En el mercado de Chicago, un día suben los precios de los granos, pero al día siguiente bajan, para luego volver a subir. Esta gran volatilidad es el reflejo de la evolución de los pronósticos climáticos en Estados Unidos y de un balance muy ajustado en la oferta y la demanda de soja y de maíz en ese país.“El Departamento de Agricultura de Estados Unidos proyecta una cosecha estadounidense de 380 millones de toneladas para el maíz y de 120 millones para la soja de la campaña 2021/2022, que son producciones altas pero aun así el balance proyectado entre la producción y el consumo resulta muy ajustado”, explica Carlos Pouiller, analista de mercados de AZ-Group.Granos: este fue el ranking de exportadores 2019/2020El clima no viene acompañando, sobre todo en el medio oeste de Estados Unidos, lo que genera dudas de que se puedan alcanzar las producciones estimadas por el organismo. La evolución de los precios mostró un pico a principios de mayo, luego cayeron US$40-50 por tonelada porque avanzaron aceleradamente las siembras, pero en estos días el mercado se volvió a calentar porque los fondos especulativos ya avizoran posibilidades de rindes menores y porque retomaron una posición compradora, lo que acentúa la tendencia alcista del mercado.Dos factores se suman al combo alcista, según Pouiller. La safrinha brasileña está muy afectada por la falta de humedad: se estimaba una cosecha de maíz de 112 millones de toneladas y las últimas proyecciones la ubican en 95/100 millones. Por otro lado, no cede la demanda china, que agregó enormes compras de maíz estadounidense a sus tradicionales importaciones de soja. Como resultado de los comportamientos descriptos se prevé que Estados Unidos tendrá que importar soja de Brasil, y éste, ya adquirió maíz argentino. Es decir, hay un cuadro muy favorable para los precios del maíz y de la soja, basado en fundamentals sanos: la demanda por estos granos no afloja y las cosechas del principal país productor y exportador de maíz, y segundo de soja, están en duda.En el plano interno, los productores de maíz y de soja deberían aprovechar estos precios históricamente altos de la campaña actual y comenzar a vender la campaña nueva. “Quien ya ha concretado un nivel de ventas importante podría asegurarse los precios del resto con la compra de puts o concretando un piso-techo, que reduce el costo de la prima. Ambas opciones dan la posibilidad de capturar eventuales subas futuras de precios”, aconseja Pouiller.

Fuente: La Nación

 Like

Hacer hoy periodismo social y dar voz a los invisibles es una pulseada. Contra el coronavirus. Contra las medidas impuestas por el gobierno. Contra el miedo. Contra la distancia física y geográfica. Contra todos los obstáculos que existen en este momento para el contacto humano. Es cumplir con todos los protocolos de cuidado sin perder esa mirada que acaricia, esa escucha que alivia y ese momento que nos saca de la soledad más absoluta.Para poder hacer Hambre de Futuro – un proyecto periodístico que busca mostrar cómo son las infancias en los contextos más vulnerables de la Argentina – no solo tenemos que viajar por las diferentes provincias sino que nos metemos en las entrañas de los barrios, visitamos las casas de las familias y terminamos con las zapatillas embarradas de testimonios.Los periodistas tenemos una ventaja: somos esenciales. Pero las familias que visitamos no. Y todos tenemos los mismos temores. Nosotros tampoco queremos contagiarnos. No hacemos este trabajo porque somos rebeles o anticuarentena. Al contrario. Lo hacemos porque sentimos la responsabilidad de mostrar cómo esta pandemia está azotando con más fuerza a las familias más pobres.Javier Corbalán, director y cámara, retratando la crudeza de atravesar los inviernos bajo la nieve (Micaela Urdinez/)El equipo de rodaje está compuesto por Javier Corbalán (director y cámara), Joaquín Rajadel (sonidista), Diego Osidacz/Demian Santander Bullrich (cámara) y yo, que me ocupo de la producción periodística y la conducción. Además de la burbuja con la que todos convivimos, nosotros también tenemos nuestra “burbuja de laburo”. Porque durante la semana que estamos de rodaje somos familia. Antes de salir siempre nos hisopamos, volamos a las ciudades capitales y después pasamos horas de viaje en la camioneta para llegar a los lugares más olvidados.El coronavirus le agregó un plus de incertidumbre e improvisación a nuestra tarea. Todo se hace más difícil. Hay menos vuelos, menos hoteles abiertos, menos lugares en donde comer. Cuando Alberto Fernández anunció la vuelta a la fase 1 el 20 de mayo pasado, nosotros estábamos en Varvarco, una localidad neuquina de menos de 1000 habitantes, conociendo cómo viven los chicos aislados, en medio del campo, y sin conectividad para poder hacer la escuela de forma virtual.Tomando una sopa caliente cuando no había nada para comer al mediodía¿Vamos a poder volver a casa?, nos preguntábamos angustiados mientras seguíamos con nuestro derrotero y veíamos si se nos actualizaba el permiso de circulación de la App Cuidar. Eso solo podíamos hacerlo durante la noche cuando teníamos algo de wifi en el hotel porque el resto del día estábamos sin ningún tipo de conexión a Internet o a señal de teléfono. Lejos e incomunicados. El agotamiento emocional y físico se empezó a sentir.Encontrar algo abierto para comer se convirtió en una misión imposible. Al mediodía algunas familias nos recibían con chivito y empanadas y sino improvisábamos un almuerzo con sopas instantáneas y galletitas en la caja de la camioneta. Ese viernes 21 de mayo por la noche, en Andacollo, caminamos quince cuadras muertos de frío buscando algo abierto para cenar pero el apagón era total. El recepcionista de nuestra hostería se apiadó y nos cocinó unos sándwiches “de onda”.Un descanso en la grabación que aprovechábamos para tomas unos mates y comer algo en la caja de la camioneta que nos presta ToyotaUna de las notas que teníamos pautadas para el día siguiente se canceló porque la emprendedora que íbamos a conocer dio positivo de Covid y hubo que reorganizarse. Otras comunidades, directamente, nos dijeron que preferían no recibir gente de Buenos Aires, uno de los focos más graves de contagios. Pero de alguna manera, hicimos camino al andar hasta encontrar las mejores historias para contar.Entrar en confianza con las familias fue un desafío nuevo. Ya no se puede saludar con un beso o compartir ese mate que acorta brechas. Y eso hace que demoremos más en sintonizar la melodía del encuentro. Pero en las comunidades de Neuquén sí pudimos patear una pelota de fútbol con los chicos o sentarnos a charlar con sus padres alrededor del fuego. Naturalmente se activó un dar y recibir que nos potenció a todos. A nosotros en nuestro rol de comunicadores y a ellos en su valentía para exponer sus vulnerabilidades. Las ganas de conectar estaban intactas y siempre le encontramos la vuelta, aunque al final del día sufriésemos no poder abrazar fuerte a nuevos amiguitos como Milla, Tiziano, Maci, Shai y Emi, que nos había robado el corazón.Jugando al fútbol con Maciela y Jonathan en La Matancilla, Neuquén; divertirnos siempre es una buena manera de romper el hielo y entrar en confianza (Micaela Urdinez/)La parte más linda de este proyecto es poder conocer todos los rincones del país y disfrutar de la increíble naturaleza de la Argentina, justamente en un momento en el que casi nadie puede hacer turismo. Nosotros tampoco lo hacemos, pero cuando podemos nos tomamos un descanso para apreciar la magia de la selva misionera, la majestuosidad de las montañas nevadas o los colores del monte salteño.Le ponemos el cuerpo y el alma a cada viaje. Mañana partimos de nuevo a Mendoza para nuestra próxima aventura de las que siempre volvemos distintos: porque cada una de las injusticias que vemos nos quedan ancladas en el pecho, porque cada testimonio es un regalo que cuidamos de por vida y porque cada derecho vulnerado es una bandera que asumimos como propia.

