“Ahhhhh, ¡me quedo un día más!”. A veces, la vida se trata de un cuento. Uno de esos en los que una adolescente, por caso, se va a descansar, luego de dejar el bolígrafo con el que destacó los últimos apuntes de la escuela y, en un abrir y cerrar de ojos, se contempla feliz, con la boca abierta, saboreando los aplausos de un estadio de tenis. No uno cualquiera: es Wimbledon. Y lo que le acaba de ocurrir a Emma Raducanu (una aspirante a estrella instalada en el 338° puesto de la WTA y beneficiaria de una invitación) es verdad. Es un sueño convertido en realidad.Tiene 18 años, hace dos meses acudía a las clases de Newstead Wood School y, entre apuntes, alcanza la segunda semana de Wimbledon al eliminar a la rumana Sorana Cirstea por 6-3 y 7-5. El estadio número 1 se viene abajo: no hay un solo espectador que no aplauda y muy pocos evitan la emoción. Debe ser la pandemia, deben ser que las historias bonitas, superadoras, siguen siendo un mensaje de inspiración.Viral. La imagen “premonitoria” de Messi antes de su golazo y la secuencia fotográficaLa nueva chica maravilla, algo así como la “nueva Coco Gauff”, representa a un crisol de razas, tan común en estos tiempos de globalización. Tres continentes, cuatro países. Nació en Toronto, Canadá, su padre, Ian, es rumano y su madre, Renee, es china, pero residen en Gran Bretaña desde los dos años. La familia se dedica a las finanzas y, desde hace algunas semanas, ven con otros ojos el revés a dos manos a la carrera de la pequeña guerrera, toda una delicia.Del papá heredó el impulso para tomar riesgos; de la mamá, la disciplina. Para no generar conflictos en casa, admira a dos grandes campeonas: a Simona Halep y Li Na. Una es rumana, la otra, china. “Prefiero pasar a los octavos de final y no aprobar mis próximos exámenes, de economía y matemática…”, había dicho, días atrás. El deseo se le cumplió. Ahora, se medirá en los octavos de final con la australiana Ajla Tomljanovic. Ya habrá tiempo para los números.Emma Raducanu (ADRIAN DENNIS/)Raducanu se convirtió en la cuarta adolescente británica en llegar a los octavos de final de Wimbledon en la Era Open, y, a los 18 años y 239 días, es la más joven. Antes de la Catedral, logró en su carrera módicos 39.558 dólares. De rostro angelical y potencia bravía, vive entre dos mundos. La economía y los drives. “Estoy tratando de construir mi carrera de tenis, pero continuar con mis estudios en la escuela me ayudó para tener otro grupo de amigos con los que también puedo convivir. Es completamente diferente, otra forma de vida. También es una válvula de escape para mí, es importante tener algo más que el tenis para mantener mi mente ocupada. Entrenar solo te llena unas horas cada día, así que esto me permite tener la mente activa. En la cancha, a veces pienso que, tácticamente, soy más astuta que otros”, afirma.Emma Raducanu creó un clima diferente en Wimbledon con su presencia: es la nueva atracción británica (ADRIAN DENNIS/)Una gran verdad: cultivar la mente agiliza al cuerpo. Le abre la puerta para tomar mejores decisiones. Pero no es –y menos en estos tiempos-, una historia de hadas, ni princesas. Emma se exige tanto, que no acepta una nota más baja que un diez ni un par de derrotas en serie. “Creo que mis padres simplemente piensan que estoy loca. No aceptaré nada menos que una A… Creo que eso es lo que la gente a mí alrededor piensa de mí. También siento que tengo que estar a la altura de esa expectativa ahora”, reflexiona.La nueva preferida de la Henman HillEl público que va a Wimbledon, y que no entra en las canchas principales, tiene un lugar preferido: la colina Henman (Henman Hill), en honor al ex británico Tim Henman. Allí se sientan a disfrutar del sol, tomar unos tragos y mirar los partidos por pantalla gigante. A veces, suele ser casi una tribuna de fútbol, sobre todo cuando siguen a un tenista local. Bueno, Emma Raducanu es una de las “nuevas elegidas” del sector.Una aficionada, Sophie Weston, admitió renunció a sus entradas en la cancha para ver a Raducanu en la pantalla grande desde el césped empapado por la lluvia. “Se ríe, interactúa con el público. Las jugadoras mayores están muy serias”. Su hermana Olivia añadió: “Sientes que es una persona real. Puedes relacionarte con ella”. Ahí radica una de las características que sorprende y cautiva de Emma: su frescura.Como cuando tomó el micrófono, tras pasar a los octavos de final, y riendosé contó una anécdota familiar antes de irse al hotel burbuja. “¿Quién lo hubiera pensado? Es curioso, porque al principio, cuando estaba haciendo la maleta para entrar en la burbuja, mis padres me decían: ‘¿No estás metiendo demasiados conjuntos de ropa de partidos?’”. Raducanu sonrió mientras el público estallaba. “Voy a tener que lavar algo de ropa esta noche, pero creo que tienen un servicio de lavandería en el hotel, así que estoy bien, chicos”.La chica que habla mandarín, es fanática de las series taiwanesas y que le dio el telefono celular a su osteópata para no sentirse sobrepasada y abrumada por los mensajes, cuenta con naturalidad. “La forma en que afronto mis partidos es cada vez que pienso: ‘¿Por qué no?’. Como hoy, cuando me dije: ‘Alguien tiene que estar en la segunda semana, ¿por qué no yo?’ Sólo intento quedarme aquí el mayor tiempo posible y lo estoy pasando muy bien”.Recuerda el último gran impacto de Halep y se mira al espejo. “Ella misma, cuando ganó Wimbledon hace dos años, confesó que no se lo esperaba. Demuestra que si ponés tu mente y tu corazón en algo, realmente podés lograr cualquier cosa”, sintetiza. Una lección de vida. Y apenas tiene 18 años.

Fuente: La Nación

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