Era la segunda vez que el comisario mayor retirado de la policía bonaerense Carlos Villavicencio se encontraba con sus “contactos” de la comisaría de Hurlingham en la misma estación de servicio. Después de saludarlos con un choque de puños les entregó un paquete envuelto en una bolsa de plástico y después se sentó alrededor de una mesa del patio trasero. “Bueno, muchachos, ¿están contentos? Se van con un sueldito [sic]. Esto es para empezar. Si se mantiene vamos a subir la postura para ustedes”, les dijo. En ese momento no lo sabía, pero los 200.000 pesos que acaba de entregarles iban a ser parte de una serie de pruebas clave para que terminara procesado con prisión preventiva por los delitos de cohecho activo y tráfico de estupefacientes en la modalidad tenencia para su comercialización. En otras palabras: pagó una coima para que le “liberaran la zona” para vender drogas.Villavicencio, de 57 años, tampoco sabía que esos que consideraba como sus “contactos” en la seccional de Hurlingham actuaban como agentes reveladores, figura prevista por ley y autorizada por el juez federal de Morón Jorge Rodríguez, después una solicitud del fiscal federal Santiago Marquevich, a cargo de la investigación.“Los escaladores”: redes sociales y un pedido a un bar, claves para atrapar a una banda de ladronesCon la entrega del dinero, según se desprende del expediente judicial al que tuvo acceso LA NACION, Villavicencio pretendía evitar allanamientos en la denominada villa Libertad, de Hurlingham, para que una banda dedicada al narcomenudeo tuviese “la zona libre” para vender estupefacientes.La reunión donde el sospechoso entregó el dinero se produjo el 20 de agosto pasado. Las negociaciones por parte del personal policial, autorizadas por las autoridades judiciales, habían comenzado un mes antes, cuando Villavicencio se presentó en la comisaría 1a. de Hurlingham para “solucionar el tema de la Villa Libertad”.Hubo varias comunicaciones por WhatsApp hasta que se acordó una primera reunión, que se hizo el 19 de agosto en una estación de servicio situada en Vergara y Bizet, Hurlingham. En ese encuentro, Villavicencio espetó: “Yo soy comisario mayor retirado, hablemos a calzón quitado [sic], somos todos de la misma fuerza; pongan el número”.Cuando los agentes reveladores simularon interés en la propuesta, le preguntaron qué era lo que necesitaba. Él respondió que su principal objetivo era que no se efectuaran más procedimientos del Comando de Patrullas Hurlingham ni de la comisaría 1a., según se desprende de la resolución en la que el juez Rodríguez procesó al sospechoso.“Vamos a hacer una cosa: voy a pedir todos los viernes $250.000, de los cuales 200.000 son para ustedes y 50.000 para mí. Todos los viernes nos vamos a ir encontrando en distintos lugares para coordinar”, propuso Villavicencio. El primer pago, que quedó filmado, fue al día siguiente, el viernes 20.Veinticuatro horas después de haber entregado el “paquete”, Villavicencio se comunicó con sus “contactos” para referirles que la “comisaría estaba molestando” en la zona de la villa. Situación que “demuestra que en ningún momento la zona fue liberada por parte de la fuerza policial interviniente”, explicó el juez Rodríguez en su resolución.Pasaron los días y Villavicencio mostraba su preocupación por la presencia policial, pero, como había quedado, se volvió citar a una reunión con sus “contactos”, el viernes 27, para hacer entrega de la “cuota”.