Hay una agenda paralela y no solo es la de Cristina Kirchner, obsesionada con sus causas: es la de la clase política –y sus privilegios– con la vida cotidiana de la gente. Una distancia que cada vez se ensancha más.“El vaso está lleno. Y no necesariamente la gota más grande puede rebalsarlo”. La metáfora pertenece a Alejandro Catterberg, director de Poliarquía, quien viene alertando sobre el humor oscuro que amasa una sociedad donde se han roto las expectativas de progreso y en la que el salario real y el consumo caen impiadosamente desde hace tres años: una catástrofe que convive con la perpetuación de una casta, política y sindical, cada vez más rica y privilegiada.En medio de este debate, el verdadero, se filtraron más privilegios en la cumbre del poder. Una lista de frivolidades y visitas a Olivos en pleno confinamiento: una asesora de imagen que ingresó más de 60 veces a la residencia, el colorista de Fabiola Yáñez, el adiestrador de Dylan, las inquietudes veganas de Liz Solari. Hasta que Fernando Iglesias tuiteó infelizmente sobre “escándalos sexuales” –una suposición que sí es parte de una agresión contra las mujeres y que dejó en una situación profundamente incómoda a María Eugenia Vidal–, el verdadero eje de la discusión era que mientras los argentinos estaban encerrados en sus casas, las pymes quebraban y las familias no podían despedirse de sus seres queridos fallecidos, en Olivos –y sin ninguna empatía con esta tragedia social– se celebraban cumpleaños hasta bien entrada la madrugada y Florencia Peña, junto a otros amigos y amigas del poder, podía reunirse libremente con un presidente que violaba las reglas que él mismo había impuesto.Era la época en la que el kirchnerismo tipificaba a los runners porteños como potenciales asesinos egoístas.Especialista en apropiarse, partidizar y prostituir causas nobles –como lo hizo con los derechos humanos–, el kirchnerismo pretende ahora convertir al feminismo, un colectivo que está de moda, en una bandera del oficialismo. Una causa en la que Cristina Kirchner es, apenas, una recién llegada y a la que, durante la mayor parte de su carrera política, jamás le prestó atención. Oportunistas, pero también militantes coherentes como Vilma Ibarra, salieron rápidamente a manipular el debate público metiendo en el centro de la escena la “misoginia” y el “odio” de la “derecha antidemocrática” –como soltó ayer Santiago Cafiero–, en lugar de responder sobre la cuestión de fondo, mucho más incómoda: la desigualdad frente a la ley y las arbitrariedades de un poder que se autopercibe con derechos especiales por sobre los argentinos a los que representa: una autopercepción que, en sí misma, es profundamente antidemocrática.Sin ponerse colorado, Cafiero justificó ayer las celebraciones nocturnas en Olivos como parte de la agenda “laboral” del Presidente. El argumento, más que frágil, insulta la inteligencia del ciudadano de a pie.El kirchnerismo ejerce un feminismo selectivo, la misma manipulación que empleó para usufructuar políticamente los derechos humanos: defender a los y del palo y hacer la vista gorda frente a las defecciones y atrocidades de los propios.Un grupo de diputadas del FdT pidió la expulsión de Iglesias de la Cámara de Diputados, al mismo tiempo que callan frente a las denuncias de abuso sexual contra el exgobernador José Alperovich y silencian graves demandas que involucran a otros diputados del kirchnerismo, como reveló en un tuit la abogada feminista Emilia Cabrera. “Esa doble vara no es feminismo; es política partidaria”. Si hablamos de violencia de género en la política, mejor no agitar esas aguas: el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.¿Dónde estaba la voz del colectivo feminista K cuando, durante la cuarentena, decenas de mujeres (pobres, en su mayoría) denunciaban la violencia policial que padecían sus hijos, muchos de ellos desaparecidos o muertos en comisarías de provincias gobernadas por el oficialismo? El caso Astudillo fue paradigmático.¿Significa esto que no hubo prejuicios machistas en las denuncias por el vodevil de Olivos? Sí, los hubo. Asociar con la prostitución a artistas o modelos que ingresaron a la residencia presidencial es parte de ese arraigado prejuicio y Fernando Iglesias debería disculparse por eso. Pero aprovechar esa frase desafortunada para tapar lo importante es parte de esos viejos trucos K que, a medida que avanza la campaña, parecen rendir menos.

