No se había encontrado hasta ahora alguna forma de reversión de la ceguera hereditaria, fruto de la ausencia de proteínas sensibles a la luz en los ojos. Pero los avances científicos no dejan de sorprendernos: luego de 13 años de trabajo, una prueba de concepto permite augurar efectivos tratamientos en el futuro.Las células fotorreceptoras captan la luz, envían una señal eléctrica a sus pares ganglionares y, mediante el nervio óptico, la información llega al cerebro. Se buscó, pues, que las ganglionares desarrollaran proteínas optogenéticas para suplir la labor de las fotorreceptoras cuando están muertas por defectos genéticos.Mediante unos anteojos que transforman la información visual en luz ámbar que las células ganglionares pueden reconocer, los científicos aspiraban a que la información visual llegara finalmente al cerebro. Superadas las pruebas en monos, se disponían a avanzar en testeos con voluntarios, inyectándoles genes en uno de los ojos para aguardar que las células ganglionares desarrollaran proteínas optogenéticas. La pandemia retrasó los esfuerzos y solo un voluntario pudo ser entrenado en el uso de los anteojos. Debía aprender a utilizar esa información para reconocer objetos.Según publica Nature Medicine, mediante la técnica de optogenética que añadió proteínas sensibles a la luz a su retina, siete meses después se comprobó que habían logrado restaurar parcialmente la vista en uno de los ojos de ese voluntario, un francés de 58 años con ceguera total, dándole una visión borrosa de los objetos gracias a los anteojos que enviaban señales a su retina.Con el mismo fin, pero por otros caminos, la empresa de origen israelí Orcam trabaja hace ya unos años en el desarrollo de tecnología para personas con ceguera o con algún nivel de discapacidad visual, un universo de aproximadamente 300 millones de personas. La revista Time declaró uno de estos desarrollos el Mejor Invento de 2019. Nuestro compatriota Lionel Messi, designado embajador de la marca, se declara feliz de ser testigo de cambios en la calidad de vida de quienes ganan independencia en su vida cotidiana, facilitando su integración y el acceso a la igualdad de oportunidades. El dispositivo inalámbrico, del tamaño de un dedo y con un peso de 22 gramos, colocado en el marco del anteojo, lee texto en voz alta, en tiempo real, al usuario: un diario, un menú, una etiqueta de supermercado se vuelven accesibles; incluso permite el reconocimiento facial y la identificación de productos, billetes, colores, brindando además indicaciones con fines de orientación.Es un ejemplo de cómo los maravillosos alcances de la creatividad y el esfuerzo humano pueden ser puestos al servicio de mejorar la calidad de vida de muchas personas. La ciencia y la tecnología se convierten, así, en valiosas herramientas a la vista.
Fuente: La Nación