La pandemia de coronavirus lleva más de un año, y los países atraviesan distintas realidades a medida que avanza el plan de vacunación en el mundo. El día 21 de Agosto, en Paraguay
se registraron 123 casos nuevos de enfermos y 20 fallecidos, según lo detallado por las autoridades sanitarias.A la fecha, Paraguay acumula un total de 457.472 infectados por coronavirus, 15.528 muertos y 434.630 pacientes recuperados.Paraguay se encuentra en el puesto 54 de los países con mayor cantidad de infectados por coronavirus. La lista de los primeros diez se compone de la siguiente manera: Estados Unidos 38.398.596, India 32.393.286, Brasil 20.528.099, Rusia 6.726.523, Francia 6.579.675, Reino Unido 6.429.147, Turquía 6.177.690, Argentina 5.124.963, Colombia 4.883.932, España 4.770.453.Vacunación Covid 19 en Paraguay al 21 de AgostoLa campaña de vacunación contra el coronavirus en Paraguay alcanza un total de 2.123.997 dosis aplicadas al 21 de Agosto. De esa cantidad, 1.837.008 personas recibieron una dosis, mientras que 286.989 ya tienen ambas dosis.Si se considera la densidad poblacional, Paraguay se encuentra en el puesto 103, con 309.867 dosis aplicadas. El listado es liderado por Malta con 1.898.999 en segundo lugar se ubica Maldivas con 1.803.411 y en el tercer puesto se encuentra Islandia con 1.586.883 de habitantes inoculados.

Fuente: La Nación

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La pandemia de coronavirus lleva más de un año, y los países atraviesan distintas realidades a medida que avanza el plan de vacunación en el mundo. El día 21 de Agosto, en Perú
se registraron 1.396 casos nuevos de enfermos y 36 fallecidos, según lo detallado por las autoridades sanitarias.A la fecha, Perú acumula un total de 2.140.062 infectados por coronavirus, 197.752 muertos y 0 pacientes recuperados.Perú se encuentra en el puesto 19 de los países con mayor cantidad de infectados por coronavirus. La lista de los primeros diez se compone de la siguiente manera: Estados Unidos 38.398.596, India 32.393.286, Brasil 20.528.099, Rusia 6.726.523, Francia 6.579.675, Reino Unido 6.429.147, Turquía 6.177.690, Argentina 5.124.963, Colombia 4.883.932, España 4.770.453.Vacunación Covid 19 en Perú al 21 de AgostoLa campaña de vacunación contra el coronavirus en Perú alcanza un total de 15.169.927 dosis aplicadas al 21 de Agosto. De esa cantidad, 8.879.464 personas recibieron una dosis, mientras que 6.290.463 ya tienen ambas dosis.Si se considera la densidad poblacional, Perú se encuentra en el puesto 86, con 481.757 dosis aplicadas. El listado es liderado por Malta con 1.898.999 en segundo lugar se ubica Maldivas con 1.803.411 y en el tercer puesto se encuentra Islandia con 1.586.883 de habitantes inoculados.

Fuente: La Nación

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La pandemia de coronavirus lleva más de un año, y los países atraviesan distintas realidades a medida que avanza el plan de vacunación en el mundo. El día 21 de Agosto, en Ecuador
no se conocieron casos nuevos de enfermos y ninguna muerte, según lo detallado por las autoridades sanitarias.A la fecha, Ecuador acumula un total de 495.115 infectados por coronavirus, 31.985 muertos y 443.880 pacientes recuperados.Ecuador se encuentra en el puesto 51 de los países con mayor cantidad de infectados por coronavirus. La lista de los primeros diez se compone de la siguiente manera: Estados Unidos 38.398.596, India 32.393.286, Brasil 20.528.099, Rusia 6.726.523, Francia 6.579.675, Reino Unido 6.429.147, Turquía 6.177.690, Argentina 5.124.963, Colombia 4.883.932, España 4.770.453.Vacunación Covid 19 en Ecuador al 21 de AgostoLa campaña de vacunación contra el coronavirus en Ecuador alcanza un total de 13.351.482 dosis aplicadas al 21 de Agosto. De esa cantidad, 9.929.240 personas recibieron una dosis, mientras que 3.422.242 ya tienen ambas dosis.Si se considera la densidad poblacional, Ecuador se encuentra en el puesto 56, con 806.940 dosis aplicadas. El listado es liderado por Malta con 1.898.999 en segundo lugar se ubica Maldivas con 1.803.411 y en el tercer puesto se encuentra Islandia con 1.586.883 de habitantes inoculados.

