El Ministerio de Transporte informó que se reabrió un tramo de 11 kilómetros de la Ruta Nacional 7 que estuvo cortado por dos años por inundaciones de la laguna La Picasa.
El tramo abarca las localidades de Diego de Alvear y Aarón Castellanos, en el sur de Santa Fe, una zona que colapsó en 2017 por excesivas lluvias.
De todas maneras, los vehículos particulares y de gran porte que circulen por ese sector deberán hacerlo con “restricciones”, según explicaron desde Vialidad Nacional, con un máximo de 80 kilómetros por hora, mientras que los camiones y ómnibus de media y larga distancia tendrán que conducir a un tope de 60 kilómetros por hora. 
Para controlar esto, a la mitad del recorrido se instaló un radar que permitirá monitorear las velocidades. Asimismo, personal de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) permanecerá durante los próximos 30 días en la zona para supervisar el tránsito, brindar asistencia a los viajeros y garantizar el cumplimiento de todas las medidas de seguridad.
La obra beneficiará a más de 3.000 usuarios, destacaron en forma oficial.

Fuente: InfoCampo

 Like

La demanda global de los consumidores por alimentos que sean libres o tengan el menor uso de fitosanitarios posible, y que hayan sido producidos en condiciones ambientalmente sustentables, lleva a los productores agropecuarios a un cambio de paradigma: no sólo producir, sino informar cómo lo hacen. Para esto existen herramientas como la plataforma Ag Trace, que permite seguir la trazabilidad del grano desde que se siembra hasta que se cosecha y almacena.

“China es uno de los países que más está demandando alimentos argentinos y están realizan inversiones fenomenales para controlar todo lo que ingresa a ese país, en materia de Límites Máximos de Residuos (LMR) de agroquímicos, metales pesados y demás”, señala Adrián Poletti, CEO y fundador de Ag Trace.
Para Poletti, el objetivo que siempre han perseguido los productores es conseguir un determinado volumen o calidad, pero ahora a eso se suma la necesidad de contar con indicadores y datos determinados para ofrecer a los compradores.
“Ya no podemos jugar a ver si mandamos un contenedor y pasa. Hay que tener un control cada vez más certero de lo que estamos haciendo, y mejor si es con una herramienta que lo certifique. La cadena tiene que acostumbrarse a informar”, expresó el CEO.
Trazabilidad online
En muchos casos no es necesario tener una certificación internacional sino solo al menos registrar y comunicar datos básicos: las condiciones en que se sembró y cosechó cada lote y qué productos defensivos se le aplicaron. Ag Trace es precisamente una plataforma para encarar estos desafíos.
“Permite articular la necesidad de los exportadores con lo que se produce en el campo. Por ejemplo, proveer de información y segmentación de los lotes por la variedad producida y el tratamiento de fitosanitarios efectuado, se puede agruparlos de manera diferenciada para comercializarlos a mercados distintos, en función de los requerimientos que tenga cada uno”, aseguró Poletti.
Además, agrega, todo esto está respaldado por análisis de laboratorio que certifican que el uso de defensivos agrícolas ha sido tal como lo informaron los productores.
“El sistema emite alarmas de riesgo y, en función de las mismas, podés segregar y agrupar la mercadería. Por ejemplo, si viene de alguna zona en la que hubo alguna plaga complicada y hubo que usar muchos insecticidas, ya podés saber de ante mano que no la vas a poder a vender a determinados mercados pero sí a alguien que genera bioenergía”, sintetizó Poletti.
 “El objetivo de China es que hasta la soja esté controlada con qué insumos se cultivó. A una barrera paraarancelaria hay que tratar de contraponerle una solución, no quedarse renegando”, señaló el ejecutivo.
Además, considera Poletti que trabajar con estos indicadores más fieles puede ser una oportunidad de negocio.
“Si uno siembra variedades high pro, puede hacer valer más la calidad de su mercadería si puede certificar el tratamiento químico realizado. Se va a pagar un premio a quienes tengan esa información”, ejemplificó Poletti.

Fuente: InfoCampo

 Like

Bajo el lema “el mate es lo más grande que hay”, la tercera edición de MATEAR, reunió a 100.000 personas fanáticas del mate, en la feria más importante del mundo que se llevó a cabo en el Salón Ocre de La Rural.
El mate ya tiene su lugar en la cultura argentina, por ese motivo, familias y amigos quisieron ser parte del mayor evento que tiene el mate. Hubo espacios de intercambio, sin fines de lucro, entre el sector gastronómico, comercial, cultural y los consumidores finales. Participaron 80 expositores con 40 marcas diferentes de yerba mate, entre otros productos.
El patio matero, se vistió con lonas, termos y mates de todas aquellas personas que quisieron pasar un rato y charlar mientras planeaban qué stand visitar luego. Al fondo, la barra con novedosos tragos, preparados por Sabrina Lamas, que utilizó yerba mate para su preparación.
Entre las condecoraciones, se destacó el otorgamiento de DNY (Documento Nacional Yerbatero) a todos los visitantes, el cual los identifica a los “materos de ley” y reivindican su identidad como fanáticos del mate.
Para los más curiosos no faltó la charla sobre los distintos tipos de maridajes brindada por Karla Johan, la reconocida sommelier de yerba mate. Y para sorpresa del público, estos descubrieron que la yerba mate puede degustarse también en helados y hasta en tortas, panqueques y demás elaboraciones.

