Frente a la Abadía de San Benito, zona de mansiones y embajadas, un gran terreno abandonado, que conserva la fachada de una antigua casona, está tapiado desde hace más de cuatro décadas. Si bien se ubica en barrio de gran atractivo inmobiliario, jamás exhibió un cartel de venta, ni recibió a posibles interesados. ¿A quién pertenece? ¿Por qué aún no se intentó construir? ¿Existe algún proyecto en danza?Lo único cierto es que a través de las chapas es posible distinguir entre la maleza restos de la vivienda demolida, y las iniciales CABE en su frente, otro dato que acrecienta los misterios alrededor del terreno baldío frente al monasterio.Coronavirus: Alberto Fernández dijo que si se concretan los acuerdos, en abril terminarán de vacunar a las personas de riesgoEl lote está en Villanueva 970/950, entre Gorostiaga y Maure. Villanueva es una calle de árboles adoquinada que remite a la tranquilidad de los benedictinos cuando desde el 1900 hasta 1971 habitaron el convento cuya iglesia está exactamente frente al predio deshabitado. La zona se ve fuertemente custodiada: en las inmediaciones se encuentran varias embajadas, entre ellas la de Alemania y de Croacia, además de sinagogas, colegios y universidades privadas que se mezclan con residencias protegidas por cámaras de seguridad y enormes rejas. Oficialmente esta área corresponde al sector norte del Palermo, pero sus vecinos la llaman San Benito, o Las Cañitas.Tierra de monjes“Se dice que el lote pertenece a la Abadía. Los monjes tienen muchas tierras por esta zona, no sólo el convento es de ellos”, dice Susana Heredia, una vecina que camina para buscar a su hijo al colegio. Sin embargo, dentro de la iglesia, uno de los empleados asegura que “no es cierto. No tengo conocimiento de que los benedictinos sean dueños del terreno de enfrente. Se rumorea que pertenece a la comunidad judía”.El lote está en Villanueva 970/950, entre Gorostiaga y Maure (Hernan Zenteno/)En lo que sí hay coincidencia es que desde hace muchísimo tiempo el predio de 3600 metros cuadrados está vacío, al tiempo que los invaden los árboles y la maleza. El encargado del edificio de la esquina confirma que “cada tanto ingresa alguien a limpiar un poco y a sacar la basura, pero desde que tengo uso de razón está deshabitado”.Mientras pasea a su perro, Fernando Esteve dice que “pertenece a un conocido empresario vinculado a la colectividad”. Detrás de las chapas, sobre el muro, hay dos pequeños carteles de la inmobiliaria Mosquera. Al ser contactada esa empresa explicaron que eran sólo publicidades, que ellos no tenían a la venta Villanueva.Para Alejandro Machado, un investigador del patrimonio quien suele recorrer las calles de Buenos Aires en busca de datos curiosos como éste, sin dudas se trata de un caso muy extraño. “¿Cómo fue que no se construyó nada allí siendo un área tan codiciada para los desarrolladores?”, se pregunta. En esa zona el metro cuadrado puede valer entre 3500 y 5000 dólares, aproximadamente. “Nunca lo vimos en venta. Normalmente estos terrenos uno los ofrece, les pone un cartel, aparece en los buscadores”, explica Mariano Oppel de la inmobiliaria que lleva su nombre. “Cualquier proyecto que se presente en Villanueva 970 puede ser interesante”, asegura el broker, quien opera desde hace años en la zona.Una casona ligada a la aristocraciaLo cierto es que el lote no está dentro de un Área de Protección Histórica, con lo cual allí se podría haber edificado durante los últimos años. Sorprende que la fachada de la casona no fue demolida y el resto sí. Según estudios realizados por Machado, la sigla CABE significa Club Atlético Banco Español, ya que en algún momento funcionó como sede del club de empleados de la entidad crediticia hoy desaparecida.De acuerdo a fuentes orales, el predio está abandonado desde julio de 1978 cuando el Banco Español fue comprado por el Banco Comercial del Norte (Hernan Zenteno/)Para el autor de blog sobre patrimonio, la casa derribada era obra del arquitecto francés Gastón Mallet, uno de los preferidos por la elite vernácula, a cargo de importantes construcciones, siendo una de ellas el Centro Naval de la calle Florida. La vivienda de Belgrano se habría construido a principios del siglo, alrededor de 1927 y, dado que todas las construcciones anteriores a 1941 tienen protección cautelar, se desprende que quienes la demolieron decidieron preservar al menos la fachada.Desde el grupo Patrimonio Belgrano, con miles de seguidores en redes sociales, coinciden con esos datos: “De acuerdo a fuentes orales el predio está abandonado desde julio de 1978 cuando el Banco Español fue comprado por el Banco Comercial del Norte”, es decir que desde hace más de cuarenta y tres años nadie lo habita. Pero además, allí funcionaba, antes del CABE, otro club social privado llamado El Rincón, señalaron los estudiosos. Con respecto a su autor, Mallet, no les sorprende que fuera el arquitecto de la casona de Villanueva ya que en Belgrano dejó también grandes obras.HistoriaPero en realidad la historia comienza bastante tiempo atrás, a principios del siglo XX. LA NACION tuvo acceso exclusivo a datos de Registros, Interpretación y Catastro de la Ciudad de Buenos donde figura el historial de propietarios y se consigna que su primer dueño fue Carlos José Obligado, en 1929. “En realidad se trata de la familia Dose Obligado, quienes fueron los que mandaron a construir el Palacio Dose sobre la Avenida Alvear, hoy también demolido. Mallet justamente fue quien le construyó a Dose lo que fue una de las primeras financieras, más allá de los bancos”, agrega Machado. Exactamente diez años más tarde, en 1939, el Banco Español del Río de la Plata, pasó a ser propietario del terreno hasta 1979, cuando llegó a manos de un particular. Un año más tarde lo compró la empresa Ville Neuve S.A, sus dueños hasta 1993.Según consigna Catastro en su último registro “desde el 9 de junio de 1993 hasta la fecha, el propietario del lote sito en Villanueva 970 es el Estado de Israel”. LA NACION intentó contactarse con la embajada de ese país en Argentina para obtener mayor información a partir de este dato, pero no obtuvo respuesta.Sin embargo, si se conectan varias fechas, es posible recordar que el atentado a la Embajada de Israel ocurrió en 1992 y que el de la AMIA aconteció en 1994, con lo cual no se descartaría que ese país haya tenido intenciones de construir en 1993, y dentro del baldío de Palermo, una nueva sede, o algún edificio vinculado a la comunidad, y que después del segundo atentado se haya desistido de llevar a cabo el proyecto, señalaron fuentes del gobierno porteño.De todos modos no deja de llamar la atención que el atentado a la embajada haya ocurrido frente a la parroquia Mater Admirabilis, en el barrio de Retiro, y que la sede diplomática haya luego comprado un terreno justo enfrente de otra iglesia, San Benito. Todo demuestra que la historia del misterioso predio no está concluida: esta es tan solo la primera parte.

