allí decidí que necesitaba un viaje y que mi destino principal sería el desierto de Sahara”, revela.Vivir en Boipeba: a los 62 cambió el ruido argentino por un paraíso en BrasilPor aquellos días, Fabiana ya estaba divorciada y había cumplido los 50; como jamás en su vida, comprendió que era tiempo de soltar las culpas, perdonar y perdonarse, y abrazar una nueva vida: “Nosotros hacemos de las culpas una cárcel para condenar nuestros errores”.No sin temores, aunque muy decidida, la mujer se tomó licencia del trabajo sin goce de sueldo, dejó atrás un entorno que la despidió con ternura e incertidumbre, puso a punto su bicicleta que bautizó “La Laura”, empacó una mochila y partió sola hacia una travesía donde la soledad nunca fue un interrogante: “Si hay un corazón dispuesto, jamás el ser humano estará solo”.Fabiana puso a punto su bicicleta que bautizó “La Laura”, empacó una mochila y partió sola hacia una travesía donde la soledad nunca fue un interrogante. (@Fabiana Torres/)Por primera vez, en 50 años, Fabiana se permitió una nueva vida y hacia allá fue, tras su gran sueño.Una mujer de 50, una bicicleta y un largo camino al SaharaAllí estaba La Laura, su bici, bonita y pintadita en Barajas, junto a Fabiana, que de inmediato se enfrentó con el primer escollo, ingresar al ascensor con su mochila montañesa, dos alforjas, y su rodado, ¡un gran desafío!, hasta que finalmente decidió buscar una soga que siempre lleva consigo: “tan importante como el maquillaje y el protector solar”. La ató al extremo de la caja de la bicicleta, y llevó todo a la rastra hasta la puerta del bus, que la conduciría hasta la terminal 4. “¡Vale, sube!”, exclamó el conductor, y entonces, medio pasaje descendió del micro para ayudarla. “¿Que va en la caja?”, le preguntaban, a lo que Fabiana respondía con orgullo: “Una bicicleta para recorrer desde Murcia la costa del Mediterráneo, para luego ir a Marruecos a conocer el Sahara”. “Las caras eran geniales”, recuerda la argentina. “Aparte no daba pinta de ciclista; iba con labios rojos y pantalón blanco”.Fabiana viajó con una mochila montañesa, dos alforjas, y su bicicleta. (@Fabiana Torres/)En aquella terminal arribó el primer gran impacto. Fabiana se halló ante un mundo de diferentes etnias y su asombro crecía a cada paso: “Nunca había viajado tan lejos”, cuenta. “Ubiqué dónde sacar el pasaje que me llevaría a Lorca, Murcia, y fueron cuatro horas de espera geniales, conocí a una cubana y una mexicana y nos contamos nuestras vidas”.Vivir en Angola. Es argentina: “Acá no tienen grabado ese maldito qué dirán”En Lorca la esperaba Guillermo, un compañero de secundaria que no veía hacía 30 años. Y fue el 17 de febrero, a pocas semanas del comienzo de la pandemia COVID, que él la acompañó unos kilómetros a modo de despedida. La Laura y Fabiana, acababan de comenzar oficialmente su gran aventura: “Mi emoción me empañaba la vista y sentí que no quería cambiar nada de mi vida pasada, una que me había llevado hacia ese presente”.El 17 de febrero, a pocas semanas del comienzo de la pandemia Covid, La Laura y Fabiana, comenzaron oficialmente su gran aventura. (Fabiana Torres/)Descubrir el mundo por primera vez: “Tu viaje es inviable”En su recorrido por el Mediterráneo, cada llegada significaba un logro. Paró en carpa en Málaga y, en Tarifa, en una casa rodante viejita pero bella, de una familia que la acogió con mucho amor. Fabiana fue trazando su ruta de viaje y, en su camino, cada paisaje surgió como un regalo de la vida: “Ahí estaba, sola, segura de mí misma y colmada de una fe que me permitió seguir adelante. Aprendí infinidad de nombres de pueblos y aldeas. Fue maravillosa la sensación de descubrir el mundo, algo tan esperado desde mi infancia”.En su recorrido por el Mediterráneo, para Fabiana, cada llegada significaba un logro. (Fabiana Torres/)Un día, finalmente tocó África. Rumbo al Sahara, cargó seis litros de agua, naranjas y algo de pan con dátiles. El viento era suave, pero no paraba de soplar, la carretera estaba inmaculada, por lo que, por momentos, Fabiana