En su primer viaje por Madrid en 1968 Jorge Cavaliere visitó una emblemática tasca y se quedó fascinado con el sabor de sus tapas y pintxos, sidra tirada y espectacular ambiente. Tras su regreso a Buenos Aires recordó aquella experiencia y cumplió su sueño con la apertura de Tancat, un restaurante de comida española en el Microcentro porteño. La alargada y pintoresca barra se transformó en un clásico y sus emblemáticos platos, como el cochinillo, la tortilla y el pulpo a la española traspasaron generaciones.Tancat en sus iniciosJorge o “El gordo”, como le dicen los habitués, trabajó durante muchísimos años en turismo. A los catorce años comenzó como cadete, luego en diferentes agencias y hasta logró montar su propia empresa de viajes. Desde joven tiene una gran pasión por el servicio y la cocina: en su hogar solía deleitar a familiares y amigos con sus platos caseros. Siempre fue un gran anfitrión. Dicen que hay viajes que son un antes y un después en la vida, para él fue crucial conocer la capital de España para inspirarse. “Cuando papá comió en las tascas españolas se quedó encantado con sus platos, vinos y el protagonismo de la barra. Y se juró alguna vez poder abrir un lugar similar en Argentina”, cuenta Pía, su hija, a LA NACIÓN. Ella comenzó a acompañarlo en el negocio desde el 2006.Doce años más tarde, Cavaliere salió de su oficina y descubrió un diminuto local (de 3 metros de ancho por 25 de largo) sobre la calle Paraguay (Entre Maipú y Florida) y se entusiasmó nuevamente con la idea de instalar su propio boliche. Para el diseño convocó al reconocido arquitecto y diseñador Ricardo Plant, quien era su amigo desde hace años. “El lugar era pequeñísimo, como un pasillo. En la década del 80 era inimaginable que allí funcionara un restaurante. Plant hizo una propuesta arquitectónica en la que la barra sería la gran protagonista y en el salón había solamente dos mesitas chiquitas. Como color predominante eligió el rojo, que para la época también era muy innovador y disruptivo”, detalla Pía.El salón, con el rojo tan característico que le imprimió su fundador, Jorge, “El gordo” como lo llaman los habituésTancat, que en catalán significa “cerrado”, abrió sus puertas en 1980 y recuerdan que fue Plant quien lo bautizó así. “La idea era que sonara a algo exclusivo. El lugar había quedado tan fantástico que se dio el gusto, fue como una forma de agradecimiento a su magnífica labor”. En sus más de 40 años el restaurante cambió de fachada en varias oportunidades, pero siempre estuvieron presentes el color rojo (que se convirtió en uno de sus sellos más distintivos) y el negro.Como la agencia de viajes de Jorge quedaba a la vuelta del restaurante, él logró combinar sus dos pasiones. Poco a poco iba conquistando los paladares de los oficinistas de la zona. “Él es fanático del servicio. Siempre dice que Tancat no es una empresa gastronómica sino una una empresa de servicios que brinda comida. Estos valores siempre me los inculcó desde chiquita”, asegura Cavaliere . Con el boca en boca, la tasca comenzó a ser reconocida en Buenos Aires y en 1998 se agrandaron. Con la primera reforma anexaron el local de al lado y se agregaron más mesas y boxes. De 38 cubiertos pasaron a 110.El salón con mesas y al fondo, la barraLa alargada barra de madera, con altas banquetas tapizadas en color rojo, siempre fue el sitio más codiciado y jamás perdió su mística. En ella se han acodado desde Jorge “Cacho” Fontana, Héctor Larrea, Fernando Bravo, Guillermo Coppola, Teté Coustarot hasta Juana Viale. “Siempre solía estar concurrida. Hay clientes que tienen su lugar predilecto desde hace años. También están los que vienen a almorzar todos los mediodías, se hacen amigos y a fin de año organizan una comida de “los de la barra”, describe Pía. Con la pandemia lejos quedó la escena en la barra con parroquianos amontonados, pero la tradición de disfrutar de unas deliciosas tapas acompañadas con vino por copa o sidra tirada y la charla distendida con los mozos de antaño continúa. A lo largo de los años los clientes también dejaron su sello de pertenencia. En las paredes y detrás de la barra varios han colgado tarjetas con sus números de teléfono, dibujos y hasta fotografías. ”Todo se mantiene igual, ese sector es sagrado. Conservamos muchísimos recuerdos”, confiesa Pía.Recuerdos de los clientesJorge, quien actualmente tiene 82 años, le puso su impronta a cada uno de los platos. Según asegura su hija: “Siempre le encantó meterse en la cocina, tiene un paladar increíble y es creativo. Él armó muchísimas recetas. En esa época incorporó variedad de tapas y fue pionero en ofrecer vino por copa”. Uno de sus caballitos de batalla es la tortilla a la española. Está hecha a base de papas y cebollas pochadas en aceite de oliva y lleva chorizo colorado desgrasado. Los parroquianos la piden siempre babé. Para arrancar hay desde callos a madrileña, gambas al ajillo, jamón crudo a la manera de Tancat (con un toque de aceite de oliva, gotas de limón y pimienta negra molida en el momento), croquetas de salmón rosado o de jamón, champiñones a la planta y hasta “Pa amb tomàquet”, un pan con tomate, aceite de oliva y una sutil loncha de jamón crudo. Una de las últimas incorporaciones fueron las setas de autor rellenas con salmón ahumado y jamón crudo gratinadas. Previo a la pandemia era un clásico acercarse a la barra y elegir entre el surtido de tapas del día.La gran variedad de tapas de la cartaSus pescados merecen una mención aparte. “Mi padre nos inculcó la costumbre de recorrer mesa por mesa y recomendar el pescado fresco del día. Él siempre se acercaba, charlaba con los clientes y les contaba secretos de sus recetas. Es muy lindo ese ida y vuelta. De hecho, cuando diseñamos algún plato nuevo tenemos la tradición de dárselo a probar a los habitués”, cuenta Pía. Algunos de los preferidos son las gambas a la plancha encebolladas con un toque de provenzal y acompañadas con ensalada de rúcula; los chipirones acompañados con papas al natural o el filet de merluzón a la plancha con guarnición de ensalada fresca. El pulpo español a la gallega es otro de los imperdibles y no se queda atrás su tentáculo a la plancha con guarnición de papas al natural.La tortilla de papas, una de las más pedidas de Buenos AiresOtro de sus platos emblemáticos es el cochinillo acompañado con papas al tomillo. Lo cocinan al horno, a fuego medio, durante más de cuatro horas. Antes solía estar disponible algunos días de la semana y actualmente lo elaboran por encargo. Varios clientes suelen llamar y pedir que se lo preparen entero. De postre ofrecen crema catalana, natillas o flan casero.Pan y tomate, un clásico de la comida española y de TancatCon la llegada de la pandemia el Microcentro se vació. “Todavía parece una ciudad fantasma. Somos pocos los emprendimientos que seguimos en pie”, asevera Pía. Por primera vez en su historia comenzaron ofrecer sus platos clásicos por delivery y a paso lento van recuperando a los oficinistas y clientela de toda la vida.Una copa de vino y fiambres para la hora del aperitivoLa barra de Tancat, contrario a lo que su nombre en catalán anticipa, permanece abierta e invita a un viaje sin escalas a España, pero en pleno Microcentro porteño.

