Los argentinos somos malos de verdad. Si nos ayudan, los insultamos y, si nos piden que les devolvamos la plata, les hacemos la cruz. Una cosa es ir a llorarles y otra que nos hagan llorar cuando vemos las encuestas.“Salgan del camino cuando avanza un argentino”. ¡Eso debería decir el Himno!El argentino con poder no tira la piedra y esconde la mano. Estira la mano y, como mucho, se la rechaza Obama.Un argentino que la tiene clara es el intendente Mario Secco, de Ensenada: “Si quieren venir que vengan”. Claro, lo dijo ahora que la Thatcher ya no está. Otro cocorito fue el Presi con los selváticos de Brasil y los indios de México. Algo parecido hizo en 2019 cuando queriendo elogiar a Evo Morales lo definió como “el primer presidente que se parece a los bolivianos”. También se metió con los colombianos, pidiéndoles que cesara la represión y la “violencia institucional” del gobierno de Iván Duque. ¿Quién sos, Albert?; ¿te creíste en serio que todos los argentinos bajaron de los barcos?, se preguntó con poco tacto un diplomático que de descafeinado no tiene nada.Ojo con Alberto que así como te pide una cosa te vota la otra. Si no, ¿cómo se explica que Duque sea un represor, pero no Maduro, o que la Argentina se abstenga de condenar la violación de los derechos humanos en Nicaragua? ¿Y que oficialmente nos hayamos puesto del lado de un grupo terrorista en la disputa entre dos naciones?Una de las respuestas posibles es por la predisposición argentina para el cachondeo y la adivinación. Por ejemplo, felicitando a un candidato a presidente por haber ganado antes de haber ganado. O llevando a La Cámpora a un acto en Salta, birlándole el bicentenario a los gauchos de Güemes. Y ni qué hablar del culto a la hipersensibilidad, como cuando Alberto dijo que el sistema de salud se había relajado en uno de los picos de la pandemia, con médicos y enfermeros trabajando en algo muy parecido a una hora extra interminable mientras les tiramos algunas migajas porque solo de aplausos el hombre no vive.Ahí Cristina, como argentina y peronista, estuvo mucho mejor. “Libertad para mí y que se joda el resto no es libertad”, dijo sobre las restricciones por el Covid. Sí, fue por eso que lo dijo, no por sus problemas judiciales.Además, hay que tener mucho coraje para llevar en alto la bandera de la argentinidad y bancarse, como se bancó Alberto, que suecos y chilenos te desmientan las filminas y que el presidente brasileño se te ría en la cara públicamente.Lo cierto es que estamos quedando mal con casi todos. Hubo un meme en la semana que resumió muy bien el desaguisado. Decía: “Cancillería informa: si queda algún país sin ofender, por favor, escriban a felipesola@cancilleria.com y enseguida lo puteamos. Escribir en español. Rait in Spanich plis”.
Fuente: La Nación