China venderá 40.000 toneladas de carne de cerdo congelada procedente de las reservas del país, una cifra muy por encima de la subastada en operaciones anteriores, con el fin de hacer frente al impacto de la gripe porcina africana, que diezmó la cabaña del país, y asegurar el suministro de cara a las festividades del Año Nuevo Lunar.
El Centro de Gestión de Reservas de Mercancías de China anunció que la subasta que tendrá lugar el próximo 12 de diciembre, después de que el dato de inflación interanual del país escalase en noviembre al 4,5%, su nivel más alto en casi ocho años, como consecuencia en parte de la subida del 110,2% registrada por los precios de la carne de cerdo.
A pesar de la subida de precios de la carne de cerdo, el Ministerio de Agricultura del gigante asiático aseguró que la cabaña porcina china dejó de caer el pasado mes de noviembre, cuando registró un crecimiento mensual del 2%, su primer aumento en un año.
De cara al Año Nuevo, el Ministerio chino expresó su confianza en que el suministro aumentará como consecuencia de la oportuna liberación de reservas de carne de cerdo congelada y el incremento de las importaciones.
Asimismo, el Ministerio de Agricultura destacó que el aumento previsto de la producción de carne de aves de corral y de la producción de carne vacuna y cordero puede contribuir a reducir parcialmente la brecha de suministro de carne de cerdo.

Fuente: InfoCampo

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Impulsada por una creciente conciencia con su entorno, día a día la sociedad se vuelve más exigente con lo que consume, por lo que demanda una oferta mayor de alimentos con atributos de calidad específicos, más sanos y obtenidos de forma ambientalmente sustentable.
En la actividad agropecuaria también se observa una tendencia para satisfacer esta demanda del mercado a partir del complemento y/o sustitución de agroquímicos convencionales por insumos que al ser utilizados en toda la cadena productiva favorezcan la sustentabilidad tanto en términos económicos y socioculturales como ambientales, garantizando la sostenibilidad de las generaciones actuales y futuras. Dichos productos son conocidos como bioinsumos agropecuarios.
Si consideramos que, en mayor o menor medida, este tipo particular de insumos cuentan con un proceso de manufactura biotecnológica, debemos en primer lugar definir qué consideramos como biotecnología. La Convención sobre Diversidad Biológica define a la biotecnología como toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos, organismos vivos o sus derivados con el fin de obtener y/o modificar productos o procesos para usos o fines específicos. Con lo cual, los bioinsumos agropecuarios pueden considerarse herramientas biotecnológicas que se corresponden con servicios ecosistémicos, tales como la biopolinización, el ciclaje y disposición de nutrientes y el control natural de plagas, entre otros. Todo con el fin de ser utilizados como insumos sustentables a fin de salvaguardar el patrimonio zoofitosanitario y la calidad e inocuidad de los alimentos.
Por lo expuesto, podemos definir a los bioinsumos agropecuarios como todo aquel producto manufacturado que esté constituido por organismos vivos o sus derivados, tales como microorganismos (hongos, bacterias, virus, etc.), macroorganismos (ácaros e insectos benéficos), extractos de plantas y compuestos derivados de origen biológico o natural, que estén destinados a ser aplicados como insumos en la producción agropecuaria, agroalimentaria, agroindustrial e incluso agroenergética.
Bioinsumos… ¿Para qué?
Del gran “universo” de insumos biológicos, podemos mencionar algunos casos exitosos en la nutrición y sanidad tanto vegetal como animal:

En lo que respecta a la nutrición vegetal, el mayor mercado de bioinsumos está representado principalmente por los “inoculantes” (en particular, para gramíneas y leguminosas) representados por especies de Rhizobium spp.; Bradyrhizobium spp.; Azospirillum spp.; Pseudomonas spp.; etc. Sin embargo, en la actualidad el mercado de los biofertilizantes crece al compás de productos en base a extractos vegetales, hidrolizados proteicos ricos en aminoácidos y otros microorganismos como es el caso de las micorrizas (Glomus spp., Gigaspora spp, Acaulospora spp., Scutellospora spp., etc.).
En el caso de la sanidad vegetal, los biofitosanitarios más representativos corresponden a las bacterias del género Bacillus spp., siendo B. thuringiensis de carácter insecticida y B. subtilis de carácter fungicida. Asimismo, cabe destacar el accionar biofungicida del hongo fitopatógeno Trichoderma spp. En la actualidad, la paleta de opciones se complementa con otros microorganismos (como hongos y virus entomopatógenos) así como numerosos extractos botánicos (cítricos, ajo, neem, etc.) y macroorganismos benéficos (insectos y ácaros, tanto predadores como parasitoides).
En lo que respecta a la nutrición animal, crece a paso sostenido la utilización de enzimas (como por ejemplo las proteasas, lipasas, amilasas, etc.) que enriquecen los piensos en todo tipo de sistemas ganaderos (en particular, para los aviares). Asimismo, ante la ausencia de antibióticos y antiparasitarios en los alimentos para animales (Resolución del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria –Senasa- 1119/2018), crece la utilización de probióticos (Lactobacillus spp., Enterococcus spp., Bacillus spp., Saccharomyces cerevisiae, Aspergillus oryzae, etc.) como de bioactivos fitogénicos (tales como aceites esenciales, saponinas, flavonoides, mucílagos y taninos).
Por último, en lo que concierne a la sanidad animal, ante la problemática de la resistencia microbiana a los antibióticos sintéticos, está creciendo en forma sostenida tanto la utilización de compuestos prebióticos y microorganismos probióticos como de extractos botánicos (tales como los aceites esenciales, taninos y saponinas).

Los Bioinsumos en los sistemas productivos sustentables
Los bioinsumos agropecuarios complementan y fortalecen los procesos ecológicos necesarios para el funcionamiento y productividad de los agroecosistemas. Por lo tanto, tienen un papel destacado en el diseño y manejo de agroecosistemas sustentables, particularmente en el marco de las Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA).
Además, estas herramientas en base biológica no están asociadas a patogenicidad humana ni generan impactos negativos al ambiente, por lo tanto no implican riesgos para la salud del ambiente ni de las personas. En consecuencia, permiten obtener productos agroalimentarios inocuos y de calidad, ya sea tanto para producciones convencionales como para las que presentan atributos de calidad específicos, como es el caso de la producción orgánica.
Asimismo, es importante destacar que los bioinsumos permiten reconciliar intereses dentro de los diferentes esquemas de producción (ya sean convencionales como agroecológicos), ofreciendo una solución holística para mantener e incrementar el acceso a los mercados, particularmente a nivel internacional.
Sin embargo, para asegurar la efectividad y un manejo adecuado de los bioinsumos se requiere conocer sus características, precauciones en cuanto al uso y modos de acción. Con lo cual, la capacitación y acompañamiento al sector productivo es fundamental. Por ende, a los fines de asegurar la inocuidad, calidad y eficacia de los productos comerciales en base a bioinsumos agropecuarios, éstos deben estar registrados en el Senasa.

En síntesis, de las principales ventajas en el uso de los bioinsumos podemos mencionar:

Favorecen el complemento y fortalecimiento de los servicios ecosistémicos necesarios para mejorar la eficiencia agropecuaria y los rendimientos de forma sustentable, tanto en producciones intensivas como extensivas. Por ejemplo, la utilización de un agente de biocontrol o un biofitosanitario complementa el control biológico natural de las plagas.
Mayor especificidad, por lo que se minimiza el impacto a los organismos benéficos y asimismo se reduce la generación de resistencia génica en las plagas.
Son insumos biodegradables que no dejan residuos tóxicos en el ambiente y su utilización no implica riesgos para la salud de los productores ni de los consumidores. Tal como se destaca en el Reglamento (UE) 1432/2017.
Colaboran en el fortalecimiento de las economías regionales y su arraigo sociocultural, al facilitar la generación de productos agroalimentarios sustentables. Por lo tanto, favorecen el agregado de valor en origen, tal como ocurre con la diversidad de producciones orgánicas de nuestro país.
Contribuyen tanto al mantenimiento e inserción de las producciones en los mercados (particularmente los internacionales) como al beneplácito de los consumidores, ante la demanda de alimentos obtenidos de forma ambientalmente sustentable.