“Villavicencio entregó un sobre con $200.000. Así, se evidenció la comisión del delito propuesto, por lo que los funcionarios policiales, en estricto cumplimiento de las funciones, procedieron a su inmediata identificación, secuestrando las cosas relacionadas con el ilícito y sujetas a decomiso, procediendo, en definitiva, a la detención”, se explicó en el expediente judicial. Poco después se allanó la casa del comisario mayor retirado, situada en Villa Ballester, partido de San Martín.Según pudo saber LA NACION de fuentes judiciales, la investigación que derivó en la detención de Villavicencio comenzó el 13 de enero pasado con una denuncia presentada por el secretario de Seguridad de la Municipalidad de Hurlingham, Damián Feu, “por medio de la cual se tomó conocimiento de la existencia de un grupo de seis personas armadas de San Martín que estarían llevando a cabo conductas vinculadas con el tráfico ilícito de sustancias estupefacientes”.Feu, según el expediente judicial, tomó conocimiento después de una serie de reuniones con vecinos que, por temor, preferían mantener el anonimato.“El denunciante señaló que únicamente se logró conocer que un integrante de dicha banda se apodaría el Gordo y que sus miembros operarían en el asentamiento denominado villa Libertad, en Hurlingham”, según el expediente.Así comenzó una investigación, delegada en el fiscal Marquevich, y se dispuso como fuerza de prevención a la Jefatura Distrital de Hurlingham.Poco a poco, los detectives policiales comprobaron que la denuncia tenía sustento y comenzaron a detectar las maniobras de narcomenudeo y cómo operaba la organización criminal.“Se logró individualizar a algunos que se encargarían de vender la sustancia ilícita, a otros que guardarían la sustancia ilícita en sus propios domicilios y, por último, a los colaboradores identificados como “soldados”, siendo aquellos que se desempeñan brindando seguridad al grupo delictivo para la concreción de la conducta investigada”, se afirmó en el auto de procesamiento de Villavicencio.El supuesto líder de la banda fue identificado, pero cuando se allanó su supuesto domicilio, después de la detención de Villavicencio, ya no fue ubicado.Además de Villavicencio, el juez Rodríguez también procesó a una mujer de 55 años por el delito de tráfico de estupefacientes en la modalidad tenencia con fines de comercialización.La carrera policialA lo largo de sus 34 años de carrera en la policía bonaerense, Villavicencio tuvo que enfrentar seis sumarios administrativos, conocidos como Instrucción Sumarial Administrativa (ISA). Sus sanciones, en esos procesos, fueron de 23 días de suspensión, en total.La última ISA que le abrieron en la Auditoría General de Asuntos Internos (AGAI) del Ministerio de Seguridad bonaerense fue en 2019, por no presentar en la Escribanía General de Gobierno su declaración jurada de bienes. En ese expediente administrativo, como se dijo, habían solicitado su exoneración, pero fue sobreseído definitivamente, según informaron a LA NACION fuentes oficiales.Después de estar cuatro años y cinco meses en la comisaría 2a. de General Sarmiento (distrito que en 1994 se dividió en los partidos de San Miguel, José C. Paz y Malvinas Argentinas) como oficial ayudante, ascendió a oficial subinspector y se le asignó destino en una comisaría de Marcos Paz, donde apenas dos meses después fue trasladado a la Dirección de Toxicomanía de Mercedes, dependencia donde debía luchar contra el narcotráfico.Como oficial subinspector y oficial subinspector pasó por la comisaría 5a. de Vicente López (situada en la avenida del Libertador al 1000), la Brigada de Investigaciones de San Martín, una seccional de Malvinas Argentinas, otra de Florida —también en Vicente López— y en la Jefatura Departamental de San Isidro.En junio de 2004 ya había logrado ascender al cargo de subcomisario y lo pusieron a cargo de la comisaría 1a. del Partido de la Costa. Un año y medio después, ya como comisario, pasó a una dependencia de Pilar. Entre enero de 2012 y diciembre de 2013 estuvo en seccionales de La Plata, José C. Paz y Mar del Plata.Los primeros días de enero de 2014, ahora con el rango de comisario inspector, fue trasladado a la Jefatura Distrital de José C. Paz, donde estuvo apenas tres meses porque fue nombrado titular de la Jefatura Distrital Mar del Plata.En junio de 2015 ascendió a comisario mayor y en marzo de 2017 fue pasado a retiro activo (situación que habilita a las autoridades a convocarlo al servicio, de ser necesario).

