El día que le cambió la vida, Paula Jaroslavsky tenía 24 años, ¡muy joven!, exclama hoy mientras repasa su historia. Después de una jornada típica de oficina se dispuso a ir a tomar algo a Kilkenny, muy de moda por aquella época, cuando un amigo le hizo un pedido particular: “Ya que trabajás en turismo, ¿no podrías traer algunos mapas de Buenos Aires? Llevo a un suizo que acaba de llegar y está re perdido”.Es de Suiza. Vive en Buenos Aires: “Si no tenés flexibilidad, Argentina te mata”Paula ingresó al bar, localizó a sus amigos, pero su mirada de inmediato se posó sobre la del “suizo perdido” y lo irremediable aconteció: el flechazo fue instantáneo. Él tenía su misma edad y la misma pasión por los viajes, le contó que Argentina era su primera parada en una aventura por Latinoamérica que duraría un año: su idea era trabajar en bares para mantenerse durante el recorrido: “Sus planes se fueron al tacho”, rememora Paula entre risas. “Nos enamoramos y decidió quedarse en Argentina”.Una Argentina caótica y un país “perfecto”: SuizaCorría el año 1999 y en Argentina se respiraba recesión, caos e incertidumbre. Sin residencia ni trabajo, el suizo permaneció seis meses junto a su amada hasta quedarse sin dinero: el regreso fue inevitable. Ya sin él, Paula lloraba por los rincones y decidió adelantar vacaciones para volar a Suiza y volverlo a ver.“Quedé impresionada”, revela. “Todo en Suiza me encantó. Cada detalle, todo, me parecía divino, perfecto. Estaba enamorada y el país me enamoró. Volví a Buenos Aires y le anuncié a mi familia que me iba”.Paula, años después, en Suiza.Joven, aventurera y enamorada, Paula emigró a Suiza con el descontento de sus padres a cuestas; le decían que eran muy jóvenes, que él venía de otra cultura y que eso, a la larga, no resultaría fácil: “En algún momento pensé que los debería haber escuchado, pero hoy no me arrepiento de nada, no sería la persona que soy si no hubiera vivido lo que me tocó atravesar. Cada uno tiene que hacer su camino”.Contra viento y marea, Paula se casó por civil en Suiza y, más tarde, en el verano argentino, lo hizo por iglesia. Ya instalada en Basilea, comenzó a escribir un nuevo capítulo de su vida.Costumbres suizas durante el período de enamoramientoDurante un largo período, los amaneceres permanecieron brillantes: todo le parecía perfecto, diferente, fascinante. Paula tenía todo por hacer, estaba conociendo nuevos amigos y sentía esa libertad del joven adulto cuando vuela lejos a construir una vida independiente.Muchos hábitos y costumbres le llamaron la atención en un comienzo y ninguno le molestaba: “Me parecía raro cómo se manejaban socialmente y que todo fuera con cita previa; me impactaba el tema de la puntualidad estricta, que se comía muy temprano: me invitaban a cenar a las 18 con pleno sol de verano, rarísimo”, cuenta pensativa. “Me asombraban la cantidad de reglas de convivencia que existían en los edificios. Después de las diez de la noche, por ejemplo, no se podía ni siquiera hacer ruido de flujo de agua, lo que no solo incluía lavarropas y lavaplatos, sino tirar la cadena”.“Los ritmos sociales en Suiza son muy distintos, y hay mucha formalidad, pero la gente es muy fiel, promete y cumple. A las personas quizás al principio les cuesta integrarte, pero cuando lo hacen es para siempre. El latino es entrador, sí sí, te acaban de conocer y ya son amigos. Al otro día, claro, se olvidaron de quién sos”, agrega sonriendo.Durante los primeros años, Paula veía a Suiza como un país perfecto.“Sin dudas, los suizos son una población muy particular dentro de Europa y no es casual que sean una gran potencia, a pesar de ser un país muy chiquito sin salida al mar. Es un territorio donde se hablan cuatro idiomas y es el resultado de la unión de tres culturas diferentes que se juntaron para formar una nación”.Calidad de vida: los “lujos” suizos y los “lujos” argentinosPrimero se dispuso a aprender el idioma y al poco tiempo consiguió un empleo. Hablaba francés, inglés y español, y ahora, con la incorporación del alemán, las puertas se abrieron por doquier; tiempo después, ingresó al trabajo de sus sueños, tripulante de cabina en Swissair: “Fue una época espectacular de mi vida, donde tuve la oportunidad de conocer toda Europa y gente de diversas culturas”.“Una vez incorporado al sistema, en Suiza tenés todas las oportunidades laborales, nunca sentí diferencia, rechazo o discriminación por ser extranjera, o latina, o mujer. La calidad de vida es muy alta siempre que uno hable de sueldo, confort, accesibilidad, servicios. Una familia tipo, con un padre conductor de chofer, por ejemplo, accede a lo que en Argentina consideramos `lujos´, como vacacionar en Grecia, cuando acá, en Argentina, uno duda si se puede ir a Mar del Plata quince días”.En Suiza, Paula tuvo tres hijos.“Pero, en relación a ciertos servicios, en Argentina hay `lujos´ que allá no hay. Todo lo que sea una prestación personalizada es carísimo: peluquería, ¡depilarse! uf, ¡un lujazo! Acá, en nuestro país, una mujer puede ir a la peluquería, no importa cual, puede ser cara o una de barrio, o una vecina que te hace las manos. Lo mismo pasa con un jardinero, o con la ayuda en quehaceres domésticos. En Suiza todo eso es impensado”.“¿Quiero que mis hijos crezcan y absorban esta cultura?”En el pequeño país europeo, Paula pudo estudiar, trabajar y llevar una excelente calidad de vida y, sin embargo, el día que tuvo a su primera hija y dejó su trabajo como tripulante de cabina, el enamoramiento llegó a su fin. Aquel “amor ciego” por aquel país duró tres años, para luego darle paso a un sinfín de interrogantes que le quitaban el sueño.“En mi caso, también relaciono calidad de vida con la calidad humana. Uno puede tener muchas comodidades, pero, como argentina y después de vivir once años allá, me empecé a sentir mal por la falta de calidez humana. No porque los suizos sean fríos, no. Es otra cultura, ni mejor ni peor, simplemente lo expresan distinto, con otros códigos. Como latina me impactan como fríos, pero no lo son”.En Suiza.“Cuando dejé de volar me empezaron a caer las fichas. Mi matrimonio no iba de la manera que soñaba. Y, al ser madre, comencé a ver todo con otros ojos y a preguntarme: ¿quiero que mis hijos crezcan y absorban esta cultura y no la argentina? ¿Quiero que hablen castellano con acento? ¿Quiero que se críen acá o junto a todos sus primos que están en la Argentina?”“Empecé a notar que la forma de ser suiza me pesaba mucho. No hay espontaneidad, todo el mundo se trata de señor, señora, y, por sobre todo, hay mucho control social: todo el mundo está mirando lo que hace el resto y aquel que no cumple con las reglas es sancionado y denunciado por la misma sociedad, algo que no está del todo mal, pero llega a ser asfixiante, porque no hay espacio para el error, el olvido, no es posible un `ay, me equivoqué, saqué la basura sin el ticket correspondiente, mañana la saco bien´, no, ya tenés una multa, ya tenés un vecino que te denunció”.Vivir en Ginebra: “Acá los vecinos aman denunciar; hay multa para todo y todos”“Pero esto lo empecé a notar todo a partir de que fui mamá. Me di cuenta de que no es una sociedad que guste mucho de los niños. No hay gente que tolere a los chicos. Ellos deben estar callados, deben comportarse, deben ser casi como robots. Llegada las 7 de la tarde no se ven más chicos por la calle, ya están en cama. Totalmente opuesto al caos latino. Fue duro percibir que se tolera más a un perro que a un chico”.Paula vivió durante 11 años en Basilea, Suiza.Una muerte y un despertar: diez valijas, tres chicos y un regreso a la patriaDiez años habían pasado cuando Paula decidió separarse. Argentina rondaba por su mente, pero aún no consideraba que pudiera ser parte de sus planes reales. Sus hijos tenían 7, 5 y 3, y su expareja se mudó a unos pocos metros de su hogar. Durante el año siguiente los pequeños iban y venían hasta el día en que llegó un llamado desgarrador, que torció el rumbo de la historia: inesperadamente, el padre de Paula había muerto, y fue la misma muerte la que la miró a los ojos para preguntarle cómo quería vivir su vida.“Desolada, tomé un vuelo de urgencia para llegar al entierro. En ese viaje hice el clic y dije `basta, esto no tiene sentido”, recuerda conmovida. “Comprendí que hacía mucho que tenía miedo de haberme ido de Argentina para no volver; tenía miedo de que Suiza fuera el destino final de mi vida y de mis hijos”.Paula comenzó a cuestionarse si quería que sus hijos crezcan lejos de sus raíces y sus primos.La charla con su exmarido no fue sencilla, aunque la ley en aquel entonces era promadre en todo sentido, ella podría tener la podestá y elegir el lugar de residencia: Paula eligió Argentina.Es de Alemania y eligió Argentina para vivir, aunque le decían que se iba al tercer mundo“En esa época no estaba bien económicamente, con mucho sacrificio me volví con diez valijas y tres chicos a un país donde no tenía techo ni trabajo; regresé con una mano atrás y otra adelante, pero desde el día uno sentí que había vuelto a casa. No, no me costó volver”.Paula regresó junto a sus hijos a la Argentina y se sintió en casa desde el primer día.“Menos mal que nos trajiste a la Argentina”Paula volvió a recordar lo que significaba sentir el amor y el soporte de la familia en el día a día. La cobijaron y ayudaron hasta que pronto consiguió trabajo y, al año y medio, ingresó a un nuevo empleo que le dio la posibilidad de crecer hasta alcanzar un puesto gerencial.“No sufrimos el impacto para nada”, asegura. “Mis hijos, ahora más grandes, me dicen: menos mal que nos trajiste a Argentina. Lo cierto es que no se identifican con la cultura suiza, y cada vez que volvemos a visitar se dan cuenta de que no es para ellos”.“Pero la otra realidad es que Argentina es un país difícil para vivir. Es un caos constante, ¡lleno de incertidumbre!, no hay avance porque no hay planes continuos; hay corrupción y, lo peor, inseguridad, algo que me preocupó siempre y que valoro mucho de Suiza. Por fortuna, no nos tocó atravesar ningún episodio feo en ese sentido”.Disfrutando de su huerta en Argentina.Una Argentina compleja, pero misericordiosaVeintidós años pasaron desde aquella tardecita en el bar que cambió el rumbo de su vida. Paula mira hacia atrás y no se arrepiente: no lamenta haber apostado al amor y a Suiza; tampoco haber elegido, finalmente, a su querido país, la Argentina.“No sería la persona que soy y me enseñó que no hay culturas mejores y peores, lo que sucede es que cada uno lleva sus hábitos, costumbres y tradiciones, y rodeados por ellas nos sentimos mejor. Y, en mi caso, siento que aprendí a tomar lo mejor de ambos mundos, algo que me sirve en lo personal y lo laboral; pude absorber una riqueza cultural sinigual y ampliar la mirada”.Paula, juntos a sus hijos en la costa argentina.“Sin dudas, vivir en el exterior es muy gratificante y soy afortunada por haberlo hecho. Simplemente a mí me angustiaba la idea de no vivir nunca más en mi patria. Argentina será lo que es, pero es mi país, mi gente, mi cultura, mis raíces. Extrañaba al kiosquero de la esquina, que cuando pasaba me saludaba por mi nombre. Esa familiaridad y flexibilidad que vale más de lo que creemos: hace a una sociedad más indulgente y misericordiosa”, concluye emocionada.*Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com .

