Fuente: La Nación
Fuente: La Nación
El ministro de Agricultura confirmó que mañana se publicará en el Boletín Oficial.
Fuente: Clarín Rural
Existían hace tiempo. Se hablaba de ellos. Se los aplicaba con relativa frecuencia y criterio personal de quién hiciera determinada tarea o labor en el campo, o en otros ámbitos. La implosión sanitaria global que provoca el COVID-19 los ha hecho imperiosos. La dolorosa pandemia que afecta la salud de nuestra especie sea quizás la lección que esta enfermedad deje al mundo respecto de lo imprescindible e inexcusable de su uso en lo sucesivo, en todos los ámbitos de la actividad humana.
Y un día, toda la sociedad debió aplicar aquello de lo que tanto se hablaba, cuya importancia se destacaba hasta el cansancio y que a veces se cumplía, pero otras tantas se miraban de costado.
El COVID-19 lo hizo. Para todo y para todos (y todas), los protocolos se hicieron imprescindibles. Y probablemente 2020 pueda ser recordado en el futuro (la historia se encargará o no de confirmarlo) como el año en que los protocolos dieron un definitivo paso al frente en nuestras vidas.
Desde las cosas más sencillas y cotidianas que hacíamos por costumbre, pero no con la técnica adecuada -el lavado de manos- hasta las operaciones más complejas vinculadas con cuestiones médicas, comerciales y por supuesto agropecuarias, están atravesadas por protocolos o formas correctas de hacerlas que hasta hace poco desconocíamos.
¿Hubiéramos imaginado, hace apenas 3 meses o menos, que en el otoño que estamos transitando estuviéramos midiendo la distancia social, evitando la cercanía a menos de un metro de otra persona, usando barbijos y -obviamente- sin compartir el mate y otro tipo de utensilios, amén de evitar apretones de manos, abrazos y ni que hablar besos?
Este gigantesco cambio cultural de toda la sociedad, que nos marcará de aquí en más, debió ajustarse, no sin dificultades, pero con mayor velocidad y precisión en los sectores esenciales que no pararon ni se tomaron cuarentena, por ser de carácter esencial, el agro, entre otros.
Si de distanciamiento social se trata, la operatoria de las maquinarias tuvo que adaptarse rápidamente. Mientras dure la pandemia no se pueden compartir las cabinas de los equipos de uso agrícola. También, al momento del relevo de un operador, es importante desinfectar el puesto de mando de la máquina. Hay que limpiar con productos sanitizantes (rociador con solución de agua y lavandina, por ejemplo) volantes, comandos, asientos, barandas de escaleras, picaportes de puertas de las cabinas y toda superficie que deba ser tocada por la persona que se haga cargo de la máquina. Al mismo tiempo, es aconsejable el uso de guantes de látex y de barbijos, ya exigido en varias ciudades, en el ámbito urbano.
En tanto, es importante que los equipos de que se traten estén en el campo en el día y horario acordados, para evitar esperas y demoras innecesarias, que obliguen al operador a estar más tiempo del necesario en ámbitos donde eventualmente podría circular el virus.
Esta coordinación evitará la concentración de este tipo de vehículos en las inmediaciones del acceso a un lote (caminos rurales, tranqueras), cosa que suele suceder con bastante frecuencia. Para ello se requiere coordinar con anticipación el ingreso y egreso de equipos y camiones, con los contratistas y transportistas, al tiempo que los operadores o choferes deben esperar dentro de las cabinas para cargar o descargar.
En el mismo sentido, en cualquier operación realizada con maquinaria -pulverización, cosecha, siembra, picado- deben evitarse las concentraciones de personas o reuniones, y prestar una mayor atención al orden, limpieza e higiene de las casillas que los contratistas utilizan como alojamiento de su personal en el campo, para tareas que demanden varios días de trabajo. Además, debe reducirse al mínimo la cantidad de personas que deban pernoctar allí.
Otro cambio que deberá operarse es la manera en que se recorre un campo. Ya no podrán hacerlo 2 personas en un mismo vehículo, sino en móviles separados.
Aunque el concepto se reitera desde hace semanas en todos los ámbitos y a través de los medios de comunicación, siempre será bueno reiterar que es necesario ventilar los lugares de trabajo, no compartir utensilios, equipos de protección personal, radios y dispositivo móviles -celulares, tablets-, entre otros, así como el lavado de manos antes y después de realizar la tarea.