Fuente: La Nación

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Esta mañana, se llevaba adelante un procedimiento de desalojo en el Barrio Mugica, ex villa 31, en un predio en el que alrededor de 80 familias ocupaban de manera ilegal desde fines de junio último. Según el gobierno porteño, en ese terreno está proyectado construir una escuela con nivel inicial y primario y tendrá capacidad para que asistan alrededor de 210 alumnos.De acuerdo a la información suministrada por la Ciudad, el 30 de junio por la noche un grupo de 50 personas tomó un terreno público. El predio se encuentra ubicado en el sector conocido como “La Containera” del Barrio Mugica. Se encuentra emplazado en la esquina de La Pampa y Ciervo de Los Andes, donde antiguamente funcionaba un basural.Diferencias entre universidades y la Ciudad por la vuelta a la presencialidad plenaDesde el primer momento, aseguraron las fuentes, el ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño intentó negociar con los ocupantes. El objetivo era censar a las personas, sin embargo “en cada una de las oportunidades las personas que están tomando el terreno rechazaron las iniciativas y se negaron a brindar información”, se indicó de manera oficial.Desalojo en el barrio 31 (Télam Agencia de noticias/)Agotadas las instancias de diálogo, el Ejecutivo acudió a la Justicia. La causa se encuentra en el Juzgado Penal Contravencional y de Faltas de Primera Instancia N.º 15 a cargo de la jueza Karina Giselle Andrade e interviene la fiscal Valeria Massaglia.Algunos ocupantes se resistían al desalojoEl 16 de julio, la Justicia resolvió establecer 72 horas para que los ocupantes del predio abandonaran el lugar. Cumplido el plazo, la fiscalía continuó con el proceso correspondiente de acuerdo al protocolo establecido para estos casos. Como consecuencia de la sucesión de los hechos, el procedimiento derivó hoy con el desalojo del predio, que se inició alrededor de las 8.“¿Qué hago en un parador? No tenemos nada nosotros. Nos quedamos en la calle”, se quejaba esta mañana, en diálogo con los medios, un hombre que trabaja como cartonero. Según la Ciudad, una vez censadas las personas que tomaban el predio se las trasladará a un parador especial. Graciela Sosa, una de las voceras de las familias del asentamiento, dijo, según la agencia Télam: “Ahora no sabemos adónde vamos a dormir con nuestros hijos. Hace más de tres meses que estamos en el asentamiento. Nos vinimos acá porque no tenemos un lugar para vivir”.

Fuente: La Nación

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Cada año, para su cumpleaños, Philip Stephens hace dos fiestas, una con sus amigos australianos y una con sus amigos argentinos. Pese a su edad, 62 años, y a su condición física -quedó en silla de ruedas a los 18 tras un accidente-, este australiano se considera parte de la comunidad de viajeros argentinos instalados en Manly, la ciudad balnearia en donde vive, ubicada a las afueras de Sydney. Actualmente, alquila algunas habitaciones de su casa a parejas y viajeros argentinos, y ya hace años que solo contrata a jóvenes de esta misma nacionalidad para que lo ayuden a transportarse durante el día y lo acompañen, de vez en cuando, a hacer lo que más disfruta: viajar por el mundo.En el último tiempo, junto a Emiliano “Choco” Bisson y Marcos Peluffo, dos jóvenes que trabajaron como sus cuidadores, ha viajado a Egipto, Grecia y Perú. Su gran hito, destaca con fascinación durante una entrevista con LA NACION, fue lograr hacer cubre en Machu Picchu, una odisea que hoy describe como “increíblemente demandante”, “peligrosa “y “agotadora”, pero, a la vez, la mayor aventura de su vida.junto a Bisson y Peluffo, Stephens conoció las pirámides de Egipto, uno de sus grandes sueños-¿Por qué solo argentinos?