Por Laura GottesdienerEL PARAÍSO, Honduras, 21 sep (Reuters) – Abel Bautista miró
los vastos pastizales que lo rodeaban y frunció el ceño.
“Antes”, dijo, “había filas de gente para cortar”.Ahora, en lugar de café, estas colinas verdes cerca de la
frontera de Honduras con Guatemala cuentan con pocos árboles y
casi ningún trabajador.Los tiempos son tan difíciles en su aldea natal que
Bautista, un trabajador agrícola de 40 años, recientemente hizo
el largo y peligroso viaje con un hijo de 15 a través de dos
fronteras en un intento fallido por ingresar a Estados Unidos.Más de una docena de miembros de su familia, incluida una
hija adolescente, han realizado viajes similares en los últimos
años, la mayoría cruzando el Río Grande con éxito. Un sobrino y
su hijo pequeño, dicen sus familiares, desaparecieron en el
camino.No es solo que el ganado haya reemplazado la cosecha de café
en este rincón de las tierras altas del tercer país más pobre de
América. Peor aún, el narcotráfico y la violencia se han
apoderado de las calles de El Paraíso y los pueblos cercanos y
han convertido las granjas circundantes en pasadizos para la
cocaína que se dirige al norte.Mientras tanto, las autoridades encargadas de salvaguardar
la estabilidad y el desarrollo están cada vez más involucradas
en los mismos crímenes que ahora empujan a muchos lugareños a
huir a Estados Unidos.En El Paraíso, un municipio de unas 20,000 personas, estos
factores fueron personificados por Alexander Ardón, un ladrón de
ganado devenido en narcotraficante y luego un en alcalde que
gobernó este rincón de Honduras como un feudo hasta que huyó y
se rindió a las autoridades estadounidenses hace dos años.Al llegar a un acuerdo con los fiscales federales, Ardón
confesó haber participado en 56 asesinatos, torturas y tráfico
de hasta 250 toneladas de cocaína a Estados Unidos.Con la ayuda de funcionarios de alto nivel del gobernante
Partido Nacional, según las transcripciones de los testimonios
que brindó ante un tribunal estadounidense, Ardón consolidó el
poder, convirtiendo El Paraíso en un corredor de cocaína para
narcos como el encarcelado Joaquín “El Chapo” Guzmán.La complicidad oficial con el narcotráfico, una tendencia
que se repite en otras partes de Honduras y Centroamérica, ha
exacerbado una ya larga historia de desigualdad en la región,
empobreciendo aún más a gran parte de la clase trabajadora y
enriqueciendo a los funcionarios corruptos y las élites
adineradas que controlan la mayor parte del poder.Las autoridades están tan involucradas en el narcotráfico y
otros actos corrosivos, dicen grupos locales de derechos
humanos, investigadores y diplomáticos extranjeros, que la
criminalidad es una de las principales razones del renovado
éxodo de personas desde Centroamérica.”Es una de las principales contribuyentes a la violencia, la
corrupción y la impunidad que han polarizado al país y han hecho
que muchos hondureños se conviertan en migrantes”, aseveró el
senador estadounidense Patrick Leahy, defensor de una reforma
migratoria y conocedor de los problemas de derechos humanos
relacionados con América Latina desde hace mucho tiempo.Desde su arresto, el testimonio de Ardón ha convulsionado la
política hondureña y arrojado una luz poco común sobre presuntos
crímenes en los más altos niveles del Gobierno.Ardón fue un testigo clave en la condena por narcotráfico en
Estados Unidos de “Tony” Hernández, hermano menor del presidente
Juan Orlando Hernández y excongresista, quien fue sentenciado
este año a cadena perpetua por su “papel en una violenta
conspiración para el tráfico de drogas patrocinado desde el
Estado”, de acuerdo con los fiscales.También se espera que Ardón, ahora de 45 años y bajo
custodia federal, sea un elemento central de una investigación
en curso contra el presidente Hernández, según un expediente
judicial del fiscal federal para el Distrito Sur de Nueva York.En el juicio contra Tony Hernández, de acuerdo con las
transcripciones revisadas por Reuters, Ardón sostuvo que el
presidente y su predecesor, Porfirio Lobo, le permitieron
