El especialista en mercados ganaderos Ignacio Iriarte, realizó un análisis sobre el mercado ganadero y la comercialización de carne. Dos fuerzas complementarias que, en algunas ocasiones, parecen funcionar de forma antagónica.
El análisis de Iriarte que fue publicado en la edición mensual de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA) se mete de lleno y explica qué pasa con la oferta de hacienda y qué cambios que se dieron en el consumo doméstico de carne vacuna desde que se declaró la cuarentena.
La frutilla del postre: el especialista también desanda el importante incremento en las importaciones chinas de carnes. Compartimos el análisis:
Mercado muy complejo, con una demanda doméstica que empieza a sentir los efectos de la paralización económica, pero una demanda china creciente que toma la posta. Oferta alta, con un mercado plenamente abastecido, incluso con un mayor volumen de carne que hace un año. Salen de escena los asados y parrilleros, Chile, Israel y Europa (Hilton y 481), y entra al escenario la demanda por vaca (en cortes, en manta), shink-shank, y algunos cortes del delantero. Un cambio muy fuerte en la integración de la res.
Un consumo liviano especial que se defiende bien, una vaca gorda y conserva que recupera los valores de semanas atrás y un novillo pesado a la baja, al que le cuesta encajar en este nuevo escenario. Si se pudiera anualizar la presente coyuntura, cuyo equilibrio es muy inestable, podríamos estimar un consumo de 50-52 kg per cápita y una exportación (equivalente anual) de 600 a 700 mil toneladas. Una amenaza: que el coronavirus llegue a paralizar varias plantas frigoríficas -como en Estados Unidos o Brasil- que el dinero en la calle tienda a agotarse o que el consumo interno afloje con el avance de la crisis.
Pasado el efecto “freezer” inicial, la demanda por carne vacuna durante la cuarentena se mantiene firme. Las familias almuerzan en casa, cosa que no sucede habitualmente, vendiéndose muy bien los cortes para milanesa, para olla o cacerola, hamburguesas y salchichas. Aunque el volumen total de la demanda del comercio interno se mantiene alto, hasta ahora, ha bajado mucho la compra de asados y parrilleros, cortes llamados de consumo social porque ha caído drásticamente el número de reuniones de amigos o familiares los fines de semana. También está la caída muy fuerte de la demanda de cortes finos por parte de restaurantes y parrillas (lomo, bife de chorizo, ojo de bife, tapa de cuadril), que son de muy difícil colocación en el mercado doméstico, y más aún en las actuales circunstancias.
Este sobrante de cortes finos tiene una salida, pero limitada, a través de las ofertas de las grandes cadenas de supermercados; aún bajando significativamente sus precios, es difícil vender esos cortes en el mercado local. A esta oferta se le agrega el volumen de Hilton que no se puede exportar y se intenta vender en el mercado interno. También ha aflojado la demanda por achuras de consumo (molleja, chinchulín, tripa gorda), muy afectadas por el cierre masivo de restaurantes y parrillas. Así las cosas, puede decirse que la demanda del consumo interno, considerando las muy particulares circunstancias actuales, se presenta relativamente firme, pero hay un excedente de algunos cortes (asados, cortes finos) que han empezado a sobrar y son congelados por frigoríficos y carnicerías.
De todos modos, es una cuestión de precios: si se baja lo suficiente el precio al público, el consumo en la Argentina termina absorbiendo físicamente todo lo ofertado, como se demostró con el cierre de las exportaciones en los años K. “Cuesta aceptar que cortes finos que hasta hace pocas semanas se vendían a Europa o a las parrillas o restaurantes locales con un sobreprecio apreciable con respecto a las pulpas, ahora deban salir a muy bajo precio si es que no se quiere seguir acumulando stocks”. En cuanto a los canales de venta minorista, se observa una mayor participación del supermercadismo, en relación a meses anteriores.
