BOSTON (AP) — Nathan Eovaldi lanzó finamente hasta la octava entrada, Adam Ottavino salió bien librado de un par de atascos al final del encuentro y los Medias Rojas de Boston vencieron el sábado 4-2 a los Yanquis de Nueva York, mejorando a una foja de 5-0 esta temporada contra sus añejos rivales.Ahora, Boston buscará barrer por segunda ocasión a los Yanquis este año en el último juego de la serie mañana.Fue una noche de redención para Eovaldi (8-4), quien venía de su actuación más corta de 2021 en la que lanzó pelota de apenas cuatro capítulos en Kansas City.Estuvo más tranquilo en Fenway Park, manteniendo su recta en las 90 millas por hora al tiempo que permitió una carrera y siete imparables, no entregó pasaportes y ponchó a seis en siete entradas dos tercios.Eovaldi abandonó el juego luego de que DJ LeMahieu conectó un jonrón que puso la pizarra 4-1 en la octava. Luego de que Hirokazu Sawamura ingresó y emitió tres pasaportes para llenar las bases con dos outs, Ottavino puso fin a la amenaza luego de que Luke Voit falló con un rodado.Ottavino hizo su propio embrollo en la novena, y LeMahieu conectó un sencillo productor con dos outs. Pero con dos corredores en posición, Ottavino ponchó a Aaron Judge para obtener su quinto salvamento en ocho oportunidades.Jordan Montgomery (3-2) cargó con la derrota, tras haber cedido tres carreras en ocho hits, entregar dos pasaportes y ponchar a cinco.Por los Yanquis, los dominicanos Gary Sánchez de 3-1; Miguel Andújar de 3-0. El colombiano Gio Urshela de 4-0. El venezolano Gleyber Torres de 4-1.Por los Medias Rojas, el dominicano Rafael Devers de 3-1 con una anotada. El puertorriqueño Enrique Hernández de 2-0 con una impulsada.