Fuente: La Nación

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Boca está en un momento ideal para acomodar sus objetivos. Lejos de sus mejor versión futbolística, pero con la confianza plena tras eliminar a River en la Copa de la Liga Profesional, recibirá este jueves, desde las 21.30, a Barcelona de Ecuador, por uno de los encuentros del Grupo C de la Copa Libertadores. El encuentro se disputará en La Bombonera, con el arbitraje de Wilmar Roldán y será televisado por ESPN.Facundo Campazzo: cuándo comienzan los playoffs de la NBA y contra quién juega Denver NuggetsEl conjunto dirigido por Miguel Ángel Russo sufrió en su última presentación en la Copa, ya que cayó frente a Santos por 1-0, que lo dejó en el tercer lugar de la tabla por diferencia de gol. En sus encuentros anteriores, consiguió dos victorias y una derrota. Por el lado de los ecuatorianos, también vienen de perder, pero 2-0 contra The Strongest.Con un triunfo, el equipo de Russo encaminará una clasificación que no parecía tan sencilla luego de la derrota en Brasil. Es más, Boca hasta puede quedar puntero del grupo C: para eso debe golear a Barcelona (+5), que tiene más goles de diferencia que el conjunto xeneize (+1). Si la victoria es para el conjunto ecuatoriano, se clasificarán a los octavos de final.En la última jornada del grupo, el equipo de la Ribera recibirá a The Strongest, que todavía tendrá chances de clasificarse a los octavos de final, tanto en la Libertadores como en la Sudamericana. El partido se jugará el miércoles 26, a las 21, en la Bombonera. El mismo día y en el mismo horario, Barcelona será local en el Monumental de Guayaquil, ante el Santos.Kun Agüero se puede perder la final de la Champions League: Guardiola no lo llevaría ni al bancoLa victoria de The Strongest ante Santos dejó a Boca con altas expectativas de cara a la clasificación a los octavos de final. Ante este escenario es que en el cuerpo técnico de Miguel Ángel Russo leen que podrían darles minutos a algunos jugadores que necesitan más ritmo y así preservar a otros pensando para las semifinales de la Copa Liga Profesional, ante Racing. Por eso, el DT podría alinear desde el arranque a futbolistas como Edwin Cardona, Emmanuel Mas, Jorman Campuzano, Franco Soldano, Agustín Obando y hasta Esteban Andrada podrían volver al equipo.Probables formacionesBoca: Esteban Andrada; Nicolás Capaldo, Lisandro López, Carlos Izquierdoz y Emmanuel Mas; Gonzalo Medina, Jorman Campuzano, Edwin Cardona; Sebastián Villa, Carlos Tevez o Franco Soldano y Agustín Obando. DT: Miguel Angel Russo.Barcelona (Ecuador): Javier Burrai; Byrion Castillo, Williams Riveros, Fernando León, Mario Pineida; Nixon Molina, Bruno Piñatares; Michael Hoyos, Damián Díaz, Emmanuel Martínez; Carlos Garcés. DT: Fabián Bustos.Hora: 21.30, hora de la Argentina.Estadio: Alberto J. Armando.Árbitro: Wilmar Roldán (Colombia).TV: ESPN.

