La dueña, jardinera apasionada, plantó especies tropicales, dejó avanzar las autóctonas y renovó el césped. La escalera lleva a la planta alta, donde está el living. (Daniel Karp/)Liliana Callea estaba fascinada con una cuadra que terminaba casi a orillas del río y, después de haberla caminado más de una vez, ya había elegido cuál era la casa que más le gustaba. Confiada en que el Universo siempre provee, se animó a tocar timbre y a preguntarle al dueño si la propiedad estaba en venta. La respuesta fue: “¿Sabés que sí?”. Así fue como se embarcó en la reforma de lo que sería el nuevo hogar de una familia ensamblada compuesta por su pareja y seis hijos de “los tuyos, los míos y los nuestros”.Liliana Callea junto a la entrada principal de su hogar, ubicada en el primer piso. (Daniel Karp/)Lejos de ser un tormento, los tres meses de obra fueron todo un proceso creativo para Liliana, diseñadora gráfica y amante de la arquitectura. En principio, definieron la distribución en tres áreas bien delineadas que garantizan la comunicación y la privacidad de la familia: en la planta baja, donde estaba el garage, ubicaron el estudio y el cuarto en suite; en el primer piso, con vistas abiertas al río, el loft sin divisiones con la cocina, el comedor y el living; más arriba, los dormitorios de hijos e hijas.Unidos al entorno. La vida en una casa premiada del Boating Club de San IsidroDeco cálida en blanco y maderaCon el techo de hormigón, la parrilla resultó funcional para colgar el sistema de luces. La barra que se une a la mesada en forma de U, la alzada sobre el artefacto de cocina (Ariston) y la campana son de acero inoxidable (todo de Johnson Acero). (Daniel Karp/)En este hogar todo está unificado por una decoración cálida en la que sobresale el blanco combinado con madera, cemento alisado y fibras naturales. La mudanza trajo más cambios, porque un año después de instalarse, Liliana decidió dejar su trabajo en el mundo corporativo para hacer su propio camino y abrir Gratitude, un espacio que comenzó como bazar deco y luego sumó gastronomía saludable vegetariana, y cuya decoración reitera la que tan bien le hace en su propio hogar.Casco histórico. Una casa de San Isidro remodelada para recibir a hijos y nietosMesa con tapa de lapacho hecha a medida para congregar a una familia numerosa y amigos. Sillas ‘París’ (Mascardi). Lámparas de mimbre traídas de un viaje a la India. Canasto y catering (Gratitude).

(Daniel Karp/)Sillón con funda de bull blanco (Paola Cristoforetti), mesa baja con tapa de lapacho y base hierro hecha a medida, almohadones (La Vie) y puf de mimbre (Desde Asia). La mesa y los sillones son bien bajos (a unos 25 cm del piso) porque pensaron el espacio como un lounge. Los pisos son de incienso, y una guarda de microcemento alisado marca tanto el perímetro de la planta como la separación entre el living y la cocina.En el escritorio de una de las hijas escritorio (Della Casa), silla ‘Paris’ (Mascardi). (Daniel Karp/)Para lograr ambientes más amplios, eliminaron los muebles empotrados. Hoy, en esos huecos hay nichos y asientos con tapa de madera. Gran lámpara de pie (Click); velas, macetas, budas y canastos (Gratitude). La dueña compró la corona de pompones y los conos de soga para una Navidad. Como le gustaron mucho, les sacó los ornamentos más alusivos y los dejó como parte del elenco estable.En el antebaño, mesada de microcemento con grifería (FV). Toallas y toallones (Luna Deco). El lavatorio recibe más luz natural gracias a una raja en la parte superior de la pared que divide el baño. (Daniel Karp/)Todos los cuartos tienen el mismo estilo despojado: base blanca, pisos de microcemento (hechos sobre las baldosas originales) y tonos beige. Cama con base de pallets (Palletec). Leyenda y guirnalda (Gratitude). Lámpara de noche (Della Casa). Maceta y planta (Puerto de Frutos). Manta traída de un viaje. Almohadón de macramé (Vero Alessandrini).En San Isidro. Una casa construida en barranca recrea el estilo de vida paulistaEl toilette tiene bacha circular (Ferrum) sobre una base de zinc y grifería (FV). (Daniel Karp/)En la pileta, se cambiaron las venecitas por pintura, y se hizo un deck con escalón en el perímetro. También se sumó un panel en uno de los extremos para ganar privacidad. Macetas de zinc (Gratitude). (Daniel Karp/)

Fuente: La Nación

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