Fuente: La Nación

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En Boca llegaron las ratificaciones. Esa es, quizás, la conclusión más fuerte que le arrojó la clasificación a los cuartos de final de la Copa Argentina, a través de la cual eliminó a River. Sí, otra vez. Aunque ahora ya no existirá un “pero”, tal como ocurrió en mayo. Aunque su juego siempre esté apuntado, con Miguel Ángel Russo como responsable, el aura de un nuevo Boca lo hace pisar más fuerte que en otras ocasiones. Es cierto, está en deuda con lo que más le importa, la Copa Libertadores, pero -muchas veces- se dice y sostiene que desde lo más pequeño comienza algo grande.Boca va dando pasos pequeños. Si bien sigue estancado en algunas materias, de a poco va saliendo de otros pantanos de los que le costó años de frustración. Porque si se trata de esa competición subcontinental que siempre es su anhelo más grande, ya se cumplieron 14 años sin volver a verla en su vitrina: casi una costumbre que se revirtió con respecto a la primera década del 2000. Pero durante los últimos años, los del mandato de Daniel Angelici, la pesadilla de ser constantemente eliminado en superclásicos coperos se emparejó con la desesperación que le genera no poder ganar ese séptimo título de su historia.Todo Boca festeja: en La Plata, derrotó por penales a River y respiró tras varias semanas de frustraciones (LA NACION/Anibal Greco/)Es muy prematuro afirmar que eso ya es parte de un pasado que no volverá a repetirse en el futuro inmediato. Sin embargo, la satisfacción que vive el xeneize no puede ser desviada hacia un costado. Desde que Jorge Amor Ameal es el presidente y el vice es Juan Román Riquelme, en los únicos dos enfrentamientos que determinaron quién pasaba y quién quedaba fuera se impusieron los de la Ribera. La primera lo logró en los cuartos de final de la Copa de la Liga, el 16 de mayo pasado, y ayer volvió a repetirlo.Claro, aquel pase tuvo un asterisco que, quizás, le restó la trascendencia que sí se ganó siempre River al eliminarlo: el millonario presentó en la Bombonera un equipo diezmado que, si bien entre los titulares tuvo gente de experiencia, en el arco tuvo a un debutante de la cuarta división y el banco de suplentes fue reducido y limitado de juveniles. Pese a esas circunstancias, Boca no aprovechó para sacar ventajas y sólo forzó una definición por penales (exitosa). Por eso, si bien se hizo mayor hincapié en la racha adversa cortada, también se hizo eco en la –ya acostumbrada- mala versión del equipo.Juan Ramírez, una de las figuras de Boca en el Superclásico en La Plata (LA NACION/Anibal Greco/)Anoche, en el estadio Único de La Plata, esas dudas que habían sobrevolado fueron despejadas. Porque, sin falta de razón, quedaba por ver al Boca de Russo ante el River completo de Marcelo Gallardo, mediante fuerzas equilibradas. No brilló, es cierto. Pero ratificó lo que ocurre desde enero: el entrenador riverplatense no pudo ganarle a Boca desde que Russo es el entrenador. Pasaron también el 2-2 de comienzos de año y los 1-1 del 14 de marzo y en mayo, los tres en la Bombonera. Incluso, excediendo este mandato, son cinco los duelos en los que los de Núñez no vencen: la revancha de semifinales de Libertadores 2019 fue para Boca (1-0), pero no le alcanzó para eliminarlo.Entonces, el aura que genera la vuelta de Riquelme a su amada institución está siendo muy fuerte e ilusiona a los hinchas con seguir dejando atrás los malos tragos. En la materia superclásica, la cuestión empieza a reacomodarse. Quedará por ver si la búsqueda de volver a ser campeones subcontinentales se concreta en las próximas ediciones.Juan Román Riquelme acompañó al equipo en el Superclásico y siguió todo con atención desde un palco (LA NACION/Anibal Greco/)La presión era grande, además, porque la Copa Argentina es uno de los pocos caminos que tiene el xeneize para clasificar a la Libertadores 2022: también tiene la posibilidad de sacar pasaje siendo campeón del actual torneo o bien terminar entre los primeros tres de la tabla anual de puntos acumulados. A diferencia de la Copa de la Liga, esta manera de dejar afuera al rival de toda la vida debe propiciar un impulso emocional como para llegar hasta el final del certamen más federal del país (y ganarlo), y así ahorrarse la obligación de encontrar éxito en alguna de aquellas posibilidades restantes.Además, esta gran victoria le permite a un plantel renovado tener la primera gran alegría del semestre y así amoldarse por este rumbo, sobre todo para los recién llegados (Luis Advíncula, Esteban Rolón, Norberto Briasco, Nicolás Orsini y Juan Ramírez) y los más jóvenes. Empezar a entender lo que significan los duelos trascendentales para un club semejante y sus consecuencias, en este caso, buenas. Y lograrlo luego de una importante revolución en la que se fueron jugadores importantes, como lo eran Carlos Tevez, Esteban Andrada y Mauro Zárate.Miguel Ángel Russi también encontró alivio, luego de varios partidos de decepciones y cuestionamientos (LA NACION/Anibal Greco/)A su vez, Miguel Russo se sacó otra mochila. Mientras su equipo no muestre un cambio rotundo de su fútbol apático, estos encuentros siempre serán un desafío a superar para encontrar aire. Claro está que, entre eliminaciones y malos rendimientos, esa espalda -que inició ancha- perdió fuerza, pero con esta clasificación vuelve a apagar por un rato los cuestionamientos.Boca está feliz. Ratificando que le puede volver a hacer frente a River y que la presencia de Riquelme empieza a brindar otros aires ganadores.