Fuente: La Nación

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“Yo podría haber sido uno de esos niños. Hermanos y hermanas de algunos de mis amigos fueron asesinados…”.Andrew Barron Murray (Andy Murray en el mundo del deporte) tenía ocho años el 13 de mayo de 1996 cuando Thomas Hamilton, de 43 y ex jefe de los Boy Scouts de la Escuela Primaria de Dunblane, una localidad escocesa de 9400 habitantes ubicada a 65 kilómetros de Edimburgo, irrumpió en el gimnasio y abrió fuego con varios revólveres, matando a dieciséis chicos -la mayoría de cinco años- y a una maestra. Doce niños más y tres adultos fueron heridos. Luego, se suicidó. Andy y su hermano, Jamie, estaban allí y sobrevivieron.Durante doce años y ya siendo profesional del tenis (desde 2005), Murray evitó referirse a la masacre. Lo mortificaba por dentro. Fue recién en 2008, con 21 años, en su biografía ‘Hitting Back’ (Contraatacando), cuando Murray se desahogó. Confesó que su hermano (un año mayor) y él se dirigían hacia el gimnasio aquel día y al escuchar los tiros alguien se acercó a comprobar qué ocurría, tras lo cual regresó desesperadamente y exigió al grupo a correr hacia el despacho del director. Se escondieron bajo un escritorio. Aterradas, las maestras tuvieron valor para sonreírles a los niños y pedirles que susurraran canciones hasta que pudieran salir del cuarto.“Conocíamos a ese tipo (al asesino). Una vez se subió en el coche de mi madre. Es extraño pensar que tuviste a un asesino en tu coche, sentado junto con tu mamá”, amplió Murray, atormentado. Efectivamente, algunas veces Judy Murray lo llevaba desde el campo de los Boy Scouts a la estación de trenes. Nunca lo habían visto como alguien peligroso.Novak Djokovic, líder del ranking de tenis y criado en la Belgrado de la antigua Yugoslavia cuando los bombardeos de las fuerzas de la OTAN sacudían las almas, nunca deja de recordar que el arte de las raquetas le “salvó la vida”. Para Murray (1° del mundo el 7 de noviembre de 2016 y en la cima durante 41 semanas) el tenis también fue (es) más que un deporte: fue (es) una vía de escape.“Lo de Dunblane ocurrió cuando tenía casi nueve años. Doce meses después, nuestros padres se divorciaron. Fue una época difícil. Y poco después mi hermano se fue de casa. Lo hacíamos todo juntos, así que fue duro para mí. Durante más de un año tuve muchísima ansiedad. De más grande, compitiendo, tuve problemas respiratorios. Pero la ansiedad desaparecía cuando jugaba al tenis. El tenis me permitía escapar. Por es tan importante para mí”, relata el británico en el documental ‘Andy Murray: Resurfacing’ (Resurgiendo), estrenado en noviembre de 2019. Y allí se entienden un montón de cosas.Tenista sanguíneo, ambicioso y ácido, de brillante lectura del juego, estupenda capacidad atlética para defenderse y contragolpear y con una devolución de altísima jerarquía, Murray fue -durante años- uno de los artistas del Big 4, con Roger Federer, Rafael Nadal y Djokovic. Es el único con al menos siete victorias sobre el suizo, el español y el serbio. Ganador del US Open 2012; primer británico campeón de Wimbledon en 77 años (en 2013; repitió en 2016), desde que Fred Perry lo hiciera en 1936; ganador de la Copa Davis 2015; y único con dos medallas olímpicas de oro en singles (Londres 2012 y Río 2016), sólo lo detuvo su maltrecha cadera.Andy Murray en su espacio: una cancha de tenis. (Ross Woodhall/)Los dolores, insoportables, lo llevaron a alejarse del tour después de Wimbledon 2017, cuando ya ni podía atarse los cordones de las zapatillas. Se sometió a una primera cirugía en enero de 2018 y volvió a jugar a mediados de junio de ese año, tras 342 días de inactividad. Pero no mejoró y, en enero de 2019, antes de debutar en el Abierto de Australia, se quebró durante una rueda de prensa y anunció que su retiro sería inminente porque ya no lograba tolerar las molestias. El 28 de ese mes volvió a entrar en un quirófano: le hicieron una reconstrucción de cadera, en la que le extrajeron una articulación y se la sustituyeron por un implante metálico. Médicos británicos llegaron a aseverar que Murray debía conformarse con mejorar la calidad en su vida cotidiana y jugar al tenis en forma recreativa o evaluar ser entrenador. Siendo 324° del ranking, volvió a jugar en agosto, en Cincinnati. Siguió compitiendo en cuenta gotas y bajó de nivel a un Challenger en Mallorca, pero en octubre sintió revivir. En el ATP de Amberes, Bélgica, se coronó campeón (el primer título en 31 meses, una eternidad para un tenista de su categoría). Fue su último trofeo. Por problemas en la espalda y la cancelación del tour por la pandemia, apenas disputó siete partidos en 2020.Andy Murray en enero de 2019, cuando se sometió a la segunda cirugía de cadera y creyó que ya no volvería a jugar al tenis profesional. (Archivo/)Esta temporada suma diez partidos (cinco de ellos en un Challenger) y, si bien convive con una molestia en la ingle, casi milagrosamente no se piensa en su retiro. Hace algunos días, como 124° del tour, compitió en el prestigioso torneo de Queen’s (su primer certamen en césped desde 2018) y volvió a quebrarse frente a los micrófonos, tras vencer a Benoit Paire. Pero esta vez sus ojos no se humedecieron por la tristeza, como en Melbourne 2019: se conmovió por haber podido expulsar sus demonios, por haber vuelto a hacer lo que ama desde que era chico (luego cayó en la 2ª ronda con Matteo Berrettini). Este lunes se levantará el telón en Wimbledon y él será uno de los 128 tenistas en el cuadro principal: recibió un wild card y debutará, en el último turno del Centre Court [la acción comienza a las 9.30 de la Argentina], ante Nikoloz Basilashvili, de Georgia. Es 119° y no compite en el All England desde 2017, cuando su cadera terminó de reventar.Entrenamiento entre leyendas del tenis en Wimbledon: Roger Federer y Andy Murray. (www.wimbledon.com/)“No quiero que sea mi último Wimbledon. Ese no es mi plan. No quiero estar en el torneo pensando que me estoy despidiendo. Quiero seguir jugando”, advierte Murray, en rueda de prensa. Pero en medio de la vorágine londinense y los preparativos para el tercer major del año, acepta, por primera vez, embarcarse en una charla exclusiva con LA NACION. Lúcido, reflexivo y agudo.-¿Cómo ilustrarías el proceso intermedio entre las lágrimas de dolor en Australia 2019 cuando creíste que no podrías volver a jugar y las de alegría tras haber jugado hace pocos días en Queen’s? ¿Cómo ha sido el viaje entre un extremo y el otro?-Seguro que han sido un par de años difíciles. Hubo momentos en los que no podía ponerme mis propios zapatos porque me dolía mucho la cadera y realmente pensé que tendría que retirarme en ese momento. Australia fue extremadamente emocional: el tenis ha sido toda mi vida y parecía que iba a tener que renunciar a él. No sabía lo que me depararía el futuro. Estar de vuelta en la cancha ahora se siente genial. Trabajé duro para llegar aquí, con la rehabilitación y el entrenamiento, y me siento bien físicamente de nuevo. Hubo momentos en los que pensé que nunca volvería a jugar, así que jugar y ganar partidos se siente muy especial.******Murray (34 años) y Juan Martín del Potro (32) tienen dieciséis meses de diferencia. Se enfrentaron siendo juniors [claros triunfos del escocés en el US Open 2004 y en Roland Garros 2005], la relación entre ambos nació siendo tensa y, ya como profesionales, empeoró en Roma 2008, cuando discutieron en un partido, el argentino le lanzó “Sos siempre igual. Vos y tu mamá”, y el umpire intervino para intentar calmar los ánimos. Pero todo cambió a partir de 2010, en el período de oscuridad de Juan Martín luego de la cirugía de muñeca derecha. En aquellos momentos recibió mensajes de apoyo de sus colegas, entre ellos de Murray. Desde entonces, pasaron de tener un vínculo espinoso a construir una amistad adulta con sufrimientos compartidos.-¿De dónde sacan la fuerza junto con Juan Martín para no bajar los brazos?-Creo que encontrás la fuerza para seguir adelante porque amás el juego. Ciertamente esa es mi motivación y creo que siempre existe la sensación de que aún no estás listo para rendirte. No puedo hablar por Delpo, pero mostró una fuerza real y determinación para seguir adelante cuando tuvo repetidos problemas con su muñeca y estoy seguro de que eso fue impulsado en parte por su amor por el tenis.En el podio de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016: Del Potro, con la medalla plateada, y Murray, con la de oro.-En 2016 jugaron dos partidos históricos con Del Potro: en la final olímpica [triunfo del europeo por 7-5, 4-6, 6-2 y 7-5] y en las semifinales de Copa Davis en Glasgow [victoria del tandilense por 6-4, 5-7, 6-7 (5-7), 6-3 y 6-4]. A la distancia, ¿cómo recordás cada match?-Ambos fueron partidos agotadores. El de los Juegos Olímpicos duró más de cuatro horas y en la Copa Davis duró más de cinco horas; fueron bastante intensos. En Río, obviamente mucha gente estaba detrás de Delpo, pero yo estaba decidido a defender la medalla de oro olímpica que había ganado en Londres. Jugó un gran partido y estuvo cerca hasta el final. Afortunadamente pude llevarme la victoria. El partido de la Copa Davis en Glasgow fue otra dura batalla en la cancha. Obviamente tuve a la multitud de mi lado esta vez, pero él jugó mejor ese día. Creo que estaba bastante motivado para ganar después de los Juegos Olímpicos.-Generalmente te involucrás en temas que para muchos deportistas de elite son incómodos o callan, como diversidad de género, racismo, maltrato doméstico, distribución de dinero para ayudar a los jugadores más necesitados, etc. ¿Por qué te despierta hacerlo? Sos consciente de que el peso de tu voz puede generar cambios, al menos en el deporte, ¿verdad?-Sí, creo que es importante que si tienes una plataforma la uses para hablar sobre las cosas en las que crees. Me he hecho conocido por ser franco en ciertos temas, pero veo las cosas con bastante claridad cuando se trata de feminismo o racismo, todos debería tener las mismas oportunidades. Por supuesto que voy a hablar si creo que está sucediendo algo malo.El Big 4 del tenis, durante el Masters de Londres 2010: Andy Murray, Novak Djokovic, Roger Federer y Rafael Nadal. (Clive Brunskill/)-Tuviste una fuerte influencia de tu madre en tu formación y carrera. ¿La sensibilidad que mostrás como persona se debe a ella?-Ciertamente, mi mamá [entrenadora de tenis] jugó un papel decisivo en la definición de mi carrera, pero mi papá [Will] y mis abuelos también jugaron un papel importante. Siempre nos animaron a mostrar nuestras emociones y creo que eso es saludable, especialmente como hombre.-En una entrevista de 2019 dijiste que a la “cena de tus sueños” invitarías a Ricky Gervais (actor, cómico y guionista), Barack Obama y Muhammad Ali. ¿Por qué lo harías en cada caso?-Muhammad Ali siempre ha sido una inspiración para mí, por lo que hizo en el ring de boxeo y fuera de él. Me encantaría preguntarle sobre competir como hombre negro en esa época y cómo encontró la vida siendo el atleta más famoso del mundo de su tiempo. Barack Obama es una persona tan elocuente e interesante, y tiene un gran sentido del humor. ¿Quién no lo querría alrededor de una mesa para cenar? Y creo que Ricky Gervais me haría reír toda la noche. Amo su trabajo y he sido un gran admirador de él durante años.Murray y su esposa, Kim Sears, jugando al croquet en uno de los jardines de Cromlix, un castillo que estaba a punto de cerrar y el tenista lo compró para convertirlo en un hotel de lujo. (Archivo/)-Vemos que tenés otras actividades comerciales fuera del tenis, incluido un hotel en Escocia, en Kinbuck, a 5 kilómetros de Dunblane, donde te criaste. En su momento, tu mamá contó, muy divertida, que trató de convencerte de que no compraras el castillo porque se estaba “cayendo en pedazos” y tenía murciélagos. ¿Por qué te involucraste en eso?-Compré Cromlix en 2013, el hotel estaba a punto de cerrar. Mi familia vivía cerca del hotel y proporcionaba muchos puestos de trabajo para la gente en el área local; sentí que era importante mantenerlo abierto, así que lo asumí y le hicimos una renovación total, por lo que ahora es una propiedad de cinco estrellas, con un restaurante. Es donde Kim [Sears, su esposa; se casaron en 2015] y yo tuvimos la recepción de nuestra boda. Intento subir allí siempre que puedo, ya que es un lugar hermoso.-Al margen de tu conexión con varios tenistas sudamericanos, a los 15 años viajaste a Barcelona para perfeccionarte en la academia de Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal, pero aprender hablar en español es una de tus cuentas pendientes. ¿Crees que estás a tiempo de aprenderlo?-Me encantaría aprender español; aprendí algo cuando vivía en Barcelona y entiendo más de lo que puedo hablar, pero está muy oxidado. No tengo mucho tiempo en este momento, ¡con tenis y cuatro hijos! [NdR: Andy y Kim tuvieron su cuarto hijo en marzo]. Pero espero aprender más cuando me retire. View this post on Instagram A post shared by Andy Murray (@andymurray)-Sos un gran fanático del fútbol, de chico pudiste haber jugado en Glasgow Rangers y tenés muchas referencias del fútbol argentino. En noviembre pasado hiciste un posteo tras la muerte de Maradona, a quien conociste en el Masters de Londres 2010. ¿Qué sentiste con la trágica noticia?-Me entristeció ver la muerte de una leyenda así. Fue uno de los grandes del fútbol y murió antes de tiempo. Lo conocí una vez, como dije en la publicación de Instagram, y tenía una personalidad tan carismática; puedo ver por qué tuvo tanto impacto en el juego.******Murray acarreó el peso de la historia sobre sus hombros durante años, a medida que Gran Bretaña seguía sin un campeón propio en Wimbledon. Soportó una presión irrespirable y que despectivamente lo trataran de escocés si perdía y de británico si triunfaba. En 2012, al perder la final en el All England con Federer, se quebró delante de todos, provocando un cambio emocional profundo. Ante la multitud que lo veía como un personaje malhumorado y frío, se volvió más humano. Ello liberó a Andy. Tanto que, a las pocas semanas y en ese mismo césped, ganó la medalla olímpica. Y un año después quebraría el maleficio local en Wimbledon, ganando el trofeo dorado. Su reconocimiento fue tal que en 2019 fue nombrado Caballero por el Príncipe Carlos en el Palacio de Buckingham por sus aportes al tenis y compromiso en temas benéficos.-Andy, ¿recordás qué pensaste el primer momento en el que quedaste solo y frente a un espejo luego de ganar Wimbledon en 2013 y te despojaste del peso que tenías sobre tus hombros?-De hecho, fue un momento realmente surrealista para mí. Ganar Wimbledon fue para lo que trabajé toda mi vida, así que haber logrado ese objetivo se sintió muy extraño. No recuerdo mucho sobre el partido [vs. Djokovic por 6-4, 7-5 y 6-4] o las secuelas inmediatas porque creo que estaba muy aturdido, así que en los días posteriores solo traté de reflexionar sobre lo que había sucedido. Descubrí que disfruté más de la victoria de 2016 porque me aseguré de hacer un balance de lo que estaba pasando y disfruté más del momento.-En 2013, tras Wimbledon, fuiste el protagonista de una de las mejores fotografías deportivas de la historia, luego replicada en la portada de The Times. Es muy simbólica porque es como si de una vez te hubieras liberado de la presión del público. ¿Qué te generó la imagen? ¿La tenés encuadrada? ¿Conociste a Julian Finney, el fotógrafo que la tomó?-De hecho, es bueno tener esa foto, porque me ayuda a recordar ese día y el momento en que gané. Realmente no pensé en lo que estaba haciendo cuando trepé entre la multitud, solo quería llegar a mi familia y mi equipo, ya que habían sido una gran parte de mí para llegar a ser campeón de Wimbledon. Tengo la foto enmarcada en las oficinas de mi empresa, 77 Sports Management, que representamos y asesoramos a los jugadores de tenis y futbolistas emergentes.En 2013, tras ganar Wimbledon por primera vez, Andy Murray fue protagonista de una fotografía mágica y simbólica, porque es como si de una vez se hubiera liberado de la presión del público. (Julian Finney/)-Al margen de los títulos y las virtudes técnicas/físicas, ¿el hilo conductor entre los integrantes del Big 4 es el amor que tienen por el juego de tenis? ¿Se sostienen por la pasión que poseen?-Sí, creo que la pasión es un factor común. Creo que también hay una ética de trabajo común y un enfoque que quizás otros jugadores más jóvenes no tienen de la misma manera.-Jugaste en Wimbledon por primera vez en 2005 [derrota en la 3ª ronda ante David Nalbandian] y ahora regresarás por primera vez desde 2017. ¿Qué sentimientos tenés?-Tuve muchos problemas en los últimos años, problemas de lesiones. Me preparé mucho para esto y será un desafío mental importante. Cuando entre en la cancha y juegue será muy diferente, competiré por cada punto y si me duele el cuerpo después, estará bien. En 2005 sentía un poco de nervios. Ahora es distinto. Estaba deseando volver, extrañaba las presiones. El tenis es algo que he hecho toda mi vida y quiero seguir en este viaje.