Fuente: La Nación

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En plena campaña electoral, Facundo Manes, precandidato a diputado en la provincia de Buenos Aires por Juntos, participó de La Cornisa, por LN+. Allí, el periodista Luis Majul le preguntó si su deseo de ser diputado bonaerense “es un trampolín para ser presidente”, y si bien inicialmente el opositor esquivo la pregunta, finalmente reconoció: “Yo tengo el objetivo de ganarle al kirchnerismo en 2023, construyendo una oposición más fuerte y sólida”. Y en relación a eso, volvió a señalar que le da “más miedo el modelo de Formosa y Santa Cruz que el de Venezuela”.Inicialmente, Manes atinó a responder a esa pregunta sobre sus intenciones de volverse presidente diciendo que los problemas argentinos “no los puede solucionar la política”, y explicando que su decisión “es un trampolín para generar una inercia”. “Un liderazgo es articular una visión e ir hacia allí con determinación, quemando las naves y sacando de la inercia a la gente”, profundizó.Tragedia en la autopista: una camioneta se estrelló contra un poste y murieron cuatro integrantes de una familiaEl neurocientífico contó que no le gusta el término “político” y que, por el contrario, prefiere hablar de “servidor público”. “Voy a ser un servidor público, pero no a servirme de lo público”, aclaró entonces. Y en otro tramo de la entrevista, lanzó: “No me voy a convertir en político en un día”.En ese sentido, ante la consulta de qué hará si resulta electo, el precandidato explicó: “Ante cualquier tema, voy a llamar a los mejores técnicos especialistas. Los científicos no trabajamos individualmente. Un científico revisa el pasado y toma todo lo que se hizo bien, aunque lo haya hecho el adversario, y no toma en cuenta lo que se haya hecho mal, aunque lo haya hecho un amigo suyo”.La desconfianza entre radicales y macristas amenaza la cosecha de bancas en el SenadoPara él, “la Argentina es un Titanic que se está hundiendo hace décadas”, y que necesita “una revolución ética y moral” porque, si eso no se consigue, “cualquier proyecto es blando”. “Me niego a renunciar a la Argentina que soñé”, subrayó luego. Y fue más allá: “El mayor dolor de la Argentina está en el conurbano, y los médicos no abandonamos ni especulamos con el dolor”. De esta manera, lanzó: “La Argentina está enferma, y yo vengo a aportar un granito de arena para sanar esta sociedad enferma”.Manes enfatizó que el “no fue funcionario ni de Mauricio Macri ni de María Eugenia Vidal”, y destacó: “No me sentía cómodo con el rol del radicalismo. Creo que uno de los problemas de Cambiemos fue el poco rol del radicalismo en ciencia, educación y salud”. Sobre este punto, reflexionó: “Yo quiero ganarle al kirchnerismo, y creo que la mejor manera de hacerlo es discutir lo que pasó en Cambiemos y agrandar la coalición”.