Fuente: La Nación

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El empeño del Gobierno por debilitar todo lo posible y de cualquier manera la independencia del Poder Judicial es incesante. Cuando parece haber quedado algo estancado su intento de modificar la composición de la Corte Suprema y de diseñar el Ministerio Público de modo de contar con fiscales sumisos al poder político, el presidente Alberto Fernández ha sugerido la conveniencia de que el desempeño de los jueces se reduzca a un tiempo acotado.La permanencia de los jueces en sus cargos mientras dure su buena conducta está prevista en la Constitución, que entonces debería reformarse nuevamente para incluir semejante innovación.La discusión académica sobre la limitación temporal de los cargos judiciales existe en el mundo. Y nuestros constituyentes la tuvieron en consideración, porque la Constitución reformada en 1994 establece un límite de edad a los nombramientos judiciales. Al cumplir 75 años, un juez requiere un nuevo proceso de nombramiento, que incluye un renovado acuerdo del Senado. Se trata de un condicionamiento discutible, pero objetivo, y que no carece de toda razonabilidad por motivos puramente biológicos. Los jueces no son, entonces, vitalicios. Algo distinto sería –tal como parece surgir de las palabras presidenciales– someter a todo magistrado cada tanto, incluso a los más jóvenes, al tamiz de un nuevo nombramiento que debería ser decidido, inevitablemente, por los sectores políticos. Demasiado alicaída está ya es la confianza de la población en sus tribunales, a los que sobre todo en la Justicia Federal se ve permeables a los vaivenes electorales, como para decirles ahora a los ciudadanos que los magistrados que juzgan sobre su libertad, su propiedad y su honor deberán congraciarse periódicamente con los políticos para seguir en sus cargos.La división de poderes y los consabidos “frenos y contrapesos” han sido probablemente la conquista más valiosa del constitucionalismo moderno con la finalidad de “asegurar los beneficios de la libertad”, tal como dice el Preámbulo de nuestra Constitución. Una Constitución tiene sentido cuando limita el poder de los organismos del Estado, no cuando lo expande con el efecto de limitar la esfera de libertad de los individuos. Tiene más sentido en lo que prohíbe hacer a los poderosos, que es todo aquello que no les encomienda de manera explícita.Es previsible, entonces, que los gobiernos populistas de cualquier signo, que se ven a sí mismos poco menos que como intérpretes infalibles de una también infalible voluntad popular, renieguen de cualquier norma o institución que ponga algún límite a sus iniciativas. El Poder Judicial es, por supuesto, el freno más molesto para esos propósitos.La independencia de la Justicia respecto de los poderes políticos es una de las reglas fundamentales del funcionamiento de una república. En 1787, los autores de la Constitución de los Estados Unidos la reflejaron de una manera que se ha convertido en uno de los principios esenciales del Estado constitucional: “La libertad no puede tener nada que temer de la administración de justicia por sí sola, pero tendría que temerlo todo de su unión con cualquiera de los otros departamentos… Nada puede contribuir tan eficazmente a la firmeza e independencia [de los jueces] como la estabilidad en el cargo, cualidad que ha de ser considerada con razón un elemento indispensable en toda Constitución y asimismo, en gran parte, como la ciudadela de la justicia y la seguridad públicas”.La inamovilidad, así como la prohibición de disminuirles su remuneración, no son privilegios de los jueces, sino intentos de garantizar todo lo posible a los ciudadanos que las objetivas presiones políticas sobre el Poder Judicial se mantendrán a raya. El objetivo es que, luego de la designación, la política se retire y deje a los jueces hacer independientemente su tarea. No parece ser este el motor de las expresiones presidenciales.Es sugestivo que esta insinuación presidencial tenga que ver con una manera de “deshacerse” de jueces, después de fracasar en su intento de modificar la manera de designarlos. Lo que el país necesita es que los políticos, los del Senado y los que dominan el Consejo de la Magistratura, tomen con mayor responsabilidad el proceso de nombramiento de los magistrados, no que imaginen mecanismos para depurar a la judicatura de lo que les molesta. Como “hay que ser y parecer”, la iniciativa no puede desvincularse de la compleja situación originada por las causas de corrupción en que están involucrados muchos líderes del grupo gobernante, incluida la exvicepresidenta y jefa política de ese sector.En una conferencia que brindó ante una comisión del Senado (https://youtube/Ggz_gd–UO0) acerca de qué tornaba excepcional la forma en que fue organizado su país, el prestigioso exjuez de la Corte Suprema de los Estados Unidos Antonin Scalia señaló que el sistema de frenos y contrapesos, por el cual el presidente puede vetar leyes y los jueces pueden declarar inaplicables por inconstitucionales los actos de los demás poderes, suele motivar quejas porque da lugar a una trabazón o parálisis en las acciones de gobierno. Scalia indicó que eso, precisamente, es lo que habían querido que ocurriera los que redactaron la Constitución norteamericana. Lo mismo cabe decir de la nuestra.

