Una llamativa máquina volvió a conquistar Twitter, esta vez se trata de un carguero multiterreno que trae acoplado una especie de tambor donde recolecta piedras de gran tamaño mientras filtra el suelo, dejándolo disponible para su uso nuevamente.
La maquinaria de la firma norteamericana Terex impresionó a los usuarios de las redes.

Rolling Stones pic.twitter.com/HFpALzp0o2
— World of Engineering (@engineers_feed) February 23, 2020

La máquina podría servir para campos pedregosos en zonas precordilleranas o serranas (Córdoba, Bs As, San Luis, algunas zonas del NOA) ya que, hay muchos establecimientos que tienen ambientes improductivos por la piedra.

Fuente: InfoCampo

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Para atender a un mercado cada día más exigente y comprometido con la inocuidad y la calidad, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) implementó un sistema informático capaz de administrar la infinidad de datos que surgen de los diversos tipos de traslado de mercaderías que se generan a lo largo de las cadenas de frutas y hortalizas: el Documento de Tránsito Sanitario Vegetal Electrónico (DTV-e), herramienta que respaldada por elevados estándares de seguridad y confidencialidad presta servicio a uno de los sectores más dinámicos de la economía, protegiendo la producción de agroalimentos y atendiendo a la salud pública.
Las cadenas de frutas y hortalizas presentan un conjunto de actividades para lograr que los productos agrícolas se transformen en un alimento apto para ser consumido por los seres humanos. Las mismas son llevadas a cabo por diferentes agentes económicos que se dedican a captar los mercados externos y/o satisfacer las demandas de los grandes centros de consumo locales. Incluyen todas las actividades relacionadas con la manipulación desde el predio productivo, pasando por los eslabones de procesamiento, almacenamiento, transporte y comercialización en los puestos a tal fin, o su acondicionamiento para la exportación.
El Sistema Integrado de Gestión del Documento de Tránsito Sanitario Vegetal (SIGDTV), aprobado por la Resolución Senasa 31/2015, provee la plataforma que administra las acciones de todos los sujetos obligados a gestionar el DTV-e, respondiendo a la complejidad y diversidad de las actividades productivas, de acondicionamiento, comerciales y logísticas a lo largo de toda la cadena agroalimentaria de frutas y hortalizas.
En virtud de la recopilación de información sobre plagas de interés para los principales cultivos, la que surge de las acciones que el Senasa y distintas instituciones, organizaciones y entidades vinculadas y reconocidas (institutos de investigación, universidades, gobiernos locales, sociedades científicas, laboratorios, consultores), el SIGDTV prevé una serie de advertencias y bloqueos que son configurados de manera dinámica respondiendo a las necesidades de los programas oficiales fitosanitarios a fin de impedir y/o advertir sobre traslados de productos frescos que acarreen riesgos de dispersión de plagas. De esta manera se contribuye a la conservación de los montes y explotaciones frutales, el mantenimiento de los rendimientos de las unidades productivas y la protección de las actividades relacionadas.
Este recurso que el Senasa pone a disposición del sector frutihortícola es emergente de la complementación de los componentes específicos del Sistema Nacional de Protección Fitosanitaria, un conjunto de programas coordinado estratégicamente por la Dirección Nacional de Protección Vegetal cuyo objetivo es prevenir la introducción y/o dispersión de plagas cuarentenarias y controlar las plagas presentes de alto impacto económico, con las acciones que conduce la Dirección Nacional de Inocuidad y Calidad Agroalimentaria tendientes a mitigar los riesgos de contaminaciones químicas, físicas y biológicas.
La manipulación en origen del producto, que suele consistir en su limpieza, una clasificación inicial para eliminar la mercancía en mal estado y la calibración, base para la clasificación final del producto, es posterior a las actividades culturales en el predio productivo.
Atento al rol activo del Estado en el diseño y ejecución de políticas para los sectores productivos cuya actividad repercute en toda la cadena agroalimentaria y a que la protección de la salud humana constituye un motivo de preocupación primordial, el Documento de Tránsito Sanitario Vegetal Electrónico (DTV-e) está explícitamente mencionado como uno de los requisitos mínimos obligatorios al momento de implementar las BPA ya vigentes para los productores frutícolas y cuyo plazo se extiende a enero del 2021 para los hortícolas.
Los requisitos para las diferentes categorías de los locales en donde se seleccionan, clasifican, acondicionan, envasan, identifican y conservan (provisión de frío y condiciones ambientales adecuadas) los productos frutihortícolas están contemplados en la Resolución SAGPyA 48/1998. La dinámica del sector promueve nuevos roles que necesitan gestionar en el SIGDTV, impulsando la actualización de las regulaciones referidas a las actividades de empacado a campo y sitios de acondicionamiento primario, a fin de poder ser incluidos en los registros oficiales. El objetivo es una mejora en la calidad, la inocuidad y el control sanitario, junto al fortalecimiento de la trazabilidad de las hortalizas y frutas de consumo en fresco.
Los movimientos relativos a las etapas de comercialización son prestados por un gran número de agentes; los que revisten el carácter de mayoristas son identificados y registrados en Sistema de Control de Frutas y Hortalizas (SICOFHOR), regulado por la Resolución Senasa 637/2011. A fin de completar el esquema de los canales comerciales, el alcance del SIGDTV contempla a la distribución minorista y los establecimientos que industrializan frutas y hortalizas, que sin ser competencia del Senasa, gestionan como eslabón extremo.
Los roles de cada actor en la cadena de valor tradicional se van adecuando a las señales con que traccionan los mercados, con una progresiva tendencia hacia la integración vertical, estableciéndose vínculos estables entre proveedores y clientes. El DTV-e, una herramienta dotada de transparencia y agilidad, es el recurso idóneo para administrar la información que surge de la multiplicidad de las actividades y tipos de movimientos propios del sector.

