El Manchester City de Pep Guardiola se presenta como favorito ante el Chelsea de Thomas Tuchel en la final de la Champions League, que se juega este sábado a las 16 (hora argentina) en Oporto, Portugal, con televisación de ESPN. Más allá del pronóstico, el pulso entre estos dos equipos ingleses promete en cualquier caso emociones fuertes.En el tablero del césped, el equipo de Guardiola se paró con una intención clara: presión alta y postura de ataque. Sin embargo, la primera ocasión no llegó como corolario de una elaboración colectiva, sino de un arma sorpresiva: el pelotazo. De la zurda de Ederson a la carrera de Sterling. El veloz inglés quedó pie contra mano de Mendy, el arquero de Chelsea, pero no pudo definir. El partido ganó en intensidad, porque el movimiento en bloque de los de Manchester liberó espacios para Chelsea, un equipo experto en el juego directo. La combinación alemana Havertz-Werner funcionó un par de veces, aunque le faltó la contundencia necesaria como para pellizcar a Ederson. Chelsea, lejos de replegarse para defender mejor, respondía al galope ante cada estocada del City. Werner estuvo a punto de darle la primera ventaja a los londinenses. Chelsea volvió a ir hasta el fondo con Mason Mount y Werner apareció por el cnetro, entre la marea de defensores celestes. Alcanzó a rematar, pero sin recorrido en su pierna derecha. Fácil para Ederson. Pero Chelsea daba su mensaje: no estaba dispuesto a ser partenaire del juego de posesión de su rival. Los estilos, diferentes y casi opuestos, estaban claros.
Fuente: La Nación