traficar cocaína a cambio de millones de dólares en
contribuciones de campaña.En su presentación de febrero, los fiscales aseguraron que
el presidente Hernández buscaba “utilizar el narcotráfico para
ayudar a afirmar su poder y controlar Honduras”. No detallaron
crímenes específicos.Portavoces del Gobierno en Tegucigalpa, la capital, no
respondieron a solicitudes de comentarios por parte de Reuters.En numerosas declaraciones públicas, el mandatario ha negado
irregularidades. Dijo a legisladores locales a principios de
este año que los fiscales estadounidenses ponen en peligro la
cooperación antinarcóticos entre los dos países si persisten en
creer en los testimonios que lo implican.”Si determinadas oficinas en Estados Unidos, cometen el
error de premiar a los narcos que dan falso testimonio (…)
Significará que tarde o temprano los sistemas de cooperación
inevitablemente colapsarán”, aseveró Hernández en febrero.Reuters no pudo verificar de forma independiente las
afirmaciones de Ardón en su testimonio contra los hermanos
Hernández u otras personas que mencionó. Un portavoz del
Departamento de Justicia se negó a discutir el caso Ardón o
Hernández.Jeffrey Cohn, un abogado de Ardón basado en Nueva York, se
negó a comentar sobre el caso, cualquier sentencia que pudiera
haber recibido o el papel de su cliente en las investigaciones.
Jesse Siegel, abogado defensor de Tony Hernández, no respondió a
solicitudes de comentarios de Reuters.Para personas como los Bautista, que han visto caer a la
economía local por el crimen y la complicidad de quienes se
encuentran en el poder, la falta de perspectivas no les ha
dejado otra opción que buscar oportunidades en otros lugares.En agosto, las autoridades estadounidenses capturaron a más
de 39,000 hondureños que intentaban cruzar la frontera sur sin
permiso, una de las cifras mensuales más altas registradas,
según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados
Unidos (CBP, por sus siglas en inglés).Honduras superó recientemente a Guatemala como la segunda
fuente principal de migrantes irregulares a Estados Unidos,
detrás de México. Más de medio millón de hondureños, arriba del
5% de la población del país, han sido capturados en la frontera
de Estados Unidos desde enero de 2019.Ante el aumento de llegadas, el presidente estadounidense,
Joe Biden, planea enviar hasta 4,000 millones de dólares a
Honduras, Guatemala y El Salvador. La ayuda, destinada a abordar
las causas de la migración, será canalizada en gran parte a
programas de lucha contra la corrupción.”Esta conexión entre el crimen organizado y la migración
irregular es una que va en aumento”, dijo el diplomático
estadounidense enfocado en Centroamérica, Ricardo Zúñiga,
durante una conferencia de prensa reciente.Además de la corrupción vinculada al narcotráfico, otros
escándalos de corruptela han sacudido a Honduras en los últimos
años. En 2020, dos funcionarios fueron acusados ??de robar
fondos para la compra de clínicas de salud móviles. Ambos se han
declarado inocentes y están a la espera de juicio.Por otra parte, los residentes pobres que apoyan a los
partidos de oposición aseguran que han sido excluidos de los
paquetes de ayuda distribuidos por Hernández a sus
simpatizantes, una acusación negada desde las altas esferas.El Gobierno, que refleja los movimientos de la vecina
Guatemala, también ha debilitado las leyes y agencias
establecidas para combatir la corrupción. Hernández se negó el
año pasado a reautorizar la presencia de la MACCIH, un grupo de
investigadores extranjeros respaldados por la Organización de
Estados Americanos (OEA), que habían desenterrado con éxito
esquemas de corrupción de alto nivel.Alrededor de El Paraíso, donde Ardón construyó un edificio
de Gobierno color rosa, con un helipuerto, y un diseño similar a
la Casa Blanca, el alcalde era casi intocable. Él y sus socios
compraron tanta tierra y obligaron a los que no querían vender a
dejar su propiedad de todos modos, que las granjas, las familias
y los medios de subsistencia desaparecieron.A medida que acumulaba riqueza y poder, la tasa de pobreza