Fuente: La Nación

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En su primer viaje por Madrid en 1968 Jorge Cavaliere visitó una emblemática tasca y se quedó fascinado con el sabor de sus tapas y pintxos, sidra tirada y espectacular ambiente. Tras su regreso a Buenos Aires recordó aquella experiencia y cumplió su sueño con la apertura de Tancat, un restaurante de comida española en el Microcentro porteño. La alargada y pintoresca barra se transformó en un clásico y sus emblemáticos platos, como el cochinillo, la tortilla y el pulpo a la española traspasaron generaciones.Tancat en sus iniciosJorge o “El gordo”, como le dicen los habitués, trabajó durante muchísimos años en turismo. A los catorce años comenzó como cadete, luego en diferentes agencias y hasta logró montar su propia empresa de viajes. Desde joven tiene una gran pasión por el servicio y la cocina: en su hogar solía deleitar a familiares y amigos con sus platos caseros. Siempre fue un gran anfitrión. Dicen que hay viajes que son un antes y un después en la vida, para él fue crucial conocer la capital de España para inspirarse. “Cuando papá comió en las tascas españolas se quedó encantado con sus platos, vinos y el protagonismo de la barra. Y se juró alguna vez poder abrir un lugar similar en Argentina”, cuenta Pía, su hija, a LA NACIÓN. Ella comenzó a acompañarlo en el negocio desde el 2006.Doce años más tarde, Cavaliere salió de su oficina y descubrió un diminuto local (de 3 metros de ancho por 25 de largo) sobre la calle Paraguay (Entre Maipú y Florida) y se entusiasmó nuevamente con la idea de instalar su propio boliche. Para el diseño convocó al reconocido arquitecto y diseñador Ricardo Plant, quien era su amigo desde hace años. “El lugar era pequeñísimo, como un pasillo. En la década del 80 era inimaginable que allí funcionara un restaurante. Plant hizo una propuesta arquitectónica en la que la barra sería la gran protagonista y en el salón había solamente dos mesitas chiquitas. Como color predominante eligió el rojo, que para la época también era muy innovador y disruptivo”, detalla Pía.El salón, con el rojo tan característico que le imprimió su fundador, Jorge, “El gordo” como lo llaman los habituésTancat, que en catalán significa “cerrado”, abrió sus puertas en 1980 y recuerdan que fue Plant quien lo bautizó así. “La idea era que sonara a algo exclusivo. El lugar había quedado tan fantástico que se dio el gusto, fue como una forma de agradecimiento a su magnífica labor”. En sus más de 40 años el restaurante cambió de fachada en varias oportunidades, pero siempre estuvieron presentes el color rojo (que se convirtió en uno de sus sellos más distintivos) y el negro.Como la agencia de viajes de Jorge quedaba a la vuelta del restaurante, él logró combinar sus dos pasiones. Poco a poco iba conquistando los paladares de los oficinistas de la zona. “Él es fanático del servicio. Siempre dice que Tancat no es una empresa gastronómica sino una una empresa de servicios que brinda comida. Estos valores siempre me los inculcó desde chiquita”, asegura Cavaliere . Con el boca en boca, la tasca comenzó a ser reconocida en Buenos Aires y en 1998 se agrandaron. Con la primera reforma anexaron el local de al lado y se agregaron más mesas y boxes. De 38 cubiertos pasaron a 110.El salón con mesas y al fondo, la barraLa alargada barra de madera, con altas banquetas tapizadas en color rojo, siempre fue el sitio más codiciado y jamás perdió su mística. En ella se han acodado desde Jorge “Cacho” Fontana, Héctor Larrea, Fernando Bravo, Guillermo Coppola, Teté Coustarot hasta Juana Viale. “Siempre solía estar concurrida. Hay clientes que tienen su lugar predilecto desde hace años. También están los que vienen a almorzar todos los mediodías, se hacen amigos y a fin de año organizan una comida de “los de la barra”, describe Pía. Con la pandemia lejos quedó la escena en la barra con parroquianos amontonados, pero la tradición de disfrutar de unas deliciosas tapas acompañadas con vino por copa o sidra tirada y la charla distendida con los mozos de antaño continúa. A lo largo de los años los clientes también dejaron su sello de pertenencia. En las paredes y detrás de la barra varios han colgado tarjetas con sus números de teléfono, dibujos y hasta fotografías. ”Todo se mantiene igual, ese sector es sagrado. Conservamos muchísimos recuerdos”, confiesa Pía.Recuerdos de los clientesJorge, quien actualmente tiene 82 años, le puso su impronta a cada uno de los platos. Según asegura su hija: “Siempre le encantó meterse en la cocina, tiene un paladar increíble y es creativo. Él armó muchísimas recetas. En esa época incorporó variedad de tapas y fue pionero en ofrecer vino por copa”. Uno de sus caballitos de batalla es la tortilla a la española. Está hecha a base de papas y cebollas pochadas en aceite de oliva y lleva chorizo colorado desgrasado. Los parroquianos la piden siempre babé. Para arrancar hay desde callos a madrileña, gambas al ajillo, jamón crudo a la manera de Tancat (con un toque de aceite de oliva, gotas de limón y pimienta negra molida en el momento), croquetas de salmón rosado o de jamón, champiñones a la planta y hasta “Pa amb tomàquet”, un pan con tomate, aceite de oliva y una sutil loncha de jamón crudo. Una de las últimas incorporaciones fueron las setas de autor rellenas con salmón ahumado y jamón crudo gratinadas. Previo a la pandemia era un clásico acercarse a la barra y elegir entre el surtido de tapas del día.La gran variedad de tapas de la cartaSus pescados merecen una mención aparte. “Mi padre nos inculcó la costumbre de recorrer mesa por mesa y recomendar el pescado fresco del día. Él siempre se acercaba, charlaba con los clientes y les contaba secretos de sus recetas. Es muy lindo ese ida y vuelta. De hecho, cuando diseñamos algún plato nuevo tenemos la tradición de dárselo a probar a los habitués”, cuenta Pía. Algunos de los preferidos son las gambas a la plancha encebolladas con un toque de provenzal y acompañadas con ensalada de rúcula; los chipirones acompañados con papas al natural o el filet de merluzón a la plancha con guarnición de ensalada fresca. El pulpo español a la gallega es otro de los imperdibles y no se queda atrás su tentáculo a la plancha con guarnición de papas al natural.La tortilla de papas, una de las más pedidas de Buenos AiresOtro de sus platos emblemáticos es el cochinillo acompañado con papas al tomillo. Lo cocinan al horno, a fuego medio, durante más de cuatro horas. Antes solía estar disponible algunos días de la semana y actualmente lo elaboran por encargo. Varios clientes suelen llamar y pedir que se lo preparen entero. De postre ofrecen crema catalana, natillas o flan casero.Pan y tomate, un clásico de la comida española y de TancatCon la llegada de la pandemia el Microcentro se vació. “Todavía parece una ciudad fantasma. Somos pocos los emprendimientos que seguimos en pie”, asevera Pía. Por primera vez en su historia comenzaron ofrecer sus platos clásicos por delivery y a paso lento van recuperando a los oficinistas y clientela de toda la vida.Una copa de vino y fiambres para la hora del aperitivoLa barra de Tancat, contrario a lo que su nombre en catalán anticipa, permanece abierta e invita a un viaje sin escalas a España, pero en pleno Microcentro porteño.

