Durante las últimas semanas, en medio de la campaña por las próximas elecciones legislativas, el expresidente Mauricio Macri reapareció en escena con un discurso fuerte contra el Frente de Todos. Según analizó el periodista Carlos Pagni en su tradicional editorial política, por LN+, el exmandatario y referente de Juntos por el Cambio lleva adelante su propia estrategia porque, según sostuvo, tiene intenciones de “volver a la presidencia”.“Creo que es una estrategia del propio Macri que quiere seguir haciendo política, que quiere volver a la presidencia, sin duda, y que entiende que tiene que fidelizar a su voto propio. En esto tiene razón: hay un votante recalcitrante de Juntos por el Cambio o del Pro, antikirchnerista, que se ve reflejado en Macri”, observó esta noche Pagni en Odisea Argentina.Rosario sangrienta: sicarios narcos acribillaron a un testigo protegido al que le habían quitado la custodiaLo comparó -”salvando las distancias”- con el expresidente Raúl Alfonsín. “Cuando se fue envuelto en llamas -peor que Macri- siguió gobernando el radicalismo hasta que se murió. Él montaba una escena discursiva en el que el radicalismo era él. Cualquiera que lo enfrentara internamente era un infiltrado de Menem en el radicalismo”, recordó. No obstante, Pagni destacó que como era el refundador de la democracia, el que le había ganado al peronismo por primera vez en la historia, en elecciones libres y sin prescripciones, lograba equilibrar la falta de merito o el desastre inflacionario. Y reflexionó: “No sé si Macri tiene algo de esa dimensión frente al universo de Juntos por el Cambio”.Según Pagni, la radicalización del expresidente reside en sus intenciones de recuperar el poder, y observó: “Creo que él apuesta a eso, y debe estar muy enojado con que las figuras que él creó como [María Eugenia] Vidal, [Diego] Santilli, [Horacio Rodríguez] Larreta y hasta su propio primo [Jorge Macri] no defiendan su gestión”, cerró.

Fuente: La Nación

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Una vez más el Llao Llao fue la sede de otra experiencia del programa gastronómico del banco HSBC. El chef y embajador del programa Christophe Krywonis deleitó a los clientes Premier y Black del banco con un menú de lujo con influencia patagónica que fue acompañado por los renombrados vinos de la Bodega Trapiche.Christophe Krywonis se llevó todos los elogios por el menúHSBC y Trapiche sellaron su alianza nuevamente con una maravillosa cena en la Patagonia.La noche comenzó con un galette de tomates cherries confitados acompañados de Espumante Costa & Pampa, seguidos de una terrina de campo y un pickle de verduras con brotes orgánicos maridados con Terroir Series Finca Las Piedras Chardonnay.Como plato principal, el condecorado cocinero francés sirvió a los comensales un filette de trucha con coulis de langostinos y milhojas de batata, que los invitados disfrutaron de la mano del Costa & Pampa Pinot Noir y el Terroir Series Finca Ambrosía Malbec. “Presentando los vinos en cada una de las mesas, los invitados resaltaban la frescura y fluidez de los vinos de nuestra bodega de Trapiche en Chapadmalal, Costa & Pampa, dijo Julián Escalante, sommelier de la Bodega Trapiche.El menú fue un guiño al sur argentinoPor último, el postre fue un hojaldre de peras bourdaloue sobre crema de chocolate que los invitados degustaron de la mano del Terroir Series Finca Las Piedras Chardonnay.Julián Escalante, sommelier de Trapiche, sirviendo el Terroir Series Finca Las Piedras Chardonnay“El evento fue un éxito rotundo, la gente disfrutó muchísimo del menú de Christophe y de los vinos de Trapiche, siendo el Terroir Series Finca Ambrosía Malbec el vino que se llevó los aplausos de la noche”, comentó Escalante.Para cerrar una noche inolvidable, la bodega Trapiche entregó como regalo a cada uno de los invitados un Medalla Blend como recuerdo de la velada.________________________________________________________Content LAB es la unidad de generación de ideas y contenidos de LA NACION para las marcas con distribución en sus plataformas digitales y redes sociales. Este contenido fue producido para un anunciante y publicado por el Content LAB. La redacción de LA NACION no estuvo involucrada en la generación de este contenido.