La AFIP adopta al DTV
Los avances en la aplicación gradual del DTV-e han mostrado en los últimos años un notable aumento de la cantidad de movimientos documentados y de los volúmenes de mercadería amparados sanitariamente. A pesar de que al sector se lo describe como que adolece de un apego a la formalización en términos de la trama laboral y comercial, las ventajas instrumentales que el Senasa ofreció a los actores hicieron que se generalizara el conocimiento del DTV-e, lo que ya se puede considerar pleno en todos los eslabones de la cadena agroalimentaria mayorista de frutas y hortalizas.
Tal fue el impacto en la utilización de este recurso, que en 2018, a tan solo algo más de dos años de haberse emitido los primeros documentos, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) adoptó al DTV original como remito oficial para respaldar fiscalmente el traslado de todos los productos de origen vegetal que el Senasa había puesto bajo el amparo sanitario del mismo. La Resolución General Conjunta AFIP-Senasa 4297 aprobó al rebautizado DTV-e, manteniendo la potestad sobre el ritmo de gradualidad de implementación en el Senasa, atento a que el universo de sujetos alcanzados por la medida presenta características disímiles de infraestructura y de tecnología.

El DTV-e y las ventajas de la autogestión
El Senasa puso a disposición todos los actores de la cadena tramitar los DTV-e, esto es emitir y/o cerrar un documento, por la modalidad de autogestión, a cualquier hora, con la anticipación que más le convenga a cada uno, sin necesidad de dirigirse a las oficinas del organismo.
La autogestión del DTV-e se aplica a todas las especies amparadas a la fecha, y entre todos los eslabones identificados en la amplia red de circuitos de intercambio del sector frutihortícola. Productores, importadores, empacadores, titulares de cámaras de frío, y los diversos operadores comerciales del sector pueden administrar sus tiempos, su adecuación a las condiciones climáticas, estado de los caminos, disponibilidad de medios transportes e incluso a las condiciones de horario de entrega que imponen las relaciones cliente-proveedor, optimizando los recursos disponibles con el consiguiente ahorro y aumento de beneficios en la operación.
No obstante las ventajas mencionadas, el Senasa conserva el servicio de gestión personalizada en sus oficinas locales para aquellos casos en que, por razones fortuitas, se hayan interrumpido la conectividad o el suministro de fuerza motriz en los establecimientos emisores, u otros inconvenientes que le impidan a los interesados gestionar un DTV-e por sus medios.
La autogestión pretende el empoderamiento de los individuos para que cumplan sus objetivos por sí mismos y es otra de las herramientas de adecuación del Senasa a las necesidades de los usuarios, que proporcionando agilidad, comodidad y seguridad a las transacciones entre operadores del segmento de frutas y hortalizas frescas.
Seguridad y validación informática
El Senasa implementó también un servicio de validación de documentos mediante el cual es posible verificar la autenticidad de un DTV-e por vía informática o telefónica, a fin de que los interesados constaten algunos datos significativos contenidos en los impresos que amparan el traslado de mercaderías. De esta manera, las 24 horas del día, con el Código Único de Validación Electrónica (CUVE) que está impreso en cada DTV-e, cualquier persona puede hacer la consulta, e inmediatamente recibe la respuesta sobre la vigencia de un documento, la identificación oficial de origen y destino, e incluso el producto y las cantidades transportadas.
Este servicio se inscribe dentro del marco de mejoras ofrecidas por el Senasa a los autogestores, a los agentes del Servicio Oficial y a la comunidad toda, con el propósito de fortalecer la seguridad agroalimentaria y las prácticas de lealtad comercial.
