Marcando una clara distancia con la política hacia Cuba de Obama, el gobierno de Biden acaba de publicar un informe sobre el tráfico de personas en el mundo que condena enérgicamente las misiones médicas de Cuba en otros países.El “Informe sobre la trata de personas 2021” del Departamento de Estado, publicado el 1º de julio, dice que hay “fuertes indicios de trabajo forzoso” en las misiones médicas de Cuba en el exterior. El año pasado, el régimen cubano “capitalizó la pandemia” para aumentar el número y tamaño de sus misiones médicas, que ahora llegan a entre 34.000 y 50.000 médicos cubanos en más de 60 países, dice el reporte.“El gobierno cubano se ha beneficiado de la explotación de sus misiones médicas en el extranjero”, dijo el secretario de Estado Antony Blinken en una ceremonia de presentación del reporte. “Envían médicos y otro personal de salud al exterior, no les informan de los términos de sus contratos, confiscan sus documentos y salarios, y los amenazan a ellos y a sus familiares cuando intentan irse”.Según el informe, que forma parte de una revisión anual sobre el tráfico de personas en 188 países, incluido EE.UU., el régimen cubano recauda entre $6000 millones y $8000 millones de dólares anuales de sus exportaciones de médicos. Los médicos “reciben solo una parte de su salario, que oscila entre el cinco y el 25%”, y el régimen se queda con el resto, afirma el documento.El nuevo énfasis de EE.UU. en las condiciones de semiesclavitud de los médicos cubanos en el exterior contrasta con una visión mucho más benévola que tenía el gobierno de Obama sobre estas misiones médicas. En octubre de 2014, el entonces secretario de Estado John Kerry, que ahora está en el gabinete de Biden como encargado de la lucha contra el cambio climático, elogió el trabajo de las misiones médicas cubanas para ayudar a combatir la pandemia de Ébola en África, y las calificó de “impresionantes” y “una contribución en la primera línea”.Pero después de unirse al equipo de Biden, el propio Kerry se volvió más crítico de Cuba. En 2020, como portavoz de la campaña de Biden, me dijo que había “decepción” en Washington por la falta de una apertura en Cuba tras la normalización de relaciones con EE.UU. A juzgar por mis conversaciones con funcionarios estadounidenses en las últimas semanas, la administración Biden no tiene prisa en cumplir su promesa de campaña de restaurar algunas de las medidas de Obama hacia Cuba.Biden había prometido restaurar los viajes y las remesas familiares a la isla, y el principal asesor de asuntos latinoamericanos de la Casa Blanca, Juan González, ha dicho que la política de la administración Trump hacia Cuba está “en revisión”. Sin embargo, varios factores han frenado –al menos por ahora– un acercamiento a Cuba. En primer lugar, los últimos arrestos de artistas en la isla y las nuevas sospechas sobre la posible participación del régimen cubano en ataques sónicos contra diplomáticos estadounidenses en La Habana hacen más difícil proponer un nuevo acercamiento a Cuba.Un informe del 30 de junio del grupo de derechos humanos Human Rights Watch sobre los recientes arrestos dice: “En Cuba, cantar una canción que no le gusta al gobierno es suficiente para terminar preso”. En segundo lugar, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU., el senador Bob Menendez (D-N.J.,) tiene una gran influencia sobre la política hacia América Latina de la administración Biden. Menendez es un severo crítico de la dictadura cubana.En tercer lugar, Biden corre el riesgo de perder el Congreso en las elecciones intermedias de 2022, y puede que haya aprendido del error de su campaña de 2020 al subestimar el fuerte sentimiento de los votantes cubanoamericanos contra la dictadura de la isla. En parte debido a ese error, el Partido Demócrata perdió 2 escaños claves de Miami en la Cámara de Representantes.Biden está haciendo lo correcto con Cuba. EE.UU. no debería tener prisa en acercarse a una dictadura que prohíbe a los partidos independientes, no permite la libertad de prensa y arresta a los artistas por cantar canciones críticas.@oppenheimera
Fuente: La Nación