Por Idrees AliWASHINGTON, 23 ago (Reuters) – En el segundo piso del
Pentágono, un pequeño mapa marca el rumbo que tomó un avión
secuestrado de American Airlines antes de impactar contra el
cuartel general militar el 11 de septiembre de 2001, un ataque
que dio paso a la invasión de Afganistán liderada por Estados
Unidos.Unos pasillos más allá cuelga un póster del tamaño de una
pared de una portada de la revista Time de 2009, con las
palabras “Cómo no perder en Afganistán” y una imagen de un
soldado estadounidense fumando un cigarrillo en algún lugar del
país.El edificio cerca de Washington que alberga oficinas para
más de 20.000 militares y empleados civiles de defensa está
plagado de recordatorios de 20 años de implicación de Estados
Unidos en Afganistán, su guerra más larga.¿Mereció la pena? Esa es la pregunta con la que lidian los
líderes militares tras el colapso del ejército afgano entrenado
y financiado por Estados Unidos, la captura sorprendentemente
rápida de los talibanes, la fallida evacuación de civiles de
Kabul y la perspectiva de que los afganos que ayudaron a los
estadounidenses en la guerra se queden atrás, a merced de las
represalias de los militantes islamistas en el poder.”Vemos videos y fotos, leemos historias que nos traen
recuerdos a algunos de nosotros y se vuelve intensamente
personal”, escribió el general David Berger, comandante de la
Infantería de Marina estadounidense, en un memorando. “¿Valió la
pena? Sí. ¿Todavía duele? Sí”, señaló.”no tenía que terminar así”Es común que los militares forjen vínculos con los países a
los que se despliegan, especialmente en combate.Hubo una profunda frustración entre los desplegados en Siria
cuando el entonces presidente Donald Trump anunció de forma
abrupta en diciembre de 2018 la retirada de 2.000 soldados que
habían derrotado en gran medida a Estado Islámico (ISIS). La
medida fue criticada por oficiales y legisladores como un
abandono de sus aliados kurdos y una forma de dejar sin control
la influencia de Rusia e Irán en Siria.No obstante, a diferencia de Siria, una generación de
militares fue moldeada por Afganistán, una guerra que al
principio tenía como objetivo derrocar a los talibanes y atacar
a los militantes de Al Qaeda que planearon los ataques en Nueva
York y Washington.A lo largo de los años, 800.000 estadounidenses se
desplegaron en Afganistán, a medida que la misión se convertía
en un ejercicio de construcción nacional. Casi 2.400 murieron y
más de 20.000 resultaron heridos.Para los críticos, el ejército estadounidense fue parte del
problema. Los líderes militares presentaron a menudo puntos de
vista demasiado optimistas. Los ataques aéreos y las redadas
mataron a mujeres y niños.Cuando los informes de inteligencia comenzaron a llegar hace
dos semanas de que los talibanes estaban conquistando el país
con poca resistencia por parte de las fuerzas afganas, los
funcionarios del Pentágono dijeron estar conmocionados.Cuando el presidente Joe Biden dio un discurso en el que
dijo que algunos afganos en riesgo no querían irse, hubo enojo
por su aparente falta de empatía. En los últimos días, ha habido
frustración por la lentitud de las evacuaciones de ciudadanos
estadounidenses y afganos vulnerables.Algunos funcionarios militares estadounidenses dijeron que
no pudieron contener las lágrimas durante la semana pasada. Para
algunos, fue leer informes sobre las bases en las que vivían
siendo invadidas. Otros recibían mensajes de afganos pidiendo
ayuda y advirtiendo que los talibanes los matarían.”Quiero ser muy claro: su servicio no fue en vano y marcó
una diferencia”, dijo el almirante Mike Gilday, jefe de
operaciones navales de Estados Unidos, en su propio memorando la
semana pasada.Asistentes del secretario de Defensa de Estados Unidos,
Lloyd Austin, y del presidente del Estado Mayor Conjunto, el
general Mark Milley, quienes sirvieron en Afganistán, incluyeron
referencias a la variedad de emociones que sentían los miembros
del servicio cuando hablaron con los periodistas.Ambos afirmaron que entienden que los sucesos en Afganistán
sean personales para los militares y que son tiempos difíciles.”Iba a terminar en algún momento. Simplemente no tenía que
terminar así”, dijo un oficial.(Editado en español por Carlos Serrano)

Fuente: La Nación

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