“Mi infancia fue linda, sin un representante masculino”, confesó Ximena Capristo este sábado en PH, Podemos Hablar. Ante la intriga de Andy Kusnetzoff por saber más, la actriz reveló que su padre la abandonó cuando su madre quedó embarazada y que recién apareció cuando la vio en Gran Hermano.“Cuando mi mamá quedo embarazada, mi papá la dejo. Ellos estaban casados pero se ve que no quería tener hijos”, expresó, con una notable angustia, y luego recordó la lucha de su madre al criarla sola: “Mi vieja tuvo todos los trabajos que pudo y salió adelante. En un momento, quiebra muy mal y nos quedamos prácticamente en la calle. Un vecino nos presto su auto y vivíamos ahí. Yo tenía seis o siete años pero hay situaciones que uno borra de la mente”, contó. View this post on Instagram A post shared by Telefe (@telefe)Lo que sí recuerda a la perfección fue el rechazo de su padre cuando fueron a pedirle ayuda. “Mi mamá lo fue a ver para pedirle ayuda porque él tenía un restaurante. Dijo que vayamos a comer cuando queramos, pero que plata no nos podía dar”, recordó, entre lágrimas, quién trabaja desde los 14 años para ganarse lo suyo. “Tenía un DNI trucho para poder laburar de camarera o en una barra, nunca nadie supo que era menor”, señaló.Sin embargo, fue años después (cuando se hizo famosa en Gran Hermano) que su padre reapareció “orgulloso” de su hija. “Después de muchos años me anoté en Gran Hermano, mi papá me ve y empezó a tratar de ubicarme para ir al programa. Toda esa situación fue horrible. Cuando terminé el programa, apareció con un ramo de flores para pedirme disculpas. Vino con su mujer de ese momento, cosa que nunca entendí, y charlamos”, relató mientras aclaraba lo mucho que se parecía a él.“Teníamos una relación distante, me llamaba de vez en cuando y cada tanto íbamos a comer. Pero para mí era una persona desconocida. Cuando me casé, me dijo si podía entrar conmigo a la iglesia. Y no me voy a olvidar nunca lo que me dijo: ‘Decime para ver si me pongo el molar que me falta o no’. Cuando me dijo eso no lo vi más. Hay cosas que nunca voy a perdonar. Por supuesto que entre con mi suegro a la iglesia, lo conozco más que a él”, dijo.Tras contar que su padre falleció el año pasado, Capristo reveló lo difícil que fue para ella tomar la decisión de tener un hijo. “Necesitaba saber si el hombre que tengo al lado iba a ser un buen padre. Para mí fue muy traumático esto. El día de mañana me separo de Gus y sé que es el número uno como papá, yo necesitaba encontrar a esa persona”, confesó emocionada.Minutos después, la vedette aprovechó el ritual del fuego para contar qué haría si pudiera volver el tiempo atrás: “Mi mamá lucho diez años contra una enfermedad. La abracé siempre y la cuidé siempre. Todavía la extraño y volvería el tiempo atrás solo para abrazarla”, concluyó, tras romper en llanto.

Fuente: La Nación

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Sin dudas, María Becerra es la chica del momento. A pesar de que su nombre se hizo conocido hace dos años, esta chica -oriunda de Quilmes- saltó a la fama con su exitoso feat junto a Tini Stoessel, “Miénteme”. Este sábado, la cantante estuvo como invitada en PH, Podemos Hablar y, tras recordar cómo fueron sus comienzos en el medio, habló del bullying y acoso que sufrió en el colegio.“La pase muy mal en el colegio con mucho bullying y situaciones feas. El 2012 fue el peor año de mi vida”, aseguró Becerra mientras el resto de los famosos la escuchaban atentamente. Tras tomar coraje, la cantante compartió su mala experiencia en el secundario, más precisamente en un colegio industrial. “A mí me gustaba mucho la carpintería y le dije a mis viejos que quería ir a un colegio técnico. Maldito el día en que me anotaron porque la pasé muy mal. Éramos solo dos chicas en todo el colegio”, recordó. View this post on Instagram A post shared by Telefe (@telefe)Inmediatamente, la joven reveló lo que tuvo que vivir durante un año. “Antes era típico que vayas caminando y que te tocaran la cola, que te manosearan. Yo todos los días iba a quejarme a la dirección y me mandaban a hablar con la psicopedagoga. Hasta las mismas preceptoras me decían: ‘¿Y no pensaste en no usar más jean?’ Yo estaba con el uniforme arriba. Me decían que lleve otra ropa y ahí nació mi obsesión de usar ropa holgada. Yo hoy no me pongo vestidos ni shorts ni de casualidad”, confesó.“Me pegaban feo, me tenían de punto. No le decía nada a mi mamá porque me hacían creer que era yo la culpable. He llegado a mi casa moretoneada, cortajeado el labio y mi mamá me preguntaba y yo siempre le metía excusas”, expresó conmovida. Hasta que hubo una situación límite que la hizo hablar de una vez por todas: “Una vez cinco compañeros me llevaron al baño, me agarraron de las manos y las piernas y me empezaron a sacar la ropa. Quisieron abusar de mí. Paso una preceptora, yo estaba gritando y la nada misma. Me salvo que tocaron el timbre [para volver del recreo]. Recuerdo que llegue llorando a mi casa, le conté a mi mamá y al otro día hizo el quilombo de su vida”, reveló ante la mirada compasiva del resto de los invitados.Por último, la cantante sorprendió cuando contó que uno de sus acosadores la volvió a contactar por redes cuando se hizo famosa. “Uno de ellos, el más malo me hablo por Facebook cuando empecé a hacerme conocida. Yo no lo podía creer”, remató quién no dudó en bloquearlo al instante.

Fuente: La Nación

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El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, el intendente Jorge Macri y el doctor Roberto Debbag protagonizaron el debate en la mesa de Juana Viale durante una nueva emisión de La noche de Mirtha. Allí el ministro Arroyo, aseguró que en vacunatorios de todas las provincias “hay propagandas políticas” y, rápidamente, ante los cuestionamientos de los invitados que dirigieron a él las críticas contra el operativo sanitario y de vacunación, dijo: “Hubo dificultades, pero objetivamente el plan de vacunación ha mejorado”.En esa línea, el prestigioso médico Roberto Debbag advirtió con datos de contexto sobre la propagación de la nueva variante delta y la debilidad de la protección que poseen quienes han sido convocados sólo para una aplicación de vacunas. “Tenemos que avanzar en este proceso de las segundas dosis”, respondió Arroyo, y agregó: “La sociedad está tres pasos adelante de la política. En los barrios los tres problemas son los precios de los alimentos, la vacunación y el trabajo. Veo angustia, pero también esperanza”. Sobre las vacunas, la periodista Lucía Salinas, que también participó de la mesa, fue tajante al afirmar: “AstraZeneca entregó 5 millones de vacunas y debía entregar 22 millones”. En esta línea, el ministro Arroyo dijo que la distribución de dosis no está politizada y pidió “sacar” la vacuna de la grieta. El intendente de Vicente López, Jorge Macri, cuestionó los cierres de escuelas. “El lugar más sano donde pueden estar los chicos, desde el punto de vista epidemiológico, es la escuela”, dijo. Y Debbag acompañó, con datos sobre la deserción escolar: “El mundo dice que las clases escolares no fueron eventos super-contagiadores”. En ese momento, Arroyo debió responder, nuevamente, las interpelaciones. “Estamos creando una red de veinte mil tutores para quienes dejaron la escuela, para que vuelvan, pero aprendiendo oficios”, destacó el funcionario. Los invitados del programa de Juana VialeLa periodista Lucía Salinas preguntó en la mesa: “Hay que evaluar qué daño nos va a dejar como sociedad haber tenido 270 días las escuelas cerradas en la provincia de Buenos Aires; la virtualidad no va a reemplazar la salud integral que un niño recibe en la escuela”. Daniel Arroyo apoyó esta posición, y agregó: “Tenemos 3.5 millones de chicos que comen en las escuelas”. EleccionesEl jefe comunal de Vicente López dijo que el gobierno bonaerense quiso adueñarse “del proceso de vacunación” y señaló que además de dosis se necesita “trabajo”. Y si bien todos los invitados coincidieron en la necesidad de dar el ejemplo desde sus roles de referentes y no mediatizar el operativo de protección civil, resultó imposible no hablar de candidatos, de política, de gestión. “Mi sueño es que a la provincia de Buenos Aires la gobierne un intendente”, dijo Macri, quien descartó que María Eugenia Vidal compita en ese distrito.

