LONDRES.- Miles de hinchas de fútbol colmaron durante los últimos días los estadios de fútbol de la Premier League. Después de varias postergaciones debido a la pandemia, el musical Cenicienta, de Andrew Lloyd Webber tuvo su brillante estreno en el West End londinense. Y en los subtes, donde el uso de barbijo es obligatorio, la mitad de los pasajeros anda a cara descubierta.Todo al mismo tiempo y justo cuando Gran Bretaña está registrando más de 30.000 nuevos casos diarios de coronavirus, los hospitales vuelven a estar bajo presión y hay datos preliminares que sugieren que la inmunidad proporcionada por las dos dosis de la vacuna empieza a disminuir con el paso de los meses. Así es la nueva y extraña fase de la pandemia en Gran Bretaña: la gente pasó a otra cosa, aunque el virus siga ahí. Como Gran Bretaña anticipó varios de los hechos que se desarrollaron durante la pandemia —desde la aparición de nuevas variantes hasta su rápida campaña de vacunación— los expertos dicen que también ahora puede darnos un adelanto del futuro en otros países. Hinchas de Crystal Palace celebran hoy en el London Stadium durante un partido contra West Ham (Jonathan Brady/)“A nadie parece importarle que tengamos niveles tan altos de nuevos contagios”, dice Tim Spector, profesor de epidemiología genética del King’s College de Londres, que dirige uno de los grandes estudios de síntomas del Covid-19. “Es como si finalmente estuviéramos aceptando que el precio a pagar por la libertad es este”. EE.UU. mató a dos terroristas de EI-K y Biden advierte que otro atentado es “altamente probable”Parte de ese consenso tácito parece responder al hecho de que el índice de contagios entre los británicos, aunque elevado, todavía no se acerca ni remotamente a las cifras alarmantes que el gobierno preveía cuando levantó casi todas las restricciones, el mes pasado. Otra parte puede deberse a que hay tantos británicos vacunados que no se registran demasiados casos graves. Y el resto tal vez refleje simplemente la fatiga de la gente después de 17 meses de noticias deprimentes y cuarentenas asfixiantes. “La gente siente que finalmente puede respirar, que de a poco podemos empezar a recuperar lo que perdimos”, dice Devi Sridhar, directora del programa de salud pública global de la Universidad de Edimburgo. “Es complicado pedirle a la gente que no se junto durante tanto tiempo, sobre todo cuando no hay solución”.El público celebra durante el festival de Reading (DANIEL LEAL-OLIVAS/)Con casi el 80% de la población adulta totalmente vacunada y el virus aun así circulando ferozmente, Sridhar dice que Gran Bretaña puede ser “un modelo de manejo sustentable del Covid” para otros países. Pero la evidencia todavía es inconclusa, agrega Sridhar, porque Gran Bretaña todavía tiene varios desafíos por delante, como el regreso a las aulas después de las vacaciones, el próximo miércoles. Casi con certeza, eso impulsará el número de contagios, sobre todo por la reticencia de Gran Bretaña a vacunar a los niños y a los adolescentes menores de 16 años. Pero ahora los epidemiólogos se abstienen de hacer predicciones específicas, porque muchas demostraron ser erradas en julio, cuando después del levantamiento de las restricciones los casos siguieron bajando. Una chica con un vaporizador en el festival de Reading (DANIEL LEAL-OLIVAS/)Lo que parece confirmarse es que el número de contagios es menos importante de lo que fue, ya que un porcentaje ínfimo de los infectados termina en el hospital en comparación con fases anteriores de la pandemia. Hasta el 23 agosto, último dato disponible, en Gran Bretaña había 950 personas internadas. Eso contraste con las 4583 personas internadas al 12 de enero, durante el pico de la última ola de contagios. Contagios en ascensoLas internaciones, de todos modos, van en ascenso, así como los decesos. La semana pasada, las internaciones crecieron un 7,7% respecto a mismo periodo anterior, y los fallecimientos un 