Fuente: La Nación

 Like

Llegó el viernes y con él, una nueva gala de humor en ShowMatch. Como es habitual, Marcelo Tinelli cierra la semana con una emisión dedicada a la comedia, en la que hubo varios segmentos especiales, invitados sorpresa, una cámara oculta, y una nueva entrega de Politichef.La velada comenzó con un clip de los Tack See Boys, que contó con Cande Tinelli como invitada. En la canción, la hija de Tinelli junto al resto de humoristas le dedicaron varias bromas al conductor del ciclo. Más adelante, fue el turno de la poesía, y junto a Pachu y Pichu se presentaron Diego Leuco y Luciana Geuna, que entre risas compartieron algunos poemas de tinte político.Luego de un divertido clip sobre una particular moneda virtual llamada Argencoin, llegó el turno de una cámara oculta. Una vez más, José María Listorti y Pedro Alfonso simularon grabar un spot publicitario sobre Bariloche, que esta vez tuvo como blanco de todas las bromas a un desprevenido Brian Lanzelotta.El viernes también marcó el debut del influencer Ferbo, que realizó una cámara oculta por las calles de la ciudad. Sandra Mihanovich fue la invitada a Las raporteras, y junto a Patricia Sosa rapearon sobre actualidad argentina, y con Aníbal Pachano junto a Los tangueros, los sketches de la noche llegaron a su fin.Finalmente después de las 22 comenzó Politichef, en el que varios de los políticos más importantes del país compiten por el premio mayor. Antes de ubicar a los competidores en sus estaciones, Tinelli recibió a María Eugenia, la única participante que aún no se había presentado. Ella comentó que de momento prefiere no vacunarse en Estados Unidos porque a sus amigos les dolió mucho “el precio del vuelo”. Antes de despedirse, María Eugenia también mostró cuál era el “gesto” político que el pueblo estaba esperando de su parte.Junto a la nueva concursante, también estuvieron Alberto, Axel, Ginés, Horacio y Diego, y Sergio y Malena. Cada uno de ellos demostró sus habilidades al momento de preparar un pastel de papa, y se sometieron al voto de la gente. En el último tramo del programa, Tinelli reveló que Ginés fue el participante que quedó en la cuerda floja, a un paso de la eliminación.

Fuente: La Nación

 Like

Osvaldo Papaleo es de esos personajes infrecuentes, protagonista vivo de la historia argentina de primera mano. A sus 80 años (aparenta varios menos) puede referirse a Juan Domingo Perón a partir de su vínculo estrecho con quien fuera presidente de la Argentina. Se dedicó al periodismo y a la producción de espectáculos de figuras como Atahualpa Yupanqui, Astor Piazzolla, Elis Regina, José Sacristán, José Larralde, Ney Matogrosso, Nacha Guevara, Jorge Donn, Gilberto Gil, Ana Belén y Víctor Manuel.Dario Fo-Franca Rame: mayo de 1984, crónica de la semana más violenta en la vida del Teatro San MartínCarolina Papaleo, su hija, heredó el compromiso ideológico de su padre y la vocación de su madre Irma Roy, aquella actriz de carácter que, al igual que su marido, también transitó la tarea política, pero desde un rol legislativo. A los Papaleo los une el arte y la pasión por la política. Y justamente serán esos los tópicos que Osvaldo Papaleo desarrollará en Mi vida, un repaso en primera persona de sus ocho décadas vividas, este viernes 11, sábado 12 y domingo 13 de junio, a las 21, por la plataforma de streaming Passline.Osvaldo y Carolina Papaleo se reunieron para conversar con LA NACION, en una charla distendida donde afloraron los recuerdos y las anécdotas de una relación que los encuentra amorosamente unidos. La tertulia comienza con los elogios hacia él por su aspecto jovial: “Hay una dosis de fortuna y de genética, pero también de llevar una vida sana y de tener buenos hábitos como el de no haber fumado jamás y eso que viví aquellos tiempos de la política donde fumaban todos. Me acuerdo que cuando íbamos a ver a Perón a Puerta de Hierro y hacíamos alguna caminata, nos preguntaba si teníamos cigarrillos porque él los tenía prohibidos por sus graves problemas circulatorios. Algunas de esas visitas las hacíamos con Enrique Omar Sívori, aquel gran jugador de River Plate, que había sido muy fumador. Yo lo cargaba y le decía que Perón lo recibía porque era el dealer de los cigarrillos”. Quien fuera el último secretario de Prensa y Difusión de Isabel Perón no se anda con chiquitas a la hora de mencionar personajes de la historia social, política y cultural del país.Carolina Papaleo prepara un documental con la historia de su familia con el foco puesto en la vida de Osvaldo Papaleo, su padre