Fuente: La Nación

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BOSTON (AP) — Nathan Eovaldi lanzó finamente hasta la octava entrada, Adam Ottavino salió bien librado de un par de atascos al final del encuentro y los Medias Rojas de Boston vencieron el sábado 4-2 a los Yanquis de Nueva York, mejorando a una foja de 5-0 esta temporada contra sus añejos rivales.Ahora, Boston buscará barrer por segunda ocasión a los Yanquis este año en el último juego de la serie mañana.Fue una noche de redención para Eovaldi (8-4), quien venía de su actuación más corta de 2021 en la que lanzó pelota de apenas cuatro capítulos en Kansas City.Estuvo más tranquilo en Fenway Park, manteniendo su recta en las 90 millas por hora al tiempo que permitió una carrera y siete imparables, no entregó pasaportes y ponchó a seis en siete entradas dos tercios.Eovaldi abandonó el juego luego de que DJ LeMahieu conectó un jonrón que puso la pizarra 4-1 en la octava. Luego de que Hirokazu Sawamura ingresó y emitió tres pasaportes para llenar las bases con dos outs, Ottavino puso fin a la amenaza luego de que Luke Voit falló con un rodado.Ottavino hizo su propio embrollo en la novena, y LeMahieu conectó un sencillo productor con dos outs. Pero con dos corredores en posición, Ottavino ponchó a Aaron Judge para obtener su quinto salvamento en ocho oportunidades.Jordan Montgomery (3-2) cargó con la derrota, tras haber cedido tres carreras en ocho hits, entregar dos pasaportes y ponchar a cinco.Por los Yanquis, los dominicanos Gary Sánchez de 3-1; Miguel Andújar de 3-0. El colombiano Gio Urshela de 4-0. El venezolano Gleyber Torres de 4-1.Por los Medias Rojas, el dominicano Rafael Devers de 3-1 con una anotada. El puertorriqueño Enrique Hernández de 2-0 con una impulsada.