Fuente: La Nación

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Después de un año y medio en el que la vida se desacomodó por completo, las familias se enfrentan a traumas y desafíos desconocidos. Han tenido que lidiar con desajustes de todo tipo, y recién ahora empieza a hacerse el “recuento de daños”: millones de chicos con problemas de adaptación, trastornos alimentarios y alteraciones del sueño, cuadros de ansiedad y depresión, pérdida de concentración y desinterés por la escuela. La problemática adolescente se ha exacerbado y las energías de los padres están al límite. Pero los efectos son mucho más amplios, y no solo afectan a las familias con hijos chicos o adolescentes. Los abuelos también sufren las consecuencias del aislamiento y la alteración de sus rutinas sociales; las parejas solas lidian con las consecuencias de una convivencia sin válvulas de escape; los jóvenes se encuentran con las secuelas de la incertidumbre y la imposibilidad de hacer proyectos. Todo esto pone a las familias en una suerte de olla a presión, cuyos efectos y dimensiones son difíciles de medir. “Lo que empezamos a ver ahora -coinciden varios especialistas- es la punta de un iceberg” que emerge como un gigantesco daño social.La estructura familiar sufre una suerte de estrés postraumático como consecuencia de la pandemia. En la casa repercuten -por supuesto- el miedo a enfermarse y el desasosiego de convivir con el virus, pero también la ansiedad que provocan la pérdida de ingresos, la falta de escolaridad, la desaparición de los pilares que ordenaban y equilibraban la rutina familiar y las dificultades para hacer planes y proyectar el futuro. Es un cóctel complejo que ya registra consecuencias: el año pasado, por primera vez, en la Ciudad de Buenos Aires hubo más divorcios que casamientos. Se acentúa, además, la conflictividad en la relación de padres e hijos, crecen las adicciones y las consultas a psicólogos y psiquiatras, así como el consumo de ansiolíticos y antidepresivos. Algunos especialistas ya hablan de una suerte de “bancarrota emocional” en millones de hogares de clase media. Es un fenómeno que pasa por debajo del radar de la política, pero que empiezan a registrar los estudios de opinión pública, donde se detectan altos índices de “cansancio psicológico”.Como ocurre en otros hogares, en la casa de Carolina del Barco y Emiliano Monteagudo se trabaja, juega y estudia en el mismo espacio (Santiago Filipuzzi/)“La verdad es que, después de un año y medio, sentimos que se nos ha venido el mundo abajo. Los chicos están desanimados y nosotros también. Sentís que la rutina familiar es como remar en dulce de leche”, dice Dolores Cassina (46), madre de dos adolescentes, de 17 y de 14, y de una nena de 8. “Yo tuve que cerrar el negocio (tenía con una socia una casa de fiestas infantiles); mi marido estuvo un año trabajando desde casa y tuvimos que convertir el comedor en su oficina. Mi suegra, que participaba mucho del día a día con los chicos, se tuvo que recluir y tuvo un bajón. La chica que me ayudaba en casa dejó de venir. Al principio nos pareció que podía ser una oportunidad para bajar un cambio, pero ahora vemos que todo se ha hecho muy pesado. Hay días que no doy más: hago de mamá, de maestra, de ama de casa, de psicóloga; de administradora de un negocio que no genera ingresos pero sí complicaciones. Siento que es agotador”.Tras un año de vivir con lo inesperado, la importancia de no confinar los sentimientos “A nosotros -cuenta Carolina del Barco- se nos rompió la organización y la estructura que teníamos armada”. Es abogada y madre de dos varones de 6 y 12 años. Casada con Emiliano Monteagudo, que trabaja como productor de seguros, cuenta que antes de la pandemia “teníamos una rutina que nos ordenaba; de repente nos encontramos todos en casa, sin horarios; todo se desajustó, desde las comidas hasta la hora de irnos a dormir. Además, vivimos en un departamento que, si bien es cómodo, no tiene espacios separados para trabajar, estudiar y jugar. Todo eso nos provocó mucho estrés”.Las realidades de Dolores y Carolina describen la de millones de familias que, con particularidades y matices, se enfrentan a las consecuencias de haber estado un año encerrados, con un horizonte todavía incierto y con el peso de una segunda ola que ha tenido efectos devastadores en el plano sanitario. El cierre de escuelas durante todo el 2020 y parte de este primer semestre ha tenido un enorme impacto en los hogares: con el colegio, desapareció un eje central de la organización cotidiana. “La escuela es educación, pero también es rutina, es sistema, es un engranaje crucial en la vida de los chicos y en la convivencia familiar”, explican los especialistas. Al desaparecer ese eje vertebral, se desarma la organización hogareña. Los chicos se quedan sin horarios, sin un marco de referencia, sin una mirada y una evaluación externa. No se trata de algo abstracto: esos desajustes se pueden traducir en problemas de conducta, en sedentarismo, sobrepeso o desórdenes alimentarios, falta de motivación o desgano crónico.Sumar a los hijos al propio entrenamiento fue el recurso que encontró este padre que practica triatlón (Ignacio Sanchez/)Muchos padres encuentran en sus hijos síntomas de esas problemáticas, al mismo tiempo que sufren preocupaciones vinculadas a su situación laboral, a su propia salud y a la relación de pareja. Todo su entorno está teñido de angustia e incertidumbre. “Nos hemos quedado sin socialización y nos sentimos solos; tenemos menos libertad y más miedo”, dice la socióloga Lucrecia Arceguet.“A todos hoy nos atraviesa la incertidumbre. Los chicos buscan certezas en nosotros, y no se las podemos dar”, dice Agueda Figueroa, una médica neonatóloga que es madre de tres adolescentes. En las conversaciones entre matrimonios de clase media, de entre los 40 y los 50 años, domina la angustia frente al futuro. “Los chicos han dejado de ver el horizonte; solo viven el presente, con objetivos muy cortos; nos miran a los padres, y se encuentran con la falta de confianza frente al porvenir. El país no ayuda a construir certezas y la pandemia profundizó esa sensación de precariedad”, dice Agueda. “En los hogares se están produciendo implosiones silenciosas cuyas consecuencias dejarán cicatrices queloides”, escribió en La Nación Guillermo Olivetto, especialista en consumo y sociedad. “La salud emocional está prácticamente quebrada. El conflicto, la tensión, el deterioro y la degradación son vectores que cruzan desde los vínculos afectivos hasta la capacidad de dormir una noche de corrido”, dice Olivetto.“Mis hijos han perdido el entusiasmo. Estamos preocupados, porque viven encerrados en su cuarto. Antes se quejaban de que no podían salir, pero ahora parecen habituados al aislamiento. Se les alteró el ritmo del sueño; aunque están todo el día en casa, hablamos y nos vemos cada vez menos”. Amalia lo cuenta con inquietud y tristeza; también con una carga de impotencia. Sus hijos tienen 13 y 16. Por primera vez ha buscado ayuda psicológica, “porque ya no sé cómo ayudarlos. Siento, además, que yo tampoco tengo muchas fuerzas: el año pasado me separé; mi madre murió por Covid en enero y acabo de empezar un pequeño emprendimiento porque la empresa en la que trabajo se tuvo que achicar mucho en medio de la cuarentena”. La de Amalia no es una historia excepcional. Esa combinación de pérdidas, desafíos, angustias y preocupaciones traza el mapa emocional de muchas familias. Para las mujeres que son jefas de hogar, la sobrecarga acentúa la desigualdad de género. Pero aún en estructuras con roles más balanceados, la mujer lleva muchas veces la carga más pesada de la logística hogareña.“Todo esto ha implicado un desgaste; uno está más cansado y la paciencia ya hace tiempo no es la misma. Y este desgaste se da en todas las relaciones: lo ves en la calle y en tu casa también. Estamos todo el tiempo amontonados: uno con zoom, el otro hace ruido, otro grita y uno necesita hablar por teléfono. Muchas veces es caótico. Todos estamos menos tolerantes y los chicos más sensibles”, dice Carolina del Barco.En el caso de parejas separadas, se tuvieron que revisar a la fuerza los esquemas preestablecidos de los días con cada uno. Eso también ha potenciado desafíos y tensiones. Cada familia es un mundo. Por supuesto que no se puede generalizar, y las situaciones son muy distintas según el contexto socio-económico, la escuela a la que vayan los chicos, las edades y personalidades que tengan, las características de la organización doméstica y la situación en la que cada uno se haya encontrado con la pandemia.Una inmensa diferencia también tiene que ver con la mayor o menor proximidad que haya tenido cada familia con la tragedia sanitaria. Sin embargo, hay indicadores -tanto locales como internacionales- de que la familia, como estructura y organización, se enfrenta a un estrés y una presión de dimensiones desconocidas para varias generaciones. Hay que remontarse a periodos de guerra para encontrar otro tiempo en el que la vulnerabilidad y la muerte hayan estado tan cerca de los jóvenes. “Nunca nos habíamos sentido tan frágiles y vulnerables. Si lo miramos con optimismo, creo que nos ayudó a tomar conciencia de lo esencial: la importancia de los afectos, de la solidaridad, de la empatía. Creo que si hiciéramos una encuesta, confirmaríamos que lo que más extrañamos son los abrazos y los besos”, dice Irene Bianchi, actriz y profesora de inglés. De ese modo pone el acento en otro ingrediente de la angustia familiar: se limitaron los encuentros, las celebraciones, las reuniones. “Es el segundo cumpleaños que paso sola”, dice Teresa Augustoni, una docente jubilada a la que siempre le gustó festejarlo con su familia. La soledad y el distanciamiento también forman parte de la angustia colectiva que repercute en los hogares. “Pasé más de un año sin ver a mi hijo y a mis nietos”, cuenta Viviana. Ella vive en Neuquén y su único hijo en La Plata: “Nunca pensé que eso me iba a afectar tanto. Pero hoy siento que ese año me pesa como si fueran diez. Es una pérdida que siento en el alma y en el cuerpo; además sé que, a mi edad, es un tiempo que ya no podré recuperar”.Desde que se autorizaron las salidas, los bosques de Palermo fueron la gran opción de muchas familias (Fabian Marelli/)En muchos hogares se sufre, además, un deterioro de la salud y de la calidad de vida que excede a la pandemia. “Dejé de ir a los médicos; no pude operarme las cataratas ni renovar la licencia de conducir. Las limitaciones físicas se acentuaron. Mi marido, que hace unos años sufrió un ACV, tuvo que interrumpir la rehabilitación. Se acentuó la dependencia de nuestros hijos, hasta para sacar plata del cajero”, cuenta con franqueza María Marta Paunero (72). De ese modo describe otro fenómeno que ha sumado desafíos en los núcleos familiares. En muchos casos, se profundizó y se aceleró la falta de autonomía de las personas mayores. Los abuelos no solo tuvieron que dejar de ayudar con sus nietos sino que, ellos mismos, empezaron a necesitar, en forma prematura, una ayuda que antes no necesitaban. Muchas parejas de edad intermedia vieron cómo, al mismo tiempo, se desarticulaba la organización de su propio hogar y también el de sus padres, que perdían autonomía y espacios fundamentales de su vida. “Dejé de ir a yoga; suspendimos el encuentro de los jueves con mis amigas; mis nietos tuvieron que dejar de venir a comer y a dormir a casa y, durante meses, ni siquiera pude hacer mi caminata diaria. La verdad es que mi vida se desarmó”, cuenta Teresa Barrios (74). En la otra punta de la ansiedad y la depresión adolescente, están los cuadros de angustia y soledad de sus abuelos. En el medio hay una generación que trata de hacer equilibrio y que, al mismo tiempo, lidia con sus propias pérdidas.La educación virtual cambió la rutinas; aquí, Tomás y Matías Aranayo estudian en su casa de PurmamarcaCon las restricciones para el esparcimiento, la recreación y el deporte, también se han roto equilibrios de la organización familiar: “Para mí, el fútbol de los sábados era un cable a tierra. Me despejaba, me motivaba para el resto de la semana, me desconectaba… Ahora hace un año que no juego, y me doy cuenta de que eso afecta el ánimo en mi casa”, cuenta Pablo (41). Parecen datos secundarios, pero esos espacios de socialización y distracción son ingredientes esenciales de la vida familiar. “Con mi mujer teníamos, desde hace años, el hábito de ir los sábados al cine y a comer. Dejábamos a los chicos con los abuelos, y era un programa para todos. Al no poder hacerlo, perdimos un espacio fundamental para la pareja. Ahora intentamos retomarlo, pero nos pesa todo lo que ha pasado; ha sido un año muy duro, y no tenemos la misma energía”, confiesa Agustín (43), padre de León y Camila. Los chicos tienen 7 y 9 años. “Se perdieron un año clave de la escuela. Nosotros tratamos de ayudarlos con la lectura y las cuentas, pero la psicopedagoga nos explicó que a esa edad es fundamental que los chicos distingan el espacio de la escuela del de la casa. No es bueno que duerman, jueguen y aprendan en el mismo lugar. Este año se les mezcló todo, y ahora el más chico tiene una especie de fobia al colegio”. Esas fobias y regresiones también deben computarse en la problemática que desafía a las familias.Distinguir espacios para cada cosa, no es solo una necesidad de los chicos. Para los adultos, las fronteras entre lo público y lo privado, entre lo laboral y lo familiar, lo social y lo íntimo, también son fundamentales. “Al principio, trabajar en casa me parecía ideal. Hoy extraño la oficina, el encuentro con mis compañeros, la charla personal. El teletrabajo te termina aislando. Además, a la larga invade el espacio familiar”, opina Rafael Guidi desde su experiencia personal. Es sabido: la transformación de la casa en oficina, aula y gimnasio ha multiplicado las demandas y exigencias en la logística hogareña.La vida de pareja también se ha visto afectada. Se debilitaron los espacios de intimidad y la rutina se volvió más plana, más monótona. Sin viajes, sin salidas de fines de semana ni reuniones sociales, muchas parejas descubren, por ejemplo, que hace un año y medio que no se visten para una salida nocturna. Frente al deterioro en la salud y en la economía, ese parece un aspecto insignificante si se lo toma de manera aislada. Pero forma parte de ese entramado que ha incorporado una suerte de presión multidimensional sobre la esfera familiar.El espacio físico, la posibilidad de acceder a un jardín, diferencian los modos de sobrellevar la pandemia“Muchas parejas se sienten asfixiadas; se ha estrechado el espacio de aire y respiración que necesitan todos los vínculos”, precisa el psicólogo Miguel Espeche. “Depende mucho del capital anímico y de los recursos simbólicos de cada uno, pero todos hemos tenido que enfrentar un combo difícil. No es inexorable una debacle, pero son situaciones muy desafiantes para las familias”, dice Espeche.La tensión en los hogares ha disparado también los índices de violencia intrafamiliar en distintas escalas. Sin llegar a casos extremos, muchos especialistas advierten un aumento de la conflictividad en los vínculos de pareja y en el de padres e hijos. “Se acentúan la irritación, la impaciencia y la violencia explícita”, apunta Espeche. Destaca, además, que “el estado de ánimo de los chicos es un espejo del de sus padres. Con padres ansiosos y alterados, se arma un espiral complejo”.Cuesta dimensionar los efectos a largo plazo. Tenemos cuantificada la tragedia sanitaria, pero es difícil medir el impacto emocional y psicológico de algo que ha alterado nuestras vidas. A diferencia de otras crisis, esta parece combinar ingredientes desconocidos. Sin embargo, en los mismos testimonios que describen un mapa de angustias, preocupaciones y pérdidas, aparece la esperanza. Dolores Cassina lo dice de este modo: “Creo que, a pesar de todo, quizá salgamos fortalecidos. Hemos sufrido mucho, pero también hemos sobrevivido. Y hemos comprobado que el amor de la familia, siempre te ayuda a sobreponerte”.Con la colaboración de Silvina Vitale