9,9%, totalizando 100 fallecidos en la semana que terminó el viernes. Con el sistema de salud ya ocupado con otras patologías, los médicos dicen que el Sistema Nacional de Salud tiene poco margen para resistir otra oleada de víctimas del Covid-19.De Afganistán a la Argentina: ¿afectará el fracaso de EE.UU. a América Latina? “Los casos aumentan y otra vez estamos bajo presión”, dice Susan Jain, médica anestesióloga e intensivista de que trabaja en la unidad de terapia intensiva del Hospital de la Universidad de Homerton, en el este de Londres. “Todos nuestros internados por covid son personas no vacunadas por decisión personal”.La reacción del gobierno Más preocupado por la caótica retirada militar de Afganistán, en las últimas semanas el gobierno de Boris Johnson ha dicho poco y nada sobre la presión sobre el sistema de salud, o sobre la pandemia en general. Boris Johnson, durante una reunión de gobierno para analizar las evacuaciones de Afganistán (Jeff Gilbert/)Aliviado al comprobar que las predicciones más pesimistas, que hablaban de una espiral de casas tras el levantamiento de las restricciones, no han cumplido, el gobierno da por reivindicada su estrategia de llevar el numero de casos a un nivel manejable gracias al éxito de la campaña de vacunación. La postura del gobierno frente a la vacunación de los adolescentes de entre 12 y 15 años es fluctuante, y todavía no hay decisión tomada, aunque el ente regulador británico ha autorizado una vacuna para ese grupo etario. “La campaña de vacunación entre los adultos fue muy impresionante, pero para los niños y adolescentes es francamente a los ponchazos”, dice Camilla Kingdon, presidenta del Real Colegio de Pediatría y Cuidado Infantil. RelajamientoAl mismo tiempo, el cumplimiento con las medidas destinadas a contener los contagios estar disminuyendo entre la población, un factor que, según algunos epidemiólogos, explica que Gran Bretaña tenga una tasa de nuevos casos más alta que países como Francia y España, donde las infecciones ahora están disminuyendo. Las gradas colmadas hoy en Anfield, durante un partido entre Liverpool y Chelsea (PAUL ELLIS/)“Yo en lugares públicos uso barbijo”, dice Philip Crossley, de 69 años, caminando por una calle de la ciudad de Bradford, en el norte de Inglaterra. “Pero noto que mucha gente ya no se lo pone. Tal vez no sea grave, pero aunque estén vacunados podrían ser portadores del virus.” Frente a la residencia del primer ministro en Downing Street, un manifestante anticuarentena, Simon Parry, dice que jamás usó barbijo en el transporte público y que todavía nadie lo enfrentó al respecto. “Algunos me miran como si fuera a matar a mi abuela”, dice Parry, pero agrega que la opinión de la gente está cambiando y que hace poco convenció a una mujer en el subte para que se sacara el barbijo. Hay otros que culpan al gobierno de enviar un mensaje contradictorio, y apuntan contra los miembros del Partido Conservador, al que pertenece Johnson, que cuando volvieron recientemente a sus bancas en el Parlamento para discutir sobre la situación en Afganistán ya lo hicieron sin barbijo. La posición oficial del gobierno es que todo el mundo debe usar barbijo en interiores cerrados. Dos chicas en una atracción durante el festival de Reading (DANIEL LEAL-OLIVAS/)Para los fervientes anticuarentena de Gran Bretaña, el regreso a la normalidad fue algo bienvenido que debía haber ocurrido hace tiempo. Pero muchos de ellos reconocen que la tensión entre libertad y seguridad puede resurgir fácilmente en cualquier momento. “La discusión ya no es tan crispada, pero si hay otra oleada de casos, el tema va a resurgir”, dice Jonathan Sumption, exjuez de la Corte Suprema de Gran Bretaña, y un crítico acérrimo de las cuarentenas. “Y si la discusión vuelve a instalarse, el punto de partida será que ni las vacunas funcionan”, dice Sumption. “¿Cuál es la ruta de salida entonces?” Traducción de Jaime Arrambide
Fuente: La Nación