Emilio Cornaglia es abogado y profesor en Derecho de la UBA. Tiene 35 años y, desde que comenzó la carrera universitaria, su vocación lo llevó a trabajar entre familias vulnerables y barrios marginales. Con tan solo diez años fue bombero voluntario en su ciudad natal, San Francisco, Córdoba. Pero recién se radicó en Buenos Aires en 2012, después de haber sido elegido presidente de la Federación Universitaria Argentina.Emilio Cornaglia “de civil”, frente al Capitolio de los Estados Unidos, en un viaje que hizo hace poco más de dos años con la Fundación Universitaria del Río de la Plata.Hace poco más de tres años, a través de un video, descubrió el lugar donde podría combinar su pasión, el skate, con su vocación, la asistencia social. Ese lugar es la Villa 31. Emilio lo cuenta con mucha emoción y orgullo: “Llegué a la Villa 31 después de ver un video que hizo una marca de skaters en ese lugar. Me impactó la imagen de un chico que patinaba descalzo, con todo lo doloroso que puede resultar… A partir de ese momento decidí armar la escuela”, asegura. Hoy tiene más de 60 alumnos, cuyas edades oscilan entre los 2 y los 17 años. Está convencido de que desde su deporte, el skate, puede ayudar a sacar chicos de la marginalidad y de la pobreza. No se trata de una fantasía ó un sueño personal: es un modelo que ya se aplica con éxito en Zambia y en Afganistán.Emilio da clases en el “bowl”, la pista de skate con forma de piscina construida en el corazón del Barrio 31. Tiene más de 60 alumnos. (Franco Fafasuli/)“El búho”, como conocen sus amigos a Emilio, ya había realizado trabajos sociales desde el movimiento estudiantil universitario en Mendoza, Córdoba, Buenos Aires y otras provincias con un programa de alfabetización llamado “Nunca es tarde” mientras cursaba la carrera de abogado. Su motivación lo llevó a enfrentarse a punteros y narcos que controlan territorios vulnerables: “El negocio de la pobreza y el narcotráfico lo pude ver con mis propios ojos. Ya le perdí el miedo a quienes se apoderan de los más débiles. Se aprovechan aún más de los inmigrantes” dice Emilio.Van llegando de a uno. Se los ve caminar por los pasillos laberínticos del ahora “Barrio 31?. Algunos chicos son más bajitos que su skate. Otros vienen con las manos vacías, cuentan con la solidaridad del grupo para participar de la clase. De a uno van llenando el bowl, la pista que parece una piscina, en el corazón de la barriada. Sonríen, se los ve sin preocupaciones y listos para la clase. La niñez es el mejor momento para sembrar el deporte y la educación, herramientas que los aleje de la vida criminal siempre al acecho. Muchos no saben que en algunos rincones de ese incipiente barrio, todavía manda el crimen. Hace unos días hubo un ajuste de cuentas y un doble crimen por el control del territorio. Para el “Buho” no fue fácil insertarse. Dice que además del crimen organizado, las organizaciones sociales y “los punteros políticos” están atentos a las familias para sumarlas a sus filas.La edad de los alumnos de la escuela de skate oscila entre los 2 y los 17 años. (Franco Fafasuli/)“Antes los dirigentes les ofrecían planes para convocarlos a marchas, ahora amenazan con sacarles lo que tienen”, señala Emilio a LA NACION. Dice que hay un negocio en la pobreza que él intenta combatir desde la educación y el deporte. “Las villas son un lugar de mucha violencia, con gran influencia narco que les ofrecen un mundo de fantasía, lujos y pertenencia pero con una vida corta. Con un grupo de amigos que colaboran en el proyecto empezamos dando clases en el bowl, que fue armado como parte del proceso de integración socio urbano”.