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Cualquier excusa era buena para verla. La había conocido en 1996 cuando los dos trabajaban en un local de comidas rápidas. Su primer recuerdo lo conduce a los momentos en los que trataba de ayudarla con un novio al que ella no podía ver ya que sus padres se lo habían prohibido. Pronto se hicieron amigos y comenzaron a compartir, además de las horas laborales, todo tipo de actividades. Y, en cuanto ella rompió con aquel chico, Adrián no dudó en invitarla a salir: a cenar, al teatro, al cine, cualquier oportunidad era buena para estar con ella.“Cada día que pasaba me enamoraba más pero no me animaba a decirlo. Ella me daba todas las señales pero yo no podía verlas. Y en 2001 un día tomé papel de la impresora y un lápiz: allí volqué todo lo que sentía por ella, más todo lo que me pasaba. Fui hasta el correo y envié esa carta. Tiré el celular que entonces tenía, ya que el solo pensarla o escucharla me dolía físicamente”.Pasaron los años. Adrián continuó con su vida. Para 2007 estaba empleado en General Electric y una tarde recibió un mail de ella: tuvo miedo, ansiedad, transpiró frío. “Le respondí y, volviendo a casa, en la estación Constitución, en un tren abarrotado, tomé coraje y la llamé. Fue como si no hubieran pasado ni dos días. Quedamos en encontrarnos en el mismo local de comidas rápidas de Morón donde nos habíamos conocido”.Soñar despiertoSe conocieron en un local de comidas rápidas. (NeONBRAND en Unsplash/)Entre ese septiembre de 2001 cuando Adrián envió la carta y mayo de 2007, la tarde que recibió el mail, habían pasado muchas cosas. Entre otras, él estaba en una relación estable y a punto de contraer matrimonio por iglesia. “Hacía un poco más de dos años yo buscaba estabilidad y mi pareja de ese momento lo mismo. Por nuestra formación familiar y personal ambos éramos católicos practicantes y participábamos de retiros. El casamiento era el camino lógico”.Sin embargo, el mail de Mariela lo cambió todo. Entre otras cosas, ella le agradecía profundamente porque él, sin saberlo, la había ayudado en momentos críticos que había tenido que atravesar. Habían acordado encontrarse a las 19 h. Pasados quince minutos del horario estipulado, Adrián recibió un llamado:- Me arrepiento, perdón, no puedo ir, le dijo ella con la voz entrecortada por la angustia.Cortó la llamada y giró lentamente para regresar a su casa. Estaba devastado. “Cuando me doy vuelta en medio del salón del local, la encontré de frente mirándome con el teléfono y sonriendo. El abrazo fue eterno”.Un lugar conocidoFueron hasta el departamento de Mariela. Hacía poco se había mudado y todavía tenía pocos muebles. La charla fluyó, como en los viejos tiempos, sin presión, con confianza y cariño, como cuando se habían conocido y convertido en eternos confidentes. “Me contó que había estado en pareja y que esa relación, muy tóxica por cierto, la había llevado a conocer y transitar ambientes de los que se quería alejar. Con vergüenza me confesó que el ex la había involucrado en el juego y ella se había convertido en una jugadora compulsiva. También detalló los momentos difíciles que había atravesado, cuando su vida estuvo en riesgo: sin sentido, por momentos había tenido deseos de dejar este mundo. Para salir adelante se había aferrado a sus animales y la carta que yo le había enviado allá por 1999?.Adrián quedó sin palabras. Lloraron juntos, se abrazaron fuerte contra una de las paredes de la cocina. El abrazo parecía no tener fin. Y de pronto las caricias, el contacto piel con piel, los olores y el afecto se transformaron en los besos que él recordaba con tanto cariño. Pasaron de la cocina al dormitorio. Tomaron vino, hablaron, rieron y se volvieron a abrazar en el piso sobre unos almohadones y acolchados ya que todavía no había cama. Hicieron el amor hasta el amanecer.Esos meses, quizás fueron los más hermosos de sus vidas: cada vez que se encontraban el tiempo desaparecía. “Pero ambos habíamos transitado la vida y en muchos sentidos teníamos la necesidad de descubrir cuan compartibles éramos. Por mi parte, con todo el dolor del mundo, hablé con quien iba a ser mi futura esposa. Le conté todo. No podía seguir adelante más allá de toda la parafernalia que conlleva el casamiento y que yo ya había pagado. Fue la mejor decisión de mi vida, habría vivido una mentira que no sé hasta dónde podría haber durado”.Lejos para estar cerca.Luego de unos meses intensos, un mediodía, mientras tomaban un café en un bar cerca de la estación de subte Pasteur, Mariela sugirió abrir la relación y tener encuentros con otras personas. “En ese momento no lo discutí, le dije que si para ella era lo mejor, no había problemas. Pasado un mes, salí con una compañera de trabajo, una cosa llevó a la otra, pero sentí que debía contarle a Mariela. Ella lo tomó bien, nunca supe leerla del todo. Pero resultó que para noviembre había vendido todo lo que tenía, había renunciado a su trabajo y se había ido a vivir a San Martin de los Andes. Un día antes de mudarse, me llamó para avisarme sobre la decisión. Quedé literalmente destruido”.Desorientado, confundido, abandonado, Adrián sintió que debía hacer algo. Vendió los fondos de comercio que tenía, literalmente se remató todo en una semana. Puso en venta su casa. Y comenzó a viajar con frecuencia a San Martín de los Andes, solo para verla a ella. Viajaba en avión como en taxi y, lentamente, en el transcurso de cinco años fue tomando forma la decisión de dejar atrás a su familia, su hermana y madre, sus sobrinos y amistades para instalarse cerca de donde estaba su corazón. “Lo decidí una tarde, cuando me despedía de Mariela en la terminal de micros de San Martín de los Andes y me sentía desgarrado por dentro. Lloré todo el viaje casi hasta llegar a Villa la Angostura, no podía parar, ahí decidí que no podía estar lejos de ella”.Adrián, entonces, se mudó también. Su destino fue Bariloche. Y allí comenzó de nuevo. Nunca más se volvió a enamorar. “Sé que no podría, será en la próxima vida. Mi vida ahora es la de un tipo de 45 que decidió salir del mercado. Me di cuenta de que ya me enamoré una vez, hay gente que quizás pueda enamorarse nuevamente, a mí eso no me pasa. Y no me pesa, estoy tranquilo trabajando en mi lugar en el mundo. Pienso que quizás algún día podamos cumplir la promesa que nos hicimos de viajar a Praga. No la veo desde antes de la pandemia, estamos en pausa. Nuestras vidas transcurren en paralelo al parecer. Con el tiempo tiendo a creer que el destino es como la cordillera, con senderos que nos ponen a prueba”.Si querés contarle tu historia a la Señorita Heart, escribile a corazones@lanacion.com.ar con todos los datos que te pedimos aquí.

Fuente: La Nación

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Cualquier excusa era buena para verla. La había conocido en 1996 cuando los dos trabajaban en un local de comidas rápidas. Su primer recuerdo lo conduce a los momentos en los que trataba de ayudarla con un novio al que ella no podía ver ya que sus padres se lo habían prohibido. Pronto se hicieron amigos y comenzaron a compartir, además de las horas laborales, todo tipo de actividades. Y, en cuanto ella rompió con aquel chico, Adrián no dudó en invitarla a salir: a cenar, al teatro, al cine, cualquier oportunidad era buena para estar con ella.“Cada día que pasaba me enamoraba más pero no me animaba a decirlo. Ella me daba todas las señales pero yo no podía verlas. Y en 2001 un día tomé papel de la impresora y un lápiz: allí volqué todo lo que sentía por ella, más todo lo que me pasaba. Fui hasta el correo y envié esa carta. Tiré el celular que entonces tenía, ya que el solo pensarla o escucharla me dolía físicamente”.Pasaron los años. Adrián continuó con su vida. Para 2007 estaba empleado en General Electric y una tarde recibió un mail de ella: tuvo miedo, ansiedad, transpiró frío. “Le respondí y, volviendo a casa, en la estación Constitución, en un tren abarrotado, tomé coraje y la llamé. Fue como si no hubieran pasado ni dos días. Quedamos en encontrarnos en el mismo local de comidas rápidas de Morón donde nos habíamos conocido”.Soñar despiertoSe conocieron en un local de comidas rápidas. (NeONBRAND en Unsplash/)Entre ese septiembre de 2001 cuando Adrián envió la carta y mayo de 2007, la tarde que recibió el mail, habían pasado muchas cosas. Entre otras, él estaba en una relación estable y a punto de contraer matrimonio por iglesia. “Hacía un poco más de dos años yo buscaba estabilidad y mi pareja de ese momento lo mismo. Por nuestra formación familiar y personal ambos éramos católicos practicantes y participábamos de retiros. El casamiento era el camino lógico”.Sin embargo, el mail de Mariela lo cambió todo. Entre otras cosas, ella le agradecía profundamente porque él, sin saberlo, la había ayudado en momentos críticos que había tenido que atravesar. Habían acordado encontrarse a las 19 h. Pasados quince minutos del horario estipulado, Adrián recibió un llamado:- Me arrepiento, perdón, no puedo ir, le dijo ella con la voz entrecortada por la angustia.Cortó la llamada y giró lentamente para regresar a su casa. Estaba devastado. “Cuando me doy vuelta en medio del salón del local, la encontré de frente mirándome con el teléfono y sonriendo. El abrazo fue eterno”.Un lugar conocidoFueron hasta el departamento de Mariela. Hacía poco se había mudado y todavía tenía pocos muebles. La charla fluyó, como en los viejos tiempos, sin presión, con confianza y cariño, como cuando se habían conocido y convertido en eternos confidentes. “Me contó que había estado en pareja y que esa relación, muy tóxica por cierto, la había llevado a conocer y transitar ambientes de los que se quería alejar. Con vergüenza me confesó que el ex la había involucrado en el juego y ella se había convertido en una jugadora compulsiva. También detalló los momentos difíciles que había atravesado, cuando su vida estuvo en riesgo: sin sentido, por momentos había tenido deseos de dejar este mundo. Para salir adelante se había aferrado a sus animales y la carta que yo le había enviado allá por 1999?.Adrián quedó sin palabras. Lloraron juntos, se abrazaron fuerte contra una de las paredes de la cocina. El abrazo parecía no tener fin. Y de pronto las caricias, el contacto piel con piel, los olores y el afecto se transformaron en los besos que él recordaba con tanto cariño. Pasaron de la cocina al dormitorio. Tomaron vino, hablaron, rieron y se volvieron a abrazar en el piso sobre unos almohadones y acolchados ya que todavía no había cama. Hicieron el amor hasta el amanecer.Esos meses, quizás fueron los más hermosos de sus vidas: cada vez que se encontraban el tiempo desaparecía. “Pero ambos habíamos transitado la vida y en muchos sentidos teníamos la necesidad de descubrir cuan compartibles éramos. Por mi parte, con todo el dolor del mundo, hablé con quien iba a ser mi futura esposa. Le conté todo. No podía seguir adelante más allá de toda la parafernalia que conlleva el casamiento y que yo ya había pagado. Fue la mejor decisión de mi vida, habría vivido una mentira que no sé hasta dónde podría haber durado”.Lejos para estar cerca.Luego de unos meses intensos, un mediodía, mientras tomaban un café en un bar cerca de la estación de subte Pasteur, Mariela sugirió abrir la relación y tener encuentros con otras personas. “En ese momento no lo discutí, le dije que si para ella era lo mejor, no había problemas. Pasado un mes, salí con una compañera de trabajo, una cosa llevó a la otra, pero sentí que debía contarle a Mariela. Ella lo tomó bien, nunca supe leerla del todo. Pero resultó que para noviembre había vendido todo lo que tenía, había renunciado a su trabajo y se había ido a vivir a San Martin de los Andes. Un día antes de mudarse, me llamó para avisarme sobre la decisión. Quedé literalmente destruido”.Desorientado, confundido, abandonado, Adrián sintió que debía hacer algo. Vendió los fondos de comercio que tenía, literalmente se remató todo en una semana. Puso en venta su casa. Y comenzó a viajar con frecuencia a San Martín de los Andes, solo para verla a ella. Viajaba en avión como en taxi y, lentamente, en el transcurso de cinco años fue tomando forma la decisión de dejar atrás a su familia, su hermana y madre, sus sobrinos y amistades para instalarse cerca de donde estaba su corazón. “Lo decidí una tarde, cuando me despedía de Mariela en la terminal de micros de San Martín de los Andes y me sentía desgarrado por dentro. Lloré todo el viaje casi hasta llegar a Villa la Angostura, no podía parar, ahí decidí que no podía estar lejos de ella”.Adrián, entonces, se mudó también. Su destino fue Bariloche. Y allí comenzó de nuevo. Nunca más se volvió a enamorar. “Sé que no podría, será en la próxima vida. Mi vida ahora es la de un tipo de 45 que decidió salir del mercado. Me di cuenta de que ya me enamoré una vez, hay gente que quizás pueda enamorarse nuevamente, a mí eso no me pasa. Y no me pesa, estoy tranquilo trabajando en mi lugar en el mundo. Pienso que quizás algún día podamos cumplir la promesa que nos hicimos de viajar a Praga. No la veo desde antes de la pandemia, estamos en pausa. Nuestras vidas transcurren en paralelo al parecer. Con el tiempo tiendo a creer que el destino es como la cordillera, con senderos que nos ponen a prueba”.Si querés contarle tu historia a la Señorita Heart, escribile a corazones@lanacion.com.ar con todos los datos que te pedimos aquí.