Fuente: La Nación

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BERLÍN (AP) — Los casos nuevos de coronavirus en Alemania han llegado a su punto más alto en casi tres meses, debido a la propagación de la contagiosa variante delta.El Instituto Robert Koch, a cargo de monitorear las enfermedades en el país, informó el sábado que los últimos siete días el promedio había sido de 51,6 casos nuevos por 100.000 habitantes. Es la primera vez desde el 25 de mayo que la cifra supera los 50, aunque ha estado aumentando desde que alcanzó un piso de 4,9 a inicios de julio.El instituto indicó que se reportaron 8.092 casos nuevos en las últimas 24 horas, un aumento con respecto a los 5.644 de la semana anterior. En los últimos días se han detectado más casos, a medida que terminan las vacaciones de verano y los niños regresan a clases.Las autoridades alemanas han estado tratando de impulsar la campaña de vacunación, que se ha aletargado considerablemente. El 63,8% de la población ha recibido por lo menos una dosis y el 58,5% está totalmente vacunado.

Fuente: La Nación

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BERLÍN (AP) — Los casos nuevos de coronavirus en Alemania han llegado a su punto más alto en casi tres meses, debido a la propagación de la contagiosa variante delta.El Instituto Robert Koch, a cargo de monitorear las enfermedades en el país, informó el sábado que los últimos siete días el promedio había sido de 51,6 casos nuevos por 100.000 habitantes. Es la primera vez desde el 25 de mayo que la cifra supera los 50, aunque ha estado aumentando desde que alcanzó un piso de 4,9 a inicios de julio.El instituto indicó que se reportaron 8.092 casos nuevos en las últimas 24 horas, un aumento con respecto a los 5.644 de la semana anterior. En los últimos días se han detectado más casos, a medida que terminan las vacaciones de verano y los niños regresan a clases.Las autoridades alemanas han estado tratando de impulsar la campaña de vacunación, que se ha aletargado considerablemente. El 63,8% de la población ha recibido por lo menos una dosis y el 58,5% está totalmente vacunado.

