Parece una excusa de ministros o secretarios con ganas de postergar medidas. ¿O así funciona el Gobierno? La escucharon esta semana empresarios y, urgidos por el cierre de listas, dirigentes políticos: cuando consultaron sobre demoras en decisiones para sus respectivas áreas, les contestaron que, con Cristina Kirchner fuera de escena por la internación de su hija, había cuestiones que deberían esperar. Fue un mensaje similar para todos. El silencio de la jefa abarca desde temas energéticos y candidaturas hasta otros más candentes como, por ejemplo, el desarrollo local de las vacunas.Es cierto que el Covid dificulta cualquier proyección medianamente seria. Pero cuesta entender que el diputado peronista Pablo Yedlin, presidente de la Comisión de Salud, insista en que van a “sobrar vacunas” el mismo día en que Alberto Fernández se queja delante de su par español, Pedro Sánchez, de la falta de solidaridad de un mundo desarrollado que se ha quedado con el 90% de las dosis. ¿Sobran o faltan? ¿Cuál sería entonces la razón por la que la provincia de Buenos Aires viene advirtiendo que la inmunidad que otorga la primera dosis de la Sputnik V no tiene fecha de vencimiento, aun sin ensayos que respalden la afirmación? Es exactamente lo contrario a lo que hace el gobierno chileno, que prefiere reforzar con la segunda a quienes ya recibieron la primera dosis en lugar de avanzar en número de habitantes con una sola aplicación. En Estados Unidos, destino de muchos latinoamericanos que han optado por las de ARN mensajero, las últimas recomendaciones son bastante estrictas y se emplean incluso para la admisión en universidades: hay que respetar los 21 días de intervalo para la de Pfizer y los 28 para la de Moderna si se pretende aprovechar las ventajas de una mayor memoria celular.En el Gobierno avanzan con lo que está disponible. Apuestan ahora a cubrir el faltante de las segundas dosis de la Sputnik con otra similar, también de vector viral no replicante, la de AstraZeneca. Es lo que acordaron con este laboratorio para un futuro que, si se atiende a las declaraciones de los funcionarios, parecería acotado a este invierno. Por lo pronto en la estrategia de compra de vacunas: el Gobierno no ha tomado una precaución que recomiendan los especialistas, la de tratar con varios oferentes al mismo tiempo porque en las epidemias abundan los fracasos y faltan éxitos.Es indudable que al diálogo con algunos laboratorios le falta fluidez. El martes por la mañana, dos horas antes de que Carlos Vaquer, CEO de Pfizer, expusiera en la Cámara de Diputados por pedido del oficialismo, Yedlin interrumpió a Marcelo Longobardi, que lo entrevistaba en Radio Mitre, cuando el periodista le empezaba a preguntar el motivo por el cual el Gobierno había “depuesto” el acuerdo por 14 millones de dosis con ese laboratorio. “¡No depuso, no hay ningún acuerdo, es mentira! –contestó el diputado– ¡Es mentira lo de los 14 millones de dosis! ¡No es cierto! Y hoy esperemos que Pfizer lo aclare: no hubo ningún acuerdo de 14 millones de dosis. ¡Y se repite, y se repite lo de los 14 millones de dosis!”. Hubo que esperar muy poco para que Vaquer confirmara la oferta y fuera incluso más preciso. Fueron 13,2 millones, dijo. ¿Puede ser que Yedlin, autor del texto de la ley de vacunas, ignorara en ese momento el dato? ¿No lo había llegado a hablar con Ginés González García, que confirmó ese volumen inicial cuatro días antes de la reunión en el Congreso, el viernes de la semana pasada, en una entrevista con Pablo Sirvén en LN+?Repasar las declaraciones y los documentos del caso Pfizer indica que el Gobierno no tuvo la mínima intención de acordar. Es lo que sospecha parte de la administración de Biden, decidida ahora a donar al mundo vacunas fabricadas en su territorio. “Cumpliremos sin condiciones”, anticipó anteayer en Twitter Juan González, director para el Hemisferio Occidental de la Casa Blanca, en un posteo que escribió en portugués sobre la noticia de que Sinovac le había ofrecido a Bolsonaro cumplir con los contratos a cambio de que no criticara a China. Pero argentinos que han tomado contacto últimamente con funcionarios demócratas por temas bilaterales como el respaldo ante el FMI temen que, aunque lo niegue en público, para Estados Unidos será inevitable caer en cierta “diplomacia de las vacunas” si la Argentina sigue, por ejemplo, obstruyendo contratos con laboratorios norteamericanos o votando contra Israel o a favor de Venezuela en foros multilaterales. Esta presunción arranca en las dos vacunas elegidas para donar, Pfizer y Moderna, mientras sobran en ese país unos 60 millones de dosis de AstraZeneca, la única de ese portafolio que la Anmat tiene aprobada.Parte de estos misterios empezarán a develarse en las próximas semanas. Será inevitable que el Departamento de Estado le preste atención a las negociaciones del Gobierno con Pfizer y Johnson & Johnson y al interés por acordar. La experiencia con Moderna no muestra fervor por las vacunas norteamericanas. Tal como publicaron en abril Claudio Jacquelin y Hugo Alconada Mon, Eduardo Eurnekian le ofreció a principios de diciembre a Alberto Fernández contactarse con Noubar Afeyan, presidente de Moderna, a quien conocía por sus vínculos con la comunidad armenia. Pero el jefe del Estado argentino se demoró en llamarlo y, en la conversación, que se hizo recién el 14 de enero y de la que participó González García, el laboratorio contestó que no podría entregar nada antes del segundo semestre. ¿No valía la pena seguir al menos en contacto, si se supone que la Argentina deberá seguir vacunando por varios años?En la industria de los laboratorios, un universo complejo, desconfiado y pródigo en lobbies y prebendas, un desdén puede ser malinterpretado. Por la naturaleza del negocio y por el rol que tiene el regulador: la exclusión favorece inevitablemente a los competidores. Por eso provoca todavía suspicacias la palabra “negligencia”, incluida a último momento en la ley de vacunas como excepción a la indemnidad que se les daba a los fabricantes ante posibles reclamos. Vaquer dijo en Diputados que el Gobierno conocía de antemano sus exigencias. ¿Hubo entonces una cláusula anti-Pfizer? Esa sospecha de un traje a medida cobró fuerza la semana pasada, cuando el Ministerio de Salud contestó a un pedido de información pública de los diputados Juan Manuel López y Rubén Manzi (CC-ARI) con un párrafo revelador: Pfizer, decía, fue el único laboratorio que exigió excluir la palabra negligencia no solo del contrato, sino también de la ley. El resto aceptó acotar los alcances en el contrato, sin modificar la ley. Esa sutileza distingue el lobbying de una multinacional clásica norteamericana del que ejercen, en cambio, empresas estatales o con mejor llegada a los gobiernos de cada país. Mientras las compañías globales buscan influir en las leyes, las públicas negocian de Estado a Estado, y las locales, de ejecutivo a funcionario. Cuando las condiciones deben ser discutidas en un despacho privado, no en el recinto legislativo, el más efectivo es el “especialista en mercados regulados”.Una eterna regla argentina. La que distingue una democracia liberal de una corporativa. Y lo que explica últimamente tanta precaución de los funcionarios ante una jefa en receso o en silencio. Otra enseñanza de este tiempo: el exceso de palabras es a veces lo opuesto a la autoridad.