Fuente: La Nación

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A veces, una historia minúscula puede retratar la decadencia de un país. Cuatro líneas en una hoja amarillenta, fechadas en diciembre de 1965, reflejan, más allá de su minucia pintoresca, que hubo una Argentina (no tan lejos en el tiempo, sino hace menos de sesenta años) en la que regía otra cultura ciudadana. Era una Argentina en la que se pedía permiso, en la que no se pisoteaban los derechos de los otros, en la que el espacio público no era un territorio del que cualquiera pudiera apropiarse alegremente y en la que había un sentido de la autoridad. Era una Argentina en la que imperaban códigos de convivencia y en la que el orden era un valor aceptado.La historia –mínima, por cierto– ocurrió y quedó documentada en Adolfo Gonzales Chaves, una localidad del sur bonaerense que lleva el nombre del vicegobernador de Dardo Rocha (1881-1884). Un vecino encontró la hoja membretada en un viejo archivo familiar y, casi en clave de humor, la hizo circular por las redes. Se trata de una nota dirigida a un señor llamado José María López, de la Agrupación Arriba Boca. Y en ella puede leerse, en desangelado lenguaje burocrático: “Tengo el agrado de dirigirme a usted, comunicándole para su conocimiento que ha sido autorizado favorablemente el permiso para realizar un recorrido por las calles de la ciudad festejando el triunfo de Boca. Sin otro motivo, hago propicia la oportunidad para saludarlo muy atte.”. Firmado: Ing. Juan Alberto Iroulart, intendente municipal. En la nota se ven los sellos oficiales y el número de expediente de Mesa de Entradas. Gonzales Chaves no era una isla en la Argentina de esos años.En 1965, Arturo Illia gobernaba el país; Anselmo Marini era el gobernador de Buenos Aires y el intendente de Gonzales Chaves era un reconocido caudillo local del frondizismo. Eran años de profundos cambios culturales. La minifalda marcaba más que una moda: era el inicio de la liberación de la mujer. Los Beatles le ponían música a una rebeldía juvenil que atravesaba al mundo; la píldora anticonceptiva había promovido una revolución sexual y el cine argentino ya había corrido, con las primeras películas de Coca Sarli, los límites de la mojigatería. El pedido de autorización para un festejo sectorial en la vía pública no se inscribía, entonces, en un contexto de autoritarismo ni de opresión, aunque eso iba a llegar pronto a la Argentina. Tampoco parecía responder a un clima de temor social ni a la vigencia de costumbres acartonadas. Expresaba, sí, una cultura de las normas que ahora parece anacrónica.Mirada desde la perspectiva actual, la formalidad de pedir permiso para festejar un triunfo futbolístico tal vez parezca exagerada. Pero quizá valga la pena rastrear, detrás de esas cuatro líneas, valores que se han perdido en los últimos cincuenta años. Lo que traduce esa nota es la idea de que nadie se sentía “el dueño de la calle” y de que se le reconocía al administrador circunstancial del Estado la legítima autoridad para habilitar o rechazar un uso excepcional del espacio público. En un país en el que se ha arraigado la cultura piquetera, esa idea suena tan lejana como extraña.Las ciudades argentinas –grandes, chicas o medianas– se han convertido en territorios donde domina la anomia. La lógica piquetera se ha enquistado en todos los niveles y estamentos; no es patrimonio exclusivo de las organizaciones sociales. La noción misma de espacio público se ha devaluado hasta casi desaparecer. Se ha consolidado una audacia depredadora que convierte a las calles, las veredas y las plazas en territorios cada vez más degradados. Si hace cincuenta años los hinchas pedían permiso para festejar en la calle, hoy la política negocia y pacta con las barras bravas bajo la ley del toma y daca.En un país que también ha extraviado el sentido de la ejemplaridad, el propio Estado practica la cultura piquetera: levanta vallas, consiente usurpaciones, abandona el poder de policía y hasta vandaliza la escenografía urbana en tiempos preelectorales. Basta recorrer el conurbano en estos días para observar cómo se despliegan las campañas proselitistas a expensas del patrimonio público. Los propios intendentes usurpan ramblas, plazas, fachadas y columnas de alumbrado con carteles y pasacalles invasivos. Usan la vía pública como si fuera de ellos, con un sentido de apropiación que luego se traslada, con naturalidad, a la administración del Estado. El que se adueña de la rambla a la vista de todos, después, a la sombra del poder, se cree “dueño” y no administrador del Estado. Cualquier jefe comunal que lea hoy aquella autorización dada en Gonzales Chaves en 1965, la vería como una ingenuidad de otro planeta. Nos hemos acostumbrado a una Argentina en la que nadie pide permiso y en la que se impone la prepotencia de los hechos consumados. Los intendentes hoy conviven con las mafias que operan detrás de los “trapitos”, los manteros o las parrillas clandestinas. ¿Nada de esto ocurría en los sesenta? Por supuesto que sí. Se lidiaba, además, con otros males, como la fragilidad de la cultura democrática que desembocaría en largos períodos de inestabilidad institucional. Pero otros valores parecían regir la convivencia.En ese país de mediados del siglo XX, no solo había otra cultura, sino también otro Estado. Había un ciudadano que pedía autorización y un intendente que le respondía en tiempo y forma. Cualquiera que hoy tramite un “permiso municipal” para cosas más trascendentes (como la habilitación de una industria o un comercio) podrá dar testimonio de la lentitud y la burocracia a las que se debe enfrentar, por no hablar de otras barreras o “peajes”.Detrás del relato del “Estado presente”, la Argentina ha construido un Estado indolente y desertor. Y ha consentido una especie de privatización anárquica del espacio público que acentúa la desigualdad y la fragmentación social.Podría pensarse que aquel permiso de “pago chico” se explicaba en un país que, en 1965, tenía la mitad de la población actual y una parsimonia pueblerina en ciudades del interior. Sin embargo, en los principales países europeos (y en particular en las capitales más cosmopolitas, como Londres, París o Madrid), para realizar protestas o manifestaciones callejeras deben tramitarse permisos ante el ayuntamiento o la alcaldía. Y esas autorizaciones se dan para horarios y zonas acotadas, con obligación de garantizar vías de circulación. Solo en la Argentina las normas de convivencia se han convertido en piezas de museo o en curiosidades pintorescas. En nuestras ciudades hemos naturalizado el vandalismo. El abuso del espacio público se empieza a practicar en el colegio: las escuelas miran para otro lado cuando los estudiantes “festejan” el último primer día (UPD), una ceremonia que ha terminado asociada a los excesos y desbordes.En un país agobiado por la inseguridad, en el que el valor mismo de la vida se ha devaluado, todo parece menor e insignificante. ¿Nos vamos a preocupar por el UPD de los chicos cuando te matan en la esquina por un celular? ¿Vamos a controlar a los alumnos en la calle cuando ni siquiera hemos podido cuidar la escuela pública? En esa lógica de impotencia y resignación se deshilachan las normas de convivencia.Es cierto: aquella Argentina de los años 60 no conocía la debacle socio-económica que hoy ha hundido en la pobreza a casi la mitad del país. Esa degradación se conecta con el crecimiento de fenómenos que desnaturalizan el espacio urbano, desde el comercio ambulante hasta la conflictividad y la protesta callejeras. Tal vez debamos preguntarnos, sin embargo, ¿cuánto tiene que ver la pérdida de una cultura de las normas en esta dolorosa situación en la que ha caído la Argentina? Y ¿se puede salir de este destino sin ajustarnos a códigos de convivencia y sin recuperar un sentido de la legalidad, del respeto y del orden democrático? La relación entre anomia y pobreza tal vez sea mucho más estrecha de la que se observa a simple vista.Ajustarnos a las reglas no es una abstracción ni una meta grandilocuente. Es una práctica cotidiana que empieza por los gestos más pequeños. Pedir permiso es, tal vez, el primer eslabón de una sana cultura ciudadana. Por eso es que aquella nota exhumada de un modesto archivo familiar quizá nos recuerde algo de lo que hemos perdido y debemos recuperar. Respetar el espacio público quizá sea, después de todo, el primer paso para recuperar el país.