El Senasa a favor de los Bioinsumos
A fin de promover el desarrollo y adopción exitosa de los bioinsumos agropecuarios, el Senasa tiene una activa participación en el Comité Asesor en Bioinsumos de Uso Agropecuario (CABUA), órgano asesor intersectorial que se desempeña en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
El Senasa junto con el CABUA contribuye al desarrollo de una serie de acciones, entre las que se destacan:

La promoción de políticas de fomento, tanto en términos económicos como en Investigación, Desarrollo, e Innovación (I+D+i), a fin de impulsar el crecimiento del sector. Como ejemplos se pueden mencionar el “Programa de Fomento del uso de Bioinsumos Agropecuarios” (PROFOBIO) y el “Fondo de Regulación de Productos Biotecnológicos” (FONREBIO).
Adecuación del marco regulatorio, particularmente en lo que respecta a la producción vegetal, tales como el arancel diferenciado para el registro de bioinsumos (Resolución 189/2018) y el Proyecto de Ley para equiparar en fertilizantes orgánicos y biológicos el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en un 10,5 %.
Asimismo, el Senasa, junto con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la Cámara Argentina de Bioinsumos (CABIO), se encuentra colaborando en los espacios de capacitación y divulgación a fin de acercar la temática al sector productivo. Como ejemplos podemos mencionar la activa participación del organismo en las Jornadas Nacionales de Bioinsumos, las cuales se han dado cita con gran representatividad federal (Córdoba, Tucumán, Corrientes, Catamarca, etc.).
Santa María, Catamarca. Monitoreo de una trampa que forma parte de la red de monitoreo y están distribuidas a lo largo de las zonas productoras de vid de nuestro país y georeferenciadas, para prevenir la plaga de lobesia botrana o polilla de la vid.

Conclusiones
Aunque se han logrado avances importantes, aún resta mucho trabajo por hacer. En correspondencia, el desarrollo y consolidación del sector de los bioinsumos agropecuarios en Argentina requiere del acompañamiento y trabajo sinérgico por parte de todos los actores involucrados, a fin de constituir un marco de institucionalidad que articule las necesidades del sector con una regulación eficiente y el desarrollo de políticas de estado.
Por lo expuesto, se puede concluir sin lugar a dudas que los bioinsumos agropecuarios constituyen herramientas en base biológica que por sus prestaciones tienen un papel destacado en el marco de las Buenas Prácticas Agropecuarias, contribuyendo a la salvaguarda del patrimonio zoofitosanitario y la calidad e inocuidad de los alimentos en un marco productivo, socioeconómico y ambientalmente sustentable.

Fuente: InfoCampo

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Una investigación de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) determinó que los ecosistemas con más variedad de especies vegetales liberan menos óxido nitroso, un potente gas que calienta la atmósfera y que degrada la capa de ozono. 
El óxido nitroso (N2O), un gas de efecto invernadero (GEI) 265 veces más contaminante que el dióxido de carbono, se emite a la atmósfera principalmente desde los suelos agrícolas aunque hay sistemas naturales como los pastizales, que también aportan una enorme cantidad de este GEI.
Algunos factores ambientales como la temperatura y la humedad del suelo controlan estas emisiones y en ese sentido, las actividades humanas podrían producir aumentos considerables.
El estudio, que llevó a cabo la facultad, descubrió que la disminución de la biodiversidad vegetal y el aumento de la productividad de los pastizales determina un incremento de las emisiones de N2O.
Laura Yahdjian, docente de la cátedra de Ecología de la FAUBA y coautora de la publicación junto con Tomás Della Chiesa y Gervasio Piñeiro, señaló que la idea que guiaba la investigación era que a mayor diversidad de especies vegetales en los pastizales, más exhaustivo resulta el uso de, por ejemplo, los nutrientes o el agua del suelo. “Como cada una de estas especies usa los recursos de distinta forma, una alta diversidad los dejaría menos disponible en el suelo. En nuestro trabajo nos centramos en una forma de nitrógeno inorgánico, los nitratos. Menos nitratos en el suelo determinaría menores emisiones de óxido nitroso a la atmósfera”.
Los ensayos se realizaron durante un año, y se midieron las emisiones de óxido nitroso en 12 sitios distribuidos en distintos pastizales de la Región Pampeana, y la relacionamos con características de la vegetación, del clima y de los suelos. “Los resultados que obtuvimos apoyaron nuestra idea”, dijo Yahdjian.
La investigación permitió, a escala regional,comprobar que los pastizales más diversos en términos de especies vegetales, emiten menos óxido nitroso que los menos diversos. En otras palabras, la riqueza de especies vegetales es un control muy importante de los cambios en las emisiones del óxido nitroso a lo largo de toda la región.
También los investigadores hallaron que las emisiones de óxido nitroso aumentan con la productividad de los pastizales. Esto se explica porque los sitios más productivos son, en general, lugares donde llueve más, donde hace más calor o donde hay más nitratos disponibles en el suelo, tres condiciones que determinan altas tasas de emisión de gases de efecto invernadero.
Por otra parte, al estudiar las emisiones de N2O a escala temporal, encontraron que los controles principales del proceso son la precipitación y la temperatura. “La liberación de este gas a la atmósfera es mayor con el aumento de la precipitación media mensual y de la temperatura mínima media mensual. Este resultado pone en evidencia que a la hora de medir y de analizar la forma de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero en ecosistemas naturales se deben considerar tanto las variables temporales como las espaciales”.
Aseguró, además, que “a escala global, y como consecuencia de las actividades del ser humano, estamos perdiendo especies vegetales y diversidad. Ahora, además, sabemos que esta pérdida de especies hace que en los pastizales aumenten las emisiones de óxido nitroso”.
En este sentido, la docente destacó varias razones para conservar la biodiversidad de los pastizales, no sólo por la mitigación del impacto en el calentamiento global, sino también en relación con otros servicios valiosos que estos ecosistemas brindan.
Para finalizar, destacaron que a pesar que falta profundizar los estudios, creen que esta nueva información que generaron es una luz amarilla para quienes toman decisiones y manejan estos ecosistemas comúnmente destinados a la producción ganadera.
Fuente: Sobre la Tierra (SLT-FAUBA)