(Rodrigo Nespolo/)Carolina Papaleo observa y escucha embobada a su padre. Hay algo edípico en esa relación de protección mutua. La actriz está pendiente de las presentaciones de su padre de este fin de semana y aspira a que sea solo la punta del iceberg de un documental en gestación, abriendo la puerta a una novedosa faceta dentro de su carrera artística: “Este streaming nace porque le armé una película con la historia de su vida, tiene mucho para contar y, permanentemente, me llegan nuevas anécdotas. El otro día me escribió Cecilia Roth para comentarme sobre la vez en la que él le dio dinero a [Adolfo] Aristarain para hacer Un lugar en el mundo. Debería haber escrito un libro hace rato, pero, como estamos en la época de las redes, un streaming viene muy bien”, dice la hija, que decidió que se ubicará detrás de cámara para dejarle el cetro absoluto a su padre en lo que será una narración sumamente sentida. “El protagonista es él contando su propia historia”, remarca la actriz, quien bromea con Papaleo reclamándole por los derechos de la idea. “Ya llegará la película con mucho material de época que permitirá revivir la historia de la Argentina y de sus partidos políticos y la vida de mi familia, con el eje puesto en mi padre”.No será la primera vez que la actriz se sumerja en universos nuevos. Hace algunos años hizo lo propio con la conducción, actividad que hoy desarrolla en Vivo para vos, el programa de elnueve que conduce junto a Julián Weich, los fines de semana, a las 20: “Con Julián nos conocíamos como padres, dado que nuestros hijos fueron al mismo colegio. Nunca nos cruzamos actuando, así que este programa nos reunió por primera vez y sin ensayo porque fue gestado en plena pandemia y toda la previa la hicimos por Zoom. Ya llevamos mucho tiempo juntos y cada uno encontró su lugar. Ahora nos cargamos, nos divertimos, se banca mis chistes. Y las entrevistas son cálidas, no nos interesa invitar a nadie a casa para golpearlo”, reflexiona la actriz, quien el domingo pasado entrevistó a su padre.-Osvaldo, ¿cómo recuerda su vínculo con Juan Domingo Perón?-Si bien lo conocí ya grande, tenía una lucidez increíble. Él entra en crisis recién los últimos días antes de morir. De hecho, el 12 de junio de 1974 dio en la Plaza de Mayo un discurso clave para la vida política argentina y fue a pocos días de morir.Aquella camada que acompañó al expresidente hasta 1955 está integrada por personajes casi todos fallecidos, por una cuestión generacional. Por eso, la palabra de Papaleo cobra relevancia como testimonio vivo de un tiempo pasado, pero con resonancias en el presente.-¿Cómo era ese Perón en la intimidad que usted conoció?-Era ascético en sus costumbres, tenía la educación del Colegio Militar. Le gustaba la charla y que lo escuchen. También era cálido y nada autoritario. Había estudiado mucho, tenía una gran dedicación por leer todo lo que sucedía en el mundo. Me acuerdo que, en una oportunidad, nos dijo: “No vayan a Europa, viajen a China, ese es el mundo que viene”. Era un adelantado, hoy estamos hablando de la vacuna china.Carolina lo escucha fascinada. Mientras se maquilla para la producción de fotos que acompaña esta entrevista, se puede percibir el parecido notable con su madre. “Me lo dice todo el mundo, no sé qué voy a hacer, me pondré una canasta en la cabeza”, bromea, sabiendo de la belleza de aquel rostro con personalidad de Irma Roy.Carolina Papaleo junto a su madre, la actriz Irma Roy (Mauro V.Rizzi / LA NACION/)Edipo rey-¿Cómo fue el vínculo entre ustedes a lo largo de los años?OP: -Los grandes dolores familiares hacen relaciones más cercanas y afectivas. Pienso en mi esposa Irma, quien pasó gran parte de su vida prohibida por su forma de pensar. En 1955, casada con el actor Eduardo Cuitiño, que era militante peronista, la prohibieron y se tuvo que ir con él a Colombia. En 1976, le sucedió lo mismo, se quedó sin trabajo. Todo eso que vivimos generó en nosotros complicidades y relaciones afectivas sólidas que van más allá de los afectos comunes.CP: – Con los años, uno se convierte en padre de los padres. Mi mamá era más grande que mi papá y vivió toda la época en la que él estuvo preso, luego desaparecido, hasta que se tuvo que ir del país. Así que generé un vínculo de cuidado hacia ella, era un poco su apéndice. Como mi mamá era hija única cuando mis viejos se separaron, más allá que mi abuela paterna iba a cebarle mates, yo quedo como bastión de ella, sosteniéndola. Logramos una relación hermosa, la llamaba permanentemente, veíamos juntas el mismo programa y lo comentábamos por teléfono durante horas. Cuando falleció mamá, muere ese personaje del que yo estaba permanentemente en alerta y pendiente. Luego de su partida es cuando apareció otro vínculo con papá: empezamos a militar, me produce un unipersonal que yo había escrito, se construye otro tipo de relación. Una vez, nos vio salir Coco Blaustein de un bar y me dijo: “Nena, ¿no estás grande? Ya deberías resolver ese Edipo”.-¿Qué le respondiste?-Le dije que ya no tenía ganas, que era mucho trabajo meterme en terapia para resolver eso. Esa es nuestra relación. No queremos resolver el Edipo.-La herencia física, ideológica y vocacional de Carolina está clara. ¿Qué tiene Osvaldo de Carolina?OP: -Aprendí de ella el sentido moderno de arreglárselas en la vida, ese hacer permanente. Se las rebuscó siempre para ser económicamente independiente y eso es muy valioso. Por eso, siguiendo ese ejemplo, a mis 80 estoy emprendiendo este proyecto por streaming.CP: -¿Querés que te diga que tiene él de mí?-Contame.CP: -Una luz que le presté hace varios días y por eso, ahora, tengo que hacer videos a oscuras.-Carolina, ¿te ha cerrado puertas llevar el apellido Papaleo?CP: -¿Cerrarme puertas? Si yo tengo padres muy tranquilos…Ambos ríen con la ocurrencia en torno a esa vida en la que no faltaron sinsabores, pero también la satisfacción de transitar un camino elegido. Hoy, la hija aconseja al padre sobre las nuevas aventuras artísticas, al igual que lo hizo cuando Irma Roy dejó la política, luego de casi veinte años de participación activa como legisladora, y decidió volver a la actuación: “Cuando volvió a trabajar como actriz, el medio era otro. Así que la asesoraba, le cerraba los contratos, arreglaba su cachet para que no se sintiera tan alejada de todo. Ella era de la generación en la que las actrices se sentaban a esperar el llamado de un productor y cuando volvió a la actividad, en un mundo globalizado, eso ya no existía más”.-Vos sos todo lo contrario.-Con un pibe y sin cuota alimentaria, hice de todo. Soy autora de un unipersonal, estudié la carrera de coaching y di charlas en empresas y me dediqué a la conducción. Como decía mi maestro Raúl Serrano, hay que tener siempre la pelota en el aire. Antes Romay te hacía firmar un contrato mientras hacías la novela anterior, pero eso no existe más.Osvaldo y Carolina Papaleo viven a pocas cuadras, pero mantienen una relación independiente

(Rodrigo Nespolo/)El cuerpo de EvitaOsvaldo Papaleo fue el primer periodista que tuvo la información de cuál era la tumba en la que descansaban los restos de Eva Perón, en un cementerio de Milán, bajo el nombre de María Maggi de Magistris: “Aramburu fue quien decidió preservar el cadáver de Evita de la lucha interna porque dentro del mismo grupo de la Revolución Libertadora no todos tenían una misma idea con respecto al cuerpo, algunos lo querían tirar al río o quemar en la plaza pública”. Sobre este tema Papaleo también se explayará en su inminente exposición por streaming, su carácter de protagonista privilegiado lo convierte en una voz autorizada en la materia.-¿Cómo fue el derrotero del cuerpo?OP: -Aramburu se lo entregó a la Iglesia para hacerse cargo. Nunca pudimos desentrañar cómo llegó a Milán. Suponemos que fue en barco y con el nombre cambiado para disimular.-¿Cómo fue que Perón se encontró con el cuerpo?OP: -El cadáver salió de Milán rumbo a Puerta de Hierro, en España. Fue un recorrido importante que pasó por Francia, siempre con el nombre de María Magistris.-Usted trabajaba en Canal 9 cuando se enteró del lugar dónde descansaba el cuerpo de Eva Perón y fue el primer periodista en saberlo. ¿Cómo le llegó la información?-Ese dato me lo dijo Carlos Spadone. Yo se lo cuento a Romay, que era el dueño del canal, y le digo que tendríamos que ir a grabar allá para testimoniar ese momento. Fue una exclusiva.Con la irrupción de la Junta Militar que derrocó al gobierno de Isabel Perón el 24 de marzo de 1976, Papaleo quedó preso y fue torturado en un centro clandestino de detención.-Osvaldo, ¿cómo se vuelve a la vida luego de esa traumática experiencia?OP: -Se vuelve con dolores y miedos muy grandes. Había que tener mucha fuerza mental porque aquello fue estar en un lugar donde en cualquier momento te podía pasar algo. No nos quebró como personas, mantuvimos los valores y todo lo que nos hacía fuerte. Estoy convencido que hoy es una misión dar el testimonio. Hay que hacerlo por nuestros hijos y nietos.

