La ensayista Beatriz Sarlo celebró que ya recibió la vacuna contra el coronavirus. “Me tocó; obviamente, por derecha”, destacó en una entrevista con el programa Hablemos de otra cosa, por LN+, haciendo alusión al conflicto que se había generado con Axel Kicillof después de que, tiempo atrás, desde Provincia le ofrecieran inocularse como parte de una iniciativa para promover la confianza de la sociedad en la vacuna.Sarlo aclaró que no rechazó la oferta por no querer vacunarse (”hubiera corrido a vacunarme’’), pero cuestionó el modo “irregular” en que se manejó el ofrecimiento, sin un funcionario que encabece la campaña, y señaló que -para ella- no era correcto que algunos tuvieran privilegios sobre otros para recibir las dosis. Y opinó: “Más que una publicidad de la vacuna, era una publicidad de la gestión sanitaria, lo cual un gobierno puede hacer, sin duda, pero se saltearon que en la Argentina hay una cultura de vacunación, no es un país en el que hay que explicar que las vacunas son buenas”.Energía: la interna oficial modera la suba de la electricidad en el AMBA, pero no en el interiorDe todos modos, más allá de la polémica, finalmente llegó su turno y recibió las dos dosis de la vacuna Sinopharm. Sobre ello, deslizó irónica: “A lo mejor, eligieron la vacuna china para mí por mi pasado maoista”.Su historia política: desde su pasado peronista a hoyLa escritora remarcó que “las redes sociales potencian las características enfrentadas de cualquier conflicto”. “Es un derecho a la palabra. Puede haber gente que necesite sentar una posición extrema”, dijo. Y agregó: “En mi historia política hubo muchas posiciones extremas, pero he tratado de contemplar y entender las posiciones del otro, aún conservando la mía, sin ceder ni un centímetro”.A lo largo de la entrevista, Sarlo recordó su historia política, comenzando por “su período peronista”. Según dijo, empezó impulsada por su tío, Jorge Del Río, un intelectual vinculado al peronismo que veraneaba con su familia cuando ella tenía entre 10 y 14 años. “Era imposible no tener el oído atento. Mi padre era un gorila militantes hecho y derecho, y yo encontraba en mi tío Jorge alguien que me hablaba de otro modo del peronismo”.Así, en 1965, buscó a su tío para decirle que se había hecho peronista: “Me dijo: ‘Vas a sufrir mucho’. No lo celebró. Yo iba para que me celebrara mi primera decisión política y mi tío me tiró un baldazo de agua. Pero nunca sufrí en la política, me apasiona de una manera que no me permite el sufrimiento, aunque sí me enojé y discutí muchísimo”. Hoy, Sarlo se encuadra dentro de “la minoría” que quiere un partido liberal socialdemócrata en la Argentina. Y entonces recordó: “Acaba de morir [Miguel] Lifschitz, un socialista de Santa Fe que tenía esa utopía”.Guzmán y Georgieva, otra vez juntos en un seminario organizado por el VaticanoEsta intelectual analizó el peronismo, y dijo: “Como movimiento puede normalizar aquello que aparezca como diferente”. Y siguió: “Es muy diferente reorganizar algo que ya ha tenido varias reorganizaciones y el peronismo ha vivido un proceso incalculable de reorganizaciones. Se ha convertido en una especie de partido de centro que admite tener desviaciones de derecha y algunos sectores más sensibles hacia la izquierda, más la cuestión de la representación federal”.“Alberto Fernández es un gran segunda fila”Analizando la conducción de Alberto Fernandez opinó que “es un gran segunda fila, y un gran organizador, distribuidor de poder y moderador de conflictos”. En línea con esto dijo que estamos frente a un “poder bicéfalo”: “Hay dos cabezas, Fernández como Presidente y alguien [por Cristina Kirchner] que no está ni atrás ni arriba, sino que está en un espacio propio que genera poder por la influencia que ella tiene en la movilización de los partidos que configuran el movimiento Justicialista”. Así, lanzó: “Decir que el poder pasa solo por Cristina es una exageración”.Luego, evaluó la disputa entre Martín Guzmán y Federico Basualdo, y la reacción del jefe de Estado ante esto: “Está bien que diga que el episodio está terminado porque tiene que mantener un cierto clima de ordenamiento. ¿Cuántas veces va a decir que un episodio está terminado cuando no lo esté? De ahí va a depender su credibilidad”.
Fuente: La Nación