extrema, según datos oficiales, se duplicó en El Paraíso, donde
el 94% de la población vive con menos de 73 dólares al mes, uno
de los ingresos más bajos de Latinoamérica.La carrera de Ardón ilustra los vínculos entre la
corrupción, la impunidad y el aumento de la migración desde
Honduras y otras partes de Centroamérica.Para comprender mejor su ascenso y su impacto duradero en
familias como los Bautista, Reuters habló con docenas de
residentes, migrantes, activistas de derechos humanos y
funcionarios de seguridad locales y extranjeros.”La historia que hoy se cuenta es del poder, las casas, las
mujeres, los caballos”, confesó Rolando Milla, miembro de la
comisión nacional de derechos humanos de Honduras. “Pero no se
cuenta de los crímenes, dolor, chantaje e intimidación”.”soy el rey”Bautista, su hermana Iris y otros familiares han vivido
cerca de El Paraíso por generaciones. La familia entera trabajó
en los campos de café cercanos hasta principios de la década de
2000. Aunque la paga era poca -alrededor de ocho dólares por día
en la cosecha- complementaban sus ingresos con lo que obtenían
de sus pequeñas parcelas y la pesca en un río cercano.”Pescamos, cosechamos frijoles, nos bañamos en el río”,
recordó Iris Bautista, ahora de 43 años.Su vida simple, aunque dura, cambió con el cambio de siglo.La cocaína con destino a Estados Unidos procedente de
Sudamérica, en su mayoría transportada por avión o mar a través
del Caribe antes de que las fuerzas del orden frustraran algunas
de esas rutas, comenzó a ser contrabandeaba cada vez más por
tierra.El cambio empoderó a los cárteles mexicanos de la droga, que
desde entonces han llegado a dominar el comercio y también creó
lucrativas oportunidades criminales en Centroamérica.Entre quienes estaban dispuestos a aprovecharse se
encontraban quienes tenían un largo historial de robo y
contrabando de ganado. Ardón, entonces un joven contrabandista
con educación primaria incompleta, se dedicó al narcotráfico a
partir de 2002, según el testimonio que dio a los fiscales.Rápidamente se hizo rico.La afluencia de drogas y dinero provocó guerras
territoriales, rivalidades y violencia. En 2004, el esposo de
Iris Bautista, José, fue baleado en la calle. Ella nunca supo
quién lo mató ni por qué. La autoridad, dijo, tampoco.
Portavoces de la policía local no respondieron a solicitudes de
comentarios.Asustada por sus dos hijos pequeños y un tercero en camino,
Iris huyó a San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande de
Honduras. Allí lavaba ropa para ganar dinero.En 2005, a los 30 años, Ardón se postuló para la alcaldía de
El Paraíso.Aunque se llamaba a sí mismo un ganadero, muchos lugareños
conocían la fuente de su prosperidad. Su ascenso, incluso, lo
convirtió en un héroe popular para algunos, aseguraron
funcionarios locales y pobladores.Su riqueza, aseguró Ardón a los fiscales estadounidenses, le
permitió sobornar a funcionarios y comprar votos, una táctica
que luego usaría para ayudar a los aliados del Partido Nacional.En 2006, Ardón inició el primero de dos mandatos de cuatro
años.Desde el Ayuntamiento, intensificó su negocio de
narcotráfico e hizo de El Paraíso una fortaleza. En la entrada
principal del pueblo, instaló un portón y guardias armados que
obligaban a los conductores a bajar las ventanillas e
identificarse.Se movía por la ciudad con un séquito de hasta 20 asistentes
y guardaespaldas, un detalle de seguridad más típico de un jefe
de Estado que de un alcalde provincial.”Soy el rey del pueblo”, le dijo a La Prensa, un periódico
hondureño https://www.laprensa.hn/especiales/381733-273/alexander-ardon-alcalde-el-paraiso-narcotrafico-honduras-tony-hernandez-los-cachiros-estados-unidos.
En la inusual entrevista de 2011, Ardón desestimó los rumores
de que estaba involucrado en un crimen e identificó su
prosperidad con la de El Paraíso: “no entiendo por qué cuando un
lugar está en pleno crecimiento, lo critican”.Junto con sus socios, incluido un hermano y otros miembros
de la familia, compró grandes extensiones de tierras de cultivo.