Fuente: La Nación

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¿Qué pudo llevar a la República Argentina a firmar un tratado internacional con una nación sospechada de planificar, financiar y ejecutar los dos atentados terroristas más grandes de nuestra historia? No era cualquier tratado. Era un tratado que pretendía crear una comisión “de la verdad” para evaluar la prueba reunida en la causa. Esa “comisión” –que no garantizaba ninguna imparcialidad, ya que la mitad de sus miembros serían designados por Irán– tenía como atribución determinar cuáles pruebas serían admitidas y cuáles no, al tiempo que opinaría si eran ciertas las imputaciones contra los ciudadanos iraníes.En 2013, los funcionarios del gobierno argentino que promovieron el tratado afirmaban que el objetivo era lograr que declararan los imputados iraníes, porque esta era la única forma de lograr que la causa AMIA pudiera llegar a juicio. Ese objetivo declamado era falso.Ahmad Vahidi, uno de los principales imputados por el atentado a la AMIA, recientemente fue designado ministro del Interior de Irán. Cuando se firmó el memorándum, era ministro de Defensa. A los pocos días de la firma del memorándum, el vocero de la cancillería iraní comunicó que Ahmad Vahidi no iba a declarar. Tenía sobrados motivos para hacerlo, ya que el vergonzoso compromiso con Irán entraba en vigor con la firma de ambos cancilleres, sin pasar por el Congreso argentino, una maniobra absolutamente inconstitucional.El tratado contenía la famosa cláusula 7, que dice textualmente: “Interpol. Este acuerdo, luego de ser firmado, será remitido conjuntamente por ambos cancilleres al secretario general de Interpol en cumplimiento de requisitos exigidos por Interpol con relación a este caso…”. Tenía razón el presidente Alberto Fernández cuando sostuvo, años atrás: “El encubrimiento ya existe, es el tratado, es el pacto, esa es la consumación del encubrimiento”.Esa insólita cláusula fue seguida por la comunicación formal de ambos cancilleres, que permitió a la secretaría general de Interpol –en cabeza de Ronald Noble– agregar el texto de los banners a las circulares rojas con la advertencia sobre la existencia de un tratado firmado entre ambos países sobre la controversia. Con lo cual esas alertas perdían el efecto que les había asignado Interpol al reconocer que se trataba de una búsqueda de personas acusadas de crímenes de lesa humanidad. No es verdad, como esgrimen las defensas de los procesados por encubrimiento agravado, que el memorándum no generó efectos jurídicos.Más allá de la subsistencia formal de las notificaciones rojas, su flexibilización se logró a través de la inclusión de una advertencia en su texto permitida por la citada cláusula 7.Estas son algunas de las cuestiones que tienen que ser resueltas en el juicio oral y público, tan resistido por el Tribunal Oral Federal Nº 8, que convocó a una audiencia no prevista en el Código Procesal Penal, que permitió la realización de defensas políticas ante los medios el día del acto por el atentado a la sede de la AMIA, pretendiendo que se trataran nulidades que fueron recientemente rechazadas por el fiscal.La declaración de la vicepresidenta Cristina Kirchner desde su despacho en el Senado, con un tono que no se le hubiera permitido a ningún ciudadano común, sobreactuando un poder que esconde la debilidad de la posición que esgrimió, mostró la fragilidad de sus argumentos.La inexplicable y prolongadísima demora del Tribunal Oral Federal Nº 8, integrado por María Gabriela López Iñíguez, José Michilini y Daniel Obligado, impide conocer si los procesados por la gravísima acusación merecen ser condenados o absueltos. Este tribunal tuvo tiempo para las audiencias a pedido de las defensas, pero no le bastaron los años transcurridos para convocar al debate oral que debe realizarse ante él.Seguimos sin certezas respecto de si el asesinato del fiscal Alberto Nisman se encuentra vinculado a la causa AMIA. Lo que sí sabemos es que la hipótesis de Nisman fue confirmada por los jueces de todas las instancias, 11 en total, desde la primera instancia hasta la Corte Suprema, por unanimidad. Todos coincidieron en que existían elementos de convicción suficientes para estimar que existieron hechos delictivos y que los procesados debían ir a juicio oral para que se determinara si eran efectivamente culpables del crimen que se les imputa.A más de seis años del fallecimiento de Nisman, es inadmisible que la sociedad argentina no tenga una respuesta de la Justicia sobre si tenía razón cuando denunció a la entonces presidenta de la Nación Cristina Kirchner y a varios de sus funcionarios más cercanos por encubrimiento agravado. El trabajo que la sociedad argentina le encargó a Nisman era esclarecer el atentado terrorista y velar por que los responsables no evadieran la acción de la Justicia. Ambos encargos suponían un grave riesgo.En lugar de interesarse en demostrar su inocencia, los acusados por el fallecido fiscal desplegaron toda clase de chicanas para entorpecer y demorar la causa judicial.Como responsable de la unidad especial que debía investigar quiénes fueron los responsables del atentado terrorista que causó la muerte de 85 personas, al seguir la pista iraní se exponía a un serio peligro. Cumpliendo sus deberes, no titubeó en impulsar la investigación de la expresidenta y su cúpula por un delito gravísimo. Es intolerable que el encubrimiento que denunció todavía no haya sido resuelto por la Justicia. Será difícil saber cómo murió, pero no lo es saber por qué perdió la vida. Que su muerte no quede impune.