Fuente: La Nación

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Penales mediante, Boca va descontando la seguidilla de eliminaciones ante River que tan herido tenían su orgullo. Las cinco series con derrotas empiezan a quedar más lejos, reparadas en parte por estos dos triunfos por penales en la Copa de la Liga y en esta Copa Argentina que los enfrentaba por primera vez. Son esos resultados, más que el nivel del juego, los que le devuelven la autoestima y lo alejan de los traumas.Sin haber estabilizado un proyecto como el que su clásico rival sostiene desde hace años, Boca disimula sus carencias, de arrastre y actuales, y en este 2021 se cobra algunas cuentas pendientes de larga data contra River. En la gestión de Miguel Ángel Russo, Boca empató los cuatro superclásicos. Suficiente para cerrar la hemorragia y curar males con el remedio de los penales. ¿Futbolísticamente fue superior a River? Casi nunca, por eso no deja ser un mérito que, en las sensaciones finales, haya frenado la dinámica negativa con la que es tan difícil convivir.Rossi, la figura del superclásico: estuvo seguro en los 90 minutos y atajó el penal de Álvarez en la definición (Anibal Greco/)Cómo no crecerse anímicamente si pudo nuevamente con River, aun siendo inferior, sobre todo en el segundo tiempo, y sin que Armani tuviera que atajar una pelota en los 90 minutos. Cuando el arquero fue llamado a intervenir en los penales, no pudo con los certeros remates de Rojo, Ramírez, Pavón e Izquierdoz.El resumen del 0-0 y la definición por penalesBoca podía permitirse no jugar bien, porque tampoco se le debe exigir lo que no hace habitualmente, pero no podía fallar en entrega y actitud, a riesgo de que el clima enrarecido de los últimos tiempos se le tornara irrespirable. Fue un poco menos que River en los 90 minutos, pero mucho más en los penales, en definitiva el metro-patrón para levantar la medición de un superclásico que casi no pasó la altura de un zócalo.El cuarto superclásico del año empeoró bastante a los tres anteriores, que tampoco habían sido una maravilla. Viene en decadencia el partido más importante del fútbol argentino. Un total de 28 foules y diez amonestados fueron arrinconando cualquier vestigio de fluidez en el juego, de continuidad en las acciones.Boca no tiene gol, consecuencia directa de sus limitaciones ofensivas y del tono discreto que transmite el equipo en general. Juan Ramírez, el refuerzo recién llegado, fue el más desequilibrante y River lo frenó sistemáticamente con foules; hasta cinco jugadores hizo amonestar el ex San Lorenzo.La última vez que Boca había dispuesto una línea de cinco defensores o, si se quiere, de tres centrales y dos laterales-carrileros, fue en la eliminación por penales ante Racing por la Copa de la Liga. Fue hace poco más de dos meses y de aquella formación solo se repitieron tres titulares anoche (Rossi, Zambrano e Izquierdoz). La transformación del equipo es tan profunda y constante como incierto es su estilo, su identidad. Muchas de las decisiones y el modo de relacionarse de la dirección del club tampoco contribuyen a crear un clima de estabilidad y previsibilidad. Casi que no hay día sin un foco polémico. Muy difícil crecer en ese entorno, que empuja a varios jugadores a querer irse.Briasco y Héctor Martínez forcejean en un superclásico muy friccionado (LA NACION/Anibal Greco/)River fue superior en el arranque del segundo tiempo. Creó las tres situaciones de gol que tuvo un partido chato. Romero no fue el delantero implacable de las últimas semanas, desenfocado hasta en los penales. La ausencia de Suárez dejó a River sin el faro que todo ilumina y aclara, síntesis de lo que pretende Gallardo. River tuvo una primera media hora muy adormecida, casi que Boca le robó su libreto de presión alta y acoso. En ese lapso, aguantó firme atrás, favorecido por un Boca sin filo ni penetración.River se pareció más a si mismo en el arranque del segundo tiempo. Se asoció mejor y llegó más al área, pero como en superclásicos recientes no aprovecha los pasajes favorables. Los deja pasar y después se lamenta. A medida que avanzaba el partido pareció conformarse con un empate que a Boca le cerraba hacía rato. A ninguno de los dos les sobró virtudes y el miedo a ganar fue compartido. Armaron un partido de brutos, del que Boca salió golpeándose el pecho, que tanta falta le hace.

