Tiene 28 años, y un tatuaje en el brazo que solamente dice “Graciela”, el nombre de su mamá. Cuando Luciana Irigoyen describe momentos de su historia, enseguida remarca: “Todo lo que soy se lo debo a ella”.Seguramente la participante de La Voz Argentina seguramente se refiera a su madre como referente en la vida, aunque a partir de su relato, quede claro que también lo fue en la música: “Yo vengo de familia de músicos, todos cantaban menos yo porque me daba vergüenza. Un día fuimos a un karaoke con mi mamá y me dijo ‘te regalo 100 pesos si cantás. En el 2004 para mí era mucha plata, enseguida estaba arriba del escenario. Cuando bajé de cantar, los dueños del lugar me preguntaron si no quería trabajar con ellos los fines de semana, cantar algunas canciones. A partir de ahí empecé a sentir que cualquier cosa que me pasara a mí con la música podía calmar lo que fuera”.Su hermosa versión de “Marinero de luces” -que estrenó Isabel Pantoja luego de la muerte de su marido- enfrentó a los Montaner a la hora de ver con qué equipo de quedaba Luciana. Pero ella decidió atravesar ese momento desde el lugar del homenaje: “Mi mamá murió hace un mes, y pensé que nunca más iba a volver a cantar. Pero era La Voz Argentina, y era algo que ella había querido para mí. Me insistía ‘vos tenés que ir’, y es la primera vez arriba de un escenario después de la ida de mi mamá”.Lo emocionante de la historia dejó en un segundo plano a quién iba a elegir, sin embargo Luciana cerró su paso por el programa con una confesión conmovedora: “Mi mamá se fue de mis brazos mientras yo le cantaba ‘La gloria de Dios’, así que mi decisión es ir con vos, Ricardo. Mi mamá antes de morir ya sabía que iba a estar en La Voz Argentina, se sentó en la cama del hospital y me dijo: ‘Ojalá que algún día yo pueda ir y te vea cantar con Montaner La gloria de Dios, te voy a estar mirando”.“Vamos a cantarla antes de que termine el programa, y te voy a llevar de la mano hasta la final”, fue la promesa del jurado que rubricó una noche emocionante.
Fuente: La Nación