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Ted Ngoy era un estudiante de secundaria en Nom Pen, Camboya, cuando vio por primera vez a Suganthini Khoeun, la hija de un alto funcionario. “Era tan hermosa… No podrías encontrar ninguna mujer más bonita que ella”, recuerda.Todos los chicos de su escuela estaban enamorados de ella y como él era solo un pobre chico de un pueblo cercano en la frontera tailandesa, sentía que no tenía ninguna posibilidad. “Ella era poderosa, como una princesa real”, explica. Y estaba siempre escoltada.Pero luego descubrió que la pequeña habitación donde él se alojaba, en el cuarto piso de un bloque de apartamentos sin ascensor, tenía vista a la villa donde vivía Suganthini. Y vio una oportunidad.Todas las noches, se sentaba junto a su ventana abierta y tocaba la flauta. La madre de Suganthini dijo que quienquiera que estuviera tocando debía estar enamorado.”Es una historia loca, pero es verdad”, dice Ted, ahora de 78 años. “Era un amor verdadero”. (BBC Mundo/)Una noche, vio a la joven en su balcón y decidió que era hora de hacer su jugada. Escribió una nota diciéndole que vivía en el edificio de enfrente y que tocaba la flauta. Envolvió la nota con una piedra y la arrojó.Su gesto no fue correspondido durante días. Pero entonces uno de los sirvientes de Suganthini apareció en su puerta con una respuesta: “Te agradezco que toques la flauta. Es tan asombroso, tan conmovedor”.”Y luego comenzamos a escribirnos, llevando y recibiendo mensajes”, dice Ted. “¿Qué pasa si decido visitar tu habitación?”, le escribió un día. “Bueno, ten cuidado, si no saltas a mi habitación, saltarás a la habitación de mi madre”, le respondió ella.Los jóvenes mantuvieron su promesa de amor y poco después recibieron la bendición de los padres de ella. Tuvieron varios hijos. (BBC Mundo/)Pensó que Ted estaba bromeando, pero iba en serio. A pesar de que los guardias de seguridad estaban armados y había perros, una noche lluviosa se trepó a un árbol, pasó por encima del alambre de púas y entró por la ventana del baño.Se arriesgó y abrió la puerta de un dormitorio, y allí estaba Suganthini, profundamente dormida. La despertó y estaba a punto de gritar por ayuda, cuando se dio cuenta de que era su compañero de clase.”¿Qué estás haciendo aquí?”, le preguntó. “Bueno, es porque me enamoré de vos”, respondió él. “¿Pero qué haremos en la mañana? Tengo que ir a la escuela”. “No te preocupes, me esconderé debajo de tu cama”. Y eso hizo.Suganthini le llevaba comida de contrabando por la noche y después de muchos días dijo que también lo amaba. Hicieron un pacto. ser fieles por siempre. Se escondió en su habitación durante 45 días hasta que lo descubrieron.Muchos refugiados del sudeste asiático llegaron a Camp Pendleton, en California. (BBC Mundo/)La familia de Suganthini insistió en que Ted rompiera con ella, que le dijeran que no la amaba. Hizo lo que le dijeron, pero luego sacó un cuchillo y se apuñaló, pues dijo que preferiría morir antes que vivir sin ella.Mientras se recuperaba en el hospital, Suganthini también atentó contra su vida. Ante tal determinación, su familia permitió que los jóvenes enamorados estuvieran juntos.”Es una historia loca, pero es verdad”, dice Ted, ahora de 78 años. “Era un amor verdadero”. Pero también admite que era consciente de que conquistar el corazón de Suganthini envolvía la promesa de una vida mejor.Refugiados y sin empleoLa pareja se casó y formaron una familia. La vida fue buena hasta que estalló la guerra civil de Camboya, en 1970, entre el gobierno y la organización comunista jemeres rojos, dirigidos por Pol Pot.El general Sak Sutsakhan, cuñado de Suganthini, le ofreció a Ted un puesto como oficial de enlace en Tailandia, pues el hombre hablaba cuatro idiomas. Al adquirir instantáneamente el rango de mayor, Ted y su joven familia se mudaron a Bangkok y todos los meses viajaba a Camboya para cobrar el salario de sus soldados.Ted, su esposa y sus tres hijos (a la izquierda) también llegaron a Camp Pendleton. (BBC Mundo/)Pero la situación en casa era cada vez más peligrosa y en su último viaje, en abril de 1975, la capital fue tomada. Ted logró escapar en el último vuelo desde Nom Pen, pero los padres de Suganthini se quedaron atrás. Más tarde descubrió que estuvieron entre los primeros en ser ejecutados por los jemeres rojos.El mes siguiente, el presidente de Estados Unidos, Gerald Ford, insistió en que su país debería recibir a 130.000 refugiados de Vietnam y Camboya. Dijo a los críticos: “Somos un país construido por inmigrantes de todas las zonas del mundo y siempre hemos sido una nación muy humanitaria”.Ted y Suganthini vendieron todo lo que tenían y llegaron a California en uno de los primeros vuelos de refugiados, con sus tres hijos, un sobrino adoptado y dos sobrinas.La familia fue alojada en un campo de refugiados construido apresuradamente en una base de entrenamiento de la marina, Camp Pendleton. Para poder salir del campamento y encontrar trabajo, necesitaban un patrocinador estadounidense que les encontrara un trabajo y un lugar donde vivir.Ted aprendió rápidamente cómo hornear y vender donas, algo que domina hasta hoy. (BBC Mundo/)Durante semanas, vieron a otras familias irse, hasta que finalmente ellas también fueron patrocinadas por un pastor de una iglesia en Tustin, a unos 50 km al sur de Los Ángeles.Ted trabajaba como conserje de la iglesia, pero pronto se dio cuenta de que ganar $500 al mes no sería suficiente para mantener a su familia. Con el permiso del pastor, salió y consiguió dos trabajos más, como vendedor de 6:00 p.m. a 10 p.m. y auxiliar en una gasolinera de 10 p.m. a 6:00 a.m.A un lado de la estación de servicio había una tienda de donas llamada DK Donuts. Olía delicioso y cuando probó uno por primera vez le recordó algo de casa: un pastelito frito, también circular, llamado nom kong.”Me puso nostálgico”, dice Ted.Trabajar hasta 17 horas al díaEn las noches, veía a la gente comprando café y donas y se dio cuenta de que era un buen negocio. Una noche le preguntó a la mujer del mostrador si ahorrar US$3.000 sería suficiente para comprar una tienda de donas.Le dijo que estaría tirando su dinero. En cambio, le contó sobre un programa de formación dirigido por la cadena de donas Winchell’s. Ted se convirtió en su primer aprendiz originario del sudeste asiático.Ted pudo abrir su primera tienda de donas no mucho después de llegar a California. (BBC Mundo/)”Aprendí a hornear, a ocuparme de la nómina, la limpieza, las ventas, todo”, dice. Uno de los trucos que dominó fue hornear donas en lotes pequeños durante el día para mantenerlas frescas. Y porque el olor a horneado era la mejor forma de publicidad.Cuando completó su entrenamiento de tres meses, Winchell’s le dio una tienda para que la manejara en Balboa Pier, un lugar turístico en la península de Newport, no lejos de Tustin.Suganthini se convirtió en la cara detrás del mostrador, a pesar de que apenas hablaba inglés. Ted horneaba mucho por la noche, con su hijo menor, Chris.Ahorraron dinero de donde pudieron, incluso lavando y reutilizando agitadores de café, hasta que Winchell los reprendió.Una vez hubo un exceso de cajas de donas rosas que Ted compró a menor precio. Las cajas rosas se convirtieron en su marca registrada.La familia trabajaba de 12 a 17 horas al día, con todas las manos disponibles. El fin de semana, los hijos mayores, Chet y Savy, que entonces tenían 9 y 8 años, respectivamente, ayudaban sirviendo café, empacando donas y plegando cajas. Durante la semana iban a la escuela, donde a veces tenían tanta hambre que robaban bocadillos de las loncheras de otros niños.En un año, Ted había ahorrado lo suficiente como para hacer el depósito de una segunda tienda de donas, una tienda “familiar” llamada Christy’s.La vida de Ted y su esposa, quien adoptó el nombre de Christy, había cambiado notablemente desde que dejaron Camboya. (BBC Mundo/)Una vez más, Suganthini fue el rostro amistoso que da la bienvenida a los clientes y cuando se convirtió en ciudadana estadounidense tomó el nombre Christy como propio.Un éxito totalDespués de un año de tener dos tiendas, habían ahorrado US$40.000 y Ted decidió expandirse. Compró una tienda de donas más grande y se ofreció a alquilar la Christy’s a una familia de refugiados camboyanos. Los entrenó y les entregó las llaves.Ted comenzó a buscar más tiendas de donas para comprar y alquilar a otros refugiados. “Usar dinero para mantener a otros es un sentimiento tan poderoso como cualquier droga”, decía.Trabajando tanto, Ted y Christy sabían muy poco sobre lo que estaba sucediendo en Camboya, pero lo que escucharon fue malo. Lloraron y oraron por la familia que habían dejado atrás.Ted pudo ayudar a un centenar de familias camboyanas que llegaron como refugiados a EE.UU. (BBC Mundo/)Bajo el liderazgo de los jemeres rojos de Pol Pot, la gente se vio obligada a trabajar en granjas comunales y quienes tenían dinero o educación fueron torturados y asesinados. Durante 4 años, casi dos millones de camboyanos fueron ejecutados o murieron de hambre, enfermedades y fatiga.En 1978, las tropas vietnamitas efectuaron una invasión y en 1979 Pol Pot fue derrocado, lo que provocó otra ola de refugiados camboyanos al exterior. Los padres y las hermanas de Ted cruzaron la frontera hacia Tailandia, y Ted recibió una llamada de la embajada de EE. U. preguntando si los patrocinaría para que vivieran en EE.UU.Naturalmente, aceptó y puso a sus hermanas en tiendas de donas.Cada vez más parientes se presentaban en busca de patrocinio: “Algunos de ellos eran primos, tíos, sobrinas”, recuerda Ted.En la actualidad todavía hay camboyanos que aprendieron el negocio de las donas gracias a Ted. (BBC Mundo/)”Pero muchos de ellos no eran parientes, simplemente vivían en el mismo pueblo o escucharon mi nombre. Creo que no tiene nada de malo que mientan a la embajada porque todos necesitan una oportunidad para sobrevivir. Así que lo hice. Tantos como pude”.A lo largo de los años, Ted y Christy patrocinaron a más de 100 familias, a menudo acogiéndolas antes de instalarlas en casas, darles préstamos y ofrecerles tiendas de donas. Ted animó a otros a hacer lo mismo. “Se extendió como fuego en la colina, muy rápido”, dice Ted.Los camboyanos trabajaron duro, y como toda la familia participaba, no tuvieron que pagar ningún salario. Proporcionó un camino para que los refugiados se asentaran y fue un modelo de negocio rentable.Finalmente, los camboyanos fueron dueños de tantas tiendas de donas en California que dominaron el mercado, empujando a Winchell’s al segundo lugar.Es algo por lo que Ted se siente un poco mal: “Son una buena compañía y les debo gratitud”, dice. “La gente de Camboya les debe mucho”.En 1985, 10 años después de llegar a los Estados Unidos como refugiados, Ted y Christy eran millonarios y tenían alrededor de 60 tiendas de donas.Ted se hizo conocido como el Donut King, o el “rey de las donas”, debido