Fuente: La Nación

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Frente a las imágenes de esta semana de familias enteras que huyen de la guerra, ahora tratando de subirse a los aviones en Afganistán, el papá de Aylan Kurdi, el chico de dos años que murió ahogado en la costas turcas en 2015, reflexionó con dolor a LA NACION: “El mundo necesita recordar el mensaje de la muerte de mi hijo”.“La imagen boca abajo sobre la arena de Alan -la familia usa el nombre sirio del pequeño, en vez del turco Aylan-, fue un llamado de atención. Tocó el corazón de millones de personas. Incluso vi a líderes políticos con lágrimas en los ojos que comenzaron a abrir las fronteras de sus países a los refugiados y los ayudaron. Pero eso solo duró un año o dos y después se olvidaron. Sin embargo, el sufrimiento de los refugiados continúa y empeora”, dijo Abdullah Kurdi, de 45 años, en una entrevista con LA NACION, desde Irak.Un marine norteamericano sostiene ayer un bebé que le alcanzan los padres en el aeropuerto de Kabul (OMAR HAIDIRI/)Tras la muerte de su esposa Rihanna, que tenía 27 años, y de sus hijos Ghalib, de 4 años, y Aylan, Abdullah recibió ofrecimientos de varios países occidentales para emigrar, pero prefirió quedarse en la zona kurda iraquí, en Erbil, “cerca de donde están enterrados mis muertos”.Abdullah KurdiSeis años después del hundimiento del bote inflable con el cual la familia quería cruzar los diez kilómetros que separan la costa turca de Bodrum de la isla griega de Kos, la vida de Abdullah cambió por completo y también la de su hermana mayor, Tima, que buscaba patrocinar el ingreso de la familia a Canadá.Ante las muestras de solidaridad que recibió la familia, especialmente en los primeros años, los dos decidieron canalizar esa ayuda en beneficio de los refugiados. Así crearon la Kurdi Foundation, ella escribió el libro The boy on the beach -”El niño en la playa”, traducido a varios idiomas pero aún no al español-, y los ingresos son destinados a la fundación que provee alimentos, ropa y medicamentos a varios campos de refugiados. “Tenemos la esperanza de que otras familias no sufran la misma tragedia”, contó Tima a LA NACION, desde Vancouver, Canadá, adonde había emigrado en 1992.Tima y Abdullah reparten ropa comprada por la Fundación en un campo de refugiados en Irak“Mis hijos Alan y Ghalib nacieron y murieron durante la guerra en Siria, y la guerra todavía sigue. Ellos pasaron por esta vida sin saber lo que es la paz. Conocieron en cambio el hambre y también la enfermedad, porque Ghalib tenía muchos problemas en la piel. Yo no podía trabajar normalmente y darles lo que necesitaban. Por eso, comprendo a estos chicos que viven en los campos de refugiados. El objetivo de mi vida ahora es ayudarlos para que al menos el futuro de ellos sea diferente”, dijo Abdullah.En efecto, desde que ocurrió la tragedia de la familia Kurdi hasta ahora, el número de refugiados y desplazados en el planeta aumentó en un 35% hasta llegar a 82,4 millones en la actualidad, mientras que la población mundial sólo se incrementó un 7%, según datos de la ONU.Tima Kurdi, tía de Alan (Getty Images/)En Erbil, Abdullah alterna su trabajo en la Fundación, con su oficio de peluquero y su nueva familia. “Doy gracias a Dios en todo momento. Aunque estoy vivo, en el fondo estoy muerto. Pero la vida sigue. Y Dios me regaló un nuevo hijo, que ya tiene un año y medio. Él es ahora mi vida y el que me ayuda a mantenerme vivo”, dijo Abdullah.Tanto para Abdullah como para Tima, en Canadá, se arremolinan los recuerdos de lo que ocurrió en 2015. “Yo no quería irme de Kobane, Siria, donde vivíamos. Pero por la guerra ya no había electricidad, alimentos ni medicamentos, y los combates eran constantes. Nos vimos obligados entonces a cruzar a pie a Turquía, con nuestros chicos pequeños. Mi primera idea ir a Canadá, patrocinado por mi hermana, pero me pedían status de refugiado en Turquía, algo que yo no tenía. Por eso pensamos que era mejor tratar de llegar a Alemania, a través de Grecia”, recordó Abdullah.La tragedia ocurrió en la oscuridad de la madrugada del 2 de septiembre, a unos 500 metros de la playa, en un bote inflable para 8 personas en el que viajaban 16, incluyendo Abdullah, su esposa y sus hijos.A los pocos minutos de zarpar, según el recuerdo de Abdullah, “las olas eran tan altas que el piloto entró en pánico y abandonó el bote, y luego la nave capotó y se desinfló”.Alan, junto a su hermano, GhalibEn el medio de la oscuridad, la confusión y el griterío, Abdullah buscó a su familia en el agua. Pero fue en vano. Llegó entonces a nado a la costa con la esperanza de que su familia hubiera podido mantenerse a flote. Allí lo rescataron y lo llevaron a un hospital.Del otro lado del Atlántico, Tima sabía que esa noche la familia iba a intentar por tercera vez el cruce y se despertó sobresaltada en la madrugada.“Miré mi celular y tenía montones de llamadas perdidas y mensajes de textos de toda mi familia desde distintos lugares del mundo. Me agarró pánico y no sabía a quién llamar. No puedo olvidarme ese momento. Lo primero que hice fue comunicarme con una cuñada en Damasco, pero la conexión era muy mala y solo le entendía ‘Abdullah, Abdullah’. Empecé a los gritos, con lo que desperté a mi esposo y mi hijo. Ellos tomaron el teléfono y llamaron a mi hermana en Turquía, pero no nos decía nada. Solo lloraba. Yo le pregunté por qué lloraba. Y finalmente me dijo: ‘Abdullah está en un hospital en Turquía y Rihanna y los chicos están muertos’”, recordó Tima.La historia de los Kurdi hubiera sido una más entre las de los 4000 refugiados que se ahogaron en el Mar Mediterráneo ese año, si no fuera por la fotógrafa turca Nilüfer Demir, de la agencia Dogan, que esa mañana fue a reportar el hallazgo de varios cadáveres en las playas de Bodrum.Aylan Kurdi (AP /)Alan no fue el único chico ahogado esa madrugada. De hecho, Demir describió la escena como “un cementerio de niños”. El cuerpo de Ghalib y el de su madre estaban a pocos metros del de Alan. Pero la imagen del pequeño sirio, con su carita aplastada contra la arena, todavía vestido con remera roja, pantaloncito corto azul y sus zapatillas puestas, causó conmoción mundial. Parecía un bebé que dormía plácidamente. Solo el contexto daba cuenta del espanto.“Es como que Dios hizo brillar su luz sobre esa foto de Alan para dar un mensaje al mundo y despertarlo, para decirnos a todos ‘basta es basta’”, dijo Abdullah.Alan, en los brazos de su madre, en una foto en la casa de Tima Kurdi“Yo soy solo una peluquera y es muy poco lo que puedo hacer. Pero la muerte de mis sobrinos y mi cuñada me dio la posibilidad de hacer oír la voz de los refugiados”, contó Tima.“Cuando me recibió el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, me dijo: ‘Yo no puedo abrir las puertas de mi país y que entren millones de refugiados’. Pero le contesté que no era eso lo que le estaba pidiendo. Nuestro reclamo es que los gobiernos ayuden a los refugiados allí donde estén. Ya sea en sus países de origen, para que no se vean obligados a huir, o en los campos. Pero no nos podemos desentender del sufrimiento humano”, señaló Tima. “Nuestro reclamo es que la muerte de Alan y de tantos otros chicos refugiados no siga siendo en vano”, concluyó.