Fuente: La Nación

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En la Argentina hay 167 Pequeños Hogares, que albergan a 657 niños, y 95 Amas Externas que tienen 464 menores a su cuidado. Esos 1121 chicos dependen del Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Cnnaf).Pequeños Hogares y Amas Externas son programas creados por el Cnnaf para reducir la institucionalización de los chicos abandonados o imposibilitados de reinsertarse en sus familias biológicas. Son niños que, una vez concluido el trabajo de evaluación de los juzgados de Menores, quedan en condiciones de ser entregados en adopción.En la Capital Federal, 950 personas están en lista de espera para adoptar; y, también según el Cnnaf, 50 niños tienen fallo aprobatorio de la Justicia para su entrega a otras familias. Pero al tratarse de menores con problemas físicos o patologías diversas (sida, síndrome de Down, afecciones cardíacas, entre otras) su suerte depende de que aparezca una persona o un matrimonio que los acepte.Por otro lado, cifras no oficiales dan cuenta de que en todo el país unas 3000 personas se encuentran registradas para adopción.Más allá de la competencia del Cnnaf, se desconoce con precisión no sólo cuántos hogares de tránsito ni cuántas amas externas desarrollan la actividad (el folklore popular las llama madres sustitutas, denominación que es rechazada por los especialistas en minoridad), sino que también se ignora cuántos chicos viven alejados de sus familias, en la calle, o bajo la guarda de hecho de parientes o vecinos.Contra toda suposición, el Cnnaf no está obligado a manejar cifras totales relacionadas con los hogares de tránsito y la adopción de menores.”Todo lo que sea protección integral de la niñez es materia propia de cada gobierno provincial”, sintetiza el doctor Alejandro Molina, defensor público de Menores e Incapaces ante los tribunales de Segunda Instancia. De ahí, entonces, la inexistencia de una base de datos madre que muestre las cifras totales en materia de adopción y hogares de tránsito.Si la atención de los chicos es privativa de cada provincia, nada les impide mantener institutos bajo otras normas aunque desarrollen una tarea similar a la de los hogares e institutos que dependen del Cnnaf. “En una primera mirada, podríamos decir que esto es aceptable -admite Molina-. Lo que ocurre es que hay algunas pautas generales del orden constitucional que nos dicen que la protección integral de la niñez tiene que pasar por ciertas líneas de trabajo más o menos en común, pero no quita que haya programas diferentes. Entonces, que el Consejo Nacional no tenga una estadística sobre hogares de tránsito y pequeños hogares es comprensible.”-¿La ley de adopción no establece que tiene que haber un registro único?-La ley 24.779 dice que cada provincia deberá tener su registro, al igual que en el orden nacional. Y el orden nacional incluye la Capital y el orden federal, que lo conduce el Consejo Nacional. Por supuesto, estos registros requerían una normatización. Entonces, el registro de adoptantes (no de los hogares de tránsito) fue organizado por las provincias mediante distintas normas, y hasta por distintas jerarquías. Algunas lo han hecho por decreto del Poder Ejecutivo y otras, por resolución de los tribunales de Justicia.-¿No es una dispersión?-Bueno, no podemos decir que un criterio u otro sea necesariamente el que se imponga. En la Capital Federal, por ejemplo, el registro lo lleva el Consejo Nacional. Lo que no impide que un juez recurra a otros registros.Un gran desconocimientoLas licenciadas Beatriz Gelman y Graciela Lipski, directoras de la Fundación Adoptare, centro de orientación y consulta en adopción que funciona desde 1989 (recibe unas 300 consultas anuales), sostienen que con relación a la adopción hay un gran desconocimiento y escasa información por parte del Estado.”La gente -dice Lipski- no sabe demasiado sobre este asunto. Ni siquiera está responsablemente instalado en los medios de comunicación. La primera pregunta que se nos formula es: ¿qué tengo que hacer para adoptar un niño? No sabe que se tiene que anotar en la jurisdicción que le corresponde por domicilio. Y tampoco que los que viven en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires tienen la posibilidad de enviar carpetas con sus datos al interior.”-¿Qué experiencia tienen con relación a la adopción de grupos de hermanos?Gelman: -La línea predominante es la no separación de hermanos, pero esto requiere una gran preparación de los futuros adoptantes.-¿Qué pasa cuando no son aceptados?-Depende del juez. Hay jueces que prefieren la separación de los hermanos, pero con la condición de que haya vinculación entre las dos familias adoptantes para que los hermanos no pierdan el vínculo. Hay otros que prefieren no separarlos y que vayan creciendo en el hogar de tránsito.Más que criar, ahijarHasta 1946, cuando se sancionó la ley 13.252, no había en la Argentina regulación legal sobre la adopción. Esa primera ley sufrió una importante modificación en 1971, al distinguirse dos formas de adopción: la plena (se sustituye íntegramente el vínculo de parentesco de sangre; el menor llevará el apellido del adoptante) y la simple (se extingue la patria potestad de los padres biológicos; el adoptado lleva el apellido del adoptante, pero a los 18 años puede optar por agregar el biológico). Finalmente, en 1997, se sancionó la ley 24.779 que incorporó al articulado del Código Civil el régimen legal de adopción vigente. El espíritu de esta ley es claro: más que una familia que necesita un hijo, es el niño quien necesita una familia.Cambian las leyes; cambia el concepto de niñez; cambian las formas (la adopción legal es más frecuente que la apropiación de niños por otros métodos que, más allá de sentimientos humanitarios, son a todas luces ilegales); cambian las denominaciones (los orfanatos y asilos de huérfanos de antes son los hogares de tránsito y familias sustitutas de ahora); cambia la sociedad (no hay tanto ocultamiento, las familias adoptantes no se mudan de barrio, no se simulan embarazos, los chicos son informados de su condición), y cambia el mensaje. “Muchas personas, cuando deciden adoptar, hablan de altruismo, de obra de bien, de salvar a un chico. O sea, no ven la adopción como una forma de maternidad y paternidad genuina, sino como un acto de beneficencia ante un niño desamparado. La adopción es otra cosa. La adopción es ahijar a alguien”, reflexiona Graciela Lipski.”Hay que ahijarlo más que criarlo en adopción. Criar, se cría a una mascota”, apunta el defensor Molina. Y agrega: “Lamentablemente, hemos conocido algunos casos de familias que han devuelto chicos luego de haberlos recibido en guarda para adopción. Recuerdo un caso que fue dado en adopción dos veces. Son casos aislados”.Así como está claro que la atención de la niñez en riesgo está más investigada que antes, no es menos cierto que la demora en la resolución de casos es el talón de Aquiles de los juzgados de Menores.Carmen Sicardi y Liliana Albanesi, trabajadoras sociales; Leonor Wainer, psicóloga, y María Cecilia Toccalino, abogada, integran la Asociación Civil Anidar, equipo interdisciplinario para la adopción, fundado en 1990.”No hay peor cosa para un niño que vivir institucionalizado -dicen-, porque crea hábito y una formación psíquica de ese estilo. Nada puede sustituir a su familia. Cuando salga de allí, a los 21 años, va a condicionar su vida para siempre, va a vivir como institucionalizado.Y cuanto más tiempo transcurra, peor. Hogar de tránsito significa resolver en el menor tiempo posible la situación del chico. Lo más grave es que cada vez hay más chicos institucionalizados de alguna manera.””Hay amas externas -describe Carmen Sicardi- que han convertido sus casas en pequeños hogares porque tienen un grupo de hermanitos o tienen más de un niño. Hay que trabajar mucho en todo lo que es ama externa, hogar de tránsito, pequeños hogares, para que, si se puede, regrese a su familia biológica o, de lo contrario, se determine el estado de adoptabilidad.”Acogimiento familiarLa Fundación Luz administra el Hogar Casa de Luz, que alberga a doce menores. Recibe del Estado un subsidio de 600 pesos mensuales por niño. Nora Angel, presidenta, y Susana Fernández, asesora legal y especialista en Derecho de Familia, describen con crudeza el perfil de un niño maltratado y abandonado.”Son todos chicos con historias de maltrato y abuso familiar. De doce chicos que tuvimos en el primer grupo, el 95 por ciento volvió a su casa. Pero últimamente la cosa cambió: de los que tenemos ahora, el 90 por ciento no tiene posibilidad de regresar debido a causas de enfermedad prolongada de sus padres o desintegración familiar. Tienen, sin embargo, gran capacidad para sobreponerse al sufrimiento. Si bien las huellas quedan, la idea es que puedan convivir con su historia. Cuando nos preparamos para este hogar, nos enseñaron que no debíamos esperar de ellos ni el cariño ni la recompensa porque vienen con historias muy negativas. Por eso, lo primero que hicimos fue erradicar de nuestro vocabulario la palabra pobrecito. De lo contrario, pueden convertirse en víctimas permanentes, cuando lo que tienen que hacer es salir adelante.”-¿El objetivo es que regresen a sus casas?-Sí. Siempre dentro de las posibilidades de cada caso. Eso ahora se ve bastante dificultado. Por eso se buscan nuevas herramientas, como el acogimiento familiar, que es una instancia intermedia entre la adopción y la internación en un hogar.-¿El seguimiento de los juzgados es estricto?-Es muy riguroso. En ese sentido tenemos que hablar maravillas de los juzgados de Menores, así como del Consejo Nacional. Se hace una evaluación periódica, de dos visitas mensuales, al hogar, además de nuestra obligación de entregar un informe completo cada tres meses.El acogimiento familiar es la inserción de un niño en una familia que no es de origen por medio del otorgamiento de la guarda, el hecho material del cuidado. Si las familias biológicas demuestran que tienen dificultades para cuidarlos, se les propone que los chicos estén en otro lugar por un tiempo, y la familia lo acepta. “Salvo que la familia sea gravemente destructiva para el chico -explica el doctor Molina-, se debe trabajar en forma simultánea con ella y con la sustituta. Esta es la parte que más difícilmente se cumple, y es la que muchas veces queda incompleta. Si yo no he podido trabajar con la familia de origen, nunca sabré muy bien si el chico está definitivamente abandonado. Y si no lo sé, tampoco sé si podré darlo en adopción porque los chicos que se dan en adopción son los que están definitivamente abandonados.”La tarea del ama externaUn trabajo de investigación sobre amas externas y pequeños hogares supervisados por el Cnnaf -primer premio en el congreso de la Atención Primaria de la Salud-, elaborado por la doctora Patricia Clegg y las licenciadas en Psicología Andrea Sola, Silvia Pacio y Norma Krasnapolski, integrantes del Servicio de Prevención y Acción Comunitaria del Hospital Infanto Juvenil Dra. Carolina Tobar García, esclarece la tarea de las amas externas.”El hilo conductor del trabajo fue resaltar lo vocacional de la tarea, rastreando en cada ama las marcas de su propia historia que las condujeron a esta elección.”Entre otras consideraciones, las autoras dicen:No son empleadas, pero viven de esto.¿”Cuánto vale nuestra tarea? ¿Cuáles son los gastos? ¿Hasta dónde podemos sostenernos?” Las amas dicen: “Cuando estamos con los chicos no pensamos en que es un trabajo, pero, ¿podemos ser consideradas como algo más que lava culos, como nos llaman en el Consejo?”-¿Así las llaman?Krasnapolski: -Esto es algo que se deslizó en el enojo. Fue en el momento del recorte presupuestario del 13 por ciento, durante el gobierno de la Alianza. En nuestras reuniones con las amas, una expresó eso y el resto asintió. Fue como una comprobación implícita. Un secreto a voces.Norma Krasnapolski, que además es la coordinadora del Programa de Adopción del Tobar García, explica: “Las amas se constituyen en una parte fundamental de un período de la historia vital de los niños que deben ser tutelados por el Estado. Son las mediadoras entre el antes y el después, y quedan formando parte de la historia que el niño no debiera perder. Sólo es posible construir la identidad de un niño en la medida en que el adulto significativo le ofrezca lugares de identificación, concepto este que se opone al de infancia en serie que, de hecho, se propone cuando se institucionaliza un niño, ya que el deseo que lo subjetiviza no puede ser anónimo”.-¿Están capacitadas?-La vieja denominación de amas externas se mantiene, pero ahora, al tomar hermanos independientemente de la edad, pasaron a funcionar como pequeños hogares. Por eso se encuentran con algo que no saben cómo manejar. Las amas, entonces, carecen de toda preparación. Y al no estar formadas, muchas abandonan la tarea.-¿Lo toman como una salida laboral?-La mayoría, sí. Pero hay otras organizaciones que no dependen del Consejo Nacional, que lo hacen de forma gratuita y con un criterio de caridad cristiana.Pacio: -No sólo se trata de beneficencia. En un tiempo se les pagaba mucho más que ahora, entre 400 y 500 pesos. Ahora deben estar en no más de 200 pesos.-¿El cuidado de los chicos mueve mucha plata?-Sí, se maneja mucho dinero. Y no siempre llega al niño.Un largo tránsitoLos esposos Isabel Ayala, licenciada en Análisis Clínicos, y Sergio Vitale, mecánico dental, crearon, hace diez años, el Hogar de Tránsito Jesús de Nazareth, en La Reja, en el oeste del conurbano bonaerense. Además de su hija Marianela, de 6, tienen a su cuidado a 41 chicos derivados de juzgados, en edades que van de los 2 meses a los 20 años. Pero ni siquiera ellos denominan a su hogar como de tránsito, porque en todo este tiempo ningún niño salió de allí en adopción, y pocos, tan pocos que ni Sergio ni Isabel lo recuerdan con exactitud, lograron volver con sus padres biológicos. “Esto ya se convirtió en un hogar de permanencia”, dicen.Isabel: -Tengo una chica de 20 años que todo el tiempo me dice mamá; la tengo desde que tenía 8. Casi todos son chicos de riesgo, porque han pasado por situaciones de violaciones y abandono. Nosotros desearíamos que los juzgados trabajasen con más celeridad, porque los chicos necesitan tener una familia. Desde que estamos acá, nunca se nos fue un chico en adopción.-¿Cómo ingresan en el hogar?-Con muchísima desconfianza, porque no saben con qué se van a encontrar. Así como fueron usados, ellos aprendieron a usar a los demás. Y eso es lo que hay que corregir. Nosotros les enseñamos sobre lo que está bien y lo que está mal, decir sí y decir no, y hablarles mucho porque vienen con la escala de valores dada vuelta.-¿Los familiares los visitan, al menos?-Por ahí, a las perdidas, llega algún pariente, aparece de repente y, con el tiempo, el juzgado se lo entrega. Pero son rarísimos esos casos. Yo creo que el juzgado, pasado un tiempo, debería entregarlo a una familia, no a un pariente que aparece varios años después.-¿Ustedes reciben ayuda del Estado?-Lo único que recibimos son 600 pesos por mes para alimentar a 41 chicos, que nos envía el Consejo de la Mujer de la Provincia de Buenos Aires. Por suerte, siempre aparece gente que quiere ayudar… y le pedimos a Dios… porque estamos en la mano de Dios.Para saber másAdoptare: www.adoptare.com.ar 4865-4924.Anidar: www.equipoanidar.com.ar 4901-6838.Casa de Luz: www.fundacionluz.org.ar 4342-0200.Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia: Pte. Perón 524, Capital, 4338-5874.Hogar Jesús de Nazareth: Miero 2602, La Reja, Pcia. Bs. As., (0237) 463-7537.Defensoría de Menores e Incapaces: Lavalle 1220, Capital.Programa de Adopción del Hospital Dra. Carolina Tobar García: Ramón Carrillo 315, Capital, 4305-6108.www.tobargarcia.org.arPor Jorge Palomar¿Qué significa?Hogar de tránsito: lugar que cobija a niños derivados de los juzgados, hasta que se solucione su situación.Ama externa: es la que tiene niños bajo su cuidado en forma transitoria, con autorización del juez.Acogimiento Familiar y Pequeños Hogares: programas que desarrolla el Estado para la protección de los niños cuando, por diversas causas, sus padres no los pueden cuidar.Guarda: es la relación que se establece entre una persona mayor y una menor, que ha-ce a su cuidado y protección inmediata.Guarda legal: la que tienen todos los padres respecto de sus hijos.Guarda jurídica: la que tiene aquella persona a la que el juez ha llamado para darle en guarda el niño porque sus padres no lo pueden atender.Guarda de hecho: es cuando, por distintas circunstancias, se deja momentáneamente al niño al cuidado de otra persona (un familiar, un vecino, etcétera).Tenencia: en Derecho de Familia, es cuando los padres se separan y “ejerce la patria potestad quien ejerce la tenencia”.El niño y la adopción¿Quiénes pueden adoptar?Personas con residencia en el país por cinco años, antes de la guarda. 30 años de edad.Matrimonios con no menos de 3 años de casados, o persona sola (no concubino).En todos los casos, debe existir una diferencia de edad de 18 años entre adoptante y adoptado.¿Quiénes pueden ser adoptados?Niños cuyos progenitores prestaron su consentimiento para que sean adoptados.Niños cuyos padres se desentendieron de ellos durante un año, dejándolos en algún establecimiento asistencial público o privado.Niños sometidos a desamparo material o moral por el abandono de sus padres, siempre que haya sido comprobado judicialmente.Niños a cuyos padres se haya privado de la patria potestad sobre los mismos.Niños de filiación desconocida.Niños huérfanos.¿Cuándo pueden ser entregados en adopción?Cuando la situación de adoptabilidad o de abandono se encuentre decretada por resolución del Poder Judicial.(Fuente: Cnnaf)