Fuente: InfoCampo

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Ya se conoció al ganador del certamen del primer lote de girasol de la cosecha 2019/2020. Se trata del productor Lautaro Ricardo Nassir Konovalchuk, del campo Don Lautaro, ubicado en el centro oeste de Chaco, en la localidad Los Frentones.
El lote arribó el pasado 6 de diciembre a la localidad santafesina de San Jerónimo Sud, a la planta aceitera de Bunge Argentina, y contó con la supervisión y análisis de la Cámara Arbitral de Cereales de la Bolsa de Comercio de Rosario para garantizar el cumplimiento de los requisitos del concurso. En origen, la revisión estuvo a cargo de los técnicos de la Bolsa de Comercio de Chaco.
Las 360 hectáreas de híbrido 39/10 Syngenta se sembraron el 20 de junio de este año, y lograron un rinde de 4.200 kg/ha. El entregador fue Williams Entregas SA, y el corredor, Ojeda & Compañía Corredores.
En tanto, el remate se realizará el 4 de marzo de 2020 en la Bolsa de Comercio de Santa Fe, y de esa manera se iniciará formalmente la comercialización de la nueva campaña de girasol.
El certamen está organizado y cuenta con el apoyo institucional de las Bolsas de Comercio del Chaco, de Rosario y de Santa Fe, de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, de las Cámaras Arbitrales de Rosario, Santa Fe y Entre Ríos y de la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR). 

Fuente: InfoCampo

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Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) analizó la posibilidad de aumentar la velocidad a la que los microorganismos del suelo degradan los insecticidas endosulfán y clorpirifós, estimulándolos con el agregado de diversos abonos orgánicos. Si bien se duplicó la degradación del endosulfán, la del clorpirifós se redujo a la mitad. El trabajo plantea contribuir a la transición agroecológica de los productores hortícolas del AMBA.
Los agroquímicos que se aplican en los agroecosistemas pueden degradarse muy lentamente en los suelos y causar problemas ambientales. En particular, los insecticidas endosulfán y clorpirifós se consideran contaminantes globales, ya que se los detectó en el aire, en el agua, en el suelo y hasta en alimentos de diversas regiones del planeta. En la Argentina se usaron extensivamente en numerosos cultivos y todavía se los encuentra en el ambiente.