Además, los más de 5000 metros cuadrados en donde se desarrolló la feria invitaron a los visitantes a charlar con los pequeños y grandes productores de yerba mate de Argentina y dar a conocer un poco más sobre su siembra, cosecha y exportación.
También hubo un sector para los más chiquitos, que disfrutaron del espacio “Mate Kids” y nos contaron con dibujos y charlas por qué, para ellos, el mate es lo más grande que hay.
Durante todo el evento, se desarrollaron más de 35 charlas en donde expertos en diversas áreas hablaron de la yerba mate y sus propiedades.
 

Fuente: InfoCampo

 Like

A semejanza de los grandes descubrimientos científicos, un estudio de suelos que aplicó labranza cero como tratamiento testigo marcó el primer antecedente de la siembra directa en la Argentina. Fue a mediados de los ´60, alrededor de una década antes que surgieran las líneas de investigación específicas. De nacionalidad italiana, el primer científico que sembró sin arar se llama Marcelo Fagioli e hizo sus ensayos en el INTA Pergamino. Hoy tiene 90 años.
El investigador fue contratado por el instituto para llevar a cabo ensayos de fertilización nitrogenada en maíz. Pero la tarea lo mantenía ocupado a tiempo parcial. Por esta razón, inició un ensayo con el objetivo de evaluar la incidencia de diferentes profundidades de arada, incluida la labranza cero como tratamiento testigo, sobre la humedad del suelo y su efecto sobre el sistema radicular del maíz y los rendimientos.
Los ensayos fueron realizados en lotes experimentales del instituto. Fagioli hizo labranzas a 15, 30 y 45 centímetros de profundidad, mientras que la mínima profundidad explorada fue labranza cero, algo que causó bastante desconcierto.

“Yo araba a distintas profundidades porque, como se sostenía en aquella época, si se aumentaba la profundidad de arada, aumentaba el almacenamiento de agua en profundidad. Después me pregunté qué ponía como testigo. A mí me interesaba averiguar la capacidad de almacenamiento de agua, entonces el testigo iba a ser no arar, labranza cero. Yo no pensaba en arar, yo pensaba en más o menos agua en el suelo”, aseguró Fagioli.
Respecto al maíz, esperaba en labranza cero las plantas de menor desarrollo; en 15 centímetros, normal; en 30 centímetros, un poco más de crecimiento; y en 45 centímetros, tenía que ser la de mejor desarrollo si era verdad este asunto de la humedad.
“Y eso se veía en las primeras etapas de desarrollo del cultivo, las plantas en labranza cero eran las más atrasadas. Pero, pasado un tiempo, fui a ver los ensayos y ya no distinguí más una labranza de la otra. Era a fines de noviembre o principios de diciembre, cuando vino el período de calor. La labranza cero era más o menos igual que las restantes. Tuve que regresar a la oficina, buscar el diseño del ensayo y volver al lugar para identificar las parcelas. Después, cuando llegó la cosecha, no hubo prácticamente diferencias de rendimientos. Y ahí me surgió el problema, ¿qué pasó aquí?”, explicó el italiano.
“Si bien Fagioli con esas parcelas de maíz en labranza cero no tuvo como objetivo el desarrollo de la siembra directa como hoy la conocemos, sino que las utilizó como testigo de las distintas profundidades de labranza que estaba estudiando, lo consideramos el pionero por haber realizado ese trabajo. Fue el primer antecedente científico en el país”, afirmó Carlos Senigagliesi, coordinador del Proyecto de Agricultura Conservacionista del INTA (PAC).

“Demostró que el cultivo se puede implantar y desarrollar sin ninguna remoción del suelo con rendimientos similares. Hay que tener en cuenta que, en esa época, la labranza era el principio fundamental de la agricultura y este principio fue puesto en duda por él. Generó muchas polémicas y, con el paso del tiempo y de las evidencias, se confirmó la validez de sus resultados”, agregó el especialista.
En este sentido, Senigagliesi resaltó el carácter innovador de los trabajos de Fagioli. “Se animó a ir en contra del laboreo del suelo como principio fundamental en la agricultura. Desde el punto de vista científico, fue desafiante, fue muy valioso. Una persona innovadora es alguien que no se atiene a lo que todos repiten y está dispuesta a cambiar de pensamiento”, argumentó.
En línea con lo expresado por Senigagliesi, otros autores destacados como Osvaldo Barsky y Helena Alapín, Alfredo Lattanzi (precursor de las investigaciones específicas sobre siembra directa) y publicaciones institucionales reconocen el trabajo de Fagioli como el primer antecedente de la siembra directa en el país.
Fuente: INTA/ Redacción original: Daniela Novelli y Carlos Barragán

Fuente: InfoCampo

 Like

En lo que va del año, el puerto de Quequén exportó 6.839.820 toneladas en 303 buques, lo que representa un 38% más respecto al mismo período del 2018.
El informe que publicó el consorcio de “Puerto Quequén” señaló que en el último noviembre se exportaron 648.268 toneladas de granos en 28 buques, en tanto que en el mismo período pasado, en el undécimo mes del año se exportaron 399.907 toneladas en 18 cargueros.
El presidente del consorcio portuario, Arturo Rojas, afirmó que “estos números demuestran que en estos cuatro años hemos hecho las cosas bien y año tras años, más empresarios eligieron a esta estación marítima bonaerense para exportar al resto del mundo”.
“En todo el 2018 exportamos 5.576.084 toneladas de grano y en lo que va del corriente año salieron 6.839.820 toneladas y aún falta un mes para terminar el año. Cuando termine 2019, estaremos en un año récord de exportación de cereales“, expresó Rojas, quien también es intendente electo de Necochea por Juntos por el Cambio.

Fuente: InfoCampo

 Like