Fuente: La Nación

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Tener un partido político es un negocio por demás lucrativo, sobre todo en tiempos electorales. No implica mayor costo y, si cumple los mínimos estándares legales, cuenta con financiamiento público asegurado, aunque coseche pocos votos. Esto explica la proliferación de fuerzas políticas –este año se presentaron 234 agrupaciones en todo el país con candidatos a diputados y senadores– que percibirán del Estado millonarios aportes para la campaña y la impresión de boletas.Para dimensionar lo suculento del negocio basta un ejemplo. En Buenos Aires, el mayor distrito electoral, se presentaron nada menos que 23 agrupaciones para competir en las elecciones primarias de septiembre. Cada una de ellas recibirá $17.062.377 solo para imprimir sus boletas. Si logran superar la valla de las PASO, el monto se engrosa de manera considerable porque, según la última ley de financiamiento político, el Estado pagará el equivalente a dos boletas y media por cada elector, por lo que cada agrupación recibirá la friolera de $42.655.943 millones para imprimir sus boletas para las elecciones generales de noviembre.Tras una queja de Chile, el Gobierno reformulará directivas de Alberto Fernández a las FF. AA.Esta erogación, sin embargo, podría ser aún mayor y alcanzar cifras escandalosas si, como dispuso la Corte Suprema el año pasado, el Estado decide financiar la impresión de las boletas de cada uno de los precandidatos que compitan dentro de un mismo frente. El máximo tribunal, al dejar sin efecto un fallo de la Cámara Nacional Electoral, estableció que, por ejemplo en Santa Fe o en Córdoba, donde Juntos por el Cambio compite con cuatro listas en estas primarias, el Estado deba pagar la impresión de las boletas de cada una de esas nóminas. De acatar este fallo, el Ministerio del Interior debería desembolsar, en el caso de Córdoba, casi $4 millones a cada precandidato.Esta erogación millonaria –cuestionable en medio de la crisis económica– podría ser muchísimo menor si, como recomendó la Cámara Nacional Electoral y alentaron –sin éxito– numerosas ONGs, se instrumentara la boleta única electoral. Sin embargo, el oficialismo no quiso avanzar en esta iniciativa como tampoco lo hizo, en su momento, el gobierno de Mauricio Macri que, obsesionado en aplicar la boleta única electrónica en todo el país, ignoró esta alternativa.La Corte dio marcha atrás con un fallo de la Cámara Nacional Electoral que rechaza financiar cada lista interna presentada por los frentes para las PASO (Corte Suprema de Justicia/)Lo cierto es que, mientras no se instrumente la boleta única, el Estado afrontará gastos multimillonarios solo para imprimir las boletas de los cientos de espacios políticos que compiten en elecciones, aun los más ignotos o los que, en el pasado, hayan demostrado exhibir una magra cosecha en términos de votos.Es el caso, por tomar un ejemplo, del Frente Patriota, de Alejandro Biondini, cuestionado por reivindicar el nazismo, que en las elecciones de 2019 solo obtuvo el 0,24%, ubicándose en el antepenúltimo puesto. Aun así, Biondini volverá a probar suerte en las próximas primarias como precandidato a diputado nacional por Buenos Aires. Si repitiese su última performance electoral, difícilmente supere el desafío de las primarias –necesita alcanzar al menos el 1,5% de los votos–. Sin embargo, y por solo participar en las primarias, recibirá del Ministerio del Interior más de 17 millones de pesos para imprimir sus boletas.A este monto se deben agregar, además, los aportes para la campaña que recibirán todas las agrupaciones políticas: según resolvió el Ministerio del Interior, se desembolsarán $168.000.000 entre los espacios que presenten precandidatos a diputados nacionales y otros $50.000.000 a los que postulen senadores en estas primarias. Estas cifras se duplicarán para todas aquellas agrupaciones que superen las PASO y compitan en las elecciones generales.Hay más: el Ministerio del Interior también ordenó repartir otros $335.568.522 en concepto de aportes para el desenvolvimiento electoral de las agrupaciones. De ese monto, el 20% se distribuirá equitativamente entre todos los partidos políticos, mientras que el 80% restante se repartirá entre las fuerzas según los votos positivos que hayan obtenido en la última elección.En definitiva, ser titular de un partido político asegura ingresos seguros por parte del Estado más allá de su desempeño electoral. Esto explica la proliferación de fuerzas políticas en la Argentina: según datos oficiales de la Justicia Electoral, en la actualidad hay 44 partidos políticos de orden nacional y nada menos que 676 partidos de orden distrital.Alianzas estratégicasNo todos ellos competirán en estas elecciones, pero muchos de ellos sí lo harán pues, de no participar, corren el riesgo de perder su personería jurídica. La ley establece que deben presentarse en al menos dos elecciones nacionales consecutivas para mantenerse vigentes y, por lo tanto, seguir cobrando del Estado los aportes que garanticen su funcionamiento.Esta sería una de las razones que explica por qué numerosas alianzas que se presentan en estas elecciones están integradas por más de una decena de partidos políticos, muchos ignotos. Por tomar un ejemplo, la alianza Juntos, que compite en Buenos Aires y que lleva dos listas a las primarias –la de Diego Santilli y la de Facundo Manes– está compuesta por 18 fuerzas políticas, algunas de ellas desconocidas, como el Partido del Diálogo o la Unión Popular Federal.Uno por uno, quiénes son los invitados al cumpleaños de Fabiola Yañez que incomodan al GobiernoLo mismo sucede con la alianza Frente de Todos en el distrito bonaerense, que está integrada por nada menos que 24 partidos políticos: allí conviven los tres espacios más importantes, el kirchnerismo, el PJ y el Frente Renovador, con agrupaciones minoritarias y desconocidas, como el Partido Mejor y el Partido Solidario.“Hoy no existe una ley que regule las alianzas electorales –explica Hernán Gonçalves Figueiredo, secretario de Actuación Judicial de la Cámara Nacional Electoral–. Hay coaliciones que competirán en estas elecciones y que están integradas por más de 20 partidos políticos que saben que, si no compiten en dos elecciones consecutivas como marca la ley, podrían perder su personería jurídica y, por ende, los inhabilita a percibir aportes y a presentar candidatos. Aquí también talla otra ley, la que establece que los partidos políticos deben alcanzar en dos elecciones consecutivas el 2% de los votos del padrón. Seguramente si compitieran por separado no alcanzarían ese umbral, pero al integrar una alianza –y si esta supera ese límite–, no hay forma de distribuir esos votos entre sus socios integrantes. No hay reglas”, advirtió.