“La presencia de plaguicidas en el suelo de los agroecosistemas es un tema que preocupa a cada vez más personas por sus posibles impactos en el ambiente, en la salud y en la provisión de alimentos. Yo trabajé con endosulfán y clorpirifós, dos de los insecticidas que más se difundieron en la Argentina durante muchos años y que se detectan en sedimentos de ríos, en cuerpos de agua y en diversos organismos vivos”, sostuvo Sonia Cabrera, docente del Departamento de Ingeniería Agrícola y Uso de la Tierra de la FAUBA.
“El endosulfán es un compuesto tóxico y persistente en el ambiente, que además se acumula en los organismos vivos. Se prohibió en muchos países a partir del convenio de Estocolmo, incluida la Argentina desde el 2013. Por otro lado, diferentes organismos internacionales estudian el clorpirifós por sus posibles efectos neurotóxicos. En nuestro país es uno de los insecticidas que más se aplica. Aunque existe información de cuánto pueden persistir en el ambiente, es un rango muy amplio y no tiene en cuenta la heterogeneidad de las condiciones en las que se los usa”, explicó Cabrera.
La investigadora puntualizó que los microorganismos del suelo son los principales responsables de degradar estos insecticidas, transformándolos en compuestos menos tóxicos. Entonces, mediante abonos orgánicos buscó estimular el desarrollo de la comunidad microbiana de suelos provenientes del cinturón hortícola del AMBA y evaluó cómo se modificó la velocidad de degradación de los contaminantes.
En su ensayo, Cabrera trasladó muestras de suelo hortícola al laboratorio, les aplicó los insecticidas y analizó cómo se redujeron sus concentraciones al añadir tres abonos orgánicos.

“Observé que en el suelo al que le agregué bokashi, el endosulfán se degradó dos veces más rápido que en el suelo sin enmiendas orgánicas. El bokashi se elabora en base a residuos vegetales y animales, melaza, levadura y carbón. Registré un resultado similar con la cama de pollo, que es el material que cubre el piso de los galpones de cría avícola, compuesto por cáscara de arroz o aserrín y excremento de aves, entre otras cosas”, expresó la especialista.
Respecto al clorpirifós, la investigadora señaló que se degradó dos veces más lento tanto con el bokashi como con la cama de pollo.
“Esto coincide con trabajos académicos que muestran que cuando este insecticida entra en contacto con la materia orgánica del suelo queda poco disponible para que los microorganismos lo metabolicen”, aseguró Cabrera.
En este sentido, añadió que estos resultados muestran la gran complejidad de pensar las enmiendas orgánicas para biorremediar suelos, ya que cada una estimula la degradación de un contaminante sintético en particular. También destacó que la realidad hortícola es mucho más complicada porque existen numerosos plaguicidas en el suelo.

Fuente: InfoCampo

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Asumió Alberto Fernández y el sector agropecuario ya empezó a dar señales para avanzar en el vínculo con el nuevo gobierno.
Tal es el caso de la Cámara Argentina de Productores Avícolas (Capia), cuyo presidente, Javier Prida se refirió al plan contra el hambre que encara el oficialismo. En una reunión de fin de año, el dirigente le pidió a la nueva administración que “escuche” al sector, porque tiene “mucho conocimiento y recursos” para sumar a esa lucha.
En ese sentido, Prida contó que ya confeccionó un temario de cinco puntos para abordar junto al equipo de Fernández en la denominada Mesa del Hambre, adonde la actividad quedó incluida y espera tener un “rol activo”. La idea es que se incluya al huevo en los planes sociales, como un alimento clave para enfrentar la malnutrición y la desnutrición.
“Este es un sector que da trabajo a 25.000 personas en el territorio argentino y que agrega valor al campo transformando granos en proteínas”, sostuvo, y aseguró que confía en que se logrará “discutir y encontrar las soluciones necesarias para mejorar la producción, el consumo interno y la exportación“.
El dirigente avícola reiteró el pedido que viene llevando adelante desde hace tiempo, que tiene que ver con la necesidad de rebaja del IVA al 10,5%, que ya rige para carnes y leche. Asimismo, reclamó trazabilidad de lote para combatir la informalidad en el sector, que según los cálculos oficiales llega al 50%. En tanto, pidió la apertura de nuevos mercados internacionales, con foco en India y China, y herramientas financieras a través del Banco Nación junto con una revisión de la carga impositiva.
 

Fuente: InfoCampo

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