Fuente: La Nación

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Frente a las imágenes de esta semana de familias enteras que huyen de la guerra, ahora tratando de subirse a los aviones en Afganistán, el papá de Aylan Kurdi, el chico de dos años que murió ahogado en la costas turcas en 2015, reflexionó con dolor a LA NACION: “El mundo necesita recordar el mensaje de la muerte de mi hijo”.“La imagen boca abajo sobre la arena de Alan -la familia usa el nombre sirio del pequeño, en vez del turco Aylan-, fue un llamado de atención. Tocó el corazón de millones de personas. Incluso vi a líderes políticos con lágrimas en los ojos que comenzaron a abrir las fronteras de sus países a los refugiados y los ayudaron. Pero eso solo duró un año o dos y después se olvidaron. Sin embargo, el sufrimiento de los refugiados continúa y empeora”, dijo Abdullah Kurdi, de 45 años, en una entrevista con LA NACION, desde Irak.Un marine norteamericano sostiene ayer un bebé que le alcanzan los padres en el aeropuerto de Kabul (OMAR HAIDIRI/)Tras la muerte de su esposa Rihanna, que tenía 27 años, y de sus hijos Ghalib, de 4 años, y Aylan, Abdullah recibió ofrecimientos de varios países occidentales para emigrar, pero prefirió quedarse en la zona kurda iraquí, en Erbil, “cerca de donde están enterrados mis muertos”.Abdullah KurdiSeis años después del hundimiento del bote inflable con el cual la familia quería cruzar los diez kilómetros que separan la costa turca de Bodrum de la isla griega de Kos, la vida de Abdullah cambió por completo y también la de su hermana mayor, Tima, que buscaba patrocinar el ingreso de la familia a Canadá.Ante las muestras de solidaridad que recibió la familia, especialmente en los primeros años, los dos decidieron canalizar esa ayuda en beneficio de los refugiados. Así crearon la Kurdi Foundation, ella escribió el libro The boy on the beach -”El niño en la playa”, traducido a varios idiomas pero aún no al español-, y los ingresos son destinados a la fundación que provee alimentos, ropa y medicamentos a varios campos de refugiados. “Tenemos la esperanza de que otras familias no sufran la misma tragedia”, contó Tima a LA NACION, desde Vancouver, Canadá, adonde había emigrado en 1992.Tima y Abdullah reparten ropa comprada por la Fundación en un campo de refugiados en Irak“Mis hijos Alan y Ghalib nacieron y murieron durante la guerra en Siria, y la guerra todavía sigue. Ellos pasaron por esta vida sin saber lo que es la paz. Conocieron en cambio el hambre y también la enfermedad, porque Ghalib tenía muchos problemas en la piel. Yo no podía trabajar normalmente y darles lo que necesitaban. Por eso, comprendo a estos chicos que viven en los campos de refugiados. El objetivo de mi vida ahora es ayudarlos para que al menos el futuro de ellos sea diferente”, dijo Abdullah.En efecto, desde que ocurrió la tragedia de la familia Kurdi hasta ahora, el número de refugiados y desplazados en el planeta aumentó en un 35% hasta llegar a 82,4 millones en la actualidad, mientras que la población mundial sólo se incrementó un 7%, según datos de la ONU.Tima Kurdi, tía de Alan (Getty Images/)En Erbil, Abdullah alterna su trabajo en la Fundación, con su oficio de peluquero y su nueva familia. “Doy gracias a Dios en todo momento. Aunque estoy vivo, en el fondo estoy muerto. Pero la vida sigue. Y Dios me regaló un nuevo hijo, que ya tiene un año y medio. Él es ahora mi vida y el que me ayuda a mantenerme vivo”, dijo Abdullah.Tanto para Abdullah como para Tima, en Canadá, se arremolinan los recuerdos de lo que ocurrió en 2015. “Yo no quería irme de Kobane, Siria, donde vivíamos. Pero