Fuente: La Nación

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“Que el hombre sepa que el hombre puede”, lanzó el 12 de julio de 1984 el capitán Alfredo Barragán al arribar al puerto de la Guaira (Venezuela), luego de haber estado 52 días en alta mar. Acababa de cruzar el océano Atlántico en una balsa de madera de trece metros de largo por seis de ancho, sin timón ni gobierno (sin ancla), ayudado por una vela y una corriente marina que nace en África y que se desplaza hasta la costa americana.El proyecto del Gobierno para suspender las clases presenciales“No podíamos virar ni volver, ni parar”, recuerda. Un cabo de setenta metros de largo anudado en la popa era la única chance que tenían los cinco integrantes de sobrevivir a una caída al mar. La regla era estricta: nadie podía salir al rescate. “Es preferible perder a un hombre que a dos”, determinó Barragán.“Expedición Atlantis fue la última expedición romántica de exploración”, sostiene este abogado nacido en Dolores, donde vive, y que a los 72 años tiene un récord difícil de igualar: durante cincuenta años hizo treinta expediciones en cinco continentes, que incluyen el cruce en globo sobre la cordillera de los Andes, la primera navegación del río Colorado, cinco expediciones al Aconcagua, al Everest, Mont Blanc, Kilimanjaro, la Antártida y el cruce del mar de las Antillas en kayak. “Así como algunos pintan o escriben poesía, yo hago expediciones, es mi especialidad artística”, afirma.“Expedición Atlantis fue la última expedición romántica de exploración”, dice Barragán (RICARDO PRISTUPLUK/)“La balsa enamoró a todo aquel que se le puso adelante”, sostiene al referirse a Atlantis, y la interminable cadena de favores que necesitaron para llevarla a cabo. “Es lo más importante y bello que he hecho en mi vida”, reafirma. Construida con troncos de madera balsa, durante 52 días fue el hogar de cinco exploradores, todos miembros del CADEI (Centro Actividades Deportivas Exploración e Investigación). “Nunca supimos nuestro rumbo, lo intuíamos, nos guiábamos por las estrellas”, señala Barragán.Se desvanece la ilusión de la inmunidad de rebaño“No había ninguna posibilidad de detener la balsa, pero sabíamos que funcionaba”, afirma. Tenían una bodega con 60 bidones de agua, 27 baldes con comida, un botiquín, cámaras para registrar la travesía, y una radio VHF que había donado la Armada. Durante la travesía tuvieron que atravesar tormentas y no vieron ningún barco sino hasta el día 49. No pescaron nada. “Una cosa es no pescar, otra es que jamás picó!”, cuenta Barragán aún sorprendido.Llevaron dos tubos de 45 kilos de gas licuado. Un pequeño anafe fue su cocina. “Hicimos las compras en un supermercado de Mar del Plata que donó la comida”, afirma. “No era una dieta especial”, acuerda. Fideos, arroz, salchichas y albóndigas enlatadas. Un balde atado a un cabo fue el improvisado baño del equipo.Atlantis desafió los límites de la exploración y la navegación al plantear un viaje que no se hizo nunca en la época moderna. Sólo comparable a Kon Tiki, aquella expedición que en 1947 realizó el noruego Thor Heyerdahl y que comprobó que los americanos podrían haber tenido vínculos con la Polinesia, trasladándose por las corrientes marinas. En una balsa similar a la Atlantis, cruzó el océano pacífico desde Perú hasta llegar a las islas Tuamotu. Viajó 101 días, navegando 7.000 kilómetros.En pocas palabras lo que Barragán quería demostrar era que 3.500 años antes de Cristo, los africanos podrían haber hecho lo mismo, usando una corriente marina -“es una cinta transportadora”- que une ambos continentes. “En la antigüedad, el mar no era una barrera, sino una vía de comunicación”, manifiesta Barragán.La expedición Atlantis comenzó el 14 de abril de 1980 a las 20, ese día Barragán estaba en su estudio en Dolores. Recibió un llamado laboral de un miembro del CADEI, Roberto Mucciarelli, la comunicación terminó con esta frase inquisitiva: “Alfredo: ¿no estamos demasiado quietos?”, recuerda. “No hizo más falta: entendí enseguida”, agrega. “Decidí hacer una nueva expedición”. No durmió esa noche. Buscó datos y en su biblioteca –atestada de libros sobre expediciones, mapas y cartas náuticas- los halló. “Siempre he sido un aguerrido investigador”, resume.En los Olmecas estaba la clave y en un grabado africano de arcilla de 3500 años de antigüedad. Los Olmecas fueron la primera cultura mesoamericana, muy evolucionada. Tallaron la piedra con figuras humanas, y dejaron a la posteridad 15 figuras megalíticas de 20 toneladas y 3 metros de altura. “Muestran diferentes personas: todas con rasgos negroides”. Por otro lado, en la costa noroccidental de África los pueblos navegaban en balsas de madera liviana, sólo se trataba de unir esas piezas. “Hubo africanos en América, lo voy a demostrar”, se prometió Barragán.”No soy un aventurero, soy expedicionario, creo en la planificación”, dice Barragán (RICARDO PRISTUPLUK/)Volvió a llamar a Mucciarelli a las 6 del día siguiente y le dijo que tres días después citara a los miembros del CADEI en Mar del plata. Les explicó el proyecto, habló cinco minutos mostrando libros y cartas. “Voy a cruzar el océano Atlántico en balsa y entre ustedes estará la tripulación de la expedición. Ya lo tengo decidido”, afirmó. Atlantis estaba en marcha.Durante los próximos cuatro años movieron cielo y tierra para llevar adelante la expedición. “La hicimos sin dinero, y eso fue lo más bello”, recuerda Barragán. Respetaron una regla (todas las expediciones del CADEI se hicieron de la misma manera): no aceptar ningún sponsor. “El signo peso no tiene lugar, la bandera argentina me parece el emblema más bonito”, confirma Barragán, quien pagó con su dinero todas las expediciones que hizo. Hizo toda clase de gestiones para conseguir soluciones. “Había que hablar con presidentes, pero también con indios”, sostiene.“No tengo casa propia, alquilo. Soy clase media”, confiesa. “Las expediciones tienen que ser un canto a la libertad”, completa. “Si tengo que ir a Singapur a buscar un dato, vendo mi auto y viajo”, agrega. Con Atlantis sucedió de esa manera. Los ahorros se fueron licuando para darle forma a la expedición. “No soy un aventurero, soy expedicionario, creo en la planificación”, manifiesta.La expedición y la proeza del grupo, dio vuelta el mundo; se filmó una película (la dirigió Barragán) que se tradujo a seis idiomas y fue vista por 1.000.000 de personas (RICARDO PRISTUPLUK/)Fue hasta México para conocer las esculturas olmecas. Rastreó datos por bibliotecas de todo el mundo. “No había Internet, era visitarlas y buscar libros”, sostiene. “Yo estaba convencido que esa corriente marina y ese viento me llevarían a América”, reafirma. “Nosotros no íbamos a ser tripulantes de la balsa, sino testigos de su llegaba a la costa venezolana”, acuerda. El diseño lo hizo siguiendo a modelos africanos.Nueve troncos atados con cuerdas vegetales, un mástil bipode, y una percha que sostuviera la vela, que donó la Fragata Libertad. Un pequeña habitáculo de madera y techo de paja. Nada más.La balsa debía hacerse con troncos de una madera que crece en la región centroamericana y en los trópicos, en el centro de África y la India: el ochroma pyramidale, o más conocido como madera balsa (la que se usa para el aeromodelismo). Tiene poco peso específico y mucha flotabilidad. Decidieron buscarla en Ecuador.“Llegamos a Guayaquil con 197 dólares, que repartí al grupo por si tenían que llamar a alguien”, cuenta. Estuvieron 42 días hasta dar con los árboles. Ellos mismos, con la ayuda de indios de la selva, los cortaron.Los troncos llegaron vía marítima hasta el puerto de Buenos Aires, un miembro del equipo viajó con ellos: debía hidratarlos todos los días, sino la madera se cuartea y rompe. Necesitaban tres camiones. “Los pedí por radio y enseguida se ofrecieron”, recuerda Barragán. La balsa la armaron en Mar del Plata. Para fines de 1983, ya estaba lista y la trasladaron en la bodega de un barco hasta Tenerife.El 22 de mayo de 1984, zarparon desde Tenerife (islas Canarias), delante suyo, la incógnita de lo desconocido. Para reducir riesgos, se sacaron los apéndices y abordaron con la dentadura en perfectas condiciones. “Confiamos en esa corriente marina”, asegura Barragán.Una vez en el mar, había cosas que hacer. “No hay democracia en un barco”, se refiere a su condición de capitán. Los roles estaban distribuidos. Jorge “El Vasco” Iriberri era el segundo capitán, Félix Arrieta, camarógrafo (dentro de la balsa confesó que no sabía nadar). Oscar Giaccaglia, sobrecargo y cocinero, y Daniel Magariños, navegación y cálculos astronómicos.“Avanzábamos 70 millas náuticas por día”, afirma Barragán. “La preocupación era saber nuestra ubicación”, agrega. Esta incertidumbre fue diaria por más de un mes. En el día 49, vieron un barco. “¿Son la balsa que zarpó de Tenerife?”, le preguntaron desde la radio. Entendieron que la expedición había cobrado notoriedad. “Necesitamos saber nuestra ubicación”, inquirió Barragán. “Están a 10 millas de la isla Testigo (Venezuela): ¡bienvenidos a América!”, les respondieron. Se abrazaron. El viaje que habían soñado durante cuatro años, finalizó.En la entrada del puerto de la Guaira, tal como Barragán había calculado, 52 días después de zarpar y de navegar 5.000 kilómetros, arriaron la vela. Miles de personas los esperaban. “A fuerza de conseguir los imposibles, aprendí que no existen”, resume. Los africanos, pudieron venir a América. Atlantis lo comprobó.La expedición y la proeza del grupo, dio vuelta el mundo. Se filmó una película (la dirigió Barragán) que se tradujo a seis idiomas, fue vista por 1.000.000 de personas y es el film argentino más visto de la historia en el mundo. Recibió infinidad de premios, incluso uno de la Academia de Hollywood. Barragán rechazó contratos millonarios con multinacionales y con Disney.La balsa está en un depósito en Dolores, una vez por año, los integrantes de la Atlantis, se juntan para hacerle tareas de mantenimiento. Barragán escribió un libro contando la experiencia y hoy trabaja en un proyecto para hacer el primer Museo de la Exploración en Dolores. “La balsa es un monumento al espíritu romántico”, concluye.

