Científicos de La Plata participaron de un estudio internacional que logró secuenciar los genomas de cuatro especies de caracoles, dos de ellas de la Argentina, incluyendo el caracol manzana o ampularia que importado desde nuestro país se transformó en una pesadilla global para los productores de arroz, informó hoy la Agencia CyTA-Fundación Leloir.
“El hallazgo posibilita conocer en detalle los genes que podrían explicar su éxito como invasores, los cuales podrían ser el blanco de ataque para el control de estas plagas”, afirmó a la Agencia CyTA-Leloir uno de los autores del trabajo, el doctor Heras, del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata “Rodolfo Brenner” (INIBIOLP), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Según el portal de noticias científicos, el caracol manzana (Pomacea canaliculata) es originario de la cuenca del Plata, y hace 4 décadas se lo llevó desde Argentina a la isla de Taiwán para ser cultivado y usado como alimento, pero tuvo una expansión explosiva: en el curso de una década ya se había diseminado a ambientes naturales de Japón, Filipinas, China, Corea, Indonesia, Tailandia, Vietnam y Laos, transformándose en muchos casos en la plaga número uno de los cultivos de arroz.
También invadió el delta del Ebro, una importante zona arrocera de Cataluña, en España; penetró en el sur de los Estados Unidos y llegó hasta Siberia.
Horacio Heras explicó que el caracol manzana no sólo es plaga del arroz, sino que posee una gran capacidad para alterar los ecosistemas naturales donde viven, como los humedales, provocando una importante pérdida en la biodiversidad de especies. Y como si fuera poco, también hospeda parásitos que pueden causar meningoencefalitis en humanos.
La historia del caracol manzana pone de manifiesto los desastres ambientales, económicos y para la salud que puede ocasionar la introducción de especies exóticas en hábitats donde carecen de depredadores naturales, abriendo una suerte de caja de Pandora, destaca la Agencia CyTA-Fundación Leloir.
El estudio publicado en “Molecular Biology and Evolution” fue liderado por científicos de la Universidad Bautista de Hong Kong, y reveló que este caracol tiene poco más de 18.000 genes que fueron ubicados en catorce pares de cromosomas. Incluyen la presencia muy aumentada de una familia de genes que cumple una función crítica: le permite la digestión de las fibras de celulosa abundantes en las plantas.
“Es un hallazgo inesperado”, acotó el director del Grupo de Bioquímica Comparada del INIBIOLP “ya que la inmensa mayoría de los animales ni siquiera tienen genes para digerir celulosa”.
Pero… ¿eso es todo? No.
El implacable invasor cuenta con otras estrategias para dispersarse: los científicos verificaron un número aumentado de copias de dos genes con información para sintetizar una toxina única en los animales. Esta toxina se acumula en grandes cantidades en el huevo y protege a los embriones de los depredadores.
“Eso explicaría por qué nadie los come, potenciando su capacidad de invasor exitoso”, destacó Heras, quien también es investigador del CONICET y profesor de Química Biológica en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP.
De acuerdo con el investigador, el hallazgo de estos genes es sólo la punta del iceberg. Y recurrió a otra metáfora que resume sus expectativas de encontrar herramientas de control: “Estamos generando nueva información para localizar su ‘talón de Aquiles’”. Sin prisa, pero sin pausa.

Fuente: InfoCampo

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Del 10 al 13 de marzo, se realizará Expoagro edición YPF Agro en su sede estable, ubicada en el kilómetro 225 de la RN9, San Nicolás.
Además de sus clásicos espacios para empresas, el tradicional tecnódromo agrícola y ganadero, las pistas de test drive y para dinámicas de riego, los shows de tolvas, embolsado y extracción de granos, este año la mega muestra del campo llega con una novedad.
Es que en la edición 2020 se estrenará el “Centro de Expertos”, para complementar el tradicional tecnódromo “El show de la tecnología en vivo” y el espacio agtech. “Considerando que estamos frente a un momento en el que la tecnología influye en la producción y los negocios del agro con una velocidad y una intensidad sin precedentes, todos debemos estar preparados y conectados más que nunca, para ser protagonistas y no espectadores de esos cambios”, explicaron desde la organización. En ese sentido, argumentaron que fue por eso que pensaron en la creación del nuevo espacio, que contará con la participación de técnicos del INTA. “Se brindará asesoramiento, se atenderán consultas y ofrecerán soluciones a todos aquellos visitantes que se acerquen a la muestra”, detallaron. 
 