Internacional
Caída generalizada del valor del ganado vacuno en todo el mundo como consecuencia de la crisis económica causada por el coronavirus. En Uruguay, a principios de año el novillo cotizaba a 3,90 dólares por kilo en gancho, mientras que ahora no vale más de u$s 3,15, con una baja del 19%. En Brasil, y también desde enero, el novillo cayó de u$s 3,05 a u$s 2,30 hoy en día, con una caída acumulada del 25%. En Europa cayó de u$s 4,17 a u$s 3,86 por kilo (-7,4%), acumulándose día a día ganado sin poder ser vendido y carne en cámara sin salida. En Paraguay cae de u$s 2,85 a u$s 2,20 por kilo en gancho (-21,5%), mientras que en Australia la caída es sólo del 2%.
En Estados Unidos, se produjo una reacción inicial a la baja muy fuerte, hace unas semanas, antes que el virus llegara al país, por el temor a una caída de la actividad económica y de una reducción en la demanda por carne vacuna; a esto le siguió una recuperación parcial, al aumentar las ventas por el efecto “freezer”, pero luego el precio del ganado volvió a caer, ante la paralización casi total del food service y del cierre de varias plantas frigoríficas grandes por haberse detectado decenas de casos positivos entre sus trabajadores. Hoy el novillo en gancho cotiza a u$s 3,70, contra u$s 4,34 de principios de enero, registrando una baja del 15%. Debe observarse que en el caso de Uruguay, Brasil y Australia, a la baja en las cotizaciones del ganado a causa del coronavirus, se le agrega la pérdida de valor de las monedas de esos países frente al dólar.
En el primer bimestre del año China importó 720 mil toneladas de carne de cerdo (+98,2%) y 297 mil toneladas de carne vacuna, un 41% más que en enero-febrero del 2019. De este volumen de carne bovina, Brasil participó con 95,7 mil toneladas, Argentina con 65 mil toneladas, Australia con 57,5 mil toneladas, Uruguay con 33 mil toneladas y Nueva Zelandia con 28 mil toneladas. El 65% de la carne vacuna importada por China proviene de Sudamérica y el 29% de Oceanía. Nos dice un exportador: “La producción de carne de cerdo en China será este año entre 15 y 20 millones de toneladas inferior a la del 2018, volumen imposible de ser cubierto por el resto del mundo. Este desfasaje entre oferta y demanda se expresará a lo largo del año no sólo en importaciones récord, sino también en una mejora paulatina de los valores pagados por la carne. Un gran peligro: un rebrote generalizado del coronavirus. De todos modos, no parece que se puedan repetir las voluminosas compras de marzo que sorprendieron a todos”.
En los dos primeros meses del año, las importaciones de carne de China totalizaron los 1,25 millones de toneladas, un 70% más que el primer bimestre del año pasado, pero en marzo las compras se habrían acelerado, hasta tocar ese mes las 920 mil tn de carnes y menudencias. Si bien este formidable volumen se dio en las peores condiciones, con el cierre total o parcial de bancos, puertos, fábricas procesadoras, transporte y distribución, muchos analistas consideran que se trata de compras hechas meses atrás -incluso antes de la crisis- por los importadores y que fueron introducidas efectivamente en China recién en enero-marzo.
De todos modos, las ventas de Brasil, Australia, Uruguay y Argentina en marzo están mostrando una notable recuperación con respecto a los dos primeros meses del año. Hace un par de semanas han vuelto a abrir unos 2 millones de bares y restaurantes, trabajando con un nivel de ocupación de entre el 30% y el 60%. Los stocks públicos y privados de carne de cerdo y vacuno acumulados durante la crisis de diciembre-febrero, parecen haber disminuido drásticamente en marzo y lo que va de abril y la demanda china por carne vacuna y de cerdo no ha hecho otra cosa más que subir, con precios que si bien están 20-25% por debajo de octubre último, igualan e incluso tienden a superar los valores pagados en mayo del 2019.
Fuente: InfoCampo