Fuente: La Nación

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“A veces tengo suerte y consigo un auto que me lleva directo y llego temprano a la escuela”, confiesa Patricia Ibañez (49 años), docente de una escuela rural de Villa Iris (Puan), en lo profundo del sudoeste bonaerense.Todos los días tiene que hacer dedo para llegar al aula donde la esperan 20 alumnos. Recorre 200 kilómetros, ida y vuelta. “Cuando acepté el cargo sabía que la única manera de llegar a los niños, era haciendo dedo”, cuenta.Horacio Rodríguez Larreta presentó el amparo ante la Corte por las clasesTiene seis hijos, terminó la secundaria a los 35 y se recibió de docente a los 44. “Sé que es un gran esfuerzo, lo importante es que los niños puedan tener acceso a la educación”, sostiene.Patricia Ibáñez tiene seis hijos, terminó la secundaria a los 35 y se recibió de docente a los 44. “Defiendo la presencialidad, más en el ámbito rural”, confirma Patricia. Sabe de esfuerzos. “Los niños esperan ir a la escuela, la extrañan”, explica. La virtualidad es un problema aún mayor en el campo. No todos tienen internet y los que sí, el servicio es defectuoso. “Los chicos preguntan cuándo se va a terminar el protocolo, la vuelta a los recreos de antes”, afirma. “Es difícil para ellos y para nosotras las docentes, pero cumplimos con todos los protocolos”, sostiene.Vive en Puan (ciudad cabecera, a 580 kilómetros de CABA) Su día comienza temprano, antes de las 10 de la mañana debe estar parada en una garita en las afueras del pueblo para hacer dedo. “No todos los días son iguales, a veces me levantan más rápido, a veces no aparece ningún auto”, cuenta.Para llegar a la escuela en donde es titular, en la lejana Villa Iris, debe atravesar gran parte de la dilatada geografía del Distrito de Puan. “No tenemos medios de transporte ni combis que nos lleven”, anticipa. Su sueño: poder tener por lo menos un transporte público que la acerque. “Se ha naturalizado que las maestras rurales tenemos que hacer dedo, no está bien”, confirma.Algunas maestras tienen auto, pero deben pagarse el combustible hasta la escuela, las distancias son inmensas. “Es muy costoso”, afirma Patricia. Hay casos que aceptan doble cargo, para poder costearse la nafta.La travesía es épica. “Pocas veces hago un viaje directo, sino es por etapas”, sostiene. No tiene mucho tiempo: a las 12.45 debe estar a 100 kilómetros de su punto de partida para dar clases a sus alumnos de segundo grado. La aventura de esta maestra rural emociona a vecinos y a los padres de sus alumnos. Por caminos solitarios e internos, debe cruzar Azopardo, Bordenave, 17 de Agosto y finalmente una interminable recta hasta el cruce de la ruta 35. A cuatro kilómetros está la Escuela EP 3 de Villa Iris.Rotisería“Los días que llego temprano puedo pasar por la rotisería y comprarme algo para almorzar”, afirma Patricia. La suerte está de su lado, pocas veces queda varada en el camino. “Nunca he llegado tarde, para mí eso es esencial”, sostiene. La incertidumbre es algo que debe dominar. Está a merced de conductores que recorren estas huellas desamparadas. “Dependo mucho del tráfico con Bahía Blanca y de pampeanos que están en tránsito por Buenos Aires”, afirma.El regreso es incierto. “Se me complica salir de Villa Iris”, afirma. A medida que avanza la tarde, el tráfico cesa y la oscuridad crece. “Puedo estar llegando entre las 19.30 y 20 horas”, sostiene.“Los días que llego temprano puedo pasar por la rotisería y comprarme algo para almorzar”, dice¿Quiénes la levantan? “Trabajadores rurales, gente que hace trámites y camioneros, pero pocos porque no pueden por el seguro”, dice. “A veces viajo con personas que ya me han levantado”, confiesa. La confraternidad que se entabla en estos viajes es profunda. “Nos contamos nuestras vidas, a veces me toca reír, pero otras, ver el llanto de las personas”, relata.El viaje desde Puan a Villa Iris es de 100 kilómetros, pero parecen mil. “Generalmente avanzo por etapas”, sostiene Patricia. Va de pueblo en pueblo, esperando que alguien pase o salga para que la alcance a la localidad que sigue. Existe un trecho temido, cuando llega a 17 de Agosto (300 habitantes), en el centro del Distrito, un rincón atravesado por la soledad, plena pampa bonaerense. “Se va la señal”, afirma. “Cuando hay tormenta, sé que no tengo plan B, pero no siento miedo”, asegura.Otras maestrasNo es la única en los caminos, un puñado de maestras rurales se encuentran en este punto ciego. “Caminamos por la ruta buscando una raya de señal para mandar un mensaje de texto”, explica Patricia. Enviar un Whatsapp es imposible, hacer una llamada, utópico. “La familia queda muy preocupada”, agrega. El milagro de aquella raya a veces tarda en suceder. Cuando es, avisa que está bien.El último tramo es complicado, a la falta de conectividad, se le suma el poco tránsito en el camino. “Si veo que llego tarde, aprovecho para darle aviso a la escuela”, sostiene. En Villa Iris, todos están atentos al viaje de Patricia.La docencia llegó tarde a la vida de Patricia. Nacida en La Plata, vivió hasta los 18 años en Guernica (Partido de Presidente Perón) A esa edad a su marido le salió un trabajo en la maltería de Púan. Cambiaron de vida y les fue bien. Tuvieron seis hijos. “Al principio fue difícil conseguir trabajo”, recuerda. Se dedicó de lleno a criarlos. La decisión rindió frutos, todos estudian y se abren paso a la vida. Ella es un gran ejemplo.“Terminé la secundaria a los 35 años”, confirma. La vida familiar le permitió hacer estudios nocturnos. Cuando terminó le ofrecieron trabajar dando clases de apoyo para los alumnos con más problemas. A la par, comenzó a dar clases de catequesis. “Me gustó el contacto con los niños, transmitir información, educar”, sostiene. En 2014 comenzó a estudiar magisterio, en 2018 se recibió y dio clases en una escuela de San German, a 125 kilómetros de Puan.“Sabemos que cuando tomamos estos cargos tendremos que hacer dedo” reconoce. Son decisiones que se debaten en familia. “Me apoyaron”, afirma. Durante un año realizó 250 kilómetros por día para dar clases en aquel pueblo, alejado de todo. Por problemas burocráticos, recién tuvo su diploma en febrero de este año. “Estoy un poco más cerca de casa”, se refiere a los 100 km de Villa Iris.Su orgullo es su familia, sus hijos, su debilidad. Mayra (30 años) es Diseñadora de Imagen y Sonido egresada de la UBA, Erik (28) es asesor político, Mailen (20) estudia Ciencia de la Comunicación en la UBA. Débora (31) estudia fonoaudiología. Marlene (27) trabaja en el vacunatorio de Puan y le dio dos nietos, su hija más joven, Salet está terminando la secundaria y estudiará fotografía.“Elegimos un estilo de vida más tranquilo y nos resultó muy bien”, afirma. Puan es una localidad típica del sudoeste bonaerense, en la frontera con La Pampa. “No existe la vida vertiginosa de la gran ciudad”.“Muchas veces cuando estoy sola en la ruta hago un balance”, reconoce Patricia. Permanecer tantas horas a la intemperie, con frío, lluvia, calor, vientos, tiene un costo. “Lo importante es estar al frente del aula, todos los días”, resume. “Si tuviera que elegir de nuevo qué camino hacer, elegiría el que estoy haciendo ahora”, sostiene. “No puede ser que por problemas de distancia, los niños se queden sin maestra”, se convence.

