Diputados de la provincia de Santa Fe lanzaron un proyecto de ley para aumentar el impuesto Inmobiliario Rural y destinar lo recaudado a un fondo contra el hambre.
La iniciativa les pertenece a Mercedes Meier y Carlos Del Frade, del Frente Social y Popular, y ya ingresó a la Cámara de Diputados. 
En concreto, lo que proponen es que los propietarios de “grandes latifundios” de la provincia paguen más en concepto de ese impuesto y utilizar ese dinero para “resolver falencias alimentarias de las familias santafesinas”. En el caso de que el contribuyente sea propietario de más de un inmueble, deberán sumarse las superficies y valuaciones y se aplicará la tasa de acuerdo a los totales resultantes.
“Según los datos preliminares del Censo Nacional Agropecuario, en nuestro país el 1% de los productores concentra el 40 % de la tierra productiva de Argentina. Son 2.500 familias que poseen casi la mitad de la tierra en el país. Si bien no están disponibles los números definitivos, en nuestra provincia se estima que los datos son similares”, afirmó Meier.
El proyecto del Frente Social y Popular se basa en los números del IPEC de 2014, que señalan que un total de 1.983 establecimientos concentran 4.601.849 hectáreas, mientras las restantes 6.256.842 hectáreas productivas de la provincia se reparten entre 24.724 establecimientos, al tiempo que 21 establecimientos poseen más de 20.000 hectáreas; 51 más de 10.000 y 37 más de 7.500.
“En el país de la cosecha récord se vive una pobreza y hambre récord”, aseguró Meier.
Cómo se dividirían las tierras en relación a los impuestos
Para determinar la dimensión de las áreas gravadas según el valor de las tierras, se utilizaría una zonificación y se dividirían por cantidad de hectáreas, comenzando a partir de las 500 en adelante.
En ese marco, los aumentos serían del 30% extra para propietarios de nacionalidad argentina que sean personas físicas; 35% para personas jurídicas y 40% adicional para los titulares extranjeros.
El proyecto completo
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Fuente: InfoCampo

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Especialistas del INTA detectaron mangas de ninfas de tucuras sapo (B. clarasiana) en pleno desplazamiento al sur de la provincia de Río Negro. Se trata de una especie polífaga y voraz que consume prácticamente todo el material verde que encuentre a su paso, desde los tiernos pastos de los mallines hasta los más duros de la estepa.
“En la Argentina, las explosiones demográficas de algunas especies de acridios son un fenómeno recurrente”, explicó Valeria Fernández Arhex, especialista del INTA Bariloche e investigadora del Conicet (IFAB).

 “La plaga se encuentra en plena evolución y amplió su área de dispersión, como así también su consumo del recurso forrajero. Esta situación va a continuar hasta el comienzo de la oviposición de las hembras adultas y se podría generalizar a mediados de diciembre”, aseguró la especialista.
En este sentido, Fernández Arhex no dudó en asegurar que, “aunque esporádicas y localizadas, las explosiones demográficas de B. claraziana o tucura sapo tienen efectos devastadores sobre los pastizales donde se desplazan disminuyendo seriamente el forraje disponible”.
Frente a este contexto, desde el INTA consideran urgente la intervención de los productores para el control de la plaga, con la asistencia de organismos e instituciones oficiales nacionales y provinciales.
Para el control efectivo de esta especie, la especialista recomendó un manejo integrado de plagas (MIP) que consiste en la integración de las diferentes tácticas normalmente empleadas que incluyen el control biológico, el cultural, el uso de cebos y, por último, el químico.
 “Sólo se deben utilizar aquellos insecticidas registrados por el Senasa. Resulta clave cuidar el ambiente y trabajar conforme a las buenas prácticas agrícolas y el uso responsable de productos fitosanitarios”, destacó Fernández Arhex.

Asimismo, ponderó el rol que ocupan los controladores biológicos en tucuras, tales como las aves insectívoras, que pueden regular la población de una plaga y beneficiar al ambiente. Tales como Loica común, Tero, Sobrepuesto común, choique, Becasina común, Bandurria, Cachirla común, Pico de plata, Gaucho Serrano, lagartijas y aves de corral como pavos o gallinas.
También hay hongos y bacterias del suelo que pueden atacar los huevos de tucuras. Otros controladores biológicos son microsporidios patógenos de invertebrados, como Paranosema locustae, parásitos intracelulares obligados que infectan los adipositos del cuerpo graso, órgano que, en los insectos, cumplen un rol vital en el metabolismo intermedio y en el almacenamiento de energía.
“De este modo, el entomopatógeno interfiere en el metabolismo del hospedador y compite con este por reservas energéticas vitales, es decir, consumen el tejido adiposo, disminución del peso corporal y/o de la fecundidad y longevidad de los adultos y letargia, entre otros cambios”, expresó la especialista.

Fuente: InfoCampo

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