La competitividad es una herramienta fundamental para las actividades agropecuarias. Con su aumento, crece la producción y se recrea un mejor ámbito para el desarrollo.
En el último trimestre de 2019, el Índice de Competitividad, que elabora Coninagro, experimentó una caída del 1,7% interanual. 
La desmejora en la competitividad de las economías regionales, en el tercer trimestre, se debe al deterioro de 5 de las 7 dimensiones que componen el indicador.
Por su parte, el dato que sobresale del estudio es que la inversión en gasto de capital proveniente de la Administración Nacional destinado a la agricultura fue el indicador más afectado, reduciéndose 65,2% interanual (2019 versus 2018).
Otro de las datos fuertes, que hacen a un cóctel negativo para al productor es que, el precio percibido  mostró un retroceso en términos reales de 8,9% interanual. Al mismo tiempo,  el costo de producción promedio se incrementó por sobre la inflación.
En esta línea, los combustibles, la energía eléctrica y los insumos dolarizados fueron afectados por la crisis cambiaria post PASO que envolvió una devaluación de 29% en el tercer trimestre de 2019.
En contraposición, dentro del pilar “desempeño económico”, el indicador de cantidades (consumo y producción) creció 1,6% interanual, principalmente de la mano de una mayor oferta de granos, maní y algodón.

Fuente: InfoCampo

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Con el regreso de las precipitaciones a diferentes áreas agrícolas se reactivó la biología dentro de los cultivos. Ahora, comienza el ventana para hacer los monitoreos y a visualizarse la presencia de diferentes insectos. Un repaso de las plagas que atacaron la última campaña puede ser un buen parámetro. 
La Red de Manejo de Plagas (REM), de Aapresid, encuestó a sus productores asociados, respecto al manejo de plagas que llevaron adelante en la campaña 2018/19.
MAÍZ
GUSANO COGOLLERO
Representa la plaga del momento. En el caso de estplagasa insecto, en promedio, se realizaron 0,1 aplicación para el maíz temprano y 0,3 en el tardío. Es decir, significa que se aplicó 1 de cada 10 hectáreas sembradas con el cultivo en el primer caso y 1 de cada 3 en el segundo.
El Litoral (Entre Ríos y centro de Santa Fe) fue la región de mayor cantidad de aplicaciones, mientras que el Centro (Núcleo) y Sur (Sudeste y Sudoeste de Buenos Aires) fue la de menor cantidad de tratamientos contra este gusano.  
En girasol, la cantidad de aplicaciones aumentan a 0,5,  lo que significa que se aplicaron la mitad de las hectáreas sembradas, sin diferencias marcadas entre las aplicaciones interzonales. 
 SOJA
ORUGAS
En este caso, los registros de aplicaciones fueron muy altos, por ello es clave la atención a este complejo, a partir de ahora, teniendo en cuenta los mayores registros de lluvias. Para orugas, se hicieron en torno a 0,85 aplicaciones, es decir, que se aplicaron 8 o 9 de cada 10 hectáreas sembradas, con cierta estabilidad en la cantidad de aplicaciones en todas las zonas. 
CHINCHES
En este insecto, el promedio ronda las 0,75 aplicaciones por hectárea, pero la variación entre zonas es muy significativa. El Litoral nuevamente supera al resto, con más de una aplicación en la campaña, le siguen el Oeste medanoso (0,9) y Centro (0,8), luego el Oeste (0,7) y, por último, la zona Sur, donde solo se aplicaron en 1 de cada 3 hectáreas. 
TRIPS – ARAÑUELAS
La última campaña fue húmeda en todas las zonas, lo cual no son las condiciones ideales para la presencia de estas plagas. La zona de mayor cantidad de aplicaciones fue la región oeste, donde se aplicó en 1 de cada 5 hectáreas. En esta campaña, cabría esperar una situación bastante diferente ya que estamos en un año mucho más seco.
 
 
 

Fuente: InfoCampo

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