Fuente: La Nación

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Antes de ensayar una respuesta corresponde hacer algunas precisiones. Primera: compradores y vendedores tienen el mismo nivel de inteligencia, leen los mismos diarios, y escuchan las mismas radios; de manera que no es una cuestión de asimetrías mentales o informativas.Segunda: el pago en cuotas, ¿realmente no incluye ningún interés? Para responder esta pregunta habría que conocer el verdadero precio de contado. Dije verdadero, porque a veces se publicita un número, pero siempre es posible pedir alguna rebaja. En algunos casos directamente no existe la alternativa de pagar al contado.Es imaginable que las cuotas incluyan algún interés, pero ¿cuánto? En particular, ¿qué le ocurriría al oferente que pretendiera cubrirse de la probabilidad de que apareciera una hiperinflación como la que asoló a la Argentina en 1989? Que las cuotas resultantes serían tan altas, que no vendería nada.El oferente no es tonto ni está mal informado. Sabe que negándose a fabricar y vender se funde. Contrariamente a lo que piensan algunos funcionarios, quienes legislan como si a los empresarios les conviniera desabastecer.No se puede descartar una hiperinflación, pero dicha eventualidad la tiene que ignorar a la hora de ponerles precio a sus productos. ¿Y si aparece la hiperinflación? Volverá a ocurrir lo que pasó en 1989: que los deudores cancelaron sus deudas fácilmente y los acreedores sólo recuperaron parte de sus costos.¿Usted qué haría?Suelo plantearle a mis alumnos ejercicios de toma de decisiones bajo fuerte incertidumbre así egresan preparados para desenvolverse en la realidad. Cuando les pregunto: ¿Usted qué haría?, nunca falta quien me deja la pelota frente al arco porque responde: “esperar hasta aclare”. Sonrío, al tiempo que respondo: “nunca aclara, hay que tomar decisiones ya”.La empresa, como la vida, es un continuo. Los empresarios procesan la incertidumbre mucho mejor que los asalariados, los analistas y los funcionarios. Por eso, aquí y ahora, la eventualidad de la hiperinflación no les impide vender en cuotas.

Fuente: La Nación

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Boca derrotó a River por penales. Fue un premio, luego de haber transitado dos semanas turbulentas que incluyeron la eliminación de la Copa Libertadores y una cuarentena inesperada que forzó al club de la Ribera a jugar con juveniles en dos compromisos del torneo de primera. Así lo analizó su técnico, Miguel Ángel Russo: “Fue el cuarto clásico en el año, muy parejo todo. En algunos pudimos más, tuvimos suerte hoy, gracias a Dios. Se lo merecen por todo lo que hemos sufrido, lo que hemos luchado, la injusticia en la Copa […] nos vamos recuperando de a poco […] Estoy emocionado por la gente de Boca, que necesita estas cosas. Veníamos de resultados adversos, a nuestra manera vamos cambiando las cosas y eso es clave”.Juan Ramírez, uno de los jugadores destacados del partido (LA NACION/Anibal Greco/)El entrenador, que hoy sacudió la formación y eligió salir con cinco defensores, hizo autocrítica y habló del nivel del equipo en los últimos partidos: “Tenemos que mejorar muchas cosas. Nos estamos armando, venimos de muchos golpes, cosas que no esperábamos, pero tengo un grupo muy noble, que quiero mucho, y esto es para toda la gente de Boca. Se lo dedico a ellos y a los que dudan de nosotros. Yo sé que jugamos mal en algún momento, pero todavía estoy en una etapa donde me vibra el corazón y no el celular, y eso es clave”.Es una época de cambios para Boca. La partida de Tévez obliga al plantel a reinventarse. En esa línea declaró el capitán Izquierdoz: “Necesitamos dar estos pasos para seguir creciendo. Queremos ver a un Boca que le guste a todos. Lo más lindo que nos puede pasar es representar a este club”.Izquierdoz despeja la pelota mientras evita chocar con el botín de Zambrano (LA NACION/Anibal Greco/)“Los superclásicos salen así, muy trabados, se juega con mucha intensidad. Hoy fue un partido duro y es difícil, ellos juegan bien. Hay que trabajarlos y por suerte en la definición por penales ganamos nosotros”, siguió.A su lado estuvo uno de los jugadores del partido: Juan Ramírez. El recién llegado -que perdió un diente en un choque con David Martínez_ suscribió con los dichos de Izquierdoz y dijo: “Es algo único, llegué hace seis días y me tocó jugar dos partidos. Estoy muy contento pero esto sigue. River es un equipo intenso, nos cortaron mucho, faltó un poco de generación de juego, pero vamos a ir mejorando con el tiempo […] el capitán me dio mucha confianza. Era sabido que quizás teníamos chances de ganar, y así fue”.Marcos Rojo disputa el balón con Nicolás de la Cruz. El defensor Xeneize se mostró firme y aguerrido (LA NACION/Anibal Greco/)“Hay una alegría inmensa en el vestuario, nos desahogamos un poco de todo porque veníamos comiendo mierda desde Brasil”, expresó Marcos Rojo, y agregó: “Fue un partido durísimo, creo que jugamos bien. El partido fue peleado, ida y vuelta y se definió en los penales donde tuvimos la suerte de ganar”.En la próxima instancia, que aún no tiene fecha confirmada, Boca enfrentará a Patronato. El club de Paraná eliminó a Villa San Carlos, de Berisso.