Fuente: La Nación

 Like

Un video realizado por la diputada Lucila Lehmann (Coalición Cívica-Santa Fe) para desmentir que sean el campo y los altos precios internacionales los responsables de la inflación y la pobreza de casi la mitad de los argentinos, tal como se machaca desde el Gobierno, es un excelente ejemplo para rebatir el cúmulo de falsedades que tratan de imponer quienes ocultan la esencia del verdadero problema: la enorme carga impositiva que pone a la Argentina a la cabeza del ranking de los países latinoamericanos con mayor presión en esa materia.La legisladora nacional ejemplifica cómo los Estados nacional, provincial y municipal, por vía directa e indirecta, se quedan con casi la mitad del valor de los productos de los alimentos habituales que consume una familia tipo. Para ello, realiza una compra en un supermercado, coloca los artículos sobre una mesa y va mostrando, uno por uno, cuánto del producto queda para “la mesa de los argentinos” y cuánto para el bolsillo de los entes recaudadores.Victoria Donda habló sobre la polémica frase de Alberto Fernández: “Muchas veces nos podemos equivocar”Explica, por ejemplo, que en el rubro gaseosas, el 50% de lo que se paga corresponde a impuestos; que cuando compramos dos paquetes de fideos, uno entero más un puñado se lo queda la familia y otro, casi completo, el Estado. Algo muy similar ocurre con el arroz (el 42% son impuestos), con el queso crema, las verduras y los productos enlatados, mientras que el Estado se queda con el proporcional a un vaso de cada cartón de leche y con el equivalente a un tercio del contenido en el caso de una botella de aceite.“Cuando compramos la carne, entre impuestos directos nacionales, provinciales y municipales, e indirectos, el Estado se queda con más del 45%”, dice la legisladora en las imágenes grabadas que se hicieron virales.Esa selección de productos es apenas un pequeño recorte de una realidad que los consumidores confirman con desazón cada vez que compran alimentos. Errónea y al mismo tiempo provocadoramente, las autoridades dispusieron el último cierre de exportaciones de carne vacuna por 30 días, supuestamente para frenar las subas de precios del mercado doméstico. Pero esa medida, que como hemos dicho desde estas columnas no es más que un nuevo manotazo frente a la estampida inflacionaria que el Gobierno ha demostrado ser incapaz de frenar, no solo no resuelve el problema, sino que lo agrava, dando una pésima señal a los mercados internacionales en momentos en que más necesitamos colocar nuestros productos en el exterior.Vale la pena reproducir aquí la síntesis de una investigación realizada por LA NACIÓN, que no solo confirma las aseveraciones vertidas en el video de la diputada Lehmann respecto de la enorme carga impositiva argentina, sino que desnuda la hipocresía de un gobierno que dice defender la mesa de los argentinos cuando no ha cesado de crear impuestos que, como se sabe, recaen siempre en el mismo sector de la economía: aquel que se encuentra debidamente registrado.Desde que asumió Alberto Fernández hasta marzo último, la lista de impuestos que se crearon o aumentaron ascendía a 16. Se trata de los impuestos PAIS, a los bienes personales, a las ganancias para sociedades (dos subas previstas) y de ganancias con ajuste por inflación, que pone tope a las empresas para computar los quebrantos que esta le provoca. También se incrementó el impuesto sobre los débitos y créditos en cuentas bancarias, con algunas excepciones; se volvieron a gravar con IVA productos de la canasta básica que estaban exentos para el consumidor final; se incrementaron derechos de exportación de productos y bajaron los de exportaciones de servicio, pero al sacarles el tope en pesos a estos últimos terminan siendo más altos que antes.Se creó la percepción del 35% sobre la compra de dólares, se incrementaron impuestos internos a determinados productos electrónicos, se restableció la vigencia por un año del Fondo de Incentivo Docente, se creó el de las apuestas online y una contribución obligatoria del 0,5% sobre las primas de seguro automotor correspondientes a las pólizas contratadas con entidades de seguros sobre todos los vehículos afectados a servicios de transporte de pasajeros de jurisdicción nacional y que tendrá como destino la Comisión Reguladora del Transporte.Paralelamente, se creó el Fondo Nacional del Manejo del Fuego, compuesto, entre otros ítems, por una contribución obligatoria del 3 por mil de las primas de seguros (excepto las del ramo vida), a cargo de las aseguradoras, y se instituyó el denominado impuesto a la riqueza.El video comentado concluye en que casi la mitad de la compra del carrito del supermercado no va a parar a la mesa de los consumidores y que si el Gobierno realmente quiere combatir el hambre, en vez de buscar enemigos entre los productores, debería bajar impuestos o controlar la inflación. No se puede ir en contra de los hechos y, en este caso, los hechos son harto evidentes: la carga impositiva es asfixiante, el relato derrocha demagogia y los más perjudicados siguen siendo siempre los que menos tienen.

Fuente: La Nación

 Like

El expresidente del Banco Nación Carlos Melconian se refirió este viernes a la situación económica argentina atravesada por la pandemia del coronavirus y analizó la administración de Alberto Fernández. Según sostuvo, “la inflación es aliada del Gobierno”.En diálogo con LN+, el economista fue categórico respecto a la gestión gubernamental. “Credibilidad no tiene, confianza tampoco y la inflación es una aliada de este Gobierno. Es el diablo y el ángel”, sostuvo.Restricciones por coronavirus: el Gobierno anunció que prorrogará el DNU hasta el 25 de junioEn esa línea, remarcó que “hay un mensaje muy claro” a la sociedad y a la clase política. “La única que puede modificar esto es la sociedad argentina. También hay un mensaje a toda la clase dirigente. A berretalandia (sic) se llega en un proceso acumulativo. Este Gobierno es la frutilla de la torta”, agregó.“No había ningún aporte ni ningún descubrimiento que este Gobierno pudiera hacer. Es un proceso acumulativo donde no se puede correr a nadie. Estos muchachos llevan dos años, ya sabemos que iban a hacer esto. Ya se pasan de furcios”, expresó.Por otro lado, explicó que el otro mensaje de la sociedad también es “al grupo de los que quieren gobernar la Argentina”. Y, sin nombrar espacios políticos, le hizo un pedido a los gobernantes. “Los que son candidatos a ministros, a presidentes, de toda raza, religión y color ¡no rompan más los huevos! Si quieren ser presidentes, vengan y hagan las cosas que hay que hacer. Y los ministros, lo mismo. Cortenlá”, lanzó enojado.Axel Kicillof anunció que el miércoles próximo vuelven las clases presenciales en el conurbano bonaerensePara Melconian, “hace falta una lección de la sociedad argentina” para la política y se diferenció de otros regímenes. “Soy anti [Jair] Bolsonaro, hay que volver al: ‘se come, se cura y se educa´”.Por último, sentenció: “¿De qué más hay que hablar? Ya tocamos fondo, la gente no quiere eso. Esta es una de las elecciones más importantes desde que volvió la democracia en la Argentina. Hay que recrear la esperanza. Una elección formidable en noviembre es el carnet de vacunación. Lo vacunás dos años ahí y no te pueden tocar”.