Fuente: La Nación

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Por Darío GualtieriIngredientesPreparaciónPoné todos los ingredientes de la masa en un bol y, con un cornet, unilos hasta formar un bollo. Volcá sobre la mesada, amasá hasta que quede liso, envolvé en film y dejá reposar en la heladera un mínimo de 2 horas, o mejor, por 24.Hacé la pasta de hierbas procesando todos los ingredientes juntos hasta que quede un arenado homogéneo. Para la doradura, batí apenas con un tenedor el huevo, la yema y el agua. Reservá.Floreá la mesada con harina y estirá la masa hasta que quede de 1/2 cm de grosor y tan amplia como para poder envolver por completo el pollo. Esparcí en el centro la pasta de hierbas y sobre ella apoyá el pollo entero, con su piel.Cubrilo con la mitad derecha de la masa, pintá esta parte con la doradura y pegá sobre ella la mitad izquierda. Pasá con suavidad las manos por toda la masa, para que se pegue bien al pollo y copie su forma. Doblá el resto de la masa hacia abajo, para cerrar todo como un paquete.Colocá sobre una placa, pintá la superficie con la doradura y adherí allí la sal gruesa del armado.Llevá a horno precalentado a 220° y cociná 25 minutos; bajá la temperatura a 180° y seguí horneando 35 minutos más.Dejá reposar 20 minutos, cortá la parte superior como si fuera una tapa y, sin desechar la cobertura para que se mantega el calor, serví el pollo sin masa.