Fuente: La Nación

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Los datos sobre el área sembrada en Estados Unidos informados por el Departamento de Agricultura de dicho país (USDA, por sus siglas en inglés) del pasado 31 de marzo generaron un “revuelo” importante en la plaza de Chicago al ubicarse en 36,9 y en 35,5 millones de hectáreas para el maíz y la soja, muy por debajo de lo que el mercado esperaba.Desde ese momento, el devenir de los precios se contonea entre los que creen que el USDA se equivoca poco en este tipo de estimaciones y aquellos que prevén que la cantidad de acres (o hectáreas) terminará siendo sustancialmente mayor. Y este no es un dato menor puesto que de ocurrir lo último, sería una de las pocas variables que podrían “mejorar” el muy ajustado esquema de oferta y demanda estadounidense, tanto para maíz como –mucho más– para la soja.Fuerte descenso de los precios de la soja en Chicago y en el mercado localMientras la demanda no muestre signos de racionamiento (aunque ya se nota cierto agotamiento en la molienda de soja estadounidense), lo único que queda es tratar de incrementar la oferta casi, a como dé lugar. El tema es que las estimaciones de producción, tanto en Estados Unidos como a escala global, están prácticamente en niveles récord y la forma más sencilla de poder incrementarla es con un aumento de área.Eso puede ocurrir fácilmente cuando las subas de precios vienen por problemas de oferta. Pero cuando se generan por presión de la demanda, la historia puede ser algo más compleja. En este último caso y cuando el impacto de la demanda no “discrimina” entre productos, la competencia por el área se hace más reñida. Ello es así porque las cotizaciones son atractivas y rentables en casi todos los granos. Por caso, en nuestro país y dependiendo de las zonas, los márgenes pueden variar significativamente. No es lo mismo, por ejemplo, el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, donde el doble cultivo trigo/maíz o cebada/maíz o inclusive el girasol compiten con la soja (algo parecido podría ocurrir con el girasol en la región NEA), que en la región núcleo donde, por ahí, un maíz como único cultivo podría competirle a la soja con resultados negativos para la oleaginosa.El sorgo es otro cultivo que hay que tener muy presente por los valores que tiene. En definitiva, cuando existe un problema de oferta en algún cultivo en especial en alguna región del planeta, ese producto puede “desmarcarse” algo del resto en materia de precios marcando la diferencia.Cuando la suba de valores viene por el lado de la demanda y es general (como es el caso), todos están en condiciones de competir por área y es difícil que uno se destaque por sobre el resto.Así las cosas y volviendo al principio, la estadística muestra que el USDA se equivoca relativamente poco en las proyecciones de marzo en relación con los datos finales de área. Sobre todo cuando hablamos de una subestimación del área por parte del organismo. Más bien, las “equivocaciones” vienen por sobrestimación en aquellos casos en los que por cuestiones climáticas el área termina siendo mucho menor por imposibilidad de los productores cuando, por ejemplo, se dan copiosas lluvias al momento de la siembra, imposibilitando la continuidad de estas. Pero siempre puede haber sorpresas y hay que tener en cuenta que no son pocos los que creen que se va a implantar más maíz y más soja en los Estados Unidos. Para seguir con atención.——————————El autor es socio de Nóvitas