Fuente: La Nación

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Golpe al mentón. Lo que parecía ser una posible plataforma para conseguir un impulso único de cara a lo que viene se transformó en un cachetazo inesperado. El exitoso ciclo del River de Marcelo Gallardo en los clásicos mata-mata frente a Boca sufrió un segundo tropezón consecutivo: después de quedar afuera por penales el 16 de mayo en la Bombonera en los cuartos de final de la Copa de la Liga, tan solo 80 días después perdió los octavos de final de la Copa Argentina en La Plata. Así, sigue sin poder vencer a su clásico rival en este 2021 y no logró conseguir la deseada sexta eliminación en siete definiciones directas. Una noche de dolor de la que deberá salir rápido para enfocarse en la Copa Libertadores, el gran objetivo del semestre.La historia le hacía un guiño para la nueva cita superclásica. Gallardo había ganado 59 de 73 series de eliminación (partidos únicos o de ida y vuelta) y River se había impuesto 13 de las 19 definiciones directas frente a Boca que se jugaron desde 1915. Pero este extraño 2021 no viene siendo un año favorable para su exitoso ciclo y el equipo del Muñeco todavía no pudo propinarle ese ansiado golpe al binomio Russo-Riquelme, que se ha llevado la mayoría de los laureles en la disputa.Marcelo Gallardo, entrenador de River, consuela a su arquero y capitán, Franco Armani, tras la eliminación por penales frente a Boca, por los octavos de final de la Copa Argentina. (Fotobaires /)En enero el Millonario igualó 2-2 en la Bombonera en la Copa Diego Armando Maradona en un partido que lo dejó al límite y luego le impidió jugar la final del título que conquistó el Xeneize. En marzo empató 1-1 en la Copa de la Liga en un partido que estuvo muy cerca de ganarlo. Y en mayo volvió a terminar 1-1 en los cuartos de final de la Copa, pero cayó 4-2 en los penales en medio del brote de Covid-19 que lo obligó a jugar con un equipo alternativo y con juveniles. Ahora, sumó un cuarto encuentro en el año sin poder derrotar a su máximo rival y, si se toma en cuenta el último que se había jugado en 2019, son cinco en fila sin poder imponerse en los 90 minutos.La sensación general en el mundo River es que se dejó pasar una oportunidad de lujo para volver a imponerse. Porque las diferencias futbolísticas entre los dos equipos que se exponen en el último tiempo son evidentes. Quizás pesó la ausencia de Matías Suárez, el jugador franquicia que no pudo estar por la lesión muscular grado 1 en el aductor izquierdo. O afectó el exigente calendario que no le permite ni recuperar cargas físicas al máximo. Pero, más allá de las razones que se puedan encontrar, nada parece ser suficiente hoy para consolarse frente a la desilusión.Marcelo Gallardo, DT de River, deberá volver a tocar las fibras íntimas del plantel para evitar que la caída ante Boca tenga efectos secundarios: se le viene Atlético Mineiro por los cuartos de final de la Copa Libertadores. (Fotobaires /)La caída cortó todas las rachas del equipo de Gallardo en la Copa Argentina. El Millonario había logrado superar 27 de las 30 definiciones directas que llevaba disputadas desde 2014, solo había perdido un partido en los 90 minutos (0-2 con Rosario Central en 16vos de final de 2015) y llevaba 25 juegos sin caídas con 23 triunfos y dos empates más 69 goles a favor y 13 en contra en las últimas cinco ediciones. Así, ya no podrá apostar por alcanzar el cuarto título para ser el máximo campeón histórico.El equipo del Muñeco tendrá que reaccionar lo antes posible, renovar sus energías, tocar las fibras más íntimas internamente y mirar hacia adelante: el próximo miércoles jugará la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores frente a Atlético Mineiro. En la planificación del semestre trazada en la pretemporada en Orlando, Estados Unidos, había tres metas directas en el corto plazo: superar la serie de los octavos de final de la Libertadores frente a Argentinos Juniors, comenzar la Liga Profesional con resultados positivos para soñar con lograr el adeudado título local y eliminar a Boca en el cruce de la Copa Argentina. Dos se cumplieron, el otro no.Las dos caras de la definición: los jugadores de Boca corren a abrazar a Carlos Izquierdoz, autor del gol decisivo; los de River lamentan la derrota. (LA NACION/Anibal Greco/)Ahora tendrá que afrontar un exigente calendario durante el mes de agosto. Le quedan siete partidos en 25 días. Primero, visitará a Godoy Cruz en Mendoza el próximo sábado por la quinta fecha de la Liga Profesional. Luego, recibirá a Atlético Mineiro el miércoles 11 en el Monumental por la ida de los cuartos de final de la Libertadores y lo visitará el miércoles 18 en Belo Horizonte por la vuelta. En el medio, el sábado 14 tendrá que jugar en Liniers frente a Vélez. Y en el cierre del mes tendrá otros tres partidos por el torneo local con fecha entre semana: Gimnasia, Aldosivi y Sarmiento, con días todavía sin confirmación.Serán horas de lavado de cabeza para el plantel y el cuerpo técnico millonario. Como ante cada derrota dolorosa, es momento de poner paños fríos, llevar tranquilidad y encontrar la calma para preparar el ansiado duelo copero. Más allá de la tristeza, el presente le ofrece rápidamente una soga a River. La Copa Libertadores será, a partir de ahora, el foco central de un equipo que entiende que tiene con qué pelear hasta el final y sabe que, si logra exprimir al máximo todo su potencial, será un duro hueso de roer para cualquier rival. Llegó el momento de demostrar que sigue sabiendo cómo resurgir de una caída con celeridad. Ya lo ha hecho.