por la guerra ya no había electricidad, alimentos ni medicamentos, y los combates eran constantes. Nos vimos obligados entonces a cruzar a pie a Turquía, con nuestros chicos pequeños. Mi primera idea ir a Canadá, patrocinado por mi hermana, pero me pedían status de refugiado en Turquía, algo que yo no tenía. Por eso pensamos que era mejor tratar de llegar a Alemania, a través de Grecia”, recordó Abdullah.La tragedia ocurrió en la oscuridad de la madrugada del 2 de septiembre, a unos 500 metros de la playa, en un bote inflable para 8 personas en el que viajaban 16, incluyendo Abdullah, su esposa y sus hijos.A los pocos minutos de zarpar, según el recuerdo de Abdullah, “las olas eran tan altas que el piloto entró en pánico y abandonó el bote, y luego la nave capotó y se desinfló”.Alan, junto a su hermano, GhalibEn el medio de la oscuridad, la confusión y el griterío, Abdullah buscó a su familia en el agua. Pero fue en vano. Llegó entonces a nado a la costa con la esperanza de que su familia hubiera podido mantenerse a flote. Allí lo rescataron y lo llevaron a un hospital.Del otro lado del Atlántico, Tima sabía que esa noche la familia iba a intentar por tercera vez el cruce y se despertó sobresaltada en la madrugada.“Miré mi celular y tenía montones de llamadas perdidas y mensajes de textos de toda mi familia desde distintos lugares del mundo. Me agarró pánico y no sabía a quién llamar. No puedo olvidarme ese momento. Lo primero que hice fue comunicarme con una cuñada en Damasco, pero la conexión era muy mala y solo le entendía ‘Abdullah, Abdullah’. Empecé a los gritos, con lo que desperté a mi esposo y mi hijo. Ellos tomaron el teléfono y llamaron a mi hermana en Turquía, pero no nos decía nada. Solo lloraba. Yo le pregunté por qué lloraba. Y finalmente me dijo: ‘Abdullah está en un hospital en Turquía y Rihanna y los chicos están muertos’”, recordó Tima.La historia de los Kurdi hubiera sido una más entre las de los 4000 refugiados que se ahogaron en el Mar Mediterráneo ese año, si no fuera por la fotógrafa turca Nilüfer Demir, de la agencia Dogan, que esa mañana fue a reportar el hallazgo de varios cadáveres en las playas de Bodrum.Aylan Kurdi (AP /)Alan no fue el único chico ahogado esa madrugada. De hecho, Demir describió la escena como “un cementerio de niños”. El cuerpo de Ghalib y el de su madre estaban a pocos metros del de Alan. Pero la imagen del pequeño sirio, con su carita aplastada contra la arena, todavía vestido con remera roja, pantaloncito corto azul y sus zapatillas puestas, causó conmoción mundial. Parecía un bebé que dormía plácidamente. Solo el contexto daba cuenta del espanto.“Es como que Dios hizo brillar su luz sobre esa foto de Alan para dar un mensaje al mundo y despertarlo, para decirnos a todos ‘basta es basta’”, dijo Abdullah.Alan, en los brazos de su madre, en una foto en la casa de Tima Kurdi“Yo soy solo una peluquera y es muy poco lo que puedo hacer. Pero la muerte de mis sobrinos y mi cuñada me dio la posibilidad de hacer oír la voz de los refugiados”, contó Tima.“Cuando me recibió el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, me dijo: ‘Yo no puedo abrir las puertas de mi país y que entren millones de refugiados’. Pero le contesté que no era eso lo que le estaba pidiendo. Nuestro reclamo es que los gobiernos ayuden a los refugiados allí donde estén. Ya sea en sus países de origen, para que no se vean obligados a huir, o en los campos. Pero no nos podemos desentender del sufrimiento humano”, señaló Tima. “Nuestro reclamo es que la muerte de Alan y de tantos otros chicos refugiados no siga siendo en vano”, concluyó.