Fuente: La Nación

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El crítico de arte Claudio Iglesias escribió hace algunos días: “Este fenómeno estaba en todas las casas de clase media, como un casette de Les Luthiers o una revista con Nacha en la portada. En todas partes. Si hubiera que contar la historia de la clase media argentina de las últimas décadas del siglo pasado en una serie para Netflix, este Di Tella sería una inspiración central”. Por cierto, me crié en una casa de clase media (recontramedia) cerca de donde la actual Facultad de Filosofía y Letras (Puan, bah) era una fábrica de tabaco que arrojaba un hollín dickensiano sobre las inmediaciones (el Chernobyl petit burgués de Caballito sur), tiñendo todo de un negro fúnebre y grasiento. No había entonces tal boom inmobiliario dispuesto a demoler una identidad que se debatía entre pensiones y casonas señoriales para gentrificar el barrio con pirámides de durlock ni tampoco, en mi casa, ese aspiracional cultural al que apunta Iglesias. Ningún casete de Les Luthiers y, entre las revistas femeninas de mi madre o las Selecciones de mi padre, ninguna foto de Nacha Guevara. Pero sí claro, había sobrevivido una heladera SIAM blanca cuya manija semejaba la palanca de cambios de un Fiat 600. En ese pasaje de formas había sí una historia cifrada del consumo y de la movilidad social de la Argentina entre los años 40 y los 60.“Todos teníamos algo de SIAM en nuestras casas”, me diría Juan Carlos Distéfano en su estudio de La Boca en abril de 2018, en una de las primeras entrevistas que hice para El Di Tella. Historia íntima de un fenómeno cultural (Paidós), que viene a ser este Di Tella al que el crítico Iglesias se refería. Distéfano, el primer y último empleado de los centros de arte del Instituto Torcuato Di Tella (lo que llamamos por extensión El Di Tella) de Florida 936, y mi familia tenían al menos eso en común: un artefacto de SIAM. Solo que a él le tocó darle una identidad visual al tsunami de artes visuales, música y teatro (todas categorías puestas en discusión, además) que sacudía el edificio que los Di Tella alquilaban a los Duhau a través de piezas de comunicación (afiches de vía pública, catálogos, programas de mano) que elevaron el estatus del diseño gráfico argentino. En tanto, no formaba parte de ningún plan familiar, en una casa sin biblioteca pero con un Quinquela fake estelar, que cincuenta años después el hijo mayor de la pareja de un vendedor de autos y una ama de casa se hiciera cargo de contar la primera historia escrita en la Argentina (y en argentino) del Di Tella. Porque la primera, una paradoja salida de esta misma historia, la había escrito un académico inglés llamado John King entre 1979 y 1982, aunque terminara editándose en 1985. Cuando Torcuato Di Tella hijo, entonces secretario de Cultura de Kirchner, me regaló el libro, de algún modo había empezado este. Se cumplían treinta años de la apertura de Florida 936 y me tocaba volver sobre “el mito” en la sección Información General de Clarín.El Di Tella
Jorge Romero Brest con su mujer, Martita, en su departamento de la calle Parera (fotos gentileza edgardo giménez/)No conocía el libro de King, casi inhallable hasta su reedición en 2007, pero el Di Tella se había adherido a mi ADN cultural de maneras casi involuntarias. Todos teníamos algo de SIAM en nuestras casas pero no necesariamente algo salido del Di Tella, aunque si aprendíamos a sintonizar –en ese ejercicio de precisión– la Noblex Siete Mares, las cosas se nos cruzaban, aparecían. Un mediodía fue Marta Minujín en un almuerzo de Mirtha: una criatura de otro mundo entrometida en ese ritual de una familia almorzando con la vista clavada en otro almuerzo como en una cascada ilusionista de Escher. Otra noche, escuchar la voz de Hugo Guerrero Marthineitz repitiendo en contrapunto, la voz grave y pausada, la letra de “Plegaria para un niño dormido” de Almendra en el asiento trasero del auto familiar. Más adelante, aprender de amigos más grandes, iniciadores, el mantra “Para no ser un recuerdo hay que ser un reloco” que, supe después, no era una ocurrencia de ellos, adelantados de Villa Urquiza, sino de Federico Manuel Peralta Ramos. Que era el mismo que aparecía los domingos a la noche en ese televisor Philco naranja y ovalado (un artefacto pop) que proyectaba el show de Tato Bores. Arrastraba memorias de aquel Diógenes cajetilla desencajado recitándole a Tato (que le decía aquello de “hay una generación que no te conoce”) la letra de “Porque hoy nací”, de Manal. Esa generación de la que Tato hablaba era la mía y, es verdad, no conocíamos el Di Tella (aunque tuviéramos cosas de SIAM en nuestras casas) pero el Di Tella se las arreglaba para seguir irradiando su luz sobre nosotros.Minujín, Almendra, Manal, Peralta Ramos, todos llevaban a Florida 936/40. No hacía falta estudiar composición en un conservatorio o Bellas Artes en la Belgrano para ser alcanzado por el misterioso rayo ditelliano. También era cuestión, 1981, de dejarse invadir por la nueva modernidad del grupo Virus. Las letras del grupo platense de los hermanos Moura estaban escritas por Roberto Jacoby, un adalid del teórico sauvage Oscar Masotta, que había traficado la mentada desmaterialización del arte en las letras de semiótica pop de un grupo que pasó de fundar el underground a ser bailado en las discotecas de todo el país. Ahí, así, seguía presente el Di Tella.El acceso a La Menesunda, la ambientación de Marta Minujín y Rubén Santantonín (Archivo Marta Minujin /)Aunque se lo hubieran tragado la quiebra de SIAM, la moralina filofascista de Onganía y Levingston y la misma radicalización o la diáspora de los artistas. Aunque en los 70 se lo hubiera borrado del mapa por políticamente incorrecto siguiendo el guión de Pino Solanas en La hora de los hornos, que lo quemaba en la hoguera de la tilinguería. Igual que a Mujica Lainez, intelectual que ejemplificaba el esnobismo imperialista aunque fuera víctima del episodio medular de la censura de Onganía: la prohibición de Bomarzo, ópera cuya música había compuesto Alberto Ginastera. Maestro de Piazzolla y director del CLAEM (Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales) del Di Tella, cuyo programa único para estudiar composición avanzada (en la línea que iba de Schönberg a John Cage) y su impar Laboratorio de Música Electrónica (que resistió en Florida hasta noviembre del 71) sí habían recibido apoyo de la Fundación Rockefeller. Pero las cosas no eran tan lineales. Para un compositor como Ariel Kusnir, cuyo curriculum incluía la dirección de la Orquesta Filarmónica de La Habana, encontrar trabajo en el país durante la así llamada “Revolución Argentina” había sido imposible. Hizo lo que muchos otros: refugiarse en el Di Tella. A Ginastera no le importaron sus servicios para el faro comunista del Caribe. Tampoco dudaría en salvar, después, la vida del becario chileno Gabriel Brncic (a quien le bajaron el estreno de la obra “Volveremos a las montañas” en el Colón en el 68) de las garras de la Triple A, consiguiéndole un salvoconducto con la beca Guggenheim.Refugiarse en el Di Tella era una metáfora y no tanto. I Musicisti, coro de la Facultad de Ingeniería que debutó con ese nombre en una obra de Norman Briski, se convirtió en Les Luthiers en esa misma sala dirigida por Roberto Villanueva porque no hubiera tenido otro lugar donde llevar adelante su humor erudito, nerd. Lo mismo que Jorge Bonino, a quien Distéfano había recordado en esa entrevista como lo mejor que vio pasar por Florida 936/40, un ¿actor? cordobés que hacía de su glosolalia un show disparatado y conmovedor (según el rumor, claro, pues solo se conserva una grabación del audio que escuché en una isla del Tigre pegado a Walter Guth, el operador de la cabina de sonido de la sala, que la conserva como un tesoro). ¿En que otro lugar de Buenos Aires hubiera podido actuar Bonino que llegó recomendado por Marilú Marini? ¿Y en qué otro lugar Marilú, Ana Kamien y Graciela Martínez hubieran podido desplegar su danza pop? ¿Una galería como Bonino o el Museo de Bellas Artes habrían cedido sus instalaciones para que Marta Minujín y el fantasmal Ruben Santantonín montaran La Menesunda? Ni siquiera pensemos en lo nuevo, en lo que se cree que Jorge Romero Brest ponía por delante de un arte consagrado por la institución-arte.La entrada del Instituto Di Tella en la calle Florida (Di Tella/)El Di Tella le dio a Berni espacio para la mayor muestra retrospectiva que tuvo en vida, y Le Parc distaba de formar parte de la bohemia ditelliana habitué del bar Moderno cuando, en 1967, convocó 159.287 personas. Ya se había consagrado en París y en la Bienal de Venecia y, sin embargo, exhibir en el Di Tella formaba parte de un circuito vanguardista (o neovanguardista) internacional. La prueba más contundente la encontré excavando con paciencia de arqueólogo en el archivo que guarda la materialidad del ITDT en la Biblioteca de la Universidad Di Tella, frente a la cancha de River. Tenía la forma de una carta de Yayoi Kusama a Romero Brest fechada el 27 de enero de 1967, pidiéndole lugar para exhibir en Buenos Aires. Como explica Daniel Molina, se suele olvidar que en los 60 el arte estaba revolucionado pero no así las instituciones. El Di Tella era una institución tan nueva como la década: flamante, se dejo invadir por todas las corrientes que estaban poniendo en discusión las formas y lenguajes de la cultura como no sucedía acaso desde los años 20. Por eso no solo formó parte de esa vanguardia y contracultura aunque estuviera pensado desde la tecnocracia desarrollista sino que se inmoló con ella. Y Kusama tardaría 46 años en exhibir en Buenos Aires, convocando una multitud al Malba.Así es que en una familia de clase media como la mía no había signos de un pasado progresista cristalizados en un casette de Les Luthiers o la silueta desgarbada de Nacha posando en Siete Días o Gente. Digamos que tuve que salir del mandato familiar para encontrarme al Di Tella de muchas maneras distintas a lo largo del tiempo. Como público de la escena under de los 80, las señales estaban por todas partes aunque entonces no fuera capaz de procesarlas: desde el cabaret neodadá de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota al teatro shock de La Organización Negra o las irrupciones de Batato Barea todo, o mucho, era ditelliano. Lo que nunca imaginé fue que tendría que hundirme en el archivo de planos de AySA para encontrar una conexión que estaba en el fondo de esta(s) historia(s): la mía y la del Di Tella. Hurgando entre los planos que remontaban la locación Florida 936/40 a fines del siglo XIX apareció el sello de mi abuelo como controlador de Obras Sanitarias en uno de 1955. Su firma se cruzaba en el camino de la conversión de SIAM de buque insigna de la industria argentina en mecenas de la revuelta artística y en el mío, que tardaría medio siglo para encontrar su nombre italiano oculto en un archivo durante la investigación para este Di Tella que Netflix nunca entendería del todo.