creía que se hallaba estática y que pronto la azotaría una tormenta de arena, pero tan solo se trataba de una fantasía.Tras cinco horas de ruta, La Laura estaba muy pesada, el calor era tremendo, Fabi llevaba calzas y remera largas, y la cara blanca de protector solar; la porción de su cuerpo descubierta quedaba expuesta a las quemaduras del sol abrasante: “Fueron muchas horas para no tantos kilómetros, paré muchas veces a hidratarme en una carretera desolada”.Fabiana recorrió por varias horas no tantos kilómetros en un calor abrasante. (Fabiana Torres/)En algún momento, Fabiana arribó a una estación de servicio, donde se topó con un equipo de motos español que habían ido a entrenar a las dunas. Se sacó el casco y, al reconocer en ella a una mujer, se acercaron, hablaron fluido y con respeto; ella les contó de su viaje y ellos de sus entrenamientos. “Mira guapa, porque eres guapa”, lanzó uno de ellos. “¿Qué coños haces aquí? Es inviable tu viaje”. Fabi se puso el casco, sonrió y se despidió: “No había respuesta posible”.Quería ser marinera y en Suecia logró lo que creía imposible: “Argentina no es tan sexista, pero nos falta”Su contacto en Marruecos la esperaba unos metros más adelante para indicarle el camino. Fabiana le entregó 20 euros (unos 200 dirham) para guiarla a las dunas Erg Chebbi: “En el camino me ofrecieron un baño de arena, que se supone que tiene propiedades curativas. ¡Te lo ofrecen de manera insistente! Te entierran en la arena, dejando solo la cabeza afuera… Yo necesitaba un baño de agua, ya que solo venía aseándome con un tazón”.En el camino, a Fabiana le dijeron que siendo mujer y estando sola, su viaje era inviable. (Fabiana Torres/)Finalmente, ante ella, majestuosas, surgieron las dunas más grandes de Marruecos.Sahara, donde el cielo y la tierra se unen, y no existe el tiempoLa Laura quedó en el albergue de los bereberes, en Merzouga, era imposible llevarla a la arena. En el nuevo tramo de su travesía, Fabiana conoció a Abd Ellah y a su camello, Abdul. Todavía no lo sabía, pero Abd, una persona encantadora, estaría por enseñarle la maravilla de vivir el momento, en lo simple de la vida.Juntos avanzaron y el desierto, de pronto, ya los envolvía. Para Fabiana, fue un encuentro con Dios y el universo que recordará por el resto de sus días: “Al caer el sol no pude más que agradecer, cerré mis ojos y hablé con mi Dios, tu Dios, el Dios universal, el sin religión, Abd estaba allí, sin entender qué pasaba, pero con respeto contemplaba mi quietud y mi silencio”, cuenta la argentina. “De pronto, le pregunté algo muy tonto, si no utilizaba reloj. `¡Para qué lo quiero!´, exclamó. Claro, pensé, el desierto es atemporal”.Erg Chebbi es uno de los erg del Sahara en Marruecos. (Fabiana Torres/)“Entonces me dispuse nuevamente a contemplar el paisaje y comprendí que el cielo y la tierra son lo mismo, solo depende de cómo lo miramos: las estrellas se veían sobre la arena dorada bañada por el brillo de la luna”, continúa pensativa. “Ahí también entendí que tantas veces bloqueamos ese puente hacia la vida, nos quedamos en un solo plano, creyendo que no hay posibilidades de reiniciar, recalcular, a fin de volver a empezar”.“El frío del desierto se hacía sentir, dibujé siluetas de alegría en el horizonte, esa alegría que da calma, que se siente liviana: allí no había gravedad, nada pesaba. Me dibujé de niña, época donde ya amaba salir a la aventura en mi bicicleta verde, antes de la muerte, la enfermedad, la turbulencia y el sufrimiento; me dibujé como esa adolescente que estudió italiano y que soñaba conocer Roma; me vi finalmente allí, arriba de mi bicicleta, aventurera de nuevos horizontes en solitario: me dibujé con alas que me cosía sola”.En el Sahara, donde el cielo y la tierra se unen, y no existe el tiempo, Fabiana logró soltar las culpas. (Fabiana Torres/)La gratitud invadió el corazón de Fabiana y nubló su mirada: en el Sahara terminaba de dejar su carga y, ante aquella nueva oportunidad que se había ofrendado, cruzó el puente y se permitió soltar.Un encuentro