Fuente: La Nación

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Alberto y Cristina lo están haciendo de nuevo. Como en 2019, cuando le terminaron ganando a la fórmula de Macri y Pichetto, en primera vuelta, 48 a 41. El truco, entonces, parecía demasiado obvio. Pero les resultó. Y parece todavía más cantado hoy, después de un año y 8 meses de peleas expuestas y una muy mala gestión: poner al tope de la lista a candidatos aparentemente moderados para colar por detrás a los más ideologizados y “piantavotos”. Esconder a lo “peor” detrás de lo “digerible”. La receta de 2019 tuvo algunos condimentos dignos de recordar. Por ejemplo: todas las altas fuentes del Frente de Todos se encargaron de decir a los periodistas que Cristina casi estaba retirada de la política. Que solo se dedicaría a cuidar a su hija Florencia, después de su convalecencia en Cuba. Que ella por fin había aceptado que tenía un techo de voto negativo muy difícil de perforar. El relato, la ilusión o el hechizo se rompieron la misma noche de la victoria, y a partir de ese momento, el juego de la vicepresidenta y los chicos grandes de La Cámpora no tardó en revelarse en todo su esplendor.Se sabe: Alberto quería un gabinete de lujo, integrado, entre otros, por Massa y Florencio Randazzo. Y solo pudo elegir unos cuantos ministros propios, algunos de los cuales tuvo que “entregar”, como María Eugenia Bielsa y Marcela Losardo, después de una fuerte presión de Cristina y Máximo Kirchner. En un país con la memoria tan corta, no es ocioso recordar que Bielsa fue la única dirigente del kirchnerismo que aceptó, de manera pública, que integraba una fuerza política que “robó”. Y que Losardo se negó, hasta donde pudo, a presionar a fiscales y jueces con el único objetivo de lograr la impunidad de la expresidenta.El jefe del Estado tuvo que ceder, entre otras posiciones estratégicas, las que representan enormes cajas políticas, como el PAMI, YPF y la Anses. Y aceptó, más allá de cualquier límite moral, presiones que lo obligaron a cambiar de opinión en temas altamente sensibles, como el memorándum de entendimiento con Irán. Ahora, la elección de Victoria Tolosa Paz como primera candidata a diputada nacional en la provincia de Buenos Aires, y de Leandro Santoro, como primer postulante en la ciudad de Buenos Aires, tiene la misma lógica. Tanto una como el otro aparecen como las “caras presentables”. Sin embargo, por detrás se encolumnan, en las posiciones con altas chances de entrar a la Cámara baja, dirigentes incondicionales de Cristina.Tolosa Paz es, sin dudas, una albertista de la primera hora. Ella y su pareja, Enrique “Pepe” Albistur, fueron de los pocos que supieron, mucho antes de mayo de 2019, que Alberto y la expresidenta integrarían la fórmula presidencial. Aunque se muestra algo arrebatada, cada una de sus decisiones políticas es meditada con mucha antelación. Cristina no la considera tropa propia, pero valora su capacidad para responder a los periodistas críticos. Cristina, así como hizo uso de Alberto mientras le sirvió, se prepara para hacer uso de “los activos” de Tolosa en esta campaña. Pero si el Frente de Todos saca un voto menos de lo que la vicepresidenta considera aceptable, será puesta en capilla, igual que el Presidente, por más que su postulación haya facilitado el ingreso de políticos “indigeribles”. Para decirlo de manera sencilla: ella se adjudicará cada voto a favor y le facturará a Alberto cada voto que considere que pierda.En el Senado, el oficialismo tiene mayoría propia. Y en Diputados, está a ocho bancas de quorum propio. Es decir: a siete diputados de quedarse con todo. ¿Qué pasaría entonces si el Frente repitiera el resultado de 2019? Podría sumar 65 bancas, con lo que llegaría a la friolera de 133 diputados nacionales. Cuatro lugares más de los que posee ahora y otros cuatro votos más por encima del quorum. Al mismo tiempo, Juntos por el Cambio apenas lograría renovar 56 lugares y alcanzaría 112 bancas. Es decir; cuatro menos de las que posee hoy. La provincia de Buenos Aires renueva 35 diputados. Y si, como sus dirigentes esperan, el Frente de Todos obtiene en ese distrito el 45% de los votos, podrían ingresar a la Cámara baja hasta los primeros 15 o 16 candidatos de la lista.El número dos es nada menos que Daniel Gollán, exministro de Salud, el primero que echó la culpa a los porteños por la propagación del virus. Gollán fue recientemente –y oportunamente– sobreseído en la causa denominada Qunita, una investigación judicial por la contratación con presuntos sobreprecios de un kit para bebés. Se supone que va a hacer campaña para defender el programa de vacunación “más importante de la historia”. ¿Se lo creerán de verdad? Porque cualquiera sabe que a la Argentina nunca la había impactado una pandemia como la actual. Y que el gobierno de la provincia es, para vacunar, mucho más lento y menos efectivo que la mayoría de los distritos del país, sin hablar de su predilección por la vacuna rusa.Después de Gollán se ubica Marcela Passo, del Frente Renovador. En el cuarto lugar aparece Sergio Palazzo, quien podría sentirse muy incómodo si alguien le preguntara por Juan José Zanola, el exsecretario general de la Asociación Bancaria que estuvo preso dos años por la causa denominada la mafia de los medicamentos. En el quinto lugar se presenta Agustina Propato, exfuncionaria del Ministerio de Seguridad y esposa de Sergio Berni, otra de las abanderadas del “pero Vidal”. En el sexto se encuentra Leopoldo Moreau, quien sigue batallando para transformar a la multiprocesada Cristina en una mártir de la “mesa judicial” de Macri y el periodismo crítico. Lo mismo que Vanesa Siley, otra incondicional de Cristina, como quien le sigue, Hugo Yasky, y la que ocupa el noveno lugar, Constanza Alonso. También responden a Cristina, antes que a nadie, Rogelio Iparraguirre, número 14 de la lista, y Mónica Macha, dirigente de Nuevo Encuentro y esposa de Martín Sabbatella, a quien hace muchos años parecían importarle los hechos de corrupción.Hacia abajo, la lógica es más o menos parecida. Pero, de nuevo, si se revisan los 15 primeros lugares se concluirá que por lo menos en 9 casos se habría impuesto la decisión de Máximo y Cristina. Y en la ciudad de Buenos Aires la lógica no parece ser muy distinta. Porque a Santoro se lo considera un hombre de Alberto, pero desde hace tiempo viene haciendo todos los deberes para que Cristina sepa que nunca dirá o hará nada en su contra. Y lo mismo quien lo secunda, Gisella Marziotta, quien a pesar de responder al secretario general de los encargados de edificios, Víctor Santamaría, dijo e hizo tantas cosas para contentar a la vicepresidenta que su perfil de progre no kirchnerista está siendo puesto en duda hasta por sus propios compañeros de ruta.Se descuenta que también por la ciudad va a renovar su banca Carlos Heller, uno de los casos más particulares de la política argentina. Se autopercibe de izquierda, pero maneja un banco que se presenta como cooperativo, progresista y solidario aunque cobra una de las tasas más altas del mercado. Heller vive del capital de los demás, pero es anticapitalista. Y este año, además de elaborar, junto con Máximo Kirchner, el proyecto de ley para cobrar un impuesto especial a los grandes patrimonios, se destacó por dos acciones muy “productivas”, ambas en plena sesión. Una: festejar la conmemoración de los 35 años del gol que Diego Maradona hizo a los ingleses. Y dos: solidarizarse con la dictadura de Cuba, cuyo gobierno reprimió y metió presas a cientos de personas que reclamaban contra el hambre y a favor de la libertad. “Patria o muerte venceremos”, proclamó. La Argentina acababa de superar los 100.000 muertos por Covid.

