Como muchos colegas, Manuel Vignau se tuvo que adaptar al nuevo contexto. Reciclarse para sobrevivir, en resumen. Vignau es uno de los actores que se han sumado a Vengan de a uno, un proyecto muy peculiar ideado por Ezequiel Hara Duck en el que juega el papel de un hombre contrariado por una decisión amorosa que pone en jaque la soledad de la cual pretende salir. La “experiencia interactiva” es una de las que forman parte de los experimentos que Hara Duck viene llevando a cabo en el campo de la interacción remota entre artista y espectador a través del smartphone –antes ya había probado con Perfil bajo y Clavemos el visto–, y a la que se puede acceder comprando las entradas en Alternativateatral.com (ahí se pueden consultar los horarios). Pueden participar hasta tres personas (tres números de teléfono distintos) con una sola entrada. La mecánica es simple: reciben una videollamada de WhatsApp a la hora que figura en la entrada y entonces se pueden sumar a una experiencia que dura poco más de media hora. Protagonizada por Vignau, El vecino es una de las ficciones interactivas disponibles. Hay otras tres: La transferencia, con Cecilia Cósero; Casa prestada, con Sabrina Lara; y Tarea en casa, con Victoria Hladilo.“Ya el año pasado funcionó muy bien –cuenta Vignau–. Es una buena alternativa para este momento tan especial. Los espectadores tienen la posibilidad de ir tomando decisiones sobre el material que están viendo a través de su celular, no son receptores pasivos. Cada historia tiene un recorrido que es la columna vertebral, pero yo, por ejemplo, tengo cuatro cinco finales posibles del material. Los voy eligiendo de acuerdo a la manera en la que se involucra el espectador. Muchas veces aparecieron propuestas de los espectadores que fueron sorprendentes para nosotros, entonces fue creciendo el caudal de finales posibles. Dentro de una estructura más o menos rígida, nos vamos acomodando para que pueda aparecer la impronta de espectador. Es una experiencia muy lúdica”.Manuel Vignau, dramaturgo y director teatral. Buenos Aires. (Santiago Cichero/AFV/)Vignau asegura que con este trabajo se puso en juego su capacidad de resolución como actor. “Es que a veces te proponen cosas que hacen saltar el material varios casilleros hacia adelante, entonces vamos regulando la velocidad para que haga las curvas que tiene que hacer. En el caso de El vecino, las propuestas pasan mucho por la relación amor/sexo. Tengo audios grabados que me permiten contar con recursos para empardar esos pedidos, pero en algunas ocasiones tengo que ser más conservador que el espectador para poder ir madurando el material con la estructura que tiene. Le ponemos un poco de freno a esa osadía, que de todos modos se agradece (risas)”.Cuando llegaron las restricciones derivadas de la pandemia, Vignau estaba a una semana de estrenar en el Teatro del Pueblo La voluntad, una obra de César Brie apoyada en textos de la activista política francesa Simone Weill, y haciendo La sala roja en el Metropolitan. La obra de Victoria Hladilo fue un gran éxito en El Camarín de las Musas y de ahí pegó el salto a la calle Corrientes, un recorrido virtuoso que, subraya Vignau, tiene sus explicaciones: “Tiene un andamiaje dramatúrgico muy fluido y hubo un equipo de trabajo que se puso la camiseta y defendió muchísimo la obra –señala Vignau–. Seguimos teniendo ganas de pensarla y mejorarla después de ocho años de hacerla, ese es un indicador muy concreto. Es una obra tan sólida que ese andamiaje no se resintió ni siquiera cuando hubo algunos reemplazos circunstanciales en el elenco. Mezcla con mucho equilibrio comedia con tragedia. Y también fue importante el apoyo de las salas en las que estuvimos: El Camarín, Timbre 4 y el Metropolitan nos acompañaron mucho”.Vignau tiene una sólida experiencia cinematográfica. Protagonizó Plan B, Hawaii –de Marco Berger– y también trabajó en films como La niña de tacones amarillos, Delta, Algo con una mujer y Como mariposas en la luz. También tenía algunos planes relacionados con el cine que quedaron postergados, igual que las clases que normalmente daba en La Plata: “Me tuve que reacomodar y hacerlo a la distancia, pero es raro que no yo no pueda dar mis talleres para diez personas aun respetando todos los protocolos y después ver todos los días conglomeraciones de gente muy importantes –remarca–. Con el teatro también hay una mirada sesgada: me parece que los que deciden las restricciones no entienden del todo las características de nuestra actividad. Por eso se armó la Unión de Teatristas Independientes de la Argentina (UTIA), que viene debatiendo hace unos siete u ocho meses soluciones para la crisis que atraviesa el sector. Tenemos que construir alternativas para estar preparados en caso de que en el futuro vuelva a ocurrir algo como lo que estamos viviendo ahora, algo probable en este mundo tan cambiante y conflictivo. Con la pandemia, quedó muy expuesta la precariedad laboral de nuestro sector. Hay muchos actores y actrices que hoy la están pasando muy mal, sobre todo los mayores. La idea es planificar con tiempo para que una situación de este tipo no nos vuelva a agarrar desprevenidos. Necesitamos sustentabilidad y proyección”.”Tenemos que construir alternativas para estar preparados en caso de que en el futuro vuelva a ocurrir algo como lo que estamos viviendo”, sostiene Manuel Vignau (Santiago Cichero/AFV/)El vecinoParte del ciclo Vengan de a uno, de Ezequiel Hara Duck.Jueves y sábados, a las 20.Por Alternativateatral.com

Fuente: La Nación

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