El mercado de alimentos muestra una movilidad ascendente en la calidad de las prestaciones que no solo gana adeptos entre los actores del sector, sino que se va convirtiendo en un requisito ineludible a la hora de competir comercialmente. A fin de diferenciarse positivamente, surgen normas de índole sanitaria privadas que obligan a productores, intermediarios, distribuidores y exportadores a cumplir un cúmulo de exigencias para que sus productos califiquen para los mercados internacionales.
Se adoptan modelos que permitan no sólo relaciones eficientes entre los eslabones de las cadenas de valor, sino también el “plus marketinero” de actuar de manera rápida en beneficio del consumidor en primer lugar y de los intereses de las empresas productoras luego, al tener las mercancías bien identificadas en las diferentes etapas de la cadena de abastecimiento.
Este concepto sugiere la necesidad, entre otros aspectos, de conocer el origen de los productos utilizados a lo largo de toda la cadena de producción, elaboración y hasta la distribución según el caso, o sea de poder rastrear el inicio de las materias primas que dan forma a los alimentos, hacer un trazado a lo largo de toda la sucesión de operaciones que se denomina cadena. A esto se lo llama “hacer la trazabilidad” de los alimentos.

Demandas de los mercados globales
Las autoridades sanitarias de los principales países compradores de frutas y hortalizas no han sido ajenas a esa corriente de innovación, mejoramiento y ponderación de la inocuidad, estableciendo regulaciones de exigencia creciente. El mundo ya no se conforma solo con una calidad de acuerdo a especificaciones, sino que reclama seguridad alimentaria y buenas prácticas en todos los eslabones, por lo que resulta imprescindible tomar acciones a fin de conservar la participación comercial en las plazas alguna vez conquistadas y expandir las posibilidades de posicionamiento de los productos frutihortícolas en los mercados.
Con una buena trazabilidad se puede reconocer de manera única e irrepetible a los responsables comerciales y logísticos, amén de los intermediarios e instalaciones que intervinieron en la cadena, y tomar las acciones correctivas donde y cuando sean necesarias.
Uno de los disparadores de la puesta en marcha del SIGDTV ha sido la lucha contra el Huanglongbing (HLB), a fin de proteger a la citricultura de la plaga que se considera como la más grave para los cítricos en el mundo, actividad que en varias provincias del país es el principal componente del producto bruto local, una auténtica economía regional.
Otra plaga de gran impacto es la Lobesia botrana, conocida comúnmente como “la polilla de la vid“, la cual provoca pérdidas en los volúmenes de producción, menor rendimiento por planta y afecta la calidad de la fruta tanto para consumo en fresco como para vinificación. Las configuraciones de bloqueos y advertencias en el SIGDTV sobre la necesidad de tratamientos cuarentenarios, regulan los movimientos alrededor de las áreas reglamentadas y la adhesión al Sistema de Medidas Integradas (SMI), que consiste en un conjunto de acciones de índole fitosanitarias para reducir el riesgo de dispersión de la plaga.
La implementación del DTV-e resguarda también el ingreso de fruta sin tratamiento a las zonas declaradas libres de la plaga conocida como Mosca de los Frutos, considerada una de las de mayor importancia económica para la producción frutihortícola de la Argentina debido a los daños que produce en la fruta y a las mermas económicas asociadas.
Este ensayo sobre la implementación del DTV-e se refiere exclusivamente al traslado de las frutas y hortalizas desde los predios productivos hasta los eslabones de consumo local o exportación. A título informativo, el SIGDTV y las actividades de protección desarrolladas por el Senasa también se extienden a toda la temática de los denominados “viveros”, que abarca a los materiales de propagación, micropropagación y/o multiplicación vegetal (a excepción de semillas botánicas) y a la administración sanitaria del tránsito de todos los productos y subproductos del algodón.