Fuente: La Nación

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La guerra no declarada entre la Argentina y Gran Bretaña en 1982 debió darnos muchas enseñanzas. En cambio, nos dejó con dos lecturas que, por lo antinómicas, conllevan fuertes dosis de simplificación: “Malvinas como la gesta heroica” vs. “Malvinas como la extensión a las Islas de los campos clandestinos de detención de la última dictadura militar”.La “heroica” dice que Malvinas fue una guerra internacional por un territorio nacional de soberanía pendiente, reclamado ininterrumpidamente por nuestro país desde su ocupación armada en enero de 1833. Sin negar los errores político-estratégicos de la Junta militar y la derrota ante Gran Bretaña, las fuerzas argentinas, incluyendo a los conscriptos clases 62 y 63, estuvieron a la altura de las circunstancias, llevaron a cabo misiones sumamente exitosas y ofrecieron un frente inesperadamente duro a la segunda potencia de la OTAN. El pueblo argentino defendió una causa justa y respaldó entusiasta la recuperación.La versión “dictatorial” afirma que, más allá de la justicia de la reivindicación soberana, la guerra de Malvinas fue un recurso de la dictadura genocida para perpetuarse en el poder. Por eso, sus principales contendientes no fueron los argentinos y los británicos, sino los militares y los soldados argentinos. Las Fuerzas Armadas procedieron en el campo de batalla insular de igual modo que en los campos de detención continentales durante el terrorismo de Estado, torturando a sus subalternos (los civiles conscriptos), matándolos de hambre y de frío, huyendo del combate y abandonando a muchachos de 18 años frente a un ejército de profesionales. El pueblo argentino, fiel a la causa anticolonialista, sucumbió al engaño de los dictadores en una guerra absurda y sin posibilidades de vencer.Quizá pocos se reconozcan en alguna de estas posturas. Las personas no solemos creer que respondemos a esquemas tan cerrados y excluyentes. ¿Quién puede afirmar, a estas alturas, que ningún oficial peleó, o que todos los soldados fueron víctimas inermes de sus superiores e hicieron solos la guerra? Sin embargo, la caracterización que presento aquí no se refiere a lo que cada cual sabe y piensa en su fuero íntimo, sino a lo que decidimos hacer público. Es al participar, ver y escuchar las entrevistas televisadas y radiales, las conferencias académicas y las presentaciones escolares sobre “la gesta” o “la aventura absurda”, cuando buscamos reconocer en las palabras, las preguntas y los gestos, de qué posiciones se trata y cómo posicionarnos ante ellas.Ambos marcos interpretativos se delinearon en los primeros cinco años de la posguerra y al calor del sentimiento antidictatorial de entonces, pero siguieron acompañando, con sus adaptaciones, el proceso político argentino. Cada 2 de abril, los dos renacen y se nutren de un nuevo anecdotario que cada quien utiliza para ratificar sus ideas previas, en lugar de revisarlas, darles flexibilidad y aprender de las evidencias contrarias. No obstante, tal insistencia no resulta de la falta de capacidad intelectual y argumental de quienes los sustentan: la postura “dictatorial” está generosamente distribuida en el periodismo, la academia, la cultura, casi todos los círculos partidarios y unas pocas organizaciones de ex soldados combatientes; la “heroica” se sostiene en la mayoría de los centros de veteranos de guerra que nuclean a los ex soldados, los veteranos profesionales, las Fuerzas Armadas, los familiares de los caídos y un reducido núcleo de intelectuales, académicos y periodistas.Esta distribución debiera advertirnos, al menos, en dos sentidos. Primero, la posición “dictatorial” se transformó en la versión oficial de la arena pública y, por lo tanto, en la “forma correcta” de hablar y escuchar sobre Malvinas. Segundo, la gran mayoría de los protagonistas argentinos del conflicto bélico quedó del lado “heroico” y, por lo tanto, a la defensiva. Allá por 1982 eran soldados, suboficiales y oficiales; artilleros, helicopteristas, infantes de marina e infantes de Ejército; submarinistas, marineros y maquinistas; pilotos y aviadores; transporteros y cazadores; comunicadores, enfermeros y enfermeras; médicos, armeros, mecánicos y comandos… Casi 40 años después son pocos los que hablan fuera de sus círculos cercanos y confiables, y menos aún los que discuten con la posición contraria en la arena pública. Estas restricciones fueron acompañadas por el generalizado silencio de sus instituciones, las más comprometidas en aquellos sucesos, las que eludieron por largo tiempo el análisis informado, crítico y público de lo ocurrido en el Atlántico Sur. En este devenir, algunos ex soldados fueron abandonando sus verdaderas experiencias y empezaron a acomodarlas a la historia oficial, reportando como malos tratos incluso aquello que fue parte de la innegable crueldad de las guerras, con todo y sus privaciones.Falsas certezasComo resultado y siguiendo la lógica con que funcionan las antinomias, la exacerbación de los términos fue dejando menos espacio para las preguntas y las dudas, y transformó a las dos partes en caricaturas de sí mismas. Es que la rápida y obediente adopción de un bando no necesita los matices que vienen de la experiencia.Dos tipos de profesionales que podrían ayudarnos a conmover tantas certezas, los investigadores sociales y los periodistas, han preferido instalarse en la seguridad de la versión dominante y políticamente correcta. Sin temas nuevos ni cuestiones interesantes, se limitan a repetir la lástima por “los chicos de la guerra”, la perversión de los oficiales y los suboficiales y la borrachera del General. La guerra de Malvinas leída como una cuestión interna de los argentinos acaba sacando a lo que ocurrió en 1982 de su propia época, de la centenaria disputa, de los intereses nordatlánticos, del estado de rebelión interna que afrontaba Margaret Thatcher, del militarismo argentino en un militarismo global y bipolar, y del sentido paradójicamente humano que entraña todo conflicto armado. Nuestra única guerra contra otro Estado nacional en el siglo XX devino, así, en una fábrica de estereotipos negativos y positivos, donde los británicos ocupan el lugar de los verdaderos profesionales con equipamiento apropiado y armamento de última generación. A la rubia Albión no se le trababan los cañones, no incurrió en errores tácticos, no sufrió fuego amigo y sus hombres murieron por casualidad.Pero todavía están entre nosotros los argentinos que sí vieron y sí saben qué sucedió en las posiciones, cómo soportaron la humedad de los pozos y el cañoneo naval, cómo fue volar sobre una fragata misilística y cómo fue esperar que un torpedo como el del Belgrano atravesara el mamparo del buque propio. Ellos saben también cómo temían los paracaidistas ingleses que subían por las laderas de Monte Longdon y cómo se desfiguraban de terror y fuego los galeses del Sir Galahad en Bahía Agradable. Y es que son los mismos británicos quienes, pese a su victoria, se siguen sorprendiendo con aquel infante de marina argentino que pedía fuego propio sobre su posición para repeler el avance enemigo; son los tripulantes sobrevivientes del Glamorgan quienes recuerdan cómo les impactó un Exocet lanzado desde un camión en la costa isleña, dos días antes de que todo terminara.No son anécdotas pintorescas ni casos aislados. Son la consecuencia de mucha instrucción, destreza e ingenio que quedaron a resguardo, en un mar de silencio más parecido a la indiferencia y a la ignorancia que a la empatía, al respeto y a las ganas de saber. Son también la consecuencia de las innumerables decisiones que hubo que tomar en aquella guerra no prevista ni planificada, de las históricas disputas interfuerzas y de una conducción militar que se abroqueló en Puerto Argentino, lejos de las unidades y los frentes de batalla.La contienda sudatlántica que llamamos “guerra de Malvinas” (y que debería incluir las complejidades de lo ocurrido en Georgias del Sur y Sandwich del Sur) no sólo muestra a los militares de entonces. Hacia los 40 años de 1982, sabemos que Malvinas presenta, con claridad diagnóstica, las maneras tan argentinas que las Fuerzas Armadas tuvieron de hacer las cosas… y de todos nosotros con ellas.Hay quienes no entienden ni les interesa por qué entre cada 2 de abril y cada 14 de junio recrudecen las conmemoraciones malvineras. Es que estos 74 días son nuestra puerta anual a la reflexión, una invitación a pensar cómo y por qué hace casi 40 años, estuviéramos o no de acuerdo, los argentinos nos fuimos deslizando hacia una guerra de la cual no pudimos, no quisimos o no supimos cómo salir. Malvinas no la hicieron sólo los que fueron, los que estuvieron y los que todavía están. Malvinas la hicimos, desde nuestros diversos grados de responsabilidad, los gremios, la sociedad civil, los partidos, los exiliados, los presos políticos y los comunes, los que ocupaban nuestro Estado y los que tomaron el gobierno.Conocer y comprender con fundamento y parsimonia es muy distinto que adoptar un bando para pronunciar la rápida condena. La tan mentada apelación a la “memoria” no es siempre un antídoto contra la repetición; a veces es su garantía. Ojalá que el 2 de abril de 2022 podamos convertir a Malvinas en una apuesta al futuro, con mejores preguntas y más sabias respuestas. Ojalá podamos reconocernos en aquella contienda, tan argentina como las islas, tan nuestra como este presente al que, quizá por las mismas razones, tanto nos cuesta entender.La autora es antropóloga, investigadora del CIS-IDES/Conicet