“Los niños de la 31 no son como otros chicos. Nacen rodeados de drogas y delincuentes. Viven en la violencia cada día. Tienen situaciones cotidianas muy difíciles”, dice Cornaglia, que teme que el Barrio 31 alcance los índices de narcocriminalidad de Rosario. “No está tan lejos”, insiste.Emilio -ocupa el noveno lugar entre los precandidatos a diputado nacionales en la lista de Juntos por el cambio que encabeza Adolfo Rubinstein- dando indicaciones frente a una rampa. (Franco Fafasuli/)Emilio, con casi quince años de experiencia en las villas y como profesor concursado de la materia Derecho de la Integración Regional de la UBA, dice que el delito comienza desde la niñez. “Los pibes en el barrio ven dos modelos: el del supuesto ‘éxito’ del narco con autos, motos, zapatillas, armas y relojes caros; el otro modelo es el de la humildad y el sacrificio que tratamos enseñarles al decirles que hay un sueño de libertad desde el ejemplo. Los chicos se crían alrededor de un mundo criminal. Son los narcos los que buscan esa mano de obra temprano (..) De cierta manera, competimos contra los narcos por los chicos”, remarca.-¿Qué les ofrecés a los chicos para sacarlos de ese mundo conflictivo?-Primero un espacio para disfrutar, divertirse y compartir. El skate tiene un fuerte contenido identitario: propone libertad y un universo cultural que contiene a los chicos.Uno de los alumnos, demostrando todo su talento en el bowl. (Franco Fafasuli/)-¿Cómo describís el universo skate?-El skate es un deporte que incluye un estilo de vida que se vincula con el arte estético: hay pintura, grafitis, música, hip hop, punk, rock y reggae. También hay una movida que genera expresiones culturales.-¿Cuál es la reacción de las familias que mandan a sus hijos?-Están felices, ven a sus hijos progresar, compartir, hacer deporte y, sobretodo, salir del mundo criminal que los acecha. Es impresionante ver la cara de sus padres cuando los chicos hacen algunas pruebas.-¿Siempre fue bienvenida la escuela en el barrio?-Al principio no fue fácil. Los chicos venían y se terminaban peleando. Se discriminaban por nacionalidad y hasta por lo económico. Pero después terminaron siendo amigos y hoy compiten sanamente por quien hacen mejor las pruebas de skate.Emilio Cornaglia lleva tatuado el logo de la escuela en su brazo derecho. (Franco Fafasuli/)-¿Recibiste alguna amenaza o te robaron?-Sí; una vez me robaron adentro del barrio. Me pungueron y me llevaron hasta los documentos.-¿Recuperaste algo?-Nada, pero aprendí a ser más precavido.-¿Tenés miedo?-Tengo respeto, pero no tengo miedo.-¿Por qué querés ser diputado?-Porque estoy convencido que puedo hacer un gran aporte para mejorar la educación y la universidad, a través de una visión joven con formación y experiencia.El cariño de los alumnos se manifiesta de distintas maneras. En el día del cumpleaños de Emilio (a quien llaman “El búho”), algunos de sus alumnos más chicos le dedicaron cartas y dibujos. (Franco Fafasuli/)-¿Te gustaría que tu escuela se replique en otras villas o barrios?-Sí, sería buenísimo poder replicarlo y de hecho lo tenemos pensado. También colaboramos compartiendo información y aconsejando a escuelas de skate en otras provincias o con proyectos similares como los que funcionan en África como We Skate Mongu de Zambia o el de Afganistán.-¿Estás preparado para meterte en la arena política? Puede ser más difícil que tu trabajo social…-Sí; estoy preparado. Tengo quince años de trayectoria política, habiendo sido Presidente de la Federación Universitaria Argentina y trabajando con dirigentes políticos.Cada vez son más las chicas que se suman a la escuela del Barrio 31. (Franco Fafasuli/)-¿Qué opinas del Olivos VIP que divide a la oposición sobre el tema del juicio político al presidente?-Da mucha bronca y dolor: sobre todo porque la fiesta en olivos ocurrió mientras cerraron las escuelas, los comercios y miles de familias no pudieron despedir a sus seres queridos. Estoy de acuerdo en que se realice un juicio político al presidente según el artículo 16 de la Constitución Nacional que dice que todos los habitantes somos iguales ante la ley.-¿Cuál es tu sueño?-Mi sueño es que tengamos educación salud, educación y trabajo para que podamos vivir en paz. Por eso me sumé a la lista de Adelante Ciudad, que encabeza Adolfo Rubinstein, junto a Mónica Marquina, dos académicos que también se meten en la arena política para sacar a la Argentina hacia adelante.Emilio Cornaglia también lleva skaters profesionales para que hagan demostraciones a los alumnos. (Franco Fafasuli/)La escuela lleva skates para los chicos que no tienen tabla propia. (Franco Fafasuli/)

Fuente: La Nación

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