Fuente: InfoCampo

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Un pescador capturó un enorme surubí de 75 kilos en las aguas del Río Paraná, a la altura de la localidad de Paso de la Patria, Corrientes. Acompañado de sus hijos, decidió resguardar la especie y lo devolvió al agua.

Mirá el surubí que sacó este muchacho: más de 70 kilos. Esto es Paso de la Patria. #Pesca con devolución. No hay que depredar el río Paraná, hay que sembrarlo. Ojalá algún día el Estado se dé cuenta y actúe en consecuencia. pic.twitter.com/MhrAGEFzcv
— Javier Alvarez (@JaviAlvarezOk) February 23, 2020

“Gracias a este Surubí, Paso de la Patria, se lo dedico a toda mi familia que siempre me acompaña”, expresó el hombre en un video difundido en las redes sociales.
El pez luce imponente tanto en su tamaño como en su estado y, una pieza de tales dimensiones resulta vital para la reproducción y supervivencia de la especie.
“Muchas gracias Gonzalo, el guía que me acompañó. Luchamos, luchamos, todo el día pero acá está el resultado. Acá se va” expresó emocionado.

Fuente: InfoCampo

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Después del fuerte cruce con Daniel Scioli en el Congreso, y mientras continúan las negociaciones en relación a la suba de retenciones, Ricardo Buryaile se refirió este viernes a los dichos de Alberto Fernández acerca de los autoconvocados, que advierten que irán al paro si el aumento del 3% se oficializa.
“Leía recién unas declaraciones del presidente diciendo que los autoconvocados son manejados por Cambiemos. Podrán simpatizar algunos sí, otros no”, sostuvo Buryaile en una entrevista con El Destape Radio.
El diputado nacional de Juntos por el Cambio y exministro de Agroindustria descartó de esa manera las afirmaciones de Fernández, que en la mañana de este viernes trazó diferencias entre la Mesa de Enlace y los productores autoconvocados al señalar que los últimos son “opositores manejados o inducidos por dirigentes de Cambiemos y particularmente del Pro“.
De todas maneras, consideró que actualmente no hay “una agresión verbal desde el Ejecutivo, que sí la hubo en el 2008″, aunque remarcó que existe un “odio visceral que siente el kirchnerismo por los productores agropecuarios”.
Por otro lado, el diputado no avaló los cortes de ruta, y aseguró que esa forma de protesta “tiene que estar terminada en la Argentina, para unos y otros porque ningún fin justifica los medios”.