Fuente: La Nación

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CALLEJÓN VERA (Chubut).- La ceniza que todo lo cubre, el silencio estremecedor, la ausencia de pájaros, los árboles negros absurdamente de pie y la sensación de transitar por el set de filmación de una película de guerra. Sin embargo, nada más real que los devastadores incendios que hace un mes arrasaron distintas poblaciones chubutenses de la Comarca Andina del Paralelo 42, como Las Golondrinas, El Hoyo y Lago Puelo.El paisaje quemado que hoy luce la zona no es más que el telón de fondo: delante están los vecinos, las más de 1000 personas que quedaron sin casa y que siguen en la misma situación, además de estar, en su mayoría, aún sin luz ni agua. El doloroso episodio también se cobró la vida de tres personas y dejó decenas de heridos.Vecinos de la Comarca Andina reconstruyen sus viviendas, que fueron destruidas durante el incendio forestal (Marcelo Martinez/)Uno de los barrios más afectados es conocido como Callejón Vera, en la parcela 26. Victoria (32) recibe a LA NACIÓN en su terreno, por el que este mes pulularon cientos de voluntarios de todo el país que llegaron para dar una mano. Victoria es profesora de fútbol infantil y su pareja, de kung fu. El 9 de marzo, a eso de las 18, mientras el fuego se acercaba, reunieron a sus chanchos y sus cabras alrededor de una pelopincho y mojaron cuanto pudieron el suelo.GritosUna vecina, que también perdió todo, apareció aquel día gritando porque sus hijos estaban en su casa, a pocos metros de la de Victoria. Cuando no quedaba más que resignarse a lo inevitable, ambas familias se subieron al auto para salvarse. Volvieron a las 2 de la mañana, cuando la lluvia ya había aplacado las llamas. Las casas habían sido asoladas y los animales yacían calcinados. Todavía tienen esperanza de que sus perros regresen con vida.“Los chicos lloraban pero nosotros no podíamos darnos ese lujo. Esa misma noche decidimos que algo teníamos que hacer”, cuenta Victoria. Junto con su vecino Claudio, que es carpintero, diseñaron unas casas de 25 m2 y se contactaron con el dueño de un aserradero portátil para empezar con la reconstrucción. Ya levantaron 9 de las 30 casas que planearon como junta vecinal.Los materiales y herramientas provienen íntegramente de donaciones y la mano de obra está a cargo de los propios vecinos y voluntarios de todo el país que se organizan en cuadrillas. También generaron un botón de Mercado Pago donde reciben donaciones, al tiempo que organizaciones como Cáritas juntan fondos para ayudar a los damnificados a rehacer sus viviendas. Asimismo, los vecinos han recibido comida, agua, ropa y juguetes.Marcelo es mecánico, perdió todo durante el incendio forestal. Gracias la a la ayuda de vecinos y amigos pudo construir una casa antes de la llegada del invierno (Marcelo Martinez/)“Después de insistir muchísimo, logré que el municipio de Puelo le pague al aserradero que nos tablea la madera. Pero, por ejemplo, no conseguimos que nos faciliten un lugar para ducharnos”, revela Victoria. Con temperaturas promedio que esta semana rozaron los 10°, muchos vecinos duermen en carpas o en viviendas precarias que aún no tienen ventanas ni baño.Daiana (31) es docente y se crió en Las Golondrinas, en la chacra que fue de sus abuelos. Junto a sus padres y vecinos, consiguió que las llamas que rodearon el terreno no alcanzaran su casa. Como Victoria, se convirtió en una suerte de “organizadora de la reconstrucción”. En su barrio, Daiana hizo un relevamiento casa por casa y sabe qué experimentó cada uno de sus vecinos.Estufas de pelletsActualmente, en la chacra aloja a un grupo de voluntarios de Neuquén que hacen estufas de pellets y las reparten entre quienes las necesitan. Además, Daiana forma parte de una red de voluntarios: así, la contactaron de la Fundación Tzu Chi, de Taiwán, que donó 200 vales de materiales de construcción por 50.000 pesos y 200 vales de comida por 30.000 pesos.“Armamos una lista de familias y repartimos los vales, que se emitieron con nombre y apellido. Fue un laburo de hormiga. Pero son 200, falta mucha ayuda para muchas personas”, lamenta Daiana. Electrodomésticos y artículos de grifería están entre los elementos que ahora más se necesitan.Elisa, junto a su marido Eduardo, lograron salvar su chacra de las llamas (Marcelo Martinez/)Elisa (76) y Eduardo (82) viven hace 14 años en la región y hace un mes combatieron el fuego con una energía envidiable. “Lalo” acababa de levantarse de la siesta cuando su mujer lo alertó del humo. Con una bomba en el tanque de agua australiano y con pasamanos de baldes, trabajaron incansablemente con sus vecinos durante casi 12 horas. El fuego amenazaba desde varios flancos, así que fueron frenando su avance por partes.