a los muchos inmigrantes camboyanos que había patrocinado. La pareja tenía coches de lujo, compró una mansión de US$1 millón con piscina y ascensor y se iban de vacaciones al extranjero.”Logré mi sueño americano”, dice Ted.Un viaje a Las Vegas fue el principio de la ruina para Ted. (BBC Mundo/)El despilfarro por un vicio”Estábamos felices, hasta que el juego vino a arruinar mi vida. El juego es la parte más triste de mi vida”.Su caída se dio en Las Vegas.Las primeras veces que él y Christy visitaron los casinos, todo salió bien: vieron un espectáculo de magia, conocieron a Elvis. Pero luego Ted entró a las mesas de blackjack y pronto se enganchó con el glamour y la adrenalina.Ted se enganchó con el blackjack, lo que dio pie a un vicio imparable. (BBC Mundo/)”Antes nunca había jugado, pero como todos los jugadores compulsivos del mundo, primero arrojas un par de dólares, US$10, US$20. Cuando pasa el tiempo, se te mete en la sangre y simplemente no puedes sacarlo”, dice.Debido a que era un gran apostador, los casinos lo alojaron en suites de US$2.000 la noche y le ofrecieron boletos VIP para los mejores espectáculos.Comenzó a quedarse en Las Vegas durante días, perdiendo US$5.000 o US$7.000 por juego y descuidando a su familia y su imperio de donas.Chris recuerda ahora como una curiosa anécdota cómo la venta de la tienda salió mal. (BBC Mundo/)”No tuve tiempo para ocuparme del negocio, así que el negocio se fue a pique. No tuve tiempo para expandirme. Eso era un desastre”, dice.Christy lo buscaba en los casinos, con los niños. Ted recuerda haberse escondido de ella detrás de las máquinas tragamonedas. Siempre que ganaba, la familia se regocijaba con él. Cuando perdía, se enfurecía y rompía puertas, muebles y alteraba a los niños.Luego volvía a Las Vegas a intentar recuperar lo que había perdido. “Cuanto más los persigues, más desaparece”, dice en un nuevo documental sobre su ascenso y caída, llamado The Donut King. “[El juego] es un demonio, es un monstruo. Es un monstruo en mí”.Christy siempre lo perdonaba, pero se corrió la voz de que ya no se podía confiar en Ted. “Me convertí en un hombre muy, muy malo y pedí dinero prestado aquí y allá”, dice.Ted sabía de política por su proselitismo en EE.UU. que lo llevó a conocer presidentes, como George H.W. Bush. (BBC Mundo/)Algunas de las personas de las que pidió prestado fueron a las que había alquilado tiendas de donas. Cuando perdía su dinero, simplemente les entregaba las llaves de la tienda, sin decírselo a Christy, cuya firma falsificó.Trató de controlar su hábito. Se unió a Jugadores Anónimos, pero regresó a las mesas en poco tiempo. “Ahí llora uno y todo el mundo llora… Después de llorar, vuelves a apostar”, dijo una vez en una entrevista.Dos veces se unió a un monasterio budista. Se afeitó la cabeza y pasó tres meses descalzo en Tailandia. Pensaba que volvía demacrado y renovado. Pero a las pocas semanas estaba de regreso en un avión a Las Vegas.Ted, junto con su esposa, también conoció al expresidente Richard Nixon. (BBC Mundo/)”Es imposible explicar que el dinero no tuvo nada que ver con eso. Yo era adicto a un sentimiento y el dinero era simplemente la aguja que administraba la dosis tóxica”, escribe en su autobiografía, también llamada The Donut King.Finalmente, él y Christy se quedaron con una sola tienda de donas, que decidieron vender. Su hijo menor, Chris, los llevó a recoger el dinero, pero todo salió muy mal.Al conducir con US$85.000 en efectivo en el maletero del auto, fueron detenidos por la policía; se habían atrasado con los pagos, por lo que el coche apareció como robado.Los tres fueron llevados a la comisaría, pero estaban demasiado asustados para mencionar el dinero en efectivo en el maletero. Cuando fueron liberados, el efectivo había desaparecido.”Es una historia muy, muy triste”, dice Ted.Los conocidos que hizo Ted de joven ya no confiaban en él. (BBC Mundo/)De vuelta a CamboyaEn 1993, Ted y Christy regresaron a Camboya. Habían perdido su hermosa casa y su cadena de tiendas, pero aún tenían suficiente dinero para vivir cómodamente. Ted ahora tenía una nueva pasión: la política.Camboya estaba teniendo sus primeras elecciones democráticas desde la guerra y él quería postularse para el cargo y ayudar a reconstruir su país. Además, pensó que como político no podría apostar: “Si necesito el voto, no puedo apostar. Si la gente se entera de tu mala reputación, la gente no vota por ti. Así que decidí cambiar”.En el apogeo de su éxito en Estados Unidos, había sido un republicano apasionado y un entusiasta recaudador de fondos para ese partido. Se había entrevistado con el expresidente Richard Nixon y los presidentes Ronald Reagan y George H.W. Bush.Los camboyanos son los principales gerentes de tiendas de donas en California. (BBC Mundo/)Así que nombró a su propia organización como Partido Republicano de Libre Desarrollo.Pero el nombre era engañoso. Llevó a muchos votantes a asumir, incorrectamente, que estaba en contra de la familia real de Camboya y perdió la contienda por un escaño. Sin embargo, fue invitado a convertirse enasesor del gobierno en comercio y agricultura.Camboya era pobre y estaba subdesarrollada después de años de guerra. Inspirado por el éxito económico de Taiwán, Ted decidió presionar a Estados Unidos para obtener el estatus de “nación más favorecida” (NMF), lo que abriría la puerta a la inversión extranjera.”Gasté alrededor de US$100.000 de mi propio dinero, mi tiempo, mi todo”, dice. Presionó a sus contactos en el círculo íntimo republicano, incluido el senador John McCain, y el estatus de NMF fue otorgó permanentemente en 1996.Mientras Ted estaba inmerso en la política camboyana, Christy voló a Estados Unidos por el nacimiento de un nieto. Mientras no estaba, Ted tuvo una aventura. Y ella, devastada por la ruptura de su pacto, solicitó el divorcio.Alice Gu animó a Ted de filmar una producción cinematográfica sobre su vida. (BBC Mundo/)En lo más bajoPara 2002, Ted estaba arruinado.Había gastado todo su dinero en la política, así como en un intento fallido de introducir un nuevo tipo de arroz híbrido, que creía que mejoraría las ganancias. Luego, tras pelearse con un poderoso rival político, temió por su vida y huyó a Estados Unidos.Aterrizó en Los Ángeles con menos de US$100 en el bolsillo, todo el dinero que le quedaba. Su familia no quería verlo y nadie le ofreció trabajo, ni siquiera para hornear rosquillas.Perdió el respeto de su familia y comunidad. Fue una experiencia humillante y el punto más bajo de su vida.”Muchas veces traté de suicidarme porque me odiaba a mí mismo. Y luego odiaba el juego y luego odiaba mi trato tan malo a Christy, a mis hijos, por el juego, así que me odiaba a mí mismo”, dice.Vivió de iglesia en iglesia hasta que una anciana camboyana le permitió vivir en el porche cubierto de su casa móvil.”Si necesitaba ducharme, llamaba a la puerta, ‘Señora, ¿puedo ducharme?’ Y me dejaba entrar. Luego, cuando la cena estaba lista, llamaba a la puerta y yo abría para cenar”, recuerda.Los domingos iba a la iglesia donde su hijo era pastor y participaba en estudios bíblicos. Ted se volvió profundamente religioso.Aún sin un centavo, después de casi cuatro años de exilio, Ted voló de regreso a Camboya. Sin hogar, se mudó a la ciudad costera de Kep, en el Golfo de Tailandia. No tenía forma de ganarse la vida hasta que un contacto chino le pidió que lo ayudara con un negocio de bienes raíces. Ted negoció bien y obtuvo una buena comisión.Siguieron más acuerdos de tierras y de nuevo se hizo millonario. Se volvió a casar y tuvo cuatro hijos más; los dos más pequeños todavía están en la escuela.Mantuvo un perfil bajo hasta que la cineasta de Los Ángeles Alice Gu se puso en contacto hace un par de años. Hija de inmigrantes, sentía curiosidad por saber por qué las tiendas de donas de California son de camboyanos y por qué había tantas.En buena parte de Estados Unidos hay un promedio de una tienda de donas por cada 30.000 personas; en Los Ángeles, hay una por cada 7.000 personas. Y de las 5.000 independientes de California, en la actualidad, alrededor del 80% siguen siendo camboyanos, explica.”Esta historia arroja luz sobre los refugiados de una manera positiva, sobre lo que sucede cuando se les da una oportunidad”, dice.Ted se considera redimido de su antigua vida de excesos por el juego. (BBC Mundo/)”En última instancia, esta es la historia de un tipo que llegó al país sin nada, y con algo de ímpetu, sueños y un poco de suerte, realmente se consiguió una vida encantadora”.Una que luego desperdició.”Me perdonaron totalmente”A Gu le resultó difícil convencer a Ted de que regresara a California para la filmación. Había quemado muchos puentes y en ese momento sus hijos apenas le hablaban. “Tenía miedo de ser rechazado y sentirse solo, ¡pero lo obligué!”, explica la cineasta.Al final, filmar el documental fue una experiencia curativa para Ted.Aunque todavía hay cierto resentimiento hacia él en la comunidad camboyana, cuyo dinero ganado con tanto esfuerzo se fue al vicio del juego, también es venerado por muchos.Disfrutó conocer a las nuevas generaciones de vendedores de donas que están innovando e inventando nuevos sabores. También se disculpó con muchos a los que lastimó.Lo más importante es que ese viaje le permitió enmendar las relaciones con Christy, que ahora se ha vuelto a casar. También con sus hijos mayores.Christy se volvió a casar. Hizo las paces con Ted, al igual que sus hijos. (BBC Mundo/)”Me perdonan totalmente. Mil veces les dije que lo sentía mucho. Cada vez que los veía les decía: ‘Lo siento hijo, lo siento hija, lo siento Christy’. Si pudiera regresar el tiempo, lo haría. No puedo cambiar el pasado, pero aprendí de la manera más dura”, explica.Se comunica con ellos casi todos los días: “Todo el mundo está feliz de verme ahora, porque pasé de ser un tipo malo a uno bueno”.Ted ahora ve que los mismos rasgos de carácter que lo hicieron tomar riesgos audaces en la vida también le facilitaron caer en el juego.”Es la forma más pura de tomar riesgos, la ansiedad destilada y la emoción detrás de cada decisión comercial y declaración de amor audaz”, escribe en su autobiografía.Le da crédito a su fe cristiana por haber curado finalmente su adicción al juego, aunque confiesa que le gustaba apostar en los partidos de fútbol hasta el año pasado.”Por eso quiero decirle al mundo: ‘No a las apuestas’. Cuando te relacionas con el juego, tu vida se acaba. Terminarás destruyendo a toda la familia y no tendrás más relación con el mundo, se acaba todo. El juego es un demonio”, dice.Pero al final pudo superarlo: “Nunca retrocedo. Nunca me doy por vencido. Nunca me rindo. Incluso en el juego. Me tomó más de 40 años. Pero aun así gané. Al final, gané”.La autobiografía de Ted Ngoy se llama The Donut King: the rags to riches story of a poor immigrant that changed the worldPor Vibeke VenemaClic aquí para acceder al artículo original