Fuente: La Nación

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La tormenta tropical Henri se cierne sobre el Atlántico y los meteorólogos pronostican que se convertirá en huracán y azotará la costa oriental de Estados Unidos el sábado.Mareas altas podrían causar inundaciones en el noreste norteamericano a medida que Henri avanza tierra adentro, indicó el Centro Nacional de Huracanes. Se vaticinan además torrenciales aguaceros y fuertes vientos.El sábado Henri estaba a 315 kilómetros (195 millas) al sudeste de Cape Hatteras en Carolina del Norte, y a 895 kilómetros (555 millas) al sur de Montauk Point, en el estado de Nueva York. Se mantenía con status de tormenta tropical, con vientos máximos sostenidos de 110 kilómetros por hora (70 millas por hora) y se dirigía al norte-noreste a 19 kph (12 mph).Los expertos prevén que Henri se convertirá en huracán el sábado que tocará tierra en los alrededores de Long Island en el estado de Nueva York.Si impacta a Nueva Inglaterra, será el primero en llegar a esa región desde 1991, cuando el huracán Bob mató a por lo menos 17 personas.Los expertos además prevén oleajes de entre metro y metro y medio (entre 3 y 5 pies) en Flushing, Nueva York; Chatham, Massachusetts y las comunidades de North Shore y South Shore de Long Island.Se prevén precipitaciones de entre 7,5 y 15 centímetros (de 3 a 6 pulgadas) por todo el noreste entre el domingo y el lunes.

Fuente: La Nación

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La tormenta tropical Henri se cierne sobre el Atlántico y los meteorólogos pronostican que se convertirá en huracán y azotará la costa oriental de Estados Unidos el sábado.Mareas altas podrían causar inundaciones en el noreste norteamericano a medida que Henri avanza tierra adentro, indicó el Centro Nacional de Huracanes. Se vaticinan además torrenciales aguaceros y fuertes vientos.El sábado Henri estaba a 315 kilómetros (195 millas) al sudeste de Cape Hatteras en Carolina del Norte, y a 895 kilómetros (555 millas) al sur de Montauk Point, en el estado de Nueva York. Se mantenía con status de tormenta tropical, con vientos máximos sostenidos de 110 kilómetros por hora (70 millas por hora) y se dirigía al norte-noreste a 19 kph (12 mph).Los expertos prevén que Henri se convertirá en huracán el sábado que tocará tierra en los alrededores de Long Island en el estado de Nueva York.Si impacta a Nueva Inglaterra, será el primero en llegar a esa región desde 1991, cuando el huracán Bob mató a por lo menos 17 personas.Los expertos además prevén oleajes de entre metro y metro y medio (entre 3 y 5 pies) en Flushing, Nueva York; Chatham, Massachusetts y las comunidades de North Shore y South Shore de Long Island.Se prevén precipitaciones de entre 7,5 y 15 centímetros (de 3 a 6 pulgadas) por todo el noreste entre el domingo y el lunes.