“Fue de terror. En un momento explotó un zeppelin de gas y se prendió todo de golpe, las llamas empezaron a bajar desde el cerro Piltriquitrón. Tenían como siete metros de alto. Era un calor impresionante y había muchísimo viento. Y al rato, empezó a venir desde atrás de nuestra casa, porque se prendió la plantación de lavanda del vecino. Ese fue el momento más jodido, pasé con la camioneta por arriba del fuego para ir a combatir esa parte. La camioneta todavía tiene olor a humo”, narra Eduardo.Esteban Perez Aguayo, junto con otros vecinos de la Parcela 26, se organizaron para re construir sus viviendas que fueron consumidas durante el incendio forestal (Marcelo Martinez/)Que su terreno estuviera limpio de vegetación fue uno de los detalles que les permitió salir indemnes. Hoy, el pasto verde de su jardín desentona con el bosque quemado del entorno.Guantes con cenizaAl costado de una calle vecinal por la que casi no se ven seres humanos, aparece Elvira (64). Tiene los guantes y la cara manchados de ceniza. A un mes de los incendios, sigue limpiando su terreno de pedazos de mangueras, chapas y plásticos chamuscados. Reside hace 20 años en Las Golondrinas, ya vivió tres incendios forestales y no recuerda peor sequía que la de este año.Desmalezar continuamente y mantener los árboles a una distancia prudente también salvó su vivienda y su complejo de cabañas del fuego. “Como en el libro de García Márquez, esto fue la crónica de una muerte anunciada. Los vecinos veníamos reclamando desde hacía tiempo por los postes de luz torcidos, muy cerca de las ramas”, afirma Elvira. Los recuerdos de hace un mes vuelven con fuerza: el ruido ensordecedor de las llamas, los silbidos de los pilares de luz y las explosiones de los autos.Héctor e Ingrid intentan reconstruir su pequeño emprendimiento turístico, Olaf, que fue consumido por el incendio forestal junto con su casa (Marcelo Martinez/)Hace un mes, junto a su marido, Esteban, y su hijo, Elvira decidió que nada podían hacer, juntó una muda de ropa, la computadora, dinero y los documentos, y se fueron a lo de un familiar. “En el auto, miré para atrás y dije ‘Será lo que tenga que ser’. Desde la casa donde pasamos esa noche veíamos el incendio y pensamos que no íbamos a encontrar nada al volver. Una amiga me preguntó: ‘¿No agarraste los cuadros?’, porque tenemos muchos en casa. ¿En qué paredes los voy a colgar cuando me quede sin casa?”, recuerda Elvira.Están sin agua porque se quemaron todos los caños. En estos 30 días, el municipio les llenó el tanque de agua solo 2 veces. El resto de las veces debieron buscarla en su camioneta o pagar 6000 pesos para que un camión cisterna les traiga 10.000 litros. “Recién ayer lavé ropa por primera vez”, se ríe Elvira, que destaca la enorme cantidad de voluntarios que se acercaron a la zona para brindar ayuda.SolidaridadTambién Julieta (43) pone el acento en la solidaridad de miles de personas y de ONGs como la Asociación Civil Solidaridad Cristiana, que abastece tanques australianos de forma gratuita. Aquel día, al ver acercarse el fuego, Julieta mojó bien el área que rodea la casa y consiguió salvarla, aunque no pudo frenar el avance sobre su taller de cerámica. “Veníamos de un verano preocupante, muy caluroso y seco, y pendientes de los incendios previos, en Cuesta del Ternero, que está muy cerca”, relata Julieta y suma que está recibiendo mucha ayuda de amigos y colegas ceramistas para rehacer su taller.Varios días después del incendio, como seguía habiendo varias zonas calientes en el terreno, la hija de Julieta, de 8 años, se quemó los pies. Está actualmente con un tratamiento de curaciones diarias en el Hospital de Lago Puelo.Vecinos de la Comarca Andina reconstruyen sus viviendas, que fueron destruidas durante el incendio forestal (Marcelo Martinez/)Aun con realidades diferentes -algunos de los afectados pueden afrontar las reparaciones de su bolsillo, mientras que otros no pueden volver a empezar solos ni pagar un alquiler temporario-, los vecinos coinciden en repudiar la ausencia del Estado y en remarcar problemas de larga data, como los malos servicios de electricidad y agua.Con el invierno en el horizonte, los anuncios de viviendas provisorias todavía no se concretan, y el compromiso estatal de financiar alojamiento en cabañas turísticas hasta contar con las casas temporales aparece desdibujado.Hace un mes, cuando se enteró de los distintos focos de incendios que afectaron más de 14.000 hectáreas en Chubut, el fiscal Carlos Díaz Mayer actuó de oficio e inició tres legajos, de acuerdo con las jurisdicciones de comisarías: uno en Cholila, otro en Lago Puelo y un tercero en El Hoyo.“Estoy a la espera de los informes de los dos grupos de peritos que visitaron la zona, Bomberos de Policía Federal y una división especial de delitos ambientales de Policía Federal. La primera va a determinar la intencionalidad o no de los incendios, y la otra comisión me acercará una idea del daño ambiental que provocaron los incendios”, contó Díaz Mayer a LA NACIÓN.Vecinos de la Parcela 26, se organizaron para reconstruir sus viviendas que fueron consumidas durante el incendio forestal un mes atras (Marcelo Martinez/)Hasta ahora, a partir de los testimonios de los vecinos, de fotos y videos, se han podido identificar los tres lugares en los que se inició el fuego el 9 de marzo. Se trata de un punto cerca de la ruta en Cholila, otro en el Cerro Radal y otro en la zona alta de Las Golondrinas.“Sigo buscando imágenes del momento cero de los incendios. Estoy en contacto con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales y hay otro informe que está generando Defensa Civil con imágenes satelitales”, agrega Díaz Mayer.El fiscal asegura que si bien hay varias líneas de investigación, puede descartar que el fuego se haya originado por un rayo, porque ese día no hubo tormenta eléctrica. Como tres personas fallecieron a causa de los incendios, si se determina la intencionalidad, la pena que establece el artículo 186, inciso 5° del Código Penal, va de 8 a 20 años de prisión.“Más allá de que alguien tiene que ser responsable, por acción o por omisión, lo cierto es que el daño ambiental ya está hecho y la reparación integral es muy difícil. Y eso nos afecta a todos”, advierte el fiscal.