-Hasta 2011, solo contrataba australianos. Después, empecé a tener personas de todas las nacionalidades, holandeses, alemanes, de todos lados. Una vez que me quedé sin cuidador, vi una solicitud laboral de un argentino, Santi, en una página web que conecta a empleados y empleadores. Su inglés era muy bueno y nos llevamos increíblemente bien, así que lo contraté. Hizo muy bien el trabajo, era muy amigable y empático. Él me presentó a un amigo de él, que también empezó a trabajar conmigo, y ellos me presentaron a todo su grupo de argentinos en Manly. Cuando se volvieron a la Argentina, le pasaron el trabajo a otros dos amigos. Y así, ya tuve a varias camadas de argentinos.Al principio, a Stephens le impresionaba la facilidad para entrar en confianza y la espontaneidad para congregarse que, según él, caracteriza a estos jóvenes sudamericanos. “Un día, estaba en mi casa haciendo un asado con mis amigos australianos, y Santi me pregunta: ¿puedo invitar a un par de amigos? Y yo le dije que sí, que no había problema. En Australia, cuando decís ‘un par de amigos’ te referís a dos, tres, como mucho cuatro. ¡Él invitó a unas 15 personas!”, recuerda, entre risas, por teléfono. Hoy, dice ya haberse acostumbrado a este tipo de situaciones, y dice que la espontaneidad es uno de los aspectos que más le gusta de sus amigos americanos.Stephens suele reunirse con su grupo de amigos viajeros: la comunidad argentina en Manly es un grupo que acostumbra a despedir miembros e incorporar nuevos constantemente“Trabajo para viajar”Stephens, contador recientemente retirado, dedica su vida a viajar. Esta pasión comenzó a sus 24 años, cuando conoció junto a unos amigos las ruinas de Chichén Itzá, en México. Fue el conocimiento de las civilizaciones antiguas y su arquitectura lo que más lo maravilló. “Ahí descubrí que lo mejor de viajar es conocer lugares increíbles, conocer a los locales y entender su cultura”, cuenta, desde su casa. En su ciudad, ya son las 20. En Argentina, todavía son las 7.En ese entonces, el joven australiano recién empezaba a trabajar y comenzaba a dejar atrás una etapa muy complicada de su vida: la aceptación de su accidente y de su discapacidad física. A los 18, durante sus vacaciones posteriores al fin de la secundaria, Stevens saltó al mar desde una roca y se golpeó el cuello contra el fondo. “No tenía idea de lo mal que iba a terminar, todo fue una gran sorpresa. Al principio, no sabía que no iba a poder caminar nunca más. Y cuando finalmente lo supe, me enteré de que, además, casi no iba a poder usar mis brazos y manos. Fue un proceso de aceptación muy lento y difícil”, recuerda. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Philip Stephens (@philiponwheels) Stephens pasó seis meses en el hospital y otros seis internado en su casa. Cuando terminó el tratamiento, finalmente pudo comenzar la universidad, donde estudió Finanzas. “Haber podido estudiar y conseguir un buen trabajo es lo que me permite viajar -afirma-. Trabajo para viajar”.La mayor locura: subir a Machu Picchu alzadoEn los últimos años, ha visitado distintos lugares donde pudo contemplar los restos arquitectónicos de civilizaciones antiguas. Él destaca las pirámides de Egipto y los templos griegos. Pero, sin lugar a dudas, su mayor orgullo fue haber podido ver con sus propios ojos, y a 3.082 metros de altura, la antigua ciudad inca de Machu Picchu. Aquella aventura no habría sido posible sin la ayuda y el esfuerzo físico de Peluffo y Bisson, los dos jóvenes argentinos que lo cuidaban en ese momento y a quienes hoy sigue considerando unos de sus mejores amigos.Stephens tiene una cuenta de Instagram llamada @philiponwheels donde publica fotos de sus aventuras por el mundo-¿Cómo surgió la idea de hacer cumbre en silla de ruedas?-Un muy amigo mío australiano había subido a Machu Picchu y, al volver, me había dicho: ‘Tenés que ir’. Un día se lo comenté a Choco, y él me dijo ‘hagámoslo’. Yo le dije que estaba loco, que era imposible subir en silla de ruedas tantas millones de escaleras. Pero él insistió que podíamos hacerlo. Su entusiasmo me convenció. Cuando llegamos a Cusco, lo único que sabíamos era que íbamos a subir a Machu Picchu. No teníamos idea de cómo lo íbamos a hacer, pero estábamos seguros de que lo íbamos a lograr -se ríe-.Antes de salir, cuando conocieron a su guía, Víctor, definieron la estrategia de subida: “Choco” iba a llevar sobre su espalda a su amigo australiano y Marcos iba a caminar detrás de él para asegurarse de que ninguno se cayera. En tanto, Victor cargaría la silla de ruedas cerrada y la abriría cada vez que hubiera una superficie plana.Stephens sigue en contacto con sus cuidadores y amigos argentinos que se han vuelto a su país de origen; a algunos de ellos, los sigue considerando mejores amigos“Funcionó. A los 15 minutos, ya nos habíamos convertido en una máquina muy aceitada”, recuerda Stevens. Fueron tres horas y media de subida y tres horas y media de bajada, un desafío físico “increíblemente demandante”, especialmente para Bisson, destaca Stephens.