humano y un curso acelerado de “menos preguntas y más vida”En el desierto, despertaron a las 5,30. Abd quería que Fabiana vea el amanecer. Fueron en silencio, sintiendo la vida en cada paso. Como en una escena teatral, el telón se corría mágicamente para mostrar el paisaje: “El telonero era el sol; el camello iba a la par, quería recorrer el Sahara con mis pies”.Llegaron al albergue, desayunaron y Fabiana cargó todo en La Laura. Cinco horas la separaban de su nuevo destino. Abd se acercó a ella, le dio un fuerte apretón de manos y le dijo: “Amiga, si regresas iremos a una jaima, eres buena chica”, luego se retiró su turbante – 12 metros de tela- para mostrarle cómo se utiliza: “Me saqué el casco y dejé que realizara su arte para colocarlo; más tarde busqué su significado: representa belleza, protección, sabiduría, respeto, orgullo”.Junto a Abd, de quien recibió grandes aprendizajes. (Fabiana Torres/)“Los encuentros humanos son aprendizajes, si sabemos ver en el otro más allá de las palabras. Mi amigo berebere, Abd, me dio un curso acelerado de `menos preguntas, más vida´ y de saber apreciar en el silencio el lenguaje del universo, de la nada y el todo”.Vivir en una aldea en Marruecos, donde los sueños desaparecen antes de que lleguenA Fabiana, la pandemia COVID no le permitió partir, aunque tampoco quiso hacerlo las primeras veces que pudo. Vivió varios meses en un barrio de Tanger, en lo de Mohamed y Aida, y con sus hijas del corazón, Youssra, Nada Bouali y Bab Divan. Aquel pasó a ser su barrio, un suburbio con calles angostas, peleas a cuchillos nocturnas, poca agua, y frío en los huesos.Durante la pandemia, Fabiana vivió varios meses en un barrio de Tanger. (Fabiana Tor/)Más tarde se trasladó a Hadaka, un lugar donde dormía con las mujeres en el patio central de una casa de adobe, bajo las estrellas.“En esa aldea comprendí que allí los sueños desaparecerán antes de que lleguen. Comprendí que hay un diccionario acotado a la realidad de las personas: aquí sueños, esperanzas, oportunidades, no existen, como sucede con las tejedoras de los montes Atlas, un reino donde los castillos no están habitados ni por príncipes ni princesas, el adobe juega con las formas del ocre, donde el límite son montes Atlas, después de allí el desierto más grande del mundo: el Sahara”, relata. “Donde el té es un arte, es la mezcla de las pocas hierbas que da esa tierra, donde los niños no tienen juguetes, solo su imaginación como recurso genuino…”En Marruecos, Fabiana también vio la pobreza extrema. (Fabiana Torres/)“Me dejé atrapar por Marruecos, su gente, su cultura, su paisaje maravilloso y la alquimia en sus sabores. No entendía nada, me volví experta en señas. No hablo más que español, pero potencié el idioma gestual”, asegura. “En Marruecos aprendí que lo que se tiene se comparte, sea mucho o poco. Aprendí que sus mujeres son increíbles, trabajan de sol a sol la tierra, tejen, crían hijos, pero también creo que, a través de mi persona, vieron que otra vida diferente es posible”, reflexiona. “En Fez, al ver a los hombres trabajar en los piletones de las curtidurías, también comprendí lo acotado de las oportunidades de vida; en aquel oficio el olor es tan profundo que, al entrar, te dan una ramita de menta para que haga las veces de filtro al respirar”.“Vi la pobreza en su expresión extrema. Marruecos es cultura viva ancestral y están orgullosos de ello, pero muchos jóvenes se lanzan al mar buscando la oportunidad en España. Se tiran desde las pateras, lo vi desde las costas de Tanger, en Asilah y Larache; también junté la ropa y bidones con orina que devolvía el mar con las esperanzas desvanecidas por no poder lograr ese sueño. Pero no es la realidad de todos, Marruecos tiene grandes polos industriales que están en crecimiento”, continúa con una sonrisa.Fabiana conoció mujeres increíbles en Marruecos.Aprendizajes: animarse a enfrentar lo desconocido y volver a empezarCierta vez, en Bad Berred, Marruecos, Fabiana tuvo uno de sus mayores aprendizajes de vida. Un día perdió sus “chanclas” y no tenía qué ponerse en los pies. En las casas se vivía descalzo y tan solo se dejaba un par en la puerta de la letrina. Al poco tiempo, le contaron que Omaima tenía “Fabi chanclas” y le ofrecieron otras.