Ya no nos escuchamos en persona… vivimos en el mundo de la edición.Todos preguntamos: “¿estás?”,“¿te puedo llamar?”, “¿podés hablar?”Vivimos haciendo monólogos de Whatsapp que, cortos o largos, no sabemos si alguien escuchará.Todo está editado en nuestras vidas, todo es un delete y va de nuevo. Filtros para parecer más jóvenes, altos, flacos y maquillados sin arrugas.La desesperación por tener dentaduras insanamente blancas. ¡No hay seres humanos reales con dientes blanco nieve! Los dientes son algo vivo, solo los de Barbie son color blanco azúcar.Todo lo que decimos está editado. Estamos aterrados frente a nuestros hijos que nos oyen como a dinosaurios diciendo cosas que para ellos son tan distintas.Siento que la desesperación por la perfección tuvo un acv en esta pandemia, fue claramente apuñalada, herida de muerte.Pero ver la verdad es tan doloroso que seguramente seguiremos generando filtros de edición de la realidad. Seguiremos mintiéndonos alegremente, subrepticiamente, abruptamente.La búsqueda del otro, la comunicación con los demás también tiene muchísimos filtros, no avances: ahora sí, ahora no, tal vez. Es psicopatía o miedo, o tal vez ambas cosas.
Fuente: La Nación