Fuente: La Nación

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Un día después del escándalo que suspendió el clásico en San Pablo, Brasil pasó al ataque. Lo hizo mediante comunicados de prensa de la Confederación Brasileña de Fútbol y declaraciones de funcionarios de la Agencia Nacional de Vigilancia de la Sanidad (Anvisa). En paralelo, las imágenes del partido y las frases de los responsables de la sanidad pidiendo la detención de los tres futbolistas argentinos de la Liga Premier (Emiliano Martínez, Cristian Romero y Giovani Lo Celso) se repitieron en cadena nacional. Hasta en el entorno del presidente Jair Bolsonaro se celebró la medida de la autoridad sanitaria de “hacer cumplir” la ley brasileña e interrumpir el partido para deportar a los implicados.Desde la derecha, los jugadores argentinos Nicolás Otamendi, Giovani Lo Celso y Emiliano Martínez se retiran de la cancha tras la interrupción del partido contra Brasil Brasil apuesta todo a la (supuesta) mentira de los cuatro argentinos que, al llegar a suelo paulista, no incluyeron en su declaración jurada de salud que registraban un paso por Inglaterra, país en el que trabajan. Primera cuestión: el dato es fácilmente comprobable, ya que la Premier League es el torneo futbolístico más global del planeta. Segundo ítem: con las ayudas tecnológicas actuales, la trazabilidad de los pasaportes se hace en minutos. Corroborar que Martínez, Romero, Lo Celso y Emiliano Buendía (el cuarto hombre en cuestión, que no fue incluido en la planilla del partido del domingo por Lionel Scaloni) habían estado en Inglaterra era una tarea sencilla. Si los protocolos hubieran funcionado como correspondía (y más allá de no haber declarado su historial de viaje), los cuatro deberían haber quedado aislados al tocar tierra brasileña.Neymar y Lionel Messi, los capitanes de Brasil y Argentina, discuten con funcionarios de salud brasileños en medio del Arena de San Pablo (Sebastiao Moreira/)Y ahí se abría otra instancia: no se habían generado las excepciones para permitirles disputar el partido de fútbol por eliminatorias para el que habían viajado en burbuja sanitaria, tal como lo establece el protocolo vigente de la Conmebol. “Los jugadores argentinos declararon falsamente que no habían pasado por el Reino Unido”, dijo Alex Campos, titular de la Anvisa, en declaraciones a LN+. Y agregó: “Los jugadores deberían haber permanecido en cuarentena desde el mismo sábado, de manera deliberada fueron al entrenamiento bajo un manto de protección de la delegación argentina”. La policía federal brasileña afirmó el lunes que abrió una investigación contra los jugadores por el presunto delito de “falsedad ideológica”.“Los futbolistas ingresaron a Brasil a las 8 de la mañana del viernes 3 proporcionando información falsa. El mismo día, Anvisa identificó que la información era falsa”, abunda el comunicado publicado por la CBF, que apunta de lleno a los jugadores argentinos (en rigor, a quienes confeccionaron sus declaraciones juradas). Y agrega que ese mismo día la AFA fue notificada del asunto: “Los representantes de la Selección Argentina fueron informados que existía una irregularidad en el ingreso de jugadores, que debían ser puestos en cuarentena y recibieron orientación de las autoridades para solicitar, ante los órganos competentes, autorización especial para los jugadores y regularizar su situación. Fue una discusión técnica entre Anvisa, el Ministerio de Salud y la Asociación Argentina”. La CBF continúa con la ofensiva: “Cuando se solicitó la presencia de los deportistas, se informó a los agentes de Vigilancia Sanitaria que los jugadores se habían ido a entrenar, incumpliendo las instrucciones impartidas durante la reunión”. Es decir que, para la AFA brasileña, el foco está en el ocultamiento argentino y no en el fracaso organizativo del país anfitrión.Todos discuten: Messi y Scaloni, con funcionarios, jugadores y Tite, el DT de Brasil (Captura de TV/)El comunicado de la CBF también hace responsable a la AFA por convocar futbolistas de la Premier League, impedidos de ingresar en territorio brasileño por la decisión interministerial 655. Los brasileños recuerdan que cursaron tres comunicaciones a las oficinas de Viamonte y a la sede de la Conmebol con la copia de la decisión gubernamental para todos aquellos viajeros que hubieran estado en los 14 días anteriores en las zonas rojas del coronavirus, entre las que se encuentra el Reino Unido. El ataque brasileño hace foco en la irregularidad administrativa de la delegación argentina, pero elude el objetivo de fondo de las medidas sanitarias: evitar la propagación del coronavirus. En este sentido, LA NACION pudo saber que los futbolistas argentinos, que ya viajaban en burbuja sanitaria desde Caracas, fueron testeados al llegar al aeropuerto de Guarulhos (San Pablo) y dieron negativo, el mismo resultado de todas sus pruebas en las últimas semanas.En toda esta trama hay responsabilidades compartidas. Más allá de las competencias que le caben a la CBF como organizador, y que según el protocolo de partidos internacionales de FIFA la obligaban a generar las autorizaciones y excepciones pertinentes, la AFA tiene su cuota parte de responsabilidad en lo que pasó. Pero así como Brasil ataca, en la calle Viamonte juegan al catenaccio. Optan por esperar. Ver cómo se suceden los hechos. Niegan cualquier irregularidad en las declaraciones juradas, como hizo el presidente Claudio Tapia en sus declaraciones post partido. En paralelo se preparan para la batalla judicial: la FIFA comenzó con las actuaciones del expediente disciplinario y se espera que duren seis días. La defensa de los intereses albicelestes tendrá dos jugadores de peso: Andrés Patón Urich, asesor legal de la AFA, y Ariel Reck, uno de los máximos especialistas en derecho deportivo del país. Se espera que la FIFA notifique a la AFA hoy mismo de los primeros requerimientos.Lionel Messi y Neymar charlan con un agente sanitario luego que el partido entre Argentina y Brasil por las eliminatorias del Mundial fue interrumpidoLa AFA negó ayer que Fernando Batista haya sido quien confeccionó las declaraciones juradas de la polémica, tal como trascendió en el reporte de la investigación confeccionado por la Anvisa. Fue todo lo que dijo la AFA, que escribió un escueto comunicado el mismo domingo y ya no se refirió al tema. Aunque nadie lo confirme delante de un micrófono, no acató las advertencias de la Anvisa durante los dos días previos al partido. Se manejó como si ninguno de sus futbolistas hubiera sido observado por las autoridades migratorias o sanitarias del país en el que estaba. Casi como si el búnker argentino fuera un consulado o una fortaleza. La presencia de los funcionarios de Anvisa en el hotel en la noche del sábado y la existencia de la reunión en la que se acordó que se pedirían las excepciones para los cuatro “ingleses” del búnker argentino se contradice con las explicaciones de Lionel Scaloni y Lionel Messi a pie de campo en el Arena Corinthians, en charlas con los brasileños. “¿Por qué esperaron cuatro días? Nadie nos avisó nada”, argumentaron. Eso no fue cierto.Sin embargo, la AFA tiene la explicación: “En todo momento viajamos bajo los protocolos sanitarios de Conmebol que rigen para este tipo de partidos. Hicimos todo en regla y por eso los jugadores estuvieron habilitados por planilla de FIFA”, dicen cerca de Tapia. Además, y pese a todo lo que resuena en Brasil, descartan que pueda haber un castigo deportivo: “El árbitro lo suspendió por cuestiones de fuerza mayor. Por eso el equipo se fue al vestuario”, agregan las fuentes. Un escenario de castigo deportivo para la Argentina es impensado en el entorno de Tapia. Tampoco se esboza la posibilidad de reprogramar el partido. Como si fuera un equipo italiano, la AFA espera, agazapada, el contragolpe.