“Seguí descalza, pero sin olvidarme lo que había pasado y, de pronto, solas volvieron”, cuenta. “Con el correr de los días, comprendí que el ser posesivo, algo que tanto encarcela, acá es relativo. Las chanclas van y vienen, se comparten y, al final, vuelven a sus dueños. Como en la vida, es bueno caminar con zapatos ajenos, empatizar, y es importante que cada uno aprenda a bailar con los propios para animarse a cruzar puentes”, reflexiona.En Marruecos, un año increíble, Fabiana aprendió a vivir en manada, a comer con la mano y encontrar su esencia. (Fabiana Torres/)“Si tengo que pensar en los no, este viaje no lo realizaba: no sé idiomas, no sé orientarme bien, pero hay un lenguaje universal -de gestos y miradas-, inigualable y que fue determinante en muchos momentos de mi travesía. Logré salir sola al mundo y, cuando los miedos me asaltaban, recorría con mis dedos los mapas, y miraba fotos del Sahara, mi sueño, mi motor”, se emociona. “Fui cruzando puentes en mi vida que hoy se traducen en liviandad, ¡tantas veces debí perdonarme por no haber actuado a tiempo! Hoy me digo: felicitaciones, Fabi, disfrutá el momento”.“Somos hábiles para nuestro propio castigo, y torpes para darnos el reconocimiento”, continúa. “Pero fue clave despertar, y decidir no sentarme a esperar. Supe enfrentar el peligro a lo desconocido con templanza, valorar la empatía de los demás en una cultura absolutamente diferente, administrar la falta de comida y agua en muchas oportunidades. Supe pedirle a Dios que me abrace en mi soledad”.”La voluntad humana no tiene límites”, asegura Fabiana. (Fabiana Torres/)“De tanto aprender, hoy quiero simplemente ser. Ser la del enterito de jeans y zapatillas media caña y los rulos al viento, o la de los tacos por un rato también. La que juega a piedra libre en la bici o en la montaña, la que se cosió alas para atravesar el tiempo, la que si se cae se levanta y sonríe al viento”, recita con palabras propias.“Hoy soy feliz con todo y sin nada, me animo a mirar y a volver a empezar, la vida es ahora y no me la quiero perder. Estuve sufrida y dormida, pero, contra todo pronóstico, ¡Fabiana Existe!”, concluye la mujer de 52 años, quien finalmente, tras un año en Marruecos, regresó a la Argentina y a su empleo, y decidió comprar un pedacito de tierra cerca de su pueblo, para correr libre, andar en bicicleta, soñar los próximos viajes, y vivir allí, sola en el campo.Fabiana hoy está de regreso en la Argentina, donde tiene su tierra y donde participa en varias carreras y realiza largos recorridos en bicicleta. (Fabiana Torres/)*Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, NO LOS PROTAGONISTAS. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

Fuente: La Nación

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La campaña de vacunación mundial contra el Covid registra al 2 de Septiembre unas 4.582.536.515 dosis suministradas contra el coronavirus, de las cuales 302.640.655 se dieron en América del Sur. En la Argentina, el número alcanza a 42.792.677 aplicaciones.La aplicación de vacunas contra el coronavirus avanza a distinta velocidad en los países. En este sentido, China encabeza el ranking mundial de inoculación con 1.820.238.000 dosis aplicadas. Luego le siguen, India con 523.671.019 dosis y Estados Unidos con 353.205.544 dosis.Sin embargo, cuando se comparan las aplicaciones de acuerdo a la densidad poblacional de cada país, se observa que Malta lidera el listado con 1.835.448 dosis por millón de habitantes; en segundo lugar se ubica Maldivas con 1.803.411; y en el tercer puesto se encuentra Emiratos Árabes Unidos con 1.749.778.En este ránking internacional, la Argentina se ubica en el puesto 16 en relación a la cantidad de dosis aplicadas, pero su posición desciende a la posición 46 si se analiza el número de inoculaciones cada millón de habitantes.