Fuente: La Nación

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A más de un año del inicio de la pandemia de coronavirus, el médico e investigador Guillermo Jaim Etcheverry, presidente de la Academia Nacional de Educación desde 2018, sostiene que la situación de la educación en la Argentina se ha agravado de manera dramática. “Los efectos de la falta de clases presenciales sobre los aprendizajes, así como sobre los procesos de socialización de niños y jóvenes, han sido devastadores, como lo confirman numerosos estudios realizados tanto en el país como en el exterior”, señala. Durante la extensa cuarentena, en medio de sesiones virtuales “agotadoras”, el académico pudo avanzar en su próximo libro, una defensa de la educación destinada a los verdaderos protagonistas: las nuevas generaciones. “La única alternativa de liberación personal, de exploración de los propios límites y posibilidades, de acercamiento a lo mejor que ha logrado pensar y hacer el ser humano la ofrece la educación”, enfatiza Etcheverry. En tiempos de escuelas cerradas por razones sanitarias, el investigador, que en 2020 fue designado miembro del Consejo Nacional de Calidad de la Educación y que integra la mesa consultiva nacional del programa “Acompañar: puentes de igualdad”, convoca a políticos oficialistas y de la oposición a un diálogo constructivo y a dejar de usar la educación como “arma partidaria”.Jaim Etcheverry cuenta que ha pasado estos tiempos de pandemia como todos, encerrado y recurriendo sus amigos y contactos, y ofreciendo charlas sobre los temas que lo preocupan a través de las “agotadoras” comunicaciones virtuales. “He estado poco productivo y, sobre todo, desanimado ante le percepción de la interrupción de futuro. Desde la aparición de Educación. La tragedia continúa, en marzo de 2020, no escribí mucho porque encuentro difícil concentrarme. He hecho algunos interesantes cursos a distancia sobre pensadores contemporáneos como Byung-Chul Han, entre otros. Leí mucho: todo Lee Child, siguiendo la recomendación de Cesar Aira. Y escuché mucha música”.–Un año después de la conversación con Ideas, en la que decía que era imposible evaluar el año escolar de 2020, ¿cuál es la evaluación que puede hacer ahora?–Aquel encuentro fue a propósito de la publicación de mi libro, a los pocos días de iniciada la cuarentena, en marzo de 2020, cuando era aún imposible anticipar sus efectos sobre el ciclo lectivo. Hoy, a más de un año, se advierte que la situación de nuestra educación, que antes de la pandemia caracterizaba como muy crítica, no ha hecho sino agravarse seriamente. Los efectos de la falta de clases presenciales sobre los aprendizajes, así como sobre los procesos de socialización de niños y jóvenes, han sido devastadores. Lo confirman numerosos estudios realizados en el país y en el exterior. Se ha profundizado la desigualdad, que ya era manifiesta en nuestro sistema educativo. Más preocupante aún es el hecho de que muchos alumnos han roto todo contacto con sus escuelas, éxodo que será muy difícil de revertir y que representará un alto costo personal y social.–Más allá de las consecuencias negativas, ¿habrá dejado algo positivo esta experiencia tan excepcional?–Es muy difícil anticipar efectos positivos porque aún nos encontramos en una situación similar e inclusive peor que la del ciclo anterior, debido al agotamiento de los chicos y de sus familias. Tal vez los padres comprendan mejor la importancia de la tarea que llevan a cabo los maestros por haberse visto enfrentados a la necesidad de acompañar a sus hijos en sus intentos de aprender. Eso podría resultar en la imprescindible revalorización de la docencia como actividad social.–¿Se puede decir que la pandemia despertó una conciencia ciudadana sobre la importancia de la educación en el país?–Sin duda, la cuestión educativa pasó a ser un tema de discusión en sectores mucho más amplios que antes de la pandemia. Eso concitó un gran interés de los medios y del conjunto social.–¿Qué piensa del movimiento de Padres Organizados, que solicitó la reapertura de las escuelas desde mediados de 2020?–Esa reacción de los padres es una confirmación de la esperanza que mencionaba acerca de los posibles saldos positivos de esta experiencia. Es muy importante que los padres asuman la demanda de educación para sus hijos. Pero es de esperar que ese reclamo no se limite a los aspectos de vinculación social de los chicos, sino que se manifieste en un genuino reclamo de la formación que compete a la escuela. Además de proporcionar un ámbito para la interacción con amigos y de asistencia social cuando corresponda, la razón de ser de la escuela es la de brindar las herramientas para que los recién llegados puedan intentar comprender el mundo y a sí mismos. En otras palabras, insertarse en la cultura en la que se desarrollan provistos de las herramientas que les permitan incidir en su destino.”La ‘fatiga del Zoom’ es motivo de estudio por parte de académicos de todo el mundo”, sostiene Jaim Etcheverry (Hernan Zenteno/)–¿Con la digitalización llegó un cambio irreversible en las formas de educar?–No. El explosivo desarrollo de las tecnologías de la comunicación hizo posible en esta emergencia mantener la vinculación entre las escuelas y los estudiantes. Esto se logró con muchas dificultades y quedaron en evidencia, también en este campo, las profundas desigualdades que caracterizan a nuestra sociedad. La falta de acceso a dispositivos de comunicación y las dificultades en la conectividad hicieron muy ardua la tarea de los docentes, que realizaron un esfuerzo para adaptarse a condiciones impensadas. Se experimentaron enfoques muy diversos y algunos novedosos. Es posible que esas experiencias contribuyan a la educación, mejorando la comunicación entre docentes y alumnos. Sin embargo, en mi opinión, la actividad presencial seguirá siendo imprescindible, especialmente en lo que atañe a la educación inicial, primaria y secundaria. Otro de los aspectos positivos de la experiencia actual será un cierto desengaño con la prédica de los entusiastas reformadores de la educación que la anticipaban como totalmente mediatizada. Resulta evidente la saturación que, al menos la tecnología hoy disponible, genera tanto en maestros como en alumnos. La “fatiga del Zoom” es motivo de estudio por parte de académicos de todo el mundo. El futuro sigue pasando por la relación interpersonal que, como hemos comprobado, es imprescindible.–¿Qué medidas podrían tomar el gobierno nacional y los gobiernos provinciales para mitigarla?– En un país en el que más de la mitad de los chicos de menos de 14 años es pobre, su dirigencia debería estar obsesionada por corregir esa situación que escandaliza. Si esos chicos no están bien alimentados y estimulados desde sus primeros días, la tarea de educar se vuelve muy difícil. Es preciso intensificar el apoyo a la educación pública en todos sus niveles porque esa es una de las más claras esperanzas de enfrentar un futuro incierto. Una exigente formación de docentes debería ser la prioridad; no hay buena educación sin buenos docentes. Todos los países que han mejorado su educación han puesto el énfasis en esa formación. Para lograrlo, la docencia debe ser una actividad socialmente valorada y retribuida en consecuencia. Obviamente, la provisión de equipamiento y de medios de conexión adecuados debe incrementarse porque, como señalé, estas tecnologías acompañarán la labor de los maestros crecientemente en el futuro aunque no la harán en absoluto prescindible.