Aparentemente, la tierra fue comprada para pastorear ganado; en
la práctica, se utilizó para el tránsito de cocaína.Cuando un incentivo financiero no era suficiente para
convencer a los terratenientes reacios, usaron la fuerza,
aseguraron funcionarios locales. Ardón relató a los fiscales que
adquirió 10 casas y 15 ranchos, uno con pista de aterrizaje.Pronto, controló una gran franja de la frontera con
Guatemala.”Llegó a tener un control total de El Paraíso, como si fuera
propiedad privada entre los dos países”, dijo a Reuters Leandro
Osorio, exjefe de inteligencia de la Policía Nacional de
Honduras. “Los que se metían con ellos estaban muertos”.El derramamiento de sangre en la zona rápidamente convirtió
al estado Copán en uno de los rincones más violentos de
Honduras, un país que, durante la próxima década, se volvió en
el más violento del mundo. Para 2011, según la Universidad
Nacional Autónoma de Honduras, Copán tenía una tasa de 114
homicidios por cada 100,000 habitantes. La cifra era un tercio
más alta que el promedio nacional y 25 veces la de Estados
Unidos.A medida que Ardón adquirió territorio, las plantaciones que
una vez cubrieron el campo desaparecieron. Entre 2000 y 2010,
las tierras de cultivo de café en los alrededores de El Paraíso
se redujeron a la mitad, según datos del Instituto Hondureño del
Café (IHCAFE).Abel Bautista se encontraba cada vez más inactivo.Él y otro hermano, Edgar, habían heredado pequeñas parcelas
que usaban para la subsistencia. Pero dependían del trabajo de
las fincas más grandes para ganarse la vida.Aunque sus parcelas eran demasiado pequeñas para ser de
interés para los traficantes, dijeron miembros de la familia,
los compradores cercanos a Ardón adquirieron la tierra donde
laboraban. Los nuevos propietarios arrasaron esas propiedades y
plantaron pastizales.”Sólo zacate y zacate”, dijo Abel, en su pequeña choza de
madera.Al principio, algunos terratenientes resistieron. Pero las
amenazas de Ardón y sus aliados convencieron más. Salomón
Orellana, profesor universitario y economista de Santa Rosa de
Copán, la capital del estado, describió una respuesta común
cuando un terrateniente se negaba a vender: “Está bien, mañana
voy a negociar con tu viuda”.En 2007, a medida que crecían los negocios ilícitos de
Ardón, llegó de visita el narcotraficante más famoso del mundo,
“El Chapo” Guzmán. Jeffrey Lichtman, abogado defensor de Guzmán,
no respondió a solicitudes de comentarios.En una reunión sobre un trato inicial en El Paraíso, según
el testimonio de Ardón, acordó entregar 2,000 kilos de cocaína a
los representantes de Guzmán al otro lado de la frontera en
Guatemala.Desde allí, relató Ardón, los trabajadores de Guzmán
transportarían la cocaína a México y la enviarían hacia Estados
Unidos. Después de ese primer recorrido, contó Ardón, se reunió
con Guzmán cinco veces más y le envió cargamentos de 500 kilos
en camiones de ganado hasta dos veces al mes hasta 2013.Políticos influyentes también lo buscaron.En 2008, testificó Ardón, conoció a Porfirio Lobo, un
político que casi había ganado la presidencia del Partido
Nacional en las elecciones anteriores. En un helipuerto en San
Pedro Sula, dijo, Lobo le pidió dos millones de dólares para
ayudar a los candidatos del partido el año siguiente. Además de
su propia nueva candidatura a la presidencia el dinero ayudaría
a Juan Orlando Hernández en un intento por presidir el Congreso,
supuestamente le dijo Lobo.En julio pasado, el Departamento de Estado de Estados Unidos
prohibió a Lobo ingresar al país, diciendo en un comunicado que
había aceptado sobornos de narcotraficantes.Lobo, en una entrevista telefónica, negó haberse reunido con
Ardón para pedir dinero o negociar nada. Aseguró que nunca
recibió financiamiento de ningún narcotraficante y calificó la
afirmación del Departamento de Estado como “falsa”.Ardón dijo a los fiscales que accedió a pagarle a Lobo.A cambio, testificó, pidió un representante en una
administración de Lobo, protección de las fuerzas del orden y
una carretera que conectara El Paraíso con un pueblo cercano.