En la lucha contra el coronavirus se incluyen las siguientes vacunas: Pfizer/BioNTech, Moderna, Sinopharm, Oxford/AstraZeneca, Covishield, Sinopharm/Beijing, Sputnik V, Sinopharm/Wuhan, Sinovac, Sinopharm CNBG.Toda la información sobre vacunas en el mundoLa vacunación contra el Covid en la ArgentinaLa vacunación en el país registra al 31 de Agosto, un total de 42.792.677 dosis administradas, de las cuales 28.005.793 personas recibieron una dosis y 14.786.884 recibieron ambas aplicaciones.Las provincias con mayor cantidad de vacunas aplicadas son Buenos Aires con 13.505.405, Córdoba con 3.112.354 y CABA con 3.057.938.

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La campaña de vacunación mundial contra el Covid registra al 2 de Septiembre unas 4.582.536.515 dosis suministradas contra el coronavirus, de las cuales 302.640.655 se dieron en América del Sur. En la Argentina, el número alcanza a 42.792.677 aplicaciones.La aplicación de vacunas contra el coronavirus avanza a distinta velocidad en los países. En este sentido, China encabeza el ranking mundial de inoculación con 1.820.238.000 dosis aplicadas. Luego le siguen, India con 523.671.019 dosis y Estados Unidos con 353.205.544 dosis.Sin embargo, cuando se comparan las aplicaciones de acuerdo a la densidad poblacional de cada país, se observa que Malta lidera el listado con 1.835.448 dosis por millón de habitantes; en segundo lugar se ubica Maldivas con 1.803.411; y en el tercer puesto se encuentra Emiratos Árabes Unidos con 1.749.778.En este ránking internacional, la Argentina se ubica en el puesto 16 en relación a la cantidad de dosis aplicadas, pero su posición desciende a la posición 46 si se analiza el número de inoculaciones cada millón de habitantes.
En la lucha contra el coronavirus se incluyen las siguientes vacunas: Pfizer/BioNTech, Moderna, Sinopharm, Oxford/AstraZeneca, Covishield, Sinopharm/Beijing, Sputnik V, Sinopharm/Wuhan, Sinovac, Sinopharm CNBG.Toda la información sobre vacunas en el mundoLa vacunación contra el Covid en la ArgentinaLa vacunación en el país registra al 31 de Agosto, un total de 42.792.677 dosis administradas, de las cuales 28.005.793 personas recibieron una dosis y 14.786.884 recibieron ambas aplicaciones.Las provincias con mayor cantidad de vacunas aplicadas son Buenos Aires con 13.505.405, Córdoba con 3.112.354 y CABA con 3.057.938.

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SOUTH LAKE TAHOE, California, EE.UU. (AP) — Con el viento por fin a su favor, los bomberos centraban todos sus recursos en contener un incendio en California que llegó a apenas unas millas (kilómetros) del Lago Tahoe y la vecina Nevada.Tres días de furiosas ráfagas de viento habían impulsado el incendio Caldor hacia el este a través de Sierra Nevada, lo que obligó a decenas de miles de personas a evacuar la región de bosques, pueblos de montaña, balnearios y lagos.Se esperaba que el viento se calmara de cara al fin de semana, aunque la humedad seguía siendo baja y el lado este del gran incendio seguía avanzando por árboles y pastos secos, y se adentraba en terreno de difícil acceso para los bomberos, según las autoridades.Las llamas también provocaban brasas que prendían árboles y creaban nuevos focos hasta a una milla por delante del frente principal del incendio.“Combatimos lo que podemos combatir y esperamos a que esos vientos remitan”, dijo Stephen Vollmer, analista de comportamiento de incendios para el Departamento de Bosques y Protección contra Incendios de California.Aun así, la previsión meteorológica dio algo de prudente optimismo a los responsables de bomberos.El cambio en el viento podría ayudar a los equipos de bomberos a adentrarse en zonas densas de bosque para comenzar a despejar árboles caídos y ramas que bloqueaban rutas a comunidades aisladas, y hacer más seguro el regreso de los evacuados, dijo Vollmer.Bomberos de todo el país combatían el incendio, contenido en apenas un 23% tras destruir al menos 700 viviendas y otros edificios desde que comenzó a arder el 14 de agosto.El cambio climático ha hecho el oeste de Estados Unidos mucho más cálido y seco en los últimos 30 años, y seguirá provocando fenómenos más extremos e incendios más frecuentes, destructivos e impredecibles, según los científicos.El incendio Caldor amenazaba al menos 33.000 viviendas y estructuras. El miércoles se trasladó a bomberos en barco para proteger cabañas en el lago Echo, unas millas al sur de Tahoe.Unos 105 kilómetros (65 millas) al norte del incendio Caldor ardía el incendio Dixie, el segundo más grande en la historia del estado con unos 3.415 kilómetros cuadrados (1.320 millas cuadradas). El fuego, que lleva activo varias semanas, provocó nuevas órdenes de evacuación y advertencias esta semana. Estaba contenido en poco más del 50%.___Har informó desde San Francisco. Weber reportó desde Los Ángeles.