–El Gobierno ha emitido confusos mensajes en los que se relativiza el mérito y el esfuerzo. ¿Cuál es su opinión?–Resulta obvio que la igualdad de oportunidades que prometen las democracias es un ideal muy difícil de lograr. Las profundas desigualdades han puesto en duda en todo el mundo la idea de la meritocracia. Muchos académicos han colocado esta cuestión en el centro del debate como, por ejemplo, Michael Sandel, un renombrado profesor de la Universidad de Harvard, en su reciente libro La tiranía del mérito. ¿Qué ha sido del bien común? Se trata de una cuestión imposible de analizar en pocas palabras. Pero una cosa es la meritocracia que se refleja en una competencia feroz en la que se manifiestan las desigualdades y otra muy distinta el mérito, que sigue siendo un valor importante que debe ser alentado. La obligación de las dirigencias es intentar que todos tengan acceso a la posibilidad de superarse, de formarse mejor como personas. Por eso la exigencia es inseparable del proceso educativo, tanto el que está a cargo de los padres como el que llevan a cabo los maestros, ya que pone de manifiesto el interés que quien aprende tiene para quien enseña.Etcheverry fue rector de la Universidad de Buenos Aires y es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires (Alejandro Guyot/)–Los resultados educativos en el país son desalentadores. ¿Qué responsabilidad tienen los cuadros técnicos formados en Ciencias de la Educación?–La responsabilidad es compartida por distintos actores. En lo que atañe a los especialistas en el tema, pienso que plantean la cuestión educativa con un grado tal de complejidad teórica que hacen que la escuela deje de hacer lo fundamental: enseñar a leer y a escribir, a comprender lo que se lee, a desarrollar la capacidad de abstracción, a lograr una cierta orientación en el tiempo y espacio históricos. Hoy a la escuela se le plantean demasiados desafíos y se dejan de atender esas funciones centrales. De allí los pobres resultados que se observan en la realidad cotidiana. Todavía sigue siendo necesario saber algo pero se enseña cada vez menos.–¿No deberían oficialismo y oposición acordar una especie de pacto educativo, con miras al corto y mediano plazo?–Sin duda. Resulta lamentable observar que se utiliza la educación como arma de lucha partidaria. Es imprescindible que se vuelva al diálogo y que se logren acuerdos sobre aspectos en los que hay amplia coincidencia. Entiendo que la financiación, la formación docente y la profesionalización de la labor de quienes tienen a su cargo la tarea de enseñar, el cumplimiento de los calendarios educativos y la evaluación de los resultados de la enseñanza, entre muchos otros aspectos importantes, no pueden quedar al margen de esos acuerdos. Se deben abandonar tanto la crítica como la defensa generalizadas a los docentes y a sus gremios, prestando atención a los matices y a las situaciones específicas que plantea la realidad. Pero teniendo en cuenta que la política educativa está a cargo de los responsables del sector y no de los actores individuales, y que las normas que regulan la actividad docente deben ser adaptadas a la realidad actual. “Nadie es la educación, pero todos lo somos”, parafraseando a Borges.–¿Hay una mala ejemplaridad sociopolítica que, a su modo, “enseña” valores negativos: corrupción, violencia, fraude?–Es evidente que los ejemplos que brinda la dirigencia social están en general reñidos con los que debería sostener la educación. Por esa razón he señalado que la escuela, en todos sus niveles, es una institución contracultural que debería insistir en sus valores, en un intento de lograr que estos se difundan en la sociedad. Educar es, sobre todo, dar ejemplo. Y, efectivamente, el ejemplo que reciben los chicos no es el más elevado. Basta con escuchar el lenguaje vulgar y violento en el que se expresan dirigentes sociales cuyas palabras son amplificadas hasta el hartazgo. No pocas veces ellas son el vehículo de la violencia que todos pretendemos combatir. Esos ejemplos de vacuidad interior y de primitivismo argumentativo son sumamente peligrosos.–Si bien cada contexto es único, ¿qué podemos aprender de las experiencias educativas exitosas en otros países?– La experiencia mundial en relación con la educación durante la pandemia ha sido muy variada, pero en general negativa. De todos modos, es posible rescatar en diversos ámbitos experiencias positivas, ya que se ha generalizado la discusión del tema educativo y el compromiso de las familias ante la evidencia la crisis, lo que es un logro no menor.–¿Qué les diría a los adolescentes que piensan en abandonar la escuela secundaria? ¿Por qué deberían estudiar?–Una apelación en ese sentido será, espero, el tema de mi próximo libro. Les diría que estudiar no es una maldición ni un castigo divino. Quienes intentan enseñarte algo no buscan oprimirte, someterte. Muy por el contrario, se proponen abrirte la única alternativa de liberación personal, de exploración de tus propios límites y posibilidades, de acercamiento a lo mejor que ha logrado pensar y hacer el ser humano. Por eso, aproximate a los maestros más serios, los más profundos. Son ellos quienes te exigirán que exhibas lo mejor de lo que sos capaz, que descubras las posibilidades que encerrás sin saberlo. Sin su ejemplo y estímulo, jamás las conocerás. Son ellos quienes más te inspirarán, los que lograrán mostrarte que existen alternativas, que la vida es mucho más que el consumo desaforado al que te impulsa esta sociedad mercantilizada. Para resistirte a ser cosificado, tendrás que aprender a razonar, a discutir con argumentos. Sobre todo, dejate entusiasmar por el ansia de saber que siempre ha definido al ser humano. Seguí estudiando, dispuesto a realizar el duro pero fascinante trabajo que supone conocer para llegar a hacerte una persona. Entre otras cosas, eso les diría.PERFIL: Guillermo Jaim Etcheverry. Nació en Buenos Aires en 1942. Doctor en Medicina por la Universidad de Buenos Aires, se dedicó a la docencia y la investigación en el campo de la neurobiología.. Fue decano de la Facultad de Medicina y rector de la UBA entre 2002 y 2006. En 1999 publicó el libro La tragedia educativa, de gran repercusión. En 2020, publicó Educación: la tragedia continúa. También escribió Conversando con Sarmiento.. Recibió varios premios a su trayectoria. Entre ellos, la Médaille d’Or de la Societé d’Encouragement au Progres de Francia. En 2019 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.. Preside la Academia Nacional de Educación y es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires y de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.