Fuente: La Nación

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“Yo podría haber sido uno de esos niños. Hermanos y hermanas de algunos de mis amigos fueron asesinados…”.Andrew Barron Murray (Andy Murray en el mundo del deporte) tenía ocho años el 13 de mayo de 1996 cuando Thomas Hamilton, de 43 y ex jefe de los Boy Scouts de la Escuela Primaria de Dunblane, una localidad escocesa de 9400 habitantes ubicada a 65 kilómetros de Edimburgo, irrumpió en el gimnasio y abrió fuego con varios revólveres, matando a dieciséis chicos -la mayoría de cinco años- y a una maestra. Doce niños más y tres adultos fueron heridos. Luego, se suicidó. Andy y su hermano, Jamie, estaban allí y sobrevivieron.Durante doce años y ya siendo profesional del tenis (desde 2005), Murray evitó referirse a la masacre. Lo mortificaba por dentro. Fue recién en 2008, con 21 años, en su biografía ‘Hitting Back’ (Contraatacando), cuando Murray se desahogó. Confesó que su hermano (un año mayor) y él se dirigían hacia el gimnasio aquel día y al escuchar los tiros alguien se acercó a comprobar qué ocurría, tras lo cual regresó desesperadamente y exigió al grupo a correr hacia el despacho del director. Se escondieron bajo un escritorio. Aterradas, las maestras tuvieron valor para sonreírles a los niños y pedirles que susurraran canciones hasta que pudieran salir del cuarto.“Conocíamos a ese tipo (al asesino). Una vez se subió en el coche de mi madre. Es extraño pensar que tuviste a un asesino en tu coche, sentado junto con tu mamá”, amplió Murray, atormentado. Efectivamente, algunas veces Judy Murray lo llevaba desde el campo de los Boy Scouts a la estación de trenes. Nunca lo habían visto como alguien peligroso.Novak Djokovic, líder del ranking de tenis y criado en la Belgrado de la antigua Yugoslavia cuando los bombardeos de las fuerzas de la OTAN sacudían las almas, nunca deja de recordar que el arte de las raquetas le “salvó la vida”. Para Murray (1° del mundo el 7 de noviembre de 2016 y en la cima durante 41 semanas) el tenis también fue (es) más que un deporte: fue (es) una vía de escape.“Lo de Dunblane ocurrió cuando tenía casi nueve años. Doce meses después, nuestros padres se divorciaron. Fue una época difícil. Y poco después mi hermano se fue de casa. Lo hacíamos todo juntos, así que fue duro para mí. Durante más de un año tuve muchísima ansiedad. De más grande, compitiendo, tuve problemas respiratorios. Pero la ansiedad desaparecía cuando jugaba al tenis. El tenis me permitía escapar. Por es tan importante para mí”, relata el británico en el documental ‘Andy Murray: Resurfacing’ (Resurgiendo), estrenado en noviembre de 2019. Y allí se entienden un montón de cosas.Tenista sanguíneo, ambicioso y ácido, de brillante lectura del juego, estupenda capacidad atlética para defenderse y contragolpear y con una devolución de altísima jerarquía, Murray fue -durante años- uno de los artistas del Big 4, con Roger Federer, Rafael Nadal y Djokovic. Es el único con al menos siete victorias sobre el suizo, el español y el serbio. Ganador del US Open 2012; primer británico campeón de Wimbledon en 77 años (en 2013; repitió en 2016), desde que Fred Perry lo hiciera en 1936; ganador de la Copa Davis 2015; y único con dos medallas olímpicas de oro en singles (Londres 2012 y Río 2016), sólo lo detuvo su maltrecha cadera.Andy Murray en su espacio: una cancha de tenis. (Ross Woodhall/)Los dolores, insoportables, lo llevaron a alejarse del tour después de Wimbledon 2017, cuando ya ni podía atarse los cordones de las zapatillas. Se sometió a una primera cirugía en enero de 2018 y volvió a jugar a mediados de junio de ese año, tras 342 días de inactividad. Pero no mejoró y, en enero de 2019, antes de debutar en el Abierto de Australia, se quebró durante una rueda de prensa y anunció que su retiro sería inminente porque ya no lograba tolerar las molestias. El 28 de ese mes volvió a entrar en un quirófano: le hicieron una reconstrucción de cadera, en la que le extrajeron una articulación y se la sustituyeron por un implante metálico. Médicos británicos llegaron a aseverar que Murray debía conformarse con mejorar la calidad en su vida cotidiana y jugar al tenis en forma recreativa o evaluar ser entrenador. Siendo 324° del ranking, volvió a jugar en agosto, en Cincinnati. Siguió compitiendo en cuenta gotas y bajó de nivel a un Challenger en Mallorca, pero en octubre sintió revivir. En el ATP de Amberes, Bélgica, se coronó campeón (el primer título en 31 meses, una eternidad para un tenista de su categoría). Fue su último trofeo. Por problemas en la espalda y la cancelación del tour por la pandemia, apenas disputó siete partidos en 2020.Andy Murray en enero de 2019, cuando se sometió a la segunda cirugía de cadera y creyó que ya no volvería a jugar al tenis profesional. (Archivo/)Esta temporada suma diez partidos (cinco de ellos en un Challenger) y, si bien convive con una molestia en la ingle, casi milagrosamente no se piensa en su retiro. Hace algunos días, como 124° del tour, compitió en el prestigioso torneo de Queen’s (su primer certamen en césped desde 2018) y volvió a quebrarse frente a los micrófonos, tras vencer a Benoit Paire. Pero esta vez sus ojos no se humedecieron por la tristeza, como en Melbourne 2019: se conmovió por haber podido expulsar sus demonios, por haber vuelto a hacer lo que ama desde que era chico (luego cayó en la 2ª ronda con Matteo Berrettini). Este lunes se levantará el telón en Wimbledon y él será uno de los 128 tenistas en el cuadro principal: recibió un wild card y debutará, en el último turno del Centre Court [la acción comienza a las 9.30 de la Argentina], ante Nikoloz Basilashvili, de Georgia. Es 119° y no compite en el All England desde 2017, cuando su cadera terminó de reventar.Entrenamiento entre leyendas del tenis en Wimbledon: Roger Federer y Andy Murray. (www.wimbledon.com/)“No quiero que sea mi último Wimbledon. Ese no es mi plan. No quiero estar en el torneo pensando que me estoy despidiendo. Quiero seguir jugando”, advierte Murray, en rueda de prensa. Pero en medio de la vorágine londinense y los preparativos para el tercer major del año, acepta, por primera vez, embarcarse en una charla exclusiva con LA NACION. Lúcido, reflexivo y agudo.-¿Cómo ilustrarías el proceso intermedio entre las lágrimas de dolor en Australia 2019 cuando creíste que no podrías volver a jugar y las de alegría tras haber jugado hace pocos días en Queen’s? ¿Cómo ha sido el viaje entre un extremo y el otro?-Seguro que han sido un par de años difíciles. Hubo momentos en los que no podía ponerme mis propios zapatos porque me dolía mucho la cadera y realmente pensé que tendría que retirarme en ese momento. Australia fue extremadamente emocional: el tenis ha sido toda mi vida y parecía que iba a tener que renunciar a él. No sabía lo que me depararía el futuro. Estar de vuelta en la cancha ahora se siente genial. Trabajé duro para llegar aquí, con la rehabilitación y el entrenamiento, y me siento bien físicamente de nuevo. Hubo momentos en los que pensé que nunca volvería a jugar, así que jugar y ganar partidos se siente muy especial.******Murray (34 años) y Juan Martín del Potro (32) tienen dieciséis meses de diferencia. Se enfrentaron siendo juniors [claros triunfos del escocés en el US Open 2004 y en Roland Garros 2005], la relación entre ambos nació siendo tensa y, ya como profesionales, empeoró en Roma 2008, cuando discutieron en un partido, el argentino le lanzó “Sos siempre igual. Vos y tu mamá”, y el umpire intervino para intentar calmar los ánimos. Pero todo cambió a partir de 2010, en el período de oscuridad de Juan Martín luego de la cirugía de muñeca derecha. En aquellos momentos recibió mensajes de apoyo de sus colegas, entre ellos de Murray. Desde entonces, pasaron de tener un vínculo espinoso a construir una amistad adulta con sufrimientos compartidos.-¿De dónde sacan la fuerza junto con Juan Martín para no bajar los brazos?-Creo que encontrás la fuerza para seguir adelante porque amás el juego. Ciertamente esa es mi motivación y creo que siempre existe la sensación de que aún no estás listo para rendirte. No puedo hablar por Delpo, pero mostró una fuerza real y determinación para seguir adelante cuando tuvo repetidos problemas con su muñeca y estoy seguro de que eso fue impulsado en parte por su amor por el tenis.En el podio de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016: Del Potro, con la medalla plateada, y Murray, con la de oro.