Fuente: La Nación

 Like

Parece una excusa de ministros o secretarios con ganas de postergar medidas. ¿O así funciona el Gobierno? La escucharon esta semana empresarios y, urgidos por el cierre de listas, dirigentes políticos: cuando consultaron sobre demoras en decisiones para sus respectivas áreas, les contestaron que, con Cristina Kirchner fuera de escena por la internación de su hija, había cuestiones que deberían esperar. Fue un mensaje similar para todos. El silencio de la jefa abarca desde temas energéticos y candidaturas hasta otros más candentes como, por ejemplo, el desarrollo local de las vacunas.Es cierto que el Covid dificulta cualquier proyección medianamente seria. Pero cuesta entender que el diputado peronista Pablo Yedlin, presidente de la Comisión de Salud, insista en que van a “sobrar vacunas” el mismo día en que Alberto Fernández se queja delante de su par español, Pedro Sánchez, de la falta de solidaridad de un mundo desarrollado que se ha quedado con el 90% de las dosis. ¿Sobran o faltan? ¿Cuál sería entonces la razón por la que la provincia de Buenos Aires viene advirtiendo que la inmunidad que otorga la primera dosis de la Sputnik V no tiene fecha de vencimiento, aun sin ensayos que respalden la afirmación? Es exactamente lo contrario a lo que hace el gobierno chileno, que prefiere reforzar con la segunda a quienes ya recibieron la primera dosis en lugar de avanzar en número de habitantes con una sola aplicación. En Estados Unidos, destino de muchos latinoamericanos que han optado por las de ARN mensajero, las últimas recomendaciones son bastante estrictas y se emplean incluso para la admisión en universidades: hay que respetar los 21 días de intervalo para la de Pfizer y los 28 para la de Moderna si se pretende aprovechar las ventajas de una mayor memoria celular.En el Gobierno avanzan con lo que está disponible. Apuestan ahora a cubrir el faltante de las segundas dosis de la Sputnik con otra similar, también de vector viral no replicante, la de AstraZeneca. Es lo que acordaron con este laboratorio para un futuro que, si se atiende a las declaraciones de los funcionarios, parecería acotado a este invierno. Por lo pronto en la estrategia de compra de vacunas: el Gobierno no ha tomado una precaución que recomiendan los especialistas, la de tratar con varios oferentes al mismo tiempo porque en las epidemias abundan los fracasos y faltan éxitos.Es indudable que al diálogo con algunos laboratorios le falta fluidez. El martes por la mañana, dos horas antes de que Carlos Vaquer, CEO de Pfizer, expusiera en la Cámara de Diputados por pedido del oficialismo, Yedlin interrumpió a Marcelo Longobardi, que lo entrevistaba en Radio Mitre, cuando el periodista le empezaba a preguntar el motivo por el cual el Gobierno había “depuesto” el acuerdo por 14 millones de dosis con ese laboratorio. “¡No depuso, no hay ningún acuerdo, es mentira! –contestó el diputado– ¡Es mentira lo de los 14 millones de dosis! ¡No es cierto! Y hoy esperemos que Pfizer lo aclare: no hubo ningún acuerdo de 14 millones de dosis. ¡Y se repite, y se repite lo de los 14 millones de dosis!”. Hubo que esperar muy poco para que Vaquer confirmara la oferta y fuera incluso más preciso. Fueron 13,2 millones, dijo. ¿Puede ser que Yedlin, autor del texto de la ley de vacunas, ignorara en ese momento el dato? ¿No lo había llegado a hablar con Ginés González García, que confirmó ese volumen inicial cuatro días antes de la reunión en el Congreso, el viernes de la semana pasada, en una entrevista con Pablo Sirvén en LN+?Repasar las declaraciones y los documentos del caso Pfizer indica que el Gobierno no tuvo la mínima intención de acordar. Es lo que sospecha parte de la administración de Biden, decidida ahora a donar al mundo vacunas fabricadas en su territorio. “Cumpliremos sin condiciones”, anticipó anteayer en Twitter Juan González, director para el Hemisferio Occidental de la Casa Blanca, en un posteo que escribió en portugués sobre la noticia de que Sinovac le había ofrecido a Bolsonaro cumplir con los contratos a cambio de que no criticara a China. Pero argentinos que han tomado contacto últimamente con funcionarios demócratas por temas bilaterales como el respaldo ante el FMI temen que, aunque lo niegue en público, para Estados Unidos será inevitable caer en cierta “diplomacia de las vacunas” si la Argentina sigue, por ejemplo, obstruyendo contratos con laboratorios norteamericanos o votando contra Israel o a favor de Venezuela en foros multilaterales. Esta presunción arranca en las dos vacunas elegidas para donar, Pfizer y Moderna, mientras sobran en ese país unos 60 millones de dosis de AstraZeneca, la única de ese portafolio que la Anmat tiene aprobada.Parte de estos misterios empezarán a develarse en las próximas semanas. Será inevitable que el Departamento de Estado le preste atención a las negociaciones del Gobierno con Pfizer y Johnson & Johnson y al interés por acordar. La experiencia con Moderna no muestra fervor por las vacunas norteamericanas. Tal como publicaron en abril Claudio Jacquelin y Hugo Alconada Mon, Eduardo Eurnekian le ofreció a principios de diciembre a Alberto Fernández contactarse con Noubar Afeyan, presidente de Moderna, a quien conocía por sus vínculos con la comunidad armenia. Pero el jefe del Estado argentino se demoró en llamarlo y, en la conversación, que se hizo recién el 14 de enero y de la que participó González García, el laboratorio contestó que no podría entregar nada antes del segundo semestre. ¿No valía la pena seguir al menos en contacto, si se supone que la Argentina deberá seguir vacunando por varios años?En la industria de los laboratorios, un universo complejo, desconfiado y pródigo en lobbies y prebendas, un desdén puede ser malinterpretado. Por la naturaleza del negocio y por el rol que tiene el regulador: la exclusión favorece inevitablemente a los competidores. Por eso provoca todavía suspicacias la palabra “negligencia”, incluida a último momento en la ley de vacunas como excepción a la indemnidad que se les daba a los fabricantes ante posibles reclamos. Vaquer dijo en Diputados que el Gobierno conocía de antemano sus exigencias. ¿Hubo entonces una cláusula anti-Pfizer? Esa sospecha de un traje a medida cobró fuerza la semana pasada, cuando el Ministerio de Salud contestó a un pedido de información pública de los diputados Juan Manuel López y Rubén Manzi (CC-ARI) con un párrafo revelador: Pfizer, decía, fue el único laboratorio que exigió excluir la palabra negligencia no solo del contrato, sino también de la ley. El resto aceptó acotar los alcances en el contrato, sin modificar la ley. Esa sutileza distingue el lobbying de una multinacional clásica norteamericana del que ejercen, en cambio, empresas estatales o con mejor llegada a los gobiernos de cada país. Mientras las compañías globales buscan influir en las leyes, las públicas negocian de Estado a Estado, y las locales, de ejecutivo a funcionario. Cuando las condiciones deben ser discutidas en un despacho privado, no en el recinto legislativo, el más efectivo es el “especialista en mercados regulados”.Una eterna regla argentina. La que distingue una democracia liberal de una corporativa. Y lo que explica últimamente tanta precaución de los funcionarios ante una jefa en receso o en silencio. Otra enseñanza de este tiempo: el exceso de palabras es a veces lo opuesto a la autoridad.