Fuente: La Nación

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Desde hace meses venimos hablando del estado -afectivo, social, educativo y psicológico- en que se encuentran las y los adolescentes debido a la pandemia, y en particular por la imposibilidad que tuvieron de asistir a la escuela; la inmensa mayoría de ellos, debido a que no se habilitaron las clases presenciales por largos períodos de tiempo. Es más, una parte muy importante de este sector todavía no pudo regresar a las instituciones educativas porque tanto las universidades como los institutos de educación superior continúan trabajando de forma remota.Un elemento central consecuencia de estas restricciones en el ámbito educativo es la deserción. El ministro de Educación nacional, quien a lo largo de este año y medio ha oscilado entre posturas antagónicas y contradictorias (no a la presencialidad – sí a la presenciliadad cuidada o administrada) admitió el 15 de junio pasado que un millón de niños y jóvenes han abandonado la escuela durante el año 2020. Esa es una estimación que debería escandalizarnos y probablemente esté bastante por debajo de lo que ha ocurrido, ya que no hay datos oficiales desde 2019. En ese sentido debemos reclamar de forma unánime conocer las cifras reales de este flagelo, no solo producto del ciclo lectivo pasado, sino del presente, pues sin ellas será imposible diseñar políticas públicas que impacten sobre las escuelas y sus comunidades.Al consultar la información sistematizada por el Observatorio Argentinos por la Educación, podemos comprobar que la tasa de abandono interanual para los estudiantes de nivel secundario ya era muy dispar en el año 2018. Si consideramos el índice para los jóvenes pertenecientes a los hogares del sector más rico nos encontramos que no alcanza el 1%, mientras que el mismo indicador para los jóvenes pertenecientes a los hogares del sector más pobre supera el 5%. No es arriesgado asumir que esa brecha haya aumentado significativamente en estos tres años y sobre todo por efecto de la falta de presencialidad.Otros guarismos mostraban la existencia de esta desigualdad educativa. Por ejemplo, la tasa de repitencia para el nivel secundario en el año 2017 variaba en 10 puntos porcentuales cuando se consideraban los estudiantes provenientes de los hogares del sector más acomodado y los más vulnerables. Algo similar sucedía con la tasa de promoción en 2018 (73% versus 86% a favor del sector más alto) y más notoria era la diferencia cuando se tomaba en cuenta la tasa de sobreedad (año 2018) que rondaba el 15% para los jóvenes pertenecientes a las familias del tercil más alto y trepaba al 45% para el tercil más bajo.En Argentina, las y los estudiantes de los niveles secundario y superior tienen una larga historia de movilizaciones vinculada con luchas propias del sector. Resulta sorprendente que en esta oportunidad no hayan tenido poder de reacción frente al cierre de las instituciones, no solo por el elocuente descenso de la calidad de la enseñanza y la significativa pérdida de aprendizajes durante este año y medio, sino porque las asimetrías sociales que la educación puede subsanar en este caso se vieron agravadas. No se logra comprender cómo los representantes estudiantiles (y los docentes también) no se manifestaron y salieron a defender un derecho primordial como el de la educación. Tampoco se entiende cómo amplios sectores de la educación -antes tan dinámicos- han permanecido adormecidos ante la suspensión de las elecciones de centros de estudiantes y órganos de cogobierno. Como se puede comprobar, cada una de las consecuencias de esta interrupción educativa está afectando poderosamente la construcción de ciudadanía y por ende el fortalecimiento de la mismísima democracia. Cómo recuperarán el rol histórico que han tenido en un futuro inmediato es una gran incógnita.Sin embargo, un nuevo interlocutor ha surgido. Sí, una parte de la comunidad educativa que rara vez era consultada y que hasta ahora no podía expresarse colectivamente emerge con una fuerza vigorosa para demandar y salvaguardar los legítimos derechos de sus hijas e hijos, vulnerados más que ningún otro durante esta etapa. Madres y padres, pero sobre todo las primeras han sabido construir canales de comunicación a través de los grupos de whatsapp y las redes sociales para hacerse escuchar y una buen aparte de la política ha sucumbido a sus demandas.Mientras tanto, estudiantes, docentes y autoridades ven con impavidez como son estos grupos quienes logran un nuevo lugar que la sociedad no les tuvo reservado, al menos desde el restablecimiento de la democracia en el año 1983.Resultará muy interesante y probablemente uno de los elementos más significativos e innovadores, la participación activa de madres y padres, ya no solo en las cooperadoras escolares o en los consejos de convivencia, sino como agentes presentes en la toma de decisiones. Se advierte que se acercan tiempos en los que las vetustas dinámicas escolares se resquebrajen; se avizoran profundos cambios en los que la vieja tradición por la cual los docentes cerrábamos la puerta del aula para dar clases no va más.Educador; exrector del Colegio Nacional de Buenos Aires; director de la Escuela de Formación en Ciencias

