Por Marco Aquino y Marcelo RochabrunLIMA/CHUGUR, 28 jul (Reuters) – Pedro Castillo ayudaba a
recolectar y triturar caña cuando era niño en la pequeña granja
de la familia en el norte rural de Perú. Ahora es presidente,
tras un inesperado y rápido ascenso que ha sacudido el panorama
político del país andino.El candidato reclutado hace un año por un partido marxista
asume el miércoles el cargo en un país dividido, y con desafíos
planteados en el Congreso, las Fuerzas Armadas y dentro de su
propia agrupación política.Para consternación de la elite política y económica, las
empresas mineras y los mercados, Castillo, de 51 años, ganó las
elecciones del 6 de junio por poco más de 40.000 votos a la
derechista Keiko Fujimori, a pesar de una amarga batalla legal
por el resultado. Su rival ahora ha prometido luchar contra lo
que llama sus planes comunistas.”Perú es emergente y rechazo rotundamente que vamos a traer
modelos de otros países. ¡No somos chavistas, no somos
comunistas, no somos extremistas!”, destacó el líder de
izquierda la semana pasada vistiendo su habitual sombrero de
paja de ala ancha, un reflejo de sus raíces campesinas.”Voy a dejar el sudor, luchando por este pueblo que nos vio
nacer para que todos tengamos las mismas oportunidades”, afirmó.El ascenso de Castillo fue impulsado por el descontento
generalizado con los partidos políticos tradicionales y el
aumento de la pobreza en el país de 33 millones de personas, que
ha sido golpeado por el brote de coronavirus más mortal del
mundo.”¡Nunca más un pobre en un país rico!”, fue un lema que
repetía en sus mítines, sujetando un enorme lápiz inflable,
símbolo de su partido.Opositores de derecha temen de que Castillo importe un
modelo de gobierno de izquierda como los de Venezuela, Cuba y
Bolivia, algo que el nuevo mandatario ha rechazado. Sin embargo,
los analistas sostienen que un Congreso fragmentado limitará su
poder para realizar cambios económicos profundos.¿dónde cuido mis animalitos?Castillo, que busca reescribir la Constitución de Perú para
fortalecer el papel del Estado, ha prometido elevar los
impuestos a la clave industria minera del país para financiar
sus planes de mayor inversión social y salud.Para el político de izquierda las grandes compañías
extractivas han “saqueado” el país y quiere reinvindicar a los
sectores marginados, donde están las minas que han convertido a
Perú en el segundo mayor productor mundial de cobre.Muchos todavía tratan de descifrar al candidato que tomó
pilló a propios y extraños desprevenidos cuando ganó las
elecciones de la primera ronda de abril, a la que había
concurrido a caballo para votar.Castillo, el tercero de nueve hermanos, se hizo algo
conocido como dirigente sindical de una larga huelga de maestros
en 2017. Casado con Lilia Paredes, también una maestra de
escuela pública, tiene dos hijos, y ha criado desde niña a la
hermana de su esposa, a la que considera como otra hija.Probablemente el nuevo hogar de Castillo será bastante
diferente al anterior: el Palacio de Gobierno de Lima, también
llamado Casa de Pizarro, que lleva el nombre del conquistador
español Francisco Pizarro González, quien hace unos 500 años
venció al líder indígena Atahualpa en Cajamarca.El presidente saliente Francisco Sagasti dijo en un reciente
encuentro con la prensa extranjera que conversó la semana pasada
con Castillo y quedó impresionado por la humildad, sencilllez y
buen humor que mostró el nuevo mandatario. Y hasta bromearon
sobre lo diferente que era la vida de presidente.A lo que Castillo comentó -según Sagasti-: “Yo estoy
acostumbrado de estar en mi casa, tener mis animalitos. ¿Donde
pondría mis animalitos acá en Palacio de Gobierno”.Castillo entró a la política en 2002 cuando se postuló sin
éxito para alcalde por el partido centrista Perú Posible del
expresidente Alejandro Toledo. Solo el 2020 se unió al partido
Perú Libre, fundado por el ex gobernador Vladimir Cerrón, un
admirador de los gobiernos de izquierda Cuba, Venezuela y
Bolivia, que no pudo postular porque está acusado de corrupción.Cerrón, que es visto como una influencia más radical sobre
el nuevo mandatario, manifestó el sábado que el verdadero poder
lo construirá su partido marxista con cambios a la Constitución.”Compatriotas, es el partido que tiene que organizar la
resistencia, y si el gobierno se desvía, camaradas, es el
partido que tiene que rectificar la línea”, dijo
Cerrón.Valores cristianosDespués de ganar la presidencia, Castillo ha suavizado su
retórica, pero los críticos dicen que sus planes podrían sacudir
a la elite económica después de más de tres décadas de políticas
favorables al mercado que han convertido al país en un refugio
relativamente confiable en la volátil América Latina.En su tierra natal, en Chugur, Castillo había organizó días
antes de su victoria un desayuno con familiares y medios de
comunicación, y en la ocasión muchos de los hombres llevaban el
mismo sombrero pálido de ala ancha y partían el pan juntos.La escena tenía como telón de fondo unas cortinas coloridas,
que reflejaban su herencia andina, y un cartel que decía en
inglés “Jehová es mi pastor”, indicio de valores conservadores
de Castillo que conviven con sus credenciales socialistas.”Estamos hechos con valores cristianos y morales”, dijo a
Reuters Raúl Oblitas, sobrino de Castillo, frente a la sencilla
casa de adobe de la familia del líder de izquierda.Oblitas refirió que Castillo no estaba impulsado por el
dinero, ni estaba buscando establecer un gobierno de estilo
comunista como algunos han afirmado.En cambio, Castillo busca romper las divisiones geográficas
y raciales que habían significado que las comunidades rurales de
Perú se queden rezagadas durante tiempo, ya que las principales
ciudades como la capital, Lima, cosecharon los principales
beneficios de décadas de crecimiento impulsado por la minería.”Las clases olvidadas ahora encuentran cobijo en las
propuestas del profesor Pedro Castillo. ¿Por qué? Porque él
representa al pueblo”, dijo Oblitas. “Pedro Castillo es un
maestro común como todos los demás, es un campesino”.
(Reporte de Marco Aquino
Editado por Javier López de Lérida)

Fuente: La Nación

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