Fuente: La Nación

 Like

Los datos sobre el área sembrada en Estados Unidos informados por el Departamento de Agricultura de dicho país (USDA, por sus siglas en inglés) del pasado 31 de marzo generaron un “revuelo” importante en la plaza de Chicago al ubicarse en 36,9 y en 35,5 millones de hectáreas para el maíz y la soja, muy por debajo de lo que el mercado esperaba.Desde ese momento, el devenir de los precios se contonea entre los que creen que el USDA se equivoca poco en este tipo de estimaciones y aquellos que prevén que la cantidad de acres (o hectáreas) terminará siendo sustancialmente mayor. Y este no es un dato menor puesto que de ocurrir lo último, sería una de las pocas variables que podrían “mejorar” el muy ajustado esquema de oferta y demanda estadounidense, tanto para maíz como –mucho más– para la soja.Fuerte descenso de los precios de la soja en Chicago y en el mercado localMientras la demanda no muestre signos de racionamiento (aunque ya se nota cierto agotamiento en la molienda de soja estadounidense), lo único que queda es tratar de incrementar la oferta casi, a como dé lugar. El tema es que las estimaciones de producción, tanto en Estados Unidos como a escala global, están prácticamente en niveles récord y la forma más sencilla de poder incrementarla es con un aumento de área.Eso puede ocurrir fácilmente cuando las subas de precios vienen por problemas de oferta. Pero cuando se generan por presión de la demanda, la historia puede ser algo más compleja. En este último caso y cuando el impacto de la demanda no “discrimina” entre productos, la competencia por el área se hace más reñida. Ello es así porque las cotizaciones son atractivas y rentables en casi todos los granos. Por caso, en nuestro país y dependiendo de las zonas, los márgenes pueden variar significativamente. No es lo mismo, por ejemplo, el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, donde el doble cultivo trigo/maíz o cebada/maíz o inclusive el girasol compiten con la soja (algo parecido podría ocurrir con el girasol en la región NEA), que en la región núcleo donde, por ahí, un maíz como único cultivo podría competirle a la soja con resultados negativos para la oleaginosa.El sorgo es otro cultivo que hay que tener muy presente por los valores que tiene. En definitiva, cuando existe un problema de oferta en algún cultivo en especial en alguna región del planeta, ese producto puede “desmarcarse” algo del resto en materia de precios marcando la diferencia.Cuando la suba de valores viene por el lado de la demanda y es general (como es el caso), todos están en condiciones de competir por área y es difícil que uno se destaque por sobre el resto.Así las cosas y volviendo al principio, la estadística muestra que el USDA se equivoca relativamente poco en las proyecciones de marzo en relación con los datos finales de área. Sobre todo cuando hablamos de una subestimación del área por parte del organismo. Más bien, las “equivocaciones” vienen por sobrestimación en aquellos casos en los que por cuestiones climáticas el área termina siendo mucho menor por imposibilidad de los productores cuando, por ejemplo, se dan copiosas lluvias al momento de la siembra, imposibilitando la continuidad de estas. Pero siempre puede haber sorpresas y hay que tener en cuenta que no son pocos los que creen que se va a implantar más maíz y más soja en los Estados Unidos. Para seguir con atención.——————————El autor es socio de Nóvitas