Fuente: La Nación

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IngredientesPreparaciónPara la ganache, en un bol a baño María derretir juntos todos los ingredientes, integrar, incorporar el licor y dejar en frío 30 minutos.Luego, rellenar una manga de pico liso y hacer bolitas de 2 cm sobre placas limpias.Reservar en heladera.Para el budín, batir los huevos y la yema con el azúcar hasta que espumen y doblen su volumen; por otro lado, derretir juntos a baño María el chocolate con la manteca.Una vez bien incorporados, volcar en forma de hilo sobre los huevos mientras se siguen batiendo a la menor velocidad.Retirar y agregar la harina suavemente.Forrar el fondo de moldes de muffins con papel manteca, enmantecado y enharinado.Volcar una cucharada grande de la preparación, poner una de las bolitas de ganache y cubrir con más preparación.Llevar a horno moderado fuerte por 10 a 12 minutos o hasta que el budín llegue al borde; retirar, dejar descansar otros 10 minutos y servirlos enseguida.

Fuente: La Nación

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Un fantasma recorre la Argentina. Tiene la forma de la baja participación electoral y esa es un cuestión crítica sobre todo para el kirchnerismo, que ve agotarse su histórica caja de herramientas de seducción de votantes, cada vez más envejecida e ineficiente después de casi dos décadas en el centro de la política y ahora oxidada por la pandemia: el engranaje de incentivos al consumo, la máquina de construcción de épica y el cosito de fabricar enemigos.En ese punto, todo parece indicar que para estas elecciones el kirchnerismo se equivocó de enemigo. Mientras el oficialismo intentó hacer de los antivacunas la némesis perfecta que por contraste iluminaría mejor la supuesta superioridad moral-sanitaria del cuarto kirchnerismo, el verdadero peligro electoral pasó inadvertido durante meses: no eran los antivacunas; era la antipolítica, y particularmente, la antipolítica joven. El jardín de los riesgos, se sabe, se bifurca en dos posibilidades: un voto joven libertario antisistema, que se escurre de los partidos tradicionales o, directamente, la fiaca electoral, esa apatía adolescente y juvenil acentuada por la crisis de vitalidad y entusiasmo que acarrea la pandemia y que puede impactar en las PASO del domingo 12 o en la elección definitiva de noviembre.“La casta tiene miedo”: El furioso cierre de campaña de Javier MileiLa antipolítica joven es un mal pronóstico para el kirchnerismo en ese sentido. El número de adolescentes empadronados puede mover el péndulo de los resultados, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, donde se da la mayor cantidad de adolescentes de 16 y 17 años habilitados para votar por primera vez. De los 861.149 adolescentes que constan en el padrón nacional, 333.342 están en el territorio del gobernador Axel Kicillof. Pero los adolescentes y jóvenes no son los únicos en riesgo de apatía electoral. Además de los votantes que faltarán a las urnas por la coyuntura sanitaria, muchos aislados y con Covid, hay otros votos en riesgo. Por miedo al coronavirus o por desmotivación ante la recurrencia de las crisis políticas, también podría haber riesgos de baja asistencia de votantes adultos mayores. Es decir, la baja participación no solo podría afectar al 20% del padrón electoral que corresponde a los chicos y chicas de entre 16 y 24 años, golpeados por la desmotivación de una cotidianeidad sin escuela, sin trabajo, sin ánimo, sino también a los mayores de 70 años, que representan el 11,7% del padrón electoral nacional. Se trata de algo más de 4 millones de personas.Las cuatro elecciones llevadas a cabo hasta el momento, Misiones, Jujuy, Salta y Corrientes, ya mostraron una baja consistente en la participación electoral. El piso histórico fueron las PASO de 2017, donde la participación se detuvo en el 74% del padrón. Para este año, hay encuestadores que especulan con un número menor de votantes. En 2011, el año inaugural de las PASO fue el techo histórico, con una participación del 78,6% a nivel nacional. Las últimas PASO, las de 2019, tuvieron una participación del 76.4%. Un espejo de la otra gran crisis contemporánea, el 2001, tampoco es alentadora: el ausentismo electoral llegó al 26%. Este punto dispara una alerta más estructural y de más largo plazo. La pérdida de confianza creciente en el sentido del acto electoral y el traslado a la calle de las necesidades insatisfechas. Es decir, el riesgo de una “chilenización” del escenario político social argentino.¿Quién ha visto un joven?Los rumbos que tome la corriente antipolítica cada vez más robusta preocupan a la política en general pero especialmente, al partido del poder, el perokirchnerismo. Perder el poder es siempre un peligro mayor que no lograr recuperarlo. El oficialismo, entonces, tiene mucho más para inquietarse.Hay un dato clave para la estrategia electoral del oficialismo: el distrito gobernado por Kicillof encabeza el ranking de provincias con mayor cantidad de votantes adolescentes. Las chicas y los chicos de entre 16 y 17 años representan casi el 3% de los 12.704.518 de bonaerenses habilitados para votar en estas elecciones. Al ritmo de “Un poco de amor francés”, el gobernador Axel Kicillof se subió al escenario del gimnasio del Club Atlético Estudiantes en Olavarría. El gobernador llegó a esa ciudad bonaerense con su campaña política. La polémica que disparó su visita es un indicio de los esfuerzos fallidos por intervenir y controlar esa tendencia antipolítica joven y llegar a adolescentes y jóvenes que hoy son verdaderos marcianos para varias generaciones de políticos. Hubo acusaciones de parte de la oposición, padres y directores de escuela de Olavarría que denunciaron el uso político del ámbito escolar: los centros de estudiantes de escuelas secundarias habrían sido convocados para participar del acto proselitista encabezado por el gobernador y el precandidato a diputado por PBA Daniel Gollán. El hecho fue descripto en una nota por Francisco Olivera.El kirchnerismo no encuentra el camino para llegar hasta ese voto joven o jovencísimo que puede resultar esquivo. Nada menos joven que la institucionalización de la rebeldía adolescente desde un escenario habilitado por el poder. En ese mundo joven que escucha a L-Gante o a El Dipy, tampoco parece haber lugar para que resuene la apelación a la lucha contra “el neoliberalismo”, como planteó Kicillof en Olavarría, o contra las “oligarquías” o los enemigos “de doble apellido”, “familias patricias”, como señalan con insistencia otras voces del círculo de confianza de Kicillof, como Andrés Larroque, el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense.Si no es la “Operación Goce” que siguen al pie de la letra Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro, es la interpelación a los jóvenes en el formato “centro de estudiantes del Nacional Buenos Aires”. El gobernador Kicillof y buena parte del kirchnerismo conciben a los adolescentes y jóvenes como militantes disciplinados de los centros de estudiantes de su época de alumnos secundarios cruzados con la matriz de la radicalización de la década kirchnerista: inflexibles en lo ideológico y progresistas en esa inflexibilidad, un oxímoron. En PBA, ese discurso está presente en Kicillof y algunos de sus hombres de mayor confianza, compañeros de secundaria en el Buenos Aires como Larroque o Augusto Costa, ministro de Producción de PBA.En los años fundacionales del kirchnerismo y hasta 2015, esa matriz dio su fruto en buena parte de la adolescencia, sobre todo la más activa políticamente. El cambio de época que implicó la derrota de 2015 empezó a desandar generacionalmente ese camino. La pandemia terminó de confundir el rastro. La Argentina: ¿en camino a la “chilenización”? El fenómeno antipolítica y su síntoma electoral, la baja concurrencia a las urnas, tienen un alcance mayor y más estructural para la Argentina: el riesgo creciente de que la gente deje de encontrar en las urnas la forma de expresar sus necesidades y expectativas y traslade los conflictos a la calle. No es sólo un problema para el oficialismo y la clase política. Es un problema para Argentina.El espejo es Chile, su histórica baja participación electoral y sus daños colaterales: una brecha creciente entre el juego de poder de la política, de un lado, y, en la vereda de enfrente, las necesidades de la gente. El riesgo, el estallido social cocido subterráneamente a lo largo de los años. Se daría entonces una suerte de chilenización del escenario político-social argentino. Cuando no hay escucha, el riesgo es que la crisis irrumpa y el estallido social se convierta en la vía directa hacia la crisis.El 21 de noviembre habrá elecciones en Chile. En julio se realizaron las primarias para definir a los candidatos a presidente. Los analistas chilenos consideraron que la participación electoral ese 18 de julio fue un hito en la historia de las primarias chilenas: la participación llegó al 21,39% del padrón. Se trató de un techo nunca alcanzado antes en elecciones primarias. Así de desapegada está la población del proceso electoral. “¿Por qué el 80% de los chilenos no acude a votar?”, planteaba El País de Madrid en junio, sorprendido por una participación de apenas un 19,6% en la elección de gobernadores, que se realizaba por primera vez en la historia de Chile. Ni en ese contexto se acercaron los chilenos a las urnas, y ni siquiera en medio de un proceso en marcha de reforma constitucional que busca, precisamente, garantizar mayor participación y poder ciudadano. Y en mayo, la participación a la elección para los constituyentes que tienen la responsabilidad de la reforma de la Constitución que intentará canalizar los reclamos del estallido social de 2019, nada menos, la participación electoral apenas llegó al 43%. Menos de 6,5 millones de chilenos influyeron en decisiones en las que debieron intervenir 15 millones habilitados para votar y una de las elecciones más importantes en 31 años de historia democrática.La Argentina está lejos de ese panorama desolado, pero el momento es único. Un kirchnerismo desgastado después de veinte años de centralidad política. Una oposición que sobrevivió a una derrota, pero que no termina de encontrar un rumbo. Una pandemia que transforma el ánimo de los argentinos de manera insospechada e influye también en la apatía electoral. Y una historia democrática con más deudas que soluciones. La Argentina vive su tormenta perfecta. El resultado está abierto, y también, las tendencias que puedan consolidarse.Padrón Electoral 2021: dónde voto en las PASO y en las generalesEn medio de una política absorta en el juego de la polarización, se trata de intentar interpretar el mediano y largo plazo. El objetivo es detectar si llegó la hora de una grieta que ya no separa facciones políticas sino a las élites políticas de las necesidades de la gente. El mayor riesgo es que la ciudadanía empiece a percibir que el voto es una ficción de la república liberal que empieza a generar más insatisfacción que sensación de futuro.