Más protagonistas
Tras el éxito de la 13° edición, esta vez se realizará el 2° Encuentro Nacional de Mujeres del Agro, que organiza el grupo de #MujeresRurales. “Expoagro es el primer gran encuentro del año al cual concurren habitualmente todos los actores del agro. Hay visitantes no sólo de todo el país sino también del exterior”, resaltaron las convocantes.
Por otro lado, la Capital Nacional de los Agronegocios realizará también por tercer año consecutivo la Jornada de Contratistas Rurales, y la entrega del “Reconocimiento Expoagro a la Trayectoria e Innovación”.
Jorge Scoppa, presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (FACMA), resaltó una de las razones por las cuales los contratistas rurales deben estar en la muestra. “Las ventas de las empresas de maquinaria agrícola (principal expositor de Expoagro), van dirigidas en un 70% al contratista, entonces tenemos que estar en una muestra de ese tipo porque el contratista es el que más compra, y por lo tanto, es el mayor inversor en tecnología”, dijo.
En la última edición, La Capital Nacional de los Agronegocios reunió a 521 expositores y a 165.000 visitantes en 200.000 m². Además, durante cuatro días se alcanzó un volumen de $60.000 millones en operaciones bancarias concretadas y solicitudes de crédito.

Fuente: InfoCampo

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Las malezas son un problema instalado en la producción agrícola argentina. Lejos de moderarse, el problema se expande. Así lo demuestra un último trabajo de Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa) en el cual relevó el problema sobre 29 millones de hectáreas productivas, casi la totalidad de hectáreas que se siembran en el país. 
La entidad es la segunda vez que realiza este sondeo. El primero lo había hecho en el año 2017. 
Más allá de las zonas, donde ya se veía una fuerte presencia de determinadas malezas hace dos años, se pueden identificar áreas de fuerte crecimiento en este último tiempo. Tal es el caso de Buenos Aires, que es donde se da el mayor crecimiento de yuyo colorado, pero también de raigrás, pata de gallina y Chlorideas, subraya el informe, de manera comparativo.

Para sorgo de Alepo, el mayor crecimiento se dio en Córdoba y Santa Fe. En capín, la situación es diferente y creció marcadamente en Buenos Aires, pero también en Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. (Ver Gráfico 1)
La Red en Conocimiento de Malezas Resistentes viene relevando la superficie afectada a nivel nacional por las principales malezas resistentes y tolerantes al glifosato. Entre las primeras, hace dos años, estában yuyo colorado (Amaranthus spp.), pata de gallina (Eleusine indica), capín (Echinochloa colona), sorgo de Alepo (Sorhum halepense), raigrás (Lolium spp.),  mientras tanto, las Chlorideas sobresalen entre las tolerantes a glifosato.
Asimismo, la rama negra (Conyza spp.) se encontraba en casi la totalidad de la superficie, por la que se había decidido no relevarla, pero reconociendo su enorme importancia.

Bajo el nuevo sondeo, a las malezas citadas, se incorporaron los nabos resistentes a glifosato (Brasica rapa e Hirschfeldia incada), los cuales ganaron  importancia en estos últimos años.
De esta forma, el yuyo colorado sigue siendo la maleza de mayor abundancia con 20,5 millones de hectáreas afectadas, habiendo crecido 7 millones de hectáreas en estos 2 años. (Ver Gráfico 2)
En el caso de la pata de gallina, la especie pasó al segundo lugar, con 9 millones de hectáreas y un crecimiento en este período de 4 millones de hectáreas. Casi en la misma superficie se ubican las Chlorideas, pero su crecimiento fue menor, de un millón de hectáreas.
El capín se lo encuentra en algo más de 8 millones de hectáreas agrícolas y creció 3,7millones de hectáreas en estos dos años. El sorgo de Alepo alcanza las 6,5 millones de hectáreas y creció 1,5 millones. Raigrás, por su parte, está presente en 4 millones de hectáreas, 2 de las cuales se registraron en este bienio. Finalmente, los nabos cubren un millón de hectáreas, siendo esta su primera medición.
Esta información no hace más que confirmar que las malezas resistentes y tolerantes ya son parte de nuestros sistemas productivos extensivos, que debemos aprender a convivir con ellas. 
 

Fuente: InfoCampo

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