Fuente: La Nación

 Like

El crítico de arte Claudio Iglesias escribió hace algunos días: “Este fenómeno estaba en todas las casas de clase media, como un casette de Les Luthiers o una revista con Nacha en la portada. En todas partes. Si hubiera que contar la historia de la clase media argentina de las últimas décadas del siglo pasado en una serie para Netflix, este Di Tella sería una inspiración central”. Por cierto, me crié en una casa de clase media (recontramedia) cerca de donde la actual Facultad de Filosofía y Letras (Puan, bah) era una fábrica de tabaco que arrojaba un hollín dickensiano sobre las inmediaciones (el Chernobyl petit burgués de Caballito sur), tiñendo todo de un negro fúnebre y grasiento. No había entonces tal boom inmobiliario dispuesto a demoler una identidad que se debatía entre pensiones y casonas señoriales para gentrificar el barrio con pirámides de durlock ni tampoco, en mi casa, ese aspiracional cultural al que apunta Iglesias. Ningún casete de Les Luthiers y, entre las revistas femeninas de mi madre o las Selecciones de mi padre, ninguna foto de Nacha Guevara. Pero sí claro, había sobrevivido una heladera SIAM blanca cuya manija semejaba la palanca de cambios de un Fiat 600. En ese pasaje de formas había sí una historia cifrada del consumo y de la movilidad social de la Argentina entre los años 40 y los 60.“Todos teníamos algo de SIAM en nuestras casas”, me diría Juan Carlos Distéfano en su estudio de La Boca en abril de 2018, en una de las primeras entrevistas que hice para El Di Tella. Historia íntima de un fenómeno cultural (Paidós), que viene a ser este Di Tella al que el crítico Iglesias se refería. Distéfano, el primer y último empleado de los centros de arte del Instituto Torcuato Di Tella (lo que llamamos por extensión El Di Tella) de Florida 936, y mi familia tenían al menos eso en común: un artefacto de SIAM. Solo que a él le tocó darle una identidad visual al tsunami de artes visuales, música y teatro (todas categorías puestas en discusión, además) que sacudía el edificio que los Di Tella alquilaban a los Duhau a través de piezas de comunicación (afiches de vía pública, catálogos, programas de mano) que elevaron el estatus del diseño gráfico argentino. En tanto, no formaba parte de ningún plan familiar, en una casa sin biblioteca pero con un Quinquela fake estelar, que cincuenta años después el hijo mayor de la pareja de un vendedor de autos y una ama de casa se hiciera cargo de contar la primera historia escrita en la Argentina (y en argentino) del Di Tella. Porque la primera, una paradoja salida de esta misma historia, la había escrito un académico inglés llamado John King entre 1979 y 1982, aunque terminara editándose en 1985. Cuando Torcuato Di Tella hijo, entonces secretario de Cultura de Kirchner, me regaló el libro, de algún modo había empezado este. Se cumplían treinta años de la apertura de Florida 936 y me tocaba volver sobre “el mito” en la sección Información General de Clarín.El Di Tella
Jorge Romero Brest con su mujer, Martita, en su departamento de la calle Parera (fotos gentileza edgardo giménez/)No conocía el libro de King, casi inhallable hasta su reedición en 2007, pero el Di Tella se había adherido a mi ADN cultural de maneras casi involuntarias. Todos teníamos algo de SIAM en nuestras casas pero no necesariamente algo salido del Di Tella, aunque si aprendíamos a sintonizar –en ese ejercicio de precisión– la Noblex Siete Mares, las cosas se nos cruzaban, aparecían. Un mediodía fue Marta Minujín en un almuerzo de Mirtha: una criatura de otro mundo entrometida en ese ritual de una familia almorzando con la vista clavada en otro almuerzo como en una cascada ilusionista de Escher. Otra noche, escuchar la voz de Hugo Guerrero Marthineitz repitiendo en contrapunto, la voz grave y pausada, la letra de “Plegaria para un niño dormido” de Almendra en el asiento trasero del auto familiar. Más adelante, aprender de amigos más grandes, iniciadores, el mantra “Para no ser un recuerdo hay que ser un reloco” que, supe después, no era una ocurrencia de ellos, adelantados de Villa Urquiza, sino de Federico Manuel Peralta Ramos. Que era el mismo que aparecía los domingos a la noche en ese televisor Philco naranja y ovalado (un artefacto pop) que proyectaba el show de Tato Bores. Arrastraba memorias de aquel Diógenes cajetilla desencajado recitándole a Tato (que le decía aquello de “hay una generación que no te conoce”) la letra de “Porque hoy nací”, de Manal. Esa generación de la que Tato hablaba era la mía y, es verdad, no conocíamos el Di Tella (aunque tuviéramos cosas de SIAM en nuestras casas) pero el Di Tella se las arreglaba para seguir irradiando su luz sobre nosotros.Minujín, Almendra, Manal, Peralta Ramos, todos llevaban a Florida 936/40. No hacía falta estudiar composición en un conservatorio o Bellas Artes en la Belgrano para ser alcanzado por el misterioso rayo ditelliano. También era cuestión, 1981, de dejarse invadir por la nueva modernidad del grupo Virus. Las letras del grupo platense de los hermanos Moura estaban escritas por Roberto Jacoby, un adalid del teórico sauvage Oscar Masotta, que había traficado la mentada desmaterialización del arte en las letras de semiótica pop de un grupo que pasó de fundar el underground a ser bailado en las discotecas de todo el país. Ahí, así, seguía presente el Di Tella.El acceso a La Menesunda, la ambientación de Marta Minujín y Rubén Santantonín (Archivo Marta Minujin /)Aunque se lo hubieran tragado la quiebra de SIAM, la moralina filofascista de Onganía y Levingston y la misma radicalización o la diáspora de los artistas. Aunque en los 70 se lo hubiera borrado del mapa por políticamente incorrecto siguiendo el guión de Pino Solanas en La hora de los hornos, que lo quemaba en la hoguera de la tilinguería. Igual que a Mujica Lainez, intelectual que ejemplificaba el esnobismo imperialista aunque fuera víctima del episodio medular de la censura de Onganía: la prohibición de Bomarzo, ópera cuya música había compuesto Alberto Ginastera. Maestro de Piazzolla y director del CLAEM (Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales) del Di Tella, cuyo programa único para estudiar composición avanzada (en la línea que iba de Schönberg a John Cage) y su impar Laboratorio de Música Electrónica (que resistió en Florida hasta noviembre del 71) sí habían recibido apoyo de la Fundación Rockefeller. Pero las cosas no eran tan lineales. Para un compositor como Ariel Kusnir, cuyo curriculum incluía la dirección de la Orquesta Filarmónica de La Habana, encontrar trabajo en el país durante la así llamada “Revolución Argentina” había sido imposible. Hizo lo que muchos otros: refugiarse en el Di Tella. A Ginastera no le importaron sus servicios para el faro comunista del Caribe. Tampoco dudaría en salvar, después, la vida del becario chileno Gabriel Brncic (a quien le bajaron el estreno de la obra “Volveremos a las montañas” en el Colón en el 68) de las garras de la Triple A, consiguiéndole un salvoconducto con la beca Guggenheim.Refugiarse en el Di Tella era una metáfora y no tanto. I Musicisti, coro de la Facultad de Ingeniería que debutó con ese nombre en una obra de Norman Briski, se convirtió en Les Luthiers en esa misma sala dirigida por Roberto Villanueva porque no hubiera tenido otro lugar donde llevar adelante su humor erudito, nerd. Lo mismo que Jorge Bonino, a quien Distéfano había recordado en esa entrevista como lo mejor que vio pasar por Florida 936/40, un ¿actor? cordobés que hacía de su glosolalia un show disparatado y conmovedor (según el rumor, claro, pues solo se conserva una grabación del audio que escuché en una isla del Tigre pegado a Walter Guth, el operador de la cabina de sonido de la sala, que la conserva como un tesoro). ¿En que otro lugar de Buenos Aires hubiera podido actuar Bonino que llegó recomendado por Marilú Marini? ¿Y en qué otro lugar Marilú, Ana Kamien y Graciela Martínez hubieran podido desplegar su danza pop? ¿Una galería como Bonino o el Museo de Bellas Artes habrían cedido sus instalaciones para que Marta Minujín y el fantasmal Ruben Santantonín montaran La Menesunda? Ni siquiera pensemos en lo nuevo, en lo que se cree que Jorge Romero Brest ponía por delante de un arte consagrado por la institución-arte.La entrada del Instituto Di Tella en la calle Florida (Di Tella/)El Di Tella le dio a Berni espacio para la mayor muestra retrospectiva que tuvo en vida, y Le Parc distaba de formar parte de la bohemia ditelliana habitué del bar Moderno cuando, en 1967, convocó 159.287 personas. Ya se había consagrado en París y en la Bienal de Venecia y, sin embargo, exhibir en el Di Tella formaba parte de un circuito vanguardista (o neovanguardista) internacional. La prueba más contundente la encontré excavando con paciencia de arqueólogo en el archivo que guarda la materialidad del ITDT en la Biblioteca de la Universidad Di Tella, frente a la cancha de River. Tenía la forma de una carta de Yayoi Kusama a Romero Brest fechada el 27 de enero de 1967, pidiéndole lugar para exhibir en Buenos Aires. Como explica Daniel Molina, se suele olvidar que en los 60 el arte estaba revolucionado pero no así las instituciones. El Di Tella era una institución tan nueva como la década: flamante, se dejo invadir por todas las corrientes que estaban poniendo en discusión las formas y lenguajes de la cultura como no sucedía acaso desde los años 20. Por eso no solo formó parte de esa vanguardia y contracultura aunque estuviera pensado desde la tecnocracia desarrollista sino que se inmoló con ella. Y Kusama tardaría 46 años en exhibir en Buenos Aires, convocando una multitud al Malba.Así es que en una familia de clase media como la mía no había signos de un pasado progresista cristalizados en un casette de Les Luthiers o la silueta desgarbada de Nacha posando en Siete Días o Gente. Digamos que tuve que salir del mandato familiar para encontrarme al Di Tella de muchas maneras distintas a lo largo del tiempo. Como público de la escena under de los 80, las señales estaban por todas partes aunque entonces no fuera capaz de procesarlas: desde el cabaret neodadá de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota al teatro shock de La Organización Negra o las irrupciones de Batato Barea todo, o mucho, era ditelliano. Lo que nunca imaginé fue que tendría que hundirme en el archivo de planos de AySA para encontrar una conexión que estaba en el fondo de esta(s) historia(s): la mía y la del Di Tella. Hurgando entre los planos que remontaban la locación Florida 936/40 a fines del siglo XIX apareció el sello de mi abuelo como controlador de Obras Sanitarias en uno de 1955. Su firma se cruzaba en el camino de la conversión de SIAM de buque insigna de la industria argentina en mecenas de la revuelta artística y en el mío, que tardaría medio siglo para encontrar su nombre italiano oculto en un archivo durante la investigación para este Di Tella que Netflix nunca entendería del todo.