Fuente: InfoCampo

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La industria avícola logró posicionarse como uno de los sectores más pujantes de la actividad agroalimentaria en nuestro país, sin embargo los derechos generados por la cría de aves ya encienden las alarmas por sus graves consecuencias sobre el medioambiente. Atento a esta problemática, un equipo de científicos de la Universidad Nacional de La Plata busca reducir el impacto de la industria, transformando las plumas residuales en fuente de proteínas.
Desde el Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales de la Facultad de Ciencias Exactas (CINDEFI, UNLP-CONICET-CIC), se trabaja en la búsqueda de pequeños microorganismos antárticos -que fueron aisladas durante una expedición al continente blanco, realizada en el año 2016- que podrían tener distintas aplicaciones biotecnológicas.
Si bien una parte de los desechos industriales avícolas es utilizada para la producción de harina de plumas en alimentos balanceados para peces, es tal la cantidad de toneladas que se produce anualmente, que ya constituye un verdadero problema ambiental en cuanto a la necesidad de su disposición. Se estima que, a nivel mundial, la actividad avícola desecha en promedio más de 5 millones de toneladas anuales de plumas.
Las plumas están compuestas casi completamente por una proteína llamada keratina, la misma que se halla presente también en nuestro cabello y uñas. Los investigadores platenses buscan utilizar las bacterias antárticas para hidrolizar la keratina presente en las plumas, y generar así productos con cierto valor agregado, como enzimas proteolíticas, que puedan ser utilizadas en la industria de los detergentes para ropa.
“Debido al origen de los microorganismos -zonas de frio extremo-, las enzimas son activas a temperaturas bajas, lo que resulta ventajoso en diversas aplicaciones industriales. Particularmente, en cuanto a las enzimas utilizadas en detergentes lavarropas, pueden realizarse lavados a temperatura ambiente, optimizando así el uso de la energía”, explicó Brenda Bezus, una de las becarias que conforma el equipo.

Fuente: InfoCampo

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En un país con más de treinta millones de hectáreas de tierras cultivadas que aun así tiene al 35% de su población por debajo de la línea de pobreza, de acuerdo a los datos de 2019 difundidos por el INDEC, la preocupación por este escenario llevó a investigadores del Conicet a analizar los inconvenientes, que aparecen a lo largo de la cadena productiva, para reducir el deterioro de las frutas y verduras, y alargar su vida útil.
El desperdicio de comida es una realidad innegable que ocurre en todos los rincones del mundo y aunque la cuestión es atravesada por múltiples factores que complejizan los estudios, esta preocupación por los inconvenientes que aparecen a lo largo de la cadena, desde el campo hasta las góndolas de verdulerías o supermercados, llevó a expertos a participar de un encuentro llamado “Ciencia y producción hortícola”, con el objetivo de acercar el sector científico a los productores del cordón frutihortícola y promover la colaboración entre sí.
“En el caso de las frutas y hortalizas, la pérdida alcanza a un tercio de lo producido. Es muchísimo, pero cuesta percibir la gravedad porque está distribuida en distintas etapas: en el campo, cuando se descartan los ejemplares que por tamaño o aspecto no cumplen con los parámetros establecidos de calidad y estética; en la distribución y venta, especialmente a causa de la interrupción de la cadena de frío y problemas de conservación; y por último a manos de los consumidores, cuando desaprovechan algunas partes, las almacenan en condiciones inapropiadas o compran de más y se echan a perder. En nuestro país, este perjuicio se concentra especialmente en la fase del medio”, explica Ariel Vicente, investigador del CONICET y responsable del LIPA de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP.
Dedicado a la investigación en la tecnología de poscosecha (período que va desde que los productos son recogidos del cultivo hasta su consumo), el científico enfatiza la importancia de trabajar cerca de los productores y darles participación desde el inicio, “para que las investigaciones se generen en respuesta a los problemas reales que los aquejan y no a la inversa: primero desarrollo una herramienta y luego veo quién la podría utilizar. Eso no sirve”.
“Abordamos los aspectos fisiológicos y bioquímicos del vegetal para conocer los procesos que atraviesa y entonces poder pensar estrategias para anular o retrasar las señales de deterioro y alargar su vida útil”, expresa Analía Concellón, también investigadora del organismo que se dedica puntualmente al estudio de la berenjena, una de las hortalizas “estrella” de la zona, junto con el tomate y el pimiento.
En este sentido, hace hincapié en la importancia de mantener temperaturas bajas durante todas las etapas ya que enlentecen los metabolismos, contribuyendo a prolongar su duración. “Si el quintero puede reservar la cosecha a la sombra y en un sitio fresco hasta que la pasen a buscar, aunque sea con una lona o red, ya hace una diferencia”, detalla la especialista.
En cuanto a los productos que se exportan, Concellón resalta que “el frío de los camiones es crucial”, y asegura: “Las grandes empresas lo saben, por eso algunas instalan dispositivos controladores de lo que se llama la historia térmica, para saber si en algún momento del trayecto el conductor estacionó el vehículo al rayo del sol con el motor apagado”.
En relación a la temperatura, Concellón explica que los vegetales se dividen en tres grandes grupos:

Los tropicales, como la banana o la palta, que se deben almacenar como mínimo a 13 grados centígrados.
Los subtropicales, por ejemplo la berenjena y el tomate, que resisten hasta 10°C.
Los que soportan perfectamente los 0°C, como la frutilla, manzana y las hortalizas de hoja, entre otros que no sufren daño por frío. Los dos primeros, en cambio, sí experimentan modificaciones como depresiones y manchas marrones en la piel, que son indicios de alteraciones a un nivel mayor: el de sus propiedades nutricionales.

Los especialistas coinciden en que las verdulerías y negocios de barrio son los que “se llevan la peor parte” ante un manejo poscosecha inapropiado. Sobre este aspecto, Concellón señala el uso de ventiladores como uno de los más perjudiciales, ya que “lo único que hace es robarse la humedad ambiental, y en consecuencia deshidratar los productos. Es como si se les fuera evaporando el dinero sin que se den cuenta”. Un comerciante que compró diez kilos de berenjena -continúa la científica- y no tiene la temperatura adecuada, a los tres días va a tener nueve, y a la semana ya serán ocho, además de un montón de ejemplares arrugados y marchitos que no va a poder vender a los consumidores.
Sobre la preservación en el hogar, los especialistas también apuntan a detalles que pueden parecer menores pero que de todos modos son perjudiciales, como golpear las frutas y verduras en la bolsa durante la compra, ya que esos pequeños impactos reducen la vida útil en varios días. “Es importante informarse acerca de la posibilidad de congelar algunos alimentos crudos y otros cocidos, como así también aprender sobre métodos de deshidratación o elaboración de conservas para aprovecharlos de otros modos si no se consumen en el momento”, agrega Vicente.
Estrategias pre cosecha
Los científicos también dedican su trabajo a estudiar qué sucede antes, es decir durante la siembra y el crecimiento de las plantas, y qué maniobras se pueden implementar en esta instancia para impactar positivamente en la calidad del producto.
Es así que aparece la técnica de injertación, muy conocida en el sector productivo de las frutas pero no del todo aprovechada en el hortícola debido a la falta de conocimiento sobre su uso y la inversión que requiere. “Cada especie tiene distintas aptitudes: están las que resisten más las bajas temperaturas o la sequía, algunas tienen mejor capacidad de absorción de nutrientes del suelo, otras se defienden de los ataques de determinadas plagas. Entonces, este método consiste en ensamblar la raíz de un vegetal, que se conoce como portainjerto, al brote o plantín de otra variedad distinta, para que ésta crezca con los beneficios de la primera”, explica Concellón.
El resultado es el crecimiento de plantas más fuertes y resistentes a distintas situaciones en el campo, lo cual tiene su correlato en la obtención de mayor volumen de frutos en menor tiempo, permitiendo la cosecha y comercialización de una hortaliza algunas semanas antes del comienzo de su temporada.
Los injertos diseñados con diferentes propiedades ya existen y se comercializan de manera tal que el productor compra una planta pequeña pero robusta y lo único que tiene que hacer es llevarla a la tierra. “Si bien es bastante más cara que los plantines comunes, crece vigorosa y puede dar el doble o triple de frutos”, apunta Concellón.

Fuente: InfoCampo

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