-En 2016 jugaron dos partidos históricos con Del Potro: en la final olímpica [triunfo del europeo por 7-5, 4-6, 6-2 y 7-5] y en las semifinales de Copa Davis en Glasgow [victoria del tandilense por 6-4, 5-7, 6-7 (5-7), 6-3 y 6-4]. A la distancia, ¿cómo recordás cada match?-Ambos fueron partidos agotadores. El de los Juegos Olímpicos duró más de cuatro horas y en la Copa Davis duró más de cinco horas; fueron bastante intensos. En Río, obviamente mucha gente estaba detrás de Delpo, pero yo estaba decidido a defender la medalla de oro olímpica que había ganado en Londres. Jugó un gran partido y estuvo cerca hasta el final. Afortunadamente pude llevarme la victoria. El partido de la Copa Davis en Glasgow fue otra dura batalla en la cancha. Obviamente tuve a la multitud de mi lado esta vez, pero él jugó mejor ese día. Creo que estaba bastante motivado para ganar después de los Juegos Olímpicos.-Generalmente te involucrás en temas que para muchos deportistas de elite son incómodos o callan, como diversidad de género, racismo, maltrato doméstico, distribución de dinero para ayudar a los jugadores más necesitados, etc. ¿Por qué te despierta hacerlo? Sos consciente de que el peso de tu voz puede generar cambios, al menos en el deporte, ¿verdad?-Sí, creo que es importante que si tienes una plataforma la uses para hablar sobre las cosas en las que crees. Me he hecho conocido por ser franco en ciertos temas, pero veo las cosas con bastante claridad cuando se trata de feminismo o racismo, todos debería tener las mismas oportunidades. Por supuesto que voy a hablar si creo que está sucediendo algo malo.El Big 4 del tenis, durante el Masters de Londres 2010: Andy Murray, Novak Djokovic, Roger Federer y Rafael Nadal. (Clive Brunskill/)-Tuviste una fuerte influencia de tu madre en tu formación y carrera. ¿La sensibilidad que mostrás como persona se debe a ella?-Ciertamente, mi mamá [entrenadora de tenis] jugó un papel decisivo en la definición de mi carrera, pero mi papá [Will] y mis abuelos también jugaron un papel importante. Siempre nos animaron a mostrar nuestras emociones y creo que eso es saludable, especialmente como hombre.-En una entrevista de 2019 dijiste que a la “cena de tus sueños” invitarías a Ricky Gervais (actor, cómico y guionista), Barack Obama y Muhammad Ali. ¿Por qué lo harías en cada caso?-Muhammad Ali siempre ha sido una inspiración para mí, por lo que hizo en el ring de boxeo y fuera de él. Me encantaría preguntarle sobre competir como hombre negro en esa época y cómo encontró la vida siendo el atleta más famoso del mundo de su tiempo. Barack Obama es una persona tan elocuente e interesante, y tiene un gran sentido del humor. ¿Quién no lo querría alrededor de una mesa para cenar? Y creo que Ricky Gervais me haría reír toda la noche. Amo su trabajo y he sido un gran admirador de él durante años.Murray y su esposa, Kim Sears, jugando al croquet en uno de los jardines de Cromlix, un castillo que estaba a punto de cerrar y el tenista lo compró para convertirlo en un hotel de lujo. (Archivo/)-Vemos que tenés otras actividades comerciales fuera del tenis, incluido un hotel en Escocia, en Kinbuck, a 5 kilómetros de Dunblane, donde te criaste. En su momento, tu mamá contó, muy divertida, que trató de convencerte de que no compraras el castillo porque se estaba “cayendo en pedazos” y tenía murciélagos. ¿Por qué te involucraste en eso?-Compré Cromlix en 2013, el hotel estaba a punto de cerrar. Mi familia vivía cerca del hotel y proporcionaba muchos puestos de trabajo para la gente en el área local; sentí que era importante mantenerlo abierto, así que lo asumí y le hicimos una renovación total, por lo que ahora es una propiedad de cinco estrellas, con un restaurante. Es donde Kim [Sears, su esposa; se casaron en 2015] y yo tuvimos la recepción de nuestra boda. Intento subir allí siempre que puedo, ya que es un lugar hermoso.-Al margen de tu conexión con varios tenistas sudamericanos, a los 15 años viajaste a Barcelona para perfeccionarte en la academia de Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal, pero aprender hablar en español es una de tus cuentas pendientes. ¿Crees que estás a tiempo de aprenderlo?-Me encantaría aprender español; aprendí algo cuando vivía en Barcelona y entiendo más de lo que puedo hablar, pero está muy oxidado. No tengo mucho tiempo en este momento, ¡con tenis y cuatro hijos! [NdR: Andy y Kim tuvieron su cuarto hijo en marzo]. Pero espero aprender más cuando me retire. View this post on Instagram A post shared by Andy Murray (@andymurray)-Sos un gran fanático del fútbol, de chico pudiste haber jugado en Glasgow Rangers y tenés muchas referencias del fútbol argentino. En noviembre pasado hiciste un posteo tras la muerte de Maradona, a quien conociste en el Masters de Londres 2010. ¿Qué sentiste con la trágica noticia?-Me entristeció ver la muerte de una leyenda así. Fue uno de los grandes del fútbol y murió antes de tiempo. Lo conocí una vez, como dije en la publicación de Instagram, y tenía una personalidad tan carismática; puedo ver por qué tuvo tanto impacto en el juego.******Murray acarreó el peso de la historia sobre sus hombros durante años, a medida que Gran Bretaña seguía sin un campeón propio en Wimbledon. Soportó una presión irrespirable y que despectivamente lo trataran de escocés si perdía y de británico si triunfaba. En 2012, al perder la final en el All England con Federer, se quebró delante de todos, provocando un cambio emocional profundo. Ante la multitud que lo veía como un personaje malhumorado y frío, se volvió más humano. Ello liberó a Andy. Tanto que, a las pocas semanas y en ese mismo césped, ganó la medalla olímpica. Y un año después quebraría el maleficio local en Wimbledon, ganando el trofeo dorado. Su reconocimiento fue tal que en 2019 fue nombrado Caballero por el Príncipe Carlos en el Palacio de Buckingham por sus aportes al tenis y compromiso en temas benéficos.-Andy, ¿recordás qué pensaste el primer momento en el que quedaste solo y frente a un espejo luego de ganar Wimbledon en 2013 y te despojaste del peso que tenías sobre tus hombros?-De hecho, fue un momento realmente surrealista para mí. Ganar Wimbledon fue para lo que trabajé toda mi vida, así que haber logrado ese objetivo se sintió muy extraño. No recuerdo mucho sobre el partido [vs. Djokovic por 6-4, 7-5 y 6-4] o las secuelas inmediatas porque creo que estaba muy aturdido, así que en los días posteriores solo traté de reflexionar sobre lo que había sucedido. Descubrí que disfruté más de la victoria de 2016 porque me aseguré de hacer un balance de lo que estaba pasando y disfruté más del momento.-En 2013, tras Wimbledon, fuiste el protagonista de una de las mejores fotografías deportivas de la historia, luego replicada en la portada de The Times. Es muy simbólica porque es como si de una vez te hubieras liberado de la presión del público. ¿Qué te generó la imagen? ¿La tenés encuadrada? ¿Conociste a Julian Finney, el fotógrafo que la tomó?-De hecho, es bueno tener esa foto, porque me ayuda a recordar ese día y el momento en que gané. Realmente no pensé en lo que estaba haciendo cuando trepé entre la multitud, solo quería llegar a mi familia y mi equipo, ya que habían sido una gran parte de mí para llegar a ser campeón de Wimbledon. Tengo la foto enmarcada en las oficinas de mi empresa, 77 Sports Management, que representamos y asesoramos a los jugadores de tenis y futbolistas emergentes.En 2013, tras ganar Wimbledon por primera vez, Andy Murray fue protagonista de una fotografía mágica y simbólica, porque es como si de una vez se hubiera liberado de la presión del público. (Julian Finney/)-Al margen de los títulos y las virtudes técnicas/físicas, ¿el hilo conductor entre los integrantes del Big 4 es el amor que tienen por el juego de tenis? ¿Se sostienen por la pasión que poseen?-Sí, creo que la pasión es un factor común. Creo que también hay una ética de trabajo común y un enfoque que quizás otros jugadores más jóvenes no tienen de la misma manera.-Jugaste en Wimbledon por primera vez en 2005 [derrota en la 3ª ronda ante David Nalbandian] y ahora regresarás por primera vez desde 2017. ¿Qué sentimientos tenés?-Tuve muchos problemas en los últimos años, problemas de lesiones. Me preparé mucho para esto y será un desafío mental importante. Cuando entre en la cancha y juegue será muy diferente, competiré por cada punto y si me duele el cuerpo después, estará bien. En 2005 sentía un poco de nervios. Ahora es distinto. Estaba deseando volver, extrañaba las presiones. El tenis es algo que he hecho toda mi vida y quiero seguir en este viaje.