Fuente: La Nación

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Los ángeles (ap) — cody bellinger se voló la barda con dos outs en la pizarra en la novena entrada, y con ello los dodgers de los ángeles superaron el sábado 3-2 a los cachorros de chicago para su primer triunfo con walk off de la temporada.Bellinger, que ingresó tarde al encuentro como sustituto defensivo, pegó un tablazo de 422 pies al jardín central ante Keegan Thompson (3-2), provocando una alegre celebración en el campo para los campeones defensores de la Serie Mundial.Max Muncy y Justin Turner impulsaron una carrera cada unos en la primera entrada, y posteriormente los Dodgers sacaron 26 outs antes de que Bellinger le pusiera fin al encuentro con su segundo cuadrangular en una temporada plagada de lesiones. Una noche después de terminar con una racha perdedora de cuatro juegos, Los Ángeles ganó por segunda ocasión desde que cuatro pitchers de los Cachorros se combinaron para un juego sin hit en el Dodger Stadium el jueves.Anthony Rizzo conectó un jonrón para los Cachorros, que habían ganado sus primero cuatro juegos de la temporada contra Los Ángeles antes de perder en dos ocasiones.David Price (3-0) sacó dos outs en la novena al tiempo que lanzó por tercer día seguido para Los Ángeles.El mexicano Julio Urías tuvo 12 ponches, un récord de su carrera, mientras lanzó pelota de seis entradas y cinco hits para los Dodgers.Por los Cachorros, el venezolano Willson Contreras de 4-0. El puertorriqueño Javier Báez de 4-1. El dominicano Sergio Alcántara de 2-0.Por los Dodgers, el mexicano Urías de 2-1.