Fuente: La Nación

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CÓRDOBA. El cordobés Eduardo Saad, de 77 años, llevaba desaparecido 43 días. Fue encontrado este jueves a la tarde en un galpón a metros de la casa de su expareja, en el barrio Escobar. Allí había sido visto por un vecino por última vez el 30 de junio, cuando estacionó su camioneta. El cadáver estaba oculto detrás de varios bultos.Ya estuvo en el lugar el fiscal Horacio Vázquez y trabajó la Policía Judicial para determinar la causa de la muerte. En las etapas previas de la investigación, la expareja de Saad aseguró que no lo había visto el día de la desaparición. Dijo que ella tenía un turno médico y que, al regresar, vio la camioneta, pero no al hombre.Después de unas horas les avisó a los hijos que tenían en común acerca de eso. Fueron hasta el departamento que tenía Saad, donde hallaron su teléfono móvil cargando, sus documentos y la ropa. La reja estaba cerrada.Los hijos empezaron la búsqueda, subieron videos a las redes y los vecinos dieron testimonio de cómo estacionó y fue al almacén. Una chica de un kiosco cercano a la casa donde él vivía, en el barrio San Martín, afirmó que lo había visto “bien, tranquilo”.Después de eso, no hubo más rastros. Los hijos abrieron en Instagram la cuenta “papatebuscamos” y este lunes, al cumplirse los 40 días de la desaparición, el hijo mayor viralizó un video en el que insistía, con la esperanza de encontrarlo.“Desde el 30 de junio que te espero acá a que vuelvas y podamos disfrutar en familia”, decía, sentado en el sillón favorito de Saad.Como el hombre tenía antecedentes de adicción al juego, sus amigos fueron contactados y se revisaron cámaras de seguridad de casinos, siempre sin resultados. Todavía no hay detalles acerca de cómo fue encontrado el cadáver.