Fuente: La Nación

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Después de un año y medio en el que la vida se desacomodó por completo, las familias se enfrentan a traumas y desafíos desconocidos. Han tenido que lidiar con desajustes de todo tipo, y recién ahora empieza a hacerse el “recuento de daños”: millones de chicos con problemas de adaptación, trastornos alimentarios y alteraciones del sueño, cuadros de ansiedad y depresión, pérdida de concentración y desinterés por la escuela. La problemática adolescente se ha exacerbado y las energías de los padres están al límite. Pero los efectos son mucho más amplios, y no solo afectan a las familias con hijos chicos o adolescentes. Los abuelos también sufren las consecuencias del aislamiento y la alteración de sus rutinas sociales; las parejas solas lidian con las consecuencias de una convivencia sin válvulas de escape; los jóvenes se encuentran con las secuelas de la incertidumbre y la imposibilidad de hacer proyectos. Todo esto pone a las familias en una suerte de olla a presión, cuyos efectos y dimensiones son difíciles de medir. “Lo que empezamos a ver ahora -coinciden varios especialistas- es la punta de un iceberg” que emerge como un gigantesco daño social.La estructura familiar sufre una suerte de estrés postraumático como consecuencia de la pandemia. En la casa repercuten -por supuesto- el miedo a enfermarse y el desasosiego de convivir con el virus, pero también la ansiedad que provocan la pérdida de ingresos, la falta de escolaridad, la desaparición de los pilares que ordenaban y equilibraban la rutina familiar y las dificultades para hacer planes y proyectar el futuro. Es un cóctel complejo que ya registra consecuencias: el año pasado, por primera vez, en la Ciudad de Buenos Aires hubo más divorcios que casamientos. Se acentúa, además, la conflictividad en la relación de padres e hijos, crecen las adicciones y las consultas a psicólogos y psiquiatras, así como el consumo de ansiolíticos y antidepresivos. Algunos especialistas ya hablan de una suerte de “bancarrota emocional” en millones de hogares de clase media. Es un fenómeno que pasa por debajo del radar de la política, pero que empiezan a registrar los estudios de opinión pública, donde se detectan altos índices de “cansancio psicológico”.Como ocurre en otros hogares, en la casa de Carolina del Barco y Emiliano Monteagudo se trabaja, juega y estudia en el mismo espacio (Santiago Filipuzzi/)“La verdad es que, después de un año y medio, sentimos que se nos ha venido el mundo abajo. Los chicos están desanimados y nosotros también. Sentís que la rutina familiar es como remar en dulce de leche”, dice Dolores Cassina (46), madre de dos adolescentes, de 17 y de 14, y de una nena de 8. “Yo tuve que cerrar el negocio (tenía con una socia una casa de fiestas infantiles); mi marido estuvo un año trabajando desde casa y tuvimos que convertir el comedor en su oficina. Mi suegra, que participaba mucho del día a día con los chicos, se tuvo que recluir y tuvo un bajón. La chica que me ayudaba en casa dejó de venir. Al principio nos pareció que podía ser una oportunidad para bajar un cambio, pero ahora vemos que todo se ha hecho muy pesado. Hay días que no doy más: hago de mamá, de maestra, de ama de casa, de psicóloga; de administradora de un negocio que no genera ingresos pero sí complicaciones. Siento que es agotador”.Tras un año de vivir con lo inesperado, la importancia de no confinar los sentimientos “A nosotros -cuenta Carolina del Barco- se nos rompió la organización y la estructura que teníamos armada”. Es abogada y madre de dos varones de 6 y 12 años. Casada con Emiliano Monteagudo, que trabaja como productor de seguros, cuenta que antes de la pandemia “teníamos una rutina que nos ordenaba; de repente nos encontramos todos en casa, sin horarios; todo se desajustó, desde las comidas hasta la hora de irnos a dormir. Además, vivimos en un departamento que, si bien es cómodo, no tiene espacios separados para trabajar, estudiar y jugar. Todo eso nos provocó mucho estrés”.Las realidades de Dolores y Carolina describen la de millones de familias que, con particularidades y matices, se enfrentan a las consecuencias de haber estado un año encerrados, con un horizonte todavía incierto y con el peso de una segunda ola que ha tenido efectos devastadores en el plano sanitario. El cierre de escuelas durante todo el 2020 y parte de este primer semestre ha tenido un enorme impacto en los hogares: con el colegio, desapareció un eje central de la organización cotidiana. “La escuela es educación, pero también es rutina, es sistema, es un engranaje crucial en la vida de los chicos y en la convivencia familiar”, explican los especialistas. Al desaparecer ese eje vertebral, se desarma la organización hogareña. Los chicos se quedan sin horarios, sin un marco de referencia, sin una mirada y una evaluación externa. No se trata de algo abstracto: esos desajustes se pueden traducir en problemas de conducta, en sedentarismo, sobrepeso o desórdenes alimentarios, falta de motivación o desgano crónico.Sumar a los hijos al propio entrenamiento fue el recurso que encontró este padre que practica triatlón (Ignacio Sanchez/)Muchos padres encuentran en sus hijos síntomas de esas problemáticas, al mismo tiempo que sufren preocupaciones vinculadas a su situación laboral, a su propia salud y a la relación de pareja. Todo su entorno está teñido de angustia e incertidumbre. “Nos hemos quedado sin socialización y nos sentimos solos; tenemos menos libertad y más miedo”, dice la socióloga Lucrecia Arceguet.“A todos hoy nos atraviesa la incertidumbre. Los chicos buscan certezas en nosotros, y no se las podemos dar”, dice Agueda Figueroa, una médica neonatóloga que es madre de tres adolescentes. En las conversaciones entre matrimonios de clase media, de entre los 40 y los 50 años, domina la angustia frente al futuro. “Los chicos han dejado de ver el horizonte; solo viven el presente, con objetivos muy cortos; nos miran a los padres, y se encuentran con la falta de confianza frente al porvenir. El país no ayuda a construir certezas y la pandemia profundizó esa sensación de precariedad”, dice Agueda. “En los hogares se están produciendo implosiones silenciosas cuyas consecuencias dejarán cicatrices queloides”, escribió en La Nación Guillermo Olivetto, especialista en consumo y sociedad. “La salud emocional está prácticamente quebrada. El conflicto, la tensión, el deterioro y la degradación son vectores que cruzan desde los vínculos afectivos hasta la capacidad de dormir una noche de corrido”, dice Olivetto.“Mis hijos han perdido el entusiasmo. Estamos preocupados, porque viven encerrados en su cuarto. Antes se quejaban de que no podían salir, pero ahora parecen habituados al aislamiento. Se les alteró el ritmo del sueño; aunque están todo el día en casa, hablamos y nos vemos cada vez menos”. Amalia lo cuenta con inquietud y tristeza; también con una carga de impotencia. Sus hijos tienen 13 y 16. Por primera vez ha buscado ayuda psicológica, “porque ya no sé cómo ayudarlos. Siento, además, que yo tampoco tengo muchas fuerzas: el año pasado me separé; mi madre murió por Covid en enero y acabo de empezar un pequeño emprendimiento porque la empresa en la que trabajo se tuvo que achicar mucho en medio de la cuarentena”. La de Amalia no es una historia excepcional. Esa combinación de pérdidas, desafíos, angustias y preocupaciones traza el mapa emocional de muchas familias. Para las mujeres que son jefas de hogar, la sobrecarga acentúa la desigualdad de género. Pero aún en estructuras con roles más balanceados, la mujer lleva muchas veces la carga más pesada de la logística hogareña.“Todo esto ha implicado un desgaste; uno está más cansado y la paciencia ya hace tiempo no es la misma. Y este desgaste se da en todas las relaciones: lo ves en la calle y en tu casa también. Estamos todo el tiempo amontonados: uno con zoom, el otro hace ruido, otro grita y uno necesita hablar por teléfono. Muchas veces es caótico. Todos estamos menos tolerantes y los chicos más sensibles”, dice Carolina del Barco.En el caso de parejas separadas, se tuvieron que revisar a la fuerza los esquemas preestablecidos de los días con cada uno. Eso también ha potenciado desafíos y tensiones. Cada familia es un mundo. Por supuesto que no se puede generalizar, y las situaciones son muy distintas según el contexto socio-económico, la escuela a la que vayan los chicos, las edades y personalidades que tengan, las características de la organización doméstica y la situación en la que cada uno se haya encontrado con la pandemia.Una inmensa diferencia también tiene que ver con la mayor o menor proximidad que haya tenido cada familia con la tragedia sanitaria. Sin embargo, hay indicadores -tanto locales como internacionales- de que la familia, como estructura y organización, se enfrenta a un estrés y una presión de dimensiones desconocidas para varias generaciones. Hay que remontarse a periodos de guerra para encontrar otro tiempo en el que la vulnerabilidad y la muerte hayan estado tan cerca de los jóvenes. “Nunca nos habíamos sentido tan frágiles y vulnerables. Si lo miramos con optimismo, creo que nos ayudó a tomar conciencia de lo esencial: la importancia de los afectos, de la solidaridad, de la empatía. Creo que si hiciéramos una encuesta, confirmaríamos que lo que más extrañamos son los abrazos y los besos”, dice Irene Bianchi, actriz y profesora de inglés. De ese modo pone el acento en otro ingrediente de la angustia familiar: se limitaron los encuentros, las celebraciones, las reuniones. “Es el segundo cumpleaños que paso sola”, dice Teresa Augustoni, una docente jubilada a la que siempre le gustó festejarlo con su familia. La soledad y el distanciamiento también forman parte de la angustia colectiva que repercute en los hogares. “Pasé más de un año sin ver a mi hijo y a mis nietos”, cuenta Viviana. Ella vive en Neuquén y su único hijo en La Plata: “Nunca pensé que eso me iba a afectar tanto. Pero hoy siento que ese año me pesa como si fueran diez. Es una pérdida que siento en el alma y en el cuerpo; además sé que, a mi edad, es un tiempo que ya no podré recuperar”.Desde que se autorizaron las salidas, los bosques de Palermo fueron la gran opción de muchas familias (Fabian Marelli/)En muchos hogares se sufre, además, un deterioro de la salud y de la calidad de vida que excede a la pandemia. “Dejé de ir a los médicos; no pude operarme las cataratas ni renovar la licencia de conducir. Las limitaciones físicas se acentuaron. Mi marido, que hace unos años sufrió un ACV, tuvo que interrumpir la rehabilitación. Se acentuó la dependencia de nuestros hijos, hasta para sacar plata del cajero”, cuenta con franqueza María Marta Paunero (72). De ese modo describe otro fenómeno que ha sumado desafíos en los núcleos familiares. En muchos casos, se profundizó y se aceleró la falta de autonomía de las personas mayores. Los abuelos no solo tuvieron que dejar de ayudar con sus nietos sino que, ellos mismos, empezaron a necesitar, en forma prematura, una ayuda que antes no necesitaban. Muchas parejas de edad intermedia vieron cómo, al mismo tiempo, se desarticulaba la organización de su propio hogar y también el de sus padres, que perdían autonomía y espacios fundamentales de su vida. “Dejé de ir a yoga; suspendimos el encuentro de los jueves con mis amigas; mis nietos tuvieron que dejar de venir a comer y a dormir a casa y, durante meses, ni siquiera pude hacer mi caminata diaria. La verdad es que mi vida se desarmó”, cuenta Teresa Barrios (74). En la otra punta de la ansiedad y la depresión adolescente, están los cuadros de angustia y soledad de sus abuelos. En el medio hay una generación que trata de hacer equilibrio y que, al mismo tiempo, lidia con sus propias pérdidas.La educación virtual cambió la rutinas; aquí, Tomás y Matías Aranayo estudian en su casa de PurmamarcaCon las restricciones para el esparcimiento, la recreación y el deporte, también se han roto equilibrios de la organización familiar: “Para mí, el fútbol de los sábados era un cable a tierra. Me despejaba, me motivaba para el resto de la semana, me desconectaba… Ahora hace un año que no juego, y me doy cuenta de que eso afecta el ánimo en mi casa”, cuenta Pablo (41). Parecen datos secundarios, pero esos espacios de socialización y distracción son ingredientes esenciales de la vida familiar. “Con mi mujer teníamos, desde hace años, el hábito de ir los sábados al cine y a comer. Dejábamos a los chicos con los abuelos, y era un programa para todos. Al no poder hacerlo, perdimos un espacio fundamental para la pareja. Ahora intentamos retomarlo, pero nos pesa todo lo que ha pasado; ha sido un año muy duro, y no tenemos la misma energía”, confiesa Agustín (43), padre de León y Camila. Los chicos tienen 7 y 9 años. “Se perdieron un año clave de la escuela. Nosotros tratamos de ayudarlos con la lectura y las cuentas, pero la psicopedagoga nos explicó que a esa edad es fundamental que los chicos distingan el espacio de la escuela del de la casa. No es bueno que duerman, jueguen y aprendan en el mismo lugar. Este año se les mezcló todo, y ahora el más chico tiene una especie de fobia al colegio”. Esas fobias y regresiones también deben computarse en la problemática que desafía a las familias.Distinguir espacios para cada cosa, no es solo una necesidad de los chicos. Para los adultos, las fronteras entre lo público y lo privado, entre lo laboral y lo familiar, lo social y lo íntimo, también son fundamentales. “Al principio, trabajar en casa me parecía ideal. Hoy extraño la oficina, el encuentro con mis compañeros, la charla personal. El teletrabajo te termina aislando. Además, a la larga invade el espacio familiar”, opina Rafael Guidi desde su experiencia personal. Es sabido: la transformación de la casa en oficina, aula y gimnasio ha multiplicado las demandas y exigencias en la logística hogareña.La vida de pareja también se ha visto afectada. Se debilitaron los espacios de intimidad y la rutina se volvió más plana, más monótona. Sin viajes, sin salidas de fines de semana ni reuniones sociales, muchas parejas descubren, por ejemplo, que hace un año y medio que no se visten para una salida nocturna. Frente al deterioro en la salud y en la economía, ese parece un aspecto insignificante si se lo toma de manera aislada. Pero forma parte de ese entramado que ha incorporado una suerte de presión multidimensional sobre la esfera familiar.El espacio físico, la posibilidad de acceder a un jardín, diferencian los modos de sobrellevar la pandemia“Muchas parejas se sienten asfixiadas; se ha estrechado el espacio de aire y respiración que necesitan todos los vínculos”, precisa el psicólogo Miguel Espeche. “Depende mucho del capital anímico y de los recursos simbólicos de cada uno, pero todos hemos tenido que enfrentar un combo difícil. No es inexorable una debacle, pero son situaciones muy desafiantes para las familias”, dice Espeche.La tensión en los hogares ha disparado también los índices de violencia intrafamiliar en distintas escalas. Sin llegar a casos extremos, muchos especialistas advierten un aumento de la conflictividad en los vínculos de pareja y en el de padres e hijos. “Se acentúan la irritación, la impaciencia y la violencia explícita”, apunta Espeche. Destaca, además, que “el estado de ánimo de los chicos es un espejo del de sus padres. Con padres ansiosos y alterados, se arma un espiral complejo”.Cuesta dimensionar los efectos a largo plazo. Tenemos cuantificada la tragedia sanitaria, pero es difícil medir el impacto emocional y psicológico de algo que ha alterado nuestras vidas. A diferencia de otras crisis, esta parece combinar ingredientes desconocidos. Sin embargo, en los mismos testimonios que describen un mapa de angustias, preocupaciones y pérdidas, aparece la esperanza. Dolores Cassina lo dice de este modo: “Creo que, a pesar de todo, quizá salgamos fortalecidos. Hemos sufrido mucho, pero también hemos sobrevivido. Y hemos comprobado que el amor de la familia, siempre te ayuda a sobreponerte”.Con la colaboración de Silvina Vitale