Fuente: La Nación

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La noche del 29 de junio de 2020, desde su casa, Eduardo Costantini siguió por teléfono y online, en simultáneo, una subasta internacional destinada a iniciar “una nueva era”. Así lo anunció Sotheby’s al orquestar en plena pandemia una maratónica oferta de obras de arte transmitida en vivo por streaming desde sus sedes en Londres, Hong Kong y Nueva York. Mientras la economía mundial se derrumbaba por el avance del coronavirus, el fundador del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) invirtió en cuestión de minutos más de 16 millones de dólares.De las cuatro pinturas que compró esa noche, dos marcaron récords para sus creadores: pagó 9,6 millones por Omi Obini (1943), del cubano Wifredo Lam, y 6,18 por Armonía (Autorretrato sugerente, 1956), de Remedios Varo, española exiliada en México. Apenas dos de las 21 obras que adquirió entre 2020 y 2021, por un total de 25 millones de dólares. Varias de ellas no se exhiben al público desde hace tres décadas y ahora estarán disponibles para ser prestadas, tanto al Malba como a importantes muestras e instituciones internacionales.Costantini pagó 9,6 millones por Omi Obini (1943), de Wifredo Lam, y marcó un récord para el artista (Gentileza Eduardo Costantini /)“Esa subasta fue histórica porque no fue presencial. Yo antes compraba a distancia por teléfono, pero fue la primera vez que intervenía en un remate virtual. Se ha incrementado el hábito de comprar online, y eso tuvo un peso muy grande en el mercado de arte”, señaló a LA NACION Costantini, coleccionista de arte moderno latinoamericano desde hace medio siglo. “Compro obras todos los años, no importa lo que pase –agrega-. En todas las épocas, el buen arte mantiene su valor. Pero épocas de crisis aparecen obras impensadas como el Lam, que fue una sorpresa. No recuerdo que hubiera uno de esa calidad en remates en los últimos 25 años”.Armonía (Autorretrato sugerente), realizada por Remedios Varo, en 1956, fue comprada por 6,18 millones de dólares, cifra récord para la artista (Gentileza Eduardo Costantini /)Algo similar ocurrió por ejemplo cuando se subastó la Colección de IBM, en 1995, en plena crisis provocada por el “efecto Tequila”. Otra noche histórica en la que sí estuvo presente, en las salas de Sotheby´s en Nueva York. Y se vio obligado a elegir por una limitación de presupuesto entre el Autorretrato con chango y loro (1942), de Frida Kahlo, y Baile en Tehuantepec (1928), de Diego Rivera. Se decidió por la primera, que donaría luego al Malba y se convertiría en un icono de la colección del museo.Dos décadas más tarde volvió a presentarse la oportunidad de comprar la de Rivera y esa vez no dudó, aunque su precio se había quintuplicado. Concretó la operación en forma privada por 15,7 millones de dólares, la cifra más cara para una obra de arte latinoamericano. Fue exhibida desde entonces en el Malba -donde se reencontró con la de Frida-, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, donde presentó su colección en paralelo a la participación de la Argentina como país invitado en ARCO 2017, y en la exhibición Vida americana del Whitney Museum, en 2020. El año próximo participará de la muestra Diego Rivera’s America, en el MoMA de San Francisco.9 de abril, de Alipio Jaramillo (ca. 1948) (Gentileza Eduardo Costantini/)Al MoMA de Nueva York el Malba le había prestado en 2018 la codiciada Abaporu, una de las estrellas de su colección donada por Costantini, para la primera exposición monográfica de Tarsila do Amaral en Estados Unidos que pasó también por el Instituto de Arte de Chicago. “Cuando viajó a Brasil, marcó un récord histórico de visitas –recuerda Costantini-. Es la Gioconda brasileña, un ícono nacional que está en los libros escolares, porque tiene un valor simbólico único: se le atribuye la representatividad del movimiento modernista local”.Eduardo Costantini con la obra Urso, del artista brasileño Vicente do Rego Monteiro (Gentileza