Cincuenta años de herencia avalan esta bella séptima generación del ícono deportivo de Nissan, que ahora se llama simplemente Z. Para sustentar una dinámica bien sport, los takumi (maestros) mecánicos lo dotaron de un motor V6 3.0 L biturbo de 400 HP (68 más que la 370Z precedente) y 475 Nm (30% más de torque), y dos opciones de transmisión: manual de 6 marchas “arrimadas” o automática de nueve.Esta Nissan Z, que saldrá a la venta en la primavera boreal de 2022, manetiene la esencia de la 240Z original y de todas sus sucesoras: un auto deportivo, excitante y al alcance de la mayor cantidad de usuarios posibles.La estética de la Nissan Z 2023 es sumamente moderna y atractiva (Al volante; nissan/)Como se dijo, esta nueva Nissan Z, cuenta con un V6 biturbo de 3.0 (con turbos pequeños para aprovechar la mínima fuerza de los gases de escape a poco régimen) tiene un incremento de potencia significativo respecto de la precedente 370Z. Así, entrega 400 HP a 6400 rpm y un torque de 475 Nm plano desde apenas 1600 hasta 5600 rpm. Un incremento de potencia de 68 HP y un 30% más de par, con lo que se estima que bajará un 15% el tiempo de aceleración de 0 a 100 km/h (la 370Z con motor atmosférico V6 de 3.7 L y 332 HP marcaba 5,3 s con caja manual y 5,5 s con transmisión automática).La transmisión manual incluye el embrague de alta perforrmance Exedy que, combinado con la caja de velociddes de 6 marchas, basta un pequeño toque a la selectora para que se realice el cambio prácticamente sin esfuerzo. Por supuesto, esta Nissan Z cuenta con tracción trasera, por lo que se le incorporó un control de aceleración con partida detenida (launch control). Por su parte, la nueva caja de velocidades automática de 9 marchas también es muy rápida y proporciona un impulso constante por la gran cantidad de relaciones que ofrece.A tono con la mecánica, los ingenieros pusieron a punto el chasis, el enfriamiento de todas las piezas que generan calor, las suspensiones y la dirección para asegurar que el conductor tenga a la Z siempre bajo control.

Fuente: La Nación

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