Fuente: La Nación

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Los ángeles (ap) — cody bellinger se voló la barda con dos outs en la pizarra en la novena entrada, y con ello los dodgers de los ángeles superaron el sábado 3-2 a los cachorros de chicago para su primer triunfo con walk off de la temporada.Bellinger, que ingresó tarde al encuentro como sustituto defensivo, pegó un tablazo de 422 pies al jardín central ante Keegan Thompson (3-2), provocando una alegre celebración en el campo para los campeones defensores de la Serie Mundial.Max Muncy y Justin Turner impulsaron una carrera cada unos en la primera entrada, y posteriormente los Dodgers sacaron 26 outs antes de que Bellinger le pusiera fin al encuentro con su segundo cuadrangular en una temporada plagada de lesiones. Una noche después de terminar con una racha perdedora de cuatro juegos, Los Ángeles ganó por segunda ocasión desde que cuatro pitchers de los Cachorros se combinaron para un juego sin hit en el Dodger Stadium el jueves.Anthony Rizzo conectó un jonrón para los Cachorros, que habían ganado sus primero cuatro juegos de la temporada contra Los Ángeles antes de perder en dos ocasiones.David Price (3-0) sacó dos outs en la novena al tiempo que lanzó por tercer día seguido para Los Ángeles.El mexicano Julio Urías tuvo 12 ponches, un récord de su carrera, mientras lanzó pelota de seis entradas y cinco hits para los Dodgers.Por los Cachorros, el venezolano Willson Contreras de 4-0. El puertorriqueño Javier Báez de 4-1. El dominicano Sergio Alcántara de 2-0.Por los Dodgers, el mexicano Urías de 2-1.

Fuente: La Nación

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En febrero último, el entonces ministro de Salud, Ginés González García, confiaba en lograr la inmunidad de rebaño para julio. Envalentonado con las 62 millones de vacunas acordadas, se dio el lujo de cerrarle la puerta al laboratorio Pfizer mientras tampoco utilizaba la totalidad del cupo del fondo Covax. Hoy, la Argentina solo cuenta con 20 millones de vacunas y registra más de 90.000 muertos por Covid.Ante ese panorama desolador, la vicepresidenta Cristina Kirchner, habilidosa para sacarse fardos de encima, cambia de tema e invita a repensar el sistema sanitario. Con nostalgia setentista, resucita el Sistema Nacional Integrado de Salud de 1974, diseñado por el cardiólogo Domingo Liotta y hecho fracasar por el sindicalismo peronista, que no quiso ceder la caja de sus obras sociales.Repensemos la salud pública, entonces. En un país donde lo público ha sido utilizado para enriquecer proveedores, contratistas y “expertos en mercados regulados” no es de sorprender que la red de hospitales nacionales, provinciales y municipales siempre sufriera carencias que nadie pudo solucionar, a pesar de que la Argentina dedica el 10% de su PBI a gastos de salud. En contraste con el ideal de Ramón Carrillo, y como metáfora de esas falencias, hoy es más apropiada la imagen de los bolsos de López que la de aquel sanitarista.Repensemos el sector de la seguridad social, también. La vicepresidenta no debe ignorar el pacto corporativo “militar-sindical” de Juan Carlos Onganía, creando el régimen de obras sociales sindicales con impuestos al trabajo (1970), para captar al peronismo y lograr gobernabilidad. Los gremialistas aprendieron rápido a desviar fondos a través de la sobre facturación de servicios, compras de inmuebles y refacciones varias. Mediante esos recursos, han otorgado al peronismo el control de la calle durante toda la democracia, con una capacidad de movilización sin parangón. Raúl Alfonsín pretendió modificar el régimen y sufrió 13 huelgas generales.En tren de repensar, la vicepresidenta debería recordar tantos años de alianzas con cúpulas gremiales financiadas con recursos mal habidos, incluyendo su propia gestión, para llenar plazas, cortar avenidas y patotear a la oposición.En cuanto al sector privado de la salud, surgió como resultado de falencias del sector público y de las obras sociales, basado en el principio de libertad contractual y el derecho a ejercer toda industria lícita. En todos los países del mundo capitalista existen formas de seguros de salud privados, como alternativa o complemento de la cobertura pública.Lamentablemente, en nuestro país, ante un Estado fracasado que abandonó sus funciones esenciales, el Congreso Nacional ha transferido responsabilidades sanitarias que le son propias a las empresas de medicina prepaga y a las obras sociales, aunque solo estas obtienen recursos por ley.La salud privada ha sido víctima de esta visión desde 1996, cuando las prepagas fueron obligadas a incluir el Programa Médico Obligatorio (PMO) sin otra financiación que las cuotas de sus afiliados. Pero el PMO no fue un techo, sino un piso, al que se sumaron leyes especiales para tratamientos de alto costo y para la discapacidad. Estas leyes y los amparos judiciales han hecho tambalear sus finanzas al obligarlas a incorporar prestaciones sin recursos, ni autorización para aumentar sus cuotas. Y, como efecto secundario, les ha impedido ofrecer planes de distinto costo, a partir de coberturas diferenciales, como sería normal conforme su carácter privado.Esta distorsión se agravó con la ley de 2011 que reguló la medicina prepaga, convirtiéndola en un servicio público, desnaturalizando su carácter contractual al imponerle obligaciones exorbitantes como la afiliación sin períodos de carencia o con enfermedades preexistentes o con edad superior a 65 años, quitándoles el derecho a fijar el precio de sus planes, como si fueran empresas de gas o de luz. En teoría, avances equitativos y solidarios, propios de una sociedad moderna, pero cuya financiación corresponde exclusivamente al Estado y no a las prepagas.Ahora se invoca la fragmentación del sistema sanitario para justificar su eventual estatización. Esa dispersión de esfuerzos, en el ámbito público, es fruto de nuestro sistema federal, siendo la protección de la salud un poder no delegado por las provincias al gobierno nacional. En el ámbito estatal funcionan hospitales nacionales, mixtos, provinciales y municipales; centros ambulatorios, obras sociales provinciales, de las Fuerzas Armadas, del Congreso, direcciones de ayuda social y el PAMI.La otra razón de la fragmentación se debe a las obras sociales sindicales, una rara avis en el contexto mundial, que se financian con aportes y contribuciones compulsivos. Esta inmensa caja, sumada al Fondo Solidario de Redistribución, conformado con el 15% al 20% del total recaudado, parece ser el principal objetivo del proyecto camporista. Con la baja de empleo privado han caído las afiliaciones y la recaudación de aquellas. Simétricamente, con la desocupación, han crecido los movimientos sociales. Para darles la cobertura de salud que el Estado no puede brindar, el Gobierno ha trasladado la atención de más de tres millones de personas, con su minúsculo monotributo social, a las obras sociales, asfixiándolas aún más. Es posible que el kirchnerismo, bien alejado ideológicamente del gremialismo histórico (los “gordos”), no tenga los mismos reparos que tuvo Perón en 1974, al excluir esa caja de la ley 20.748, cuando los sindicatos eran columna vertebral del peronismo tradicional.Las empresas de medicina prepaga no cuentan con ingresos públicos, sino cuotas de sus afiliados y traspasos de las obras sociales. Es solo un prejuicio ideológico de inspiración cubana (“la salud como mercancía”), que ha motivado las medidas para desfinanciarlas.Es fácil imaginar el zafarrancho que implicaría la centralización de esos inmensos recursos en manos de la política, con su lógica de preferencias tan ajena a las prioridades sanitarias. Solo cabe recordar la forma en que Vialidad Nacional pagaba los certificados de obra de Lázaro Báez y como cajoneaba los pagos a quienes no sabían compartir sus cobranzas con la familia Kirchner.Para mejorar el funcionamiento del sistema sanitario nacional, lo primero que debe hace el Estado es coordinar la gestión de sus tres jurisdicciones y evitar que los fondos se malgasten en compras o contrataciones descoordinadas y superpuestas.En cuanto a las obras sociales sindicales, la solución no puede ser peor que el problema. La alternativa de quitarles los recursos para centralizarlos en mano de la política no es una salida.El sistema de salud argentino debería tener como objetivo el modelo de los países escandinavos, por ejemplo. Eliminando los impuestos al trabajo y financiando el costo de la salud con recursos presupuestarios. La población tendría así derecho de elegir entre los prestadores públicos, sindicales o privados, compitiendo entre sí.Como eso no es posible ahora, dada la estructura existente, una reforma transitoria debería prever la gestión de los fondos de las obras sociales a través de un ente fiduciario u organismo autónomo. Sumando recursos presupuestarios, sería el agente financiador de la salud para toda la población, con derecho a elección entre prestadores. Y la eliminación de las regulaciones que impiden a las prepagas pactar libremente sus coberturas y fijar sus cuotas en función de sus planes.El Estado debe financiar la salud pública como red de seguridad para quienes no tienen cobertura y también como asegurador de última instancia para los tratamientos costosos o situaciones extraordinarias.La idea del modelo cubano es resultado de un proceso acelerado de empobrecimiento colectivo, como en Venezuela. Cualquier propuesta de reforma sanitaria debe hacerse en el contexto de la política económica adoptada. Con crecimiento e inversión, el empleo regular ofrecerá una alternativa mejor a la militancia callejera. Y con movilidad social ascendente, la población podrá optar por el mejor servicio de salud que prefiera.Si continúa la decadencia, solo quedarán papers del Instituto Patria, en un sistema carente de gasas y algodón, con equipos sin mantenimiento, personal de salud con sueldos venezolanos y la población a la intemperie, esperando atención, como en Caracas.