Fuente: La Nación

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Boca no puede privarse del festejo interno tras vencer a River por segunda vez consecutiva en una llave de eliminación directa, tal como lo consiguió en mayo en la Copa de la Liga y el miércoles por la Copa Argentina, ambos a través de la definición por penales. Todo un mérito y un gran desahogo ante un rival que le propinó varias migrañas. Sin embargo, tampoco debe esquivar el análisis de la realidad: de no verlo a tiempo, puede terminar pasándola mal. Porque la crítica al equipo de Miguel Ángel Russo ya no sólo se reduce al mal juego. Ya es una cuestión que incluye resultados, goles y un inicio que hasta puede asustar a más de uno.El Torne 2021: Boca empató 1-1 con Argentinos bajo la lluvia en la Bombonera y sigue sin ganar en el campeonatoLa lluvia que bajó ferozmente al campo de la Bombonera no puede ser una excusa, más allá de lo evidentemente difícil que es poder hacer algo ante semejante circunstancia. Y es que Boca no jugó mal por la acumulación de agua, sino que la del domingo fue una noche anecdótica que sigue dándole continuidad (¿Hace cuánto se habla de lo poco que ofrece el Xeneize?) a una versión apática que, lejos de encontrar una luz en el túnel, parece no tener un piso. Con sólo decir que el gol del empate no lo hizo un jugador vestido de azul y oro…Lo mejor de Boca vs. ArgentinosPara empezar, con la igualdad de este domingo ante Argentinos Juniors (1-1), la entidad de la Ribera llegó a la marca de apenas un triunfo en sus últimas 15 presentaciones: el 3-0 a The Strongest, por la zona de grupos de la Copa Libertadores, el 26 de mayo pasado. Si la lupa se pone más detallista, el diagnóstico arroja que el equipo no gana hace nueve encuentros.Si hubo algo positivo en la igualdad fue, justamente, el gol gritado. No sólo porque permitió emparejar un compromiso complicado y conseguir, al menos, un punto, sino que con ello se cortó una estadística que se había transformado en histórica: hasta el gol en contra de Miguel Torrén (a los 23 del complemento), Boca estuvo 599 minutos sin convertir.El gol en contra de Torrén, tras el tiro libre lateral de Cardona
(Manuel Cortina/)Esa fue la cantidad de tiempo que pasó entre el gol de Agustín Obando (a los 9 minutos) en la igualdad ante Unión, de la primera fecha y el gol de este domingo: pasaron aquellos 81 minutos en Santa Fe, los 90 que disputó ante Atlético Mineiro (0-0 en la revancha de octavos de Copa Libertadores), Banfield (0-0), San Lorenzo (0-2), Talleres (0-0) y River (0-0, por Copa Argentina) y los 68 que se jugaron hasta el gol de Argentinos en su propio arco.Con el empate consumado, a Boca lo llevaron al pasado. Unos cuantos años atrás: 37. ¿Por qué? Ese fue el período que pasó hasta igualar uno de los peores arranques de la historia boquense por torneos locales. Con estas cinco fechas sin triunfos (con el asterisco de que hubo dos que debió afrontar con juveniles) se puso a la par de aquella campaña para el olvido del Metropolitano 1984, inmerso en una gran crisis institucional: tres derrotas y dos empates dieron inicio a ese torneo, aunque esa racha se estiró tres partidos más. Ahora, Boca acumula cuatro paridades y una derrota.También se puede retroceder a 1949. Otro desempeño muy flojo que dejó a Boca a un punto de descender: dirigido por Renato Cesarini, el xeneize había sumado cuatro derrotas y un empate en el arranque de aquel certamen de hace 72 años.Independiente – Racing, por el Torneo 2021: el Rojo ganó un clásico a pura emoción con un gol de Silvio RomeroPor último, la Bombonera, esa casa que lo suele fortalecer, sin la presencia de su gente -debido a la pandemia- lo debilitó hace tiempo. Pensando en lo reciente, ganó apenas un encuentro (el de The Strongest) de los últimos seis que disputó como local. Y si se observa el 2021, fue anfitrión en 16 ocasiones, de las cuales sólo en cinco cosechó triunfos: también 9 igualdades y dos caídas.Boca tiene derecho a poder inflar el pecho y celebrar el hecho de empezar a sacarse la mochila llamada River, pero –si bien tiene mucho tiempo- debe reponerse cuanto antes de todo lo malo que arrastra.La mirada de Russo sobre el empateEl entrenador de Boca, Miguel Angel Russo, expuso su análisis sobre el juego de su equipo y, llamativamente, dijo haberse retirado contento con lo que vio.“Quedé conforme. En condiciones anormales, los muchachos tuvieron que hacer un desgaste muy grande e ir a buscar el partido. Creo que el foul del que viene el gol del rival, no fue. Más allá de eso, el equipo se sobrepuso mentalmente al estado de la cancha y siguió buscando después de la expulsión de Cardona. En condiciones normales, a lo mejor, hubiese sido otro el partido”, empezó la conferencia de prensa poniendo el foco en la jugada previa al tanto de Argentinos que abrió el partido y a las dificultades para jugar. No obstante, al mismo tiempo, quiso poner un freno: “El gol de ellos fue raro porque el tiro libre no existió, pero son las cosas que tiene el fútbol. No pongo excusas ni nada. Por lo que había en juego y la situación de la lluvia, me voy contento porque encontramos el empate”.Lionel Messi se fue de Barcelona en una emocionante despedida: “Pasé toda mi vida acá y no estaba preparado para irme”Cuando profundizó sobre lo hecho por sus dirigidos en medio de esa lucha contra la acumulación del agua, remarcó demasiadas virtudes: “El volumen de juego que tuvimos fue importante. Hubo asociaciones y situaciones de gol. Merecimos más. Nos supimos acomodar a un campo que tenía mucha agua. Pero en el segundo tiempo, en la parte más seca que había sobre el costado izquierdo, creamos más situaciones de gol”.