Fuente: La Nación

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La educación en la Argentina está concebida para la presencialidad y la suspensión de las clases durante el año pasado supuso un gran desafío para todos los niveles, desde el inicial al universitario. La educación a distancia para muchos alumnos se trató de clases dictadas a través de plataformas virtuales, para otros, tareas que llegaban por email o un video de WhatsApp, y para otro tanto, ir a buscar un cuadernillo a la puerta del colegio.Durante 2020, si bien las escuelas priorizaron la enseñanza de contenidos, se presentaron dificultades para el aprendizaje en todos los niveles. Ya con la vuelta a la presencialidad en 2021 -a excepción de las universidades-, el sistema educativo se encuentra en plena etapa de diagnóstico, evaluando qué se aprendió en 2020, qué hay que volver a ver, qué es prioritario y qué hay que dejar a un lado y cómo integrar los contenidos propios de este año en la grilla escolar.“No hay un relevamiento sobre cuáles fueron las áreas de mayor dificultad para los estudiantes en 2020, pero está claro que hay niveles que tienen una mayor dependencia para con los docentes, como el inicial y el primer ciclo de la escuela primaria”, señala Gabriela Azar, directora del departamento de Educación de la Universidad Católica Argentina (UCA). Además, advierte que, tanto en primaria como en secundaria, la comprensión y producción de textos, la aplicación de técnicas de estudios que facilitan la interpretación, así como la resolución de situaciones problemáticas y algoritmos operatorios son los que requieren de una mayor comprensión, explicación y ejercitación. Estos suelen ser los temas que más dificultades presentan en el aprendizaje, en especial para incorporarlos desde la virtualidad.Sin supuestosPara Andrea Pelliccia, directora del nivel primario del Belgrano Day School, necesariamente hay que tomar 2021 como una continuación de 2020. “No se pueden dar supuestos, no se pueden considerar contenidos propios de un nivel como aprendidos y mucho menos pensar que fueron consolidados durante el año pasado”, explica. Pelliccia asegura que, por ejemplo, el año pasado se trabajaron prácticas del lenguaje como desarrollo del lector, comprensión lectora y fue un ciclo lectivo atípico en el que todos los grados tuvieron como nunca la necesidad de la expresión oral. “Por el contrario, la escritura fue una habilidad muy difícil de abordar en la virtualidad, se perdió el papel y el lápiz, el proceso del escritor, como reedición, escritura compartida, todo eso no se pudo hacer”, sostiene. Además, asegura que los más chicos presentan hoy dificultades en el manejo del lápiz, del cuaderno, y aclara: “hoy los alumnos de segundo grado están absolutamente alfabetizados, pero muchos no aprendieron la cursiva”.Los colegios están evaluando cómo adaptarse a la nueva realidad (Shutterstock/)En cuanto a nivel inicial, para Carola Barrio, piscopedagoga del jardín de infantes del mismo colegio, la motricidad fina es lo que más se perdió, así como hay poco lenguaje en sala de dos años y en general, 2020 afectó todo lo socioemocional y vincular. “Todo esto se irá recuperando a medida que los chicos estén en el jardín con sus pares”, plantea.Desde la escuela primaria Nro. 7 del Distrito Escolar 8, Niñas de Ayohuma, de Parque Chacabuco, Mónica Almada, su directora, sostiene que sobre todo el año pasado faltaron certezas. “El maestro presentaba actividades, pero la certeza de que eso fuera aprendido y comprendido no estaba”, afirma. “Sin embargo, el diagnóstico que hicimos este año es alentador”, añade.Según Almada, en esta primera etapa del año el trabajo de primer grado es muy grande porque los chicos no tuvieron prácticamente jardín y hay que trabajar los hábitos, las habilidades como el uso del cuaderno, la manera de tomar los útiles escolares, “en estos aspectos notamos una diferencia importante respecto a años anteriores”, explica. “Creo que en dos meses ya va a estar recuperado, con esta presencialidad, con el compromiso de las familias y docentes, siento que se va a poder. Lo que no se pudo hacer el año pasado es recuperable, si pensáramos que no, como educadores tendríamos que corrernos de este lugar”, enfatiza.EvaluaciónEsta etapa actual de diagnóstico que se lleva a cabo en los colegios es de gran trascendencia para evaluar dónde está parado el alumno respecto a las expectativas y logros planteados para el año pasado, rever lo pendiente y avanzar. “Es muy difícil establecer cuánto puede llevar recuperar el año perdido en la presencialidad. Eso está definido por la manera en que cada escuela resignifique el proceso de enseñanza, establezca qué contenidos son relevantes para la presencialidad y cuáles hay que traccionar usando la tecnología”, explica Azar.Si bien se trata de estudiantes ya jóvenes adultos, las mayores dificultades se evidenciaron en las áreas prácticas y en los que recién se iniciaban en la vida universitaria. Con una población de 310.000 jóvenes y adultos en sus carreras de grado y 26.000 en posgrados, en la Universidad de Buenos Aires (UBA), los problemas surgieron en las asignaturas predominantemente prácticas. “Por eso se priorizó el dictado a distancia del componente teórico y pospusimos su parte práctica. Este año, tras la aprobación de protocolos, comenzamos a dictar presencialmente estás prácticas”, asegura Alberto Barbieri, rector de la UBA.Mientras que un segundo grupo de dificultades se manifestaron en los ingresantes. “El primer año es un momento crítico de transición, pero los cambios abruptos suscitados por la emergencia sanitaria adicionaron una nueva dificultad, tener que aprender a ser estudiante universitario en la virtualidad”, explica el rector de la UBA. Para eso, casa de estudios fortaleció sus programas de orientación y creó el sitio enlace.uba.ar, para acceder a cursos cortos.Por su parte, el doctor en educación y profesor e investigador del área de educación de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), Marcelo Rabossi, sostiene que el impacto de la pandemia en la universidad es de una escala muchísimo menor a lo que ocurrió en las escuelas primaria y secundaria: “estamos trabajando con adultos y la capacidad de concentrarse y conectarse e incorporar los conocimientos es mucho mayor y más fácil”.“No se ha visto una deserción en los niveles en que, si ha ocurrido en el primario sobre todo en la población de bajos recursos”, advierte. Coincide en que al principio hubo problemas con las carreras y materias que incluían prácticas en talleres o laboratorios, pero esto se fue incorporando y recuperando. “Creo que, en definitiva, para la universidad está siendo una experiencia positiva. A la universidad la pandemia le hizo dar un salto temporal de diez años”, sentencia Rabossi.