Durante el siguiente año, relató Ardón, le envió a Lobo dos
pagos de un millón de dólares en efectivo.También sobornó a tres legisladores, no identificados en su
testimonio, luego de una solicitud telefónica de Juan Orlando
Hernández. Ambos hombres, dijo Ardón, le aseguraron que su
negocio permanecería a salvo.”sabía que tenía que irse”A fines de 2009 Lobo ganó la presidencia y, al año
siguiente, Hernández asumió el timón del Congreso.Lobo nombró a Hugo Ardón, hermano del alcalde, jefe de la
agencia nacional de carreteras. Lobo dijo a Reuters que la
nominación de Ardón siguió al cabildeo de muchos actores del
partido local, no a un quid pro quo con Alexander Ardón.Dos oficiales de seguridad que investigaron las actividades
de los Ardón dijeron a Reuters que Hugo, al asumir el cargo, usó
vehículos oficiales para ayudar a transportar los cargamentos de
su hermano. En su testimonio, Ardón dijo que Hugo lo ayudó a
mover drogas.Reuters no pudo contactar a Hugo Ardón para hacer
comentarios.Para los Bautista, El Paraíso se volvió irreconocible.Iris, cansada de los magros salarios lavando ropa en la gran
ciudad, decidió probar suerte de regreso en casa.A su retorno, se sorprendió al ver el nuevo y ornamentado
Ayuntamiento de Ardón, un edificio que él dijo a los fiscales
que pagó con dinero de la droga y desde el que manejaba sus
negocios. También vio casas palaciegas construidas en la ciudad.”Había mansiones y mansiones”, recordó. “Pero la mayoría de
la gente aún era humilde”.En 2010, el hijo de Iris, Milton, que entonces solo tenía 13
años, se fue de casa para buscar trabajo, primero en Honduras,
luego en Guatemala y el norte de México. Intentó repetidamente
entrar a Estados Unidos, pero fracasó.Iris tenía tanto miedo por Lurbin, una hija adolescente, que
rara vez la dejaba salir de casa, temiendo que pudiera ser presa
de una violación, un delito que crecía junto con otros
relacionados con las drogas.Cuando las niñas desaparecían, a menudo aparecían muertas.
La gente del pueblo sospechaba de los hombres que trabajaban
para Ardón. “Ponían las camionetas a la par y las subían, por la
buena o por la fuerza”, dijo Nelson Guevara, un sacerdote local
en ese momento. Dijo que escuchó a muchas niñas que buscaban
consuelo en la confesión, relatar violaciones y otros abusos.Cohn, el abogado estadounidense del exalcalde, no respondió
a una pregunta de seguimiento sobre las acusaciones que
involucran a los hombres de Ardón.El exalcalde se acercó más a las figuras del Partido
Nacional, incluido Tony Hernández. Los dos hombres forjaron una
sociedad, testificó Ardón. Junto con sus otros cargamentos de
droga, Ardón comenzó a enviar cocaína con el sello “TH”,
importada de Colombia por Hernández.En 2013, mientras Juan Orlando Hernández preparaba su
candidatura a la presidencia, Ardón se reunió con el candidato
en Tegucigalpa. Hernández, relató Ardón, le pidió que financiara
su campaña en el estado Copán. Ardón asintió y gastó 1.6
millones de dólares en ganancias de drogas en la campaña.Hernández tenía otra solicitud: que Ardón no buscara la
reelección como alcalde. Ardón había ganado demasiada notoriedad
por las sospechas sobre sus negocios, le dijo Hernández,
agregando que no podía garantizar protección a menos que bajara
su perfil, relató Ardón a los fiscales.Ardón estuvo de acuerdo.Más tarde ese año, dijo Ardón, organizó una reunión en la
zona rural de Copán entre “El Chapo” Guzmán y Tony Hernández.
