Por Brenna Hughes NeghaiwiZÚRICH, 15 jul (Reuters) – Los conocedores de Pablo Picasso
pronto podrán poseer una parte de uno de sus cuadros por menos
de 6.000 dólares, aunque eso no les dará derecho a ver la obra,
que estará guardada bajo llave en Suiza.La pintura “Fillette au béret” (“Niña con boina”, en
español) se venderá -o se “tokenizará”- a través de blockchain
en lo que Sygnum, el banco suizo centrado en los activos
digitales que organiza la venta, dice que es una novedad
mundial.”Esta es la primera vez que los derechos de propiedad de un
Picasso, o de cualquier obra de arte, son transmitidos en
blockchain público por un banco regulado”, dijeron el banco y el
coorganizador Artemundi, una empresa de inversión en arte.Se espera que las suscripciones para la venta de 4 millones
de francos suizos (3,68 millones de dólares) se abran a finales
de julio, con participaciones negociables del cuadro disponibles
a partir de 5.000 francos suizos.La obra de 1964 que representa a una niña con boina en
colores brillantes sobre lienzo fue vendida por última vez por
21,4 millones de coronas suecas (2,48 millones de dólares) por
la casa de subastas Uppsala Auktionskammare en 2016.No es el primer cuadro del notoriamente iconoclasta Pablo
Picasso que se codea con el blockchain.Impulsado por el aumento este año del mercado de tokens no
fungibles (NFT), a menudo centrado en obras de arte
exclusivamente digitales y otros artículos virtuales, Sotheby’s
anunció una venta vinculada a NFT de “El pintor y la modelo” de
Picasso en junio.El cuadro se vendió por 2,25 millones de libras (3,12
millones de dólares), aunque los planes para la venta conjunta
de un NFT -un token único que existe en un blockchain- que
vincularía la propiedad sobre una versión digital fueron
descartados, según la casa de subastas.
(1 dólar estadounidense = 8,6412 coronas suecas)
(1 dólar estadounidense = 1,0877 francos suizos)
(1 dólar estadounidense = 0,7214 libras esterlinas)
(Reporte de Brenna Hughes Neghaiwi; editado en español por
Benjamín Mejías Valencia)

Fuente: La Nación

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