Fuente: La Nación

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He asistido a muchos festivales del libro en mi vida pero a ninguno lo recuerdo como el Hay Festival, un pueblecito en la frontera entre Inglaterra y Gales, a orillas del río Way. Existe desde 1987 gracias a Peter Florence, y es, probablemente, el más exitoso del mundo, por la cantidad de escritores y de público que atrae y porque es el único que se ha expandido por el planeta gracias a su libertad, improvisación, informalidad y poder de atracción. El Hay Festival, que recibió el año pasado el Premio Princesa de Asturias de Comunicación 2020 tiene, además, la fortuna de contar entre sus directivos con una española, Cristina Fuentes, una mujer orquesta que resuelve todos los problemas –a mí me mandó una vez en helicóptero de Londres a Hay– y que es capaz de contagiar su energía prodigiosa hasta a los muertos.Escribo estas líneas porque he sabido que Peter Florence acaba de renunciar a dirigir el Festival, entiendo que por un problema de “acoso laboral” (vaya usted a saber qué se entiende por esto) y si esta renuncia es efectiva sería una desgracia para el mundo de la cultura –y de la literatura en especial–, de manera que debemos impedirlo por todos los medios a nuestro alcance. El gobierno inglés, que no suele intervenir en estos asuntos y prefiere dejarlos a la iniciativa de la sociedad civil, ha hecho una excepción esta vez, ayudando al Hay Festival a superar los efectos de los contagios mundiales del coronavirus.El pueblecito de Hay fue, antes que la sede del Festival, la capital mundial (o por lo menos europea) de los anticuarios del libro. Un hombre al que no tengo más remedio que llamar un excéntrico o un loco, además de millonario, decidió un día por la belleza del lugar, comprar buena parte de las casitas que lo pueblan y ofrecerlas a los anticuarios libreros de muchos países europeos y de Estados Unidos; no sólo lo consiguió sino, cáiganse de espaldas, convirtió esa localidad durante algunos años en el sitio más importante para que universidades, bibliotecas y coleccionistas particulares viajaran una vez al año a Hay-on-Way, pues esta aldea galesa se había convertido, nada menos y nada más, que en la capital europea del libro antiguo. Todavía quedan en esa localidad algunos libreros de aquellos tiempos y es una delicia para el público que asiste al Hay Festival recorrer esas librerías con la certeza de que encontrará en sus estantes alguna maravilla de pocas o muchas libras esterlinas. Yo encontré, por ejemplo, en uno de esos legañosos anaqueles, una novela de caballerías francesa del siglo XVII.En ese momento, 1987, la intuición o la buena estrella de Peter Florence lo convencieron de que esta aldea era el lugar predestinado a ser la sede de un festival del libro que tendría un alcance superior. Y, en efecto, al cabo de muy pocos años, lo logró. No enumeraré la lista de escritores de todas las lenguas y de los países más exóticos (quiero decir los menos conocidos) que han asistido, en los días del verano británico, al Hay Festival (creo que todos los invitados han ido, complacidos), sino del extraordinario público, procedente de todas partes, que asiste a los debates, lecturas, conferencias, sobre los temas más diversos y las amistades (y enemistades también por razones políticas o estéticas) que allí se forjan. Y los queridos pubs donde suelen terminar las presentaciones, que desde media mañana hasta la medianoche, pueblan los improbables escenarios e incluso las caballerizas y gallineros de ese lugar estimulante. No suelo asistir a festivales del libro porque no tengo tiempo; pero cuando Cristina Fuentes o Peter Florence me han invitado a acompañarlos nunca he dicho que no. Porque en el Hay Festival he conocido a grandes escritores y he hecho amigos imperecederos. Y pocas veces he gozado tanto en un lugar donde se hablaba de literatura (mezclada a menudo con la política o la aventura personal) como en esa pequeña localidad donde la Inglaterra y la orgullosa Gales se confunden.Una de las ideas geniales de Peter Florence y del equipo que lo acompaña fue haber sacado el Festival del Libro del poblado de Hay y extenderlo por el mundo, principalmente el hispánico. Ellos, siguiendo una buena costumbre, no eligen nunca capitales, sino ciudades del interior de los países. Allí el Festival por razones obvias se convierte en la más publicitada y popular operación, y esa es una de las razones del éxito de los festivales del libro que se celebran en la actualidad en Cartagena de Indias (Colombia), Querétaro (México), Segovia (España) y en Arequipa (Perú), mi tierra natal, donde hasta los empresarios han contribuido al éxito del festival aflojando las bolsas y donde he visto, con alegría, la presencia de jóvenes letra heridos bolivianos y chilenos.Las mesas redondas de los festivales de Hay son absolutamente libres –algunos las llamarían anárquicas–, de tal modo que los participantes suelen hablar de aquello que les importa y esa es sin duda una de las razones de su popularidad. Hay siempre una indicación del asunto que se va a tratar, pero los concurrentes asiduos saben que aquello es sólo un punto de partida y que los invitados terminarán hablando de lo que más les preocupa. Aunque el inglés suele ser la lengua más corriente, también lo es el español, o la que prefieran los participantes, de manera que muchas de esas mesas redondas o encuentros se suelen convertir en alegres y tumultuosas diversiones, en clases, coloquios, o, más bien, en lo que los surrealistas llamaban los espectáculos-provocación. Todo aquello funciona más que bien y, sobre todo, las lecturas de poemas, cuentos o fragmentos de novelas que suelen hacer los jóvenes, pieza central de las presentaciones cotidianas que, en ciertos lugares, llegan hasta la medianoche (lecturas con luna y estrellas).Como en todo, detrás del Hay Festival del Libro hay una personalidad incansable o, mejor dicho, un equipo que se dedica a pensar y actuar, y en este caso no quiero sobrestimar a Peter Florence, pero estoy seguro de que él ha sido quien ha contagiado su entusiasmo y sus sueños al pequeño redil de colaboradores suyos que ha sido capaz de concebir y materializar una promoción del libro y encuentros entre los escritores y lectores tan certero, tan cosmopolita y tan extraordinario como ha sido y, espero, seguirá siéndolo, por muchos años, el Hay Festival. Estas cosas tan populares no suelen surgir de las instituciones o gobiernos sino de las personas; no es nunca lo mismo cuando una institución asume la responsabilidad de organizar una promoción del libro, como en la Feria de Guadalajara por ejemplo o la Feria de Fráncfort, para citar a las dos más famosas, o cuando resulta de la improvisación e inventiva de personas particulares, como en el caso que reseño. Ambas tienen una función que cumplir, por supuesto, y a ambas hay que incentivarlas. Pero es evidente que la libertad de improvisación y de invención de que gozan Peter Florence y sus colaboradores es mucho mayor que los establecidos por los gobiernos, la institucionalidad o las costumbres locales. Por eso, el Hay Festival debe seguir contribuyendo a la difusión del libro y de las buenas lecturas, y al acercamiento entre escritores y lectores como ha venido haciéndolo por todo el ancho mundo (en una época el Hay Festival se celebraba también en una ciudad de la India). Estoy seguro de que los problemas de “acoso laboral” de que ha sido acusado Peter Florence tienen una fórmula de solución. Y él verse libre y animoso de nuevo para seguir fantaseando y materializando, como lo ha hecho hasta ahora, la manera de que escritores y lectores se conozcan, realicen sus sueños y logren ese poquito de felicidad que los libros nos deparan, algo mejor que confinarnos buscando la neurosis o la más extendida afición de entre matarnos. © Ediciones EL PAÍS, SL

Fuente: La Nación

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En una dura crítica al Gobierno, el precandidato a senador nacional por Cambiando Juntos, Luis Juez, lanzó: “Hicieron de la inmoralidad una bandera”. En este sentido, al conversar con el periodista José del Rio en Comunidad de Negocios, por LN+, el diputado cordobés cruzó a Alberto Fernández: “El valor de la palabra en un inmoral es cero, y el Presidente es un inmoral. Jamás vi la palabra tan degradada en alguien con tanta responsabilidad. Debería cuestionarse si tiene la moral para el cargo que tiene”.En línea con esta reflexión, durante su reciente visita a Valle Hermoso había dicho: “No me voy a convertir en un bandido para ganar las elecciones”. Entonces, consultado por esa frase, profundizó: “Algunos creen que deberíamos abandonar el método de la honestidad, la esencia y los valores, y buscar algún atajo. Yo ya estoy viejo para eso, ya no tengo posibilidad de cambiar mi forma de pensar. Puedo ganar o perder, pero no voy a entregar mis convicciones para lograr un objetivo”.La marcha de las piedras: cómo se gestó el reclamo de los familiares de fallecidos por coronavirusJuez también dijo que, políticamente, sigue su “propio prestigio”, sin “colgarse del cogote de nadie”. “Si gano no voy a ser Gardel y si pierdo no voy a ser un linyera”, proyectó. E ironizó: “Yo nunca jugué con el caballo del comisario. Cuando me han prestado algo para moverme, fue la mula de Sancho Panza. Algunos creen que necesitan sponsor para hacer política, y nosotros creemos que necesitamos moral y autoridad ética para mirar a los vecinos a la cara”.Siguiendo esa misma reflexión, el funcionario opositor resaltó que no se siente incluido “en la casta de mugrientos inútiles y ladrones que viene a robar”, y destacó: “Siempre jugué con la misma camiseta, la del equipo de la honestidad. Nunca me cambié, busqué un atajo o intenté una chicana para llegar más rápido. Estoy convencido de que la crisis de este país es moral y de valores. A todo le metemos ideología berreta”. Entonces, insistió: “Si algún día nos juntáramos los decentes, sin importar de dónde vengamos, y nos propusiéramos tomar el Estado y gobernarlo de manera decente, la gente no tendría los problemas que tiene. Pero empezamos a corrernos por derecha o izquierda, y esos son pretextos para no hacer lo que la gente: que sus gobernantes lo administren con decencia, honestidad y que digan la verdad”.Para él, “la gente es muy simple y no pide locuras, sino cosas muy mundanas”. “Te piden que seas austero y que no les mientas; por eso, están muy enojados con el Gobierno. Creíamos que nos estaban cuidando, y ellos estaban de joda”, remató, aunque aclaró que “la culpa de los que visitaron Olivos, no es de los visitantes, sino de los que permitieron que entraran”.Tragedia en la autopista: una camioneta se estrelló contra un poste y murieron cuatro integrantes de una familiaSobre este conflicto, Juez señaló: “La gente no tiene la suerte que tiene el peluquero de Alberto, que le dieron 700 lucas para que siga funcionando. Tengo amigos que nunca más pudieron levantar la persiana y que están en la lona”. Además, recordó el crimen de Blas Correa, un joven de 17 años que fue asesinado por balas de armas reglamentarias cuando intentó eludir un control policial hace un año. “Lo fusiló la policía, mientras Alberto hacía pasar al adiestrador de Dylan o a la peinadora de cejas de su pareja”.“No se me ocurriría jamás pararme en frente de Fernández y decirle: ‘Usted es mi comandante en jefe’. Mirá dónde nos llevó: 107 mil muertos. Esta batalla la perdimos por choreo”, sentenció, y -por la administración de la pandemia- también cruzó al exministro de Salud bonaerense y actual candidato a diputado nacional por la provincia, Daniel Gollán: “Si hubiese sido un gran ministro hubiera continuado en su cargo”.