Allí, testificó Ardón, Guzmán ofreció a Hernández un millón de
dólares para la campaña presidencial de su hermano.”El Chapo Guzmán se lo entregó a Tony Hernández”, reconoció
Ardón.Juan Orlando Hernández ganó la presidencia a fines de 2013 y
asumió el cargo en enero de 2014.En ese momento, autoridades de Estados Unidos estaban
investigando a algunos grupos del crimen organizado en la
región. En 2015, el jefe de una red hondureña de tráfico
conocida como “Los Cachiros”, se entregó en un lugar no revelado
a las autoridades estadounidenses.Su testimonio alimentó más investigaciones que implicaron a
Ardón, los hermanos Hernández y otros, según funcionarios
hondureños familiarizados con los hechos.Aun así, Ardón continuó traficando y aseguró a los fiscales
que, por entonces, no temía el arresto ni la extradición.
“Estaba protegido por Juan Orlando Hernández”, confesó.En 2018, Darlín Bautista, la hija de 15 años de Abel en ese
momento, huyó de Honduras. “Estaba muy triste”, recordó Levin
Solís, su madre. “No podía dormir con ella en estos caminos”.Darlín llegó a salvo a Estados Unidos y comenzó a trabajar
en restaurantes. Ahora envía dinero a casa desde Indiana.
Reuters no pudo comunicarse con ella en busca de comentarios.Ese noviembre, la policía arrestó a Tony Hernández en el
aeropuerto de Miami.Por esa época, un asistente de Juan Orlando Hernández llamó
a Ardón y le dijo que el presidente estaba preguntando por él.
El hombre dijo que Hernández creía que Ardón podría estar
cooperando con los investigadores estadounidenses, testificó
Ardón. No está claro si Ardón ya estaba en contacto con las
autoridades estadounidenses.Pronto, sin embargo, huyó de Honduras. En marzo de 2019,
Ardón se entregó a funcionarios estadounidenses en Guatemala.
Las autoridades hondureñas dijeron a Reuters que Ardón
probablemente temía por su vida. “Sabía que tenía que irse o lo
podían matar”, opinó Osorio, el exjefe de inteligencia.Los Bautista también sintieron cada vez más la necesidad de
marcharse.En febrero, Abel hipotecó la parcela de su familia. Con su
hijo adolescente, Noel, salió de El Paraíso y pagó a traficantes
de personas para que los llevaran a la frontera con Estados
Unidos, eludiendo a las autoridades la mayor parte del camino.Después de unas tres semanas, llegaron a una casa de
seguridad empleada por los traficantes al otro lado de la
frontera de McAllen, Texas. Allí, le dijeron a Bautista que Noel
podría solicitar asilo en Estados Unidos como menor no
acompañado y tendría más posibilidades de cruzar sin él.Bautista decidió dejar que Noel corriera el riesgo.Cuando se enteró que Noel había sido puesto a salvo bajo
custodia de Estados Unidos, Bautista trató de escabullirse. Los
agentes estadounidenses lo atraparon y lo expulsaron de regreso
a México, recordó.Los portavoces de la CBP y el Departamento de Salud y
Servicios Humanos, que supervisa los refugios para menores no
acompañados, se negaron a comentar sobre Abel, Noel o cualquier
otro miembro de la familia Bautista.Mientras Abel regresaba a Honduras, su hermano, Edgar,
decidió probar suerte con Leo, su hijo de tres años. En julio,
lograron ingresar con éxito a Estados Unidos, según tres
miembros de la familia. Reuters no pudo contactar a Edgar en
busca de comentarios o determinar su estatus migratorio.En agosto, las autoridades estadounidenses liberaron a Noel
de un refugio, dijeron familiares. Ahora se ha reunido con
Darlín, la hermana que se fue en 2018, y otros miembros cercanos
de la familia. Según la ley estadounidense, ahora puede comenzar
a buscar asilo.Milton, el joven Bautista que había fallado repetidamente en
ingresar a Estados Unidos desde que salió de El Paraíso hace una
década, cruzó la frontera ilegalmente a principios de agosto,
confesó a Reuters. A través de primos en Alabama, encontró
trabajo en la construcción y ya comenzó a enviar a Iris, su
madre, dinero para comida y una cirugía de riñón.Iris da la bienvenida a las remesas, pero aún teme por su
futuro y el de la familia que queda en Honduras. “Es tremenda la
inseguridad”, dijo. “Si no puedo estar aquí voy a viajar
también”.
(Traducido por Noé Torres; Editado por Paulo Prada)
Fuente: La Nación