En cuanto a los envases de productos fitosanitarios, es fundamental su triple lavado y su guardado en lugar seguro, hasta poder llevarlos a un Centro de Acopio Transitorio (CAT), ya que estos permanecen cerrados durante la cuarentena.
Por último, y a nivel ya más general, aunque en las semanas que llevamos de pandemia y cuarentena ya son prácticas muy instaladas en la nueva cotidianeidad, vale recordar que se puede recurrir a las herramientas digitales para las transacciones comerciales, consultas o trámites administrativos, así como al trabajo remoto para reducir al máximo las personas requeridas en cada planta, realizando al mismo tiempo reuniones virtuales con las tecnologías de la información y comunicación disponibles.
Desde Casafe y otras entidades del agro, hace tiempo se viene pregonando el uso de protocolos para asegurar la aplicación de buenas prácticas agrícolas. Muchos productores las venían implementando, otros quizás estaban pensando cómo hacerlo en sus explotaciones. Hoy su puesta en marcha y funcionamiento son vitales para cuidar la salud de todos, y también para asegurar que las tareas cotidianas en el campo se hagan correctamente.
Quizás aparición del COVID-19 sea el momento bisagra que marque el cambio, entre las tareas que cada quien hacía a su criterio y los trabajos que, en lo sucesivo, deberán hacerse como lo indican los protocolos.
Esos que hasta ahora no se terminaban de asumir y que -pandemia mediante- serán imprescindibles para mantener la vida en comunidad y respetar a un planeta que ha hablado a través de la enfermedad global que la humanidad está sufriendo.
Fuente: InfoCampo
A través del Ministerio de Agricultura, el Gobierno Nacional presentó este martes el esquema de compensaciones de retenciones para pequeños y medianos productores de soja.
Se trata de las devoluciones que Alberto Fernández prometió desde que comienzos de su mandato, y que implican un monto de hasta $11.550 millones.
El miércoles la medida quedará oficializada con la publicación en el Boletín Oficial.
Cómo es plan de devoluciones
En el marco del lanzamiento, que se realizó en una reunión entre el ministro Luis Basterra y dirigentes de FAA, cooperativas agrícolas y otras entidades, se detallaron las cifras y los destinatarios de las devoluciones.
En concreto, los beneficiarios serán aquellos productores que no hayan facturado más de $20 millones en 2019 y que hayan declarado al 31 de julio del año pasado hasta 400 hectáreas destinadas para el cultivo de la oleaginosa. Deberán estar inscriptos en el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA), tal como lo anunció Martín Guzmán a principios de octubre pasado.
De esta manera, se oficializará el Programa de Compensación y Estímulo “destinado a personas humanas y jurídicas productoras de soja en pequeña escala” que ya se venía prometiendo desde el Ejecutivo.
La compensación se calculará según la región: se tomarán en cuenta dos regiones con cuatro estratos de escala productiva, que comprenderán a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, por un lado; y por otro, al resto de los distritos.
Cada beneficiario será compensado por las ventas de granos de soja realizados del 1 de febrero de 2020 al 31 de diciembre de 2020 y con un tope de hasta 2,9 toneladas de soja por hectárea declarada para productores de las provincias del primer grupo y de hasta 2,5 toneladas para los demás distritos.
Las compensaciones se depositarán en la Clave Bancaria Uniforme (CBU) que hayan declarado los productores ante la AFIP, con dos cronogramas diferentes de pagos dependiendo de cuándo se hayan hecho las ventas de su producción.
Para las ventas realizadas hasta el 30 de septiembre de 2020, la compensación se depositará en dos cuotas el 50% en noviembre de este año y la restante mitad en diciembre; mientras que aquellos que hayan realizado ventas después del 30 de septiembre hasta el 31 de diciembre inclusive, se depositará en tres cuotas durante los meses de enero de 2021 (40%), febrero de 2021 (40%) y marzo de 2021 (20%).
Fuente: InfoCampo
Según un informe del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, las principales frutas de consumo argentino se venden en supermercados al doble de precio de lo que cuestan en el Mercado Central de Buenos Aires (MCBA).