Fuente: La Nación

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CÓRDOBA. El cordobés Eduardo Saad, de 77 años, llevaba desaparecido 43 días. Fue encontrado este jueves a la tarde en un galpón a metros de la casa de su expareja, en el barrio Escobar. Allí había sido visto por un vecino por última vez el 30 de junio, cuando estacionó su camioneta. El cadáver estaba oculto detrás de varios bultos.Ya estuvo en el lugar el fiscal Horacio Vázquez y trabajó la Policía Judicial para determinar la causa de la muerte. En las etapas previas de la investigación, la expareja de Saad aseguró que no lo había visto el día de la desaparición. Dijo que ella tenía un turno médico y que, al regresar, vio la camioneta, pero no al hombre.Después de unas horas les avisó a los hijos que tenían en común acerca de eso. Fueron hasta el departamento que tenía Saad, donde hallaron su teléfono móvil cargando, sus documentos y la ropa. La reja estaba cerrada.Los hijos empezaron la búsqueda, subieron videos a las redes y los vecinos dieron testimonio de cómo estacionó y fue al almacén. Una chica de un kiosco cercano a la casa donde él vivía, en el barrio San Martín, afirmó que lo había visto “bien, tranquilo”.Después de eso, no hubo más rastros. Los hijos abrieron en Instagram la cuenta “papatebuscamos” y este lunes, al cumplirse los 40 días de la desaparición, el hijo mayor viralizó un video en el que insistía, con la esperanza de encontrarlo.“Desde el 30 de junio que te espero acá a que vuelvas y podamos disfrutar en familia”, decía, sentado en el sillón favorito de Saad.Como el hombre tenía antecedentes de adicción al juego, sus amigos fueron contactados y se revisaron cámaras de seguridad de casinos, siempre sin resultados. Todavía no hay detalles acerca de cómo fue encontrado el cadáver.

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El viejo 30 representa un nuevo comienzo. Se siente con la misma ilusión de cuando era un chico. Con ese número jugó desde 2004 hasta 2006 y marcó su primer gol, ante Albacete, servido por Ronaldinho, el brasileño que llevaba la 10. Dieciséis años después de aquella definición de emboquillada, el nuevo 30 tiene a otro brasileño portando el número mágico. Así como Dinho había sido su big brother en Barcelona, a él le tocó proteger a Neymar durante aquella áspera temporada de estreno con Tata Martino como entrenador. Hoy MJ y Magic vuelven a juntarse en París.Tienen una relación formidable que tira a la basura la teoría del ego. Vale la pena contar una anécdota que ya tiene más de 10 años. Neymar hacía cosas increíbles en Santos y Barcelona lo cortejaba. El cuerpo técnico de Barça recibe un compilado de grandes éxitos de Ney. Se arma una sesión de video especial para conocer más al craque. Esas apiladas en slalom gambeteando rivales como si fueran conos generan asombro. En una jugada se ve a un compañero esperar un pase que no llega. La acción termina en golazo. El staff estalla eufórico. Pep sigue serio. Luego les pregunta: “¿Y si el que está esperando el pase es Leo?”. Cuando Neymar llegó a Barça, Guardiola ya estaba en su primer año como entrenador de Bayern.Lionel Messi disfruta de la unanimidad. En nuestro país, la Copa América tiró abajo la última barrera. Tiene más fans que el juego mismo. A la franja etaria sub 30 la interesa más Leo que el fútbol. PSG sabe cómo llegarle a ese grupo y lo muestra a diario con su notable comunicación en las redes.Después de su mes más relajado y feliz de vacaciones tras conquistar la Copa América, Messi se encontró con el cimbronazo del adiós de Barcelona, pero ya se rehace en Francia. (Prensa PSG/)Todo lo que ha generado su llegada a París está a la altura de su figura. Pero no quería irse de Barcelona. No buscó el traspaso. No fue el burofax de 2020. No estaba preparado para esa decisión del club. Sabía de las dificultades de Barça, pero siempre creyó que se quedaría. En una semana debió dejar 21 años de vida. Otro país, otro idioma, otras costumbres. El contexto hogareño influye en los deportistas de alto rendimiento mucho más que lo que se ve. Ni hablar en Messi. Es un tipo muy conservador en su vida fuera del fútbol.Llegó a Barcelona en 2001 y no se le pegó ni un modismo de los idiomas. Su historia de amor con Antonela comenzó en 1996, ¡cuando tenían 9 y 8 años, respectivamente! Su padre maneja los asuntos contractuales desde que Leo empezó su carrera. En la cancha nunca sabemos lo que va a hacer y se la pasa innovando. Afuera siempre ha sido una persona previsible, con aversión al cambio. Se muda a Francia porque así lo decidió Barcelona. Por ahora vive en un hotel. Uno de los más lujosos de Francia, pero sigue siendo un hotel. No es un hogar. Después de muchísimo tiempo, la familia Messi debe construir otro hogar en un contexto bien diferente al que dejó. La entrevista con Guillem Balagué para BBC Sport es reveladora sobre cómo afrontó esta situación traumática. La mudanza se produce tras el mes más relajado de su carrera. Su último partido fue la victoria sobre Brasil en el Maracanã, el momento más esperado de su vida. Salir campeón por Argentina, en ese lugar y ante ese rival, lo liberó definitivamente.Sus vacaciones tuvieron un disfrute extra. Descansó, se divirtió, se soltó. Se alejó de su programa nutricional y clavó hamburguesas. Se entrenó poquito. Volvió a ser community manager de su cuenta en Instagram para insultar eufórico en plena celebración o subir un video de su mujer entrenándose en las vacaciones. El tour de la fiesta debía finalizar con otra temporada en su casa. En Barcelona le marcaron la salida. Además de adaptarse al nuevo contexto familiar, ya resetea su físico para la alta competencia. La elección de Paris Saint-Germain, con amigos en el vestuario, ayudará a que todo se ordene más rápido. La potencial mezcla genera mucho entusiasmo.Kylian Mbappé, un compañero ideal como para que este Messi más “playmaker” lo habilitarlo con pases al vacío. (Prensa PSG/)Ante las pequeñas sociedades ya comprobadas en etapas anteriores (Neymar, Di María, Paredes), tiene aun más opciones. Cuenta con un lateral derecho alla Dani Alves, el marroquí Hakimi, el principal gasto de PSG durante su mercado de Ultimate Team. Pueden armar un desastre juntos. Con Mbappé tiene a ese delantero ideal para jugar al espacio. Nadie como él para aprovechar el modo playmaker del 30. Pueden entenderse y potenciarse en una dimensión muy interesante. Tras 15 años de batallas en el clásico español, Sergio Ramos será su compañero. Ambos entendieron enseguida de qué va esta nueva etapa. Los une el motivo de este encuentro en Paris: el rechazo de sus ex clubes. Formidable arquitecto en Espanyol, Southampton y Tottenham, Mauricio Pochettino deberá ejercer más de administrador en esta etapa. Adaptarse a este nuevo escenario es un gran desafío para su carrera.El Luis Enrique del Barcelona multicampeón 2014-’15 le sirve como inspiración. El asturiano ecualizó magistralmente entre la intervención y la autogestión con la MSN. Todavía faltan dos semanas para conocer el plantel definitivo de PSG. Habrá depuración. Para cumplir su objetivo de ganar todo, no debe depender de sus estrellas y sí contar también con jugadores de rol, esos imprescindibles complementos que ayudan en una temporada larga y exigente. ¿Ejemplo? Mauro Icardi. La historia reciente está llena de superequipos que no ganaron títulos y rindieron por debajo de su potencial por confiar solamente en sus cracks. Las lesiones y la falta de actores de reparto aparecen como causas recurrentes de esos fracasos. El éxito no deportivo ya está asegurado para PSG. La inversión se paga sola. Las estimaciones iniciales con las primeras camisetas vendidas de L30 apuntan a ingresos extraordinarios. El club se posicionará como referencia para la industria del deporte y del entretenimiento en cualquier aspecto del negocio.Como era de prever, las camisetas de Messi en PSG son furor en ventas. (Francois Mori/)El hombre quiere seguir levantando copas. Comparte una obsesión con su club: la Champions, que se le niega desde después de 2015. Mientras arma hogar y equipo, el nuevo/viejo 30 empieza otra vez a los 34 años. Lo hace con lo que nunca se le agota: sus ganas de ganar, ganar y ganar.