Fuente: La Nación

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En febrero último, el entonces ministro de Salud, Ginés González García, confiaba en lograr la inmunidad de rebaño para julio. Envalentonado con las 62 millones de vacunas acordadas, se dio el lujo de cerrarle la puerta al laboratorio Pfizer mientras tampoco utilizaba la totalidad del cupo del fondo Covax. Hoy, la Argentina solo cuenta con 20 millones de vacunas y registra más de 90.000 muertos por Covid.Ante ese panorama desolador, la vicepresidenta Cristina Kirchner, habilidosa para sacarse fardos de encima, cambia de tema e invita a repensar el sistema sanitario. Con nostalgia setentista, resucita el Sistema Nacional Integrado de Salud de 1974, diseñado por el cardiólogo Domingo Liotta y hecho fracasar por el sindicalismo peronista, que no quiso ceder la caja de sus obras sociales.Repensemos la salud pública, entonces. En un país donde lo público ha sido utilizado para enriquecer proveedores, contratistas y “expertos en mercados regulados” no es de sorprender que la red de hospitales nacionales, provinciales y municipales siempre sufriera carencias que nadie pudo solucionar, a pesar de que la Argentina dedica el 10% de su PBI a gastos de salud. En contraste con el ideal de Ramón Carrillo, y como metáfora de esas falencias, hoy es más apropiada la imagen de los bolsos de López que la de aquel sanitarista.Repensemos el sector de la seguridad social, también. La vicepresidenta no debe ignorar el pacto corporativo “militar-sindical” de Juan Carlos Onganía, creando el régimen de obras sociales sindicales con impuestos al trabajo (1970), para captar al peronismo y lograr gobernabilidad. Los gremialistas aprendieron rápido a desviar fondos a través de la sobre facturación de servicios, compras de inmuebles y refacciones varias. Mediante esos recursos, han otorgado al peronismo el control de la calle durante toda la democracia, con una capacidad de movilización sin parangón. Raúl Alfonsín pretendió modificar el régimen y sufrió 13 huelgas generales.En tren de repensar, la vicepresidenta debería recordar tantos años de alianzas con cúpulas gremiales financiadas con recursos mal habidos, incluyendo su propia gestión, para llenar plazas, cortar avenidas y patotear a la oposición.En cuanto al sector privado de la salud, surgió como resultado de falencias del sector público y de las obras sociales, basado en el principio de libertad contractual y el derecho a ejercer toda industria lícita. En todos los países del mundo capitalista existen formas de seguros de salud privados, como alternativa o complemento de la cobertura pública.Lamentablemente, en nuestro país, ante un Estado fracasado que abandonó sus funciones esenciales, el Congreso Nacional ha transferido responsabilidades sanitarias que le son propias a las empresas de medicina prepaga y a las obras sociales, aunque solo estas obtienen recursos por ley.La salud privada ha sido víctima de esta visión desde 1996, cuando las prepagas fueron obligadas a incluir el Programa Médico Obligatorio (PMO) sin otra financiación que las cuotas de sus afiliados. Pero el PMO no fue un techo, sino un piso, al que se sumaron leyes especiales para tratamientos de alto costo y para la discapacidad. Estas leyes y los amparos judiciales han hecho tambalear sus finanzas al obligarlas a incorporar prestaciones sin recursos, ni autorización para aumentar sus cuotas. Y, como efecto secundario, les ha impedido ofrecer planes de distinto costo, a partir de coberturas diferenciales, como sería normal conforme su carácter privado.Esta distorsión se agravó con la ley de 2011 que reguló la medicina prepaga, convirtiéndola en un servicio público, desnaturalizando su carácter contractual al imponerle obligaciones exorbitantes como la afiliación sin períodos de carencia o con enfermedades preexistentes o con edad superior a 65 años, quitándoles el derecho a fijar el precio de sus planes, como si fueran empresas de gas o de luz. En teoría, avances equitativos y solidarios, propios de una sociedad moderna, pero cuya financiación corresponde exclusivamente al Estado y no a las prepagas.Ahora se invoca la fragmentación del sistema sanitario para justificar su eventual estatización. Esa dispersión de esfuerzos, en el ámbito público, es fruto de nuestro sistema federal, siendo la protección de la salud un poder no delegado por las provincias al gobierno nacional. En el ámbito estatal funcionan hospitales nacionales, mixtos, provinciales y municipales; centros ambulatorios, obras sociales provinciales, de las Fuerzas Armadas, del Congreso, direcciones de ayuda social y el PAMI.La otra razón de la fragmentación se debe a las obras sociales sindicales, una rara avis en el contexto mundial, que se financian con aportes y contribuciones compulsivos. Esta inmensa caja, sumada al Fondo Solidario de Redistribución, conformado con el 15% al 20% del total recaudado, parece ser el principal objetivo del proyecto camporista. Con la baja de empleo privado han caído las afiliaciones y la recaudación de aquellas. Simétricamente, con la desocupación, han crecido los movimientos sociales. Para darles la cobertura de salud que el Estado no puede brindar, el Gobierno ha trasladado la atención de más de tres millones de personas, con su minúsculo monotributo social, a las obras sociales, asfixiándolas aún más. Es posible que el kirchnerismo, bien alejado ideológicamente del gremialismo histórico (los “gordos”), no tenga los mismos reparos que tuvo Perón en 1974, al excluir esa caja de la ley 20.748, cuando los sindicatos eran columna vertebral del peronismo tradicional.Las empresas de medicina prepaga no cuentan con ingresos públicos, sino cuotas de sus afiliados y traspasos de las obras sociales. Es solo un prejuicio ideológico de inspiración cubana (“la salud como mercancía”), que ha motivado las medidas para desfinanciarlas.Es fácil imaginar el zafarrancho que implicaría la centralización de esos inmensos recursos en manos de la política, con su lógica de preferencias tan ajena a las prioridades sanitarias. Solo cabe recordar la forma en que Vialidad Nacional pagaba los certificados de obra de Lázaro Báez y como cajoneaba los pagos a quienes no sabían compartir sus cobranzas con la familia Kirchner.Para mejorar el funcionamiento del sistema sanitario nacional, lo primero que debe hace el Estado es coordinar la gestión de sus tres jurisdicciones y evitar que los fondos se malgasten en compras o contrataciones descoordinadas y superpuestas.En cuanto a las obras sociales sindicales, la solución no puede ser peor que el problema. La alternativa de quitarles los recursos para centralizarlos en mano de la política no es una salida.El sistema de salud argentino debería tener como objetivo el modelo de los países escandinavos, por ejemplo. Eliminando los impuestos al trabajo y financiando el costo de la salud con recursos presupuestarios. La población tendría así derecho de elegir entre los prestadores públicos, sindicales o privados, compitiendo entre sí.Como eso no es posible ahora, dada la estructura existente, una reforma transitoria debería prever la gestión de los fondos de las obras sociales a través de un ente fiduciario u organismo autónomo. Sumando recursos presupuestarios, sería el agente financiador de la salud para toda la población, con derecho a elección entre prestadores. Y la eliminación de las regulaciones que impiden a las prepagas pactar libremente sus coberturas y fijar sus cuotas en función de sus planes.El Estado debe financiar la salud pública como red de seguridad para quienes no tienen cobertura y también como asegurador de última instancia para los tratamientos costosos o situaciones extraordinarias.La idea del modelo cubano es resultado de un proceso acelerado de empobrecimiento colectivo, como en Venezuela. Cualquier propuesta de reforma sanitaria debe hacerse en el contexto de la política económica adoptada. Con crecimiento e inversión, el empleo regular ofrecerá una alternativa mejor a la militancia callejera. Y con movilidad social ascendente, la población podrá optar por el mejor servicio de salud que prefiera.Si continúa la decadencia, solo quedarán papers del Instituto Patria, en un sistema carente de gasas y algodón, con equipos sin mantenimiento, personal de salud con sueldos venezolanos y la población a la intemperie, esperando atención, como en Caracas.

Fuente: La Nación

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La Argentina necesita más empresas. Ya tenía pocas antes de la pandemia, en términos de cantidad de habitantes, en comparación con otros países de la región y mucho más si lo comparamos con los países desarrollados.Son muchos los obstáculos que nuestro país les pone a las inversiones. La alta presión tributaria es uno de ellos. Otro es la rigidez y los elevados costos del mercado laboral. Y a ellos se suma la dificultad para crear y llevar adelante sociedades comerciales, que son el canal jurídico necesario para quienes realizan emprendimientos que vayan más allá de las actividades artesanales que solo requieren el trabajo de una persona.No es fácil en la Argentina constituir una sociedad. Los requisitos legales, sumados a las infinitas trabas burocráticas de organismos estatales como la AFIP y la IGJ, desalientan a quienes no tengan, de manera muy acendrada, esos “animal spirits” que describió John Maynard Keynes como el origen del optimismo a veces irracional que anima a muchas personas de negocios.Fue la necesidad de superar esos problemas lo que motivó que en 2017, durante la presidencia de Mauricio Macri, el Congreso Nacional sancionara la ley 27349, de Apoyo al Capital Emprendedor, en la que, entre otras disposiciones, se creó un nuevo tipo societario, las sociedades de acciones simplificadas (SAS). Las SAS tienen menos requisitos que otras sociedades por acciones, son más fáciles de constituir y permiten conformar sociedades unipersonales, que alientan la creación de empresas porque permiten limitar la responsabilidad patrimonial de quienes las constituyan.Las SAS tuvieron una recepción muy favorable. Hay más de 40.000 creadas desde que fueron establecidas legalmente. Increíblemente, un proyecto del oficialismo pretende ahora derogarlas. En los fundamentos se expresa que este nuevo tipo societario fue incorporado “con el objetivo de constituir ‘Empresas Fantasmas” en la mayoría de los casos, con el único fin del blanqueo de capitales de dudoso origen y la compra de inmuebles, a instancias de la restauración neoliberal encabezada por el gobierno de Mauricio Macri”.Un nuevo disparate del kirchnerismo, que, cegado por la ideología del retraso y el autoritarismo, es incapaz de ver la realidad tal cual es. Es, además, un agravio gratuito a miles de personas que constituyeron estas sociedades para desarrollar su esfuerzo y su creatividad al amparo de la ley. Tal vez algunas utilizaron ese canal para cometer actos ilícitos, pero si tal fuera la justificación para evitar ese tipo societario, también habría que impedir la existencia de cualquier otro. Los Kirchner no necesitaron las SAS para construir una fortuna monumental mediante testaferros y otros recursos. ¿Habremos de prohibir la actividad hotelera porque algunos sinvergüenzas la usaban para lavar dinero?Lo que hay detrás de este proyecto es lo mismo que anida en muchas otras iniciativas del kirchnerismo: el propósito de ahogar toda iniciativa privada. Con miles y miles de pequeñas y medianas empresas que canalicen la creatividad, el talento y el trabajo de los argentinos, no solo lograremos desarrollo económico, creación genuina de empleo y mejor calidad de vida. También tendremos personas que son artífices de su propio destino, que piensan y actúan por sí mismas con libertad. Más emprendedores significa más autonomía individual, que es la base de una República de ciudadanos.Todo esto es herético para el populismo autoritario, que mira a los ciudadanos con desconfianza y aspira a tener súbditos que dependan de los favores oficiales. El emprendedorismo es la contracara del pobrismo. Nadie es menos pobrista que los pobres. No por nada las encuestas indican que en la Argentina aún quienes se hallan desde el punto de vista económico en las franjas más bajas se consideran a sí mismos de clase media. Es la cultura del trabajo que nos legaron los inmigrantes, que tantas décadas de atraso no pudieron sepultar del todo.El proyecto en tratamiento en la Cámara de Diputados es uno más en la larga lista de impedimentos que pone en forma permanente el gobierno nacional a la capacidad emprendedora del capital. No alcanza con sepultarlos con cargas impositivas, sindicales y previsionales que agostan el capital de giro imprescindible para el crecimiento empresario, no, por las dudas si a algún trasnochado se le ocurre invertir en la Argentina, y cree que es cierto que puede hacerlo a través de un vehículo ágil, moderno y eficiente, como es el tipo societario creado por la Ley 27349, esta reforma le quitará todos los beneficios, le impedirá acceder a los pocos que subsistan, y en definitiva –una vez más- cambiará las reglas de juego para consolidar la idea de que en nuestro país reina la más burda, primitiva y torpe inseguridad jurídica.Las SAS son una apuesta al futuro, una señal de confianza en la capacidad de nuestros ciudadanos. El kirchnerismo, al pretender derogarlas, revela su verdadero rostro. No cree en los argentinos. Es otra su SAS: Sociedad Argentina Sospechada.Diputado Nacional (Juntos por el Cambio-PRO) – CABA