Fuente: La Nación

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“Abrir para fundirse no tiene sentido, por las nuevas restricciones, cerramos hasta el 30 de abril”, afirma con dolor Lucas Coarasa, uno de los propietarios del reconocido restaurante Almacén CT&CIA en Azcuénaga (a 110 kilómetros de CABA, en el Partido de San Andrés de Giles). Polo gastronómico, con empleados locales, el espacio concentra el mayor movimiento de esta localidad. “Dependemos del microturismo, el Estado debe dar contención”, sostiene.El escenario no es el mismo que el año pasado. Las espaldas económicas de los empresarios gastronómicos no soportan esfuerzos extras. “Conozco muchos colegas que quedaron en el camino”, sostiene Coarasa. “Podemos abrir en horario diurno, pero vendrá menos gente por las restricciones”, afirma. Sin la posibilidad de trabajar la noche completa, “estaremos trabajando por debajo de las márgenes de la rentabilidad”, agrega.El auge de los almacenes de campoLa dinámica de su restaurante es la misma que la de todos los que están en localidades cercanas a CABA y que proponen una alternativa muy elegida, la de ir a un pueblo a comer, con algo de tiempo extra. Las restricciones impuestas por el gobierno nacional para frenar los contagios por la segunda ola, que obligan a cerrar a los restaurantes a las 23 horas, más la imposibilidad de transitar a partir de las 0 horas, afectan directamente esta clase de comercios.“Somos parte de la solución y no del problema”, manifiesta Coarasa. “Armamos un nuevo equipo de trabajo con gente joven del pueblo”, considera. El restaurante genera trabajo en un pueblo donde no sobra. “Tanto nuestro equipo, como los clientes y amigos que nos visitan logramos una dinámica de trabajo muy sana y segura”, sostiene. Los protocolos se respetaron.El restaurante de campo Almacén CT & CIA cierra hasta el 30 de abril“Si los seguimos aplicando, los espacios gastronómicos se vuelven un lugar mucho más seguro que un espacio privado, donde nadie te exige más que la autoconsciencia”, confirma. “El trabajo venía bien”, afirma Coarasa al referirse a la temporada de verano, recientemente finalizada. “Le decisión de cerrar estos tres fines de semana fue dolorosa”, confiesa.Emprendimiento familiarEl Almacén es un emprendimiento familiar. Los Coarasa son diez hermanos y todos trabajan aquí. Esta emblemática esquina guarda relación con ellos desde 1885, son la cuarta generación que está al frente del lugar. Las distintas crisis económicas del país dejaron sus huellas. Cerró un par de veces, pero el padre de Lucas, Enrique Coarasa, lo reabrió. Falleció y les dejó el mandato de mantener vivo el comercio. Siempre fue almacén de ramos generales. Desde 2011 lo reconvirtieron en restaurante. Es un lugar de culto enfocado en la clásica gastronomía criolla, explotando los enormes recursos de los productores locales que los abastecen.“El restaurante tracciona el turismo rural del pueblo”, sostiene Coarasa. “Un pueblo como el nuestro, sin la afluencia semanal de turistas se vuelve triste y vacío”, agrega. Con la experiencia de la extensa cuarentena del año pasado, conoce las consecuencias que esto trae. Con el cierre del restaurante, “se activa una reacción en cadena negativa que le pega a todos los habitantes”, afirma.Azcuénaga es un típico pueblo del interior bonaerense. Su estación ferroviaria fue nodal. Por ella se trasladó la producción y los llamados “productos del país” Tuvo mucho movimiento y su pasado reconoce hitos. En la cercana estancia La Merced, se encontraron por última vez Juan Manuel de Rosas y Facundo Quiroga. El presidente Roca era un asiduo visitante del pueblo, en su paso hacia la estancia La Argentina.Cierre del trenEl cierre del ramal ferroviario fue un golpe mortal. Hace alrededor de una década, gracias a emprendimientos gastronómicos como los de los Coarasa, el pueblo halló un camino de recuperación en el turismo rural y las escapadas de fin de semana.Además del “Almacén CT & CIA”, en el pueblo se puede visitar una centenaria panadería que aún hornea a leña, un comedor de pastas caseras, la cantina de un tradicional club, hospedaje de campo y artesanos que ofrecen sus creaciones frente a la estación ferroviaria.Conscientes que el esfuerzo que se le pide al sector es demasiado y que tiene un límite, el cierre por estas tres semanas, que eventualmente es el tiempo que el gobierno nacional estima que durarán estas restricciones, “es nuestro aporte, un esfuerzo más”, confiesa.“Nuestro ecosistema es muy frágil: dependemos del turista”, sintetiza Coarasa. Sin IFE ni ATP a la vista, no hay espacio para reconversiones ni muchas maniobras por hacer. La modalidad take away o delivery no aplica en los restaurantes de campo. Las recientes medidas y el horizonte que se intuye devuelven una postal que se siente como un deja vu.Si después del 30 de abril se prorrogan las restricciones, el escenario se complica. “Somos una industria sin chimeneas, debe haber una ayuda”, confiesa Coarasa. “Contamos con que no nos suelten la mano”, reconoce, y repite: “Somos parte de la solución y no del problema”.

Fuente: La Nación

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El presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), Miguel Schiariti, analizó los efectos inmediatos que tendrá la ya oficial decisión del Gobierno Nacional de cerrar las exportaciones de carne por 30 días, y explicó que es inminente el aumento del precio de la carne en porque “ayer el índice general del Mercado de Liniers aumentó 30 pesos por kilo y esto se va a trasladar a la carnicería la semana próxima“.
“El cierre de las exportaciones es un error muy grave que ya generó mucha pobreza en el país. Como consecuencia ayer aumentaron los precios de todas las categorías en Liniers, esto se va a trasladar a la carnicería y a medida que vaya quedando menos carne en las cámaras habrá movimiento de precios para el público”, aseguró Schiariti.
Para el titular de CICCRA, “dado que este año están faltando 600.000 terneros, producto de la sequía del año pasado, sumado a que la faena de hembras viene en 47,5% en los últimos dos meses y que se están faenando el 100% de los machos nacidos en el año”, y para el caso que esta medida se extienda en el tiempo, “va a generar 30/40 días de alivio y luego los precios comenzarán a aumentar al ritmo de la falta de oferta”.
Consultado sobre si es posible que el cierre de exportaciones se extienda en el tiempo, el dirigente fue contundente: “Ya vivimos una medida similar por unos días y terminó siendo por 10 años, así que por experiencia, no creemos que sea por 30 días”.The post Carne: para los dirigentes, el Gobierno logró el efecto contrario y anticipan que es inminente el aumento de precios first appeared on Infocampo.

Fuente: InfoCampo

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‘Wednesday’, la serie de ‘La familia Addams’ que dirige Tim Burton para Netflix, ya ha encontrado a su Miércoles. La actriz Jenna Ortega se meterá en la piel de un papel icónico en el que toma el relevo de artistas como Christina Ricci, Nicole Fugere o Chloë Grace Moretz.Según informa The Hollywood Reporter, la actriz de ‘You’, que prestó su voz en series de animación como ‘Elena de Ávalor’ o ‘Jurassic World: Campamento Cretácico’, será la encargada de traer a una nueva generación a la hija del clan Addams en una serie que estará enfocada esencialmente en ella.”Un misterio emerge de manera natural en los años en los que Miércoles entra como estudiante en la peculiar Academia Nevermore. Los intentos de la niña de dominar su habilidad psíquica naciente coinciden en su intento de frustrar una monstruosa ola de asesinatos que aterroriza al pueblo”, revela Teddy Biaselli, director de series originales de Netflix, sobre la trama.”La pequeña está dispuesta a resolver este misterio sobrenatural, en el que estuvieron involucrados sus padres hace 25 años. Todo mientras vive en una nueva situación, al verse envuelta también en enredos estudiantiles”, continúa.’Wednesday’ será una producción paralela a la saga cinematográfica de ‘La familia Addams’. La secuela de la cinta de animación de 2019 tiene previsto su estreno en cines en octubre de este año.

Fuente: La Nación

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