Fuente: La Nación

 Like

La guerra no declarada entre la Argentina y Gran Bretaña en 1982 debió darnos muchas enseñanzas. En cambio, nos dejó con dos lecturas que, por lo antinómicas, conllevan fuertes dosis de simplificación: “Malvinas como la gesta heroica” vs. “Malvinas como la extensión a las Islas de los campos clandestinos de detención de la última dictadura militar”.La “heroica” dice que Malvinas fue una guerra internacional por un territorio nacional de soberanía pendiente, reclamado ininterrumpidamente por nuestro país desde su ocupación armada en enero de 1833. Sin negar los errores político-estratégicos de la Junta militar y la derrota ante Gran Bretaña, las fuerzas argentinas, incluyendo a los conscriptos clases 62 y 63, estuvieron a la altura de las circunstancias, llevaron a cabo misiones sumamente exitosas y ofrecieron un frente inesperadamente duro a la segunda potencia de la OTAN. El pueblo argentino defendió una causa justa y respaldó entusiasta la recuperación.La versión “dictatorial” afirma que, más allá de la justicia de la reivindicación soberana, la guerra de Malvinas fue un recurso de la dictadura genocida para perpetuarse en el poder. Por eso, sus principales contendientes no fueron los argentinos y los británicos, sino los militares y los soldados argentinos. Las Fuerzas Armadas procedieron en el campo de batalla insular de igual modo que en los campos de detención continentales durante el terrorismo de Estado, torturando a sus subalternos (los civiles conscriptos), matándolos de hambre y de frío, huyendo del combate y abandonando a muchachos de 18 años frente a un ejército de profesionales. El pueblo argentino, fiel a la causa anticolonialista, sucumbió al engaño de los dictadores en una guerra absurda y sin posibilidades de vencer.Quizá pocos se reconozcan en alguna de estas posturas. Las personas no solemos creer que respondemos a esquemas tan cerrados y excluyentes. ¿Quién puede afirmar, a estas alturas, que ningún oficial peleó, o que todos los soldados fueron víctimas inermes de sus superiores e hicieron solos la guerra? Sin embargo, la caracterización que presento aquí no se refiere a lo que cada cual sabe y piensa en su fuero íntimo, sino a lo que decidimos hacer público. Es al participar, ver y escuchar las entrevistas televisadas y radiales, las conferencias académicas y las presentaciones escolares sobre “la gesta” o “la aventura absurda”, cuando buscamos reconocer en las palabras, las preguntas y los gestos, de qué posiciones se trata y cómo posicionarnos ante ellas.Ambos marcos interpretativos se delinearon en los primeros cinco años de la posguerra y al calor del sentimiento antidictatorial de entonces, pero siguieron acompañando, con sus adaptaciones, el proceso político argentino. Cada 2 de abril, los dos renacen y se nutren de un nuevo anecdotario que cada quien utiliza para ratificar sus ideas previas, en lugar de revisarlas, darles flexibilidad y aprender de las evidencias contrarias. No obstante, tal insistencia no resulta de la falta de capacidad intelectual y argumental de quienes los sustentan: la postura “dictatorial” está generosamente distribuida en el periodismo, la academia, la cultura, casi todos los círculos partidarios y unas pocas organizaciones de ex soldados combatientes; la “heroica” se sostiene en la mayoría de los centros de veteranos de guerra que nuclean a los ex soldados, los veteranos profesionales, las Fuerzas Armadas, los familiares de los caídos y un reducido núcleo de intelectuales, académicos y periodistas.Esta distribución debiera advertirnos, al menos, en dos sentidos. Primero, la posición “dictatorial” se transformó en la versión oficial de la arena pública y, por lo tanto, en la “forma correcta” de hablar y escuchar sobre Malvinas. Segundo, la gran mayoría de los protagonistas argentinos del conflicto bélico quedó del lado “heroico” y, por lo tanto, a la defensiva. Allá por 1982 eran soldados, suboficiales y oficiales; artilleros, helicopteristas, infantes de marina e infantes de Ejército; submarinistas, marineros y maquinistas; pilotos y aviadores; transporteros y cazadores; comunicadores, enfermeros y enfermeras; médicos, armeros, mecánicos y comandos… Casi 40 años después son pocos los que hablan fuera de sus círculos cercanos y confiables, y menos aún los que discuten con la posición contraria en la arena pública. Estas restricciones fueron acompañadas por el generalizado silencio de sus instituciones, las más comprometidas en aquellos sucesos, las que eludieron por largo tiempo el análisis informado, crítico y público de lo ocurrido en el Atlántico Sur. En este devenir, algunos ex soldados fueron abandonando sus verdaderas experiencias y empezaron a acomodarlas a la historia oficial, reportando como malos tratos incluso aquello que fue parte de la innegable crueldad de las guerras, con todo y sus privaciones.Falsas certezasComo resultado y siguiendo la lógica con que funcionan las antinomias, la exacerbación de los términos fue dejando menos espacio para las preguntas y las dudas, y transformó a las dos partes en caricaturas de sí mismas. Es que la rápida y obediente adopción de un bando no necesita los matices que vienen de la experiencia.Dos tipos de profesionales que podrían ayudarnos a conmover tantas certezas, los investigadores sociales y los periodistas, han preferido instalarse en la seguridad de la versión dominante y políticamente correcta. Sin temas nuevos ni cuestiones interesantes, se limitan a repetir la lástima por “los chicos de la guerra”, la perversión de los oficiales y los suboficiales y la borrachera del General. La guerra de Malvinas leída como una cuestión interna de los argentinos acaba sacando a lo que ocurrió en 1982 de su propia época, de la centenaria disputa, de los intereses nordatlánticos, del estado de rebelión interna que afrontaba Margaret Thatcher, del militarismo argentino en un militarismo global y bipolar, y del sentido paradójicamente humano que entraña todo conflicto armado. Nuestra única guerra contra otro Estado nacional en el siglo XX devino, así, en una fábrica de estereotipos negativos y positivos, donde los británicos ocupan el lugar de los verdaderos profesionales con equipamiento apropiado y armamento de última generación. A la rubia Albión no se le trababan los cañones, no incurrió en errores tácticos, no sufrió fuego amigo y sus hombres murieron por casualidad.Pero todavía están entre nosotros los argentinos que sí vieron y sí saben qué sucedió en las posiciones, cómo soportaron la humedad de los pozos y el cañoneo naval, cómo fue volar sobre una fragata misilística y cómo fue esperar que un torpedo como el del Belgrano atravesara el mamparo del buque propio. Ellos saben también cómo temían los paracaidistas ingleses que subían por las laderas de Monte Longdon y cómo se desfiguraban de terror y fuego los galeses del Sir Galahad en Bahía Agradable. Y es que son los mismos británicos quienes, pese a su victoria, se siguen sorprendiendo con aquel infante de marina argentino que pedía fuego propio sobre su posición para repeler el avance enemigo; son los tripulantes sobrevivientes del Glamorgan quienes recuerdan cómo les impactó un Exocet lanzado desde un camión en la costa isleña, dos días antes de que todo terminara.No son anécdotas pintorescas ni casos aislados. Son la consecuencia de mucha instrucción, destreza e ingenio que quedaron a resguardo, en un mar de silencio más parecido a la indiferencia y a la ignorancia que a la empatía, al respeto y a las ganas de saber. Son también la consecuencia de las innumerables decisiones que hubo que tomar en aquella guerra no prevista ni planificada, de las históricas disputas interfuerzas y de una conducción militar que se abroqueló en Puerto Argentino, lejos de las unidades y los frentes de batalla.La contienda sudatlántica que llamamos “guerra de Malvinas” (y que debería incluir las complejidades de lo ocurrido en Georgias del Sur y Sandwich del Sur) no sólo muestra a los militares de entonces. Hacia los 40 años de 1982, sabemos que Malvinas presenta, con claridad diagnóstica, las maneras tan argentinas que las Fuerzas Armadas tuvieron de hacer las cosas… y de todos nosotros con ellas.Hay quienes no entienden ni les interesa por qué entre cada 2 de abril y cada 14 de junio recrudecen las conmemoraciones malvineras. Es que estos 74 días son nuestra puerta anual a la reflexión, una invitación a pensar cómo y por qué hace casi 40 años, estuviéramos o no de acuerdo, los argentinos nos fuimos deslizando hacia una guerra de la cual no pudimos, no quisimos o no supimos cómo salir. Malvinas no la hicieron sólo los que fueron, los que estuvieron y los que todavía están. Malvinas la hicimos, desde nuestros diversos grados de responsabilidad, los gremios, la sociedad civil, los partidos, los exiliados, los presos políticos y los comunes, los que ocupaban nuestro Estado y los que tomaron el gobierno.Conocer y comprender con fundamento y parsimonia es muy distinto que adoptar un bando para pronunciar la rápida condena. La tan mentada apelación a la “memoria” no es siempre un antídoto contra la repetición; a veces es su garantía. Ojalá que el 2 de abril de 2022 podamos convertir a Malvinas en una apuesta al futuro, con mejores preguntas y más sabias respuestas. Ojalá podamos reconocernos en aquella contienda, tan argentina como las islas, tan nuestra como este presente al que, quizá por las mismas razones, tanto nos cuesta entender.La autora es antropóloga, investigadora del CIS-IDES/Conicet

Fuente: La Nación

 Like