Fuente: La Nación

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LA NACION publicó ayer notas de académicos e investigadores sobresalientes aunados en la conmemoración de los doscientos años del nacimiento de Mitre. La fecundidad de esa revisión histórica estuvo a tono con la versatilidad creativa, polifacética y polifónica, de uno de los hombres de talla superior que han guiado la Argentina.Ayer, también, en el cementerio donde reposan los restos del presidente y legislador, del gobernador y del guerrero, del periodista y escritor, del fundador de instituciones y protagonista de acuerdos memorables entre rivales de contiendas cívicas intestinas, y de acuerdos entre la Argentina y algunos de sus vecinos, un puñado de personas nos reunimos para agradecer los servicios que prestó al país. Lo hicimos en el número estricto que disponen las normas protocolarias para salvaguardar la salud pública.Bartolomé Mitre fue una de las figuras más relevantes del siglo XIX: escritor, historiador, periodista, gobernador, legislador, militar y presidenteQuienes escribieron ayer en el suplemento especial de LA NACION han allanado el camino para ceñirnos a una plegaria cívica al estadista retratado por José Luis Romero hace más de medio siglo, en admirable síntesis: “Era, a un tiempo mismo y fundido en una rigurosa unidad de espíritu, un historiador y un político, y su reflexión histórica era como una pausa en el camino de su creación, así como, de inverso modo, era su acción como una proyección de sus concepciones históricas”Una de las últimas plegarias cívicas fue la de Alfonsín, en su apelación reiterada al preámbulo de la Constitución Nacional en la campaña de 1983. En este orden de oraciones, confiaré en la licencia de quienes interpretaron que si los muertos (exceptuados, claro está, los mártires o santos) pudieran ver qué pasa con los vivos, no tendrían en su bienaventuranza paz ni descanso.Que la memoria de Mitre, pues, fortaleza entre los argentinos vacilantes la templanza en defensa de la juridicidad en que se fundó nuestra añorada grandeza. Que la lección solidaria que los porteños celebraron por su denuedo en Buenos Aires durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871, en contraste con gobernantes que habían abandonado la ciudad, prodigue en la política nacional nuevos émulos en estas circunstancias de angustia y desconcierto. Recuérdese que la mayor popularidad de Mitre como caudillo político devino de aquellos días.Basta de sornas, conciudadanos, batiría palmas el estadista bajo el chambergo ladeado. Basta de sornas por las redes como consuelo magro que compense tanto estupor por el acoplamiento fatal entre dilates de improvisación ligera y la pasmosa insolvencia moral de quienes rebajan a poco o nada el valor de la palabra argentina en el mundo. Piensen con calma, ciudadanos, invitaría Mitre; pero piensen con seriedad cómo han de revertir este estado de cosas.En 1862, Cándido López posa con una pintura de Bartolomé Mitre en Mercedes (Archivo/)Que la evocación de quien se consubstanció desde la juventud con el liberalismo progresista de Mazzini y de la Nueva Italia, y lo aproximó a la generación romántica suscitadora de la Nueva Europa, aleccione sobre la importancia estratégica de afianzar una justicia independiente, republicana, en el país. Mitre señaló el camino con la fuerza de los actos de Estado, al designar en 1863 los cinco primeros jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación entre juristas ajenos al círculo de los amigos políticos. Probidad de quien nada tenía que amañar en acopio de inmunidades y otras ventajas personales.En 1871 hubo en Buenos Aires 14.000 muertos. Por el censo de 1869 su población era de 187.304 personas. Una sola muerte importa, pero sepamos que aquella epidemia produjo hace un siglo y medio en la ciudad bajas en vidas proporcionalmente mucho más altas, en solo cinco meses, que las de este largo año de penurias.Aficionados pertinaces a la picaresca de las informaciones falsas, nuestros gobernantes han resentido con obsesión comparativa el ya frágil decoro del Estado ante hermanos de la región y de Europa. Inexplicable manía: debieran huir despavoridos de las estadísticas irrefutables. En casi todos los renglones, ocupamos lugares que desconciertan, tratándose de un país que se preciaba de propinar al mundo lecciones sobre cómo resolver con los menores costos una epidemia.Se entiende mejor que hayan sustraído a nuestros chicos, con la educación pública degradada, de evaluaciones que pondrían una vez más al desnudo la calidad de la enseñanza. Quien fundó como Mitre tantos colegios nacionales nos indagaría si aquello ocurre desde que se desprestigió el valor del mérito y la educación, y se desalentó el esfuerzo, el trabajo y el ahorro como motores de ascenso social.Un pueblo de hombres y mujeres dispuesto a luchar por un bienestar sustentable amparado por las libertades y garantías constitucionales no puede esperar, diría Mitre, a que se produzca un cambio drástico en la actual situación que padecemos por la sola espontaneidad de la clase dirigente. Observaría que en el siglo XXI las élites de vanguardia, si es que todavía existieran, dependen de que en lo más profundo de la sociedad fermenten las condiciones impulsoras de la transformación que el país necesita.Un óleo de Checa de la colección de Mitre (Mariana Poggio/)No es esta la hora de la espada, Lugones, palmea Mitre al poeta; nadie la quiere a riesgo de aumentar zozobras. Es, en rigor, la hora próxima a comicios cuyos resultados podrán paliar por algún tiempo, en el mejor de los casos, las aflicciones colectivas. Y, sobre todo, conjurar el gravísimo riesgo de que el kirchnerismo llegue a controlar por sí la Cámara de Diputados de la Nación, mientras Juntos por el Cambio debe repechar la cuesta de tener que renovar 60 de sus actuales 115 bancas.Comicios capaces de suscitar no más que esperanzas en logros de duración incierta, pero sin redimirnos con certeza del abismo en que caímos. Para esa redención faltaría resolver entre vencidos y vencedores de la primavera que se avecina las principales causas de esta encrucijada. Entre todos: con manos generosamente extendidas a quienes quieran corresponderlas.Mitre demandaría que nos pongamos en marcha hacia la cordura sin ocultar la perplejidad por ver dirigentes de la oposición que han olvidado en algún lugar la brújula y divagan mirándose el ombligo, en lugar de concentrarse en la suerte de la República (Dante, traducido por Mitre, escribió que los negligentes esperan en el vestíbulo del Infierno). Demandaría que la sociedad acucie, por el bien de su existencia, a que la clase dirigente anude consensos que salvaguarden la ventura social por el porvenir que acecha.A salvo de fantasías, como la de que a esta altura podremos reconstruir por un acto electoral de medio término un país arrasado por la mala praxis política de incontables décadas, infortunio que agravan las compadradas con doctrinas asociadas a regímenes autócratas y sangrientos. A salvo de la afectación diaria de los derechos y garantías individuales en temas como la integridad física, la propiedad e iniciativa privadas, y hasta en cuestiones tan íntimas e indelegables como la salud, según se anticipó en desventuradas declaraciones del oráculo oficial.Mitre advertiría que sólo una sociedad decididamente dispuesta a cambiar hará que la política reflexione con realismo sobre las razones de tanta pavorosa frustración, que no mitiga la limosna pública: la inflación, la ausencia de inversiones generadoras de empleos dignos y de bienes, la seguridad jurídica en constante jaque, y la pobreza y exclusión por doquier. También el capitalismo “que no funciona” (Fernández dixit), en particular donde rige un capitalismo de amigos, Rusia, la Argentina, que perpetua la corrupción que infecta y la ineficiencia que paraliza.Con lógica elemental, Mitre advertiría a los gladiadores de la comparación odiosa que les está vedado el triunfo en torneos sobre igualdad de géneros pese a cuantas alharacas hayan hecho. ¿Cómo vencer, apalancados en la ridiculización del uso de la lengua que nos mancomuna (por ahora) con 500 millones de seres en el planeta, mientras se destroza la cultura de un orden social eficientemente disuasorio de aberrantes delitos? Ese orden ya habría aplastado la escalada de feminicidios definitorios de una época que hubieran horrorizado a la denostada sociedad machista del pasado.Mitre y Urquiza; Mitre y Avellaneda, que conmutó al adversario la pena de muerte con la que un consejo de guerra lo había condenado, por seis votos contra dos, a raíz de la controvertida revolución de La Verde, a fines del gobierno de Sarmiento; Mitre y Roca, en fin, depusieron enconos y zanjaron en algún momento conflictos gravísimos por el bien general. ¿Van a prescindir las actuales generaciones de la grandeza de asentar un piso firme de serenidad emocional, libre de algaradas y modales tóxicos, sobre el que se levanten coincidencias fundadas en la razón?Mitre sabía que los arreglos magnánimos sobre asuntos supremos para la nacionalidad suelen dejar agravios y agraviados. En casos extremos, imponen renunciamientos políticos a quienes pueden ser actores centrales de un ciclo, como el que comenzó en 1983, y dañar moralmente a otros por la temeridad de concesiones que forzosamente se labren en compensación recíproca. Si va lejos, lejísimo, hasta puede que un acuerdo concierte inhabilitaciones para volver a ejercer funciones públicas e involucre, incluso, el gesto crucial que nadie, salvo un colaborador de La Voz, de Córdoba, se ha atrevido a mentar: el gesto del perdón, vilipendiado hoy, invertido sin equidad ayer; pero tan aplicado en plenitud desde Mayo en la tradición de los siglos XIX y XX, que la compilación de perdones habidos en nuestro historia abarcaría un libro por entero.En su curiosidad insaciable, Mitre preguntaría si alcanzan la sabiduría y las agallas cívicas de nuestros contemporáneos para consumar hechos que terminen por develar el zeitgeist de una nueva época, y con él, el espíritu restaurador de la confianza nacional en sí misma y de nacimiento del tiempo histórico que tarda en llegar.Imaginemos que Mitre nos indaga.

