Por Luc CohenCARACAS, 1 jun (Reuters) – La petrolera estatal venezolana
PDVSA está recurriendo a socios locales para cerrar la brecha
dejada por las empresas occidentales en el sector petrolero,
según entrevistas con media docena de fuentes de la industria,
mientras se avecina una fecha límite para las sanciones
estadounidenses.El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, debe decidir
antes del 3 de junio si prorroga una medida que permite a
Chevron Corp, Halliburton Co y otros permanecer
en el país sudamericano, a pesar de las sanciones a PDVSA
aplicadas en 2019 por el gobierno de Donald Trump para intentar
sacar del poder al presidente Nicolás Maduro.Desde entonces, la producción de crudo se ha desplomado en
casi dos tercios a menos de 500.000 barriles por día (bpd). Las
empresas estadounidenses y europeas han reducido su presencia
para cumplir con las restricciones o por temor a un posible
castigo.Pero, según entrevistas con media docena de fuentes de la
industria y varios documentos internos de PDVSA, Venezuela hace
ajustes aumentando las asociaciones con pequeñas empresas
locales para evitar una caída mayor y mantener la producción.PDVSA está haciendo un gran esfuerzo para delegar más tareas
a contratistas locales bajo nuevos modelos de negocio que han
roto con décadas de ortodoxia socialista.”La situación en el sector petrolero es tan nefasta que hay
algunas cosas fáciles para explotar”, dijo Raúl Gallegos,
director de la consultora Control Risks que se enfoca en la
región andina. “El régimen está tratando de aprovechar esas
oportunidades con empresarios a quienes no les importa
involucrarse con el gobierno bajo las sanciones actuales”.Ni PDVSA ni el Ministerio de Petróleo de Venezuela
respondieron a las solicitudes de comentarios. El Departamento
del Tesoro de Estados Unidos, que aplica las sanciones, tampoco
respondió. Un portavoz del Departamento de Estado dijo que el
gobierno “continúa evaluando su enfoque del programa de
sanciones a Venezuela”.Los nuevos acuerdos permiten que las empresas privadas
aporten su propio capital para financiar proyectos y luego se
les pague a través de crudo. Si bien las empresas locales no
tienen ni de cerca de la capacidad o el capital de las
multinacionales, el nuevo modelo es atractivo luego de años de
retrasos en los pagos.La petrolera venezolana ha firmado al menos 16 de esas
nuevas alianzas para impulsar la producción, según una persona
con conocimiento del asunto.”Una PDVSA muy reducida, pero que ajustó”, dijo Antero
Alvarado, socio gerente de la consultora Gas Energy Latin
America en Caracas.Fecha límite para chevronLa próxima fecha límite para la licencia de Chevron es la
primera que enfrenta el gobierno de Biden. El expresidente Trump
lo renovó varias veces, debido a la preocupación de que la
salida de la compañía pudiera permitir que rivales rusos y
chinos se apoderaran de sus activos. Una modificación de abril
de 2020 prohibió a Chevron perforar y transportar petróleo.A un año desde esa decisión, la producción de los
principales proyectos de Chevron se ha desplomado. La empresa
mixta, Petroboscan, en el oeste de Venezuela, en la que Chevron
tiene una participación del 40%, ha estado en gran parte fuera
de servicio durante el último año.Petropiar, en la faja petrolera oriental del Orinoco, en la
que Chevron tiene una participación del 30%, producía alrededor
de 50.000 bpd a mediados de mayo, frente a los 80.000 bpd de
agosto pasado, de acuerdo con documentos de PDVSA vistos por
Reuters.”Si Chevron se ve obligada a salir de Venezuela, las
empresas no estadounidenses llenarán el vacío y la producción de
petróleo continuará”, dijo el vocero de Chevron, Ray Fohr, y
agregó que la compañía tenía “esperanzas” de que se renueve la
licencia.A las empresas conjuntas chinas y rusas les va mejor.
Sinovensa, un proyecto clave de la Faja del Orinoco en el que
China National Petroleum Corp tiene una participación
de 40%, estaba produciendo 66.000 bpd a mediados de mayo, según
un informe de PDVSA.Petromonagas, cuya participación del 40% está en proceso de
ser transferida a la rusa Roszarubezhneft después de que Rosneft
dejó Venezuela el año pasado, producía 68.000 bpd.Un portavoz de CNPC no quiso hacer comentar. Roszarubezhneft
no pudo ser contactado.Halliburton eliminó todos los puestos de trabajo en
Venezuela en diciembre pasado después de detener las operaciones
a principios de año. La empresa ahora enfrenta una demanda de
exempleados que alegan que la empresa no hizo los pagos de
indemnización requeridos, según Rafael Vidal, abogado de los
trabajadores.Un portavoz de Halliburton no quiso hacer comentarios.Las sanciones también han disuadido a empresas no
estadounidenses de trabajar con PDVSA.Un consorcio de compañías japonesas que incluía a Mitsubishi
Corporation, Inpex Corp y JOGMEC decidió recientemente
dejar la empresa mixta Petroindependencia, en la Faja del
Orinoco, en la que tenía una participación del 5%, según dos
personas con conocimiento del asunto.Eso podría poner a Chevron, que posee el 34% de la empresa,
en una situación difícil, dado que las acciones del consorcio se
distribuirán a los socios restantes de la empresa a menos que se
opongan, según una copia del contrato de la empresa revisada por
Reuters.La licencia de Chevron solo permite transacciones y
actividades que son “necesarias para el mantenimiento limitado
de operaciones esenciales” que estaban vigentes antes del 26 de
julio de 2019. Chevron remitió a Petroindependencia, controlada
por PDVSA, para hacer comentarios.Mitsubishi, Inpex y Jogmec declinaron hacer comentarios.Además, a fines de 2019, Royal Dutch Shell abandonó
silenciosamente una asociación para reducir la quema de gas en
los campos petroleros del norte del estado de Monagas, en el
este del país, debido a las complicaciones de pago derivadas de
las sanciones, según dos personas con conocimiento del asunto.La empresa local de servicios petroleros Vepica se hizo
cargo del proyecto, dijeron las mismas personas.Shell y Vepica declinaron hacer comentarios.
(Reporte de Luc Cohen. Reporte adicional de Chen Aizhu, Muyu
Xu, Yuka Obayashi y Timothy Gardner.
Editado en español por Vivian Sequera y Javier López de Lérida)
Fuente: La Nación