El informe, que fue publicado por la agencia oficial Télam, destaca que para el caso de las naranjas, el precio pasó en los supermercados de $60 por kilo el 6 de octubre a $70 el 27 de ese mes, mientras que se mantuvo en torno a los $45 el kilo en las ferias porteñas y en el MCBA.
En relación a las mandarinas, la brecha sería aún más notoria, dado que se vendieron a $130 el kilo en supermercados, a $80 en verdulerías y a$40 en ferias y el Mercado Central.
“A fin de octubre las manzanas se cobraban a $130 el kilo en supermercados, a $100 en verdulerías y a menos de $80 en el MCBA y en ferias. El limón resultó mucho más caro en supermercados ($110 el kilo la semana pasada) que en verdulerías ($70), cuando en las ferias de la Ciudad se observaron los menores precios ($40 el kilo)”, señala el cable de Télam.
El relevamiento sostiene que “las bananas, se ofrecían días atrás en los supermercados a $120 el kilo, el doble que en el Mercado Central y en las ferias, mientras en las verdulerías el precio era de $100 por kilo”.
Fuente: InfoCampo
Un ejemplo concreto es Brasil, cuando hace cuarenta años decidió cambiar su modelo de desarrollo costero, y volverse sobre su interior.
Fuente: Clarín Rural
Fuente: La Nación
Fuente: La Nación
Dos expertos en la materia explicaron los avances de la ciencia en los últimos años.
Fuente: Clarín Rural
De octubre a enero se realiza la cosecha de arándanos en Argentina y desde hace ya un año que en esta época el Comité Argentino de Arándanos (ABC) y Desarrollo y Autogestión (DYA), ONG especializada en prevención y erradicación del trabajo infantil, implementan en los campos un “sistema de cumplimiento social” voluntario.
¿De qué se trata? Es una serie de acciones de prevención, protocolos de monitoreo y de atención para evitar que las necesidades se traduzcan en trabajo infantil y para fomentar la educación de niños, niñas y adolescentes.
Las zonas productivas que se sumaron al proyecto PAR (Producción Agrícola Responsable) son Tucumán y Entre Ríos, con el pilotaje del sistema en tres empresas: PDJ, KINGBERRY y EXTRABERRIES.
“El modelo promueve la producción responsable y refuerza los servicios comunitarios de educación y salud, por lo que cuenta con el compromiso de los gobiernos provinciales y municipales, del Ministerio de Trabajo de la Nación y de UATRE y RENATRE”, explicaron desde ABC,
Para la prevención, ya se dictaron talleres de capacitación y se activaron campañas de comunicación en los territorios con piezas gráficas y redes sociales.
Para el monitoreo, se desarrolló una app exclusiva que tanto contratistas, responsables de campos y productores tienen en sus dispositivos para detectar, alertar y atender posibles situaciones en las que algún menor intente ingresar a un campo productivo. La aplicación dispara una alerta a las áreas de servicio social de las comunidades para atender el caso.
Y para la atención se acordaron alianzas con fundaciones, empresas y sindicatos para realizar acciones de RSE como puntos educativos digitales, la construcción de centros de cuidado en las comunidades rurales, talleres de formación ocupacional para adolescentes, entre otras.
“Desde el ABC venimos trabajando en el desarrollo y ejecución de una estrategia social nacional. El diseño de este Sistema de Cumplimiento Social es un eslabón clave en nuestra estrategia y pone el eje en los trabajadores y sus familias. Estamos convencidos de que la prevención y sensibilización del trabajo infantil solo se logra trabajando de manera mancomunada a nivel nacional, provincial y municipal. Nuestra prioridad es promocionar la educación y el trabajo decente y eso es lo que estamos haciendo”, explicó Federico Bayá, presidente del ABC.
Por su parte, Maró Guerrero, directora de DyA, señaló que “en tiempos de pandemia, prevenir el trabajo infantil en cadenas productivas nos llevó a generar nuevas estrategias de cuidado y protección y ajustar el modelo a una realidad mucho más compleja. Ante un escenario como el actual, donde hay mayor probabilidad de incidencia del trabajo infantil es vital la articulación entre el sector público y privado para efectivamente llegar a las familias con una red sólida de servicios educativos y de salud”.
Fuente: InfoCampo