Fuente: La Nación

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El neerlandés Max Verstappen, de Red Bull, ocupará la pole position en la grilla del Gran Premio de Estiria , un cajón por delante de Lewis Hamilton, figura de Mercedes, en la octava carrera de la temporada de Fórmula 1, que comenzará a las 10 de Buenos Aires y será transmitida por Star Premium Action. Por sexta vez en su trayectoria, y primera en Spielberg, el líder del Mundial ganó una prueba de clasificación.El segundo tiempo, en realidad, fue del finlandés Valtteri Bottas, de Mercedes, que finalmente saldrá en el quinto puesto debido a una sanción de tres lugares recibida el viernes. Hamilton marcó el tercer registro, pero partirá segundo. ”Imagino que tendremos de nuevo una carrera muy apretada”, declaró Verstappen, que tendrá a su máximo rival una posición por detrás en la largada, como el último domingo en Francia. El neerlandés de 23 años ganó aquella carrera plena de suspenso tras adelantar al siete veces campeón del mundo en la penúltima vuelta.Lewis Hamilton es escéptico respecto al poderío de Mercedes contra el de Red Bull en Spielberg, pero se deja un margen de optimismo basado en la chance de lluvia en Austria. (LAT Images/)Hamilton no está seguro de que vaya a ser una competencia pareja: “Desde el comienzo del fin de semana, Red Bull es un cuarto de segundo superior a nosotros, especialmente en las simulaciones de carrera. No creo que tengamos el ritmo necesario para superarlos”, dijo, pesimista. Con 131 puntos, Verstappen tiene 12 de ventaja sobre Hamilton. En las siete fechas transcurridas, ellos ganaron tres carreras cada uno, y el mexicano Sergio Pérez (Red Bull), que iniciará tercero el GP de Estiria, se impuso en Azerbaiyán.El clima, un factor por tener en cuentaEl inglés Lando Norris, de McLaren, y Pérez partirán en la segunda línea. Detrás, Bottas tiene por objetivo “optimizar la situación” tras ser retrasado en la parrilla por un trompo peligroso en boxes durante los ensayos. El francés Pierre Gasly (AlphaTauri) largará 6º, seguido por Charles Leclerc (Ferrari), Yuki Tsunoda (AlphaTauri), Fernando Alonso (Alpine) y Lance Stroll (Aston Martin).Tour de Francia: el insólito mensaje del cartel de la espectadora que hizo caer a una enorme cantidad de ciclistas en la primera etapaEl autódromo Red Bull Ring, rodeado por montañas, es uno de los de tránsito más rápido de la temporada y el segundo de los más cortos del año, detrás del de Mónaco. Además, presenta el segundo desnivel, de 63,5 metros, después del belga de Spa-Francorchamps. Como en 2020, el Gran Premio de Estiria será sucedido a la semana siguiente por el de Austria, en el mismo escenario.Italia – Austria, por la Eurocopa: los azzurri ganaron por 2 a 1 en el alargue y superaron su récord particular de 82 añosEl año pasado, Hamilton venció en Estiria, y Bottas, en Austria. Pero en 2018 y 2019 fue Verstappen quien salió victorioso del circuito. ¿Llegará el domingo la tercera? Va por buen camino… “Pero quizá mañana seamos sorprendidos. Quizá llueva. ¿Quién sabe?”, comentó Hamilton, aludiendo a las posibles tormentas previstas.

Fuente: La Nación

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En unas recientes elecciones presidenciales, el inefable Barclays y su esposa, que se habían prometido exonerarse del acto tumultuoso y enervante de votar en aquellos comicios y en todos los que estuvieran por venir, se resignaron a acudir, en medio de un espeso tráfico vehicular, a un centro de convenciones atestado de gente y, sin demasiado entusiasmo, como si estuvieran comprando un seguro médico, o como si estuviesen pagando por unos antibióticos que tal vez funcionarían o tal vez no, acabaron votando por la candidata A.Barclays se había jurado a sí mismo y había declarado a la prensa que no votaría por la candidata A. En la primera vuelta de aquellas presidenciales, no votó por A, no votó por nadie, se quedó tranquilo en su casa, lejos de esa pelea de perros que le parecía asistir a votar. Por su parte, la esposa de Barclays, Silvana, veía con franca hostilidad a la candidata A: le molestaba que estuviese en contra del aborto y del matrimonio entre personas del mismo sexo, le disgustaban su estilo y su personalidad, creía que era éticamente bastante impresentable.¿Por qué entonces Barclays y su esposa terminaron votando, tapándose las narices, mordiéndose las tripas, desdiciéndose y contradiciéndose, por la candidata A, que tan poco les gustaba, pues era una conservadora religiosa y ellos unos ateos libertarios? Porque pensaban que, si ganaba el candidato B, el país (un país en el que no vivían hacía muchos años, un país en el que ya no querían vivir más) se hundiría en el atraso, la miseria, la barbarie y la opresión. Porque pensaban que, si ganaba B, el país, que mal que mal había progresado en las últimas décadas, sufriría una crisis terminal que acabaría con las libertades políticas y económicas. Porque pensaban, en suma, que, si ganaba el candidato B, ellos terminarían de perder a su país de origen, un país que ya habían perdido en parte y ahora perderían del todo. No votaron entonces por la candidata A con orgullo ni con entusiasmo: lo hicieron con realismo sucio, con frialdad maquiavélica. Dejaron de lado las cuestiones éticas y pensaron en sus intereses crematísticos, sentimentales. Fue, por consiguiente, un voto conservador: querían conservar lo poco que les quedaba de su país de origen.Al mismo tiempo, la mejor amiga de Silvana Barclays, su amiga desde el colegio, desde los cinco años, acudió a votar en aquellas elecciones (el voto era mandatorio, si no votabas te imponían una multa) y sufragó por el candidato B, de la extrema izquierda. Ella, Pilar Roma, la mejor amiga de Silvana, era una abogada brillante, de una inteligencia afilada, con maestría en London School of Economics y doctorado en Oxford. Sin embargo, o debido a ello, se negó a votar por la candidata A, de derecha conservadora, y eligió hacerlo por el candidato B, de extrema izquierda. ¿Por qué una mujer tan inteligente, que había vivido en Londres, que tenía maestría y doctorado, que había fundado su propio bufete, votó por el candidato B, quien postulaba por un partido declaradamente marxista-leninista? ¿Por qué la mejor amiga de Silvana Barclays, que vivía en el país que gobernaría B o A, escogió la extrema izquierda y no la derecha conservadora? ¿Hizo Silvana esfuerzos para disuadir a su mejor amiga de votar por B? ¿Valía la pena tratar de persuadirla de votar por A? Pilar Roma votó orgullosamente por la extrema izquierda, por el candidato B, por razones puramente éticas: estaba convencida de que la candidata A era una corrupta, una mafiosa; creía que A había recibido dineros turbios y los había escondido, coludida con otros pillos; la soliviantaba que A fuese la hija de un dictador corrupto y negase que su padre fue un dictador corrupto; en suma, le parecía que A debía estar en la cárcel y no en la presidencia de la república. Por eso Pilar Roma no votó por A, no pudo o no quiso votar por A: porque pensaba que A era moralmente repudiable, repugnante. ¿Por qué votó por B, por qué pudo votar por B, si B también se oponía al aborto y a los matrimonios entre homosexuales, y Pilar Roma era una feminista, una progresista? Porque creía que B era orgánicamente una persona decente, íntegra, con las manos limpias, un individuo que no había robado ni robaría en el poder, un hombre bien intencionado. ¿No le preocupaba a Pilar Roma que el candidato B acabase siendo un dictador de izquierdas? No: ella pensaba que B, en el poder, moderaría su discurso y respetaría las formas democráticas. Por eso votó por B.Dos semanas después de los comicios presidenciales, con el candidato B adelante en el escrutinio por un margen muy estrecho, Pilar Roma le anunció a su amiga Silvana Barclays que viajaría a Miami, con su novio, que también había votado por el señor B, a vacunarse contra el coronavirus, algo que no podían hacer en el país en que vivían, debido a la incompetencia del gobierno de turno y del anterior. Se presentó entonces un dilema moral para Barclays y su esposa: habiendo ellos votado por A y habiendo Pilar y su novio votado por B, ¿tenían ganas de ver a Pilar y a su novio? ¿Era posible para Silvana seguir siendo amiga de una persona que acababa de votar por B, por la extrema izquierda? ¿Sobreviviría la amistad a esa severa discrepancia, a ese desplazamiento tectónico, a ese terremoto ético? Siendo Pilar y su novio de extrema izquierda, o al menos votantes del izquierdista B, ¿tenía ganas Barclays de verlos, de invitarlos a cenar, de alojarlos en su casa, en el cuarto de huéspedes? ¿Podían dormir en la casa de los Barclays, ateos y libertarios ambos, ateos y capitalistas ambos, dos personas de izquierda, que acababan de votar por el candidato B, quien, en el poder, seguramente causaría graves daños a los intereses económicos de Barclays? Pues las propiedades de Barclays en su país de origen seguramente bajarían de precio por culpa de B, y sus inversiones perderían valor y se echarían a perder, y los negocios de sus hermanos también dejarían de ser rentables.Los problemas tienen soluciones y los dilemas tienen cuernos. Votar por A o por B no era un problema, era un dilema, tenía cuernos, había que elegir al candidato con los cuernos menos afilados, al que haría menos daño, por eso los Barclays votaron por A. Para Pilar Roma y su novio, en cambio, era B la opción con los cuernos menos puntiagudos, por eso votaron por B. Ahora se presentaba otro dilema moral para los Barclays, un dilema con cuernos aguzados en ambos casos: ¿debían ser amables con Pilar Roma y su novio, alojarlos en su casa, en el cuarto de huéspedes, y simular que la discrepancia política era irrelevante, prescindible, algo de lo que era mejor no hablar, para hablar de otras cosas que no los pusieran a pelear? ¿O, cultivando el rencor, querían tomar represalias contra Pilar, debido a su voto por B, y no verla, no invitarla a cenar, no recibirla en su casa, para que ella supiera que si estabas con B entonces estabas contra los Barclays y ya no podías ser amigo de ellos? Era un dilema con cuernos: ¿prevalecería la amistad por encima de la política, o ya no era posible preservar la amistad con una persona que votaba por una causa innoble, reñida con la libertad? Siendo liberales, libertarios, capitalistas sin culpa, egoístas sin pedir perdón, amantes del dinero, ¿podían los Barclays tener amigos de extrema izquierda, que repudiaban los valores y los principios que ellos abrazaban? ¿Tenía sentido que los Barclays disfrutasen de su dinero, un dinero que poseían gracias al capitalismo, con personas que, puestas a votar, rechazaban el capitalismo y la economía de mercado? ¿Podían la amistad desinteresada y la nostalgia por los años felices del pasado prevalecer sobre los intereses del presente? Y si Pilar y su novio repudiaban el capitalismo y votaban por la extrema izquierda, ¿por qué no viajaban a vacunarse a La Habana, a Caracas, a Managua, a La Paz? ¿No advertían que el capitalismo había producido las mejores vacunas y por añadidura las regalaba generosamente, incluso a los turistas de extrema izquierda, como ellos?Huyendo de esos dilemas con cuernos, los Barclays escaparon unos días a California. Entretanto, Pilar Roma y su novio se alojaron en un hotel coqueto y se vacunaron sin sobresaltos ni contratiempos. De regreso en su casa en Miami, los Barclays han decidido no ser rencorosos, no ser intolerantes: han invitado a Pilar y su novio a un hotel mejor y saldrán a cenar con ellos el fin de semana. Tratemos de no hablar de política, le dice Barclays a su esposa Silvana. Hablemos de otras cosas para no terminar discutiendo, añade. ¿Será una cena tranquila, amigable, exenta del veneno de la política, o hablar de A y de B terminará intoxicándolo todo? ¿No son capaces de ignorar a los candidatos A y B para salvar la amistad y pasar un buen rato? Dispuesto a ser noble, generoso, Barclays le dice a su esposa Silvana que Pilar y su novio pueden dormir en el cuarto de huéspedes. De pronto, Silvana duda, se crispa, frunce el ceño. Aprueba invitarlos a un mejor hotel, aprueba invitarlos a comer, pero no aprueba que vayan a dormir a su casa: Ya demasiada confianza, dice. Sin embargo, en otras ocasiones Pilar Roma ha dormido en la casa de los Barclays, de su mejor amiga de toda la vida. Ahora ese privilegio no le será concedido. Lo ha perdido por votar por B, por la extrema izquierda. Pero Silvana y su esposo seguirán siendo sus amigos y esperan con ilusión el momento de verla.No obstante, Barclays le dice a su esposa: Si el candidato B termina siendo presidente y, como me temo, instaura una dictadura de izquierda, no sólo perderé del todo al país en que nací: también me alejaré de tu amiga Pilar Roma y ya no encontraré reservas de nobleza para seguir siendo su amigo. Silvana discrepa y dice: de ninguna manera me voy a pelear con mi mejor amiga de toda la vida por culpa del tarado de B. En ese caso será tu amiga, ya no mi amiga, dice Barclays, y de pronto ya no sabe si quiere cenar con los izquierdistas el próximo fin de semana.

