El “fútbol” acaba de dar a “la política” un mensaje no explícito, pero sí muy potente: hagan como hicimos nosotros; hablen menos y trabajen más. “Hablen menos y gobiernen mejor”. Máximo Kirchner, cuya madre no se privó de sumarse a los festejos, desde su cuenta de Twitter debería prestar más atención al mensaje que implica esta victoria.Porque lo último que hizo “su heredero” fue apuntar en la dirección contraria. En efecto, su discurso del jueves, donde se mostró más preocupado por no parecer cediendo ante Pfizer que por la vida de miles de argentinos, tuvo como objeto, no “hacernos más felices” a vos y a mí, sino esmerilar al presidente.Conservar y acrecentar su poder, y por qué no, su impunidad. Pero con sus palabras, también demostró que todo lo demás le importa un pito. Con semejante golpe bajo, Máximo, un “mal bicho” de la política, el mismo que se la pasa haciendo operaciones contra medios y periodistas y también contra el gobierno que él integra, obligó, al presidente, a responder, entre lágrimas, en el medio de una interna expuesta, y en el peor momento de la historia reciente de la Argentina. Alberto, llorando, le contesta a Máximo. La Argentina no necesita eso.Los analistas dudan que los nuevos límites al dólar CCL frenen la presión cambiariaLa Argentina necesita, para empezar, más coherencia y menos incertidumbre. Fijar y fijarse un rumbo. Un objetivo. Un horizonte. Como lo hizo Leonel Scaloni, casi en silencio, sin estridencias, sin levantar la voz. Como lo viene haciendo Lionel Messi, desde hace ya mucho tiempo.Messi habla poco y juega mucho. Y, dicho sea de paso, cuando habla, solo habla de futbol y no de política. También podría entenderse, como otro mensaje implícito del seleccionado de futbol al actual gobierno, el “no digan una cosa y hagan otra”. O su conocida variante: “haz lo que yo digo, no lo que yo hago”.El presidente Alberto Fernández en la casa histórica de Tucumán en el acto central por la conmemoración del 205° aniversario de la Declaración de Independencia (Esteban Collazo/)Porque ahora resulta que parece que el jardinero y la empleada doméstica de Cristina, es decir, Ramón Angel Díaz Díaz y María Zoza Gómez, habrían sido dos de los vacunados vip. Habrían recibido su dosis el 30 de enero de este año, cuando en El Calafate, en la provincia de Santa Cruz, a los de su rango etario, los tenían que empezar a inmunizar recién a partir de abril.Atenti. Porque sus vacunas llegaron, aparentemente, en una heladerita aparte y después de haber demorado un vuelo de aerolíneas por una orden política que vino “de arriba”. En vez del tuit de Cristina colgándose de la victoria del seleccionado hubiera sido más adecuada una aclaración sobre semejante sospecha. ¿No?Vamos de nuevo: hablen menos y no se roben las vacunas. Hablen menos trabajen más. Hablen menos y gobiernen, que para eso fueron elegidos. Y no griten los goles ni los campeonatos. Antes de tiempo, como hicieron con la llegadas de las vacunas, porque ya no se lo cree nadie. Esto podría ser un buen mensaje para Axel Kicillof, el gobernador que grita pero no gobierna, el que te vende el paraíso donde solo existe el Covid-19, la pobreza y la inseguridad.”Los poderosos van a ser más poderosos”O para el ministro del interior, Eduardo Wado de Pedro, quien habló del plan de vacunación más importante de la historia argentina, pero se olvidó de decir que: es el mundo el que está inmerso en el plan de vacunación más importante de la historia, y que nosotros, como país, somos uno de los que peor está vacunando. Estamos contando a casi 100 mil muertos desde que empezó la pandemia.Aunque aumenta la cantidad de vacunas y el ritmo de la vacunación, siguen 4 millones de dosis sin ser aplicadas, y apenas tenemos el 11 por ciento de los argentinos vacunados con dos dosis. La circulación comunitaria de la variante Delta va a llegar a finales de agosto a más tardar, necesitamos la segunda dosis de la Sputnik V ya.Otro mensaje del futbol a la política que debería procesar este gobierno sería: “dejen de vender humo”. Porque en la gestión, y en los datos reales de la economía, como en un partido de fútbol, nada se puede ocultar, por más que no se nombre. Está todo a la vista. Es decir: la inflación, que superá el 50 por ciento, a pesar de que Martín Guzmán vaticinó un 29 por ciento anual. Las consecuencias de la cuarentena eterna.La Argentina firmó un acuerdo para comprar 20 millones de vacunas de ModernaEl brutal ajuste aplicado a las jublilaciones, la clase media, los salarios formales y los ingresos de quienes trabajan de manera informal. La devaluación del peso de más del 60 por ciento. El constante caída de la economía en la provincia de Buenos Aires, donde son pobres 7 de cada diez niños.Lla profunda decepción de los más jóvenes, a quienes el kircherismo quiere seducir de apuro, vendiendo un poquito más de humo, con Cristina elogiando L-Gante, sin chequear, siquiera, como logró el artista hacerse de una computadora del programa Conectar Igualdad.Pero no sería justo decir que el mensaje del fútbol hacia la política también debería ser asimilado por la oposición. Porque ahora se supo que todos, o casi todos, dentro del seleccionado, sabían que tenían que pelear para ganarse el puesto. Menos Messi, todos. Sin embargo, no hicieron de esa competencia un mundo.Al contrario: pusieron el ego a un costado; entendieron, de inmediato, que había un objetivo mayor. Teléfono para juntos por el cambio en la provincia de Buenos Aires. Para que las Paso entre Diego Santilli y Facundo Manes y otros, si las hay, no deriven en una carnicería, como le pasó al PJ en 2015, cuando Aníbal Fernández y Julián Domínguez casi terminan a las trompadas.
Fuente: La Nación