Que la igualdad de oportunidades sea realHace un año, ante la realidad sanitaria y social por la que aún atraviesa el país surgió una iniciativa privada por parte de un grupo de jóvenes: dar apoyo escolar virtual a chicos de colegios de gestión estatal. Decidí anotarme como voluntaria. No bien me asignaron a mi alumna, me puse en contacto con ella. Entre mensajes y llamadas fuimos construyendo la confianza y pasamos a las videollamadas. No soy maestra. Soy terapista ocupacional. No tuve pedagogía como materia, y los contenidos que debía enseñar los tuve que “reaprender” yo también. Me llevó más tiempo del que creía. Eso implicó quedarme hasta tarde leyendo textos y pidiendo ayuda para resolver ejercicios de matemática o física. Veo en mi alumna potencial. Ganas de aprender. De entregar las cosas a tiempo, prolijas y completas. Comprometida con su estudio, responsable. Y sobre todo con proyectos. Creo que hoy en día a los jóvenes nos cuesta “soñar”. Y la emoción que me produjo el escuchar a una chica de 16 años contar con ilusión cómo se veía en un futuro fue muy grande. Le dije: “Vas a llegar muy alto, Tati”. Y me prometí ayudarla (aunque sea en mínima medida) a alcanzar su meta. Terminó 2020 y, con muy buenas y merecidas calificaciones, pasó de año. No sé cuánto habrá aprendido. Es difícil, en estos casos, buscar el equilibrio entre ayudar y dejar hacer. No darle todo servido, sino dejarla pensar y razonar. Me quedo con su actitud, que hoy es hacia el aprendizaje, pero mañana será ante la vida. Hoy en día no abundan adolescentes así. Y menos en tiempos de virtualidad, en los que muchos “apagan la cámara” y la dan de baja.Hace unos días, en chat, me dijo: “Si quisiera podría estar sin hacer nada… pero no va conmigo. No me gusta. Me gusta hacer todo y estar al día, porque mi única obligación es la escuela y, bueno, hay que meterle para ser el día de mañana lo que yo quiera”.Ojalá sus palabras hagan eco en adolescentes y jóvenes, para que la virtualidad no sea una “cámara apagada”. Que quieran y valoren el ir a la escuela. Que anhelen aprender, pensar y saber. Y que lleguen también a maestros, profesores, gobernantes y legisladores, para que el derecho a la igualdad de oportunidades sea real, y que así, niños, adolescentes y jóvenes puedan gozar del derecho de la educación. Permitámosles tener ilusiones, proyectos y futuro. Porque el futuro está en ellos, y el futuro es la educación.Paz Llerena AmadeoDNI 41.645.746Carabelas presidencialesEl Presidente usó inoportunamente un giro literario de pretendida originalidad, imprudente en relaciones internacionales. En la Argentina no hubo civilizaciones indígenas urbanas, sino culturas del monte y de la estepa pampeano- patagónica, en la que destaca el rico y preciso vocabulario del guaraní. Escasos en número, dispersos y belicosos entre sí, facilitaron la dominación de quienes llegaron caminando. El dominio rioplatense se hizo caminando desde el norte y el oeste y desde la multifundadora Santiago del Estero. Solo la primera fundación de Buenos Aires tuvo carabelas, y en la segunda caminaron desde Asunción del Paraguay. Tuvimos un virreinato tardío y un desierto verde que aún abruma.Los esclavos negros, víctimas infames, fueron un éxito de sociabilidad explotada en los tres patios de las casonas coloniales y actores de un mestizaje opuesto a la versión antojadiza de un destino dramático en la Argentina. Numerosas viejas familias criollas llevan mulatos y zambos en el gen criollo que vemos cotidianamente en los argentinos. Por sobre las etnias de nuestro origen y de la aportada por otras gentes nuevas desde la ley de Avellaneda (1874-1880), tomamos comportamientos europeos e inspiraciones occidentales simbolizados en la constitución de EE.UU., el Código Civil Napoleónico, la pretensión de república en un sistema democrático, que no resultan influencias de la corona, ni del aborigen, ni de la cultura africana, sino de los nuevos tiempos. Por lo que tal vez no seamos lo que creemos ser. Pero ser es más importante que aparentar. La síntesis de ser argentino no ha sido asimilarse al arquetipo de Martín Fierro, don Segundo Sombra o Juan Manuel de Rosas, sino asimilarnos unos a otros sin grandes esfuerzos.Esa sociedad no alentó el reconocimiento de “minorías contemporáneas” con más derechos diferenciales o menos deberes, que nos llevan al conflicto violento en la relación con elementos de pueblos originarios, que no son más que otros argentinos desde 1816. Brasil no “viene de la selva”. Creció en una franja tan angosta sobre el Atlántico que Brasilia fue un gesto hacia tierra adentro para acercarse a la Amazonía despoblada. México es esencialmente precolombino y su esfuerzo es dejar de serlo sin mengua de su condición.Sorprende que el Presidente no valore el mestizaje intelectual que es la norma de unisividad argentina, hecha de trozos de humanidad.Roberto Rodríguez VagaríaDNI 8.451.792La oposiciónHoy más que nunca siento que las líneas del Martín Fierro “los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera” deberían ser lo más importante a tener en cuenta a la hora de reorganizar la oposición. “Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera”. Más claro imposible, y un pedido expreso a las fuerzas políticas para que consigan esa unión. Es el momento. La unión que hace la fuerza necesaria para salvar a la república.Viviana GoetzDNI 6.551.162Puente intergeneracionalCelebro la iniciativa del editorial llamado “El desafío de la inclusión”, del 7 de junio. Me gusta esta nueva mirada del lenguaje inclusivo. Me cuesta –y enoja muchas veces– escuchar a mis nietos hablar de sus “amigues”. En el chat de la familia, me cansé de negarme al “todxs”. ¿Por qué celebro, entonces, esta nota que publicaron? Porque tiende un puente entre generaciones, porque veo algo positivo en este cambio que me cuesta tanto entender. Si puedo incluir sin transgredir las normas del español, comenzaré –a mis más de 70 años– a hacer el esfuerzo.Carlos María VecciaDNI 7.601.404La suba del dólarDetrás de la expresión generalizada “sube el dólar” se esconde un arma utilizada por los políticos para desentenderse como responsables de tal dramático fenómeno (en las magnitudes en que lo vive la sociedad argentina). Para quienes comprenden los fenómenos de mercado es claro que tal expresión es solo un recurso literario simplificador de un proceso más complejo, pero no para el resto. Pero el análisis de la naturaleza de este proceso tiene en realidad implicancias profundas. ¿Por qué? Porque si fuera verdad que el dólar sube no existiría ninguna responsabilidad por parte de las autoridades monetarias argentinas. Sería como decir “sube el precio del barril de petróleo”. Contrariamente, si dijéramos “el peso pierde valor respecto de otras monedas” o “la moneda del país continúa devaluándose” ambas expresiones harían referencia a que es el Banco Central el causante de dicha situación, que tiene un enorme impacto en la vida de la gente. Incluso de aquellos que no compran dólares. ¿Por qué? Las razonas son varias. En primer lugar, si el peso pierde valor respecto de las monedas extranjeras (entre ellas, el dólar), subirán los precios de los bienes importados. Es decir, que si predevaluación una persona necesitaba un mes de salario para comprar una heladera, tras la devaluación necesitará más de un mes de trabajo. Lo mismo sucederá en bienes producidos localmente con componentes importados. Al mismo tiempo, si la persona antes utilizaba un 10% de su salario mensualmente para comprar carne para alimentar a su familia, tras la devaluación utilizará un porcentaje mayor porque –el caso del ejemplo de la carne– nos muestra la situación de un bien producido localmente, pero con un precio de referencia internacional. Es decir, en moneda dura, como el dólar.La Argentina es un país rico en experiencias inflacionarias y devaluatorias. En algunos momentos, la inflación y la devaluación van al mismo ritmo. En otros, la devaluación va delante y la inflación luego. En otros, como ahora, la inflación va a un ritmo marcadamente superior a la devaluación: en los últimos 12 meses el IPC marca que los precios crecieron casi un 43%, mientras que el dólar (en términos de pesos) se encuentra prácticamente planchado desde diciembre. La intención del Gobierno será mantener “calmada” a la moneda extranjera hasta las elecciones para evitar el impacto político, pero el desafío es difícil. En los actuales meses, los ingresos de exportaciones sojeras (con precio internacional récord) contribuyen a tal situación, pero falta mucho tiempo para la incierta fecha electoral de medio término, en un contexto de voluminosos vencimientos de deuda pública.En síntesis, la expresión “sube el dólar” esconde la mano del responsable de tal fenómeno de degradación monetaria que es –lamentablemente– parte de la cultura política argentina, y que tiene fuertes implicancias sobre el poder de compra de los ciudadanos, incrementando los niveles de inflación y profundizando la degradante pobreza ciudadana.José Antonio EstevesEstevesmaderoja@gmail.comTranquilidadSoy discapacitada y a un mes de cumplir 80 años, tengo dos cuidadoras, Leila, de 30 años, y Keydi, de 47. Las inscribí como personal de salud para que las vacunaran contra el Covid. En menos de 20 días recibieron la citación para ir a un centro de vacunación. Felicitaciones y mi agradecimiento a Rodríguez Larreta y Fernán Quirós. Seguimos cuidándonos, pero más tranquilas.María Dolores Abelmariadoloresabel@gmail.comLos textos destinados a esta sección no deben exceder las 15 líneas o los 1100 caracteres. Debe constar el nombre del remitente, firma, domicilio, teléfono y número de documento. Por razones de espacio y de estilo, LA NACION podrá seleccionar el material y editarlo. Los mensajes deben enviarse a: cartas@lanacion.com.ar o a la dirección: Av. Del Libertador 101, Vicente López (B1638BEA)

Fuente: La Nación

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