Después de la consecución de algunos diplomas, apareció la primera medalla para la delegación argentina en los Juegos Paralímpicos Tokio 2020: Antonella Ruiz Díaz fue tercera en lanzamiento de bala, con su mejor marca personal. Su disparo de 9,5 metros no sólo fue el mejor de la trayectoria de la atleta de 24 años, sino que además le valió el codiciado bronce paralímpico.Ruiz Díaz, entrerriana de Gualeguaychú, compite en la clase F41 (tiene un problema congénito de estatura). Hasta este viernes, el máximo lanzamiento de su carrera era de 9,49 metros, conseguido en el Mundial Dubái 2019. Justo en estos Juegos Paralímpicos logró su mejor desempeño, representando al país.El tiro de bronce de Ruiz DíazQuienes quedaron por delante de ella en la final tuvieron actuaciones estupendas: la colombiana Mayerli Buitrago Ariza fijó 9,94 metros y resultó segunda, y la turca Raoua Tlili descolló con 10,55, récord mundial.Como suele ocurrir, la lanzadora de bala lo es también de disco, especialidad en la que tiene una marca de 23,93 metros como la mejor de su vida, establecida también en Dubái 2019. De hecho, Antonella tenía excelentes antecedentes continentales en ambas actividades: fue campeona en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019 en disco y subcampeona en bala.Antonella Ruiz Díaz en plena preparación de uno de sus tiros en Tokio. (Eugene Hoshiko/)Es amante de los deportes y practicó muchos en Gualeguaychú, hasta que el entrenador Gustavo Briozzo la llevó al atletismo. Una vez en Buenos Aires, Ruiz Díaz hizo del Cenard un escenario habitual de su preparación. Compite por Asociación ParaAtletika. “Representar al país es lo más grande que puede pasarme. Me pongo la camiseta para competir y no se puede explicar todas las sensaciones que se tiene. Quiero dejar en lo más alto la bandera”, comentó antes de viajar a Tokio, citada por el portel A24.com. De su mano, la enseña albiceleste llegó a un podio paralímpico.El deportista favorito de Antonella es el futbolista Lionel Messi. Por un día, ella se habrá sentido una Leo de su disciplina.
Fuente: La Nación