Fuente: La Nación

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Fastidia escuchar de vuelta un chiste cuyo remate ya todos conocemos. Pero se padece todavía más si el que se repite es un chiste pésimo. Hay un escenario aún peor: que el chiste no sea chiste y que apenas sea un intento de ironizar sobre la hace rato desestimada denuncia judicial por “envenenamiento” que hiciera Elisa Carrió contra Alberto Fernández y las autoridades sanitarias cuando la vacuna Sputnik V todavía no había recibido el conforme de la comunidad científica internacional. De hecho, en Europa no se suministra y ni siquiera se permite el ingreso a ese continente de aquellos turistas que ya recibieron el antídoto ruso contra el Covid. Lo que no quita que en la Argentina se inocule esa vacuna en parte de la población y sean mínimas las anomalías reportadas por quienes ya recibimos al menos la primera dosis.El sonsonete, repetido una y otra vez por el Presidente, y que volvió a sonar en la semana que pasó, intenta responsabilizar no solo a toda la oposición de la decisión personal de una sola dirigente política, sino también a millones de personas que no votaron por el oficialismo, a las que también se las suele acusar genéricamente de “antivacunas” pese a que cuando son convocadas se acercan a los centros vacunatorios con mayor entusiasmo que dosis disponibles, especialmente del tan escaso segundo componente del instituto Gamaleya, que esperemos que empiece en los próximos días a llegar desde Rusia en mayor cantidad y a producirse aquí en un número suficiente como para completar el esquema original que hablaba en un principio de 21 días entre la primera y la segunda aplicación. Ya hay seis millones de personas en condiciones de recibirla.Sin embargo, en las últimas horas, altos funcionarios del Gobierno empezaron a abrir el paraguas con la hipótesis en estudio, también en otros países, de mezclar vacunas de distintas marcas. Al mismo tiempo comenzaron a enarbolar la teoría de que “la vacuna no vence”, versión que pone en duda un aviso oficial al repetir por un lado ese concepto y que “no tienen tiempo máximo” y acto seguido afirmar que “la segunda dosis prolonga la duración”. La pregunta crucial que surge es: ¿cómo prolongar la duración de algo que al mismo tiempo se asegura que no vence? El corto gubernamental implora “seamos claros”, paradójicamente. Y lo repite el jefe de Gabinete. “Para el 31 de diciembre –dijo Santiago Cafiero– me imagino una Argentina toda vacunada”. La vocación de este gobierno por las predicciones no se amilana ni siquiera con el récord de yerros acumulados en la materia.Alberto Fernández PolíticaAlberto Fernández no para de hablar. Son una continuidad de eventos sin respiro ni días de descanso (ni para él ni para los demás). Hoy mismo al mediodía encabezará un acto en el CCK en homenaje a las 92.000 víctimas que hasta ahora se ha cobrado el virus en la Argentina, el puesto N° 11 en cantidad de fallecidos por Covid, a nivel mundial.Es hora de catalogar las tres épocas bien diferenciadas que el jefe del Estado viene atravesando desde su llegada al poder:#Presidente consensual (primera etapa): al principio repetía que venía a cerrar la grieta. Muchos le creyeron porque era el punto clave de la promesa preelectoral: “Volver mejores”, lo que facilitó la amalgama entre peronistas no kirchneristas, como buscaban aparentar el propio mandatario y Sergio Massa, y el extremo ultra-K, representado por Cristina y Máximo Kirchner. Fernández soñaba con respaldarse en una supuesta liga de gobernadores (que no llegó a entrar en acción nunca) y ser el ecuánime fiel de la balanza que equilibraría las cargas de la muy heterodoxa coalición que lo llevó a la Casa Rosada. Al anunciar las primeras cuarentenas junto a Axel Kicillof y a Horacio Rodríguez Larreta, procuraba representar la nueva era de diálogo y colaboración con administraciones de distinto signo. En las encuestas de opinión, su imagen favorable no parecía tener techo.#Presidente cristinizado (segunda etapa): a partir de la fallida estatización de la cerealera Vicentin y de la liberación de presos con la excusa del Covid, la prosa amable y ecuménica presidencial se fue resintiendo, en coincidencia con un mayor protagonismo de la vicepresidenta y el avance de sus propias huestes hacia puestos claves del Gobierno. Fernández dejó de hacer equilibrio entre moderados y duros, y se fue mimetizando cada vez más con las posiciones de su mentora, haciendo suyos los enemigos de aquella (Macri, los medios, Larreta, el campo, la oposición, la Justicia, etc.).#Presidente blooper (tercera y actual etapa): tras la radicalización de su discurso, desde hace un tiempo protagoniza un frenesí de declaraciones vacuas en las que abundan actos fallidos y lapsus, accidentes lingüísticos y semánticos que denotan a un mandatario más fatigado y desvaído. Acaso, desilusionado.

Fuente: La Nación

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