Fuente: La Nación

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El público formaba fila sobre la calle Florida para entrar en una sala del Instituto Torcuato Di Tella iluminada con luz negra, donde se podía bailar al ritmo del rock & roll y de melodías orientales interpretadas en vivo. Vestida con pantalones de gamuza, collares y un anillo en cada dedo, la impulsora de la muestra Importación/Exportación se vio enfrentada a la pregunta de rigor: “¿Esto es arte?”“Mis manifestaciones son para la multitud, ya se pasó la época de los cuadros para elites”, respondió Marta Minujín a La Razón en julio de 1968, poco después de que se proclamara en París “la imaginación al poder”. “La mayoría quiere participar y hay que crearle los medios –agregó-. Es una forma de cambiar el mundo”.Si el mundo no cambió –como lo demostraría el cierre del instituto un par de años más tarde, en plena dictadura de Onganía–, sí lo hizo el de quienes vivieron experiencias irrepetibles en una usina cultural que expandió los límites del arte. Así lo demuestra El Di Tella, exhaustiva investigación de Fernando García, que rescata esa historia con testimonios de muchos de sus protagonistas.“El Di Tella era para nosotros como Liverpool para los Beatles –dice ahora Minujín a LA NACION–. De una intensidad y un nivel intelectual que no se repitió en la Argentina. Nunca vi otro lugar así, ni siquiera en otros países. Era un hervidero de ideas: encontrabas gente dando conferencias sobre Saussure o Foucault, música electrónica y cine de vanguardia, teatro, danza, revistas de arte de todas partes, exposiciones internacionales… Un instituto de investigación, desde la filosofía hasta los modos de vida. Venían los críticos más fabulosos del mundo… Era como una ciudad”.En los “suburbios” de aquella urbe utópica, definida en el libro como “Floridanópolis”, se encontraban entonces bares donde los artistas se reunían a alimentar su proceso creativo, como el Moderno y el Florida Garden. “Yo inventé La Menesunda ahí”, asegura Minujín en referencia a la instalación interactiva que, según García, “partió en dos la década y la atención sobre el Di Tella”.“Éramos los Beatles de Buenos Aires”, le dijo a este “arqueólogo pop” Leopoldo Maler, uno de los artistas que colaboraron en montar aquel laberinto psicodélico, al recordar cómo el público se multiplicó a raíz de una pareja contratada para pasar el día en la cama. Luego de que un diario publicara su foto, corrió el rumor de que era posible ver en el Di Tella escenas de sexo en vivo y en directo. “Marta atraía a la gente –reconoce Juan Stoppani- y así nos conocieron todos”.“Cuando empezaron a decir que éramos locos y tarados, se hizo una bola de nieve y apareció un público totalmente popular. Mujeres con pollos de la feria haciendo la fila –señala Minujín a García–. Ese fue mi éxito y, a partir de ahí, empecé a trabajar para esa gente y nunca paré”.Creada en 1965 junto a Rubén Santantonín, la instalación también fue un hito en la carrera de Minujín, que ya había ganado el Premio Internacional Di Tella. En el instituto haría un total de cinco obras, en otros tantos años. Y aunque nunca llegó a concretar la “exportación de la cultura local” prevista para Importación/Exportación, siguió su camino hasta realizar una performance con Andy Warhol y montar su Partenón de libros prohibidos en la Documenta de Kassel.“Marta nos robó La Menesunda”, dispara Dalila Puzzovio en el libro, que revela disputas sobre la autoría de la obra en un ambiente cargado de rivalidades. En parte por el apoyo que ofreció desde el principio a Minujín Jorge Romero Brest, director del Centro de Artes Visuales del Di Tella. “No es cierto que entrabas si le caías bien a Romero Brest. Él detectaba a la gente valiosa y se dedicaba a eso. Sus ideas eran revolucionarias”, asegura a LA NACION Edgardo Giménez, autor de la remodelación de su departamento de la calle Parera, y protagonista junto a Puzzovio y Charlie Squirru del célebre cartel ¿Por qué son tan geniales?, sobre Florida y Viamonte. El Di Tella, según él, “fue una especie de despertador cultural. Nunca ocurrió algo parecido. En un país donde todo se olvida, que siga siendo un tema significa algo”.“No recuerdo nada de esa noche”, admite Delia Cancela sobre la “barricada” montada en mayo de 1968 por los artistas con sus obras, en protesta por la censura policial de una obra de Roberto Plate. “Para mí el Di Tella era asfixiante”, reconoce esta pionera de la unión entre arte y moda que trabajó con su marido, Pablo Mesejean, a quien la policía solía detener por su pelo largo. “Tengo muchas fobias, era muy tímida y me costaba mucho participar del caos –explica–. Mi obra es silenciosa, y el Di Tella hacía mucho ruido. Pero fue un momento casi mágico, que no se volvió a dar, y de ahí surgieron muchas cosas que cambiarían la mirada de los artistas que nos siguieron”.