Fuente: La Nación

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El viejo 30 representa un nuevo comienzo. Se siente con la misma ilusión de cuando era un chico. Con ese número jugó desde 2004 hasta 2006 y marcó su primer gol, ante Albacete, servido por Ronaldinho, el brasileño que llevaba la 10. Dieciséis años después de aquella definición de emboquillada, el nuevo 30 tiene a otro brasileño portando el número mágico. Así como Dinho había sido su big brother en Barcelona, a él le tocó proteger a Neymar durante aquella áspera temporada de estreno con Tata Martino como entrenador. Hoy MJ y Magic vuelven a juntarse en París.Tienen una relación formidable que tira a la basura la teoría del ego. Vale la pena contar una anécdota que ya tiene más de 10 años. Neymar hacía cosas increíbles en Santos y Barcelona lo cortejaba. El cuerpo técnico de Barça recibe un compilado de grandes éxitos de Ney. Se arma una sesión de video especial para conocer más al craque. Esas apiladas en slalom gambeteando rivales como si fueran conos generan asombro. En una jugada se ve a un compañero esperar un pase que no llega. La acción termina en golazo. El staff estalla eufórico. Pep sigue serio. Luego les pregunta: “¿Y si el que está esperando el pase es Leo?”. Cuando Neymar llegó a Barça, Guardiola ya estaba en su primer año como entrenador de Bayern.Lionel Messi disfruta de la unanimidad. En nuestro país, la Copa América tiró abajo la última barrera. Tiene más fans que el juego mismo. A la franja etaria sub 30 la interesa más Leo que el fútbol. PSG sabe cómo llegarle a ese grupo y lo muestra a diario con su notable comunicación en las redes.Después de su mes más relajado y feliz de vacaciones tras conquistar la Copa América, Messi se encontró con el cimbronazo del adiós de Barcelona, pero ya se rehace en Francia. (Prensa PSG/)Todo lo que ha generado su llegada a París está a la altura de su figura. Pero no quería irse de Barcelona. No buscó el traspaso. No fue el burofax de 2020. No estaba preparado para esa decisión del club. Sabía de las dificultades de Barça, pero siempre creyó que se quedaría. En una semana debió dejar 21 años de vida. Otro país, otro idioma, otras costumbres. El contexto hogareño influye en los deportistas de alto rendimiento mucho más que lo que se ve. Ni hablar en Messi. Es un tipo muy conservador en su vida fuera del fútbol.Llegó a Barcelona en 2001 y no se le pegó ni un modismo de los idiomas. Su historia de amor con Antonela comenzó en 1996, ¡cuando tenían 9 y 8 años, respectivamente! Su padre maneja los asuntos contractuales desde que Leo empezó su carrera. En la cancha nunca sabemos lo que va a hacer y se la pasa innovando. Afuera siempre ha sido una persona previsible, con aversión al cambio. Se muda a Francia porque así lo decidió Barcelona. Por ahora vive en un hotel. Uno de los más lujosos de Francia, pero sigue siendo un hotel. No es un hogar. Después de muchísimo tiempo, la familia Messi debe construir otro hogar en un contexto bien diferente al que dejó. La entrevista con Guillem Balagué para BBC Sport es reveladora sobre cómo afrontó esta situación traumática. La mudanza se produce tras el mes más relajado de su carrera. Su último partido fue la victoria sobre Brasil en el Maracanã, el momento más esperado de su vida. Salir campeón por Argentina, en ese lugar y ante ese rival, lo liberó definitivamente.Sus vacaciones tuvieron un disfrute extra. Descansó, se divirtió, se soltó. Se alejó de su programa nutricional y clavó hamburguesas. Se entrenó poquito. Volvió a ser community manager de su cuenta en Instagram para insultar eufórico en plena celebración o subir un video de su mujer entrenándose en las vacaciones. El tour de la fiesta debía finalizar con otra temporada en su casa. En Barcelona le marcaron la salida. Además de adaptarse al nuevo contexto familiar, ya resetea su físico para la alta competencia. La elección de Paris Saint-Germain, con amigos en el vestuario, ayudará a que todo se ordene más rápido. La potencial mezcla genera mucho entusiasmo.Kylian Mbappé, un compañero ideal como para que este Messi más “playmaker” lo habilitarlo con pases al vacío. (Prensa PSG/)Ante las pequeñas sociedades ya comprobadas en etapas anteriores (Neymar, Di María, Paredes), tiene aun más opciones. Cuenta con un lateral derecho alla Dani Alves, el marroquí Hakimi, el principal gasto de PSG durante su mercado de Ultimate Team. Pueden armar un desastre juntos. Con Mbappé tiene a ese delantero ideal para jugar al espacio. Nadie como él para aprovechar el modo playmaker del 30. Pueden entenderse y potenciarse en una dimensión muy interesante. Tras 15 años de batallas en el clásico español, Sergio Ramos será su compañero. Ambos entendieron enseguida de qué va esta nueva etapa. Los une el motivo de este encuentro en Paris: el rechazo de sus ex clubes. Formidable arquitecto en Espanyol, Southampton y Tottenham, Mauricio Pochettino deberá ejercer más de administrador en esta etapa. Adaptarse a este nuevo escenario es un gran desafío para su carrera.El Luis Enrique del Barcelona multicampeón 2014-’15 le sirve como inspiración. El asturiano ecualizó magistralmente entre la intervención y la autogestión con la MSN. Todavía faltan dos semanas para conocer el plantel definitivo de PSG. Habrá depuración. Para cumplir su objetivo de ganar todo, no debe depender de sus estrellas y sí contar también con jugadores de rol, esos imprescindibles complementos que ayudan en una temporada larga y exigente. ¿Ejemplo? Mauro Icardi. La historia reciente está llena de superequipos que no ganaron títulos y rindieron por debajo de su potencial por confiar solamente en sus cracks. Las lesiones y la falta de actores de reparto aparecen como causas recurrentes de esos fracasos. El éxito no deportivo ya está asegurado para PSG. La inversión se paga sola. Las estimaciones iniciales con las primeras camisetas vendidas de L30 apuntan a ingresos extraordinarios. El club se posicionará como referencia para la industria del deporte y del entretenimiento en cualquier aspecto del negocio.Como era de prever, las camisetas de Messi en PSG son furor en ventas. (Francois Mori/)El hombre quiere seguir levantando copas. Comparte una obsesión con su club: la Champions, que se le niega desde después de 2015. Mientras arma hogar y equipo, el nuevo/viejo 30 empieza otra vez a los 34 años. Lo hace con lo que nunca se le agota: sus ganas de ganar, ganar y ganar.

Fuente: La Nación

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DYERSVILLE, Iowa, EE.UU. (AP) — Tim Anderson bateó un jonrón de dos carreras que depositó la pelota en el maizal en la novena entrada, lo que dio un final cinematográfico al juego del “Campo de los Sueños”, en que los Medias Blancas de Chicago superaron el jueves 9-8 a los Yanquis de Nueva York.El encuentro fue el primero de las Grandes Ligas que se haya realizado en el estado de Iowa en la historia.Anderson, quien evidentemente se divirtió más que nadie en el público, había conectado antes un doble remolcador. Tras conseguir su cuadrangular, bailó durante su recorrido por las bases.En home, lo esperaron sus compañeros, quienes celebraron ruidosamente.Así, los 7.832 espectadores abandonaron el graderío y recorrieron los maizales hasta llegar a sus automóviles. Antes, presenciaron un espectáculo pirotécnico en el estadio, construido para la ocasión junto al lugar en que se filmó la popular película “Field of Dreams”, estelarizada por Kevin Costner en 1989.Incluso tras la derrota que dejó a los Yanquis tendidos en el terreno, sus seguidores probablemente se marcharon contentos con la experiencia.Aaron Judge y Giancarlo Stanton batearon sendos jonrones de dos carreras por Nueva York en la parte alta del inning ante el cerrador estelar Liam Hendriks. El juego inspirado en la cinematografía resultó un duelo de vuelacercas.Hubo ocho cuadrangulares en total, incluidos dos de Judge.Por los Yanquis, el venezolano Rougned Odor de 4-0.Por los Medias Blancas, el venezolano César Hernández de 4-0. Los cubanos José Abreu de 2-1 con dos anotadas y una producida, Yoán Moncada de 4-0, Luis Robert de 4-1 con una anotada. El dominicano Eloy Jiménez de 4-2 con una anotada y tres impulsadas.

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