Fuente: La Nación

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SOUTH LAKE TAHOE, California, EE.UU. (AP) — Con el viento por fin a su favor, los bomberos centraban todos sus recursos en contener un incendio en California que llegó a apenas unas millas (kilómetros) del Lago Tahoe y la vecina Nevada.Tres días de furiosas ráfagas de viento habían impulsado el incendio Caldor hacia el este a través de Sierra Nevada, lo que obligó a decenas de miles de personas a evacuar la región de bosques, pueblos de montaña, balnearios y lagos.Se esperaba que el viento se calmara de cara al fin de semana, aunque la humedad seguía siendo baja y el lado este del gran incendio seguía avanzando por árboles y pastos secos, y se adentraba en terreno de difícil acceso para los bomberos, según las autoridades.Las llamas también provocaban brasas que prendían árboles y creaban nuevos focos hasta a una milla por delante del frente principal del incendio.“Combatimos lo que podemos combatir y esperamos a que esos vientos remitan”, dijo Stephen Vollmer, analista de comportamiento de incendios para el Departamento de Bosques y Protección contra Incendios de California.Aun así, la previsión meteorológica dio algo de prudente optimismo a los responsables de bomberos.El cambio en el viento podría ayudar a los equipos de bomberos a adentrarse en zonas densas de bosque para comenzar a despejar árboles caídos y ramas que bloqueaban rutas a comunidades aisladas, y hacer más seguro el regreso de los evacuados, dijo Vollmer.Bomberos de todo el país combatían el incendio, contenido en apenas un 23% tras destruir al menos 700 viviendas y otros edificios desde que comenzó a arder el 14 de agosto.El cambio climático ha hecho el oeste de Estados Unidos mucho más cálido y seco en los últimos 30 años, y seguirá provocando fenómenos más extremos e incendios más frecuentes, destructivos e impredecibles, según los científicos.El incendio Caldor amenazaba al menos 33.000 viviendas y estructuras. El miércoles se trasladó a bomberos en barco para proteger cabañas en el lago Echo, unas millas al sur de Tahoe.Unos 105 kilómetros (65 millas) al norte del incendio Caldor ardía el incendio Dixie, el segundo más grande en la historia del estado con unos 3.415 kilómetros cuadrados (1.320 millas cuadradas). El fuego, que lleva activo varias semanas, provocó nuevas órdenes de evacuación y advertencias esta semana. Estaba contenido en poco más del 50%.___Har informó desde San Francisco. Weber reportó desde Los Ángeles.

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KANSAS CITY, Missouri, EE.UU. (AP) — Austin Hedges rompió el empate en la 11ma entrada, remolcando una carrera con un sencillo que eludió apenas al primera base Carlos Santana, y los Indios de Cleveland derrotaron el miércoles 5-3 a los Reales de Kansas City.Hedges conectó el lanzamiento del dominicano Ervin Santana (1-2) y la pelota se elevó para caer en el jardín derecho, apenas detrás del cuadro, permitiendo al corredor emergente Daniel Johnson anotar desde la intermedia. Yu Chang siguió con un doblete productor.Taylor Stephen trabajó de manera perfecta la parte baja del 11mo episodio y logró su primer salvamento. Blake Parker (2-0) se alzó con la victoria.Ambos equipos tuvieron oportunidades de anotar en la 10ma. Los Indios tenían bases llenas y dos outs en contra en la parte baja, pero el dominicano Franmil Reyes pegó un elevado y fue puesto out. Los Reales también llenaron las almohadillas sin outs en la 10ma, pero no pudieron anotar.Por los Indios, los dominicanos Amed Rosario de 5-1; José Ramírez de 3-0 y Franmil Reyes de 4-0. Los colombianos Harold Ramírez de 4-2, una anotada, y Oscar Mercado de 1-0. El venezolano Andrés Giménez de 2-0.Por los Reales, el venezolano Salvador Pérez de 5-0. Los dominicanos Carlos Santana de 4-0 y Hanser Alberto de 3-1.