Fuente: La Nación

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Los miembros que estén completamente vacunados –con la pauta completa– no tendrán por qué llevar mascarilla en el interior de la Cámara de Representantes de Estados Unidos tras la actualización de este viernes de la Oficina del Médico Asistente del Congreso.La disminución de la transmisión comunitaria, así como el aumento de la tasa de vacunación en la Cámara son los principales argumentos en los que se basa el organismo para tomar esta decisión, informa la cadena Fox News.La tasa de vacunación en todo el complejo del Capitolio es del 85 por ciento, más alta que la del resto de la sociedad al completo, aunque aquellos representantes políticos que no estén vacunados con las dos dosis deberán seguir usando mascarilla.

Fuente: La Nación

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El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha reconocido este viernes que la relación institucional con Estados Unidos “se ha deteriorado hasta llegar a su punto más bajo de los últimos años”, aunque ha ensalzado la figura del expresidente estadounidense Donald Trump.”Trump es un individuo extraordinario y talentoso (…) Es un individuo colorido. Puede que te guste o no, pero no provenía del ‘establishment’ estadounidense”, ha aseverado Putin en una entrevista para la cadena NBC.Respecto a su homólogo estadounidense, Joe Biden, Putin ha apuntado que “es radicalmente diferente a Trump” porque es “un hombre de carrera” que ha pasado “prácticamente toda su edad adulta en política”, aunque ha remarcado que sí que cree que podrán mantener una buena relación institucional.”Tengo la gran esperanza de que, habrá algunas ventajas y algunas desventajas, pero no habrá ningún movimiento impulsivo”, ha dicho.Por otro lado, preguntado sobre las muertes de opositores políticos, Putin ha remarcado que durante su mandato se ha “acostumbrado a ataques desde todo tipo de ángulos y bajo todo tipo de pretexto y razones, de diferente calibre y ferocidad”, y que “nada de eso” le sorprende.Finalmente, ha catalogado como “una tontería” un informe de ‘The Washington Post’ sobre la cesión de Rusia a Irán de un sistema de satélite avanzado que permite el rastreo de objetivos militares.”Son solo noticias falsas. No sé nada sobre ese tipo de cosas. Aquellos que están hablando sobre esto probablemente sepan más al respecto que yo. Es una tontería, una basura”, ha zanjado.Putin se reunirá con Biden, por primera vez desde que este tomase el cargo en enero de 2021, el próximo miércoles en Ginebra en el marco de la visita a Europa del mandatario estadounidense.

Fuente: La Nación

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La Misión de Observación Electoral tilda el proceso de “positivo” y señala las “mejoras sustantivas” respecto a la primera vueltaMADRID, 12 Jun. 2021 (Europa Press) -La Misión de Observación Electoral (MOE) de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Perú ha descartado este viernes que haya “graves irregularidades” en el proceso de las elecciones presidenciales peruanas y ha llamado a respetar los “tiempos legales” del mismo.El equipo, encabezado por el exministro de Exteriores paraguayo Rubén Ramírez Lezcano, ha presentado su informe preliminar realizado tras su etapa en el terreno en la segunda vuelta de los comicios presidenciales celebrados el domingo que enfrentaron al candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, y la aspirante de Fuerza Popular, Keiko Fujimori.En dicho informe, la misión ha aseverado que ha observado “un proceso electoral positivo” en el que se han registrado “mejoras sustantivas entre la primera y segunda vuelta”.Asimismo, ha aseverado que no ha “detectado graves irregularidades”, a diferencia del “fraude” denunciado por Fujimori, que pierde las elecciones al liderar Pedro Castillo los resultados con el 99,65 de las actas contabilizadas.La misión ha manifestado su conclusión de los comicios en las distintas reuniones que ha mantenido en el país con el presidente interino, Francisco Sagasti; el presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Jorge Salas; el jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Piero Corvetto, y con los candidatos.Sobre la reunión con los aspirantes, la misión ha incidido en que ha escuchado las impresiones de las fuerzas políticas y ha abordado con ellas el despliegue llevado a cabo para analizar “de manera integral” las elecciones.En este sentido, ha destacado la “coincidencia”, en las reuniones, de ambas candidaturas “de no proclamarse ganadores hasta que se hayan resuelto todas las impugnaciones, de respetar las garantías del proceso y la institucionalidad electoral peruana”, y de “reconocer el resultado electoral una vez desahogada la fase jurisdiccional de la elección”.La misión de la OEA, que mantiene un equipo en Perú para seguir el proceso, ha expresado su “confianza” en que las autoridades electorales “continuarán llevando a cabo el trabajo serio y profesional realizado ahora” y ha abogado porque se dé a los actores políticos “las garantías necesarias de un proceso democrático”.Igualmente, ha instado a que se “desahoguen con apego a derecho los recursos presentados” y que “se reconozca y respete la voluntad popular”.Valoración tras la jornada electoralEn su informe preliminar, la misión ha valorado que el JNE haya dispuesto que las audiencias de revisión de los votos impugnados hayan sido retransmitidos por su plataforma virtual “a fin de posibilitar el escrutinio ciudadano”.Sobre el anuncio de Fujimori de la presentación de más de 800 solicitudes de nulidad de mesas por “supuestas irregularidades”, la misión ha reconocido el derecho de los candidatos a presentar recursos “que consideren pertinente para manifestar, a través de la vía legal, eventuales disconformidades”.

Fuente: La Nación

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Ciudad de méxico, 11 jun (reuters) – querétaro presentó el
viernes a 10 refuerzos entre los que destaca el portero uruguayo
washington aguerre para el torneo apertura del fútbol mexicano
que inicia el 23 de julio.Además de Aguerre, los “Gallos Blancos” de Querétaro
presentaron al mediocampista paraguayo Osvaldo Martínez, al
delantero argentino Pablo Gómez y al mediocampista uruguayo
Bryan Olivera.En un video publicado por el club, el director técnico
Héctor Altamirano presentó a los nuevos jugadores del club con
estampas del álbum Panini.Los mexicanos Damián Torres, Luis Madrigal, Ricardo Díaz,
Manuel Viniegra, David Cabrera y Betsiel Hernández también
forman parte de los nuevos elementos que llegan a Querétaro.Aguerre, de 28 años, llega al club mexicano procedente del
Cerro Largo de su país, donde inició su carrera en 2012 con
Peñarol y posteriormente jugó con los equipos Miramar Misiones y
Plaza Colonia.Con Peñarol fue campeón en 2013 y 2015, y con Cerro Largo
alzó el título en 2018.
(Reporte de Carlos Calvo Pacheco)

Fuente: La Nación

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