“No fue hasta que vi el camino desde arriba que me di cuenta lo difícil que había sido la subida. Y la bajada fue aún peor. Cuando subís, podés ver dónde pisas. Pero cuando bajás alzando a alguien, no podés ver los escalones. Entonces Marcos iba adelante y decía: ‘escalón grande, escalón chico’. Ahí me di cuenta lo peligroso que era lo que estábamos haciendo”, recuerda el australiano.Pese a estar todo el día rodeado de argentinos que toman mate, al australiano no le gusta esta bebida; por otra aparte, le encanta el vino argentinoPese al sacrificio, los tres viajeros consideran que la subida valió la pena. “Cuando llegás a la cima, de repente lo ves, enfrente tuyo. Y pensás: ¿cómo hicieron para armarlo?, ¿cómo llevaron las rocas hasta ahí? Es un misterio. Fue una experiencia increíble. Volvimos al hotel, nos sentamos y nos quedamos mirándonos entre los tres. En un momento, Marcos dijo: ‘están muy cansados para hablar, ¿no?’. ‘Si’, le respondimos. Fue lo único que pudimos responder”.El viaje a Argentina y el mateEl año pasado, Stephens escribió, con la ayuda de una periodista, un libro autobiográfico llamado “My Lucky Break” -el título hace referencia a la ruptura de cuello que lo dejó cuadripléjico-. Allí cuenta todas sus aventuras, los desafíos que debió enfrentar a lo largo de su vida y las razones por las que se considera una persona “suertuda”. “Tuve mucha suerte de haber podido estudiar, de poder viajar. Tengo la suerte de haber tenido una madre que siempre me apoyó en todo lo que quise hacer, que nunca me dijo ‘no vas a poder hacerlo’; de haber visto el anuncio laboral del primer argentino, de haber hecho los amigos que hice.En su primer y único viaje a la Argentina, Stephens visitó a sus amigos argentinos y conoció Buenos Aires e Iguazú-En todos estos años tratando con argentinos, ¿aprendió algo de ellos?-Muchísimo. Ahora lloro mucho más, soy mucho más emocional. Ustedes comparten sus sentimientos de una manera mucho más abierta que los australianos. Aprendí a no estar sorprendido cuando viene un chico y me da un gran abrazo y quizás un beso. Al principio, eso me resultaba muy raro, pero ahora me doy cuenta de que está bueno. Me encanta lo cariñosos e inclusivos que son los argentinos.-¿Tiene algún viaje pendiente?-Por la pandemia, me quedó un viaje pendiente a Francia, donde vive mi primo, y uno a la Argentina. Quiero conocer la Patagonia, la ruta del vino y visitar a mis amigos. Me interesa entender mejor de qué hablan ellos cuando hablan de su hogar. Después iré a Uruguay. Muchos de mis amigos argentinos se mudaron para allá, así que voy a ir a visitarlos y a conocer a todos sus bebés y a sus parejas. Muchos bebés estuvieron naciendo en este último tiempo, lo cual es increíble.El libro “My lucky break” estará disponible en Amazon en breve; algunos de sus amigos argentinos venden algunas copias en Buenos Aires

Fuente: La Nación

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WASHINGTON, 30 sep (Reuters) – El número de estadounidenses
que presentaron nuevas solicitudes de beneficios por desempleo
aumentó la semana pasada por tercera semana consecutiva, lo que
podría sugerir debilidad en el mercado laboral del país.Los pedidos iniciales de beneficios estatales por desempleo
aumentaron en 11.000 a 362.000 ajustados estacionalmente para la
semana al 25 de septiembre, dijo el jueves el Departamento de
Trabajo. El pronóstico era de 335.000 solicitudes.Las aplicaciones han ido en aumento, alza que economistas
atribuyen a varios factores, como los incendios forestales en
California y el huracán Ida, que azotó la costa del Golfo de