Fuente: La Nación

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El lanzamiento del nuevo plan Ahora 30 y el relanzamiento y la ampliación de todas sus demás versiones -desde Ahora 3 hasta Ahora 24– para poder comprar a crédito prácticamente de todo funcionarán. Esos programas siempre funcionan. Los argentinos son expertos en “leer ventanas de oportunidad”. La inflación interanual de junio fue del 50,2%. En ese contexto, comprar algo hoy que se terminará de pagar dentro de dos años es leído con un pragmatismo de guerra: “Las últimas cuotas son gratis”.Del mismo modo funciona el programa Precios Cuidados. Lo demuestran las evidencias. Según los datos de Scentia, las ventas medidas en unidades de bienes de consumo masivo básicos registraron una fuerte caída en el primer semestre de este año comparándolas con el mismo período del año anterior: -7,4%. Sin embargo, crecieron 1,2% en las grandes cadenas de supermercados y cayeron 14% en los autoservicios de barrio. Esa brecha es muy inusual. ¿Qué pasó? Otra vez, pragmatismo de guerra.Puestos en un entorno de supervivencia, porque así es como se sienten, los consumidores se abrazan hoy a aquella verdad de la calle para momentos extremos como el actual: “No es tiempo para almas bellas”. En los supermercados están los precios “cuidados”, “congelados”, “máximos”, “controlados” o como se los quiera llamar; en los comercios de barrio están los “precios reales”. De acuerdo con los datos del Indec, en 2020 la caída del poder adquisitivo de un hogar promedio de la Argentina medida en pesos fue del 11%. El último dato oficial muestra que las cosas no cambiaron demasiado en el primer trimestre de 2021: -8%. Por enésima vez en la última década, “la plata no alcanza”.¿Tiene sentido entonces la batería de medidas para incentivar el consumo que el Gobierno está volcando al mercado? Obvio que sí. ¿Lo agradecerán los consumidores? Por supuesto. ¿Lo aprovecharán los comerciantes? Todo lo que puedan. Otra máxima del pragmatismo de guerra: “No hay que dejar plata arriba de la mesa”.En síntesis: ¿lograrán todos estos nuevos incentivos “mover la aguja” del consumo? Altamente probable. ¿Cuánto? Difícil saberlo luego de tiempos tan duros.Si en el fondo son las mismas personas, solo que en distintos roles, las que un día compran y otro día votan, ¿la seducción sobre los consumidores finalmente modificará la opinión de los ciudadanos? Eso es otra cosa.En el mundo contemporáneo, donde el consumo es un elemento central de la identidad, está verificada con innumerables pruebas la relación directa entre capacidad de compra y humor social. Y, del mismo modo, está comprobado que el humor social afecta la decisión electoral. Hay una conexión directa entre los tres eslabones de esa cadena imaginaria. En la Argentina, aún más. La historia lo demuestra.Sin embargo, la trama de interrelaciones que procuramos desentrañar esta vez es mucho más compleja. No alcanza con revisar el pasado o los patrones de conducta estándar. Eso sería muy válido si pudiéramos poner a prueba las hipótesis con “condiciones normales de humedad y temperatura”. Pero nada de lo que está ocurriendo es normal. Desde hace un año y medio todo es anormal.Empecemos por ver qué dicen los números sobre esas percepciones. El Índice de Confianza de los Consumidores-UTDT, que mide, por decirlo de un modo simple, la “propensión a meter la mano en el bolsillo” en una escala que va de 0 a 100 puntos, tuvo un valor cercano al piso de la serie histórica durante casi todo lo que va de 2021. Osciló en la zona de los 35 puntos entre abril y junio. Esos valores son similares a los de abril 2019, octubre 2018, febrero 2014, enero 2002 y noviembre 2001. Momentos en los que, por múltiples motivos, los consumidores “se guardaron”.En la medición de julio tuvo un crecimiento del 9%. Pasó de 35 a 38 puntos. Una mejora relevante en términos mensuales, pero muy tenue todavía al ponerla en perspectiva. Ese es un valor que está por debajo de los 40 puntos de junio 2019, por ejemplo. Muy lejano de “picos de gloria” como los de febrero 2004, enero 2007 o septiembre 2011, cuando “volaba” en la zona de los 60 puntos, máximos históricos de la serie.Efecto en dudaEste análisis ya marca de por sí dos cosas: 1) Los incentivos no eran necesarios, eran imprescindibles. 2) El piso desde el que se parte es tan bajo que la capacidad de dichos estímulos para modificar el humor social está, por lo menos, en duda.Vayamos ahora al resto de las dimensiones que podrían influir en la elección. En el mundo y acá “pasó de todo”. Y lo que es peor, todavía no terminó. El 3 de julio The Economist publicó una tapa que de manera muy precisa pudo ilustrar la nueva instancia en la que entrábamos. Título corto y potente: “The long goodbye” (“El largo adiós”). El diseño mostraba al Covid yéndose de a poco, en pasos, en etapas, como si fuera el fade out de una película antes de que aparezca la palabra “Fin”.Otra vez, si volvemos a mirar el hemisferio norte lo que nos muestra ese “espejo que adelanta” es ambivalente. Por un lado, llegan señales muy claras: ante cualquier atisbo de final, la gente lo que quiere es volver a la “normalidad” a secas y arrojar casi todo lo que le recuerde a la “nueva normalidad” al más recóndito de los rincones. De hecho, “el hito” del final de la pandemia es la autorización para dejar de vivir enmascarados. Y por otro lado, vemos cómo vuelven a subir los casos y regresan las restricciones a pesar de estar en verano por lo que ahora llaman “la pandemia de los no vacunados”.En ese contexto, la crisis multidimensional –económica, social, política, sanitaria y emocional– continúa siendo el marco de referencia obligado. Por ende, no podemos linealmente extrapolar el pasado o lo estándar, porque este formato de múltiples afectaciones sobre los seres humanos, donde lo que está en juego es lo más preciado que tienen, su vida y su calidad de vida, es inédito.Si esto no pasó nunca y por ende no se parece a nada, ¿no cabe la posibilidad de que lo que ocurra en el escenario electoral sea también “anormal”? Tal vez suceda lo “normal”. No dejaría de ser una extrañeza en las actuales circunstancias, pero es una posibilidad muy cierta y atendible.De todos modos, dada la anormalidad que nos habita, quizá valga la pena explorar otras hipótesis.Todas las preguntas¿Irá menos gente a votar por miedo o para expresar un descontento que registran todos los relevamientos sociales del momento? ¿O, por el contrario, irán más que nunca a votar para expresar ese sentimiento? ¿Votarán mirando hacia adelante o hacia atrás? ¿Alcanzarán los últimos dos meses o pesarán más los últimos dos años? ¿Qué hará la sociedad con todo el dolor que la atravesó durante esta “eternidad”? ¿Serán Clemente, Mafalda y las fetas de salame candidatos inesperados, como ocurrió en las elecciones legislativas de octubre 2001, cuando el voto nulo + voto en blanco “salió segundo” en la provincia de Buenos Aires, con el 26% de los sufragios? ¿O justamente por aquel aprendizaje que terminó tan mal la sociedad buscará seguridad y protección en la experiencia de los candidatos más fiables? ¿Tendrán los outsiders un protagonismo inusual o se buscará la contención de lo conocido y ya probado? ¿Da lo mismo que en ese momento haya fuerte circulación viral nuevamente, o no da lo mismo y eso puede alterar todo?Demasiadas preguntas. Cuando llegue “la hora de la verdad”, muchas habrán sido meros devaneos intelectuales. El problema es que en el mes que queda por delante resultará intrincado dilucidar cuáles. Los que guardan las respuestas las tienen tan bien escondidas que quizá ni siquiera ellos puedan encontrarlas hasta el último minuto. Luego todo será historia.Por ahora, solo podemos trabajar con escenarios múltiples. Y no olvidar que están apoyados sobre una trama volátil y de alta complejidad, donde desconocemos cómo se impactarán entre sí las múltiples variables que afectan a emociones en “estado random”.Buscar certezas sería hacernos trampas al solitario. Todavía queda mucho por ocurrir.