Fuente: La Nación

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KANSAS CITY, Missouri, EE.UU. (AP) — Austin Hedges rompió el empate en la 11ma entrada, remolcando una carrera con un sencillo que eludió apenas al primera base Carlos Santana, y los Indios de Cleveland derrotaron el miércoles 5-3 a los Reales de Kansas City.Hedges conectó el lanzamiento del dominicano Ervin Santana (1-2) y la pelota se elevó para caer en el jardín derecho, apenas detrás del cuadro, permitiendo al corredor emergente Daniel Johnson anotar desde la intermedia. Yu Chang siguió con un doblete productor.Taylor Stephen trabajó de manera perfecta la parte baja del 11mo episodio y logró su primer salvamento. Blake Parker (2-0) se alzó con la victoria.Ambos equipos tuvieron oportunidades de anotar en la 10ma. Los Indios tenían bases llenas y dos outs en contra en la parte baja, pero el dominicano Franmil Reyes pegó un elevado y fue puesto out. Los Reales también llenaron las almohadillas sin outs en la 10ma, pero no pudieron anotar.Por los Indios, los dominicanos Amed Rosario de 5-1; José Ramírez de 3-0 y Franmil Reyes de 4-0. Los colombianos Harold Ramírez de 4-2, una anotada, y Oscar Mercado de 1-0. El venezolano Andrés Giménez de 2-0.Por los Reales, el venezolano Salvador Pérez de 5-0. Los dominicanos Carlos Santana de 4-0 y Hanser Alberto de 3-1.

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PITTSBURGH (AP) — En aquel momento no causó tanto furor. Fue sólo otro juego a la mitad de la semana y en plena lucha por los gallardetes.Los mejores nueve peloteros disponibles ingresaron en el terreno del Three Rivers Stadium por los Piratas de Pittsburgh, el 1 de septiembre de 1971.No fue sino hasta después que llamó la atención el hecho de que los nueve —Rennie Stennett, Gene Clines, Roberto Clemente, Willie Stargell, Manny Sanguillén, Dave Cash, Al Oliver, Jackie Hernández y Dock Ellis— eran negros o latinos.A Oliver siempre le ha parecido curioso que ese hito no se celebre tanto como la fecha de 1947 en que Jackie Robinson rompió la barrera racial en las mayores. Pero en los años recientes, el exjugador considera más bien que eso es positivo, como si se tratara de una postura que no distingue colores de la piel, tal como la adoptada por Danny Murtaugh, entonces manager de los Piratas, quien simplemente buscó hacer su trabajo.“No ingresamos en el terreno con la intención de hacer historia”, relató Oliver el miércoles por la noche, durante un homenaje por el 50mo aniversario de aquel triunfo por 10-7 sobre Filadelfia. “Pero resultó que sí la hicimos. Y lo que mejor me hace sentir de todo aquello fue demostró la unidad que teníamos en nuestro equipo y probó que teníamos un manager que realmente no estaba preocupado por la raza”.Oliver, siete veces elegido al Juego de Estrellas durante su carrera de 18 años, considera que aquel grupo de afroestadounidenses y latinos que portaban las gorras con la “P” amarilla en el frente fueron simplemente el producto de la forma en que el gerente general Joe Brown quiso construir un equipo.“El dijo: ‘Lo que hicimos fue firmar a jugadores por lo que podían hacer en el terreno, no por la iglesia a la que asistían’”, rememoró Oliver, quien estuvo en la primera base aquella noche. “Y siempre que escucho esa cita me río, porque es verdad. No importa a que iglesia vayas siempre y cuando puedas jugar a la pelota”.Jugar nunca fue un problema para Pittsburgh en aquella época. La victoria de aquella noche sobre Filadelfia llegó durante una racha candente de 18-5 que permitió a los Piratas conquistar la División Este de la Liga Nacional.Pittsburgh terminó venciendo a San Francisco en cuatro duelos de la Serie de Campeonato. Y en la Serie Mundial, remontó un déficit de dos juegos para superar a Baltimore, que era el favorito.“No podríamos desestimar nunca lo que pensamos que podíamos lograr como equipo, porque éramos capaces de vencer a cualquiera”, dijo Cash. “Baltimore había vencido a todos los demás, pero no pudo con nosotros”.Aquel momento dio todavía más lustre a la carrera de Clemente. Su hijo homónimo dijo que la leyenda boricua representaba a todas las minorías en 1955, cuando llegó a Pittsburgh.En 1971, la penúltima temporada de su carrera antes de su deceso en un accidente aeronáutico, Clemente volvió demostrar su influencia en el clubhouse.“Sé que fue un día especial para él, por haber tenido a todos sus hermanos en aquel equipo”, indicó Clemente Jr. “Y sé que fue un momento especial por lo que significó: Los jugadores de las minorías habían llegado”.