Fuente: La Nación

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TOKIO.- Hay un ómnibus que se bambolea cada vez que llegan al estadio, al ritmo del “Se mueve paaara acá / se mueve paaara ya”. Todas cantan, todas saltan y golpean el techo. Es un clásico: el ritual histórico de las Leonas en cada torneo. Con la diferencia de que esta vez, el chofer japonés se asusta, se enoja, las reta y amenaza con no volver a arrancar el vehículo. Al final, ellas logran calmarlo entre risas y el conductor confundido pisa el acelerador. Esa es solo una de las anécdotas que está viviendo el equipo en esta fantástica aventura por Oriente. Pero ya se aprestan a disputar nada menos que la final olímpica de Tokio 2020 ante los Países Bajos, este viernes a las 7 de nuestro país.El disfrute es máximo y la expectativa anda por las nubes. Palpitan la definición tanto las experimentadas como las más chicas, esa feliz mixtura de jugadoras que lograron un ensamble sobre la marcha. Están las fascinadas por la Villa Olímpica y las que acumulan varios Juegos. No hay distinción entre las de mayor o menor protagonismo. Sofía Maccari, de 37 años y habitualmente suplente, se la pasaba filmando a sus compañeras mientras ellas hablaban ante los micrófonos, tras la victoria a puro nervio sobre la India por 2-1. De repente, la polifuncional se acerca a Delfina Merino, la enfoca con su celular y bromea con su sonrisa de guasona: “¿Sabés el miedo que tenía ésta antes del partido con India? ¡Trescientos partidos internacionales! ¿Sabés cómo estaba?”.Hockey femenino. Argentina vs India. Las Leonas van a la final y compiten por la medalla de oro. Segundo gol de Noel Barrionuevo (Santiago Filipuzzi/)Las hermanas María José y María Victoria Granatto se miran y no lo pueden creer; Julieta Jankunas se escucha decir “medalla”, “final” y “Tokio 2020” y empiezan a caérsele solas las lágrimas; Eugenia Trinchinetti, la que recuerda a Lucha Aymar por su manera de correr, es la principal bastonera de esa ronda de la alegría en el desahogo ante las indias; Belén Succi, una de las dos madres del grupo junto con Rocío Sánchez Moccia, vuelve a desarmarse pensando en su pequeño hijo Juan Bautista, a quien le hace mimos por videollamada; Agustina Gorzelany, hija de un excombatiente de Malvinas, termina las semifinales con la cabeza vendada y parece más guerrera que nunca.Es un plantel heterogéneo, con acento federal y que se permite volar bien alto, aunque no se sepa favorito ante las neerlandesas. Igual, hay una historia detrás que, en varias oportunidades, puso a la Argentina por encima de las naranjas. Por eso es que a nadie se le borra la ilusión de, por fin, atrapar la huidiza medalla dorada olímpica y darle el lustre definitivo al hockey argentino, luego del oro de los Leones en Río 2016. El festejo en el vestuario fue inolvidable: a pura cumbia, las chicas hicieron bailar hasta a una voluntaria japonesa, revolearon camisetas y se pararon sobre los bancos. “¡Mirala a Rapi ahora, está descontrolada, la sacaron de Salta!”, decía la Leona que seguía filmando, Maccari, en referencia a Valentina Raposo. View this post on Instagram A post shared by Las Leonas (@lasleonashockey)Estas chicas tienen una genética particular ligada estrechamente con la ambición deportiva, esa idea de no admitir otro sentimiento que el deseo de protagonismo. El legado de Sydney 2000 fue el punto de partida para esta selección, decidida desde entonces a mantenerse en la elite y no resignarse a ser un boom del momento. Los años –ya dos décadas- certificaron cómo se enfocan estas jugadoras a nivel competitivo y la manera en que sienten el deporte. Siempre aceptan el reto de medirse contra las mejores, se meten en el barro, no toleran aparecer en el segundo plano. Nada de atajos ni de empresas sencillas. La lucha nunca termina.El sentido de pertenencia tan fuerte al escudo de Leona se va transmitiendo de generación en generación. ¿De qué manera? Sucedió con muchas jóvenes que en la infancia y adolescencia fueron fanáticas de las Leonas por TV, y que cuando se incorporaron a la selección desde el junior bajaron los posters y asimilaron las enseñanzas de las más grandes, para seguir su camino. El último ejemplo es Raposo, de 18 años y que hasta hace unos meses seguía a sus ídolas por las redes sociales. Mientras tanto, en medio de esa transición, hay una herencia recibida de la educación deportiva de cada club de hockey en la Argentina, que les inculcó valores. Cada uno con sus idiosincrasias, ya fueran entidades de Buenos Aires o del interior del país.Con la de plata ya asegurada, son cinco medallas en los últimos seis Juegos Olímpicos. Títulos en Mundiales, Juegos Panamericanos y Champions Trophies. Un período de gracia en el que, si bien no todo funcionó perfecto, desfilaron técnicos y jugadoras que instalaron a la Argentina en el primer mundo del hockey sobre césped. Chiche Mendoza, Sergio Vigil, Gabriel Minadeo, Carlos Retegui -en diferentes períodos-, Santiago Capurro y Agustín Corradini, campeón mundial con las Leoncitas. Los principales nombres de quienes apuntalaron la ruta del éxito. Y por supuesto, el fallecido Jorge Luis Ciancia, aquel “gordo cabrón”, como le decían cariñosamente, que en su función de director de los seleccionados nacionales fue el ideólogo de la revolución de nuestro hockey en la década del ‘90.Hockey femenino. Argentina vs India. Las Leonas van a la final y compiten por la medalla de oro (Santiago Filipuzzi/)Quizás la memoria colectiva se centre en Aymar, la jugadora que pareció haber llegado de otro planeta. Pero en realidad fueron muchas las chicas que transformaron a las Leonas en una marca indeleble: Karina Masotta, Anabel Gambero, Jorgelina Rimoldi, Ayelén Stepnik, Cecilia Rognoni, Magdalena Aicega, Soledad García, Vanina Oneto, Mariela Antoniska. Más acá en el tiempo, Rosario Luchetti, Carla Rebecchi, Silvina D’Elía y tres de las que todavía sueñan en Tokio: Succi, Merino y Noel Barrionuevo. Hay más, muchas más que dijeron misión cumplida desde algún lugar del podio, durante esta larga cosecha. El espíritu y la llama de la pasión siguieron vivos con el paso del tiempo. Y ese fuego sagrado alumbró el suceso en la cancha. Los goles, las emociones, los gritos.El festejo inolvidable: las Leonas van a la final y compiten por la medalla de oro (Santiago Filipuzzi/)Desde marzo de 2020 ya no solo hubo que sobreponerse a los rivales y a más de un dislate de tinte dirigencial, que tuvo su correlato en renuncias de jugadoras o salidas abruptas de técnicos. La pandemia apareció como un enemigo desconocido para plantear un desafío diferente, impensado. En junio del año pasado, Merino le decía a La NACION: “Ahora es un momento en que debemos estar fuertes de la cabeza y saber que, más allá de que la motivación es interna, está la responsabilidad de representar al país cuando se levante la cuarentena”. Lo dijo una jugadora emblemática que, como el resto, de pronto se vio confinada y obligada a entrenarse de manera virtual en un garaje, en un patio, o en una habitación. El Zoom reemplazó el hábitat natural del Cenard y la interacción de grupo se perdió. Una anormalidad que cortó los lazos humanos y una mejor preparación en lo físico y en lo técnico. El equipo sintió ese bache, pero sobre todo la falta de competencia internacional, después de la cascada de cancelaciones de series en la Pro-League. Así y todo hubo entereza para soportar la crisis y llegar a Tokio 2020 sobre la base de concentraciones y amistosos mayormente locales, sin la relevancia de tests en el extranjero.Carlos Retegui, el técnico que condujo a las Leonas a la medalla de plata en Londres 2012, le dio nuevos bríos al seleccionado. Aferrado a un trabajo a contrarreloj y a las alteraciones de la pandemia, propuso una dinámica sin miedo a la renovación progresiva. Planteó un nuevo mensaje motivador, como tantas veces. Sacudió la estructura y removió conciencias. Apostó por un plantel joven, con 10 debutantes olímpicas, y consiguió que el equipo alcanzara una vez más una etapa decisiva, en este mix de sangre nueva y chicas curtidas con más de 200 partidos internacionales. Le queda jugarse el último pleno para que la celebración sea completa. ¿Ya es el seleccionado más importante del deporte argentino? Cada hito que consiguen le da más cuerpo a esta presunción.

Fuente: La Nación

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