El título es un juego de palabras: “Un Frente De Todos / Juntos por el Cambio / en serio”. Es decir, los dos lados de la grieta unidos para sacar la Argentina adelante.Es el falso sueño que nos quiso “vender” Cristina Kirchner en su última aparición, en La Plata, donde hizo su archiconocido viraje hacia el modo “Madre Teresa”. El miércoles dijo: “Con la pandemia, hay que dejar de lado las diferencias políticas”. Y Fernán Quirós, horas después y con cierta ingenuidad, opinó: “Ella tiene razón”. Qué curioso. Primero, porque la vicepresidenta se acordó demasiado tarde de hablar sobre Covid. Segundo, porque Cristina representa todo lo contrario a la conciliación y el diálogo. Ella refleja la exacerbación de mucho de lo malo que tiene la política: el personalismo, la ambición desmedida, la corrupción y el autoritarismo. Sin embargo, también posee lo que se necesita para ganar elecciones: astucia y olfato; un radar sobre el estado de ánimo de la sociedad.Parece que, en los últimos días, algún consultor amigo le acomodó el radar. Quizá le habrá dicho: “Desapareciste en pandemia. Te desentendiste. Por eso, también subió tanto tu imagen negativa. Incluso en tu núcleo duro”. La apelación de Cristina es, entonces, tan curiosa como la coincidencia de Quirós con ella.Ya que hablamos de Quirós. El ministro de Salud porteño tiene mucho de lo que le falta a la dirigencia política clásica: rigurosidad científica y empatía. Pero no tiene nada de lo que poseen los políticos más astutos: picardía y audacia para entender dónde están los votos a conquistar.Ahora pasemos por encima de la grieta, pero seamos realistas. No existe hoy, en la Argentina, ni un dirigente ni una fuerza política que sintetice lo mejor del Frente De Todos con lo mejor de Juntos por el Cambio. Al contrario: predomina, en ambas coaliciones, el interés particular de cada dirigente por encima del bien común.La imagen de Ginés González García compartiendo una copa de vino en Madrid lo dice todo y refleja mucho de lo que está pasando ahora mismo:la enorme movilización del viernes pasado.los chiflidos y las protestas que le dedicaron a Axel Kicillof en un acto en Junín.la rebelión de los gauchos en Salta, mientras los chicos grandes de La Cámpora y los seguidores de Milagro Sala les copaban el acto.La movilización del viernes pasado, que superó las 30 mil personas, significa que el descontento social ya es masivo y que supera el aprovechamiento político que quieren hacer dirigentes políticos y sociales. Además, la protesta de los padres contra Kicillof, en Junín, implica que su cara bonita y sus gritos de asambleísta universitario ya no le alcanzan para ocultar que su gestión es un desastre. También demuestra que llegó tarde con su venta de humo para bajar la pobreza, y ocuparse de la educación y de los monotributistas y changarines que se lo quieren comer crudo.En este contexto, hablemos de la falta de empatía de algunos dirigentes de la oposición. Esta semana, el que se ganó el mote de exótico o distraído fue Mauricio Macri al asegurar que el Covid “es un poquito más que una gripe”. ¿Si? Que nos lo cuente a todos los que perdimos familiares y amigos por culpa del coronavirus. Quienes lo justifican dicen que el hace cálculos de ingeniero. Bien. Con el tema de las tarifas la sucedió algo parecido. Hizo cálculos de ingeniero, y así le fue. Tendría que haber aprendido, pero parece que todavía no aprendió.¿Se podría alegar falta de empatía también a María Eugenia Vidal? Ella, después de la derrota, eligió el silencio. Explicó que no hablaba para no interferir en la gestión de Kicillof. Sin embargo, en los hechos, lo que sucedió es que Kicillof y su equipo de talibanes la siguieron esmerilando, y nadie (o muy pocos) salió a defender su gestión. Ni siquiera ella. Ahora sabemos que ya eligió competir en la ciudad de Buenos Aires. ¿Pero le pasarán o no factura los dirigentes y votantes de la Provincia, con quienes se comprometió a no dejarlos solos?Dicen que Horacio Rodríguez Larreta ya tomó la decisión. Vidal será la primera candidata a diputada nacional por la ciudad y Diego Santilli, por la provincia. Pero ni a Jorge ni a Mauricio Macri les gustaría ahora que otro porteño venga a colonizar la provincia, por más buena imagen e intención de voto que ostente.En el medio de semejante interna, aparecen las probables candidaturas en la provincia del radical Facundo Manes, un supuesto oustsider, y de Patricia Bullrich en la ciudad. También agitan hasta la del propio Mauricio Macri en la ciudad. Y, como si esto fuera poco, dicen que Miguel Ángel Pichetto podría competir en la provincia. Pichetto se levanta a la mañana pensando en política y se acuesta a la noche pensando en lo mismo. Esto es: como ganar las elecciones y también como gobernar. Quizá él sea un buen ejemplo de un dirigente que podría condensar lo mejor de la astucia electoral con la buena gestión. Aunque todavía no gestionó nada. ¿O sí?En todo caso, un buen gestor hoy, o hasta incluso un estadista, es aquel que sabe administrar la pandemia. Y por eso, el Frente De Todos tiene miedo de perder. Porque hasta ahora fueron un desastre, con casi 90 mil muertos, más de 4 millones y medios de contagiados, en el medio de una campaña de vacunación que cuenta con más dosis, pero cuyo ritmo de aplicación sigue lento, y muy politizado. Hubo un sistema paralelo de vacunación, que privilegió primero a su casta y ahora es usado como propaganda para ver si los reconocen como Papá Noel, Jesucristo y la Virgen María. O como las madres y los padres de las vacunas. Para madres, nos quedamos con las madres del dolor y las madres del paco. Y para padres, en este Día del Padre, nos quedamos con todos los padres que no nos pensamos ir de nuestro país y que peleamos para que nuestros hijos tampoco lo hagan.
Fuente: La Nación