Fuente: La Nación

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PITTSBURGH (AP) — En aquel momento no causó tanto furor. Fue sólo otro juego a la mitad de la semana y en plena lucha por los gallardetes.Los mejores nueve peloteros disponibles ingresaron en el terreno del Three Rivers Stadium por los Piratas de Pittsburgh, el 1 de septiembre de 1971.No fue sino hasta después que llamó la atención el hecho de que los nueve —Rennie Stennett, Gene Clines, Roberto Clemente, Willie Stargell, Manny Sanguillén, Dave Cash, Al Oliver, Jackie Hernández y Dock Ellis— eran negros o latinos.A Oliver siempre le ha parecido curioso que ese hito no se celebre tanto como la fecha de 1947 en que Jackie Robinson rompió la barrera racial en las mayores. Pero en los años recientes, el exjugador considera más bien que eso es positivo, como si se tratara de una postura que no distingue colores de la piel, tal como la adoptada por Danny Murtaugh, entonces manager de los Piratas, quien simplemente buscó hacer su trabajo.“No ingresamos en el terreno con la intención de hacer historia”, relató Oliver el miércoles por la noche, durante un homenaje por el 50mo aniversario de aquel triunfo por 10-7 sobre Filadelfia. “Pero resultó que sí la hicimos. Y lo que mejor me hace sentir de todo aquello fue demostró la unidad que teníamos en nuestro equipo y probó que teníamos un manager que realmente no estaba preocupado por la raza”.Oliver, siete veces elegido al Juego de Estrellas durante su carrera de 18 años, considera que aquel grupo de afroestadounidenses y latinos que portaban las gorras con la “P” amarilla en el frente fueron simplemente el producto de la forma en que el gerente general Joe Brown quiso construir un equipo.“El dijo: ‘Lo que hicimos fue firmar a jugadores por lo que podían hacer en el terreno, no por la iglesia a la que asistían’”, rememoró Oliver, quien estuvo en la primera base aquella noche. “Y siempre que escucho esa cita me río, porque es verdad. No importa a que iglesia vayas siempre y cuando puedas jugar a la pelota”.Jugar nunca fue un problema para Pittsburgh en aquella época. La victoria de aquella noche sobre Filadelfia llegó durante una racha candente de 18-5 que permitió a los Piratas conquistar la División Este de la Liga Nacional.Pittsburgh terminó venciendo a San Francisco en cuatro duelos de la Serie de Campeonato. Y en la Serie Mundial, remontó un déficit de dos juegos para superar a Baltimore, que era el favorito.“No podríamos desestimar nunca lo que pensamos que podíamos lograr como equipo, porque éramos capaces de vencer a cualquiera”, dijo Cash. “Baltimore había vencido a todos los demás, pero no pudo con nosotros”.Aquel momento dio todavía más lustre a la carrera de Clemente. Su hijo homónimo dijo que la leyenda boricua representaba a todas las minorías en 1955, cuando llegó a Pittsburgh.En 1971, la penúltima temporada de su carrera antes de su deceso en un accidente aeronáutico, Clemente volvió demostrar su influencia en el clubhouse.“Sé que fue un día especial para él, por haber tenido a todos sus hermanos en aquel equipo”, indicó Clemente Jr. “Y sé que fue un momento especial por lo que significó: Los jugadores de las minorías habían llegado”.

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