Fuente: La Nación

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La Argentina necesita más empresas. Ya tenía pocas antes de la pandemia, en términos de cantidad de habitantes, en comparación con otros países de la región y mucho más si lo comparamos con los países desarrollados.Son muchos los obstáculos que nuestro país les pone a las inversiones. La alta presión tributaria es uno de ellos. Otro es la rigidez y los elevados costos del mercado laboral. Y a ellos se suma la dificultad para crear y llevar adelante sociedades comerciales, que son el canal jurídico necesario para quienes realizan emprendimientos que vayan más allá de las actividades artesanales que solo requieren el trabajo de una persona.No es fácil en la Argentina constituir una sociedad. Los requisitos legales, sumados a las infinitas trabas burocráticas de organismos estatales como la AFIP y la IGJ, desalientan a quienes no tengan, de manera muy acendrada, esos “animal spirits” que describió John Maynard Keynes como el origen del optimismo a veces irracional que anima a muchas personas de negocios.Fue la necesidad de superar esos problemas lo que motivó que en 2017, durante la presidencia de Mauricio Macri, el Congreso Nacional sancionara la ley 27349, de Apoyo al Capital Emprendedor, en la que, entre otras disposiciones, se creó un nuevo tipo societario, las sociedades de acciones simplificadas (SAS). Las SAS tienen menos requisitos que otras sociedades por acciones, son más fáciles de constituir y permiten conformar sociedades unipersonales, que alientan la creación de empresas porque permiten limitar la responsabilidad patrimonial de quienes las constituyan.Las SAS tuvieron una recepción muy favorable. Hay más de 40.000 creadas desde que fueron establecidas legalmente. Increíblemente, un proyecto del oficialismo pretende ahora derogarlas. En los fundamentos se expresa que este nuevo tipo societario fue incorporado “con el objetivo de constituir ‘Empresas Fantasmas” en la mayoría de los casos, con el único fin del blanqueo de capitales de dudoso origen y la compra de inmuebles, a instancias de la restauración neoliberal encabezada por el gobierno de Mauricio Macri”.Un nuevo disparate del kirchnerismo, que, cegado por la ideología del retraso y el autoritarismo, es incapaz de ver la realidad tal cual es. Es, además, un agravio gratuito a miles de personas que constituyeron estas sociedades para desarrollar su esfuerzo y su creatividad al amparo de la ley. Tal vez algunas utilizaron ese canal para cometer actos ilícitos, pero si tal fuera la justificación para evitar ese tipo societario, también habría que impedir la existencia de cualquier otro. Los Kirchner no necesitaron las SAS para construir una fortuna monumental mediante testaferros y otros recursos. ¿Habremos de prohibir la actividad hotelera porque algunos sinvergüenzas la usaban para lavar dinero?Lo que hay detrás de este proyecto es lo mismo que anida en muchas otras iniciativas del kirchnerismo: el propósito de ahogar toda iniciativa privada. Con miles y miles de pequeñas y medianas empresas que canalicen la creatividad, el talento y el trabajo de los argentinos, no solo lograremos desarrollo económico, creación genuina de empleo y mejor calidad de vida. También tendremos personas que son artífices de su propio destino, que piensan y actúan por sí mismas con libertad. Más emprendedores significa más autonomía individual, que es la base de una República de ciudadanos.Todo esto es herético para el populismo autoritario, que mira a los ciudadanos con desconfianza y aspira a tener súbditos que dependan de los favores oficiales. El emprendedorismo es la contracara del pobrismo. Nadie es menos pobrista que los pobres. No por nada las encuestas indican que en la Argentina aún quienes se hallan desde el punto de vista económico en las franjas más bajas se consideran a sí mismos de clase media. Es la cultura del trabajo que nos legaron los inmigrantes, que tantas décadas de atraso no pudieron sepultar del todo.El proyecto en tratamiento en la Cámara de Diputados es uno más en la larga lista de impedimentos que pone en forma permanente el gobierno nacional a la capacidad emprendedora del capital. No alcanza con sepultarlos con cargas impositivas, sindicales y previsionales que agostan el capital de giro imprescindible para el crecimiento empresario, no, por las dudas si a algún trasnochado se le ocurre invertir en la Argentina, y cree que es cierto que puede hacerlo a través de un vehículo ágil, moderno y eficiente, como es el tipo societario creado por la Ley 27349, esta reforma le quitará todos los beneficios, le impedirá acceder a los pocos que subsistan, y en definitiva –una vez más- cambiará las reglas de juego para consolidar la idea de que en nuestro país reina la más burda, primitiva y torpe inseguridad jurídica.Las SAS son una apuesta al futuro, una señal de confianza en la capacidad de nuestros ciudadanos. El kirchnerismo, al pretender derogarlas, revela su verdadero rostro. No cree en los argentinos. Es otra su SAS: Sociedad Argentina Sospechada.Diputado Nacional (Juntos por el Cambio-PRO) – CABA