Fuente: La Nación

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El exministro de Salud y precandidato a diputado nacional por Juntos por el Cambio Adolfo Rubinstein se refirió este domingo a las elecciones de medio término y sostuvo que el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se equivocó al adelantar la agenda electoral.“Larreta tiene un excelente desempeño como jefe de Gobierno, pero cometió un error político al adelantar la agenda [electoral] del 23 al 21?, dijo Rubinstein, en Comunidad de Negocios por LN+.Consultado sobre las listas dentro de Juntos por el Cambio, que competirán en las Primarias Abiertas y Obligatorias (PASO) para definir quiénes serán los candidatos en las elecciones legislativas, el exministro de Salud consideró que aunque comparte “los mimos valores y principios” con el resto de los precandidatos, encuentra que su fórmula tiene diferencias en relación a la propuesta de María Eugenia Vidal y de Ricardo López Murphy.“Creo que la lista de Vidal tiene que ver más con un acuerdo político para equilibrar los puntos en la ciudad, mientras que López Murphy tiene más que ver con una agenda más conservadora y de que no se fuguen muchos votos en la interna”, dijo.Y continuó: “Nosotros estamos proponiendo algo distintivo, es que queremos resaltar la agenda que hoy preocupa después de un año y medio de la pandemia, como es la economía, la educación, la economía del conocimiento, la salud, la agenda verde, en relación al cambio climático que parece estar hoy muy lejos, pero que claramente la pandemia ha tenido mucho que ver con eso. En cuanto a temas como la salud y la educación, no hay en las otras dos listas nadie que represente una mirada desde la salud pública o desde la educación”.Tragedia en la autopista: una camioneta se estrelló contra un poste y murieron cuatro integrantes de una familiaFue entonces cuando mencionó algunos de los precandidatos que lo acompañan en su armado político. Por un lado, la número dos Mónica Marquina, que ha militado por la apertura de las aulas; el científico especialista en nanotecnología Galo Soler Illia; el radical Facundo Suárez Lastra; y el actor Luis Brandoni, entre otros. A este último lo calificó como “alguien simbólico que desde su lugar numero 13 de la lista ha tenido una trayectoria intachable no solo como actor sino como defensor de las libertades públicas”.Rubinstein consideró que su lista no responde a un armado político. “Se tratar de una elección legislativa: acá hay que poner gente con competencia técnicas en los temas que preocupan, por supuesto con vocación política”, agregó. En esta línea, según él, “el único con competencias técnicas en las listas es Daniel Gollán”.Por último, concluyó: “El problema es político y moral no es solo un problema económico. Tenemos que ir desde Juntos por el Cambio con una agenda de transformación que termine con el enojo, la desazón, en todos los niveles, sobre todo en los jóvenes”.

Fuente: La Nación

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Ciudad de méxico, 8 ago (reuters) – la farmacéutica china
cansino biologics dijo el domingo que informó a las autoridades
sanitarias de méxico que una segunda dosis de su vacuna contra
el covid-19 incrementa sustancialmente los niveles de
anticuerpos en personas inoculadas.Un ejecutivo de CanSino alertó en la semana que
los niveles de anticuerpos de su fármaco, de dosis única, habían
caído un 30% después de medio año de su aplicación. Sin embargo,
una inyección de refuerzo a los seis meses de la primera dosis
logró que los anticuerpos se dispararan alrededor de ocho veces.”Es decir una segunda aplicación de la vacuna CanSino brinda
mayor protección a quienes la han recibido, y es segura”, dijo
la biofarmacéutica el domingo en un comunicado. “Estos
resultados han sido entregados a la autoridad sanitaria mexicana
(Cofepris)”, añadió.La firma agregó que actualmente se llevan a cabo en el país
latinoamericano estudios de Fase III de extensión del protocolo
de su vacuna, en el que participan 15,000 voluntarios. No fue
posible contactar de inmediato a portavoces de Cofepris en busca
de comentarios.México ha recibido desde diciembre casi 90 millones de dosis
de diferentes vacunas contra el COVID-19, con las que ha
inoculado a un 39.6% de sus habitantes con al menos una
aplicación, según un recuento de Reuters.Los biológicos recibidos de CanSino Biologics suman casi 6.5
millones de unidades y han sido aplicados principalmente entre
el personal docente.
(Reporte de Noé Torres)

Fuente: La Nación

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