México a fines de agosto y causó inundaciones récord en Nueva
York y Nueva Jersey a principios de septiembre.El dato de pedidos de ayuda sugiere además un resurgimiento
de las infecciones por COVID-19, impulsadas por la variante
Delta del coronavirus, podría estar afectando el mercado
laboral.Las solicitudes, que han caído desde un récord de 6,149
millones a principios de abril de 2020, se mantienen muy por
encima de sus niveles prepandémicos.Dado que la actividad económica parece estar repuntando tras
las restricciones por la última ola de coronavirus, es probable
que las solicitudes disminuyan en las próximas semanas. Hay
indicios de que los contagios están disminuyendo, aunque las
muertes siguen siendo altas.Se están observando los datos de pedidos de subsidios en
busca de señales de qué tan pronto comenzará a aliviarse la
escasez de trabajadores tras el fin de los beneficios
financiados por el gobierno federal a principios de este mes,
que empresas y republicanos afirmaron mantenían en casa a los
desempleados.La economía creó 235.000 puestos de trabajo en agosto,
mínimo de siete meses.Producto interno brutoOtro informe del Departamento de Comercio confirmó el jueves
que el crecimiento económico se aceleró en el segundo trimestre,
gracias al dinero de ayuda pandémica del gobierno, que impulsó
el gasto de los consumidores.El Producto Interno Bruto (PIB) aumentó a una tasa
anualizada del 6,7%, dijo el Departamento en su tercera
estimación de crecimiento del PIB para el trimestre abril-junio.
La cifra se revisó al alza desde el ritmo de expansión del 6,6%
informado en agosto.La economía de Estados Unidos creció a una tasa del 6,3% en
el primer trimestre.Sin embargo, la expansión parece haberse desacelerado en el
tercer trimestre debido a la variante Delta, así como a la
escasez de materias primas, lo que ha afectado las ventas de
vehículos motorizados y restringido la construcción y compra de
viviendas.Las estimaciones de crecimiento para el tercer trimestre
están por debajo del 5%.
(Reporte de Lucia Mutikani. Editado en español por Janisse
Huambachano)

Fuente: La Nación

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ESTOCOLMO (AP) — La policía sueca dijo el jueves que busca a un hombre en relación con una explosión e incendio en un complejo de apartamentos esta semana que hirió a 16 personas, cuatro de ellas de gravedad.El hombre es buscado por sospecha de daños públicos, informaron las autoridades. La policía no ha revelado el nombre del sospechoso, pero la prensa local informó que se trata de un hombre de unos 50 años que vivía con su madre en uno de los edificios del complejo en Gotemburgo, la segunda ciudad más grande de Suecia.“Todavía no sabemos qué causó la explosión”, dijo el oficial de policía Anders Borjesson en conferencia de prensa. “La investigación está lejos de terminar”.Borjesson dijo que el calor y la falta de oxígeno dentro del edificio estaban dificultando que los investigadores hagan su trabajo. Se negó a dar detalles sobre el sospechoso.El dueño de la propiedad trataba de desalojar al hombre y a su madre de su apartamento, según el diario Aftonbladet. El Goteborg-Posten informó que se planeaba un desalojo para el martes, el día en que ocurrió la explosión.Aftonbladet informó que la policía había acusado al hombre de varios presuntos delitos una semana antes de la explosión. El periódico también informó que después de que no se le permitió ver a su madre en un hogar de ancianos debido a las restricciones pandémicas, el sospechoso acosó a varias personas, incluido el propietario del edificio.La explosión sacudió el edificio en el centro de Gotemburgo la madrugada del martes y las llamas se extendieron a varios apartamentos y cientos de residentes fueron evacuados. Al menos 140 viviendas resultaron dañadas.Una de las cuatro personas gravemente heridas permanecía en cuidados intensivos el miércoles.En un principio la prensa conjeturó que la explosión pudiera estar relacionada con enfrentamientos entre pandillas, pero las autoridades dijeron el jueves que no había indicios de ello hasta el momento.

Fuente: La Nación

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