Eduardo Costantini/)Durante el último año y medio, Costantini adquirió varias piezas creadas en Brasil, el país más representado después de la Argentina en la colección del Malba: Urso (1925), de Vicente do Rego Monteiro; Tocadora de banjo (1925), de Victor Brecheret; Elevador social (1966), de Rubens Gerchman; Maquete para o meu espelho (1964), de Antonio Dias, y tres del poeta concreto Augusto de Campos: Ojo por ojo, SS y El anti-ruido (1964).El eros cultural (1980), de Aída Carballo, ilustra la tapa del catálogo de la muestra En terapia, cerrada esta semana en Malba (Gentileza Eduardo Costantini /)Los dos primeros tienen especial relevancia porque “participaron en la Semana de Arte Moderno, realizada en el Teatro Municipal de San Pablo en febrero de 1922, un momento clave en la renovación del arte de Brasil”, recuerda el fundador y líder de la desarrolladora Consultatio, que hace dos décadas donó más de doscientas obras al Malba –incluidas piezas clave del arte moderno latinoamericano, como las mencionadas de Frida y Tarsila- y volvió a iniciar de cero su colección personal. Mientras, se derrumbaban las Torres Gemelas y el país atravesaba una de las peores crisis de su historia.Retrato de Berta Singerman (1927), de Carlos Mérida (Gentileza Eduardo Costantini/)Aunque aún sigue asumiendo un déficit anual cercano a los dos millones de dólares para sostener el funcionamiento del museo, que celebrará dos décadas el próximo 21 de septiembre con un patrimonio de más de 700 obras, en noviembre último el empresario dejó en manos de Teresa Bulgheroni la presidencia de la fundación que lo administra. Sin nadie a cargo de la dirección desde la reciente partida de Gabriela Rangel, en mayo se sumó al equipo como curadora en jefe María Amalia García, asesora curatorial de Inés Katzenstein en la muestra Sur Moderno, en el MoMA.Café (1918), de Rafael Barradas, integrará la muestra Rafael Barradas. Hombre flecha, con la que el Malba celebrará sus veinte años (Gentileza Eduardo Costantini /)Para la muestra aniversario, una antológica dedicada al artista uruguayo Rafael Barradas, Costantini prestará otra de las obras adquiridas en los últimos meses: Café (1918), que llegará a la Argentina días después de inaugurada la muestra. La dedicada a Remedios Varo, que se exhibió en Malba hasta febrero último, incluyó Simpatía (La rabia del gato), pieza que se encontraba en una colección privada desde 1971 y que compró en 2019 en Christie’s por 3.1 millones de dólares. El doble de esa cifra pagó en aquella memorable subasta virtual por otra pintura de la artista surrealista, en momentos en que la exposición permanecía cerrada por la pandemia. “Las dos viajarán en los próximos meses a una importante muestra internacional en Europa”, adelantó el empresario, sin dar más precisiones.Casita en la autopista, Liniers (1984), de Facundo de Zuviría, artista presente en las colecciones del Met y del MoMA (Gentileza Eduardo Costantini/)Además de las de Varo y Lam, Costantini compró también esa noche de junio Paisaje cubano (1943) de Mario Carreño, por 300.000 dólares, y Autorretrato (1951), de la poeta y pintora surrealista Alice Rahon, por 81.250. “Me falta verlas todavía. Me ha pasado muchas veces”, dijo a LA NACION, orgulloso de una lista de compras recientes que se completa con piezas de Alejandro Otero (Venezuela); Alipio Jaramillo (Colombia), Carlos Mérida (Guatemala/México) y los argentinos Aída Carballo y Facundo de Zuviría. De este último compró varias fotografías que incluyen su serie icónica Siesta argentina (2001-2003), presente en las colecciones del Met y el MoMA.“La mayoría de estas adquisiciones estaban en colecciones privadas, fuera del circuito y no se exhibían públicamente desde hace más de treinta años –señala Costantini-. De esta manera, se abre la posibilidad de exhibir estas obras en Buenos Aires y de concretar préstamos a otras instituciones internacionales”.

Fuente: La Nación

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