Fuente: La Nación

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Invitado a LN+, Rogerio Frigerio, precandidato a diputados por Juntos por el Cambio en Entre Ríos, explicó que, por una decisión del oficialismo, “los presos van a votar y los argentinos que viven en el exterior no”. Tal como sostuvo, hay “una maraña de burocracias” que impide que la mayoría de quienes viven en otros países puedan participar de las elecciones, y señaló: “Nosotros intentamos modificar esa lógica, pero fue una de las primeras cosas que el Gobierno derogó”.Al respecto, Frigerio resaltó: “Lo mismo ocurrió con la Boleta Única. Logramos pasar la primera baja, que era Cámara de Diputados, y se trancó en la Cámara de Senadores. Fue claro por qué. Era un sistema que a algunos los perjudicaba: la transparencia, la imposibilidad de robar boletas en el cuarto oscuro, el voto cadena y un montón de cuestiones que afectan la calidad de la democracia. Son trampas que no se pueden hacer sin la boleta en papel”.A seis días de las PASO, el exministro de Interior, Obras Públicas y Vivienda consideró que es posible que al oficialismo “se le complique la posibilidad de la mayoría o de quorum propio en el Senado”. Según dijo, que eso ocurra, “dependerá de cuánta gente vaya a votar”, y profundizó: “Hasta ahora las votaciones que han ocurrido no han superado el 65% del total del electorado. Yo creo que cuanto más podamos convencer a la gente de que vaya a votar, más chances tenemos de equiparar la relación de fuerzas en el Congreso”.Al respecto, el economista añadió: “Hay un dato inédito en lo que va de la historia de la democracia, pero hasta ahora no se ven las publicidades que la Dirección Nacional Electoral siempre hace antes de las elecciones, explicando qué se vota, que es obligatorio ir a votar y quiénes deben hacerlo. Eso brilla por su ausencia y son los medios quienes reemplazan lo que hasta ahora históricamente hace la Dirección Nacional Electoral”.Para Frigerio, la votación es una “oportunidad”, por lo que enfatizó: “No es verdad que esta elección es menos importante que la del 14 de noviembre. Muchas veces las Primarias terminan condicionando lo que ocurre en la general, así que este 12 de septiembre nos jugamos el futuro tanto a nivel nacional como de cada una de las provincias”.Más adelante, en una crítica a la economía, el precandidato a diputado disparó: “No tenemos moneda y el Gobierno no hace nada”. Y evaluó: “Si el Banco Central es casi la principal fuente de financiamiento del Tesoro, ya sabemos como termina eso: en más inflación. La inflación no es un fenómeno mundial, sino que la Argentina es uno más de esos diez países con inflación del mundo, o menos. El resto aprendió de los errores del pasado, que es lo que no termina de hacer la Argentina porque le falta sentido común, tiene mala praxis en el Gobierno y ante la cuestión ideológica a la lógica”.

Fuente: La Nación

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