Fuente: La Nación

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LA NACION publicó ayer notas de académicos e investigadores sobresalientes aunados en la conmemoración de los doscientos años del nacimiento de Mitre. La fecundidad de esa revisión histórica estuvo a tono con la versatilidad creativa, polifacética y polifónica, de uno de los hombres de talla superior que han guiado la Argentina.Ayer, también, en el cementerio donde reposan los restos del presidente y legislador, del gobernador y del guerrero, del periodista y escritor, del fundador de instituciones y protagonista de acuerdos memorables entre rivales de contiendas cívicas intestinas, y de acuerdos entre la Argentina y algunos de sus vecinos, un puñado de personas nos reunimos para agradecer los servicios que prestó al país. Lo hicimos en el número estricto que disponen las normas protocolarias para salvaguardar la salud pública.Bartolomé Mitre fue una de las figuras más relevantes del siglo XIX: escritor, historiador, periodista, gobernador, legislador, militar y presidenteQuienes escribieron ayer en el suplemento especial de LA NACION han allanado el camino para ceñirnos a una plegaria cívica al estadista retratado por José Luis Romero hace más de medio siglo, en admirable síntesis: “Era, a un tiempo mismo y fundido en una rigurosa unidad de espíritu, un historiador y un político, y su reflexión histórica era como una pausa en el camino de su creación, así como, de inverso modo, era su acción como una proyección de sus concepciones históricas”Una de las últimas plegarias cívicas fue la de Alfonsín, en su apelación reiterada al preámbulo de la Constitución Nacional en la campaña de 1983. En este orden de oraciones, confiaré en la licencia de quienes interpretaron que si los muertos (exceptuados, claro está, los mártires o santos) pudieran ver qué pasa con los vivos, no tendrían en su bienaventuranza paz ni descanso.Que la memoria de Mitre, pues, fortaleza entre los argentinos vacilantes la templanza en defensa de la juridicidad en que se fundó nuestra añorada grandeza. Que la lección solidaria que los porteños celebraron por su denuedo en Buenos Aires durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871, en contraste con gobernantes que habían abandonado la ciudad, prodigue en la política nacional nuevos émulos en estas circunstancias de angustia y desconcierto. Recuérdese que la mayor popularidad de Mitre como caudillo político devino de aquellos días.Basta de sornas, conciudadanos, batiría palmas el estadista bajo el chambergo ladeado. Basta de sornas por las redes como consuelo magro que compense tanto estupor por el acoplamiento fatal entre dilates de improvisación ligera y la pasmosa insolvencia moral de quienes rebajan a poco o nada el valor de la palabra argentina en el mundo. Piensen con calma, ciudadanos, invitaría Mitre; pero piensen con seriedad cómo han de revertir este estado de cosas.En 1862, Cándido López posa con una pintura de Bartolomé Mitre en Mercedes (Archivo/)Que la evocación de quien se consubstanció desde la juventud con el liberalismo progresista de Mazzini y de la Nueva Italia, y lo aproximó a la generación romántica suscitadora de la Nueva Europa, aleccione sobre la importancia estratégica de afianzar una justicia independiente, republicana, en el país. Mitre señaló el camino con la fuerza de los actos de Estado, al designar en 1863 los cinco primeros jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación entre juristas ajenos al círculo de los amigos políticos. Probidad de quien nada tenía que amañar en acopio de inmunidades y otras ventajas personales.En 1871 hubo en Buenos Aires 14.000 muertos. Por el censo de 1869 su población era de 187.304 personas. Una sola muerte importa, pero sepamos que aquella epidemia produjo hace un siglo y medio en la ciudad bajas en vidas proporcionalmente mucho más altas, en solo cinco meses, que las de este largo año de penurias.Aficionados pertinaces a la picaresca de las informaciones falsas, nuestros gobernantes han resentido con obsesión comparativa el ya frágil decoro del Estado ante hermanos de la región y de Europa. Inexplicable manía: debieran huir despavoridos de las estadísticas irrefutables. En casi todos los renglones, ocupamos lugares que desconciertan, tratándose de un país que se preciaba de propinar al mundo lecciones sobre cómo resolver con los menores costos una epidemia.Se entiende mejor que hayan sustraído a nuestros chicos, con la educación pública degradada, de evaluaciones que pondrían una vez más al desnudo la calidad de la enseñanza. Quien fundó como Mitre tantos colegios nacionales nos indagaría si aquello ocurre desde que se desprestigió el valor del mérito y la educación, y se desalentó el esfuerzo, el trabajo y el ahorro como motores de ascenso social.Un pueblo de hombres y mujeres dispuesto a luchar por un bienestar sustentable amparado por las libertades y garantías constitucionales no puede esperar, diría Mitre, a que se produzca un cambio drástico en la actual situación que padecemos por la sola espontaneidad de la clase dirigente. Observaría que en el siglo XXI las élites de vanguardia, si es que todavía existieran, dependen de que en lo más profundo de la sociedad fermenten las condiciones impulsoras de la transformación que el país necesita.Un óleo de Checa de la colección de Mitre (Mariana Poggio/)No es esta la hora de la espada, Lugones, palmea Mitre al poeta; nadie la quiere a riesgo de aumentar zozobras. Es, en rigor, la hora próxima a comicios cuyos resultados podrán paliar por algún tiempo, en el mejor de los casos, las aflicciones colectivas. Y, sobre todo, conjurar el gravísimo riesgo de que el kirchnerismo llegue a controlar por sí la Cámara de Diputados de la Nación, mientras Juntos por el Cambio debe repechar la cuesta de tener que renovar 60 de sus actuales 115 bancas.Comicios capaces de suscitar no más que esperanzas en logros de duración incierta, pero sin redimirnos con certeza del abismo en que caímos. Para esa redención faltaría resolver entre vencidos y vencedores de la primavera que se avecina las principales causas de esta encrucijada. Entre todos: con manos generosamente extendidas a quienes quieran corresponderlas.Mitre demandaría que nos pongamos en marcha hacia la cordura sin ocultar la perplejidad por ver dirigentes de la oposición que han olvidado en algún lugar la brújula y divagan mirándose el ombligo, en lugar de concentrarse en la suerte de la República (Dante, traducido por Mitre, escribió que los negligentes esperan en el vestíbulo del Infierno). Demandaría que la sociedad acucie, por el bien de su existencia, a que la clase dirigente anude consensos que salvaguarden la ventura social por el porvenir que acecha.A salvo de fantasías, como la de que a esta altura podremos reconstruir por un acto electoral de medio término un país arrasado por la mala praxis política de incontables décadas, infortunio que agravan las compadradas con doctrinas asociadas a regímenes autócratas y sangrientos. A salvo de la afectación diaria de los derechos y garantías individuales en temas como la integridad física, la propiedad e iniciativa privadas, y hasta en cuestiones tan íntimas e indelegables como la salud, según se anticipó en desventuradas declaraciones del oráculo oficial.Mitre advertiría que sólo una sociedad decididamente dispuesta a cambiar hará que la política reflexione con realismo sobre las razones de tanta pavorosa frustración, que no mitiga la limosna pública: la inflación, la ausencia de inversiones generadoras de empleos dignos y de bienes, la seguridad jurídica en constante jaque, y la pobreza y exclusión por doquier. También el capitalismo “que no funciona” (Fernández dixit), en particular donde rige un capitalismo de amigos, Rusia, la Argentina, que perpetua la corrupción que infecta y la ineficiencia que paraliza.Con lógica elemental, Mitre advertiría a los gladiadores de la comparación odiosa que les está vedado el triunfo en torneos sobre igualdad de géneros pese a cuantas alharacas hayan hecho. ¿Cómo vencer, apalancados en la ridiculización del uso de la lengua que nos mancomuna (por ahora) con 500 millones de seres en el planeta, mientras se destroza la cultura de un orden social eficientemente disuasorio de aberrantes delitos? Ese orden ya habría aplastado la escalada de feminicidios definitorios de una época que hubieran horrorizado a la denostada sociedad machista del pasado.Mitre y Urquiza; Mitre y Avellaneda, que conmutó al adversario la pena de muerte con la que un consejo de guerra lo había condenado, por seis votos contra dos, a raíz de la controvertida revolución de La Verde, a fines del gobierno de Sarmiento; Mitre y Roca, en fin, depusieron enconos y zanjaron en algún momento conflictos gravísimos por el bien general. ¿Van a prescindir las actuales generaciones de la grandeza de asentar un piso firme de serenidad emocional, libre de algaradas y modales tóxicos, sobre el que se levanten coincidencias fundadas en la razón?Mitre sabía que los arreglos magnánimos sobre asuntos supremos para la nacionalidad suelen dejar agravios y agraviados. En casos extremos, imponen renunciamientos políticos a quienes pueden ser actores centrales de un ciclo, como el que comenzó en 1983, y dañar moralmente a otros por la temeridad de concesiones que forzosamente se labren en compensación recíproca. Si va lejos, lejísimo, hasta puede que un acuerdo concierte inhabilitaciones para volver a ejercer funciones públicas e involucre, incluso, el gesto crucial que nadie, salvo un colaborador de La Voz, de Córdoba, se ha atrevido a mentar: el gesto del perdón, vilipendiado hoy, invertido sin equidad ayer; pero tan aplicado en plenitud desde Mayo en la tradición de los siglos XIX y XX, que la compilación de perdones habidos en nuestro historia abarcaría un libro por entero.En su curiosidad insaciable, Mitre preguntaría si alcanzan la sabiduría y las agallas cívicas de nuestros contemporáneos para consumar hechos que terminen por develar el zeitgeist de una nueva época, y con él, el espíritu restaurador de la confianza nacional en sí misma y de nacimiento del tiempo histórico que tarda en llegar.Imaginemos que Mitre nos indaga.

Fuente: La Nación

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